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Monday, April 25, 2011

Acción de gracias ( Por Diana Margarita):

Gracias, Jehová,por este café fuerte.
Por esa luz que me saluda las ventanas.
Por el aliento y la paz espiritual que irradias.
Por tus alas protectoras y remeras
en este mundo que marcha a la deriva.

Gracias, Jehová, por tu sustento
y esas flores humildes, perfumadas,
que me ofrendas.
Por cada detalle y caricia silenciosa.
Por los libros y poemas permitidos.
Por esta tertulia inmensa y permanente.
Por tus arpas, violines, querubines...

Gracias, Jehová, por este lecho limpio
y este templo que te ofrezco.

Gracias, Jehová, por no dejarnos.
Por este regocijo y estas bendiciones.
Por el ánimo y la fortaleza.
Por suplicarte y ablandar tu corazón.
Por ser tan recto.
Por este Pacto para siempre.

Gracias, Jehová, por esta pascua desfasada.
Y estas tortas sin fermento.
Gracias por los cantores y las endechas.
Gracias por tus Escrituras
y mi libertad para escudriñarlas
Y para meditarlas siempre.
Gracias por nuestros libros y Cantares.

Gracias por tus talentos,
tu oro puro, tu plata,
tu oro de Ofir, tu piedra rara
de ónice y el zafiro,
tus vidrios, tus vasos refinados,
tus corales y cristales de roca,
tus bolsas y perlas,
tu topacio de Cus.
( Gracias por tu sabiduría).
Gracias por tu lluvia
y hasta tus truenos.
Gracias por tus nubes y tempestades.
Gracias, Jehová, por temerte
Y apartarme del mal
en esta OSTRA
del ENTENDIMIENTO.
Gracias por el Arcoiris,
por El Reino y por el planeta.

Me emplea la solitaria lluvia de abril ( Poema de Diana Margarita):

Hoy me emplea la solitaria lluvia de abril
y tamborileo y danzo su compás
con mis dedos sobre los cristales nuevos.
Y ella sobre la alfombra
del cemento y el verdor,
todavía permisible,
en el que brotan tulipanes efímeros,
que serán cortados
para ir a parar a búcaros caseros.
Y ella no sobre la pájara pinta
sino sobre pájaros grises
y de pechera carmelita
con tímida y dudosa identidad.
Y ella blanqueando
cascarones rotos,
vislumbrados por los niños como huevos
hace días.
Y yo achacándolo a su fantasía:
puras piedras blancas sin vida.
Y ella sobre el árbol que  anida y retoña,
sobre el columpio
y las blancas sillas
plásticas, veraniegas y otoñales
para las extensas tardes
de contemplar el horizonte
de camposantos lúgubres y azules.