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Wednesday, February 27, 2013

Paloma:


Utilidad del libro de Marcos:

Libro bíblico número 41: Marcos
Escritor: Marcos
Dónde se escribió: Roma
Cuándo se completó: c. 60–65 E.C.
Tiempo que abarca: 29–33 E.C.
CUANDO Jesús fue arrestado en Getsemaní y los apóstoles huyeron, lo seguía “cierto joven que llevaba puesta sobre su cuerpo desnudo una prenda de vestir de lino fino”. Cuando la muchedumbre trató de asirlo a él también, el joven “dejó atrás su prenda de lino y se escapó desnudo”. Por lo general se cree que aquel era Marcos. Hechos lo describe como “Juan el que tenía por sobrenombre Marcos”, y puede que Marcos fuera de una familia acomodada de Jerusalén, pues su familia tenía su casa propia y servidumbre. María, su madre, también era cristiana, y la congregación primitiva usaba su hogar como lugar de reuniones. Cuando el ángel libró a Pedro de la prisión, el apóstol fue a aquella casa y halló a los hermanos congregados allí. (Mar. 14:51, 52; Hech. 12:12, 13.)
2 El misionero Bernabé, un levita de Chipre, era primo de Marcos. (Hech. 4:36; Col. 4:10.) Cuando Bernabé fue con Pablo a Jerusalén en misión de socorro por el hambre que había, Marcos también conoció a Pablo. El asociarse con personas como estas en la congregación, y con celosos ministros visitantes, indudablemente infundió en Marcos el deseo de emprender el servicio misional. De modo que lo vemos como compañero y servidor de Pablo y Bernabé en el primer viaje misional de estos. No obstante, por alguna razón Marcos los dejó en Perga de Panfilia y regresó a Jerusalén. (Hech. 11:29, 30; 12:25; 13:5, 13.) Debido a aquello Pablo rehusó llevar consigo a Marcos en la segunda gira misional, y como resultado hubo un rompimiento entre Pablo y Bernabé. Pablo llevó consigo a Silas, mientras que Bernabé llevó consigo a su primo Marcos y se embarcó con él para Chipre. (Hech. 15:36-41.)
3 Marcos se acreditó en el ministerio, y no solo llegó a ser ayuda valiosa para Bernabé, sino también, después, para los apóstoles Pedro y Pablo. Marcos estuvo con Pablo (c. 60-61 E.C.) durante el primer encarcelamiento de Pablo en Roma. (File. 1, 24.) Luego encontramos a Marcos con Pedro en Babilonia entre los años 62 y 64 E.C. (1 Ped. 5:13.) Pablo estuvo de nuevo en prisión en Roma probablemente en el año 65 E.C., y en una carta le pide a Timoteo que traiga a Marcos consigo “porque me es útil para ministrar”. (2 Tim. 1:8; 4:11.) Esta es la última mención de Marcos en el registro bíblico.
4 La composición de este Evangelio, el más breve, se atribuye a Marcos. Este fue un colaborador de los apóstoles de Jesús y uno que puso su propia vida al servicio de las buenas nuevas. Pero Marcos no fue uno de los 12 apóstoles ni fue compañero íntimo de Jesús. ¿De dónde obtuvo los detalles de conocimiento íntimo que hacen que su relato del ministerio de Jesús realmente viva desde el principio hasta el fin? Según la tradición más antigua de Papías, Orígenes y Tertuliano, esa fuente fue Pedro, con quien Marcos estuvo en estrecha asociación*. ¿No lo llamó Pedro “mi hijo”? (1 Ped. 5:13.) Pedro fue testigo ocular de casi todo lo que Marcos puso por escrito, de modo que este pudo haberse informado por Pedro de muchos detalles descriptivos que faltan en los otros Evangelios. Por ejemplo, Marcos habla de “los asalariados” que trabajaban para Zebedeo, del leproso que le suplicó a Jesús “de rodillas”, del endemoniado que estaba “cortándose con piedras”, y menciona que Jesús dio su profecía sobre la ‘venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria’ mientras estaba sentado en el monte de los Olivos “con el templo a la vista”. (Mar. 1:20, 40; 5:5; 13:3, 26.)
5 Pedro mismo era un hombre de emociones profundas, de modo que podía comprender los sentimientos y emociones de Jesús y describírselos a Marcos. Por eso Marcos con frecuencia registra cómo se sentía y reaccionaba Jesús; por ejemplo, que miró “en derredor con indignación, estando él cabalmente contristado”, que “suspiró profundamente”, y que “gimió profundamente con su espíritu” (3:5; 7:34; 8:12). Es Marcos quien nos describe los sentimientos de Jesús para con el joven gobernante rico, al decir que “sintió amor por él” (10:21). ¡Y qué afecto encontramos en el relato de que Jesús no solamente puso de pie a un niñito en medio de sus discípulos, sino que también “lo rodeó con los brazos”, y que en otra ocasión “tomó a los niños en los brazos” (9:36; 10:13-16)!
6 Algunas de las características de Pedro se ven en el estilo de Marcos, que es impulsivo, vivo, vigoroso, enérgico y descriptivo. Parece que se le hace difícil relatar los sucesos con la rapidez que quiere. Por ejemplo, la frase “inmediatamente” aparece vez tras vez, y contribuye al dramatismo del estilo.
7 Aunque Marcos tenía acceso al Evangelio de Mateo y solo el 7% de su registro no está contenido en los demás Evangelios, sería un error creer que Marcos simplemente condensó el Evangelio de Mateo y añadió algunos detalles especiales. Mientras que Mateo había pintado a Jesús como el Mesías y Rey prometido, Marcos ahora considera su vida y sus obras desde otro punto de vista. Pinta a Jesús como el Hijo de Dios que hace milagros, el Salvador victorioso. Marcos destaca las actividades de Cristo, más bien que sus sermones y enseñanzas. Solamente se informa una pequeña proporción de las parábolas, y solo uno de los discursos más largos de Jesús, y se omite el Sermón del Monte. Esto hace más breve que los demás el Evangelio de Marcos, aunque contiene tanta acción como ellos. Hay referencia específica a por lo menos 19 milagros en este Evangelio.
8 Mientras que Mateo escribió su Evangelio para los judíos, es evidente que Marcos escribió principalmente para los romanos. ¿Cómo sabemos esto? Se menciona la Ley de Moisés solo cuando se relatan conversaciones con referencias a ella, y se omite la genealogía de Jesús. Se da importancia universal al evangelio de Cristo. Marcos hace comentarios explicativos sobre costumbres y enseñanzas judías, con las cuales los lectores no judíos quizás no estarían familiarizados (2:18; 7:3, 4; 14:12; 15:42). Traduce las expresiones arameas (3:17; 5:41; 7:11, 34; 14:36; 15:22, 34). Modifica con explicaciones nombres geográficos y vegetales palestinos (1:5, 13; 11:13; 13:3). El valor de las monedas judías se da en dinero romano (12:42, nota). Usa más palabras latinas que los demás escritores de los Evangelios; por ejemplo: speculator (uno de la guardia), praetorium (palacio del gobernador), y centurio (oficial del ejército) (6:27; 15:16, 39).
9 Puesto que es patente que Marcos escribió principalmente para los romanos, con toda probabilidad escribió en Roma. Tanto la tradición más antigua como el contenido del libro permiten la conclusión de que su Evangelio se compuso en Roma, fuera durante el primer o el segundo encarcelamiento del apóstol Pablo, y por lo tanto durante los años 60-65 E.C. En aquellos años Marcos estuvo en Roma por lo menos una vez, y a lo mejor dos veces. Todas las autoridades principales de los siglos II y III confirman que Marcos fue el escritor. El Evangelio ya circulaba entre los cristianos a mediados del siglo II. El que esté en todos los catálogos primitivos de las Escrituras Griegas Cristianas confirma la autenticidad del Evangelio de Marcos.
10 Sin embargo, la conclusión larga y la conclusión corta que algunas veces se añaden después del capítulo 16, versículo 8, no han de considerarse auténticas. Faltan en la mayoría de los manuscritos antiguos, como el Sinaítico y el Vaticano núm. 1209. Eusebio y Jerónimo, eruditos del siglo IV, concuerdan en que el registro auténtico concluye con las palabras “porque temían”. Las otras conclusiones probablemente se añadieron con el fin de suavizar la brusquedad con la cual concluye el Evangelio.
11 La exactitud del relato de Marcos se puede ver por la armonía completa de su Evangelio no solo con los demás Evangelios, sino también con todas las Santas Escrituras desde Génesis hasta Revelación. Además, vez tras vez se muestra a Jesús como alguien que tiene autoridad no solamente en su palabra hablada, sino también sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre Satanás y los demonios, sobre las enfermedades y las dolencias, sí, sobre la muerte misma. De modo que Marcos empieza su relato con la impresionante introducción: “El principio de las buenas nuevas acerca de Jesucristo”. La venida y el ministerio de Jesús significaban “buenas nuevas”, y por eso el estudio del Evangelio de Marcos debe ser provechoso para todos los lectores. Los sucesos que Marcos describe abarcan el período desde la primavera de 29 E.C. hasta la primavera de 33 E.C.
CONTENIDO DE MARCOS
12 Bautismo y tentación de Jesús (1:1-13). Marcos comienza las buenas nuevas identificando a Juan el Bautizante. Él es el mensajero predicho, enviado a proclamar: “Preparen el camino de Jehová, hagan rectas sus veredas”. De Aquel que pronto vendría, el bautizante dice: ‘Es más fuerte que yo’. Sí, él bautizará, no con agua, sino con espíritu santo. Jesús viene ahora desde Nazaret de Galilea, y Juan lo bautiza. El espíritu desciende sobre Jesús en forma de paloma, y se oye desde los cielos una voz que dice: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (1:3, 7, 11). Jesús es tentado por Satanás en el desierto, y los ángeles le ministran. Todos estos sucesos dramáticos se condensan en los primeros 13 versículos de Marcos.
13 Jesús empieza su ministerio en Galilea (1:14–6:6). Después del arresto de Juan, Jesús va a predicar las buenas nuevas de Dios en Galilea. ¡Qué mensaje asombroso tiene! “El reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas” (1:15). Llama a Simón y Andrés y a Santiago y Juan para que dejen sus redes de pescar y se hagan discípulos suyos. El sábado empieza a enseñar en la sinagoga de Capernaum. La gente queda atónita, pues les enseña “como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. Demuestra su autoridad como “el Santo de Dios” al expulsar de un hombre poseído un espíritu inmundo, y al curar a la suegra de Simón, que estaba enferma con fiebre. Las noticias de esto se difunden como un relámpago, y esa noche “toda la ciudad” se ha congregado fuera de la casa de Simón. Jesús cura a muchos que están enfermos y expulsa muchos demonios (1:22, 24, 33).
14 Jesús declara su misión: “Para que predique” (1:38). Predica por toda Galilea. Adondequiera que va, expulsa demonios y sana a los enfermos, incluso a un leproso y a un paralítico a quien dice: “Tus pecados son perdonados”. Algunos de los escribas razonan en el corazón: ‘Esto es blasfemia. ¿Quién puede perdonar pecados sino uno solo, Dios?’. Jesús discierne lo que piensan estos y prueba que “el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados” diciéndole al paralítico que se levante y se vaya a su casa. La gente glorifica a Dios. Cuando Leví (Mateo), el recaudador de impuestos, se hace seguidor suyo, Jesús dice a los escribas: “No vine a llamar a justos, sino a pecadores”. Demuestra que es “Señor hasta del sábado” (2:5, 7, 10, 17, 28).
15 Jesús ahora forma el grupo de 12 apóstoles. Sus parientes manifiestan alguna oposición, y entonces algunos escribas de Jerusalén lo acusan de expulsar demonios por medio del gobernante de los demonios. Jesús les pregunta: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?”. Y les advierte: “Cualquiera que blasfema contra el espíritu santo no tiene perdón jamás, sino que es culpable de pecado eterno”. Durante la discusión, su madre y sus hermanos vienen a buscarlo, y Jesús se ve impulsado a declarar: “Cualquiera que hace la voluntad de Dios, este es mi hermano y hermana y madre” (3:23, 29, 35).
16 Jesús empieza a enseñar “el secreto sagrado del reino de Dios” por medio de ilustraciones. Habla del hombre que siembra la semilla que cae sobre varias clases de tierra (ilustrando las distintas clases de oidores de la palabra) y de la lámpara que brilla desde su candelero. En otra ilustración, Jesús dice que el Reino de Dios es como cuando un hombre arroja semillas sobre la tierra: “Por sí misma la tierra gradualmente fructifica: primero el tallo de hierba, luego la espiga, finalmente el grano lleno en la espiga” (4:11, 28). También da la ilustración de un grano de mostaza, que, aunque es la más pequeña de todas las semillas, alcanza gran tamaño, con ramas grandes que pueden servir de albergue.
17 Mientras Jesús y sus discípulos cruzan el mar de Galilea, milagrosamente Jesús hace que un viento violento se apacigüe, y el mar agitado se calma cuando ordena: “¡Silencio! ¡Calla!” (4:39). Al otro lado, en el país de los gerasenos, Jesús expulsa una “legión” de demonios de un solo hombre y permite que los demonios entren en una piara de unos 2.000 cerdos, los cuales entonces se precipitan por un despeñadero y se ahogan en el mar (5:8-13). Después de esto Jesús cruza de regreso a la orilla opuesta. Una mujer que tiene un flujo de sangre que ha sido incurable por 12 años se sana con solo tocar la prenda exterior de vestir de Jesús, mientras él va en camino a levantar a la vida a la hija de 12 años de Jairo. ¡Ciertamente, el Hijo del hombre tiene autoridad tanto sobre la vida como sobre la muerte! Con todo, la gente del propio territorio de Jesús cuestiona su autoridad. Él se admira de la falta de fe de ellos, pero sigue ‘recorriendo las aldeas en circuito, enseñando’ (6:6).
18 El ministerio de Galilea se ensancha (6:7–9:50). Jesús envía a los 12 de 2 en 2 con instrucciones y autoridad para predicar y enseñar, curar a la gente y expulsar demonios. El nombre de Jesús se va conociendo, y algunos creen que es Juan el Bautizante levantado de entre los muertos. Esta posibilidad preocupa a Herodes, porque en su fiesta de cumpleaños Juan había sido decapitado. Los apóstoles regresan de su gira de predicación y le dan a Jesús un informe de su actividad. Una gran muchedumbre sigue a Jesús por Galilea y él ‘se enternece por ellos, porque son como ovejas sin pastor’. Por lo tanto, empieza a enseñarles muchas cosas (6:34). Manifiesta también amor al proveer alimento material: alimenta a 5.000 hombres con cinco panes y dos pescados. Poco después, cuando los discípulos se ven en apuros en su barca, luchando contra una tormenta de viento mientras van hacia Betsaida, Jesús viene a ellos caminando sobre el mar y calma el viento. ¡Con razón hasta sus discípulos ‘se asombran mucho’ (6:51)!
19 En el distrito de Genesaret, Jesús entra en una discusión con los escribas y fariseos de Jerusalén en cuanto a comer sin lavarse las manos, y él los reprende por ‘soltar el mandamiento de Dios y asirse firmemente de la tradición de los hombres’. Jesús dice que no es lo que entra de afuera lo que contamina a un hombre, sino lo que procede de adentro, del corazón, a saber, “razonamientos perjudiciales” (7:8, 21). Dirigiéndose al norte a las regiones de Tiro y Sidón, Jesús realiza un milagro para una gentil al expulsar a un demonio de la hija de una mujer sirofenicia.
20 De regreso en Galilea, Jesús nuevamente siente compasión por la muchedumbre que lo sigue y alimenta a 4.000 hombres con siete panes y unos cuantos pescaditos. Advierte a sus discípulos contra la levadura de los fariseos y la levadura de Herodes, pero en aquel momento ellos no captan el sentido. Después efectúa otro milagro: la curación de un ciego en Betsaida. En una conversación en camino a las aldeas de Cesarea de Filipo, Pedro identifica convincentemente a Jesús como “el Cristo”, pero entonces se opone enérgicamente cuando Jesús menciona los sufrimientos y la muerte inminentes del Hijo del hombre. Por esto, Jesús lo censura: “Ponte detrás de mí, Satanás, porque tú no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (8:29, 33). Jesús exhorta a sus discípulos a seguirlo continuamente por amor a las buenas nuevas; si se avergüenzan de él, él se avergonzará de ellos cuando llegue en la gloria de su Padre.
21 Seis días después, cuando están sobre una montaña elevada, Pedro, Santiago y Juan tienen el privilegio de ver “el reino de Dios ya venido en poder” al contemplar a Jesús transfigurado con gloria (9:1). Jesús nuevamente demuestra su autoridad expulsando de un muchacho a un espíritu mudo, y por segunda vez habla de su sufrimiento y muerte venideros. Aconseja a sus discípulos que no dejen que nada les impida entrar en la vida. ¿Te hace tropezar tu mano? ¡Córtala! ¿Tu pie? ¡Córtalo! ¿Tu ojo? ¡Tíralo! Es mucho mejor entrar en el Reino de Dios mutilado que ser arrojado entero al Gehena.
22 Ministerio en Perea (10:1-52). Jesús llega a las fronteras de Judea y “al otro lado del Jordán” (a Perea). Los fariseos ahora lo interrogan acerca del divorcio, y él aprovecha la oportunidad para declarar principios piadosos para el matrimonio. Un joven rico le pregunta acerca de heredar la vida eterna, pero queda apesadumbrado al enterarse de que, para tener tesoros en el cielo, debe vender sus posesiones y hacerse seguidor de Jesús. Jesús dice a sus discípulos: “Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”. Da estímulo a los que lo han dejado todo por causa de las buenas nuevas al prometerles “el céntuplo ahora [...] con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna” (10:1, 25, 30).
23 Jesús y los 12 ahora emprenden el camino a Jerusalén. Jesús les habla por tercera vez de los sufrimientos que le esperan, y también de su resurrección. Les pregunta si pueden beber la misma copa que él bebe, y les dice: “El que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos”. Al salir de Jericó, un mendigo ciego llama desde un lado del camino: “¡Hijo de David, Jesús, ten misericordia de mí!”. Jesús hace que el ciego vea... su última curación milagrosa según el registro de Marcos (10:44, 47, 48).
24 Jesús en Jerusalén y sus alrededores (11:1–15:47). ¡El relato adelanta rápidamente! Jesús entra en la ciudad montado en un pollino, y la gente lo aclama como Rey. El día siguiente él limpia el templo. Los sacerdotes principales y los escribas le cobran temor y buscan matarlo. “¿Con qué autoridad haces estas cosas?”, preguntan (11:28). Diestramente, Jesús les devuelve la pregunta y hace la ilustración de los cultivadores que mataron al heredero de la viña. Ellos captan el sentido de esto, y lo dejan.
25 Después envían a algunos fariseos para pillarlo en la cuestión del impuesto. Jesús pide un denario y pregunta: “¿De quién es esta imagen e inscripción?”. Responden: “De César”. Jesús entonces dice: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. ¡Con razón se maravillan de él (12:16, 17)! Ahora los saduceos, que no creen en la resurrección, tratan de pescarlo con la pregunta: ‘Si una mujer tuvo siete esposos consecutivamente, ¿de cuál de ellos será esposa en la resurrección?’. Jesús responde prestamente que los que se levantan de la muerte serán “como los ángeles en los cielos”, pues no se casarán (12:19-23, 25). “¿Cuál mandamiento es el primero de todos?”, pregunta uno de los escribas. Jesús responde: “El primero es: ‘Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’” (12:28-31). Después de esto nadie se atreve a interrogarle. La autoridad de Jesús como el maestro perfecto queda establecida. La gran muchedumbre escucha con placer, y Jesús les advierte contra los pomposos escribas. Luego, hablando a sus discípulos, elogia a la viuda pobre que echó más en las arcas de la tesorería del templo que los demás, pues sus dos monedas pequeñas eran “cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir” (12:44).
26 Sentado en el monte de los Olivos con el templo a la vista, Jesús dice en privado a cuatro de sus discípulos cuál será “la señal” de la conclusión de estas cosas. (Este es el único discurso largo que Marcos registra, y es un paralelo del que se encuentra en los capítulos 24 y 25 de Mateo.) Concluye con la advertencia de Jesús: “Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Pero lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta” (13:4, 32, 37).
27 En la cercana Betania una mujer unge a Jesús con costoso aceite perfumado. Algunos protestan diciendo que aquello es un desperdicio, pero Jesús dice que es una obra buena, un preparativo para su entierro. Al tiempo señalado Jesús y los 12 se congregan en la ciudad para la Pascua. Jesús identifica al que lo va a traicionar e instituye la cena conmemorativa con sus discípulos fieles, y él junto con ellos salen hacia el monte de los Olivos. En el camino Jesús les dice que a todos se les hará tropezar. “A mí no se me hará”, exclama Pedro. Pero Jesús le dice: “Esta noche, antes que un gallo cante dos veces, hasta tú me repudiarás tres veces”. Al llegar al lugar que se llama Getsemaní, Jesús se aparta para orar, y pide a sus discípulos que se mantengan alerta. Su oración culmina con las palabras: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. Tres veces Jesús vuelve a donde están sus discípulos, y tres veces los encuentra durmiendo, ¡hasta “en una ocasión como esta”! (14:29, 30, 36, 41). ¡Pero la hora ha llegado! ¡Miren!... ¡el traidor!
28 Judas se acerca a Jesús y lo besa. Esta es la señal para que los hombres armados de los sacerdotes principales lo arresten. Lo llevan al tribunal del sumo sacerdote, donde muchos dan falso testimonio contra él, pero sus testimonios no concuerdan. Jesús mismo guarda silencio. Finalmente, el sumo sacerdote le pregunta: “¿Eres tú el Cristo el Hijo del Bendito?”. Jesús responde: “Lo soy”. El sumo sacerdote exclama: ‘¡Blasfemia!’, y todos lo condenan al declararlo expuesto a muerte (14:61-64). Abajo en el patio, Pedro ha negado tres veces a Jesús. Un gallo canta por segunda vez, y Pedro, al recordar las palabras de Jesús, queda abatido, y llora.
29 Al amanecer, el Sanedrín consulta inmediatamente y envía a Jesús atado a Pilato. Este pronto reconoce que Jesús no es un criminal, y trata de librarlo. Sin embargo, ante la insistencia de la chusma incitada por los sacerdotes principales, finalmente entrega a Jesús para que sea fijado en un madero. Se lleva a Jesús a Gólgota (que significa: “Lugar del Cráneo”) y se le fija en un madero, con esta acusación contra él escrita arriba: “El rey de los judíos”. Los que pasan cerca lo injurian: “A otros salvó; ¡a sí mismo no se puede salvar!”. A mediodía (la hora sexta) cae una oscuridad sobre todo el país hasta las tres de la tarde. Entonces Jesús clama con voz fuerte: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, y fallece. Al ver estas cosas, un oficial del ejército exclama: “Ciertamente este hombre era Hijo de Dios”. José de Arimatea, uno del Sanedrín pero quien creía en el Reino de Dios, le pide a Pilato el cuerpo de Jesús y lo pone en una tumba labrada en la roca (15:22, 26, 31, 34, 39).
30 Sucesos después de la muerte de Jesús (16:1-8). Bien temprano el primer día de la semana, tres mujeres van a la tumba. Para sorpresa suya encuentran que la piedra grande de la entrada ha sido quitada. “Un joven” que está sentado dentro les dice que Jesús ha sido levantado (16:5). Ya no está allí, sino que va delante de ellas a Galilea. Ellas huyen de la tumba, temblando y con temor.
POR QUÉ ES PROVECHOSO
31 Por esta vívida descripción escrita de Jesucristo, todos los lectores de Marcos, desde los tiempos del cristianismo primitivo hasta ahora, han podido notar el cumplimiento de muchas profecías de las Escrituras Hebreas acerca del Mesías. Desde la cita de apertura: “¡Mira! Envío a mi mensajero delante de tu rostro”, hasta las palabras de agonía de Jesús en el madero: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, el relato entero de su ministerio celoso, tal como Marcos lo puso por escrito, concuerda con lo que las Escrituras Hebreas predijeron. (Mar. 1:2; 15:34; Mal. 3:1; Sal. 22:1.) Además, sus milagros y obras maravillosas, su enseñanza saludable, sus refutaciones sin tacha, su dependencia absoluta de la Palabra y el espíritu de Jehová, y su tierno pastoreo de las ovejas... todas estas cosas lo identifican como Aquel que vino con autoridad como el Hijo de Dios. Enseñó “como quien tiene autoridad”, autoridad que recibió de Jehová, e hizo resaltar como su obra principal aquí en la Tierra la ‘predicación de las buenas nuevas de Dios’, a saber, que “el reino de Dios se ha acercado”. Su enseñanza ha resultado de provecho inestimable a todos los que le han prestado atención. (Mar. 1:22, 14, 15.)
32 Jesús dijo a sus discípulos: “A ustedes se les ha dado el secreto sagrado del reino de Dios”. Marcos usa la expresión “reino de Dios” 14 veces, y expone muchos principios guiadores para los que quieran adquirir la vida mediante el Reino. Jesús declaró: “El que pierda su alma por causa de mí y de las buenas nuevas, la salvará”. Debe quitarse todo impedimento para adquirir la vida: “Mejor te es entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con dos ojos ser arrojado al Gehena”. Jesús declaró además: “El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará en él”, y: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero entrar en el reino de Dios!”. Dijo que el que discierne que guardar los dos grandes mandamientos vale mucho más que todas las ofrendas quemadas y sacrificios ‘no está lejos del reino de Dios’. Estas y otras enseñanzas del Reino que hallamos en el Evangelio de Marcos contienen muchos buenos consejos que podemos aplicar en nuestra vida diaria (4:11; 8:35; 9:43-48; 10:13-15, 23-25; 12:28-34).
33 Las buenas nuevas “según Marcos” se pueden leer completamente en una o dos horas, y le dan al lector un repaso emocionante, rápido y dinámico del ministerio de Jesús. Tal lectura sin interrupción de este relato inspirado y el estudio más profundo de este junto con meditación siempre resultarán provechosos. El Evangelio de Marcos es tan provechoso para los cristianos perseguidos de hoy día como lo fue en el primer siglo, pues los cristianos verdaderos ahora se enfrentan con “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y necesitan una guía inspirada como la que se halla en este registro acerca de nuestro Dechado, Jesucristo. Léalo, emociónese con su acción dramática, y derive estímulo para seguir en las pisadas del Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús, con el mismo gozo invencible que él desplegó. (2 Tim. 3:1; Heb. 12:2.) Sí, véalo como un hombre de acción, imbúyase de su celo, e imite su integridad intransigente y su valor en medio de pruebas y ante oposición. Consuélese con esta valiosa porción de las Escrituras inspiradas. ¡Que le aproveche en su búsqueda de la vida eterna!
[Nota a pie de página]
Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, página 310.
[Preguntas del estudio]
1. ¿Qué se sabe de Marcos y su familia?
2, 3. a) Según parece, ¿qué movió a Marcos a emprender el servicio misional? b) ¿Qué asociación tuvo con otros misioneros, especialmente con Pedro y Pablo?
4-6. a) ¿Cómo pudo Marcos obtener los detalles íntimos para su Evangelio? b) ¿Qué indica que tuvo asociación estrecha con Pedro? c) Dé ejemplos de las características de Pedro que se ven en este Evangelio.
7. ¿Cómo se distingue el Evangelio de Marcos del de Mateo?
8. ¿Qué rasgos indican que evidentemente el Evangelio de Marcos se escribió para los romanos?
9. ¿Dónde y cuándo se escribió el libro de Marcos, y qué confirma su autenticidad?
10. ¿Cómo deben considerarse las conclusiones larga y corta de Marcos, y por qué?
11. a) ¿Qué prueba que el Evangelio de Marcos es exacto, y qué autoridad se recalca? b) ¿Por qué es esto “buenas nuevas”, y qué período abarca el Evangelio de Marcos?
12. ¿Qué se condensa en los primeros 13 versículos de Marcos?
13. ¿De qué maneras demuestra Jesús, temprano en su ministerio, su autoridad como “el Santo de Dios”?
14. ¿Cómo prueba Jesús que tiene autoridad para perdonar pecados?
15. ¿Qué declara Jesús en cuanto a los que niegan sus milagros, y qué dice de los lazos familiares?
16. ¿Qué enseña Jesús acerca “del reino de Dios” mediante ilustraciones?
17. ¿Cómo demuestran los milagros de Jesús el alcance de su autoridad?
18. a) ¿Cómo se ensancha el ministerio de Jesús? b) ¿Qué impulsa a Jesús a enseñar y a realizar milagros?
19, 20. a) ¿Cómo censura Jesús a los escribas y fariseos? b) ¿Qué circunstancias llevan a que Pedro también sea censurado?
21. a) ¿Quiénes ven “el reino de Dios ya venido en poder”, y cómo? b) ¿Cómo recalca Jesús el poner en primer lugar el Reino?
22. ¿Qué consejo se destaca en el ministerio de Jesús en Perea?
23. ¿Qué conversación y qué milagro suceden en camino a Jerusalén?
24, 25. a) ¿Con qué obras testifica Jesús en cuanto a su autoridad? b) ¿Con qué argumentos responde a sus adversarios? c) ¿Qué advertencia da Jesús a la muchedumbre, y qué acto elogia ante sus discípulos?
26. ¿Cuál es el único discurso largo que registra Marcos, y con qué advertencia termina?
27. Describa los sucesos que llevan a que se traicione a Jesús en Getsemaní.
28. Describa las circunstancias del arresto de Jesús y su comparecencia ante el sumo sacerdote.
29. ¿Qué relata Marcos respecto al juicio final y la ejecución de Jesús, y cómo se muestra que existe una cuestión en cuanto al Reino?
30. ¿Qué sucede en la tumba el primer día de la semana?
31. a) ¿Qué testimonio da Marcos en cuanto a que Jesús sea el Mesías? b) ¿Qué da prueba de la autoridad de Jesús como el Hijo de Dios, y qué hizo resaltar él?
32. ¿Cuántas veces usa Marcos la expresión “reino de Dios”, y cuáles son algunos de los principios guiadores que él expone para adquirir la vida mediante el Reino?
33. a) ¿Cómo podemos beneficiarnos del Evangelio de Marcos? b) Marcos debe animarnos a seguir ¿qué derrotero, y por qué?

El mensaje que debemos proclamar:

El mensaje que debemos proclamar
Jehová ha puesto sobre nuestros hombros un deber y un gran honor al decirnos: “Ustedes son mis testigos [...], y yo soy Dios” (Isa. 43:12). Así pues, no somos meros creyentes, sino testigos que predican las trascendentales verdades de su Palabra divinamente inspirada.
¿Qué mensaje nos manda transmitir? Información que se centra en Jehová Dios, Jesucristo y el Reino mesiánico.
“TEME AL DIOS VERDADERO Y GUARDA SUS MANDAMIENTOS”
SIGLOS antes de la era cristiana, Jehová mencionó al fiel Abrahán el medio que utilizaría para que se bendijeran “todas las naciones de la tierra” (Gén. 22:18). También inspiró a Salomón a poner por escrito una obligación fundamental del ser humano: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre” (Ecl. 12:13). Pero ¿cómo llegaría a saber de estas cosas la gente del mundo entero?
Aunque siempre ha habido quienes han creído en los dichos de Dios, la Biblia indica que la predicación intensa de las buenas nuevas en todas las naciones se efectuaría durante “el día del Señor”, que empezó en 1914 (Rev. 1:10). Con referencia a este período, Revelación 14:6, 7 predijo que bajo la dirección de los ángeles se llevaría a cabo una importantísima proclamación “a toda nación y tribu y lengua y pueblo”. Se les dirigiría la siguiente exhortación: “Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora del juicio por él, de modo que adoren al que hizo el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas”. La voluntad divina es que dicho mensaje se difunda, y nosotros tenemos el privilegio de colaborar en esta obra.
“El Dios verdadero.” La declaración de Jehová “ustedes son mis testigos” se enmarca en el contexto de un debate sobre la cuestión de la divinidad (Isa. 43:10). Por lo tanto, el mensaje que debemos divulgar no enseña que basta con pertenecer a una religión y creer en algún dios. Más bien, hemos de brindar a nuestros oyentes la oportunidad de aprender que el Creador del cielo y la Tierra es el único Dios verdadero (Isa. 45:5, 18, 21, 22; Juan 17:3). Solo él puede predecir el futuro con certeza, y tenemos el privilegio de mostrarles que el cumplimiento de la palabra de Jehová en tiempos pasados nos da sólidas razones para confiar en que todas sus promesas para el futuro también se harán realidad (Jos. 23:14; Isa. 55:10, 11).
Ahora bien, muchos amos de casa dan culto a otros dioses o dicen no adorar a ninguno. Para interesarlos, tal vez deba comenzar mencionando asuntos de mutuo interés. A este respecto, resulta muy útil el ejemplo que refiere Hechos 17:22-31, en el que el apóstol Pablo, aunque demostró tacto, señaló claramente que el ser humano rendirá cuentas al Creador del cielo y la Tierra.
Dé a conocer el nombre de Dios. Tenemos que presentar al Dios verdadero por su ilustre nombre, Jehová, un nombre que él ama (Éxo. 3:15; Isa. 42:8). De hecho, él se encargó de que este apareciera en la Biblia más de siete mil veces, pues desea que las personas lo conozcan. Nuestra obligación es enseñárselo (Deu. 4:35).
El futuro de todos los seres humanos depende de que conozcan a Jehová y lo invoquen con fe (Joel 2:32; Mal. 3:16; 2 Tes. 1:8). Sin embargo, la mayoría carece de tal conocimiento, incluidos muchos que dicen adorar al Dios de las Santas Escrituras. Aunque posean una Biblia y la lean, tal vez ignoren cuál es Su nombre personal, pues este se ha suprimido en numerosas versiones modernas. Lo único que saben algunos feligreses tocante al nombre Jehová es que sus guías religiosos les han dicho que no lo utilicen.
¿Cuál es la forma más eficaz de enseñar el nombre divino? Mostrándolo en una Biblia, preferiblemente la del oyente. En algunas versiones aparece miles de veces, pero en otras, solo en pasajes como Salmo 83:18 o Éxodo 6:3-6, o en notas a pie de página en Éxodo 3:14, 15 ó Éx 6:3. Cada vez que se usa en el texto original, muchas Biblias lo sustituyen con términos tales como “Señor” y “Dios” escritos en letra especial. En los casos en que los traductores modernos lo han omitido por completo, tal vez le convenga remitirse a una versión más antigua para desenmascarar tal supresión. Además, hay países donde es posible mostrar el nombre divino en himnos religiosos o inscripciones de monumentos.
El pasaje de Jeremías 10:10-13, citado de la Traducción del Nuevo Mundo, puede ayudar incluso a quienes adoran a otras deidades, pues no solo menciona el nombre de Dios, sino que explica quién es.
No esconda el nombre Jehová tras los títulos “Dios”, “Señor” u otros semejantes, como hace la cristiandad. Sin embargo, no tiene porqué utilizarlo al principio de cada conversación. Si lo hiciera, el prejuicio llevaría a algunas personas a poner fin al diálogo. Ahora bien, una vez sentadas las bases de la conversación, no se retraiga de usarlo.
Cabe destacar que la Biblia emplea el nombre divino más veces que varias designaciones juntas (como “Señor” y “Dios”). No obstante, en vez de tratar de incluirlo en todas las frases, los escritores bíblicos lo usaron con naturalidad, espontaneidad y respeto: un ejemplo digno de imitar.
La Persona designada por el nombre. El que Dios tenga un nombre personal constituye en sí una verdad profunda. Sin embargo, aprender este hecho no es más que el principio.
Para amar a Jehová e invocarlo con fe, es preciso saber qué clase de Dios es. Cuando él dio a conocer su nombre a Moisés en el monte Sinaí, hizo mucho más que repetir la palabra Jehová. Destacó algunas de Sus principales cualidades (Éxo. 34:6, 7). Así nos dejó un ejemplo que imitar.
Sea que dé testimonio a personas recién interesadas o pronuncie un discurso ante la congregación, cuando hable de las bendiciones del Reino, señale qué nos indican sobre el Dios que las promete. Al mencionar los mandamientos divinos, subraye la sabiduría y el amor que revelan. Deje claro que tales normas no son una carga, pues persiguen nuestro bien (Isa. 48:17, 18; Miq. 6:8). Explique lo que cada una de las manifestaciones del poder de Dios nos enseña sobre su personalidad, normas y propósitos. Destaque el equilibrio que manifiesta Jehová en el ejercicio de sus cualidades. Hable de sus propios sentimientos hacia el Creador, pues su amor por él puede transmitirse al prójimo.
El mensaje urgente que llevamos insta a toda persona a temer a Dios. Por lo tanto, debemos procurar que nuestras expresiones infundan ese sano temor piadoso, es decir, profunda reverencia hacia la persona de Jehová (Sal. 89:7). Tal sentimiento nos hace tener conciencia de que él es el Juez supremo y de que nuestro futuro depende de que contemos con su aprobación (Luc. 12:5; Rom. 14:12). Así pues, este temor está ligado indisolublemente al profundo amor que le profesamos y, por ende, a un intenso deseo de agradarle (Deu. 10:12, 13). El temor piadoso también nos incita a odiar el mal, obedecer los mandamientos divinos y adorarle con corazón completo (Deu. 5:29; 1 Cró. 28:9; Pro. 8:13). Nos protege contra caer en el error de tratar de servir a Dios y al mismo tiempo amar las cosas del mundo (1 Juan 2:15-17).
El nombre de Dios es “una torre fuerte”. Quien llega a conocer de verdad a Jehová disfruta de gran protección. Pero no solo porque emplee Su nombre personal o sepa enumerar algunas cualidades divinas, sino porque confía en Él. Con respecto a tal persona dice Proverbios 18:10: “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo, y se le da protección”.
Aproveche toda ocasión para instar a sus oyentes a confiar en Jehová (Sal. 37:3; Pro. 3:5, 6). Tal confianza es evidencia de nuestra fe en él y en sus promesas (Heb. 11:6). La Palabra de Dios garantiza que se salvarán quienes invoquen el nombre de Jehová, siempre que lo hagan porque tienen conciencia de que es el Soberano Universal, aman Sus decisiones y creen con firmeza que es la única fuente de salvación (Rom. 10:13, 14). Al enseñar a otras personas, ayúdelas a demostrar esa fe en toda faceta de la vida.
Muchos seres humanos se enfrentan a problemas personales muy difíciles, quizá sin ver la salida. Exhórtelos a aprender la voluntad de Jehová, a confiar en él y poner por obra la instrucción que reciban (Sal. 25:5). Anímelos a implorarle que los ayude y a agradecerle sus bendiciones (Fili. 4:6, 7). Cuando realmente conozcan a Jehová, no solo por haber leído ciertos pasajes bíblicos, sino por haber constatado el cumplimiento de sus promesas en su propia vida, disfrutarán de la seguridad que brinda comprender bien lo que representa Su nombre (Sal. 34:8; Jer. 17:7, 8).
No pasemos por alto ninguna oportunidad de ayudar a las personas a apreciar que es sabio temer a Jehová, el Dios verdadero, y guardar sus mandamientos.
“DAR TESTIMONIO DE JESÚS”
DESPUÉS de resucitar y antes de regresar al cielo, Jesucristo dio las siguientes instrucciones a sus discípulos: “Serán testigos de mí [...] hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8). Así mismo, la Biblia indica que hoy los siervos leales de Dios “tienen la obra de dar testimonio de Jesús” (Rev. 12:17). ¿Con cuánta diligencia participa usted en dicha labor?
Muchas personas sinceras dicen creer en Jesús, pero desconocen que existió antes de ser hombre y que cuando estuvo en la Tierra fue realmente humano. Apenas entienden las implicaciones de que sea el Hijo de Dios, ni el cometido que desempeña en el cumplimiento del propósito divino. Ignoran qué está haciendo en la actualidad y cómo influirá en su vida lo que él haga en el futuro. Tal vez hasta piensen que los testigos de Jehová no creen en Cristo. Es preciso, por tanto, dar a conocer la verdad sobre estos asuntos, y ese es nuestro privilegio.
Por otro lado, hay quienes sostienen que el Jesús descrito en la Biblia ni siquiera existió. Algunos lo consideran meramente un gran hombre y rechazan que sea el Hijo de Dios. “Dar testimonio de Jesús” a tales personas exige grandes dosis de esfuerzo, paciencia y tacto.
Prescindiendo de lo que crean nuestros oyentes, tienen que adquirir conocimiento de Jesucristo para beneficiarse de la dádiva de vida eterna que Dios ofrece (Juan 17:3). Él ha señalado su clara voluntad de que todo el que viva “reconozca abiertamente [...] que Jesucristo es Señor” y acate su autoridad (Fili. 2:9-11). Por lo tanto, no podemos limitarnos a eludir el tema cuando nos encontremos con gente aferrada a puntos de vista erróneos o prejuicios muy tajantes. Es cierto que a veces nos será posible hablar con toda libertad acerca de Jesús incluso en la primera visita, pero en otras ocasiones tendremos que hacer comentarios prudentes para ir dando la debida orientación a sus opiniones sobre Cristo. Quizás debamos plantearnos formas de incluir otros aspectos del tema en sucesivas visitas. Con todo, es posible que no logremos tratar todas las implicaciones hasta que no establezcamos un estudio bíblico con el interesado (1 Tim. 2:3-7).
El cometido trascendental de Jesús en el propósito divino. Hemos de ayudar a las personas a ver que la fe en Jesús es imprescindible para tener una buena relación con Dios, pues Cristo es “el camino” y “nadie viene al Padre sino por [él]” (Juan 14:6). A menos que comprendan el papel fundamental que Jehová ha asignado a su Hijo primogénito, es imposible que entiendan la Biblia. ¿Por qué? Porque Jehová ha hecho de su Hijo la figura clave en la realización de Sus designios (Col. 1:17-20). Las profecías bíblicas giran en torno a esta realidad (Rev. 19:10). Él es el medio para solucionar todos los problemas suscitados por la rebelión de Satanás y el pecado de Adán (Heb. 2:5-9, 14, 15).
Para apreciar en su justa medida las funciones de Cristo, hay que reconocer que los seres humanos se encuentran en una situación lamentable, de la que no pueden librarse por sí solos. Todos nacemos en pecado, hecho que nos afecta de modos muy diversos a lo largo de nuestra vida, y que tarde o temprano desencadena la muerte (Rom. 3:23; 5:12). Ayude a aquellos a quienes dé testimonio a reflexionar en esta realidad, y luego señale que Jehová brinda amorosamente la liberación del pecado y la muerte a cuantos demuestren fe en el sacrificio redentor de Jesucristo (Mar. 10:45; Heb. 2:9). Si así lo hacen, tendrán la perspectiva de vivir por toda la eternidad en perfección (Juan 3:16, 36). No hay otra forma de lograr este objetivo (Hech. 4:12). Pero cuando enseñe, sea en privado o en la congregación, no se conforme con enunciar estas verdades. Con paciencia y bondad, inculque gratitud por el papel de Cristo como Redentor. El agradecimiento por esta dádiva puede tener una gran influencia en las actitudes, acciones y objetivos de las personas (2 Cor. 5:14, 15).
Ahora bien, aunque Jesús entregó su vida en sacrificio una sola vez, actualmente desempeña con celo sus funciones de Sumo Sacerdote (Heb. 9:28). Ayude a sus oyentes a comprender lo que esto entraña. ¿Les abruman las tensiones, los desengaños, los sufrimientos o la desconsideración de quienes los rodean? Durante su vida humana, Jesús experimentó todas estas situaciones, de modo que entiende cómo nos sentimos. Dado que somos imperfectos, ¿vemos la necesidad de implorar la misericordia divina? Si pedimos perdón a Dios en virtud del sacrificio de su Hijo, Jesús obra como “ayudante para con el Padre” y “aboga por nosotros” compasivamente (1 Juan 2:1, 2; Rom. 8:34). Gracias al sacrificio de Jesús y a sus servicios sacerdotales, podemos acercarnos al “trono de la bondad inmerecida” de Jehová para recibir ayuda al tiempo apropiado (Heb. 4:15, 16). Aunque somos imperfectos, la ayuda del sumo sacerdote Jesucristo nos permite servir a Dios con conciencia limpia (Heb. 9:13, 14).
Además, Jesús ostenta gran autoridad, pues Dios lo ha designado Cabeza de la congregación cristiana (Mat. 28:18; Efe. 1:22, 23). En tal capacidad, la dirige según sea necesario y de acuerdo con la voluntad divina. Cuando enseñe, ayude al prójimo a comprender que el Cabeza de la congregación es Jesús, y no ningún ser humano (Mat. 23:10). Desde la primera conversación con una persona interesada, invítela a las reuniones, donde estudiamos la Biblia valiéndonos de la información provista mediante “el esclavo fiel y discreto”. Explíquele quién es este “esclavo” y también quién es el amo, para que tenga conciencia de la jefatura de Cristo (Mat. 24:45-47). Preséntele a los ancianos y menciónele los requisitos bíblicos que deben satisfacer (1 Tim. 3:1-7; Tito 1:5-9). Señale que la congregación no pertenece a tales hermanos, sino que ellos tan solo nos ayudan a seguir los pasos de Jesús (Hech. 20:28; Efe. 4:16; 1 Ped. 5:2, 3). Hágale ver que hay una hermandad mundial que funciona organizadamente bajo la dirección de Cristo.
Los Evangelios nos enseñan que al entrar Jesús en Jerusalén, poco antes de su muerte, sus discípulos lo aclamaron como “El que viene como Rey en el nombre de Jehová” (Luc. 19:38). Cuando los estudiantes profundizan en la Biblia, aprenden que Jesús ha recibido autoridad regia sobre personas de todas las naciones (Dan. 7:13, 14). Tanto en sus intervenciones en la congregación como al dirigir estudios bíblicos, ayude a entender y valorar lo que debe significar para nosotros el dominio de Jesús.
Para ello, destaque que nuestro modo de vivir demuestra si de verdad creemos que Jesucristo es Rey y si nos sometemos de buen grado a su autoridad. Céntrese en la obra que Jesús, después de recibir la unción real, comisionó a sus discípulos (Mat. 24:14; 28:18-20). Hable de lo que él, el Maravilloso Consejero, enseñó acerca de las prioridades en la vida (Isa. 9:6, 7; Mat. 6:19-34). Dirija la atención al espíritu que manifestarían los seguidores del Príncipe de Paz, según él mismo indicó (Mat. 20:25-27; Juan 13:35). Tenga cuidado de no erigirse en juez y dictaminar si los demás hacen todo lo que debieran; más bien, anímelos a analizar si sus acciones reflejan sumisión a la realeza de Cristo. Al destacar todo lo anterior, reconozca que usted también tiene que obrar igual.
Ponga a Cristo como fundamento. La Biblia asemeja la formación de discípulos a la construcción de un edificio que tiene a Jesús por fundamento (1 Cor. 3:10-15). Por tanto, hemos de ayudarles a conocerlo tal y como lo describen las Escrituras. Evite que se consideren seguidores suyos y dirija la atención a Cristo (1 Cor. 3:4-7).
Si el fundamento está bien colocado, los estudiantes comprenderán que Cristo dejó un modelo para que “sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Ped. 2:21). A fin de continuar la edificación, anímelos a leer los Evangelios viéndolos no solo como relatos verídicos, sino como una guía para la vida. Ayúdelos a tener muy presentes las actitudes y cualidades que caracterizaron a Jesús, así como a analizar lo que sentía hacia su Padre, su modo de afrontar las pruebas y tentaciones, su sumisión a Dios y su manera de tratar a las personas en diversas circunstancias. Destaquemos la actividad que llenó la vida de Cristo. De este modo, cuando los estudiantes se enfrenten a decisiones y pruebas, se preguntarán: “¿Cómo habría actuado él en esta situación? ¿Demostraré que agradezco lo que ha hecho por mí?”.
Al dirigirse a la congregación, no debe razonar que, como sus hermanos ya tienen fe en Cristo, no es preciso centrar la atención en él. Las palabras que pronuncie serán más significativas si logran fortalecerles la fe. Cuando hable de las reuniones, relaciónelas con el papel de Cabeza de la congregación que desempeña Jesús. Si diserta sobre la evangelización, destaque el espíritu con que Cristo la llevó a cabo, y preséntela a la luz de lo que él está haciendo ahora, en su puesto de Rey, para reunir a las personas que entrarán vivas en el nuevo mundo.
Como es obvio, no basta con aprender algunos hechos básicos acerca de Jesús. Para ser un verdadero cristiano, hay que ejercer fe en él y amarlo de corazón. Dicho amor se traduce en obediencia leal (Juan 14:15, 21). Además, motiva a las personas a mantenerse firmes en la fe a pesar de las adversidades, a seguir los pasos de Cristo toda la vida y a demostrar la madurez cristiana propia de quienes están firmemente “arraigados y establecidos sobre el fundamento” (Efe. 3:17). Tal derrotero glorifica a Jehová, el Dios y Padre de Jesucristo.
“ESTAS BUENAS NUEVAS DEL REINO”
ENTRE los varios aspectos que mencionó Jesús en la profecía de la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas, figura el siguiente: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).
En concreto, ¿a qué se refiere este mensaje que debe recibir tanta publicidad? Al gobierno que Jesús nos enseñó a pedir a Dios con las palabras: “Venga tu reino” (Mat. 6:10). En Revelación 11:15 se le denomina “el reino de nuestro Señor [Jehová] y de su Cristo”, dado que la autoridad para reinar proviene de Jehová, quien se la otorga a Cristo. Observe que el mensaje que hoy proclamamos, en cumplimiento de las palabras de Jesús, supera en contenido al que predicaron sus discípulos del siglo primero, los cuales anunciaron: “El reino de Dios se ha acercado a ustedes” (Luc. 10:9). En efecto, Jesús, a quien se había ungido por Rey, se hallaba entre ellos. Pero como indica Mateo 24:14, él previó el anuncio mundial de otro paso adelante en el cumplimiento del propósito divino.
El profeta Daniel tuvo una visión de este avance: contempló a “alguien como un hijo del hombre” (a Jesucristo) recibiendo del “Anciano de Días” (Jehová Dios) “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él” (Dan. 7:13, 14). Tras este suceso de trascendencia universal, que tuvo lugar en el cielo en el año 1914, se arrojó a la Tierra al Diablo y sus demonios (Rev. 12:7-10). El viejo sistema de cosas entró en sus últimos días. Sin embargo, antes de que se elimine por completo, se está proclamando por todo el mundo que el Rey Mesiánico de Jehová ya gobierna desde su trono celestial. Reciben el aviso personas de todo lugar, y su reacción revela la actitud con que acogen que el Altísimo sea Gobernante en “el reino de la humanidad” (Dan. 4:32).
Ciertamente, aún ocurrirán más cosas, muchas más. Seguimos rogando “venga tu reino”, pero no porque pensemos que la instauración del Reino celestial de Dios todavía quede en el futuro, sino con la idea de que actuará de modo decisivo para cumplir profecías como Daniel 2:44 y Revelación 21:2-4. Transformará la Tierra en un paraíso lleno de personas que amen a Dios y al prójimo. Cuando predicamos “estas buenas nuevas del Reino”, llamamos la atención a dichas perspectivas, pero también señalamos con confianza que Jehová ya ha concedido plena autoridad real a su Hijo. ¿Destaca usted estas buenas nuevas cuando da testimonio del Reino?
Explique el Reino. ¿Cómo puede desempeñar su comisión de anunciar el Reino de Dios? Aunque despierte el interés hablando de temas muy diversos, enseguida debe verse que su mensaje se centra en dicho gobierno.
Un aspecto importante de esta obra es leer o citar pasajes bíblicos que se refieran al Reino. Cuando hable de este, asegúrese de que sus interlocutores entiendan de qué se trata. Es posible que no baste con aclarar que es un gobierno, pues a algunas personas les cuesta concebir que un gobierno sea invisible. En este sentido, es posible seguir diversas líneas de razonamiento. Podría mencionar, por ejemplo, que la gravedad es invisible y sin embargo ejerce una influencia determinante en nuestra vida. Aunque no veamos al Creador de esta fuerza, es obvio que posee gran poder. La Biblia lo llama “Rey de la eternidad” (1 Tim. 1:17). Otra posibilidad es indicar que en un país grande, muchos ciudadanos no han visitado nunca la capital ni tampoco han visto al primer mandatario en persona. Saben de ello a través de los servicios informativos. De igual modo, la Biblia, que se publica en más de dos mil doscientos idiomas, nos habla del Reino de Dios; nos indica quién ha sido investido de autoridad y qué está haciendo dicho gobierno hoy día. La Atalaya, la publicación periódica que se edita en más idiomas que cualquier otra, señala en la portada su misión con el subtítulo “Anunciando el Reino de Jehová”.
Otra forma de ayudar a los oyentes a comprender qué es el Reino consiste en mencionar algunos frutos que desearían que produjesen los gobiernos: seguridad económica, paz, eliminación del delito, trato imparcial a todos los grupos étnicos y buenos servicios médicos y educativos. Muéstreles que tanto estos como los demás deseos legítimos de la humanidad se satisfarán gracias al Reino de Dios (Sal. 145:16).
Procure avivar su deseo de ser súbditos del Reino, cuyo cabeza es Jesucristo. Indique que los milagros que él realizó son un anticipo de lo que hará como Rey celestial. Mencione con frecuencia las atrayentes cualidades que demostró (Mat. 8:2, 3; 11:28-30). Explique que entregó su vida por nosotros y que luego Dios lo resucitó a la vida inmortal en los cielos, la sede de su trono (Hech. 2:29-35).
Debe subrayar que el Reino de Dios ya está gobernando desde el cielo. No obstante, tenga en cuenta que la mayoría de sus oyentes no ven que se den las condiciones que considerarían indicios de la existencia de tal gobierno. Por ello, admita este hecho y pregúnteles si saben lo que Jesucristo dijo al respecto. Destaque algunos rasgos de la señal compuesta consignada en los capítulos 24 de Mateo, Mr 13 de Marcos y Lu 21 de Lucas. Luego pregúnteles por qué daría pie la entronización de Cristo en el cielo a que existieran tales condiciones y entonces acuda a Revelación 12:7-10, 12.
Como muestra palpable de la actuación del Reino de Dios hoy día, lea Mateo 24:14 y describa el programa internacional de educación bíblica que se está llevando a cabo (Isa. 54:13). Mencione las diversas escuelas de las que se benefician los testigos de Jehová, indicando que siempre se basan en las Escrituras y son gratuitas. Señale que, además del ministerio de casa en casa, ofrecemos instrucción bíblica gratuita a domicilio a las personas y familias de más de doscientos treinta países. ¿Hay algún gobierno humano capaz de llevar a cabo un programa educativo tan extenso, no solo entre sus ciudadanos, sino en el mundo entero? Invite a sus oyentes a asistir al Salón del Reino y a las asambleas de los testigos de Jehová para constatar por sí mismos el efecto de tal instrucción en la vida de la gente (Isa. 2:2-4; 32:1, 17; Juan 13:35).
Ahora bien, ¿comprenderá su interlocutor las repercusiones que el Reino puede tener en su vida? Tal vez desee comentarle con tacto que el objetivo de su visita es hablar de la oportunidad que se brinda a todos los seres humanos: escoger la vida como súbditos del Reino de Dios. ¿De qué manera realizan esta elección? Aprendiendo los requisitos divinos y obedeciéndolos ahora (Deu. 30:19, 20; Rev. 22:17).
Ayude al prójimo a poner el Reino en primer lugar. Después de aceptar el mensaje del Reino, todavía hay que tomar decisiones. ¿Qué importancia concederá la persona al Reino de Dios en su vida? Jesús instó a sus discípulos a ‘seguir buscando primero el reino’ (Mat. 6:33). ¿Cómo podría ayudar a sus hermanos cristianos a obedecer esta exhortación? Dándoles un buen ejemplo y comentando las oportunidades que existen para hacerlo. Pregúnteles si han pensado en ciertas posibilidades y cuente experiencias que muestren lo que otros hermanos hacen al respecto. Explique relatos bíblicos de tal modo que fomente el amor por Jehová. Además, destaque la realidad del Reino y la importancia de proclamarlo. Por lo general, los mejores resultados no se obtienen diciendo lo que debe hacerse, sino cultivando el deseo de hacerlo.
No cabe duda de que el trascendental mensaje que todos hemos de proclamar se centra principalmente en Jehová Dios, Jesucristo y el Reino. Las esenciales verdades que comprende se tienen que destacar en la predicación pública, en la congregación y en nuestra propia vida. Así demostraremos que nos estamos beneficiando a plenitud de la Escuela del Ministerio Teocrático.
TODOS NECESITAN SABER QUE JEHOVÁ ES
el Creador del cielo y la Tierra,
el único Dios verdadero,
un Dios de amor sublime, sabiduría infinita, justicia perfecta e inmenso poder,
aquel a quien debemos rendir cuentas por nuestra actuación.
DEBEMOS ADORAR A JEHOVÁ
movidos por el amor que le profesamos,
con un corazón completo, que no ame también las cosas del mundo,
demostrando que valoramos en sumo grado su aprobación.
AYUDE A SUS OYENTES A ENTENDER QUE
solo mediante Jesús se logra una buena relación con Dios,
solo por fe en Cristo es posible liberarse del pecado y la muerte,
la voluntad divina es que toda persona reconozca a Jesús como Señor, no solo llamándolo así, sino observando sus mandamientos,
la Biblia enseña la verdad acerca de Cristo, pero muchas doctrinas de la cristiandad la distorsionan.
PREGÚNTESE:
¿Demuestro que comprendo bien el papel de Jesucristo como Cabeza nombrado de la congregación?
¿Me motiva tanto como debiera la gratitud por su sacrificio?
¿Cómo puedo imitar mejor en mi conducta y actitud el ejemplo del Hijo de Dios?
LA GENTE DEBE OÍR QUE EL REINO DE DIOS
rige ya desde el cielo y pronto reemplazará a los gobiernos humanos,
transformará la Tierra en un paraíso lleno de personas que amen a Dios y a su prójimo,
es el único medio de satisfacer los deseos legítimos de la humanidad,
exige que evidenciemos con nuestras acciones que deseamos ser sus súbditos.
PREGÚNTESE:
¿Indica mi modo de vivir que busco primero el Reino?
¿Puedo realizar algunos cambios para mejorar en este particular?
¿Cómo podría cultivar en otras personas el deseo de buscar primero el Reino?
 
Tomado de WWW.j.w.org/es  y del libro Benefíciese....

Libro de Marcos

Biblia en línea
TRADUCCIÓN DEL NUEVO MUNDO DE LAS SANTAS ESCRITURAS

Marcos 1:1–45

 

1[El] principio de las buenas nuevas acerca de Jesucristo:2Así como está escrito en Isaías el profeta: “(¡Mira! Envío a mi mensajero delante de tu rostro, que preparará tu camino;)3¡escuchen!, alguien clama en el desierto: ‘Preparen el camino de Jehová, hagan rectas sus veredas’”.4Juan el bautizante se presentó en el desierto, predicando bautismo [en símbolo] de arrepentimiento para perdón de pecados.5Por consiguiente, todo el territorio de Judea y todos los habitantes de Jerusalén salían a donde él, y eran bautizados por él en el río Jordán, y confesaban abiertamente sus pecados.6Ahora bien, Juan estaba vestido de pelo de camello y con un cinturón de cuero alrededor de los lomos, y comía langostas insectiles y miel silvestre.7Y predicaba, diciendo: “Después de mí viene alguien más fuerte que yo; no soy digno de agacharme y desatar las correas de sus sandalias.8Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con espíritu santo”.
9En el transcurso de aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado en el Jordán por Juan.10E inmediatamente que subió del agua vio que los cielos se abrían, y que, como paloma, el espíritu descendía sobre él;11y de los cielos salió una voz: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado”.
12E inmediatamente el espíritu lo impelió a irse al desierto.13De modo que él continuó en el desierto cuarenta días, y fue tentado por Satanás, y estaba con las bestias salvajes, pero los ángeles le ministraban.
14Ahora bien, después que Juan fue arrestado, Jesús entró en Galilea, predicando las buenas nuevas de Dios15y diciendo: “El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas”.
16Al ir andando a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés el hermano de Simón echando [sus redes] en el mar, pues eran pescadores.17De modo que Jesús les dijo: “Vengan en pos de mí, y haré que lleguen a ser pescadores de hombres”.18Y en seguida ellos abandonaron sus redes y le siguieron.19Y después de ir un poco más adelante, vio a Santiago [hijo] de Zebedeo y a Juan su hermano, de hecho, mientras estaban en su barca remendando sus redes;20y sin demora los llamó. Ellos, a su vez, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los asalariados y se fueron en pos de él.21Y entraron en Capernaum.
Luego que fue sábado, él entró en la sinagoga y se puso a enseñar.22Y quedaban atónitos por su modo de enseñar, porque allí estaba enseñándoles como quien tiene autoridad, y no como los escribas.23También, a la sazón había en la sinagoga de ellos un hombre bajo el poder de un espíritu inmundo, y este gritó,24diciendo: “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Viniste a destruirnos? Sé exactamente quién eres, el Santo de Dios”.25Pero Jesús lo reprendió, diciendo: “¡Calla, y sal de él!”.26Y el espíritu inmundo, después de convulsionarlo y gritar a voz en cuello, salió de él.27Pues bien, todos quedaron tan pasmados que empezaron una discusión entre sí, y dijeron: “¿Qué es esto? ¡Una nueva enseñanza! Con autoridad ordena hasta a los espíritus inmundos, y le obedecen”.28De modo que el informe acerca de él se extendió inmediatamente en toda dirección por toda la comarca de Galilea.
29E inmediatamente salieron de la sinagoga y entraron en la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan.30Ahora bien, la suegra de Simón estaba acostada enferma, con fiebre, y en seguida le dijeron acerca de ella.31Y, yendo a ella, él la levantó, tomándola de la mano; y la fiebre la dejó, y ella se puso a ministrarles.
32Después de caer la tarde, cuando se había puesto el sol, empezaron a traerle todos los que se hallaban mal, y los endemoniados;33y toda la ciudad estaba reunida justamente a la puerta.34De modo que curó a muchos que se hallaban mal de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios, pero no dejaba hablar a los demonios, porque sabían que él era Cristo.
35Y levantándose muy de mañana, mientras todavía estaba oscuro, salió y se fue a un lugar solitario, y allí se puso a orar.36Sin embargo, fueron en busca de él Simón y los que con él estaban,37y lo hallaron, y le dijeron: “Todos te buscan”.38Pero él les dijo: “Vamos a otra parte, a las villas cercanas, para que predique también allí, porque con este propósito he salido”.39Y sí fue, predicando en las sinagogas de ellos por todas partes de Galilea, y expulsando los demonios.
40También vino a él un leproso, y le suplicó hasta de rodillas, diciéndole: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”.41Con esto, él se enterneció, y extendió la mano y lo tocó, y le dijo: “Quiero. Sé limpio”.42E inmediatamente la lepra desapareció de él, y quedó limpio.43Además, le dio órdenes estrictas y en seguida lo despidió,44y le dijo: “Mira que no digas nada a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote y ofrece a favor de tu limpieza las cosas que Moisés prescribió, para testimonio a ellos”.45Pero después de haberse ido, el hombre comenzó a proclamarlo en gran manera, y a divulgar el relato, de modo que [Jesús] ya no podía entrar abiertamente en ciudad alguna, sino que continuaba afuera en lugares solitarios. No obstante, seguían viniendo a él de todas partes.

Marcos 2:1–28

 

1Sin embargo, después de algunos días volvió a entrar en Capernaum, y corrió la noticia de que estaba en casa.2Por consiguiente, muchos se reunieron, a tal grado que ya no cabían, ni siquiera cerca de la puerta, y él se puso a hablarles la palabra.3Y vinieron unos hombres trayéndole un paralítico, llevado por cuatro.4Pero como no pudieron traerlo directamente a [Jesús] a causa de la muchedumbre, quitaron el techo por encima de donde él estaba y, habiendo cavado una abertura, bajaron la camilla en que estaba acostado el paralítico.5Y cuando Jesús vio la fe de ellos, dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados son perdonados”.6Ahora bien, estaban allí algunos de los escribas, sentados, y razonaban en sus corazones:7“¿Por qué habla este hombre de esta manera? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino uno solo, Dios?”.8Pero Jesús, habiendo discernido inmediatamente por su espíritu que razonaban de aquella manera dentro de sí, les dijo: “¿Por qué razonan estas cosas en sus corazones?9¿Qué es más fácil?, ¿decir al paralítico: ‘Tus pecados son perdonados’, o decir: ‘Levántate y toma tu camilla y anda’?10Pero para que sepan ustedes que el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados sobre la tierra... —dijo al paralítico—:11Te digo: Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa”.12Con eso, él sí se levantó, y tomó inmediatamente su camilla y salió andando delante de todos ellos, de modo que todos ellos simplemente se embelesaron, y glorificaron a Dios, y dijeron: “Jamás hemos visto cosa semejante”.
13Salió de nuevo a la orilla del mar; y toda la muchedumbre siguió viniendo a él, y les enseñaba.14Mas al ir pasando, alcanzó a ver a Leví [hijo] de Alfeo sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: “Sé mi seguidor”. Y levantándose, le siguió.15Más tarde sucedió que estuvo reclinado a la mesa en casa de este, y muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban reclinados con Jesús y sus discípulos, porque había muchos de ellos, y le seguían.16Pero los escribas de los fariseos, cuando vieron que comía con los pecadores y recaudadores de impuestos, se pusieron a decir a sus discípulos: “¿Come él con los recaudadores de impuestos y pecadores?”.17Al oír esto, Jesús les dijo: “Los fuertes no necesitan médico, pero los que se hallan mal sí. No vine a llamar a justos, sino a pecadores”.
18Ahora bien, los discípulos de Juan y los fariseos practicaban el ayuno. De modo que vinieron y le dijeron: “¿Por qué practican el ayuno los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no practican el ayuno?”.19Y Jesús les dijo: “Mientras el novio está con ellos, los amigos del novio no pueden ayunar, ¿verdad? Entretanto que tienen con ellos al novio, no pueden ayunar.20Pero vendrán días en que el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día.21Nadie cose un remiendo de paño no encogido en una prenda de vestir exterior vieja; si lo hace, su plena fuerza tira de ella, lo nuevo de lo viejo, y el desgarrón se hace peor.22Además, nadie pone vino nuevo en odres viejos; si lo hace, el vino revienta los cueros, y el vino se pierde, así como también los cueros. Más bien, el vino nuevo se pone en odres nuevos”.
23Ahora bien, sucedió que él iba pasando por los sembrados de grano en día de sábado, y sus discípulos comenzaron a caminar y a arrancar las espigas.24De modo que los fariseos empezaron a decirle: “¡Mira eso! ¿Por qué están haciendo ellos en día de sábado lo que no es lícito?”.25Pero él les dijo: “¿No han leído ni siquiera una vez lo que David hizo cuando se halló en necesidad y le dio hambre, a él y a los hombres que estaban con él?26¿Que entró en la casa de Dios, en el relato acerca de Abiatar el sacerdote principal, y comió los panes de la presentación, que a nadie es lícito comer, sino a los sacerdotes, y dio algo también a los hombres que estaban con él?”.27De modo que siguió diciéndoles: “El sábado vino a existir por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado;28así es que el Hijo del hombre es Señor hasta del sábado”.
SANTAS ESCRITURAS

Marcos 3:1–35

 

1Una vez más entró en una sinagoga, y allí estaba un hombre con una mano seca.2De modo que lo estaban observando detenidamente para ver si curaría al hombre en sábado, para poder acusarlo.3Y él dijo al hombre que tenía la mano seca: “Levántate [y ponte] en medio”.4Entonces les dijo: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno, o hacer un hecho malo?, ¿salvar un alma, o matarla?”. Pero ellos se quedaron callados.5Y después de darles una mirada en derredor con indignación, estando él cabalmente contristado por la insensibilidad de sus corazones, dijo al hombre: “Extiende la mano”. Y la extendió, y la mano le fue restaurada.6Visto aquello, los fariseos salieron e inmediatamente se pusieron a celebrar consejo con los partidarios de Herodes contra él, para destruirlo.
7Pero Jesús, con sus discípulos, se retiró al mar; y una gran multitud de Galilea y de Judea lo siguió.8Hasta de Jerusalén y de Idumea y del otro lado del Jordán y de los alrededores de Tiro y de Sidón, una gran multitud, al oír cuántas cosas hacía, vino a él.9Y él dijo a sus discípulos que le tuvieran dispuesta de continuo una barquilla para que la muchedumbre no lo oprimiera.10Porque curó a muchos, y el resultado fue que todos los que tenían dolencias penosas caían sobre él para tocarlo.11Hasta los espíritus inmundos, siempre que lo contemplaban, se postraban delante de él y clamaban, diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios”.12Pero muchas veces les ordenó rigurosamente que no lo dieran a conocer.
13Y ascendió a una montaña y mandó llamar a los que quiso, y ellos se fueron a donde él.14Y formó [un grupo de] doce, a quienes también dio el nombre de “apóstoles”, para que continuaran con él y para enviarlos a predicar15y a tener autoridad para expulsar los demonios.
16Y el [grupo de] doce que él formó fueron: Simón, a quien también dio el sobrenombre de Pedro,17y Santiago [hijo] de Zebedeo, y Juan el hermano de Santiago (también dio a estos el sobrenombre de Boanerges, que significa Hijos del Trueno),18y Andrés, y Felipe, y Bartolomé, y Mateo, y Tomás, y Santiago [hijo] de Alfeo, y Tadeo, y Simón el cananita19y Judas Iscariote, que más tarde lo traicionó.
Y entró en una casa.20Una vez más se juntó la muchedumbre, de modo que ellos no podían siquiera tomar una comida.21Pero cuando sus parientes oyeron esto, salieron para apoderarse de él, porque decían: “Ha perdido el juicio”.22También, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: “Tiene a Beelzebub, y expulsa los demonios por medio del gobernante de los demonios”.23De modo que él, después de llamarlos a sí, empezó a decirles con ilustraciones: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?24Pues, si un reino llega a estar dividido contra sí mismo, ese reino no puede estar en pie;25y si una casa llega a estar dividida contra sí misma, esa casa no podrá estar en pie.26También, si Satanás se ha levantado contra sí mismo y ha llegado a estar dividido, no puede estar en pie, sino que tiene fin.27De hecho, nadie que ha logrado entrar en la casa de un hombre fuerte puede saquear sus bienes muebles a menos que primero ate al fuerte, y entonces saqueará su casa.28En verdad les digo que todas las cosas les serán perdonadas a los hijos de los hombres, no importa qué pecados y blasfemias cometan blasfemamente.29Sin embargo, cualquiera que blasfema contra el espíritu santo no tiene perdón jamás, sino que es culpable de pecado eterno”.30Esto, porque decían: “Tiene espíritu inmundo”.
31Entonces vinieron su madre y sus hermanos, y, como estaban parados fuera, le enviaron recado para llamarlo.32Sucedía que una muchedumbre estaba sentada alrededor de él, de modo que le dijeron: “¡Mira! Tu madre y tus hermanos [están] fuera [y] te buscan”.33Mas él, respondiendo, les dijo: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”.34Y habiendo mirado alrededor a los que estaban sentados en torno de él en círculo, dijo: “Vean: ¡mi madre y mis hermanos!35Cualquiera que hace la voluntad de Dios, este es mi hermano y hermana y madre”.

Marcos 4:1–41

 

1Y de nuevo comenzó a enseñar a la orilla del mar. Y una muchedumbre muy grande se reunió cerca de él, de modo que él subió a una barca y se sentó más allá en el mar, pero toda la muchedumbre a la orilla del mar estaba en la ribera.2De modo que se puso a enseñarles muchas cosas con ilustraciones, y les decía en su enseñanza:3“Escuchen. ¡Miren! El sembrador salió a sembrar.4Y al ir sembrando, parte [de la semilla] cayó a lo largo del camino, y las aves vinieron y se la comieron.5Y otra [parte] cayó sobre el pedregal, donde, por supuesto, no tenía mucha tierra, y brotó inmediatamente por no tener profundidad de tierra.6Mas cuando salió el sol, se chamuscó, y, por no tener raíz, se marchitó.7Y otra [parte] cayó entre los espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.8Mas otras cayeron sobre la tierra excelente, y, creciendo y aumentando, empezaron a dar fruto, y llevaban de a treinta y de a sesenta y de a ciento por uno”.9Entonces agregó la palabra: “El que tiene oídos para escuchar, escuche”.
10Ahora bien, cuando quedó solo, los que se hallaban alrededor de él con los doce se pusieron a interrogarle acerca de las ilustraciones.11Y él procedió a decirles: “A ustedes se les ha dado el secreto sagrado del reino de Dios, mas a los de afuera todas las cosas ocurren en ilustraciones,12para que, aunque estén mirando, miren y sin embargo no vean, y, aunque estén oyendo, oigan y sin embargo no capten el sentido de ello, ni nunca se vuelvan y se les dé perdón”.13Además, les dijo: “Ustedes no saben esta ilustración, así es que ¿cómo entenderán todas las demás ilustraciones?
14”El sembrador siembra la palabra.15Estos, pues, son aquellos a lo largo del camino donde se siembra la palabra; mas luego que [la] han oído viene Satanás y se lleva la palabra que ha sido sembrada en ellos.16Y, así mismo, estos son los [que han sido] sembrados sobre los pedregales: luego que han oído la palabra, la aceptan con gozo.17Sin embargo, no tienen raíz en sí mismos, sino que continúan por un tiempo; entonces, luego que surge tribulación o persecución a causa de la palabra, se les hace tropezar.18Y hay otros que son sembrados entre los espinos; estos son los que han oído la palabra,19pero las inquietudes de este sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas y los deseos de las demás cosas van entrando y ahogan la palabra, y esta se hace infructífera.20Finalmente, los que han sido sembrados en la tierra excelente son los que escuchan la palabra y la reciben favorablemente y llevan fruto de a treinta y a sesenta y a ciento por uno”.
21Y siguió diciéndoles: “No se trae la lámpara para ponerla debajo de la cesta de medir, o debajo de la cama, ¿verdad? Se trae para ponerla sobre el candelero, ¿no es así?22Porque nada hay escondido salvo con el propósito de que sea expuesto; nada ha llegado a estar cuidadosamente ocultado, sino con el propósito de que venga al descubierto.23El que tiene oídos para escuchar, que escuche”.
24También les decía: “Presten atención a lo que oyen. Con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes, sí, hasta se les añadirá.25Porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”.
26Y siguió diciendo: “De esta manera el reino de Dios es como cuando un hombre echa la semilla sobre la tierra,27y duerme de noche y se levanta de día, y la semilla brota y crece alta —precisamente cómo, él no lo sabe—.28Por sí misma la tierra gradualmente fructifica: primero el tallo de hierba, luego la espiga, finalmente el grano lleno en la espiga.29Pero tan pronto como el fruto lo permite, él mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega”.
30Y siguió diciendo: “¿A qué hemos de asemejar el reino de Dios, o en qué ilustración lo presentaremos?31Como un grano de mostaza, que al tiempo que se sembró en la tierra era la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra...,32pero cuando se ha sembrado, sale y se hace mayor que todas las demás legumbres, y produce grandes ramas, de modo que las aves del cielo pueden hallar albergue bajo su sombra”.
33De manera que con muchas ilustraciones de ese tipo les hablaba la palabra, hasta el grado que podían escuchar.34Verdaderamente, sin ilustración no les hablaba, pero privadamente explicaba a sus discípulos todas las cosas.
35Y en aquel día, al anochecer, les dijo: “Pasemos a la otra ribera”.36Por eso, después de haber despedido ellos a la muchedumbre, lo llevaron en la barca, tal como estaba, y había con él otras barcas.37Ahora bien, estalló una grande y violenta tempestad de viento, y las olas seguían lanzándose dentro de la barca, de modo que faltaba poco para que la barca se llenara.38Pero él estaba en la popa, durmiendo sobre una almohada. De modo que lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que estemos a punto de perecer?”.39Con eso, él se despertó, y reprendió al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Calla!”. Y el viento se apaciguó, y sobrevino una gran calma.40De modo que les dijo: “¿Por qué se acobardan? ¿Todavía no tienen fe?”.41Pero ellos sintieron un temor extraordinario, y se decían unos a otros: “¿Quién, realmente, es este, porque hasta el viento y el mar le obedecen?”.

Marcos 5:1–43

 

1Ahora bien, llegaron a la otra orilla del mar, al país de los gerasenos.2E inmediatamente después que él salió de la barca, vino a su encuentro de entre las tumbas conmemorativas un hombre bajo el poder de un espíritu inmundo.3Este tenía su guarida entre las tumbas; y hasta aquel entonces absolutamente nadie podía atarlo firmemente ni siquiera con una cadena,4porque muchas veces había sido sujetado con grilletes y cadenas, mas las cadenas las había roto con estallido, y los grilletes realmente quedaban hechos pedazos; y nadie tenía fuerzas para domarlo.5Y continuamente, noche y día, aquel estaba en las tumbas y en las montañas dando gritos y cortándose con piedras.6Pero al alcanzar a ver a Jesús desde lejos, corrió y le rindió homenaje,7y, habiendo clamado en alta voz, dijo: “¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te pongo bajo juramento por Dios que no me atormentes”.8Porque él le había estado diciendo: “Sal del hombre, espíritu inmundo”.9Pero se puso a preguntarle: “¿Cuál es tu nombre?”. Y él le dijo: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”.10Y le suplicó muchas veces que no enviara a los espíritus fuera del país.
11Ahora bien, allí junto a la montaña una gran piara de cerdos estaba paciendo.12De modo que ellos le suplicaron, diciendo: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”.13Y él se lo permitió. Con eso, los espíritus inmundos salieron, y entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por el despeñadero en el mar, unos dos mil de ellos, y uno tras otro se ahogaron en el mar.14Pero sus porquerizos huyeron y lo informaron en la ciudad y en la región rural; y la gente vino a ver qué era lo que había acontecido.15De modo que llegaron a Jesús, y contemplaron al endemoniado sentado, vestido y en su cabal juicio, este que había tenido la legión; y tuvieron temor.16También, los que lo habían visto les contaron cómo le había ocurrido esto al endemoniado, y acerca de los cerdos.17Así que comenzaron a suplicarle que se fuera de sus distritos.
18Entonces, al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado se puso a suplicarle que le dejara continuar con él.19Sin embargo, él no le dejó, sino que le dijo: “Vete a casa a tus parientes, e infórmales acerca de todas las cosas que Jehová ha hecho por ti, y de la misericordia que te tuvo”.20Y él se fue y comenzó a proclamar en la Decápolis todas las cosas que Jesús había hecho por él, y toda la gente se admiraba.
21Después que Jesús hubo pasado de nuevo a la ribera opuesta en la barca, se le reunió una gran muchedumbre; y él estaba a la orilla del mar.22Ahora bien, uno de los presidentes de la sinagoga, Jairo por nombre, vino, y, al verlo, cayó a sus pies23y le suplicó muchas veces, diciendo: “Mi hijita está gravísima. Sírvete venir y poner las manos sobre ella, para que recobre la salud y viva”.24Ante aquello, él se fue con él. Y le seguía una gran muchedumbre, y lo apretaba.
25Ahora bien, había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años,26y muchos médicos le habían hecho pasar muchas penas, y ella había gastado todos sus recursos y no se había beneficiado, sino que, al contrario, había empeorado.27Cuando ella oyó las cosas acerca de Jesús, vino por detrás, entre la muchedumbre, y le tocó la prenda de vestir exterior;28porque decía: “Si toco nada más que sus prendas de vestir exteriores, recobraré la salud”.29E inmediatamente se secó la fuente de su sangre, y sintió en su cuerpo que había sido sanada de la penosa enfermedad.
30Inmediatamente, también, Jesús reconoció en sí mismo que de él había salido poder, y, volviéndose entre la muchedumbre, se puso a decir: “¿Quién tocó mis prendas de vestir exteriores?”.31Mas sus discípulos empezaron a decirle: “Ves la muchedumbre que te aprieta, y ¿dices tú: ‘¿Quién me tocó?’?”.32Sin embargo, él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.33Pero la mujer, atemorizada y temblando, sabiendo lo que le había pasado, vino y cayó delante de él y le dijo toda la verdad.34Él le dijo: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz, y queda sana de tu penosa enfermedad”.
35Mientras él todavía estaba hablando, vinieron algunos hombres de la casa del presidente de la sinagoga y dijeron: “¡Tu hija murió! ¿Por qué molestar ya al maestro?”.36Mas Jesús, oyendo por casualidad la palabra que se hablaba, dijo al presidente de la sinagoga: “No temas, ejerce fe solamente”.37Y no dejó que nadie siguiera con él, sino Pedro y Santiago y Juan el hermano de Santiago.
38De modo que llegaron a la casa del presidente de la sinagoga, y él contempló la ruidosa confusión y a los que lloraban y daban muchos plañidos,39y, después de entrar, les dijo: “¿Por qué causan ruidosa confusión y lloran? La niñita no ha muerto, sino que duerme”.40Ante aquello, ellos empezaron a reírse de él desdeñosamente. Pero, habiendo echado fuera a todos, él tomó consigo al padre y a la madre de la niñita y a los que estaban con él, y entró a donde estaba la niñita.41Y, tomando la mano de la niñita, le dijo: ​“Tál‧i‧tha​ ​cú‧mi”,​ que, traducido, significa: “Jovencita, te digo: ¡Levántate!”.42E inmediatamente la jovencita se levantó y echó a andar, pues tenía doce años. Y en seguida estuvieron fuera de sí con gran éxtasis.43Pero él les ordenó repetidas veces que no dejaran que nadie se enterara de esto, y dijo que le dieran a ella algo de comer.

Marcos 6:1–56

 

1Y partió de allí y entró en su propio territorio, y sus discípulos le siguieron.2Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y la mayor parte de los que estaban escuchando quedaron atónitos y dijeron: “¿De dónde consiguió este hombre estas cosas? ¿Y por qué se le habrá dado esta sabiduría a este hombre, y que tales obras poderosas sean ejecutadas por medio de sus manos?3Este es el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón, ¿no es verdad? Y sus hermanas están aquí con nosotros, ¿no es verdad?”. De modo que empezaron a tropezar a causa de él.4Pero Jesús pasó a decirles: “El profeta no carece de honra sino en su propio territorio y entre sus parientes y en su propia casa”.5De modo que no pudo hacer allí ninguna obra poderosa salvo poner las manos sobre unos cuantos enfermizos y curarlos.6De hecho, se admiró de la falta de fe de ellos. Y recorría las aldeas en circuito, enseñando.
7Entonces mandó llamar a los doce, e inició el enviarlos de dos en dos, y empezó a darles autoridad sobre los espíritus inmundos.8También, les dio órdenes de que no llevaran nada para el viaje, sino solamente un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero de cobre en las bolsas de sus cintos,9pero que se ataran sandalias, y no llevaran puestas dos prendas de vestir interiores.10Además, les dijo: “Dondequiera que entren en una casa, quédense allí hasta que salgan de aquel lugar.11Y dondequiera que algún lugar no los reciba ni los oiga, al salir de allí sacudan el polvo que está debajo de sus pies, para testimonio a ellos”.12De modo que ellos salieron y predicaron para que la gente se arrepintiera;13y expulsaban muchos demonios y untaban con aceite a muchos enfermizos y los curaban.
14Ahora bien, esto llegó a oídos del rey Herodes, porque el nombre de [Jesús] se hizo notorio, y la gente decía: “Juan el bautizante ha sido levantado de entre los muertos, y por eso operan en él obras poderosas”.15Pero otros decían: “Es Elías”. Y otros decían: “Es profeta como uno de los profetas”.16Pero cuando Herodes lo oyó, se puso a decir: “El Juan a quien decapité, este ha sido levantado”.17Pues Herodes mismo había enviado a arrestar a Juan y lo había atado en prisión a causa de Herodías, la esposa de Filipo su hermano, porque se había casado con ella.18Porque Juan había dicho repetidas veces a Herodes: “No te es lícito tener a la esposa de tu hermano”.19Pero Herodías le abrigaba rencor y quería matarlo, pero no podía.20Porque Herodes le tenía temor a Juan, sabiendo que era varón justo y santo; y lo tenía protegido. Y después de oírlo estaba muy indeciso en cuanto a qué hacer; sin embargo, continuaba oyéndole con gusto.
21Pero vino un día oportuno cuando Herodes, en su cumpleaños, dio una cena para sus hombres de primer rango y para los comandantes militares y para los insignes de Galilea.22Y entró la hija de la misma Herodías y danzó y agradó a Herodes y a los que con él estaban reclinados. El rey dijo a la jovencita: “Pídeme lo que quieras, y te lo daré”.23Sí, le juró: “Cualquier cosa que me pidas, te la daré, hasta la mitad de mi reino”.24Y ella salió y dijo a su madre: “¿Qué debo pedir?”. Ella dijo: “La cabeza de Juan el bautizante”.25Inmediatamente ella entró de prisa al rey e hizo su petición, diciendo: “Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.26Aunque se contristó profundamente, el rey, sin embargo, no quiso desatenderla, a causa de los juramentos y de los que estaban reclinados a la mesa.27De modo que el rey inmediatamente despachó a uno de la guardia y le mandó traer la cabeza [de Juan]. Y este se fue y lo decapitó en la prisión,28y trajo la cabeza de aquel en una bandeja, y se la dio a la jovencita, y la jovencita se la dio a su madre.29Cuando los discípulos de él lo oyeron, vinieron y tomaron el cadáver y lo pusieron en una tumba conmemorativa.
30Y los apóstoles se reunieron delante de Jesús y le informaron todas las cosas que habían hecho y enseñado.31Y él les dijo: “Vengan, ustedes mismos, en privado, a un lugar solitario, y descansen un poco”. Porque eran muchos los que venían e iban, y ellos no tenían tiempo libre siquiera para tomar una comida.32De modo que se fueron en la barca a un lugar solitario donde estuvieran solos.33Pero la gente los vio ir y muchos llegaron a saberlo, y de todas las ciudades concurrieron allá a pie, y se adelantaron a ellos.34Pues, al salir, él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35Para entonces la hora se había hecho tarde, y sus discípulos se le acercaron y se pusieron a decirle: “El lugar es aislado, y la hora es ya muy avanzada.36Despídelos para que se vayan a la región rural y a las aldeas de alrededor y se compren algo de comer”.37Él, respondiendo, les dijo: “Denles ustedes de comer”. Entonces ellos le dijeron: “¿Nos iremos y compraremos doscientos denarios de panes y se [los] daremos a comer?”.38Les dijo: “¿Cuántos panes tienen? ¡Vayan a ver!”. Después de averiguarlo, dijeron: “Cinco, además de dos pescados”.39Y mandó que toda la gente se reclinara por compañías sobre la hierba verde.40Y se recostaron en grupos de a ciento y de a cincuenta.41Entonces, tomando los cinco panes y los dos pescados, él miró al cielo y dijo una bendición, y partió los panes e iba dándolos a los discípulos para que los pusieran delante de la gente; y dividió los dos pescados para todos.42De modo que todos comieron y quedaron satisfechos;43y recogieron los trozos: doce cestas llenas, aparte de los pescados.44Además, los que comieron de los panes fueron cinco mil varones.
45Y, sin demora, él obligó a sus discípulos a subir a la barca e ir adelante a la ribera opuesta hacia Betsaida, en tanto que él mismo despedía a la muchedumbre.46Pero después de haberse despedido de ellos, se fue a una montaña a orar.47Cuando ya había anochecido, la barca estaba en medio del mar, pero él solo en tierra.48Y cuando vio que se hallaban en un aprieto al remar, porque el viento estaba en su contra, como a la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos, andando sobre el mar; pero pensaba pasarlos de largo.49Al alcanzar a verlo andando sobre el mar, ellos pensaron: “¡Es un fantasma!”, y gritaron.50Porque todos lo vieron y se perturbaron. Pero él inmediatamente habló con ellos, y les dijo: “Cobren ánimo; soy yo; no tengan temor”.51Y subió a la barca con ellos, y el viento se apaciguó. Con esto, se asombraron mucho dentro de sí,52pues no habían captado el significado de los panes, sino que su corazón continuaba embotado e incapaz de entender.
53Y habiendo hecho la travesía, vinieron a Genesaret y anclaron cerca de allí.54Pero luego que salieron de la barca, la gente lo reconoció,55y corrieron por toda aquella región y comenzaron a llevar en camillas a los que se hallaban mal, a donde oían que él estaba.56Y dondequiera que entraba en aldeas, o en ciudades, o en región rural, ponían a los enfermos en las plazas de mercado, y le suplicaban que les dejara tocar siquiera el fleco de su prenda de vestir exterior. Y cuantos sí lo tocaban recobraban la salud.
ESCRITURAS

Marcos 7:1–37

 

1Ahora bien, los fariseos y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén se juntaron en torno de él.2Y cuando vieron a algunos de los discípulos de él tomar su comida con manos contaminadas, es decir, no lavadas3—porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos que se laven las manos hasta el codo, teniendo firmemente asida la tradición de los hombres de otros tiempos,4y, al volver del mercado, no comen a menos que se limpien por rociadura; y hay muchas otras tradiciones que han recibido para tenerlas firmemente asidas: bautismos de copas y cántaros y vasos de cobre—;5de modo que estos fariseos y escribas le preguntaron: “¿Por qué no proceden tus discípulos conforme a la tradición de los hombres de otros tiempos, sino que toman su comida con manos contaminadas?”.6Él les dijo: “Aptamente profetizó Isaías acerca de ustedes, hipócritas, como está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí.7En vano me siguen adorando, porque enseñan como doctrinas mandatos de hombres’.8Soltando el mandamiento de Dios, ustedes tienen firmemente asida la tradición de los hombres”.
9Además, siguió diciéndoles: “Diestramente ponen ustedes a un lado el mandamiento de Dios para retener su tradición.10Por ejemplo, Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y: ‘El que injurie a padre o a madre termine en muerte’.11Pero ustedes dicen: ‘Si un hombre le dice a su padre o a su madre: “Todo lo que tengo por lo cual pudieras sacar provecho de mí es corbán (es decir, una dádiva dedicada a Dios)”’...,12ya no le dejan hacer ni una sola cosa por su padre o su madre,13y así invalidan la palabra de Dios por la tradición suya que ustedes transmitieron. Y hacen muchas cosas parecidas a esto”.14Entonces, llamando a sí otra vez a la muchedumbre, procedió a decirles: “Escúchenme, todos ustedes, y capten el significado.15Nada hay que entre en el hombre de fuera de él que pueda contaminarlo; mas las cosas que proceden del hombre son las cosas que contaminan al hombre”.16——17Ahora bien, cuando hubo entrado en una casa, apartado de la muchedumbre, sus discípulos se pusieron a preguntarle acerca de la ilustración.18De modo que les dijo: “¿Están ustedes también faltos de percepción como ellos? ¿No se dan cuenta de que nada que de fuera entra en el hombre puede contaminarlo,19puesto que no entra en [su] corazón, sino en [sus] intestinos, y sale a la cloaca?”. Así declaró limpios todos los alimentos.20Además dijo: “Lo que procede del hombre es lo que contamina al hombre;21porque de dentro, del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, hurtos, asesinatos,22adulterios, codicias, actos de iniquidad, engaño, conducta relajada, ojo envidioso, blasfemia, altanería, irracionalidad.23Todas estas cosas inicuas proceden de dentro y contaminan al hombre”.
24Levantándose de allí, se fue a las regiones de Tiro y Sidón. Y entró en una casa y no quería que nadie llegara a saberlo. Sin embargo, no pudo pasar inadvertido;25antes bien, inmediatamente una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo oyó acerca de él, y vino y se postró a sus pies.26La mujer era griega, de nacionalidad sirofenicia; y siguió pidiéndole que expulsara de su hija al demonio.27Pero él empezó por decirle: “Primero deja que los hijos se satisfagan, porque no es correcto tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos”.28Pero, en respuesta, ella le dijo: “Sí, señor; sin embargo, los perritos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los niñitos”.29Ante aquello, él le dijo: “Por haber dicho esto, ve; el demonio ha salido de tu hija”.30De modo que ella se fue a su casa y halló a la niñita acostada en la cama, y que el demonio había salido.
31Entonces, saliendo él de nuevo de las regiones de Tiro, se fue por Sidón al mar de Galilea y subió por en medio de las regiones de Decápolis.32Aquí le trajeron un hombre sordo y con un impedimento del habla, y le suplicaron que pusiera la mano sobre él.33Y él se lo llevó aparte de la muchedumbre, en privado, y puso sus dedos en los oídos del hombre y, después de escupir, le tocó la lengua.34Y con una mirada al cielo suspiró profundamente y le dijo: ​“Éffatha”,​ esto es: “Sé abierto”.35Pues bien, las facultades de oír de aquel fueron abiertas, y el impedimento de su lengua fue desatado, y empezó a hablar normalmente.36Con eso, él les ordenó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más les ordenaba, tanto más lo proclamaban.37De hecho, estaban atónitos de una manera sumamente extraordinaria, y decían: “Todas las cosas las ha hecho bien. Hasta a los sordos hace oír y a los mudos hablar”.
ESCRITURAS

Marcos 8:1–38

 
1En aquellos días, cuando otra vez hubo una muchedumbre grande y no tenían qué comer, mandó llamar a los discípulos y les dijo:2“Me compadezco de la muchedumbre, porque ya son tres días que han permanecido cerca de mí y no tienen qué comer;3y si los envío en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino. De hecho, algunos de ellos son de muy lejos”.4Pero sus discípulos le contestaron: “¿De dónde podrá alguien aquí en un lugar aislado satisfacer a estos con panes?”.5A pesar de eso, él procedió a preguntarles: “¿Cuántos panes tienen?”. Ellos dijeron: “Siete”.6Y mandó que la muchedumbre se reclinara sobre el suelo, y tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió, e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la muchedumbre.7También tenían unos cuantos pescaditos; y él, habiéndolos bendecido, les dijo que también sirvieran estos.8De modo que comieron y quedaron satisfechos, y recogieron trozos sobrantes, siete cestas de provisiones llenas.9Sin embargo, eran unos cuatro mil [hombres]. Por fin los despidió.
10E inmediatamente subió a la barca con sus discípulos y entró en las partes de Dalmanuta.11Aquí salieron los fariseos y comenzaron a disputar con él, buscando de él una señal procedente del cielo, para ponerlo a prueba.12De modo que él gimió profundamente con su espíritu, y dijo: “¿Por qué busca señal esta generación? Verdaderamente digo: No se le dará señal alguna a esta generación”.13Con eso los dejó, volvió a embarcarse, y se fue a la ribera opuesta.
14Sucedió que se les olvidó llevar panes, y, con la excepción de un pan, no tenían nada consigo en la barca.15Y él se puso a ordenarles expresamente y a decir: “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”.16De modo que iban discutiendo los unos con los otros sobre el hecho de que no tenían panes.17Notándolo él, les dijo: “¿Por qué discuten sobre el no tener panes? ¿Todavía no perciben ni captan el significado? ¿Tienen su corazón embotado e incapaz de entender?18‘Aunque tienen ojos, ¿no ven?; y aunque tienen oídos, ¿no oyen?’ ¿Y no se acuerdan,19cuando partí los cinco panes para los cinco mil [hombres], cuántas cestas llenas de trozos recogieron?”. Le dijeron: “Doce”.20“Cuando partí los siete para los cuatro mil [hombres], ¿cuántas cestas de provisiones llenas de trozos recogieron?”. Y le dijeron: “Siete”.21Entonces les dijo: “¿Todavía no captan el significado?”.
22Ahora bien, arribaron a Betsaida. Aquí le trajeron un ciego, y le suplicaron que lo tocara.23Y tomando al ciego de la mano, lo sacó fuera de la aldea, y, habiendo escupido sobre los ojos de este, puso las manos sobre él y se puso a preguntarle: “¿Ves algo?”.24Y el hombre miró hacia arriba, y decía: “Veo hombres, porque observo lo que parece árboles, pero están andando”.25Entonces él volvió a poner las manos sobre los ojos del hombre, y el hombre vio con claridad, y quedó restaurado, y veía todo distintamente.26De modo que él lo envió a su casa, diciendo: “Pero no entres en la aldea”.
27Entonces Jesús y sus discípulos partieron para las aldeas de Cesarea de Filipo, y en el camino se puso a interrogar a sus discípulos, diciéndoles: “¿Quién dicen los hombres que soy?”.28Ellos le dijeron: “Juan el Bautista, y otros: Elías, y otros: Uno de los profetas”.29Y él les hizo la pregunta: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Respondiendo, Pedro le dijo: “Tú eres el Cristo”.30Entonces les ordenó con firmeza que no dijeran a nadie acerca de él.31También, comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tenía que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos y los sacerdotes principales y los escribas, y ser muerto, y levantarse tres días después.32De hecho, con franqueza les hacía aquella declaración. Mas Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.33Él se volvió, miró a sus discípulos, y reprendió a Pedro, y dijo: “Ponte detrás de mí, Satanás, porque tú no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres”.
34Entonces llamó a sí a la muchedumbre con sus discípulos y les dijo: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo.35Porque el que quiera salvar su alma, la perderá; mas el que pierda su alma por causa de mí y de las buenas nuevas, la salvará.36En realidad, ¿de qué provecho le es al hombre ganar todo el mundo y pagarlo con perder su alma?37¿Qué, realmente, daría el hombre en cambio por su alma?38Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzará de él cuando llegue en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.