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Thursday, April 19, 2012

Tiene toda la razon esta joven estudiante de Las Sagradas Escrituras Cristianas, esta indagadora de asuntos religiosos, filosoficos...?:

MUY BONITO , ESTAS INSPIRADA.....ACABA DE IRSE...CON LA HERMANA LORENA.YA LA CONOCI Y CUADRAMOS PARA LOS ESTUDIOS.Y PARA IR CON ELLA AL SALON.ME PARECE UNA BUENA PERSONA.MUY NORMAL Y HUMILDE.GRACIAS A JEHOVA QUE NO ME TOCO UNA HERMANA DE ESAS QUE SON DEMASIADO NO SE,ESTRICTAS Y RARAS
PERO EN LOS TESTIGOS NO HE VISTO ESO MUCHO.ESO ES MAS EN LOS CATOLICOS. ESAS VIEJAS SON UNA PELICULA DE HORROR.NADA QUE VER CONMIGO.HE SEGUIDO EN ESTA BUSQUEDA,
CONOCI A OTRO HERMANO MUSULMAN.UN HOMBRE MUY CULTO POR CIERTO.REPRESENTADOR DE LOS FAMOSOS DERECHOS DE TODOS LOS OPRIMIDOS DEL MUNDO.CLARO CON SU CAUSA PRIMERA.LA OPRESION DE LAS PERSONAS EN LOS PAISES MUSULMANES QUE ODIAN EL SISTEMA AMERICANO POR INVADIR SUS TERENOS SEGUN ELLOS POR EL ORO NEGRO.PETROLIO...Y ME INFORMO DE LAS COSAS QUE HACEN LOS SOLDADOS AMERICANOS EN LA SUPUEST GUERRA CONTRA EL TERRORISMO.ME DIO MUCHA LASTIMA CON ESE PUEBLO.QUE HORROR Y DE PENSAR QUE SON LOS MISMOS AMERICANOS.MATANDO Y VIOLANDO NINAS EN AFGANISTAN TENIENDONOS A TODOS ENGANADOS CON ESTA GUERRA.QUE EN FIN SOLO SE TRATA DE DINERO Y PODER.
PERO BUENO,SIEMPRE HA SIDO ASI.NO HAY QUE IR MUY LEJOS,NUESTROS PROPIOS HERMANOS CUBANOS QUE LLEVAN MEDIO SIGLO CON ESTE REGIMEN TAN IN JUSTO.LOS PRESOS POLITICOS QUE MUEREN TODOS LOS DIAS,LOS FAMILIARES NUESTROS ESPARCIADOS POR TODO EL MUNDO PORQUE LE DA LA GANA A ELLOS.
AL FINAL ME DI CUENTA QUE ES QUESTION DE HUMANIDAD.YA NO VEO LAS DIFFERENCIAS RELIGIOSAS NI CULTRALES EN EL FONDO TODOS SOMOS SERES HUMANOS.SIEMPRE LE DIJE QUE NO CREIA EN QUE LAS GUERRAS ERAN LA SOLUCION.PERO QUIEN LES QUITA LAS IDEAS DE QUE DEBEN DE PROTEGER SUS TIERRAS Y FAMILIAS COMO SEA.DE TODOS LOS QUE VENGAN A AGREDIRLOS.YO LO HARIA POR LOS MIOS Y TU???
EN LO DE DIOS,NO HAY CONTROVERSIA.DIOS ES UN DIOS MAGNIFICO,CEADOR DEL CIELO Y LA TIERRA,CON UN DIVINO PROPOSITO PARA EL MUNDO Y NOS AMA INFINITAMENTE.SOLO NOS PIDE QUE SEAMOS PERSONAS DE BIEN.PERSONAS DE AMOR Y PAZ.ASI ALGUNOS LE DIGAN ALAH,JEHOVA,JESUS CREO QUE LA IDEA ES BASICA MENTE IGUAL.LOS DETALLES CAMBIAN Y CADA CUAL DECIDE EL QUE MAS LE PARESCA,PERO TODOS SOMOS HIJOS DE ESE MARAVILLOSO Y PODEROSO DIOS.
ESTAN DE MAS LAS DISCUSSIONES ACERCA DE TODO LO QUE NOS DIVIDE. PERO ES ASI.QUIEN CAMBIA ESTE MUNDO????
YA NO SIENTO TANTA CONFUSION ACERCA DE ESTE TEMA.MI CORAZON LO COMPRENDE TODO.PERFECTAMENTE.Y MI MENTE PREGUNTONA ESTA EN PAZ....TE QUIERO ... GRACIAS POR TODO, HABLAMOS PRONTO...

El abuso sexual de menores
Usted puede proteger a sus hijos


UNA joven con quien su propio hermano y su cuñado se propasaron cuando ella era niña dice: "Tenía miedo, así que no se lo dije a nadie. Por eso quiero aconsejar a todos los padres: ‘Por favor, enseñen a sus hijos e hijas a no permitir que nadie en la familia, o fuera de la familia, les ponga las manos encima de algún modo incorrecto. Si alguien trata de hacerlo, no tengan miedo de denunciarle’". Ella añade: "¡Esto puede ocurrir a cualquier niño en cualquier momento!".
En este mundo degenerado, tenemos que tomar medidas definidas para proteger a nuestros hijos del abuso sexual. No es prudente dejar las cosas a la casualidad y simplemente esperar que nada ocurra.

La primera línea de defensa

La primera línea de defensa es evitar las situaciones que dejen vulnerables a nuestros hijos. Por ejemplo, a los padres se les aconseja que sean prudentes con respecto a dejar sus niños al cuidado de adultos jóvenes que aparentemente prefieran estar con niños más bien que con personas de su misma edad. Cierto sicólogo clínico informa que dos terceras partes de los culpables de abuso sexual a quienes está tratando cometieron el delito mientras cuidaban de niños.
La doctora Suzanne M. Sgroi menciona otras dos situaciones que han llevado al problema: El que niños compartan camas o habitaciones con adultos o adolescentes; y las grandes reuniones familiares en que los mayores se ocupan de divertirse y simplemente suponen que los hijos mayores están cuidando de los menores.
La verdad es que, mientras más tiempo estén nuestros hijos bajo nuestra supervisión personal, menos oportunidad tendrán los que se propasan de influir en ellos de modo corrupto. Ann, madre de tres hijos, va hasta el punto de no permitir que su hijo menor, un muchacho de 14 años de edad, pasee por el centro comercial —o siquiera entre en los cuartos de aseo públicos— a solas. El muchacho probablemente opine que esto es muy restrictivo, pero su madre tiene motivos para hacerlo. Alguien se propasó con ella cuando era niña.
No obstante, los padres no siempre pueden vigilar de cerca a sus hijos. Los padres y las madres que tienen su empleo tal vez no tengan otro remedio que valerse de los servicios de una guardería infantil, o dejar a sus hijos con parientes o niñeras. Los niños tienen que ir a la escuela, y los padres no siempre pueden estar con ellos. Los parientes y las amistades visitan a la familia. ¡Y además están los vecinos! ¿Cómo podemos proteger a nuestros hijos, si ellos son tan vulnerables? En realidad, solo hay una manera...

Hable con su hijo acerca del peligro

La sicóloga Debrah Shulman dijo: "Es insensato hacer creer a los niños que no hay peligros. Los niños se dan cuenta de que son vulnerables, y naturalmente se preocupan por su propia seguridad. Parte de la función de un padre [o una madre] es darles los instrumentos para enfrentarse con el peligro de modo realista. Si tal información se presenta de modo sincero y positivo, no amenazará a los niños, sino que los tranquilizará". Sí, tenemos que hablar con ellos sobre el asunto.
Es fácil decirlo, pero no tan fácil hacerlo, especialmente en vista de que el peligro más grande proviene de las amistades y los parientes. Puede que ya hayamos prevenido a nuestros hijos contra el desconocido que quiera convencerlos de que vayan al bosque o llevárselos en un automóvil. Pero ¿cómo podemos darles "los instrumentos" para que se protejan de las personas a quienes conocen, respetan y hasta aman?

Que sigan su instinto

Ann, la madre a quien mencionamos anteriormente, informa que solo tenía cinco años de edad cuando un pariente se propasó con ella. Sin embargo, ella sabía que él estaba haciendo algo incorrecto, aunque no sabía cómo impedírselo. Y, desgraciadamente, no podía hablar sobre el asunto con sus padres. Las vías de comunicación no eran muy buenas en aquel tiempo.
La experiencia de Ann demuestra que los niños generalmente tienen un sentido natural de lo que es bueno y decente. Nosotros tenemos que fortalecer ese instinto, decirles que ellos deben hacer caso de su instinto aunque un adulto les diga lo contrario. A menudo una respuesta simple y categórica, como: "¡No, no quiero que hagas eso!", basta para disuadir al que quiere propasarse. La experiencia de Ann también muestra que tenemos que mantener abiertas las vías de comunicación con nuestros hijos.
Hace poco cierto esposo y su esposa estaban considerando este problema entre sí. Preocupados, preguntaron a su hija si alguien se había propasado con ella alguna vez. Se horrorizaron cuando la hija contestó afirmativamente. Un viejo amigo en quien la familia confiaba lo había hecho varias veces. La familia tenía excelente comunicación con sus hijos, de modo que ¿por qué no había dicho nada antes la hija? Sencillamente porque no sabía abordar el asunto. Una vez que se mencionó el asunto, la hija estuvo muy dispuesta a considerarlo.
Si ocurriera lo peor
Ningún padre ni madre puede proteger completamente del abuso sexual a su hijo o hija, aunque el tomar precauciones sensatas disminuye enormemente la posibilidad de que ocurra algo. No obstante, si los padres han establecido buena comunicación familiar, tal vez los hijos e hijas hablen de ello en caso de que ocurriera lo peor. Sin embargo, a veces la conmoción, o la vergüenza, que tal experiencia causa a los niños hace que ellos no quieran hablar del asunto. Por consiguiente, los padres tienen que estar alerta. He aquí algunos indicios que los investigadores dicen que quizás muestren que algo ha ocurrido.
Sospechen de cualquier cambio en la rutina normal. En cierto caso, un maestro pedía a ciertos niños que fueran a la escuela mucho antes que los demás. Observe cualquier indicio revelador en los niños, como calificaciones escolares que empeoran o inquietud extrema al estar cerca de cierto adulto. Cierta señora, quien de niña fue víctima de su hermano y su padre, dijo: "Terminé al final de una clase de 42 estudiantes, y nadie trató de averiguar por qué".
Presten atención a síntomas físicos, como dolores de cabeza, vómitos o pérdida de apetito, y dificultad en conciliar el sueño. Los problemas genitales, como el dolor, son particularmente importantes. Estén pendientes de tendencias precoces respecto a lo sexual que se manifiesten en el habla, la vestimenta o la conducta. Estén alerta a cambios súbitos en conducta que pudieran indicar que hay un problema. Si el niño se vuelve más reservado que de costumbre o tiende a evitar a cierto miembro de la familia, esto debe servirles de advertencia. También tenemos que estar atentos a los mensajes indirectos que nuestros hijos nos comunican. La declaración: "Ya no me gusta el maestro de matemáticas", tal vez sea el modo como el niño o la niña trata de sacar a colación este asunto dificultoso.
Si los padres observan cualquier indicio como ése en su hijo o hija, deben tratar de averiguar qué anda mal. El niño o la niña tiene un problema, y tal vez sea un problema de abuso sexual. Si así es, el niño o la niña necesita ayuda. Desgraciadamente, muchos niños no reciben dicha ayuda. A los niños con quienes alguien se ha propasado se les ha acusado de haber inventado el incidente, aunque los investigadores nos aseguran que los niños rara vez, si acaso alguna, inventan acciones de esa índole. El incesto se ha encubierto para no desbaratar la familia.
No obstante, si se descubre que alguien se ha propasado —y ha habido especialmente incesto— , hay que dar dos pasos inmediatamente:
Primero, el niño o la niña en cuestión —y otros niños también— tiene que recibir protección de cualquier otro incidente abusivo. Esto tiene que hacerse, cueste lo que cueste. En muchos casos hay que hacer frente al culpable de haberse propasado. Pero sea lo que sea que se requiera, es importante que el niño o la niña tenga la seguridad de que el culpable de haberse propasado nunca podrá acercársele de nuevo.
Segundo, hay que dar al niño o la niña mucho amor y apoyo emocional. Los padres tienen que explicar con mucha claridad a la pequeña víctima que ella no tiene la culpa. El delito y cualquier cosa que ocurra como resultado de éste —incluso si un pariente cercano va a parar en la prisión— no es culpa del niño o la niña. ¡Pero dichas palabras tranquilizadoras hay que repetirlas muchas veces, de modo que la víctima llegue a creerlas... y crea que los padres las creen también!

¿Cómo podemos hablarles del asunto?

En primer lugar, tenemos que sacar a colación el tema. Una manera que se sugiere es que si en el noticiario se informa acerca de un escándalo, los padres pudieran utilizarlo como una oportunidad para preguntar a sus hijos: "¿Te ha hecho alguien alguna vez algo parecido?", y luego pase a decirles cómo obrar si alguien tratara de hacerlo.
Los padres que enseñan a sus hijos acerca de la Biblia pueden utilizar partes de ella como puntos de partida. Pueden utilizar la historia de Dina, la hija de Jacob, para explicar cuáles son los límites en cuanto a lo que una persona puede hacer a otra (Génesis 34:1-4). La historia de Tamar y Amnón puede utilizarse para mostrar que hay cosas que ni siquiera se permite que parientes cercanos hagan entre sí (2 Samuel 13:10-16). Y debemos asegurarnos de que ellos entiendan que si algo de esa índole les ocurriera, nosotros queremos saberlo. No nos enfadaremos con ellos si nos lo dicen.
Alguien se propasó con Mary cuando ella era una niñita, así que ella se aseguró muy bien de poner a sus tres hijas en guardia contra los que quisieran propasarse. ¿Cómo lo hizo? Tan pronto como las hijas tenían suficiente edad para entender, ella les dijo: "Si alguien las toca en las partes indebidas, díganmelo y no me voy a enfadar". ¿Cómo sabrían ellas cuáles eran las partes indebidas? Mary dice que se las mostró cuando ellas tenían unos tres años de edad. Cuando las bañaba o las preparaba para dormir, les señalaba las partes del cuerpo que otras personas no les deberían tocar. A medida que ellas iban creciendo, les planteaba situaciones: "Nadie debe tocarlas ahí, aun cuando sea un maestro o un policía. Ni siquiera mamá o papá debe tocarte allí. ¡Y un médico puede tocarte ahí solo si mamá o papá está contigo!".
¿Surtió esto efecto? Mary recuerda una ocasión en que un pariente estaba jugando con la hijita de ella de 6 años de edad. Las cosas que el pariente estaba haciendo comenzaron a hacer que la niñita se sintiera incómoda. ¿Qué hizo ella? Sencillamente se alejó de él. Mary no está segura si el pariente tenía malas intenciones o no. Pero está contenta de que su hija supo apartarse de la situación cuando ésta comenzó a parecerle "incorrecta", o "extraña".
"Si alguien te toca en las partes indebidas, dímelo"
Por consiguiente, tal como los padres dan a sus hijos advertencias en contra de irse con desconocidos, jugar en una calle donde hay tráfico constantemente, y poner las manos en cables que conducen electricidad, así también deben hablarles acerca de evitar que alguien les falte al respeto en sentido sexual. Deben explicarles los límites del cuerpo que otras personas —incluso sus propios padres— no deben traspasar. Deben decirles claramente que si algo ocurriera, ellos querrían saberlo. Y no van a echar la culpa a los hijos.

El juego "¿qué tal si [...]?"

A veces los adultos se valen de su experiencia e inteligencia más extensa para engañar a los niños y hacer que se unan a ellos en alguna actividad impropia, y los niños quizás no noten el engaño sin recibir ayuda. Por eso Linda Tschirhart Sanford, autora del libro The Silent Children, sugiere un medio que pudiera utilizarse para contrarrestar esto de antemano: el juego "¿qué tal si [...]?". Pregunte a sus hijos de vez en cuando qué harían ellos en ciertas situaciones: "¿Qué tal si quien te estuviera cuidando te dijera que podrías quedarte viendo la televisión hasta tarde si te metieras en la bañera con él y jugaras ciertos juegos? ¿Qué le dirías?" "¿Qué tal si alguien a quien tú conoces te llevara a dar un paseo en automóvil y quisiera poner las manos donde no debe? ¿Qué harías tú?" "¿Qué harías si un amigo de mayor edad te tocara de un modo que no te gustara, o quisiera desvestirte y jugar un juego secreto contigo?".

Enseñe a sus hijos los nombres correctos de las partes del cuerpo
Al enseñar al hijo o hija a contestar debidamente, los padres pueden mostrarle que hay ocasiones en que él o ella puede decir no a un adulto. También hay ocasiones en que los hijos deben revelar secretos. Si se les enseña a decir cosas como: "Voy a preguntar a mamá primero", podrán desanimar a la mayoría de los que quieran propasarse. Si el niño o la niña aprende las respuestas correctas en el juego "¿qué tal si [...]?", estará adquiriendo algunos buenos instrumentos para protegerse. Si él o ella da una respuesta incorrecta, entonces, repita la pregunta y sugiera una respuesta diferente.

Denles las palabras

La siguiente experiencia muestra otro problema que afrontan los niños en relación con el abuso sexual: Una señora relata que alguien abusó de ella cuando era niña, y ella trató de decírselo a su madre. Pero no sabía las palabras correctas y no podía explicarle lo que había ocurrido. La madre creía que alguien simplemente había tratado de mostrarle cariño y que la niñita había malentendido la situación y la había exagerado.
Debido a experiencias parecidas a ésa, los asistentes sociales animan a los padres a enseñar a sus hijos los nombres correctos de las partes del cuerpo. Denles el vocabulario para expresarse en caso de que ocurriera lo peor.

Alertas, pero equilibrados

Una de las peores pesadillas de un padre o una madre es que alguien se propasara en sentido sexual con su hija o hijo. No obstante, tenemos que recordar que la mayoría de los adultos no van a propasarse con nuestros hijos. La mayoría de nuestros parientes los aman y estarán tan interesados como nosotros en protegerlos del abuso sexual.
Por otra parte, eso puede ocurrir. Y no basta con simplemente esperar que no ocurra. El proverbio bíblico dice: "Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse" (Proverbios 22:3). Por consiguiente, es prudente obrar con cautela, especialmente en vista de los tiempos en que vivimos. Si evitamos, al mayor grado posible, el poner a nuestros hijos en situaciones que los dejen vulnerables, si les explicamos los límites que ni siquiera los adultos deben pasar, y si les enseñamos cómo reaccionar en caso de que cualquier adulto trate de pasar esos límites, entonces estamos haciendo muchísimo para proteger a nuestros hijos del que quiera propasarse.
Ver http://watchtower.com/org

Criar un hijo con síndrome de Down sus penas y alegrías

“Siento decirle que su bebé tiene síndrome de Down.” Las dolorosas palabras del médico cambiarán la vida de los padres para siempre. “Me sentí como aquel que vive una pesadilla y quiere despertar cuanto antes”, recuerda un padre llamado Víctor.
AUNQUE también hay un lado positivo. Para Emily y Barbara, dos madres de hijos con el síndrome, la experiencia fue “una montaña rusa de emociones, con triunfos que elevan y decepciones que hunden; contrariedades y retos cotidianos, y logros y consecuciones que llenan de emoción” (Count Us In—Growing Up With Down Syndrome [Tómennos en cuenta. Crecer con síndrome de Down]).
¿Qué es el síndrome de Down? Llana y sencillamente, es una alteración crónica de origen genético que afecta a 1 de cada 730 bebés en Estados Unidos.* Los niños afectados presentan distintos grados de incapacidad para el aprendizaje y la comunicación verbal, así como anormalidades del aparato locomotor, que van de leves a graves. También maduran más lentamente en sentido emocional, social e intelectual.
¿Hasta qué grado afecta esta anomalía la capacidad de los niños? Jason, quien padece el síndrome, responde en el libro Count Us In—Growing Up With Down Syndrome, del cual es coautor: “Me parece que no es un impedimento. Es una desventaja a la hora de aprender algo porque vas despacio, pero no es para tanto”. Desde luego, cada niño es diferente y posee sus propios talentos. Incluso los hay que son capaces de aprender lo suficiente para convertirse en miembros activos de la sociedad y tener una vida plena.
Nada puede hacerse para prevenir esta alteración genética, ni antes ni durante el embarazo. El síndrome de Down no es culpa de nadie. Mas no por eso deja de asestar un duro golpe a los padres. ¿Qué pueden hacer estos en favor de sus hijos y de sí mismos?

Asumir la realidad

Cuesta aceptar que un hijo tiene síndrome de Down. “Fue un choque tremendo —recuerda una madre de nombre Lisa—. Cuando el pediatra terminó su explicación, mi esposo y yo nos pusimos a llorar. Si fue por [nuestra hija] Jasmine o por nosotros, no lo sé; probablemente fue un poco de todo. No obstante, estaba deseosa de tenerla en mis brazos y decirle que siempre la querría, sin importar lo que viniera.”
“Me pasaron muchos sentimientos por la cabeza —dice Víctor—: miedos, rechazos, que nada volvería a ser como antes, que los demás ya no querrían estar con nosotros. Sinceramente, pensamientos egoístas, generados por el desconocimiento.”
Tales sentimientos de dolor e incertidumbre suelen durar algún tiempo, y es posible que vuelvan a surgir de repente. Elena relata: “Lloraba a menudo por el problema de [nuestra hija] Susana. Pero una vez, cuando ella tenía cuatro años, vino a mí y me dijo: ‘Mami, no llores; no pasa nada’. Obviamente, ella no sabía por qué yo estaba llorando; pero en ese momento me resolví a dejar de sentir pena por mí misma y seguir dando vueltas a pensamientos negativos. Más bien, desde entonces me he concentrado en ayudarla a progresar hasta el grado posible”.

Estrategias para mejorar la comunicación

Niño leyéndole a su hermanita que tiene síndrome de DownSugerencias para comunicarse con las personas con síndrome de Down:
  • Sitúese enfrente para establecer contacto visual directo.
  • Utilice frases sencillas y cortas.
  • Acompañe sus palabras con gestos faciales y ademanes.
  • Deles tiempo para que entiendan y respondan.
  • Escuche atentamente y pídales que repitan las órdenes que les imparta.

Contribuir al aprendizaje del niño

¿Cuál es la clave para la formación de estos niños? “Comience por quererlos. Lo demás viene después”, recomiendan los especialistas de una asociación. La profesora Sue Buckley apunta: “Los individuos con síndrome de Down son en primer lugar personas [...]. La calidad de los cuidados, la educación y la experiencia social que se ofrecen influyen en el desarrollo de las personas con síndrome de Down, al igual que ocurre con todas las personas en general”.
Las últimas tres décadas han visto un marcado avance en las técnicas de aprendizaje empleadas para ayudar a los niños afectados. Los terapeutas aconsejan a los padres incluirlos en todas las actividades familiares y ayudarlos a desarrollar sus aptitudes a través del juego y programas de intervención temprana. Estos programas —que deben comenzar poco después del nacimiento— incluyen fisioterapia, logopedia (terapia del lenguaje) y mayor atención personal, junto con apoyo emocional para el niño y la familia. “Susana siempre ha sido una de nosotros —dice Gonzalo, su padre—. Siempre ha estado presente en todas las actividades de la familia. La hemos tratado y corregido tal como lo hemos hecho con su hermana y su hermano, pero teniendo en cuenta sus limitaciones.”
El progreso seguramente será lento. Los bebés con síndrome de Down no pronuncian sus primeras palabras sino hasta los dos o tres años. En su desesperación por no poder comunicarse, tal vez tengan arrebatos de llanto o mal humor. Pero los padres pueden enseñarles algunas habilidades de comunicación preverbales valiéndose, por ejemplo, de un método de señas sencillo, acompañado de ayudas visuales. Así, con señas como las de “beber”, “más”, “ya”, “comida” y “cama”, podrán dar a saber sus necesidades básicas. “Nosotros le enseñábamos a Jasmine dos o tres señas por semana —dice Lisa—. Nos centrábamos exclusivamente en la diversión y la repetición.”
Cada año, más niños con síndrome de Down acuden a escuelas ordinarias y participan en actividades sociales con sus hermanos y sus amigos. Si bien su aprendizaje es más difícil, estudiar con niños de su edad ha ayudado a algunos a valerse por sí mismos, relacionarse con los demás y progresar en sentido académico.
En vista de que su desarrollo es más lento, las diferencias con sus pares se acentúan con la edad. Aun así, algunos entendidos recomiendan que cursen la secundaria en una escuela común, siempre y cuando los profesores y los padres estén de acuerdo y exista apoyo didáctico complementario. “La mayor ventaja de que Yolanda fuese a una escuela normal fue su plena integración —afirma su padre, Francisco—. Desde el principio, ella pudo jugar con todos los niños, y ellos aprendieron a verla como una más y a incluirla en todas sus actividades.”

Las satisfacciones superan con creces los sacrificios

Criar un hijo con síndrome de Down no es un camino de rosas: requiere mucho tiempo, esfuerzo y dedicación, así como paciencia y expectativas realistas. “Hay muchas tareas relacionadas con el cuidado de Ana —dice Soledad, su madre—. Tienes que aprender a ser una madre paciente, enfermera y fisioterapeuta, además de atender las tareas normales del hogar.”
Pese a todo, muchas familias insisten en que tener un niño con síndrome de Down las ha unido más. Los hermanos aprenden a ser menos egoístas y a mostrar más empatía, y se hacen más comprensivos con las personas minusválidas. “El desplegar paciencia ha sido recompensado enormemente, y con el tiempo hemos visto los resultados —aseguran Antonio y María—. Nuestra hija mayor, Marta, siempre nos ha ayudado a cuidar de Sara y ha mostrado sincero interés en ella. Esto precisamente la motivó a prepararse adquiriendo conocimientos que le sirvan para ayudar también a otros niños discapacitados.”
Rosa, cuya hermana mayor tiene este síndrome, comenta: “Susana ha contribuido mucho a mi felicidad y me ha dado mucho amor. Además me ha ayudado a estar más al tanto de las discapacidades de otros”. Y la madre, Elena, añade: “Susana es muy sensible al cariño. Cuando ella recibe amor, da el doble”.
Emily y Barbara —las madres citadas al principio— descubrieron que “las personas con síndrome de Down continúan creciendo y aprendiendo a lo largo de su vida, y aprovechando nuevas oportunidades y experiencias”. ¿Qué deben hacer, pues, los padres de un niño con síndrome de Down? Yolanda da este sencillo consejo: “Quererle mucho. Cuidarle como mis padres han hecho conmigo. Y no olvidéis ser pacientes”.

¿Disfrutan de la vida las personas con síndrome