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Sunday, November 09, 2014

Novela "La Violación" Parte 4: Yo, Berta ( Ficción ):

III-

"Que se vayan"....

El Exodo:

En mayo de 1980, desde la prisión en que me hayaba, otra vez embarazada, ahora de las jimaguas, le planteé a mi madre breve y sinceramente mi determinación bastante comprometedora de irme del país. Estaba muy molesta porque mi embarazo era riesgoso y no dejaban que me pasaran la dieta reforzada que requería, ni allí me la aseguraban tampoco por supuesto.
Tenía inexorablemente que alejarme, separarme de casi todo lo que adoraba en la vida, con excepción de mis hijos. Al Machy no lo podia dejar por detrás ya que era era su madre.El estaba muy pequeño,


 lo que significaba que por él votaba yo misma. Me enorgullecía de lo Buena madre que era. Estaba dispuesta a cambiar mi vida toda por mis hijos.
Pero fueron implacables al separarme de mi niño y no respetar mi nuevo embarazo, a pesar de todas las gestiones de mi hermana, la cual llegó al Jefe de la Prisión a través de una prima de mi cuñado, que a su vez era parienta de un pariente del militar de alta graduación. Al final, lo más que logró fue que dejaran pasarme algunas cosas de comer cada cierto tiempo. Y todo por la insistencia y fidelidad de mi hermana, que aún en sus peores circunstancias futuras, era confiable al punto de que la Directora Provincial de Educación Marina, llegó a decir que la quería delante y detrás de ella en una guerra. Y sí, mi hermana siempre andaba en la vanguardia de francotiradora, en cada peligro, alerta siempre, pero a la vez en la retaguardia jamás dañaría a nadie para salir airosa o sobresalir. Ese es el nombre de mi hermana: Hermana.
Yo estaba segura de que en el exilio seguiría siendo muy buena madre. Aseguraba en mi carta que ni el lugar donde mis hijos crecieran, ni nadie, podía hacerme desviar mis Buenos ejemplos para con ellos. Pero era una decision muy dura pues amaba a toda mi familia. Los únicos seres que en realidad llevaba en mi corazón y deseaba con toda el alma tener siempre a mi lado y por toda la vida eran mis padres, mis hermanos, mis sobrinos, mi padrastro y mi cuñado. Fuera de ellos, todo lo demás me era indiferente. Estaba más que convencida de que ellos no me seguirían en ese viraje radical a mi existencia. Muchas razones los ataban a nuestro país, por eso no podrían seguirme, pero les reclamaba que, por favor, me entendieran, pero sobre todo Hermana no podia entenderme.
Era absurdo, ni pensarlo, que ellos se fueran. Yo misma lo haría con un gran dolor. Mi actitud podia desconcertar a Hermana, porque era mi Lazarillo, mi Angel de la Guarda, pero le rogaba a mi madre que le hiciera saber que sus preocupaciones, yo lo prometía, no se harían reales.
Yo estaba consciente de que mis hijos crecerían en un medio diferente, muy diferente, mas Hermana, ni nadie podia dudar de mi condición de madre. Estaba segura de poder educarlos sin desviaciones si me lo proponía.
El caso de mis hermanos y de mi misma lo presentaba como la prueba más clara: aunque el medio no había sido ni muy hostil ni muy brillante, a unos no los desvió y otros sí se desviaron. Entonces todo el que no seguía la senda trazada por los gobernantes era alguien con desviaciones. Yo me incluía en el segundo grupo. Aseguraba que el medio no fue la causa, y eso no significaba que la culpa fuera ni de mis padres ni de Dios. Todo fue el productode nuestras cabezas locas.
Hermana lo veía todo diferente por su Marxismo, por su determinismo materialista dogmático y fanático de ese tiempo. Repetía lo que le decían y creía y era muy joven para sacar conclusiones propas después de un análisis más profundo de los libros y de la vida. Ella era autodidacta en esos asuntos. Recuerdo que los estudiaba por un Manualito por la tarde y se los zumbaba por la noche a sus alumnos en la Facultad Obrero-Campesina.
Pero me preocupaba mucho lo que pensara Hermana de mi conducta, de mis decisions y mis pasos. Ella siempre trató de rescatarme del mal: me becó, se portó como una madre amorosa conmigo y mis hermanos, me celebró mis Quince, hizo todas las gestiones, buscó el dinero, el kake, los dulces, los refrescos, los bocaditos, la cerveza, el hielo, nos tiramos muchas fotos memorables, que después yo, en una de mis borracheras las perdí con casi todos mis documentos. Nunca aparecieron. Y lo lindas que quedaron!. Creo que lo dejé todo cerca de la línea del tren, antes de que nos apresara la policía por el show que metimos en plena calle.
Hermana hizo mucho por salvarme. Pero yo la engañaba desde que decidí irme de la escuela en complicidad relative con mi madre, a la que en cierta medida engañé también, pues le dije que no terminaría la Secundaria porque estudiaría en un Curso de Enfermería ese mismo año en mi provincial y así estaría más cerca de ella.
Aquello fue un cuento y pronto escogí mis junteras y me perdí en el mundo. Aún así Hermana trató de arreglar las cosas a su manera: me llevó varias veces de regreso a casa de nuestra madre, pero yo prefería vivir en las cuarterías de la calle Maceo, de frente a Coppelia, de cerca de la pizzeria Terracina y hasta en el Velez.
Mi casa de familia no era mi Palacio. Me aburría, me asfixiaba, me deprimía, me ponía muy ansiosa. No soportaba el control rígido, las peleas de los adultos entre ellos y o conmigo y mis hermanos.No aguantaba aquella esclavitud.
Los viejos ajenos eran muy bondadosos conmigo y me admitían la libertad de trasnochar, tener amigos y aventuras emocionantes. Había salido como mi padre: borracha, parrandera, jugadora. Me encantaba apostar a adivinar el número de las chapas de los carros que pasaban cerca del Parque del Bosque o Francés, frente a la pizzeria a la que Hermana bautizó como la de "los gatos". Ella siempre nombraba las cosas. La pizzeria se empezó a construer cuando ella estaba en la Primaria o empezando la Escuela Secundaria, así como el Parque de la Independencia nuevo. Vio cuando se llevaron la estatua del Titán de Bronce. Allí jugó, se lanzó por las canals de la glorieta. Hermana vio cuando acabaron con los álamos y hastacon los ángeles del techo
 del Teatro Milanés. Y si no lo vio, lo imaginó, que para ella siempre fue lo mismo. Así me lo contó, como algo vívido, transparente.
Una vez mi Protectora o Tutora hasta me matriculó en la Facultad para que estudiara de noche, cosa que estaba de moda. Conmovió a la tan humana Directora, amiga, compañera y condiscípula suya. Le contó toda la verdad de mi y me ayudó. La Directora era del Partido, el único permitido, pero no era una empachada, no. Ya yo tenía al Machy y todo.
Hermana se llevó al pequeño para su casa en La Vega y yo daba mil carreras llevándole la leche y las cosas del pueblo para allá, hasta que nos pusimos en su libreta de abastecimiento de productos alimenticios. Entre las dos cuidábamos a Machy para que yo estudiara.
Pero de pronto llegó mi nuevo encarcelamiento y fue cuando mi madre se llevó a Machy con ella porque Hermana estudiaba, trabajaba y se preparaba de algún modo para una Guerra que nunca llegó.
Hermana trabajaba día y noche y tenía que llevar sus hijos al Círculo Infantil y a la Escuela.
Cuando me puse a estudiar de noche mis amigos del ambiente callejero se burlaban de mi. Yo tenía tatuajes en los brazos que me hice en la cárcel y tenía que andar en la Facultad siempre con mangas porque me acomplejaba que supieran que había sido delincuente. Nada, que acabé oyendo más a la serpiente y regresé a aquel camino turbio que me atraía.