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Tuesday, June 01, 2010

Poema de Diana Margarita Cantón:





Calibrachoa 'Million Bells'



"Tú duermes".


Tú duermes
por mil años
en mis sábanas,
húmedas de insomnio
y lágrimas.
Me das masajes
y pones prendedores
a regañadientes
y con leales suspiros.
Yo te alcanzo
las píldoras de vida,
aunque siempre
me enoje
con tus cosas.
Soy tu enfermera
y tu amante
que te busca
en Judas,
pero contigo estrena
los poemas.
Tú comes de mi mano.
Yo soy tu paloma
presa y mensajera
ahora que no habrá
ya más veranos.
Me has hecho
un palacio de cartón
con un jardín
de planta lila
solitaria
que me invento.
Yo siempre
he vivido de
invenciones
por carencias.
Yo siempre he soportado
tus rosas ausentes
y tu añoranza
que no escribes
ni cuentas

( Que te traga),

aunque no me escape
a los conciertos.

Yo riego mi plantita-
pese a todo.

Poema de Diana Margarita Cantón:


Posted: 31 May 2010 04:17 PM PDT

Fotos/Reuters

"Demiurga"

Tú estás conmigo
reinventado.
Yo te salvo.
Tú estás conmigo,
con tu gente.
El mundo te condena
Y yo te salvo.
Salvo tu belleza
y la separo del miedo,
del asco, del absurdo,
de la guerra, la violencia,
de las turbas, de lo feo.
Tú estás conmigo
en tu excelencia
y maestría,
lo mismo en La Habana
que en Tampa o Cayo Hueso...
Estás conmigo
y yo te beso.
Reinventado
de Estética, de Etica,
Melódico,
Espiritual,
Poético,
Sin mancha
te Reinvento.
Tú siempre fuiste
de barro
y a veces de bronce
y piedra.
Te moldeo.
Te recreo.
De ti no tomé
lo que más duele.
De ti tomé
lo que no eres.
Tomé quizás
tu querer ser,
mi querer
que fueras.
De ti me quedo
Mariposa, Colibrí,
pequeña cosa.
Me quedo lo mejor-
ya te lo dije.
Tú siempre fuiste
el mero mero.
No te engañes,
soy la diosa
que te salva.
Tú fuiste
el último,
el de siempre,
inalcanzable,
prohibido,
el de la estatua.
Tú siempre
estuviste
en mi pupitre
dándome
rosas de aire
y la congoja
de coordenadas
y de plaza.
Tú siempre serás
hasta que muera.
Tú siempre
más arriba,
más alante,
el de más grado.
A contracorriente.
A contraviento y marea.
Tú siempre
cayendo para arriba.
Salvado del río
y de las olas
de mi blusa.
Tú siempre
en tu monte
y en tu puerto.
Tú siempre
entrando
y saliendo
de las rejas.
Tú siempre
poniéndome
en la lista,
libando la miel
de las abejas.


Tú siempre
nadando
entre dos aguas,
más diciendo
en todo sitio
lo que piensas.
No lo ignores,
yo te hice,
aunque tanta
marea
nos separe.
Tú, el inventado,
irás conmigo
al Paraíso
de mis Letras,
ya sin mares.
Emerges en ellas
níveo, puro,
santo, niño
de mi corazón.
Yo que no fui mala,
ni fui buena
te fabrico
en tierra firme,
en el imperio
y en el templo
donde robas
las notas
a desespacio
y a destiempo
cuando sueño.