Translate a otros idiomas

Monday, August 31, 2009

La voz interior de nuestra conciencia:


Escuchemos nuestra voz interior
“Los de las naciones que no tienen [la] ley [de Dios] hacen por naturaleza las cosas de la ley.” (ROMANOS 2:14.)
UN JOVEN de 20 años estaba esperando el tren. De repente, sufrió un ataque epiléptico y se cayó a las vías. Nada más verlo, un padre de familia dejó a sus dos hijas en el andén y saltó a ayudarlo. Lo arrastró al foso situado entre las vías y lo cubrió con su cuerpo para protegerlo del paso del tren. Muchos calificarían a este rescatador de héroe, pero él no opina igual: “Era lo que había que hacer. He actuado así por amor al prójimo, y no para que me den las gracias o ser famoso”.
2 Quizás conozcamos a alguien que arriesgó su vida por sus semejantes. Eso fue lo que hicieron muchas personas al ocultar a extraños durante la II Guerra Mundial. Otra demostración de amor al prójimo tuvo lugar en tiempos de Pablo, cuando él y 275 personas más naufragaron cerca de Malta, no muy lejos de Sicilia. Cuando llegaron a las playas, los lugareños auxiliaron a aquellos desconocidos, desplegando “extraordinaria bondad humana” (Hechos 27:27–28:2). Y otra persona que, mucho antes, se interesó por el prójimo fue una niña israelita que vivía cautiva en Siria. Seguramente no se expuso al peligro, pero hay que reconocer que se preocupó de verdad por el bienestar de su amo (2 Reyes 5:1-4). Además, no olvidemos al buen samaritano, el personaje de una parábola de Jesús que por siglos ha tocado el corazón de gente de muy diversas culturas. A diferencia del sacerdote y el levita que no hicieron nada por un judío medio muerto, aquel samaritano se desvivió por atenderlo (Lucas 10:29-37).
3 Es cierto que vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y que muchas personas son “feroces” y carecen de “amor del bien” (2 Timoteo 3:1-3). Sin embargo, ¿verdad que hemos visto actos de bondad, o incluso nos hemos beneficiado de ellos? A menudo, los seres humanos se ayudan unos a otros, aunque para ello tengan que hacer sacrificios personales. Por eso, no es de extrañar que la bondad hacia los semejantes reciba el nombre de “humanidad”.
4 Esa disposición a ayudar, aunque implique echar a un lado los propios intereses, se ve en todas las razas y culturas. Este hecho contradice la teoría de que el hombre es el resultado de la evolución, es decir, de un proceso regido por la ley de la selva en el que sobreviven las especies más aptas. Así lo reconoció Francis S. Collins, genetista al que la administración estadounidense puso a cargo del equipo que trazó el mapa del genoma humano (ADN): “El altruismo presenta un grave desafío al evolucionista. [...] Es imposible entender que exista ese espíritu desinteresado partiendo de genes egoístas cuyo único afán es perpetuarse”. Y en otra ocasión comentó: “Algunas personas se sacrifican por otras, ajenas a su grupo, con las cuales nada tienen en común [...]. Al parecer, esto no puede explicarse con el modelo darwiniano”.
“La voz de la conciencia”
5 El doctor Collins da la siguiente definición del impulso altruista: “[Es] la voz de la conciencia invitándonos a ayudar a los demás aunque no vayamos a recibir nada a cambio”. Esta mención de la palabra conciencia pudiera recordarnos el siguiente hecho que destacó el apóstol Pablo: “Siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, estos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran que la sustancia de la ley está escrita en sus corazones, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados” (Romanos 2:14, 15).
6 En su carta a los Romanos, Pablo indicó que todas las personas somos responsables ante Dios, pues “desde la creación del mundo” su existencia y cualidades se manifiestan en las obras que vemos a nuestro alrededor (Romanos 1:18-20; Salmo 19:1-4). Es cierto que mucha gente prescinde del Creador y lleva una vida desenfrenada. Sin embargo, la voluntad de Dios es que los seres humanos reconozcan la justicia divina y se arrepientan de sus malas acciones (Romanos 1:22–2:6). Los judíos tenían una poderosa razón para hacerlo, ya que habían recibido la Ley de Jehová a través de Moisés. Pero hasta los pueblos que no contaban con “las sagradas declaraciones formales de Dios” tenían el deber de reconocer la existencia del Creador (Romanos 2:8-13; 3:2).
7 Una razón muy importante por la que todos debemos reconocer la existencia de Dios y actuar en consecuencia es que estamos dotados en nuestro interior de un sentido del bien y del mal, o sea, de una conciencia. Entre las indicaciones de que tenemos conciencia figura nuestro sentido de la justicia. Imaginemos la siguiente situación. Unos niños aguardan en fila para utilizar los columpios. Pero uno de los chicos se cuela, y los demás protestan: “¡No es justo!”. Ahora preguntémonos: “¿Cómo es posible que hasta los niños pequeños demuestren espontáneamente que tienen un sentido de la justicia?”. Esa manera de actuar es un reflejo de su sentido moral. Como vimos antes, Pablo escribió: “Siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley”. Notemos que no dijo “si alguna vez”, como si fuera algo que ocurre solo en muy contadas ocasiones. Él dijo “siempre que” (equivalente de “cuando”), lo que da a entender que sucede con cierta frecuencia. En efecto, muchas personas “hacen por naturaleza las cosas de la ley”, lo cual significa que, movidas por su sentido moral, obran en armonía con la ley escrita de Dios.
8 Esta inclinación moral se ha podido constatar en muchos países. Un profesor de Cambridge mencionó que entre los babilonios, egipcios y griegos, así como entre los nativos de Australia y América, encontramos “expresiones de repudio contra la opresión, el asesinato, la traición y la falsedad, y [...] exhortaciones a tratar con bondad a los ancianos, los niños y los débiles”. Por otro lado, el doctor Collins escribió: “El concepto del bien y del mal aparece como una constante entre todos los miembros del género humano”. ¿Verdad que esto nos trae a la memoria Romanos 2:14?
¿Cómo actúa la conciencia?
9 La Biblia indica que la conciencia es la facultad que tenemos de contemplar y evaluar personalmente nuestras acciones. Por decirlo así, es una voz interior que nos señala si determinada conducta está bien o está mal. Pablo se refirió a su propia voz interior al decir: “Mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo” (Romanos 9:1). Pues bien, esta voz tal vez nos hable por adelantado cuando vayamos a tomar decisiones que tengan implicaciones morales. En tal caso, la conciencia pudiera ayudarnos a evaluar los actos futuros y mostrarnos cómo nos sentiríamos si los lleváramos a cabo.
10 Pero es más frecuente que la conciencia entre en juego después que uno ha actuado. Por ejemplo, cuando vivía como fugitivo, huyendo de Saúl, David tuvo ante sí la oportunidad de hacer algo irrespetuoso contra aquel rey ungido por Dios, y de hecho lo hizo. Pero luego “el corazón de David [estuvo] hiriéndolo” (1 Samuel 24:1-5; Salmo 32:3, 5). Aunque en este relato no aparece la palabra conciencia, sin duda el dolor que sintió David no era otra cosa que el efecto de su propia conciencia. De igual modo, a todos nos remuerde a veces la conciencia. Actuamos de cierta forma y más tarde sentimos desasosiego y preocupación. La conciencia mortifica tanto a algunas personas que las lleva a pagar los impuestos que evadieron en su día, o a confesar en algún momento a su cónyuge que cometieron adulterio (Hebreos 13:4). Sin embargo, cuando uno obra en armonía con su conciencia, siente paz y satisfacción.
11 En vista de lo anterior, quizás alguien diga: “Con que uno se guíe por los dictados de su conciencia, ya es suficiente”. Pues bien, es verdad que debemos escuchar a la conciencia, pero también es cierto que esta pudiera transmitirnos un mensaje muy engañoso. En efecto, la voz del “hombre que somos interiormente” tal vez nos desoriente (2 Corintios 4:16). Veamos un ejemplo. La Biblia nos cuenta que algunos judíos tomaron a Esteban, devoto cristiano “lleno de gracia y de poder”, y se lo llevaron fuera de Jerusalén para matarlo a pedradas. Junto a esos homicidas, “aproba[ndo] el asesinato”, se encontraba Saulo de Tarso, quien tiempo después sería el apóstol Pablo. Parece que aquellos judíos estaban tan convencidos de estar haciendo lo correcto que no les molestaba para nada la conciencia. Y lo mismo debió de ocurrir con Saulo, ya que más tarde estaba “respirando todavía amenaza y asesinato contra los discípulos del Señor”. Es obvio que se había deformado la voz de su conciencia (Hechos 6:8; 7:57–8:1; 9:1).
12 En el caso de Saulo, ¿qué pudo haber moldeado su conciencia? En primer lugar, las personas con las que mantuvo una relación estrecha. Este hecho pudiera ilustrarse con la siguiente comparación. Cuando llamamos por teléfono, no es raro que confundamos a un hijo con su padre. Puede que el parecido se deba a que el joven haya heredado el timbre de la voz, pero lo más probable es que también haya ido asimilando otros rasgos de la forma de hablar del padre. De igual modo, Saulo seguramente estaba condicionado por el compañerismo con judíos que odiaban a Jesús y estaban en contra de sus enseñanzas (Juan 11:47-50; 18:14; Hechos 5:27, 28, 33). Como vemos, la voz de la conciencia de Saulo pudo verse influida por quienes lo rodeaban.
13 Residir en una región puede llevarnos a hablar con cierto acento o emplear expresiones características de la zona (Mateo 26:73). De igual modo, la exposición a un determinado ambiente y cultura suele dejar huella en la conciencia de las personas. Sin duda, esto es lo que tuvo que haberles ocurrido a los asirios. Aquel antiguo pueblo era conocido por su espíritu militarista, como se ve en numerosos relieves de piedra donde aparecen torturando a los cautivos (Nahúm 2:11, 12; 3:1). La Biblia indica que, en tiempos de Jonás, los habitantes de la ciudad asiria de Nínive desconocían “la diferencia entre su mano derecha y su izquierda”. En otras palabras, carecían de un buen criterio para juzgar lo que estaba bien o mal a los ojos de Dios. ¡Cuánto debía de afectar este ambiente a la conciencia de los ninivitas desde su más tierna infancia! (Jonás 3:4, 5; 4:11.) Hoy, igualmente, la actitud de quienes nos rodean tal vez influya en nuestra conciencia.
Educando la voz interior
14 Jehová dotó a Adán y Eva de conciencia, y todos los seres humanos hemos heredado de ellos dicha facultad. Génesis 1:27 señala que estamos hechos a la imagen de Dios. Por supuesto, no somos como Dios físicamente, ya que él es un espíritu y nosotros somos de carne y hueso. Más bien, el que estemos hechos a su imagen quiere decir que tenemos en nuestro interior sus mismas cualidades, entre ellas el sentido moral característico de la conciencia. En vista del origen de estas cualidades, si queremos educar nuestra voz interior y lograr que sea más confiable, tenemos que conocer mejor al Creador y acercarnos a él.
15 La Biblia indica que, en el sentido más amplio del término, Jehová es el Padre de la humanidad entera (Isaías 64:8). Además, todos los cristianos fieles, sin importar si esperamos vivir en el cielo o en una Tierra paradisíaca, podemos llamar Padre a Dios (Mateo 6:9). Por eso, todos deberíamos estar deseosos de acercarnos cada vez más a él y aprender sus normas y criterios (Santiago 4:8). Sin embargo, muchas personas no tienen ningún interés en hacerlo. Se parecen a los judíos a quienes dijo Jesús: “Ustedes ni han oído su voz en ningún tiempo ni visto su figura; y no tienen su palabra permaneciendo en ustedes” (Juan 5:37, 38). Nosotros no hemos oído literalmente la voz de Dios, pero sí podemos lograr que su palabra se convierta en parte de nosotros, lo que nos permite asimilar la forma de sentir y actuar de Jehová.
16 Eso es precisamente lo que había hecho José, como vemos en el pasaje que habla de su servicio en casa de Potifar. Cuando la esposa de aquel egipcio trató de seducir a José, aún no estaba escrito ningún libro de la Biblia ni se habían dado los Diez Mandamientos. No obstante, él reaccionó diciendo: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Génesis 39:9). El motivo principal por el que respondió así no era el deseo de complacer a sus familiares, ya que estos vivían lejos. Lo que más quería era agradar a Dios, ya que conocía la norma divina: el matrimonio es una unión en la que solo hay lugar para un hombre y una mujer que forman “una sola carne”. Además, tuvo que haberse enterado del incidente de su abuela Rebeca con Abimélec. Cuando este rey descubrió que era una mujer casada, comprendió que ningún hombre de su reino debía unirse a ella, pues quien lo hiciera cometería un pecado y acarrearía culpa a su pueblo. Y Jehová dio su bendición, lo que reveló su punto de vista acerca del adulterio. Sin duda, el conocimiento que tenía José de estos asuntos contribuyó a que la voz de su conciencia resonara aún con más fuerza y lo moviera a rechazar la inmoralidad sexual (Génesis 2:24; 12:17-19; 20:1-18; 26:7-14).
17 Claro, hoy contamos con más ayudas. Ahora disponemos de la Biblia completa para aprender la manera de pensar y sentir de nuestro Padre, lo que incluye qué cosas aprueba y cuáles prohíbe. Cuanto más familiarizados estemos con las Escrituras, más fácil nos será acercarnos a Dios y copiar su ejemplo. Y, por consiguiente, lo que nos diga la conciencia reflejará cada vez mejor la manera de pensar de nuestro Padre y estará en sintonía con su voluntad (Efesios 5:1-5).
18 Ahora bien, ¿qué podemos decir del ambiente, el otro factor que moldea la conciencia? Seguramente hemos podido ver cuánto ha influido en nosotros el medio en el que crecimos y, sobre todo, la manera de pensar y actuar de nuestra familia. Es posible que la voz de la conciencia nos haya hablado con sonido débil o distorsionado, y con el “acento” de quienes nos rodeaban. Aunque es obvio que no podemos cambiar el pasado, sí tenemos la opción de elegir buenas amistades y un ambiente beneficioso para nuestra conciencia. Para ello es fundamental que frecuentemos la compañía de siervos devotos que lleven años esforzándose por imitar a su Padre celestial. Una magnífica oportunidad de hacerlo es asistir a las reuniones de la congregación y conversar con otros cristianos antes y después del programa. Además, podemos fijarnos en la manera de pensar y actuar de nuestros hermanos en la fe. Ellos prestan mucha atención tanto a lo que han aprendido de la Biblia como a los dictados de su conciencia, la cual refleja como un eco la manera de pensar y actuar de Dios. Si nos aprovechamos de estos medios, moldearemos nuestra conciencia según los principios bíblicos y así reflejaremos mejor la imagen de Dios. En resumen, debemos esforzarnos por afinar nuestra voz interior para ponerla de acuerdo con los principios de nuestro Padre y, además, hemos de absorber las buenas influencias de nuestros hermanos cristianos. ¿Qué lograremos de este modo? Tendremos una conciencia más confiable, lo que nos animará aún más a escucharla (Isaías 30:21).
19 No obstante, a algunos cristianos les cuesta trabajo responder a la voz de su conciencia en el diario vivir. En el próximo artículo veremos diversas situaciones a las que pudiéramos hacer frente. Al examinarlas, comprenderemos con mayor claridad la función de la conciencia, la razón de que todas las conciencias no sean iguales y la manera de responder cada día mejor a nuestra voz interior (Hebreos 6:11, 12).
[Nota]
En esta misma línea, el astrónomo Owen Gingerich, profesor investigador de la Universidad de Harvard, escribió: “El altruismo bien pudiera plantear una pregunta que carece [...] de respuesta científica basada en la observación de los animales. Tal vez sea porque la explicación más convincente se encuentre en otro ámbito y se refiera a los dones divinos que nos distinguen como humanos, uno de los cuales es la conciencia”.
¿Qué hemos aprendido?
• ¿Cuál es la razón de que todas las culturas demuestren tener conciencia, o sentido del bien y del mal?
• ¿Por qué es peligroso dejarse guiar exclusivamente por los dictados de la conciencia?
• ¿De qué maneras podemos mejorar nuestra voz interior?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿De qué maneras han demostrado muchas personas amor al prójimo? b) ¿Qué otros ejemplos de interés por los demás encontramos en las Escrituras?
3, 4. ¿Está de acuerdo con la teoría de la evolución el que haya muchas acciones altruistas? Explique.
5. ¿Qué hecho se observa a menudo?
6. ¿Por qué somos responsables ante Dios todas las personas?
7, 8. ¿Hasta qué punto es común el sentido de la justicia, y a qué conclusión nos lleva este hecho?
9. ¿Qué es la conciencia, y cómo puede ayudarnos antes de actuar?
10. ¿De qué manera suele intervenir la conciencia?
11. ¿Por qué es peligroso el razonamiento: “Con que uno se guíe por los dictados de su conciencia, ya es suficiente”? Ponga un ejemplo.
12. ¿Qué elemento puede moldear la conciencia?
13. ¿Cómo puede influir el ambiente sobre la conciencia?
14. ¿Qué da a entender Génesis 1:27 sobre el origen de la conciencia?
15. ¿Qué podemos lograr al llegar a conocer a nuestro Padre?
16. ¿Qué nos enseña el relato de José sobre el asunto de educar la conciencia y obedecer sus dictados?
17. ¿Por qué decimos que hoy tenemos más ayudas para imitar a Dios que en tiempos de José?
18. Sin importar las influencias del pasado, ¿qué podemos hacer para que nuestra conciencia sea más confiable?
19. ¿Qué otros puntos acerca de la conciencia vale la pena examinar?
[Ilustraciones de la página 23]
La conciencia le remordió a David...
... pero no a Saulo de Tarso
[Ilustración de la página 24]
Podemos educar nuestra conciencia.

Santiago 4:7-8:


7 Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes. 8 Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos.

Isaías 64:8:


8 Y ahora, oh Jehová, tú eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro, y tú eres nuestro Alfarero; y todos somos la obra de tu mano.

Génesis 1:27:


27 Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.

Juan 5:37:


. 37 También, el Padre que me envió ha dado testimonio él mismo acerca de mí. Ustedes ni han oído su voz en ningún tiempo ni visto su figura;

La Conciencia:


Lunes 31 de agosto
Ustedes ni han oído su voz en ningún tiempo ni visto su figura (Juan 5:37).
Jehová dotó a Adán y Eva de conciencia, y todos los seres humanos hemos heredado de ellos dicha facultad. Génesis 1:27 señala que estamos hechos a la imagen de Dios. Por supuesto, no somos como Dios físicamente, ya que él es un espíritu y nosotros somos de carne y hueso. Más bien, el que estemos hechos a su imagen quiere decir que tenemos en nuestro interior sus mismas cualidades, entre ellas el sentido moral característico de la conciencia. En vista del origen de estas cualidades, si queremos educar nuestra voz interior y lograr que sea más confiable, tenemos que conocer mejor al Creador y acercarnos a él. La Biblia indica que, en el sentido más amplio del término, Jehová es el Padre de la humanidad entera (Isa. 64:8). Por eso, todos deberíamos estar deseosos de acercarnos cada vez más a él y aprender sus normas y criterios (Sant. 4:8). Nosotros no hemos oído literalmente la voz de Dios, pero sí podemos lograr que su palabra se convierta en parte de nosotros, lo que nos permite asimilar la forma de sentir y actuar de Jehová. w07 15/10 1:14, 15.

Cuento de un amigo:


Otro de mi libro El Hormiguero, de Erasmo Alexei Dumpierre Matamoros


Otro de mi libro El Hormiguero

Ayer a las 7:24
LA HORMIGUITA VANIDOSAEn un fastuoso valle que se extendía a las orillas del río más caudaloso de América del Sur, bajo la sombra de una florida arboleda, establecieron un enorme nido algunas centenas de miles de integrantes de una de las especies más laboriosas de la familia de los himenópteros, las hormigas dorylinae. Venían de muy lejos, emigrando de las inclemencias climáticas que sucedían en sus tierras originales, pero encontraron un abrigo y la benevolencia de una naturaleza acogedora y benefícienle. Contando entre sus principales características la extrema sociabilidad, siendo del orden de los artrópodos, fitófagas y con aparato bocal masticador, esa variedad de insectitos se ha caracterizado históricamente por ser muy laboriosos y llevar una vida simple, dedicada totalmente a la comunidad en que viven y ser receptivas a los gestos de amor y cariño de los seres que acogen su presencia. Pero como la propia sentencia popular señala: “toda regla tiene su excepción”Y este fue el caso de Cabecita Blanca, quien por haber tenido esa deficiencia cromosómica hereditaria, se creía superior a las otras hormiguitas y estimulaba su vanidad luciendo la blancura de su rostro; pintando los labios con un rojo escandaloso y colocando en las mejillas colorete de igual tonalidad. Era pues de pensar, que si no hubiera nacido en el seno de tal familia real, se tomaría el trabajo de colocar talco en su semblante para imitar el color de la pulcritud y hasta hubiera mandado a tatuar la piel de su cuerpo con fina cintura, los pies y hasta el ombligo, siguiendo las arcaicas e infrahumanas costumbres de las generaciones contemporáneas. Sólo que ella no percibía que la apariencia externa no era ni será nunca el reflejo de los valores internos reales, capaces de reflejar la personalidad, el carácter y los sentimientos de un individuo, ya sea una hormiga, una bacteria o un escarabajo. Su pequeña cabecita, a diferencia de las enormes que tenían las soldadas, no le permitía razonar a partir de ese principio lógico de los seres menos tolos y muy orgullosa y egocéntrica, poco a poco fue distanciándose de sus compañeras y amigas de sus primeros años de vida. Así pasó el tiempo maravilloso de la infancia, de la primera adolescencia, hasta que llegó la época del año señalada para el apareamiento y todas sus colegas acumulaban energías para emprender el vuelo nupcial, durante el cual recibirían la fecundación necesaria para poner huevos durante toda su vida. Pero mientras ella invertía todo su tiempo en mejorar el maquillaje y agregar epítetos externos a su fisonomía, las otras se dedicaban por entero al principal objetivo de una hormiguita, que era tener una gran familia y pensar en como educarían a sus descendientes. Llegado el momento tan ansiado, todas juntas, sin pensar mucho en los vestidos de novia, el peinado o el ajuar, emprendieron con enorme felicidad y expectativas el ansiado vuelo nupcial. Pero ella se empeñó en mantenerse distante de las otras para que su belleza resaltara más y sobrepasar los límites estratosféricos. Volaba sola, con la arrogancia de una reina, la superioridad de una princesa orgullosa, malcriada y la exhuberancia de una hembra demasiado convencida de sus virtudes externas, sin antes probar sus infinitas posibilidades de fertilidad. Porque la muy boba, nunca había sembrado en su corazón el amor, la humildad y el conocimiento, atributos propios de quien tiene una alma elevada. Ese día, en el cielo abierto y con un color limpio y brillante, había pocas nubes y todavía se podían apreciar las siluetas de estrellas distantes, que irradiando o reflejando su luz, iluminaban el cielo mostrando un armónico contraste entre el azul y el blanco, con infinita escala de degradaciones, mezclas y sobre imposiciones, dignas de satisfacer el espíritu más selecto. Los suaves rayos del sol, imprimían un matiz amarillo claro que avivaba la imagen perfecta de la naturaleza, ofreciéndole una atmósfera casi divina a los objetos que se dibujaban sobre el eterno fondo celestial. Pero a pesar de todo eso, ella se sentía el único astro que brillaba más allá del alcance de la insignificante superficie de la tierra. Sus pequeñas, pero fuertes y grandes alas, no dejaban de agitarse y con la cabeza siempre insolente y erguida por encima de los hombros de las otras, se sentía superior a cualquier cuerpo astral que se hubiera opuesto a su natural arrogancia. El implacable tiempo fue pasando y ella tuvo la oportunidad de ver a todas sus amigas volver hasta la tierra, fecundadas y dispuestas a depositar sus huevos en un rinconcito del nido de donde partieron. Allí, con no mucho esfuerzo, establecieron nuevas comunidades y colonias, colmenas y reinados, pero ella volvió sola, triste y deprimida, con algunas lágrimas en sus ojos.Después de muchos de los años todavía reclama de la incapacidad de los machos para apreciar sus valores femeninos y continúa cuidando de los hijos y nietos de sus amigas, que con más suerte, establecieron familias felices y duraderas que hasta hoy viven en nuestras tierras.

Opiniones:

Elizabet Rodriguez
Muy lindo lo que escribes.

Diana Margarita Cantón Martínez
Está muy bonito y educativo.Sigue escribiendo, haz un blog si ya no lo tienes. Saludos: Diana.


Marta M Estevez
Precioso el cuento, Alex.... muy educativo..... hace falta que llegue a miles de madres que estan maleducando a sus hormiguitas, que solo piensan en lujos, joyas, dineros, olvidandose del gran tesoro que encierran en si mismas. Espectacular, amigo.... Te quiero mucho...Mara

Magali DeLa Cruz
extraordinario y sensible..con una carga conceptual y filosofica profunda...

Juana Yanet Vargas Jara
sabes lo voy a copiar si me lo permites ...para contarselo a mis niños ..trabajo en un jardin infantil...espero no te moleste...

Monica Paz
Alexei,precioso,educativo,todos los padres tenemos la obligación de enseñar a los hijos que vuelen alto,pero que no se olviden de ser humildes....