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Saturday, September 21, 2013

Desastres naturales:


Novela de Ficción " La Violación" Continuación:

Por: Diana Margarita Cantón Martínez.
Capítulo: " Señal de Alerta".

 
"Lo sentía mucho por Juan y sus hijos, sobre todo por la más pequeña, pero tenía que amarme a mi misma, constituir un día mi propia familia y ser feliz.
Juan me había contado que lo de la niña fue por las locuras de Juana de Los Caprichos que hizo una promesa para recuperarlo y caminó no sé cuántos kilómetros ya embarazada, para llegar al Rincón un 17 de diciembre en que se adoraba a San Lázaro.Usó magias, espiritismo, santería...(todo mezclado para lograr sus propósitos egoistas). Supongo que no me haya mentido en algo tan sensible que involucraba a la infeliz.Ella seguramente culpó a Juan y hasta a mí o se sintió culpable ella misma. No lo sé. A él por haberle sido infiel otra vez. A mi por pensar que yo quería arrebatárselo?. No lo sé exactamente!.
Pero por qué amor de migajas y de penas, amor sin sol, ni aire, ni luz, amor de zozobra, amor furtivo, amor de los frutos perseguidos?. Esclavos de quién su alma y la mía?. Por qué esa cobardía ante el desafío de la vida?. Por qué seguir sin paz, sufrir desdenes, humillaciones, después de un Amor tan lindo y tan público como el que tuvimos?. Tenía que darme mi lugar, tener verguenza, dignidad, orgullo!.Quién era él?. Además me había hablado claro en aquella carta, lo que yo no lo había querido entender: "Se había arrepentido a tiempo" de su error"?.
Pero en agosto de 1971 confirmé todo, cuando inventé el modo de pasar algo así como una Ayuda Técnica o Asesoramiento de Verano que daban en el Instituto de Superación Educacional en todo el país, y en vez de hacerlo en el Vedado-como me pertenecía- me fui al pueblo de Infancia. Dije que tenía problemas personales y me fui para La Alameda a pasar el curso como quince días para reencontrarme con Juan y confirmar lo que sospechaba.
Pronto alguien se fijó en mi en el grupo, pero yo no estaba para nadie en ese tiempo. Así que una vez logrado mi objetivo, a los pocos días me desaparecí tan inesperadamente como había llegado. Cuál no sería mi sorpresa al reencontrarme con Juan de La Aldea Natal convertido en Juan del Desamor con su mujer recién parida otra vez de un varón. Era la confirmación total de que sí tenían sexo, cosa que siempre me negó el muy  embustero. No estaba con ella nada por un problema puramente humanitario!, ni por sus hijos, ni por la pequeña discapacitada, sino por ella misma: Juana.
La niña se llamaba como una alumna de Juan, de la que me contó él mismo que también se había enamorado y de la cual Juana también se puso muy celosa. Era muy amiga esta alumna de otro alumno llamado Ernesto que sí llegué a conocer pues seguía siendo muy amigo de Juan. En ese tiempo muchos se llamaron Tania, Tamara, Ernesto. Había pasado un poco la moda de los Fidel, los Raúl y los Camilo.
Cuando lo de Juan de Los Cielos estaba todavía en la etapa ascendente y angelical, ocurrió algo que  sirvió de señal de alerta para mí: vinimos unos días a Pinar. Ya éramos novios con permiso relativo. El visitaba mi casa. Era domingo y quedamos en reencontrarnos en la Terminal de Omnibus en la cola de la ruta treinta y cinco que iba hasta Artemisa. Allí-como siempre-cogeríamos otra hasta Marianao y regresaríamos a los respectivos albergues y trabajos.
Pero yo decidí llevarme a mi hermana pequeña conmigo sin contar con nadie, excepto con mis padres. Quería que conociera La Habana y se divirtiera un poco fuera del terruño. Y la llevé para mi albergue, cuarto, cama ( inocentemente ).
Aquella tarde-noche en la Terminal ponían incesantemente por los altavoces la canción del español Luis Gardey que casi me la sé completa:
 
 
Era como una premonición para mí!. Un amigo, un Amor como Aquel, jamás lo volví a encontrar!. Era casi perfecto Juan en lo físico, lo emocional y lo espiritual. Pero un Amor demasiado Difícil. Y es que lo imposible, lo difícil es lo más bello e inolvidable, aunque sea falso, aparente, cobarde.
Ese día pasaron las horas y las horas y mi amante no llegaba!. Se hizo de noche tarde y me cansé de contarle a mi hermanita adorada cada pormenor de aquella relación volcánica. A mi no me agotaba realmente hablar de lo nuestro, lo hacía con placer y orgullo. Me inspiraba unos sentimientos, unos deseos tan hermosos!. Supo mi confidente que no me arrepentiría nunca del punto al que habíamos llegado sucediera lo que sucediera. Lo vivido ya sería superior a cualquier pérdida o desgarramiento. Por supuesto que no debí a su edad contarle aquellas cosas, pero yo era otra niña de diescisiete años.Y no podía decírcelo ni a mis padres ni a ninguna amiga.No me entenderían.
Casi a las doce de la noche llegó Juan de la Impuntualidad o el Embarque diciendo que se había quedado dormido con su sobrina en casa de sus padres. Desde las tres de la tarde lo esperábamos pues el transporte era caótico-sobre todo los fines de semana. En los días sucesivos fui descubriendo las omisiones y mentiras de Juan que siempre trató de ocultar la realidad y o ésta lo fue atrapando lentamente-sin darse cuenta?.
Lo de llevarme a mi hermana me trajo tremendo conflicto con la Directora de la Escuela-una negrona gorda, pedantísima e inhumana: Dorotea. Me hizo regresar a casa a devolver a mi hermana  a mis padres, pues no podía estar allí en el albergue conmigo, aunque sobrara espacio, eso -dijo- dañaba la disciplina y yo no había contado con ella.. Tuve que perder como tres días de clases por aquel extremismo. No pudo esperar ni al próximo fín de semana. Y no pude protestar. De paso aprovechó para decirme lo que le había contado de mi la Secretaria del Comité de Base de la Juventud Comunista ".