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Thursday, August 27, 2009

La Soberanía de Jehová y su Reino:


La soberanía de Jehová y el Reino de Dios
“Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad [...]. Tuyo es el reino, oh Jehová.” (1 CRÓNICAS 29:11.)
“JEHOVÁ mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación.” (Salmo 103:19.) Con estas palabras, el salmista se refirió a la soberanía de Dios. Por ser el Creador, él tiene todo el derecho a ser el Soberano del universo.
2 Claro está, para que un soberano pueda ejercer su autoridad, tiene que haber súbditos. En el caso de Jehová, sus primeros súbditos fueron los seres espirituales que creó: su Hijo unigénito y, más tarde, los demás ángeles (Colosenses 1:15-17). Muchos siglos después, el profeta Daniel tuvo una visión de la corte celestial: “Seguí contemplando hasta que se colocaron tronos y el Anciano de Días se sentó. [...] Había mil millares que seguían ministrándole, y diez mil veces diez mil que seguían de pie directamente delante de él” (Daniel 7:9, 10). Durante incontables milenios, Jehová —“el Anciano de Días”— ha ejercido su autoridad como Soberano sobre una inmensa y organizada familia de hijos espirituales. Estos le sirven, o ministran, haciendo la voluntad divina (Salmo 103:20, 21).
3 Más adelante, Jehová extendió sus dominios creando un vasto y complejo universo físico, que incluía la Tierra (Job 38:4, 7). A los ojos de un observador humano, los cuerpos celestes se mueven con tal orden y precisión que no parecen necesitar que nadie los guíe o gobierne. Sin embargo, el salmista dijo con respecto a ellos: “[Jehová] mismo mandó y fueron creados. Y los tiene subsistiendo para siempre, hasta tiempo indefinido. Ha dado una disposición reglamentaria, y esta no pasará” (Salmo 148:5, 6). De modo que Jehová nunca ha dejado de ejercer su soberanía, es decir, su derecho a gobernar. Siempre ha regulado y dirigido el funcionamiento del universo físico, y no solo las actividades de la región espiritual (Nehemías 9:6).
4 Al crear a la primera pareja de seres humanos, Dios ejerció su autoridad de una nueva forma. Además de darles todo lo necesario para que gozaran de una vida feliz y con sentido, Jehová les otorgó control sobre la creación animal. En otras palabras, delegó en ellos cierto grado de autoridad (Génesis 1:26-28; 2:8, 9). De este modo, Dios demostró que no solo es un gobernante bueno y considerado, sino que además otorga honra y dignidad a sus súbditos. Mientras Adán y Eva aceptaran la soberanía de Jehová, vivirían eternamente en una Tierra paradisíaca (Génesis 2:15-17).
5 Pues bien, ¿qué aprendemos de todo lo dicho hasta ahora? En primer lugar, que Jehová siempre ha ejercido su soberanía sobre toda la creación. En segundo lugar, que es un gobernante bueno y considerado que otorga dignidad a sus súbditos. Y por último, que si lo reconocemos como nuestro Soberano y le obedecemos, recibiremos bendiciones eternas. No nos sorprende que David, rey de la antigua nación de Israel, se sintiera impulsado a decir: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo” (1 Crónicas 29:11).
¿Por qué se necesita el Reino de Dios?
6 Puesto que Jehová es y siempre ha sido el Soberano del universo, ¿qué función cumple el Reino de Dios? Para contestar esta pregunta, pensemos en cómo gobiernan a sus súbditos los reyes humanos. Por lo general, no lo hacen directamente, sino mediante diversos organismos. Pues bien, Jehová utiliza el Reino de manera parecida. El Reino de Dios es un instrumento de gobierno, una de las formas en las que él ejerce su soberanía universal sobre sus súbditos.
7 Como hemos visto, Jehová ha ejercido de distintas formas su autoridad como Soberano. Pues bien, al surgir una nueva situación, Jehová decidió ejercer su soberanía de una nueva forma. Esa situación se planteó cuando uno de sus hijos espirituales —quien llegó a ser conocido como Satanás— se rebeló contra él y convenció a Adán y Eva para que lo imitaran. Su rebelión fue un ataque directo contra la soberanía de Jehová. ¿Por qué puede decirse eso? Porque cuando Satanás le dijo a Eva que no moriría si comía del fruto prohibido, en realidad estaba insinuando que Jehová había mentido y que, por tanto, no era digno de confianza. Pero aún dijo más: “Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”. Al decir eso, Satanás también dio a entender que a Adán y Eva les iría mejor si desobedecían a Dios y se independizaban de él (Génesis 3:1-6). Es obvio que aquella rebelión fue un claro desafío al derecho que Dios tiene a gobernar. Ahora bien, ¿cómo reaccionaría Jehová?
8 ¿Qué haría un rey si estallara una rebelión en su reino? A quien le guste la historia sabrá que casi ningún gobernante pasaría por alto el incidente. Por muy bueno y considerado que fuera el rey, de seguro juzgaría culpables de traición a los rebeldes y nombraría a alguien para sofocar la rebelión y restaurar la paz. Del mismo modo, Jehová —en pleno control de la situación— juzgó de inmediato a los rebeldes y dictó sentencia contra ellos. En el caso de Adán y Eva, determinó que no merecían la vida eterna y los expulsó del jardín de Edén (Génesis 3:16-19, 22-24).
9 Jehová también condenó a Satanás. En su sentencia contra él, reveló que ejercería su soberanía de una nueva forma mediante la cual restauraría la paz y el orden en todos sus dominios. “Pondré enemistad entre ti y la mujer —le dijo al Diablo—, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón” (Génesis 3:15). Con esta profecía, Jehová indicó su intención de nombrar a una “descendencia” que aplastaría a Satanás y a sus aliados y que probaría que Él tiene todo el derecho a gobernar (Salmo 2:7-9; 110:1, 2).
10 Aquella descendencia resultó ser Jesucristo y un grupo de discípulos que gobernarían con él. Todos ellos juntos forman el Reino mesiánico de Dios (Daniel 7:13, 14, 27; Mateo 19:28; Lucas 12:32; 22:28-30). Sin embargo, nada de esto se supo desde el principio. De hecho, el apóstol Pablo dijo que el desarrollo de aquella primera profecía fue un “secreto sagrado [...] guardado en silencio por tiempos de larga duración” (Romanos 16:25). Durante siglos, hombres y mujeres de fe esperaron con anhelo que se revelara ese “secreto sagrado” y que, de acuerdo con esa primera profecía, se vindicara la soberanía de Jehová (Romanos 8:19-21).
El “secreto sagrado” se revela progresivamente
11 Poco a poco, Jehová fue revelando detalles del “secreto sagrado del reino de Dios” a diversas personas (Marcos 4:11). Una de ellas fue Abrahán, a quien se le llamó “amigo de Jehová” (Santiago 2:23). Dios le prometió que lo convertiría en “una nación grande”. Tiempo después le aseguró: “Reyes saldrán de ti”. Y más adelante le dijo: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra” (Génesis 12:2, 3; 17:6; 22:17, 18).
12 Antes del tiempo de Abrahán, el hombre ya había intentado establecer sus propias formas de gobierno. Tal fue el caso de un bisnieto de Noé llamado Nemrod. Según la Biblia, este “cazador en oposición a Jehová” fue el primero en “hacerse un poderoso en la tierra” (Génesis 10:8, 9). Todas las personas que, como Nemrod, se proclamaron soberanos no fueron más que títeres en manos del Diablo. Tanto ellos como sus partidarios formaron parte de la descendencia de Satanás (1 Juan 5:19).
13 Pero no hay nada que pueda frustrar el propósito de Dios, ni siquiera los repetidos intentos de Satanás por levantar gobernantes humanos. Mediante Jacob, un nieto de Abrahán, Jehová predijo: “El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos” (Génesis 49:10). Estas palabras predecían la llegada de alguien llamado Siló, que significa “Aquel de Quien Es” o “Aquel a Quien Pertenece”. Solo él tendría el derecho de recibir “el cetro” y “el bastón de comandante” (símbolos de soberanía y de poder) para gobernar a todos “los pueblos”. Pues bien, ¿quién sería Siló?
“Hasta que venga Siló”
14 El primer descendiente de Judá que escogió Jehová para reinar sobre su pueblo fue un pastor: David, el hijo de Jesé (1 Samuel 16:1-13). Pese a que cometió graves errores y pecados, David contaba con la aprobación de Jehová, pues era un hombre leal que apoyaba la soberanía divina. Dios hizo un pacto con él y en este reveló más detalles sobre la profecía de Edén. “Ciertamente levantaré tu descendencia después de ti, que saldrá de tus entrañas —le dijo Jehová—; y realmente estableceré con firmeza su reino.” Esa “descendencia” no podía limitarse a Salomón, el hijo y sucesor de David, ya que Dios también declaró: “Estableceré el trono de su reino firmemente hasta tiempo indefinido”. Según el pacto davídico, la prometida “descendencia” del Reino vendría del linaje de David (2 Samuel 7:12, 13).
15 David fue el primero de una dinastía de reyes a los que el sumo sacerdote ungía con aceite santo. Por esta razón se les puede llamar ungidos, o mesías (1 Samuel 16:13; 2 Samuel 2:4; 5:3; 1 Reyes 1:39). La Biblia indica que se sentaban en el trono de Jehová y que reinaban para Jehová en Jerusalén (2 Crónicas 9:8). Puede decirse, por tanto, que el reino de Judá prefiguró al Reino de Dios, pues también era una expresión de la autoridad de Jehová como Soberano.
16 Mientras el rey y el pueblo se sometieran a la soberanía divina, Jehová los protegería y bendeciría. Esto fue lo que ocurrió durante el reinado de Salomón, el cual se distinguió por una paz y prosperidad inigualables. Además, este reinado ilustró cómo será la vida bajo el Reino de Dios, cuando no quede rastro de la influencia de Satanás y ya se haya vindicado la soberanía de Jehová (1 Reyes 4:20, 25). Pero, por desgracia, la mayoría de los reyes del linaje de David no estuvieron a la altura de los requisitos divinos, y el pueblo cayó vez tras vez en la trampa de la idolatría y la inmoralidad. Al final, Jehová permitió que los babilonios destruyeran este reino en el año 607 antes de nuestra era. Todo parecía indicar que Satanás había conseguido su propósito: desprestigiar la soberanía de Jehová.
17 Es cierto que el reino de Judá, con sus reyes del linaje de David, dejó de existir, tal como le había ocurrido antes al reino de Israel. Sin embargo, esto no probó que Jehová no tuviera el derecho a gobernar o que no pudiera hacerlo bien. Al contrario, puso al descubierto los lamentables resultados de independizarse de Dios y dejarse llevar por Satanás (Proverbios 16:25; Jeremías 10:23). Como muestra de que seguía ejerciendo su soberanía, Jehová declaró mediante el profeta Ezequiel: “Remueve el turbante, y quita la corona. [...] Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él” (Ezequiel 21:26, 27). Así indicó que la “descendencia” prometida —“aquel que tiene el derecho legal”— todavía no había llegado.
18 Avancemos en el tiempo hasta el año 2 antes de nuestra era. En Nazaret, una ciudad galilea del norte de Palestina, una joven virgen llamada María recibe la visita del ángel Gabriel. “¡Mira! —le dice él—, concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.” (Lucas 1:31-33.)
19 Por fin se había acercado el momento de que se revelara el “secreto sagrado”. Estaba a punto de aparecer la parte principal de la “descendencia” prometida (Gálatas 4:4; 1 Timoteo 3:16). Es cierto que Satanás le magullaría el talón, pero la “descendencia” le magullaría la cabeza a Satanás y así acabaría de una vez por todas con él y sus secuaces. Tal “descendencia” también demostraría que, mediante el Reino de Dios, se reparará todo el daño que el Diablo ha causado y se vindicará la soberanía de Jehová (Hebreos 2:14; 1 Juan 3:8). Ahora bien, ¿cómo haría Jesús todo esto? ¿Y qué ejemplo nos dejó para que lo imitáramos? Estas preguntas se contestarán en el siguiente artículo.
[Nota]
Aunque el primer rey escogido por Dios para gobernar Israel fue Saúl, este pertenecía a la tribu de Benjamín (1 Samuel 9:15, 16; 10:1).
¿Podemos explicarlo?
• ¿Por qué tiene Jehová todo el derecho a ser el Soberano del universo?
• ¿Por qué decidió Jehová instaurar el Reino?
• ¿Cómo fue revelando Jehová poco a poco el “secreto sagrado”?
• ¿Qué muestra que Jehová continuó ejerciendo su soberanía pese a la caída del reino de Judá?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Por qué tiene Jehová todo el derecho a ser el Soberano del universo?
2. ¿Qué visión tuvo Daniel de la corte celestial de Jehová?
3. ¿En qué otro ámbito ejerce Jehová su soberanía, y cómo lo hace?
4. ¿Cómo ejerce Jehová su soberanía sobre los seres humanos?
5. ¿Qué sabemos de Jehová como Soberano?
6. ¿Cuál es la relación entre el Reino de Dios y la soberanía de Jehová?
7. ¿Por qué decidió Jehová ejercer su soberanía de una nueva forma?
8, 9. a) ¿Qué haría un rey si estallara una rebelión en su reino? b) ¿Qué hizo Jehová cuando estalló la rebelión en Edén?
10. a) ¿Quiénes resultaron ser la predicha “descendencia”? b) ¿Qué dijo Pablo acerca del desarrollo de la primera profecía bíblica?
11. ¿Qué detalles reveló Jehová a Abrahán?
12. ¿Quiénes formaron parte de la descendencia de Satanás tras el diluvio de Noé?
13. ¿Qué predijo Jehová mediante Jacob?
14. ¿Qué pacto hizo Jehová con David?
15. ¿Por qué puede decirse que el reino de Judá prefiguró al Reino de Dios?
16. ¿Cómo acabó el reinado de los reyes de Judá?
17. ¿Qué palabras indicaron que, pese a la caída del reino de Judá, Jehová seguía ejerciendo su soberanía?
18. ¿Qué le reveló el ángel Gabriel a María?
19. Con el nacimiento de Jesús, ¿qué emocionante suceso se había acercado?
[Ilustración de la página 23]
¿Qué reveló Jehová mediante Abrahán?
[Ilustración de la página 25]
¿Por qué no demuestra la caída del reino de Judá que Jehová no es capaz de gobernar bien?.

De la Biblia:

”’”Y Jehová te ha declarado que una casa es lo que Jehová hará para ti. 12 Cuando se cumplan tus días, y tengas que yacer con tus antepasados, entonces yo ciertamente levantaré tu descendencia después de ti, que saldrá de tus entrañas; y realmente estableceré con firmeza su reino. 13 Él es el que edificará una casa para mi nombre, y ciertamente estableceré el trono de su reino firmemente hasta tiempo indefinido.

David: el ungido de Jehová:

16 Con el tiempo Jehová dijo a Samuel: “¿Hasta cuándo estarás de duelo por Saúl, en tanto que yo, por otra parte, lo he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y anda. Te enviaré a Jesé el betlemita, porque entre sus hijos me he provisto un rey”. 2 Pero Samuel dijo: “¿Cómo puedo ir? Tan pronto como Saúl lo oiga, ciertamente me matará”. Y Jehová pasó a decir: “Debes llevar contigo una ternera de la vacada, y tienes que decir: ‘Para ofrecer sacrificio a Jehová es para lo que he venido’. 3 Y tienes que llamar a Jesé al sacrificio; y yo, por mi parte, te daré a conocer lo que debes hacer, y tienes que ungirme al que yo te designe”.
4 Y Samuel procedió a hacer lo que Jehová había hablado. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad se pusieron a temblar al encontrarlo, así que dijeron: “¿Significa paz tu venida?”. 5 A esto él dijo: “Significa paz. Para ofrecer sacrificio a Jehová es para lo que he venido. Santifíquense, y tienen que venir conmigo al sacrificio”. Entonces santificó a Jesé y a sus hijos, después de lo cual los llamó al sacrificio. 6 Y aconteció que, al entrar ellos y al alcanzar él a ver a Eliab, en seguida dijo: “De seguro su ungido está delante de Jehová”. 7 Pero Jehová dijo a Samuel: “No mires su apariencia ni lo alto de su estatura, porque lo he rechazado. Porque no de la manera como el hombre ve [es como Dios ve], porque el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón”. 8 Entonces Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, pero él dijo: “Tampoco a este ha escogido Jehová”. 9 En seguida Jesé hizo pasar a Samah, pero él dijo: “Tampoco a este ha escogido Jehová”. 10 Así que Jesé hizo que siete de sus hijos pasaran ante Samuel; aun así, Samuel dijo a Jesé: “Jehová no ha escogido a estos”.
11 Por fin Samuel dijo a Jesé: “¿Son estos todos los muchachos?”. A lo que él dijo: “El más joven ha sido omitido hasta ahora, y, ¡mira!, está apacentando las ovejas”. Por lo cual Samuel dijo a Jesé: “Manda a traerlo, porque no nos sentaremos para la comida hasta que él venga acá”. 12 Por consiguiente, él envió y lo hizo venir. Ahora bien, era rubicundo, un joven de hermosos ojos y gallarda apariencia. Entonces dijo Jehová: “¡Levántate, úngelo, porque este es!”. 13 Por lo tanto Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu de Jehová empezó a entrar en operación sobre David desde aquel día en adelante. Más tarde, Samuel se levantó y procedió a irse a Ramá.

De la Biblia:

El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos.

Pacto de Jehová con David:

Jueves 27 de agosto
El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló (Gén. 49:10).
El primer descendiente de Judá que escogió Jehová para reinar sobre su pueblo fue un pastor: David, el hijo de Jesé (1 Sam. 16:1-13). Pese a que cometió graves errores y pecados, David contaba con la aprobación de Jehová, pues era un hombre leal que apoyaba la soberanía divina. Dios hizo un pacto con él y en este reveló más detalles sobre la profecía de Edén. “Ciertamente levantaré tu descendencia después de ti, que saldrá de tus entrañas —le dijo Jehová—; y realmente estableceré con firmeza su reino.” Esa “descendencia” no podía limitarse a Salomón, el hijo y sucesor de David, ya que Dios también declaró: “Estableceré el trono de su reino firmemente hasta tiempo indefinido”. Según el pacto davídico, la prometida “descendencia” del Reino vendría del linaje de David (2 Sam. 7:12, 13).

Crónica de Adela Soto Alvarez:




VICTOR EL HOMBRE NUEVO (CRONICA)

Ayer a las 18:30
Víctor no fue siempre este hombre con la ropa rasgada y en muletas que vemos por las calles pinareñas a la caza de unos centavos, o pidiéndo un pedazo de pan para poder calmar los jugos gástricos.Tampoco fue el mendigo que todos apodan “Mala sangre”o Chuleta” que duerme sobre el primer banco de un parque o en los asientos de la terminal de ómnibus provincial, donde a la hora de realizar el aseo del inmueble lo levantan a gritos e improperios, tildándolo de loco.Víctor una vez fue niño, adolescente y hombre dedicado por entero a su especialidad en números.Dirigió con valentía una de las tantas empresas cubanas, se aferró a los planes anuales y del quinquenio, y defendió con uñas y dientes los sobre giros económicos cada vez que a su director se le encaprichaba formar un precio, sin tener presente esta política y los pasos a seguir en la modalidad financiera, la que por muchas veces se llevó a la banca rota el presupuesto estatal.Todo esto lo enfrentaba Víctor, pero no se quejaba, porque era fiel a sus principios y lo importante y sagrado era el deber cumplido y hacer todo lo posible por su país, aunque sus hijos carecieran de su presencia en las noches de descanso y en los fines de semana.A pesar de que su esposa Maria estuviera embarazada y presentara cualquier dolencia, porque su tiempo estaba siempre cronometrado.Y así se le veía por las calles de Pinar del Rió, con su maleta en mano repleta de papeles y sin tiempo ni para dar los buenos días a sus vecinos, ni compañeros de trabajo.Muchas veces almorzaba o comía en la oficina donde laboraba y encima del buró a causa de los intensos proyectos que empezaba afanosamente y tenía a mitad del camino por órdenes superiores que cambiar por otros, pero no se quejaba porque como buen cubano y revolucionario callar, soportar, y cumplir eran sus mejores virtudes.Muchas veces nuestro Víctor fue seleccionado por la masa sindical como “Trabajador ejemplar” “Vanguardia del mes” Vanguardia del año” “Destacado” y hasta “Héroe del Trabajo” por su destacada labor y participación en todas las tareas asignadas por el PCCSin exagerar puedo decirles que Víctor integró las filas del partido como militante desde muy temprana edad, gracias a su actitud y disciplina partidista, y todas las zafras supieron de su presencia voluntaria, porque llegó a ser uno de los mejores macheteros y recolectores de tabaco. También apoyó las microbigradas, e hizo cuanto trabajo productivo o voluntario se le asignaba.Era todo un hombre nuevo, sin manchas del pasado, por eso un día fue seleccionado para ir a cumplir una misión internacionalista a Angola._! Eres lo máximo!- Le decían sus amigos y colegas de trabajo, y el se sentía feliz, dichoso, e importante y con todos estos sentimientos una mañana del mes de julio salió a defender otros parajes del mundo, dejando por detrás sus cuatro hijos y a Maria la fiel esposa a punto de dar a luz.En Angola estuvo por dos años y tres meses, enfrentado las tropas enemigas. Sufrió de inmensas heridas de balas, y por muchos meses tuvo que estar hospitalizado a causa de la malaria y el tifus, pero no desmayaba en su intento, y seguía al frente de la encomienda como todo un soldado cubano.En Angola perdió a la esposa, porque se cansó de ser la última y alguien le ofreció compañía. Los hijos se acostumbraron a no verlo nunca y como es natural escogieron cada uno su destino y fueron pasando su presencia a segundo plano. En fin en Angola perdió todo vínculo filial y dejó uno de sus miembros inferiores, así como un dedo de la mano derecha, aunque el pecho se lo llenaron de medallas por el deber cumplido, y varios diplomas de congratulación.Cuando Víctor regresó a su país, ya no era el hombre fuerte que enfrentaba todas las batallas, ya no era el trabajador destacado, ni el hombre integro que dedicaba horas enteras al trabajo, se había convertido en un mutilado de guerra, en un estorbo para la sociedad, un jubilado, pensionado con una mísera chequera que no le alcanzaba ni para empezar el mes.A causa del tiempo que ahora si le podía dedicar a la vida, fue descubriendo cual había sido su trayecto por ella, y se dio cuenta que lo había dado todo a cambio de una inmensa soledad y desamparo.Muchas fueron las realidades que tuvo que enfrentar nuestro Víctor, hasta que la decepción lo invadió de pies a cabeza y decidió tomar otro camino con el objetivo de mejorar su autoestima tan lastimada, pero por mucho que trató de enmendarlo, todo le fue imposible porque una enfermedad mental se estaba apoderando de su cerebro.Médicos, especialistas en psiquiatría, sicoterapias colectivas, psicotrópicos, calmantes, sedantes, en fin hasta 10 electrochoques, para mejorar sus psicosis de guerra, pero las respuestas fueron todas negativas y no le quedó otra opción que engrosar la fila de los enfermos mentales.Como es de imaginarse el hospital no fue su salvación, por lo que decidió vagabundear de un lugar a otro. Unas veces ausente presente, otras pensando que le era necesario conocer de cerca el mundo que lo rodeaba, perdido en las tinieblas de sus responsabilidades hasta ese momento.En fin todo lo había perdido, hasta el hogar lo cambio en medio de sus crisis por una botella de guarfarina para ahogar las penas del alma.Quienes lo conocieron no se detienen a su paso, ni le brindan protección alguna. Los que no lo conocieron lo ven como un mendigo más de la sociedad cubana.Pero quién fue este hombre, lo que dio y lo que hizo por su país, de acuerdo a su intocable ideología, eso nadie lo pregunta, y si lo sabe cada cual responde a su propio criterio.Lo cierto es que Víctor se ha convertido en un guiñapo humano, un hombre con las fieras vencidas y en un país donde lo que hiciste no es importante, sino lo que estas haciendo ahora.Méritos y medallas, diplomas y de condecoraciones pasaron al olvido, su vida descansa dentro del alcohol y los disturbios mentales, donde unas veces se cree El Rey del mundo, otras Napoleón, o Ulises, mientras sus ojos redondos y cansados se afanan en buscar un rostro amigo.