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Tuesday, January 21, 2014

Novela " La Violación" Ficción.

Capítulo 49: El heroismo cotidiano:


"A la boda vinieron parientes de ambos de Artemisa y Pinar del Río. Aparecieron dos peluqueras, una profesional y otra improvisada, a la que atribuyeron malos motivos los chismosos? de la familia de Pedro José del Sol. Según alguien había un amorío entre su papá y la Señora. Luego descubriría con él mismo que su pequeña hija rubia y de ojos verdes era la que lo deseaba, y al cabo de los muchos años, cuando ya ni venía al caso, con mi propio hijo Danilo supe que se entendieron en la cama casi hasta el día de su heroica Muerte.
 En realidad mi suegro, todo parece indicar, que recibía favores de la mama de ella desde que  el Señor enviudó, y se limitaban a ayudarlo en el cuidado de los huérfanos y a lavarles la ropa, generalmente a cambio solo de su Amistad. Se llevaban muchos años y nunca hubo indicios de que sucediera algo entre ellos, aunque la Señora era famosa por sus infidelidades conyugales, su patriotismo y fidelidad al Gobierno, ella y toda su familia.
 Aquel día fue penoso para mí el trato que le dieron, después de un gesto para mi bonito hacia Pedro y hacia mi. Parecía quererlos sinceramente, fue siempre así, en lo que pude percibir.
Su hija sí se escondía cuando me veía, se iba a una laguna corriendo, apenas tenía siete u ocho años. Las fotos de la boda la enfurecieron. Según Pedro le confesaba sus sentimientos abiertamente, pero respetaba mucho su edad y particularmente su familia; eran muy amigos y habían estado juntos en grandes peligros.
La peluquera profesional estaba casada con el primo de mi esposo, que fue quien nos llevó a la Luna de Miel en su máquina o auto.Se nos enganchó una prima loquísima que coqueteó todo el tiempo antes, durante y después de la boda, con el mecánico que nos acompañó a nuestro destino, por si acaso necesitábamos ayuda por alguna rotura. Al llegar se arrepintió de todo y se negó a dormir con el hombre, lo que trajo gran inconveniente para el chofer y su esposa y para el mecánico, que habían hecho planes de quedarse en el hotel también.
Mi compañero se portó muy bien, muy dulce, cariñoso y fogoso los primeros años del matrimonio. Las fotos fueron bien originales, incluían hasta enterramientos en la fina arena de Varadero.Fumaba mucho, pero apenas tomaba, pese a tener contactos con la fábrica de Habana Club y de Guayabita del Pinar. Ibamos a muchos restaurantes y ocasionalmente a la Casa Central de las Fuerzas Militares, privilegio autorizado por el Ministro porque "se lo merecían". Era bastante altruista y honrado, aunque menos estricto que yo. Cuando tenía necesidades," resolvía" porque ya todos lo hacían.
Era bien original y hasta trastornado. Una noche que viajábamos de Pinar a La Habana, se le ocurrió bajar del omnibus en Consolación, simplemente para hacer el Amor en el piso de una casa en construcción, sobre una capa verde olivo, , de cuadros  negros, carmelitas y blancos. Amores locos, para impresionar los sentidos, sin planificación.
 Otra vez quiso también, sin necesidad, ir a un Albergue INIT en Centro Habana, solo quizás para recordar nuestro pasado con gente distinta y divertirse rompiendo la rutina. Ya embarazada, conversaba con los embriones, mediante su miembro.
Inventaba posiciones "como la del henequén" , cerca de Las Cuevas de Bellamar, en Matanzas. Le llamó así porque nos amamos en pleno campo ese día, de un modo determinado. Reía de lo lindo con lo que me contaba sobre cómo se enamoraban los gatos?. De hecho le empecé a apodar así.
De camino a la escuela, una noche de guardia, me profundizó en asuntos de topografía militar. Me explicó con detalle sobre cada estrella y constelación y cómo localizarlas en el cielo. Su jaket verde olivo era muy coqueto. Se había vaceado completo un pomo de perfume. Repugnaba aquel olor tan exagerado a Moscú rojo, por eso todavía no sé orientarme mucho de noche. Y fue una de las cosas que más asco me dieron durante los embarazos: los perfumes.
Me atendía ya en el Hospital Militar de Marianao y en el Naval de La Habana del Este, aunque quedaban bien lejos de Remanganagua. Entre 1974 y 1976 nacieron mis primeros hijos. Tuvimos que hacer  cunas de literas porque el espacio no nos alcanzaba para los niños. El Estudio parecía un gallinero, más que un hogar. Tuve que escribirle al Jefe porque Pedro no pedía nada para nosotros, y ya las Unidades de Combate no paraban, de maniobra en maniobra, para cumplir con el Internacionalismo Proletario.Había que "saber tirar y tirar bien" y que "ser como el Che".
Cuando nos despedimos en 1976 mi suegro, los muchachos y yo de Pedro, no encontramos en La Habana ni un Hotel de mala muerte que nos quisiera dar alojamiento. No importaba que Pedro pudiera morir en combate, lejos de sus seres queridos por una causa tan noble. Mi insulto fue apoteósico contra los empleados que se limitaron a decirme que "Cuba entera estaba en pie de Guerra. No son ustedes los únicos".
No obstante, seguí llenando planillas de Compromisos, año por año, para irme yo también a ser como " Tania La Guerrillera". Pero nunca me llamaron a misión. Solo me tocó "el heroismo cotidiano" de estudiar, trabajar, enseñar, ser paladín de la Propaganda, hacer guardias, trabajos voluntarios...., criar hijos y aguantar como una mula todo lo que vendría después en mi vida de mujer y madre".