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Wednesday, April 03, 2013

Novela "La Violación", inédita y de Ficción.

Por: Diana Margarita Cantón Martinez.



Capítulo: Nos dimos el primer beso:

 

“Juan de los Cielos-por su parte-no quiso darme una clase de Filosofía, sino muchas clases de Amor, Amor del bueno. Lo de los métodos filosóficos y esas cosas tan abstractas, lo descubrí por mi misma en el Manual de Spirkin y O. Yajot-los rusos-en 1976-preparando una clase para mis alumnus de la Facultad Obrero-Campesina donde casualmente él era el Jefe de Cátedra de Marxismo-Leninismo. Ya casada y con un hijo, lo perseguía, sin volver a acostarme jamás de Nuevo  con él y sin que volviéramos a hablarnos de Amor después de 1971 ó 1972.

 
Sus mentiras siempre las perdoné y hasta justifiqué, aunque no las olvidé; me incapacitaron psicológicamente para la entrega física normal con él, por lo que ya sé que fue un crimen de lesa humanidad. El llanto, el dolor la limitaron después de agosto de 1970, y todo se fue apagando en menos de dos años-todo lo carnal-al menos. Pero la idealización de aquel fantasma se avivaba.

Desde entonces sería Penélope de espíritu y de emociones; no de cuerpo; solo mi espíritu y mis emociones serían leales y fieles, de un modo bifurcado, multifurcado, complejo, incomprensible por mi misma. Seguiría siendo de él y de varios de maneras diferentes e incompletas.

Nos dimos el primer beso, un solo beso, aquella noche en Miramar!. Yo quería más besos, pero no se los pedí, ni se los di, seguía tímida!. Otros de los lugares más frecuentados por nosotros en esos tiempos eran el night-club el Johnny’s Dream y la Cafetería Kasalta, muy cerca del Túnel . Allí merendábamos a veces, refrescábamos, oíamos música y ocasionalmente bailábamos, porque Juan no podia seguirme en eso. Yo era más bailadora que él-gracias a la edad, pero también a las lecciones bien aprendidas en la beca con mi amiga la negrita Lisa, de Alta Habana, que me sacó de la Infancia triste, amargada, “neurasténica”-según mi padre. Con ella aprendí a marcar el jazz, a bailar Mozambique, casino…, no mucho, porque no tengo grandes dotes, pero me defiendo, y con una Buena pareja, hacemos el show. En realidad aprendí lo suficiente para divertirme algunas veces, máxime en ese tiempo de rosas.

Juan fue el primer hombre que me habló cosas interesantes sobre las Estrellas. Recuerdo que nos sentamos sobre la hierba en la 5ta Avenida. Gentilmente colocó su pañuelo debajo de mi. Era un Gentil-Hombre, casi un Caballero Medieval-al menos lo parecía y yo le creía. Desde esa noche necesité una fuga ciega y sensual con él; aunque no tuviera valor para ello.
 

De otro cubano para mi:

Hola, Diana Margarita. espero que estés bien. yo bien. necesito comunicarme contigo para una consulta profesional, algo que estoy escribiendo y necesito precisar algunos datos contigo. te envio mi direccion de correo: .......
ah, soy........ quien trabajó contigo en aquel proyecto sobre Silvio. Espero tus letras para poder comunicarme contigo de forma más personal y explicarte. qué bueno poder comunicarnos luego de tantos años. un abrazo, ......


30 de Marzo de 2013 15:39

Cubanos y punto:

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    Generación Y

    Generación Y


    Posted: 01 Apr 2013 12:28 PM PDT
    Torre de la Libertad
    Hace unos años, cuando salí por primera vez de Cuba, estaba yo en un tren que partía desde la ciudad de Berlín hacia el Norte. Un Berlín ya reunificado, pero que todavía conservaba fragmentos de esa fea cicatriz que fue aquel muro que dividió a una nación. En el compartimento de aquel tren y mientras recordaba a mi padre y mi abuelo ferroviarios, que hubieran dado cualquier cosa por viajar en esa maravilla de vagones y locomotora, entablé una conversación con un joven que iba sentado justo frente a mí. Después del primer intercambio de saludos, de maltratar el idioma alemán con un “Guten Tag” y aclarar que “Ich spreche ein bisschen Deutsch”, el hombre me preguntó inmediatamente de dónde yo venía. Así que le respondí con un “Ich komme aus Kuba”. Como siempre ocurre después de la frase de que uno viene de la mayor de las Antillas, el interlocutor trató de demostrar lo mucho que sabía sobre nuestro país. Normalmente, durante ese viaje me encontraba con gente que me decía “ah… Cuba, sí, Varadero, ron, música salsa”. También hallé hasta un par de casos que la única referencia que parecían tener sobre nuestra nación era el disco “Buena Vista Social Club”, que justamente por esos años estaba arrasando en popularidad en las listas de temas más escuchados. Pero aquel joven en un tren de Berlín me sorprendió. A diferencia de otros no me respondió con un estereotipo turístico o melódico, llegó más allá. Su pregunta fue: “¿Eres de Cuba? ¿De la Cuba de Fidel o de la Cuba de Miami?
    Mi rostro se puso rojo, se me olvidó todo la poca lengua germana que sabía y le respondí en mi mejor español de Centro Habana: “Chico, yo soy cubana de José Martí”. Ahí terminó nuestra breve conversación. No obstante, el resto de viaje y el resto de mi vida, he tenido muy presente aquella charla. Me he preguntado muchas veces qué ha llevado a aquel berlinés y a tantas otras personas en el mundo a ver a los cubanos de dentro y de fuera de la Isla como dos mundos separados, dos mundos irreconciliables. La respuesta a esa pregunta recorre también parte del trabajo en mi blog Generación Y. ¿Cómo fue que dividieron nuestra nación? ¿Cómo fue que un gobierno, un partido, un hombre en el poder, se atribuyeron el derecho de decidir quién debía llevar nuestra nacionalidad y quién no? La respuesta a esas preguntas la saben ustedes mucho mejor que yo. Ustedes, que han vivido el dolor del exilio, que partieron la mayoría de las veces sólo con lo que llevaban puesto. Ustedes, que dijeron adiós a familiares, a muchos de los cuales nunca más volvieron a ver. Ustedes que han tratado de preservar a Cuba, la única, la indivisible, la completa, en vuestras mentes y vuestros corazones.
    Pero yo sigo preguntándome ¿Qué pasó? ¿Cómo fue que el gentilicio de cubano pasó a ser algo que sólo se otorgaba por considerandos ideológicos? Créanme que cuando uno ha nacido y crecido con una sola versión de la historia, una versión mutilada y conveniente de la historia, no puede responderse esa pregunta. Por suerte, del adoctrinamiento siempre es posible despertar. Basta que cada día una pregunta, cómo ácido corrosivo, se nos adentre en la cabeza. Basta que no nos conformemos con lo que nos dijeron. El adoctrinamiento es incompatible con la duda, el lavado de cerebro termina justo cuando ese mismo cerebro empieza a cuestionarse las frases que le han dicho. El proceso de despertar es lento, comienza como un extrañamiento, como si de pronto le vieras las costuras a la realidad. Así fue como se inició todo en mi caso. Fui una pionerita adocenada, todos ustedes lo saben. Repetí cada día en los matutinos de la escuela primaria aquella consigna de “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Corrí infinidad de veces con la máscara antigás bajo el brazo hacia un refugio, mientras mis maestros me aseguraban que pronto seríamos atacados desde algún lugar. Lo creí. Un niño siempre cree lo que le dicen los mayores. Pero había algunas cosas que no encajaban. Todo proceso de búsqueda de la verdad tiene su detonante. Justo un momento en que una pieza no encaja, en que algo no tiene lógica. Y esa ausencia de lógica estaba fuera de la escuela, estaba en mi barrio y en mi casa. Yo no entendía bien el por qué si aquellos que se habían ido en el Mariel eran “enemigos de la Patria”, por qué mis amigas estaban tan felices cuando alguno de aquellos parientes exiliados les enviaba algo de comida o de ropa. ¿Por qué esos vecinos que habían sido despedido con un acto de repudio en el solar de Cayo Hueso donde yo había nacido, eran los que mantenían a la madre anciana que había quedado atrás, quien regalaba parte de aquellos paquetes a los mismos que habían lanzado huevos e insultos a sus hijos? Yo no entendía. Y de esa incomprensión, dolorosa como todo parto, nació la persona que soy ahora.
    Por eso, cuando aquel berlinés que nunca había estado en Cuba intentó dividir mi nación, salté como un gato y lo encaré. Por eso, estoy aquí ante ustedes hoy, tratando de ayudar a que nadie, nunca más, pueda dividirnos entre un tipo de cubano u otro. Los vamos a necesitar para la Cuba futura y los necesitamos en la Cuba presente. Sin ustedes nuestro país estaría incompleto, como alguien a quien se le ha amputado sus extremidades. No podemos permitir que nos sigan dividiendo. Como mismo estamos luchando para que habitar un país donde se permitan los derechos a la expresión, la asociación y tantos otros que nos han arrebatados; tenemos que hacer todo -lo posible y lo imposible- porque ustedes recuperen esos derechos que también les han sido quitados. Es que no hay un ustedes y un nosotros… solo hay un “nosotros”. No permitamos que nos sigan separando.
    Aquí estoy porque no me creía la historia que me contaron. Como muchos otros tantos cubanos que crecieron bajo una sola “verdad” oficial, hemos despertado. Tenemos que reconstruir nuestra nación. Nosotros solos no podemos. Los aquí presentes -y bien que lo saben- han ayudado a muchas familias de la Isla a poner un plato de comida sobre la mesa de sus hijos. Se han abierto camino en sociedades donde tuvieron que empezar desde cero. Han llevado y cuidado a Cuba. Ayúdennos a unificarla, a derrumbar ese muro que. a diferencia del de Berlin, no es de concreto ni ladrillos, sino de mentiras, silencios, malas intenciones.
    En esa Cuba con la que muchos soñamos no hará falta aclarar qué tipo de cubano uno es. Seremos cubanos a secas, cubanos y punto, cubanos.
    [Texto leído en acto realizado en la Torre de la Libertad, Miami, Florida, el 1° de abril de 2013]

    Flan de coco:

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    Generación Y

    Generación Y


    Posted: 30 Mar 2013 06:42 AM PDT
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    He encontrado a Cuba fuera de Cuba, le dije hace unos días a un amigo. Se río con mi juego de palabras, creía que yo intentaba hacer literatura. Pero no. En Brasil una septuagenaria emocionada me regaló un medalla con la Virgen de la Caridad del Cobre. “No he vuelto desde que me fui en 1964″, confirmó mientras me entregaba aquella pequeña joya que había pertenecido a su madre. Durante mi estancia en Praga, un grupo de compatriotas radicados allí parecía estar más al tanto de lo que ocurría en nuestro país que muchos que vegetan -dentro de él- en la apatía. Entre los altos edificios de New York una familia me invitó a su casa y la abuela hizo un “flan de coco” a la usanza de nuestra cocina tradicional, tan menoscabada en la Isla por el desabastecimiento y las carencias.
    Nuestra diáspora, nuestro exilio, está conservando a Cuba fuera de Cuba. Junto a sus maletas y el dolor de la distancia, han preservado trozos de la historia nacional que fueron borrados de los libros de textos con los que varias generaciones hemos sido educados o, mejor dicho, adocenados. Estoy redescubriendo a mi propia patria en cada uno de estos cubanos dispersos por el mundo. Cuando compruebo lo que han llegado a ser realmente, lo contrasto con aquello que la propaganda oficial me ha dicho de ellos y termina dándome una tristeza enorme con mi país. Por todo este caudal humano que nos hemos perdido, por todo este talento que ha tenido que volcarse fuera de nuestras fronteras y por todas esas semillas que han debido germinar en otras tierras. Cómo fue que permitimos que una ideología, un partido, un hombre, se hayan sentido con el “divino” poder de decidir quién podía llevar o no el gentilicio de “cubano”.
    Ya tengo la prueba de que me mintieron, nos mintieron. Nadie ha tenido que decírmelo, me he dado cuenta por mí misma al ver toda esa Cuba que hay fuera de Cuba, ese país inmenso que ellos han salvaguardando para nosotros.

    Carta a los Testigos de Jehova:

    Carta del Cuerpo Gobernante
     
    Queridos hermanos en la fe:
    ¡Qué placer nos da volver a escribir a los más de siete millones de siervos fieles de Jehová que hay por todo el planeta! ¿Cómo se sienten cuando conocen a un Testigo de otra parte del mundo? ¿Verdad que de inmediato le toman cariño? (Juan 13:34, 35.) Esa es la sensación que experimentarán al leer en este anuario los maravillosos relatos de fe y lealtad de hermanos de distintos países.
    Hemos recibido informes de que muchos de ustedes están tomando muy en serio la Noche de Adoración en Familia. Los padres se las han ingeniado para captar y mantener la atención de sus pequeñines (Efe. 6:4). Los matrimonios se han fortalecido gracias a la oportunidad que este programa les brinda de estudiar la Biblia juntos (Efe. 5:28-33). En efecto, todos nos hemos beneficiado de dedicar ese tiempo al estudio profundo de la Palabra de Dios, sea individualmente o en familia (Jos. 1:8, 9).
    Compartimos el dolor de aquellos que han sufrido pérdidas debido a los desastres naturales que han ocurrido últimamente. Y aprovechamos la oportunidad para darles las gracias a todos los que se han unido sin pensarlo dos veces a las labores de socorro (Hech. 11:28-30; Gál. 6:9, 10). Por otra parte, entre ustedes hay quienes, como Dorcas, abundan en “buenos hechos y en dádivas de misericordia”, pues están pendientes de las necesidades materiales de sus hermanos en la congregación y los ayudan (Hech. 9:36). Recuerden que Jehová está al tanto de su callada labor y sin duda los recompensará (Mat. 6:3, 4).
    En algunos países hay personas que manipulan las leyes a fin de causarle daño a nuestra obra, y muchos de ustedes han visto sus derechos pisoteados (Sal. 94:20-22). No obstante, conscientes de que Jesús predijo dicho maltrato, están aguantando con valor y se refugian en Jehová (Juan 15:19, 20). Tengan la certeza de que siempre los mencionamos en nuestras oraciones y pedimos que estén “listos para presentar una defensa ante todo el que les exija razón de [su] esperanza” (1 Ped. 3:13-15).
    También queremos felicitar a los millones de hermanos que año tras año se mantienen moralmente limpios pese al incansable esfuerzo de Satanás por promover la inmoralidad. En estos tiempos, en los que se observa una crisis moral sin precedente, ustedes siguen “adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza” (Efe. 6:10). Se han puesto “la armadura completa que proviene de Dios” y están resistiendo con firmeza “las maquinaciones del Diablo” (Efe. 6:11, 12). Nunca olviden que Jehová usa el ejemplo de ustedes para responder a aquel que lo desafía con escarnio, Satanás (Pro. 27:11).
    Por otro lado, nos da gusto informarles que en 2011 contamos con la sobresaliente asistencia de 19.374.737 personas a la Conmemoración de la muerte de nuestro Señor. Esto se debió en parte a la excelente respuesta de ustedes al llamado de participar en el precursorado auxiliar en abril. El gran grito de alabanza a Jehová que dieron todos sus Testigos sirvió de testimonio para millones de personas alrededor del planeta (Rom. 10:18). En ese mes hubo 2.657.377 precursores auxiliares, y muchos otros publicadores se esforzaron por aumentar su participación en el servicio. Su entusiasmo y disposición nos llenan de alegría (Sal. 110:3; Col. 3:23).
    Gracias a la ayuda de Jehová, el año pasado se bautizaron 263.131 personas. Agradecemos el apoyo que ustedes nos brindaron para poder difundir la invitación que se encuentra en Revelación 22:17, donde leemos: “El espíritu y la novia siguen diciendo: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que oiga, diga: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida”. Además, después de analizar distintos aspectos del Reino de Dios en las asambleas de distrito de 2011, decimos con mayor intensidad: “¡Venga tu reino!”. También nos hacemos eco de las palabras del apóstol Juan, quien tras haber escuchado la promesa de Cristo “Vengo pronto”, exclamó: “¡Amén! Ven, Señor Jesús” (Rev. 22:20).
    Mientras continúan a la espera de lo que va a suceder, no olviden el amor que sentimos por cada uno de ustedes: nuestros queridos hermanos y hermanas que aman a Jehová “en hecho y verdad” (1 Juan 3:18).
    Sus hermanos,
    Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová 2012.

    Ninive:

    LEER EN

    LA ATALAYA ABRIL DE 2013

    PUBLICADO EN

     ¿LO SABÍA?

    ¿Por qué se llamó a la antigua Nínive “la ciudad de derramamiento de sangre”?

    Relieve mural de unos guerreros apilando cabezas de enemigos cautivos
    Nínive era la capital del Imperio asirio. Esta imponente ciudad tenía palacios y templos majestuosos, calles anchas y murallas inmensas. El profeta hebreo Nahúm se refirió a ella como “la ciudad de derramamiento de sangre” (Nahúm 3:1).
    Esa era una designación muy apropiada, pues los relieves del palacio de Senaquerib en Nínive atestiguan la crueldad de los asirios. En uno de ellos se ve a un torturador arrancándole la lengua a un prisionero que está inmovilizado contra el suelo. Las inscripciones alardean de cómo conducían a los cautivos con cuerdas sujetas a ganchos que les traspasaban la nariz o los labios. Y si eran funcionarios, los obligaban a llevar alrededor del cuello, a modo de repugnantes collares, las cabezas de sus reyes decapitados.
    El asiriólogo Archibald Henry Sayce describe así las barbaridades que se cometían tras la captura de una ciudad: “Pirámides de cabezas humanas marcaban el paso de los conquistadores; los muchachos y las muchachas eran quemados vivos o reservados para cosas aún peores; los hombres eran empalados, desollados, cegados, o privados de sus manos, pies, orejas o narices”.

    ¿Para qué construían los judíos un muro alrededor del techo?

    Dios mandó a los judíos: “En caso de que edifiques una casa nueva, entonces tienes que hacer un pretil [o muro de protección] a tu techo, para que no coloques sobre tu casa culpa de sangre porque alguien [...] llegara a caer de él” (Deuteronomio 22:8). Esta medida era necesaria porque las familias judías utilizaban mucho el techo de sus casas.
    La mayoría de las casas en Israel tenían un techo plano, o azotea, que resultaba ideal para sentarse un rato al sol, disfrutar del aire fresco o realizar algunas tareas domésticas. En verano era un lugar agradable para dormir (1 Samuel 9:26). Los agricultores usaban la azotea para secar lino, higos, uvas o el grano antes de molerlo (Josué 2:6).
    Esta parte de la casa también se utilizaba como lugar de culto, ya fuera al Dios verdadero o a falsos ídolos (Nehemías 8:16-18; Jeremías 19:13). El apóstol Pedro subió a la azotea al mediodía para orar (Hechos 10:9-16). Y si la azotea tenía un techo de ramas de palmera o de vides, debía de ser un lugar muy tranquilo y agradable.
    El libro The Land and the Book (La Tierra y el Libro) dice que las casas israelitas tenían una escalera “fuera de la casa, en el patio exterior”, que conducía a la azotea. De modo que una persona podía bajar de la azotea sin tener que entrar en su casa. Este hecho aclara lo que Jesús dijo sobre la urgencia de huir de una ciudad condenada a la destrucción: “El que esté sobre la azotea no baje para sacar los efectos de su casa” (Mateo 24:17).

    Cambiar la conducta:

    LA ATALAYA ABRIL DE 2013

    PUBLICADO EN
     LA BIBLIA LES CAMBIÓ LA VIDA

    “Mi conducta era terrible”

    • AÑO DE NACIMIENTO: 1960
    • PAÍS: FINLANDIA
    • OTROS DATOS: CANTANTE DE HEAVY METAL

    MI PASADO:

    Crecí en un barrio obrero de la ciudad portuaria de Turku. Mi padre fue campeón de boxeo, deporte que mi hermano menor y yo también practicábamos. En los años escolares nunca vacilé en usar los puños cuando me retaban a pelear. De adolescente me uní a una pandilla muy conocida y empecé a participar en peleas aún más violentas. También descubrí la música heavy metal, lo que me hizo soñar con convertirme en una estrella de rock.
    Tras comprarme una batería, formé un conjunto del que poco después llegué a ser el cantante. Me encantaba hacer barbaridades en el escenario. El grupo fue cobrando cada vez más publicidad debido a la imagen agresiva y salvaje que proyectaba. Comenzamos a tocar ante gran cantidad de público y grabamos algunos discos, el último de los cuales recibió buenas críticas. A finales de los años ochenta realizamos una gira de promoción por Estados Unidos. Hicimos varias presentaciones en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles, y establecimos algunos contactos con profesionales de la industria musical antes de regresar a Finlandia.
    Aunque me encantaba estar en el grupo, quería que mi vida tuviera más sentido. El difícil y competitivo mundo de la música me había decepcionado; además, mi vida era tan superficial que no me llenaba. Como me consideraba una mala persona, tenía miedo de acabar quemándome en el infierno. Busqué respuestas a mis inquietudes en todo tipo de libros religiosos y le pedía desesperadamente a Dios que me ayudara, aunque me parecía que nunca podría agradarle.

    CÓMO LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA:

    Para sostenerme, trabajaba en la oficina de correos. Cierto día me enteré de que uno de mis compañeros era testigo de Jehová. Enseguida lo bombardeé con preguntas. Sus respuestas lógicas basadas en las Escrituras me despertaron la curiosidad, así que empecé a estudiar la Biblia con él. A las pocas semanas, mi grupo recibió un tentador contrato de grabación con la  posibilidad de lanzar un álbum en Estados Unidos. Pensé que era la oportunidad de mi vida.
    Le comenté al Testigo que me daba clases que quería grabar un álbum más, y que después de eso me esforzaría seriamente por aplicar los principios bíblicos. Él no me dio su opinión, sino que me pidió que leyera las palabras de Jesús registradas en Mateo 6:24. Allí dice: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos”. Me quedé helado cuando vi lo que Jesús quiso decir. Unos días después fue mi maestro quien se quedó helado cuando le comuniqué que había dejado el grupo porque quería seguir a Jesús.
    La Biblia era como un espejo que reflejaba mis faltas (Santiago 1:22-25). Me di cuenta de que mi conducta era terrible: tenía mucho orgullo y una ambición insaciable, usaba malas palabras, peleaba, fumaba y bebía en exceso. Cuando vi que el modo de vida que llevaba estaba en total contradicción con los principios bíblicos, sentí como si me hubiera estrellado contra una pared. Pero estaba dispuesto a hacer los cambios necesarios (Efesios 4:22-24).
    “Nuestro Padre celestial es misericordioso y quiere curar las heridas de quienes se arrepienten de sus errores”
    Me ahogaban los remordimientos por mis errores del pasado, sobre todo al principio. Sin embargo, mi maestro me ayudó mucho. Él me mostró lo que dice la Biblia en Isaías 1:18: “Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve”. Este y otros pasajes me convencieron de que nuestro Padre celestial es misericordioso y quiere curar las heridas de quienes se arrepienten de sus errores.
    Cuando llegué a conocer y amar a Jehová, me sentí impulsado a dedicarle mi vida (Salmo 40:8). Me bauticé en 1992 en una asamblea internacional de los testigos de Jehová celebrada en San Petersburgo (Rusia).

    QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO:

    He conseguido muchos y buenos amigos en el pueblo de Jehová. De vez en cuando nos reunimos para tocar música decente y disfrutar de este don de Dios (Santiago 1:17). Mi matrimonio con mi querida esposa, Kristina, ha sido una bendición especial. Con ella he compartido las alegrías y las penas de la vida, así como mis sentimientos más profundos.
    Si no me hubiera hecho testigo de Jehová, tal vez no estaría vivo. Antes andaba dando tumbos, iba de problema en problema y de crisis en crisis. Ahora tengo un verdadero propósito en la vida y siento que todas las piezas han caído en su lugar.

    La salud y la Biblia:

    LEER EN

    ¡DESPERTAD! ABRIL DE 2013

    PUBLICADO EN
     EL PUNTO DE VISTA BÍBLICO

    La salud

    ¿Qué opina Dios sobre el cuidado de la salud?

    “No llegues a estar entre los que beben vino en exceso, entre los que son comedores glotones.” (Proverbios 23:20)

    POR QUÉ ES IMPORTANTE SABERLO

     La Biblia no es un manual de medicina, ni tampoco establece reglas para todo aspecto de la vida. No obstante, sí indica cómo ve Dios el cuidado de la salud, y averiguarlo nos beneficiará.

    LO QUE DICE LA BIBLIA

     Muchos pasajes bíblicos permiten entender lo que Dios opina respecto al cuidado de la salud. Por ejemplo, las Escrituras condenan los excesos, entre ellos la borrachera y la glotonería (Proverbios 23:20). En la Ley que Dios le dio al antiguo Israel se incluían medidas para controlar, y en algunos casos prevenir, las enfermedades. La Ley también contenía normas de seguridad específicas para evitar accidentes (Deuteronomio 22:8). Es obvio que la Biblia nos anima a cuidar nuestro cuerpo y a tomar medidas razonables para proteger nuestra salud.

     Según la Biblia, ¿por qué nos enfermamos?

    “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado.” (Romanos 5:12)

    LO QUE DICE LA GENTE

     Muchas personas opinan que las enfermedades se deben tan solo a un fallo del proceso de la evolución humana. Otras creen que son causadas por fuerzas misteriosas, como los espíritus malvados.

    LO QUE DICE LA BIBLIA

     Las Escrituras explican que nos enfermamos a consecuencia de la rebelión de nuestros primeros padres contra Dios (Romanos 5:12). Antes de rebelarse, Adán y Eva disfrutaban de salud perfecta. Pero sabían que si se apartaban de Dios, quien los cuidaba con tanta ternura, morirían (Génesis 2:16, 17). Aun así, decidieron romper su amistad con Dios y perdieron la perfección. *
    Nuestros primeros padres nos pasaron su imperfección. Por ello, a pesar de todos los esfuerzos por eliminar las enfermedades, seguimos enfermando.

    LO QUE USTED PUEDE HACER

     La Biblia enseña que, debido a la rebelión de Adán y Eva, todos necesitamos reconciliarnos con Dios, hacer las paces con él, lo cual podemos lograr obedeciendo sus sabios principios. Si lo hacemos, disfrutaremos de salud perfecta cuando la Tierra sea convertida en un paraíso (Isaías 33:24). Dios promete eliminar el dolor, las enfermedades y la muerte (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).

    ¿Desaconseja la Biblia que busquemos tratamiento médico?

    “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí.” (Mateo 9:12)

    LO QUE DICE LA GENTE

     Hay quienes fomentan las curaciones espirituales (también llamadas “curaciones por fe”) en vez de los tratamientos médicos.

    LO QUE DICE LA BIBLIA

     En la antigüedad, Dios permitió que sus siervos recibieran atención médica (Génesis 38:28; Colosenses 4:14). En las Escrituras no hay nada que indique que estuviera en contra de las plantas medicinales, los ungüentos, las dietas u otros tratamientos. De hecho, Jesús reconoció que “las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí” (Mateo 9:12).
    Sin embargo, la Biblia no aprueba la búsqueda de la salud a cualquier precio. Por ejemplo, no aprueba las curaciones por fe ni tampoco las relacionadas con prácticas espiritistas (Gálatas 5:19-21). Lo más sensato que uno puede hacer cuando se enferma es buscar atención médica de inmediato, pero evitando las prácticas que condena la Biblia.

    Hablar sin herir:

    LEER EN

    ¡DESPERTAD! ABRIL DE 2013

    PUBLICADO EN
     AYUDA PARA LAS FAMILIAS | MATRIMONIO

    Cómo hablar sin herir

    EL PROBLEMA

    Cada vez que surge un conflicto, usted y su cónyuge se deshacen en críticas destructivas. Las palabras hirientes son algo tan común entre ustedes que se han convertido en su forma “natural” de comunicarse.
    Usted puede mejorar su matrimonio, pero antes necesita identificar la raíz del problema y convencerse de que lo mejor para ambos es cambiar.

    LAS CAUSAS

    La crianza. Muchos hombres y mujeres han crecido en hogares donde los comentarios ofensivos eran el pan de cada día, así que repiten en su matrimonio el patrón que aprendieron de sus padres.
    La influencia del mundo del entretenimiento. El cine y la televisión han convertido el lenguaje hiriente en cosa de risa, lo cual hace pensar a los espectadores que es inofensivo e incluso divertido.
    La cultura. Hay culturas en las que se considera que los “hombres de verdad” deben ser dominantes o que las mujeres deben actuar con agresividad para no parecer débiles. En medio de una discusión, los esposos que tienen esas características podrían ver al otro como un enemigo, no como un aliado, y emplear palabras que distancian en vez de unir.
    Independientemente de la causa, el lenguaje ofensivo puede desencadenar un divorcio o provocar problemas de salud. De hecho, hay quienes afirman que las palabras duelen más que los puños. Una esposa que sufrió maltrato verbal y físico a manos de su esposo lo expresó así: “Los insultos me hacían más daño incluso que los golpes”.
    ¿Qué puede hacer si las palabras hirientes están destruyendo su matrimonio?

     LO QUE PUEDE HACER

    Póngase en el lugar de su cónyuge. Trate de entender qué efecto tienen sus palabras en su pareja; esfuércese por recordar algún caso específico en el que la haya lastimado. Pero no se concentre en lo que dijo o no dijo: lo que importa es cómo se sintió la otra persona. ¿Qué hubiera podido decir de manera diferente, más amable? La Biblia asegura: “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera” (Proverbios 15:1).
    Aprenda de matrimonios que se respetan. Si los malos ejemplos han influido en su manera de comunicarse, escuche cómo se hablan los matrimonios ejemplares e imítelos. (Principio bíblico: Filipenses 3:17.)
    Reavive los sentimientos que los unieron. Las palabras hirientes no nacen en la boca, sino en el corazón. De ahí que sea tan importante nutrirlo con pensamientos y sentimientos positivos acerca de su cónyuge. Hablen de las actividades que les gustaba realizar juntos. Miren las fotos de sus primeros años. Recuerden las cosas que los hacían reír y las cualidades que los atrajeron el uno al otro. (Principio bíblico: Lucas 6:45.)
    Hable en primera persona. En vez de acusar a su cónyuge por algo que hizo, hágale saber cómo se siente. Es más probable que responda bien si le dice: “Me siento despreciado cada vez que haces planes sin consultarme”, que si le dice: “Tú siempre haciendo planes sin consultarme”. (Principio bíblico: Colosenses 4:6.)
    Sepa cuándo parar. Si nota que están perdiendo el control y que las palabras empiezan a subir de tono, quizás lo mejor sea dejar la discusión para otro momento. No hay nada de malo en retirarse de una pelea y esperar a que los ánimos se calmen. (Principio bíblico: Proverbios 17:14.)
    Las palabras hirientes no nacen en la boca, sino en el corazón