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Saturday, August 29, 2009

Hacer Discípulos:


Cultivemos las cualidades necesarias para hacer discípulos
“Vayan [...] y hagan discípulos de gente de todas las naciones.” (MATEO 28:19.)
A FIN de cumplir la voluntad de Jehová, sus siervos a veces tienen que cultivar ciertas habilidades y actitudes. Por ejemplo, cuando Abrahán y Sara obedecieron la orden de Jehová de abandonar la próspera ciudad de Ur, se vieron obligados a desarrollar las cualidades y habilidades necesarias para vivir en tiendas de campaña (Hebreos 11:8, 9, 15). Josué, por su parte, necesitó valor, confianza en Jehová y un buen conocimiento de la Ley para introducir a los israelitas en la Tierra Prometida (Josué 1:7-9). Y aunque es posible que Bezalel y Oholiab ya tuvieran algunas destrezas, sin duda las perfeccionaron gracias al espíritu de Dios; de este modo pudieron participar en la construcción del tabernáculo y en otras labores relacionadas, sirviendo tanto de trabajadores como de supervisores (Éxodo 31:1-11).
2 Siglos después, Jesucristo dio la siguiente comisión a sus seguidores: “Vayan [...] y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). Era la primera vez que se concedía el privilegio de realizar una obra de tal envergadura. Ahora bien, ¿qué cualidades se necesitan para hacer discípulos? ¿Cómo podemos cultivarlas?
Manifestemos un profundo amor por Dios
3 Hace falta tener un profundo amor por Jehová para dirigirse a las personas y luego tratar de convencerlas de que lo adoren como el único Dios verdadero. Los israelitas podían demostrar que tenían esa clase de amor obedeciendo los mandamientos de Dios, ofreciéndole sacrificios gratos a sus ojos y alabándole con canciones (Deuteronomio 10:12, 13; 30:19, 20; Salmo 21:13; 96:1, 2; 138:5). Los cristianos también demostramos que amamos a Dios obedeciendo sus normas. Pero otra forma en que lo hacemos es participando en la obra de hacer discípulos. Por eso, cuando le hablamos a la gente acerca de Jehová y sus propósitos, debemos expresarnos con convicción y escoger palabras que revelen cuánto apreciamos la esperanza que él nos brinda (1 Tesalonicenses 1:5; 1 Pedro 3:15).
4 Jesús amaba profundamente a Jehová y por esta razón disfrutaba mucho hablando de Sus propósitos, del Reino y de la adoración verdadera (Lucas 8:1; Juan 4:23, 24, 31). De hecho, en una ocasión llegó a decir: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra” (Juan 4:34). Además, en él se cumplieron las siguientes palabras del salmista: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de mis entrañas. He anunciado las buenas nuevas de la justicia en la congregación grande. ¡Mira! No restrinjo mis labios. Oh Jehová, eso tú mismo lo sabes bien” (Salmo 40:8, 9; Hebreos 10:7-10).
5 Algunas personas que acaban de aprender las verdades bíblicas sienten gran amor por Dios. Impulsadas por esta cualidad, hablan sobre Jehová y el Reino con tanta seguridad que logran convencer a muchos para que examinen las Escrituras (Juan 1:41). En efecto, lo que más nos motiva a los cristianos a participar en la obra de hacer discípulos es el amor a Dios. Por consiguiente, mantengamos vivo dicho amor siendo constantes en la lectura y meditación de la Biblia (1 Timoteo 4:6, 15; Revelación [Apocalipsis] 2:4).
6 No cabe duda de que el amor a Jehová contribuyó a que Jesucristo enseñara con tanto celo. Pero esa no fue la única razón por la que tuvo tan buenos resultados al predicar el Reino. ¿Qué otra cualidad lo ayudó a ser un buen formador de discípulos?
Mostremos verdadero interés en el prójimo
7 Jesús siempre se preocupó por la gente y mostró mucho interés en ella. Incluso antes de su vida humana, cuando era el “obrero maestro” de Dios, ya estimaba todo lo relacionado con la humanidad (Proverbios 8:30, 31). Y cuando vivió en la Tierra como hombre, se compadeció de quienes lo rodeaban y fue una fuente de alivio para los que acudían a él (Mateo 11:28-30). Jesús era tan amoroso y compasivo como su Padre, lo cual atraía a la gente a la adoración del único Dios verdadero. Personas de todo tipo lo escuchaban porque se interesaba de verdad por ellas y por su situación (Lucas 7:36-50; 18:15-17; 19:1-10).
8 Cuando cierto hombre le preguntó qué tenía que hacer para heredar la vida eterna, Jesús lo miró y “sintió amor por él” (Marcos 10:17-21). En otro pasaje leemos que “Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro”, discípulos suyos que vivían en Betania (Juan 11:1, 5). Tanto se interesaba Jesús en las personas que llegaba a privarse del descanso necesario con tal de enseñarles las buenas nuevas (Marcos 6:30-34). Y fueron precisamente ese interés y ese amor tan profundos los que hicieron de él el mejor maestro a la hora de atraer a la gente a la adoración verdadera.
9 El apóstol Pablo también se interesaba profundamente por la gente a la que predicaba. Por ejemplo, a las personas que habían abrazado el cristianismo en Tesalónica les dijo: “Teniéndoles tierno cariño, nos fue de mucho agrado impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a sernos amados”. El resultado del interés y el cariño de Pablo fue que algunos tesalonicenses “se volvieron de sus ídolos [...] para servir como esclavos [al] Dios vivo” (1 Tesalonicenses 1:9; 2:8). Si nosotros nos interesamos de verdad en los demás, tal como lo hicieron Jesús y Pablo, puede que también tengamos la satisfacción de ver cómo las buenas nuevas tocan el corazón de los que están “correctamente dispuestos para vida eterna” (Hechos 13:48).
Demostremos espíritu de sacrificio
10 ¿Quiénes son más eficaces haciendo discípulos? Los cristianos que tienen espíritu de sacrificio. Para ellos, la adquisición de riquezas no es lo más importante. En realidad, tal como dijo Jesús a sus seguidores: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero entrar en el reino de Dios!”. Cuando Jesús pronunció aquellas palabras, los discípulos quedaron sorprendidos. Aun así, les siguió diciendo: “Hijos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios” (Marcos 10:23-25). Por esta razón, Jesús les recomendó un estilo de vida sencillo que les permitiría concentrarse en la formación de discípulos (Mateo 6:22-24, 33). Ahora bien, ¿por qué se necesita espíritu de sacrificio para hacer discípulos?
11 Porque enseñar todas las cosas que Jesús mandó exige mucho de uno. Los buenos formadores de discípulos se esfuerzan por dar clases bíblicas semana tras semana a las personas interesadas en el mensaje. Algunos hasta deciden trabajar menos horas para tener más posibilidades de encontrar a tales personas. Miles de cristianos aprenden otro idioma para predicar a determinados grupos étnicos de su zona. Incluso hay quienes dejan su hogar y se mudan a otra región o país a fin de aumentar su participación en la siega (Mateo 9:37, 38). Todo lo anterior requiere espíritu de sacrificio. Pero para ser un buen formador de discípulos se necesita algo más.
Tengamos paciencia, pero no perdamos el tiempo
12 Otra cualidad que nos ayuda a hacer discípulos es la paciencia. Esto es así porque, aunque nuestro mensaje cristiano exige que las personas actúen con urgencia, en muchos casos les tomará bastante tiempo ponerse de parte de la verdad (1 Corintios 7:29). Jesús no se impacientó porque su medio hermano Santiago tardara en hacerse discípulo. Aunque parece que Santiago conocía bien la labor evangelizadora de Jesús, por alguna razón no se decidía a dar ese paso (Juan 7:5). Sin embargo, debió hacerlo en el año 33, en el breve período transcurrido entre la muerte de Cristo y el Pentecostés. Llegamos a esta conclusión porque, como dan a entender las Escrituras, en ese período ya se estaba reuniendo junto con su madre, sus hermanos y los apóstoles para orar (Hechos 1:13, 14). Santiago progresó espiritualmente y más tarde asumió importantes funciones en la congregación cristiana (Hechos 15:13; 1 Corintios 15:7).
13 Muchos de los productos que cultiva el agricultor tardan en crecer. Lo mismo sucede con los frutos que los cristianos cultivamos en la gente: la comprensión de la Palabra de Dios, el amor a Jehová y el espíritu cristiano. Así pues, tenemos que ser pacientes. Santiago escribió: “Ejerzan paciencia, [...] hermanos, hasta la presencia del Señor. ¡Miren! El labrador sigue esperando el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la lluvia tardía. Ustedes también ejerzan paciencia; hagan firme su corazón, porque se ha acercado la presencia del Señor” (Santiago 5:7, 8). Santiago animó a sus hermanos en la fe a tener “paciencia [...] hasta la presencia del Señor”. El propio Jesús demostró esta cualidad con sus discípulos, pues cada vez que no entendían algo, se lo explicaba con mucha paciencia, fuera directamente o valiéndose de ilustraciones (Mateo 13:10-23; Lucas 19:11; 21:7; Hechos 1:6-8). Hoy en día vivimos en la presencia del Señor. Sin embargo, sigue siendo necesario que enseñemos con paciencia a la gente, pues así lograremos que lleguen a ser discípulos de Cristo (Juan 14:9).
14 A pesar de nuestra paciencia, “la palabra del reino” no produce fruto en la mayoría de los estudiantes de la Biblia (Mateo 13:18-23). Hacemos todo lo posible por ayudarlos, pero si no dan fruto, descontinuamos el estudio y aprovechamos mejor el tiempo buscando a personas que realmente valoren la verdad bíblica (Eclesiastés 3:1, 6). Sin embargo, hay que tener presente que algunas personas que valoran la verdad necesitan que les dediquemos más tiempo de lo habitual para que puedan cambiar sus puntos de vista, actitudes y prioridades. Por eso, imitamos la paciencia que demostraba Jesús con sus discípulos cuando les costaba trabajo cambiar de actitud (Marcos 9:33-37; 10:35-45).
Cultivemos el arte de enseñar
15 Si queremos hacer discípulos, es fundamental que tengamos amor a Dios, interés en la gente, espíritu de sacrificio y paciencia. Pero también debemos cultivar nuestras habilidades como maestros, pues solo así lograremos explicarnos de manera clara y sencilla. Por ejemplo, el Gran Maestro, Jesucristo, pronunció muchas frases que impresionan por su sencillez. Probablemente recordemos las siguientes: “Acumulen para sí tesoros en el cielo”, “No den lo santo a los perros”, “La sabiduría queda probada justa por sus obras” y “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios” (Mateo 6:20; 7:6; 11:19; 22:21). Sin embargo, Jesús no solo instruía con dichos breves. Cuando era oportuno, daba explicaciones más largas, aunque igualmente claras. ¿Cómo podemos imitar su forma de enseñar?
16 La clave para enseñar con sencillez y claridad está en la buena preparación. El ministro cristiano que no se prepara tiende a hablar demasiado. Dice todo lo que sabe sobre cada tema, de modo que las ideas principales terminan perdiéndose en un mar de palabras. En cambio, quien se prepara bien piensa de antemano en el estudiante, medita en el tema que van a analizar y explica solo lo necesario (Proverbios 15:28; 1 Corintios 2:1, 2). Tiene presente lo que ya sabe la persona y qué puntos debe destacar durante el estudio. Quizás conozca muchos detalles interesantes, pero como son innecesarios los omite, y así gana en claridad.
17 Además de ofrecer datos, Jesús ayudaba a razonar. Por ejemplo, en una ocasión preguntó: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?” (Mateo 17:25). Hoy, cuando damos clases de la Biblia, debemos permitir que la persona dé su opinión o explique el asunto que estemos analizando. Para ello tendremos que controlarnos, sobre todo si nos encanta explicar las verdades bíblicas. Por otra parte, no se trata de bombardear con preguntas al estudiante, sino de plantearle con tacto unas cuantas preguntas y comparaciones bien pensadas. De este modo lo ayudaremos a entender los razonamientos basados en la Biblia que se presentan en nuestras publicaciones.
18 La Biblia menciona el “arte de enseñar” (2 Timoteo 4:2; Tito 1:9). Tal arte implica mucho más que ayudar al estudiante a memorizar datos. El propósito es lograr que entienda la diferencia entre la verdad y la falsedad, entre el bien y el mal, entre la sabiduría y la insensatez. Si nos esforzamos por alcanzar esa meta y por infundir en su corazón amor a Jehová, tal vez le hagamos comprender por qué debe obedecerle.
Demostremos celo por hacer discípulos
19 La congregación cristiana es un conjunto de personas cuyo objetivo común es formar discípulos. Por eso, cada vez que alguien se hace discípulo, no solo se alegra el testigo de Jehová que lo encontró y le enseñó las verdades bíblicas. Es como cuando se organiza un grupo para buscar a un niño desaparecido. Aunque sea un solo individuo quien lo encuentre, todo el grupo se llena de alegría cuando el niño se reúne con sus padres (Lucas 15:6, 7). Efectivamente, hacer discípulos es un trabajo de equipo. Todos los cristianos colaboramos en la búsqueda de personas que puedan llegar a ser discípulos de Jesús. Y cuando empiezan a asistir a las reuniones en el Salón del Reino, cada uno de los presentes contribuimos a que crezca su aprecio por la adoración verdadera (1 Corintios 14:24, 25). De ahí que todos los cristianos nos alegremos de que anualmente decidan hacerse discípulos cientos de miles de personas.
20 A muchos hermanos fieles les encantaría ayudar a alguien a conocer a Jehová y la adoración verdadera, pero, aunque ponen todo su empeño, no lo consiguen. Si ese es su caso, siga cultivando su amor por Jehová, interésese en la gente, demuestre espíritu de sacrificio, tenga paciencia y desarrolle sus habilidades como maestro. Por encima de todo, exprésele a Jehová su deseo de enseñar la verdad a alguien (Eclesiastés 11:1). Y no pierda el ánimo. Recuerde que todo lo que realiza en el servicio de Jehová contribuye al éxito de la obra de hacer discípulos y glorifica a Dios.
¿Sabe explicarlo?
• ¿En qué sentido se pone a prueba nuestro amor por Dios en la obra de hacer discípulos?
• ¿Qué cualidades se necesitan para hacer discípulos?
• ¿Qué implica el “arte de enseñar”?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Qué habilidades y actitudes necesitaron algunos siervos de Dios del pasado?
2. ¿Qué preguntas sobre la obra de hacer discípulos contestaremos en este artículo?
3. ¿Qué demostramos cuando participamos en la obra de hacer discípulos?
4. ¿Por qué disfrutaba Jesús hablando a la gente acerca de Jehová?
5, 6. ¿Qué cualidad resulta imprescindible para formar discípulos?
7, 8. ¿Qué sentía Jesús por la gente?
9. ¿Qué actitud demostró Pablo al hacer discípulos?
10, 11. ¿Por qué se necesita espíritu de sacrificio para hacer discípulos?
12, 13. ¿Por qué es muy importante tener paciencia al hacer discípulos?
14. Aunque somos pacientes con los estudiantes de la Biblia, ¿qué hacemos para aprovechar bien el tiempo?
15, 16. ¿Por qué es importante que el ministro cristiano se prepare bien y enseñe con sencillez?
17. ¿Cómo podemos ayudar a la gente a razonar a partir de las Escrituras?
18. ¿Qué implica el “arte de enseñar”?
19. ¿Por qué podemos decir que todos los cristianos contribuimos a la formación de discípulos?
20. ¿Qué debe hacer si desea enseñar la verdad bíblica a otras personas?
[Ilustración de la página 21]
Al hacer discípulos, los cristianos demostramos que amamos profundamente a Dios
[Ilustración de la página 23]
¿Por qué debemos interesarnos en el prójimo a fin de hacer discípulos?
[Ilustración de la página 24]
¿Qué cualidades se necesitan para hacer discípulos?
[Ilustración de la página 25]
Todos los cristianos nos alegramos al ver los buenos resultados de la obra de hacer discípulos.

1 Cor.15:7:


7 Después de eso se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles;

Hechos 15:13:


. 13 Después que cesaron de hablar, Santiago contestó, y dijo: “Varones, hermanos, óiganme.

Hechos 1:13-14:


13 Así, cuando hubieron entrado, subieron al aposento de arriba, donde estaban alojados, tanto Pedro como Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago [hijo] de Alfeo y Simón el celoso, y Judas [hijo] de Santiago. 14 Todos estos persistían de común acuerdo en oración, junto con algunas mujeres y María la madre de Jesús, y con los hermanos de él.

1 Cor. 7:29:



29 Además, esto digo, hermanos: el tiempo que queda está reducido. En adelante, los que tienen esposas sean como si no tuvieran,

La Paciencia:


Sábado 29 de agosto
Sus hermanos, de hecho, no ejercían fe en él (Juan 7:5).
Una cualidad que nos ayuda a hacer discípulos es la paciencia. Esto es así porque, aunque nuestro mensaje cristiano exige que las personas actúen con urgencia, en muchos casos les tomará bastante tiempo ponerse de parte de la verdad (1 Cor. 7:29). Algunas personas que valoran la verdad necesitan que les dediquemos más tiempo de lo habitual para que puedan cambiar sus puntos de vista, actitudes y prioridades. Jesús no se impacientó porque su medio hermano Santiago tardara en hacerse discípulo. Aunque parece que Santiago conocía bien la labor evangelizadora de Jesús, por alguna razón no se decidía a dar ese paso. Sin embargo, debió hacerlo en el año 33, en el breve período transcurrido entre la muerte de Cristo y el Pentecostés. Llegamos a esta conclusión porque, como dan a entender las Escrituras, en ese período ya se estaba reuniendo junto con su madre, sus hermanos y los apóstoles para orar (Hech. 1:13, 14). Santiago progresó espiritualmente y más tarde asumió importantes funciones en la congregación cristiana (Hech. 15:13; 1 Cor. 15:7). w07 15/11 1:12, 14.

Satanás el Diablo y sus trampas:


No caigamos en las trampas del “pajarero”
“[Jehová] mismo te librará de la trampa del pajarero.” (SALMO 91:3.)
LOS cristianos verdaderos nos enfrentamos a un temible enemigo de inteligencia y astucia sobrehumanas. En el Salmo 91:3 se le llama ‘el pajarero’. ¿De quién se trata? Ya en el número del 1 de junio de 1883, esta revista reveló su identidad. Este poderoso enemigo no es otro que Satanás. Al igual que un astuto cazador de pájaros, el Diablo trata de engañar y entrampar a los siervos de Jehová.
2 En el pasado se atrapaban aves por diversas razones. Unas veces era para disfrutar de su melodioso trino o de su colorido plumaje, y otras veces era para comerlas o para ofrecerlas como sacrificio. Dado que estas criaturas —cautas y huidizas por naturaleza— no eran presa fácil, el pajarero de tiempos bíblicos tenía que estudiar detenidamente las peculiaridades y costumbres de cada ave a fin de preparar trampas eficaces. Pues bien, al comparar a Satanás con un pajarero, la Biblia nos ayuda a comprender mejor sus métodos. El Diablo nos estudia a cada uno por separado. Primero se fija en cómo somos y en qué hábitos tenemos y, después, nos tiende sutiles trampas con el objetivo de capturarnos vivos (2 Timoteo 2:26). Caer en sus trampas puede llevarnos a la ruina espiritual y, finalmente, a la destrucción. De modo que si queremos escapar de este “pajarero”, nos conviene conocer sus trampas.
3 Además, el salmista compara a Satanás con un león joven y con una cobra, lo cual nos ayuda a entender mejor cómo actúa (Salmo 91:13). Al igual que un león, Satanás a veces ataca frontalmente valiéndose de la persecución o de leyes en contra de los siervos de Jehová (Salmo 94:20). Aunque estos ataques directos quizás hagan que algunos cristianos abandonen el pueblo de Jehová, a menudo tienen el efecto contrario: los siervos de Dios se unen todavía más. Pero ¿qué hay de los ataques más sutiles, como los de una cobra?
4 El Diablo emplea su inteligencia sobrehumana para lanzar mortales ataques a traición, como hace una serpiente venenosa desde su escondrijo. Así ha envenenado la mente de algunos siervos de Jehová hasta el punto de lograr que hagan su voluntad y no la de Dios. Claro, esto ha tenido lamentables resultados. Afortunadamente, nosotros no estamos en ignorancia de los designios de Satanás (2 Corintios 2:11). Analicemos, por tanto, cuatro de las mortíferas trampas que emplea este “pajarero”.
El temor al hombre
5 El “pajarero” sabe que los seres humanos tienen el deseo natural de ser aceptados por los demás. Y los cristianos no son la excepción, pues a ellos también les importa la opinión de la gente. El Diablo lo sabe y trata de aprovecharse de ese deseo para desequilibrarlos y hacerlos caer en la trampa. Una manera de conseguirlo es haciéndolos “temblar ante los hombres” (Proverbios 29:25). El siervo de Dios que, por temor al hombre, hace lo que Jehová prohíbe —o deja de hacer lo que él manda— ya ha caído en la trampa del “pajarero” (Ezequiel 33:8; Santiago 4:17).
6 Tomemos por caso al adolescente que, presionado por sus compañeros de estudios, fuma un cigarrillo. Seguramente no tenía la menor intención de fumar cuando salió de casa ese día para ir a clase. Sin embargo, ahí está, haciendo algo que daña su salud y desagrada a Dios (2 Corintios 7:1). ¿Cómo cayó en la trampa? Tal vez se juntó con quien no debía y temía que lo rechazaran. Por tanto, jóvenes, no se dejen engañar por el “pajarero”. Si no quieren caer en sus trampas y ser capturados vivos, no cedan en lo más mínimo. Recuerden siempre el consejo bíblico de evitar las malas compañías (1 Corintios 15:33).
7 Los padres cristianos se toman muy en serio su obligación bíblica de mantener a la familia (1 Timoteo 5:8). Sin embargo, Satanás quiere desequilibrarlos en este aspecto, y a veces lo consigue. Algunos cristianos ceden a la presión de sus jefes para que trabajen más horas y se pierden habitualmente las reuniones. O temen pedir días libres para asistir a todas las sesiones de la asamblea de distrito y adorar a Dios con sus hermanos en la fe. Pues bien, la clave para no caer en esta trampa es “conf[iar] en Jehová” (Proverbios 3:5, 6). Otra cosa que nos permitirá mantener el equilibrio es recordar que somos miembros de la casa de Jehová y que él se ha comprometido a cuidarnos. Padres, ¿están convencidos de que Jehová los va a ayudar a ustedes y su familia de una u otra forma, si hacen su voluntad? ¿O caerán en la trampa del Diablo y, por temor al hombre, harán lo que él quiere? Los animamos a orar y reflexionar sobre estas preguntas.
El lazo del materialismo
8 Otra de las trampas de Satanás es el materialismo. El sistema comercial de este mundo a menudo promueve negocios para enriquecerse en poco tiempo. A veces, seducidos por esa mentalidad, algunos miembros de la congregación pudieran recomendarle a uno: “Trabaja duro ahora. Cuando consigas cierta estabilidad económica, ya podrás tomarte las cosas con calma y disfrutar de la vida. Y, si quieres, hasta podrías hacerte precursor”. Este pudiera ser el argumento erróneo de algunos que intentan beneficiarse económicamente a costa de sus hermanos. Pero fijémonos bien en su argumento. ¿Acaso no refleja la misma forma de pensar del hombre rico “irrazonable” de la parábola de Jesús? (Lucas 12:16-21.)
9 El malvado sistema de Satanás induce a las personas a desear cosas materiales. Este deseo puede infiltrarse de tal modo en la vida del cristiano que poco a poco ahogue la palabra y la haga “infructífera” (Marcos 4:19). La Biblia nos anima a estar satisfechos teniendo sustento y abrigo (1 Timoteo 6:8). Sin embargo, por no seguir este consejo, muchos caen en la trampa del “pajarero”. ¿Será que su orgullo los hace creer que deben mantener cierto estilo de vida? ¿Y qué hay de nosotros? ¿Permitimos que nuestro deseo de poseer cosas desplace a un segundo lugar la adoración verdadera? (Ageo 1:2-8.) Es triste reconocer que, en tiempos de estrechez económica, algunos han sacrificado su espiritualidad por mantener el nivel de vida al que estaban acostumbrados. ¡Justo la actitud materialista que hace feliz al “pajarero”!
La trampa del entretenimiento dañino
10 Otra táctica con la que el “pajarero” entrampa a la gente consiste en socavar su sentido innato de lo que está bien y lo que está mal. La misma actitud que había en Sodoma y Gomorra domina gran parte de la industria del entretenimiento actual. Hasta algunos noticieros de televisión y artículos de revistas serias realzan la violencia y alimentan un morboso interés por el sexo. De hecho, buena parte del entretenimiento nubla la capacidad de la gente “para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Hebreos 5:14). No olvidemos, sin embargo, lo que Jehová advirtió por boca del profeta Isaías: “¡Ay de los que dicen que lo bueno es malo y lo malo es bueno[!]” (Isaías 5:20). Pues bien, ¿ha conseguido el “pajarero” corromper nuestra forma de pensar con este entretenimiento dañino? Los cristianos debemos hacernos un autoexamen a este respecto (2 Corintios 13:5).
11 Hace aproximadamente veinticinco años, La Atalaya dio una amorosa advertencia sobre las series de televisión. Hablando del sutil efecto que pueden tener las populares telenovelas, la revista mencionaba: “Se emplea la búsqueda del amor para justificar cualquier tipo de conducta. Por ejemplo, cierta joven soltera que está embarazada dice a una amiga: ‘Pero yo amo a Víctor. No me importa. [...] ¡El llevar dentro de mí su hijo compensa todo lo que yo tenga que hacer!’. La suave música de fondo dificulta el calificar de incorrecto el derrotero de ella. A la telespectadora también le agrada Víctor. Siente compasión por la muchacha. ‘La comprende.’ ‘Es asombrosa la manera como una razona’, declaró una telespectadora que más tarde recobró el juicio. ‘Sabemos que la inmoralidad es incorrecta. [...] Pero me di cuenta de que mentalmente estaba participando en ello’”.
12 Desde que se publicaron esos artículos, este tipo de programas degradantes se han vuelto cada vez más comunes. De hecho, en muchos lugares se emiten las veinticuatro horas del día. Y tanto hombres como mujeres, e incluso muchos adolescentes, alimentan de forma regular su mente y corazón con estas series. Sin embargo, los cristianos no deberíamos engañarnos. Sería un grave error razonar que no está mal ver esos programas porque, al fin y al cabo, en la vida real se ven cosas mucho peores. En cualquier caso, ¿qué justificación puede tener un cristiano para elegir entretenerse con personas a las que jamás se le ocurriría invitar a su casa?
13 A muchos cristianos les benefició prestar atención a esa advertencia del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Tras leer sus francas recomendaciones basadas en la Biblia, algunos lectores escribieron para explicar cómo les habían ayudado aquellos artículos. Una mujer confesó: “He sido adicta a las telenovelas durante trece años. Creía que, con asistir a las reuniones y predicar de vez en cuando, mi espiritualidad no se vería afectada. Pero no fue así. Acabé adoptando la actitud mundana típica de las telenovelas: si tu esposo te trata mal o no te hace sentir querida, el adulterio está justificado; la culpa es de él. Creyendo que estaba ‘justificada’, finalmente cometí adulterio y así pequé contra Jehová y contra mi cónyuge”. Esta mujer fue expulsada de la congregación, pero con el tiempo recapacitó, se arrepintió y fue readmitida. Aquellos artículos que prevenían contra las telenovelas le dieron fuerzas para evitar la clase de entretenimiento que Jehová odia (Amós 5:14, 15).
14 Otra carta decía: “Lloré al leer los artículos, porque me di cuenta de que mi corazón ya no le pertenecía por completo a Jehová. Así que le prometí en oración que me libraría de la adicción a estas series”. Después de agradecer los artículos, una cristiana que reconoció ser adicta a las telenovelas dijo: “Me pregunté [...] si podrían estar afectando mi relación con Jehová. ¿Cómo podía ser amiga de ‘ellos’ [los personajes de las series] y al mismo tiempo ser amiga de Jehová?”. Si hace casi veinticinco años ese tipo de programas de televisión ya corrompían el corazón de las personas, ¿qué efecto tendrán ahora? (2 Timoteo 3:13.) No subestimemos, por tanto, la trampa satánica del entretenimiento dañino en cualquiera de sus variantes, ya sea en forma de telenovelas, videojuegos violentos o videos musicales inmorales.
La trampa de las diferencias personales
15 Satanás se vale de las diferencias personales para causar divisiones en el pueblo de Jehová. Cualquiera —sin importar los privilegios de servicio que tenga— puede caer víctima de esta trampa. ¿Cómo? Al permitir que las diferencias personales alteren la paz, la unidad y la prosperidad espiritual del pueblo de Jehová (Salmo 133:1-3).
16 Durante la primera guerra mundial, Satanás atacó frontalmente a la parte terrestre de la organización de Jehová en un intento de destruirla. Pero no tuvo éxito (Revelación 11:7-13). Desde entonces, ha tratado sutilmente de romper la unidad del pueblo de Dios. Si nosotros dejamos que las diferencias personales nos separen, podríamos estar siguiéndole el juego al “pajarero”, pues estaríamos impidiendo que el espíritu santo fluya libremente en nuestra vida y en la congregación. Esto le complacería mucho a Satanás, pues sabe que cualquier alteración de la paz y unidad de la congregación afecta la predicación (Efesios 4:27, 30-32).
17 Ahora bien, ¿qué podemos hacer si tenemos un problema con un compañero cristiano? Es cierto que cada situación es distinta. Sin embargo, por muchas razones que haya para que surjan diferencias personales, no hay ninguna razón para no resolverlas (Mateo 5:23, 24; 18:15-17). Los consejos que encontramos en la Palabra de Dios son inspirados y, por tanto, perfectos. Así pues, pongamos en práctica los principios bíblicos, ya que estos nunca fallan.
18 Jehová no solo está “listo para perdonar”, sino que también concede “el verdadero perdón” (Salmo 86:5; 130:4). Una forma de demostrar que somos hijos amados de Jehová es imitándolo (Efesios 5:1). Todos somos pecadores y necesitamos desesperadamente el perdón de Jehová. Por eso, debemos tener cuidado si nos damos cuenta de que nos cuesta perdonar a alguien. Podríamos acabar como el esclavo de la parábola de Jesús que se negó a perdonar la deuda de otro esclavo. Cuando se enteró su amo —que le había perdonado a él una deuda muchísimo mayor—, lo mandó encerrar en prisión. Jesús concluyó su parábola diciendo: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano” (Mateo 18:21-35). Meditemos en esta ilustración y pensemos cuántas veces nos ha perdonado Jehová a nosotros. De seguro, eso nos animará a resolver cualquier diferencia personal que tengamos con nuestros hermanos (Salmo 19:14).
Seguros en “el lugar secreto del Altísimo”
19 Vivimos en tiempos peligrosos. Si no contáramos con la amorosa protección de Jehová, hace tiempo que Satanás habría acabado con todos nosotros. Para no caer en las trampas del “pajarero”, debemos permanecer en “el lugar secreto del Altísimo”, un lugar simbólico donde encontramos protección “bajo la mismísima sombra del Todopoderoso” (Salmo 91:1).
20 Por lo tanto, veamos siempre las normas y recordatorios de Jehová como medidas de protección, y no como un medio para cortarnos las alas. Todos nos enfrentamos a un enemigo de inteligencia sobrehumana. Sin la ayuda de Jehová, nadie podría escapar de sus trampas (Salmo 124:7, 8). Así pues, pidamos a Jehová ayuda para nunca caer en las trampas del “pajarero” (Mateo 6:13).
[Nota]
La Atalaya del 15 de mayo de 1983, págs. 3-7.
¿Lo recuerda usted?
• ¿Por qué es una trampa mortal “temblar ante los hombres”?
• ¿Cómo utiliza el Diablo el lazo del materialismo?
• ¿Cómo ha usado Satanás el entretenimiento dañino para entrampar a algunos cristianos?
• ¿De qué trampa se vale el Diablo para romper nuestra unidad?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Quién es el “pajarero”, y por qué es peligroso?
2. ¿Por qué se compara a Satanás con un pajarero?
3, 4. ¿Cuándo se parecen los ataques de Satanás a los de un león, y cuándo a los de una cobra?
5. ¿Por qué es tan efectiva la trampa de “temblar ante los hombres”?
6. ¿Qué caso ilustra cómo puede caer un joven en las trampas del “pajarero”?
7. ¿Cómo consigue Satanás que algunos padres pierdan su equilibrio espiritual?
8. ¿Cómo utiliza Satanás la trampa del materialismo?
9. ¿Por qué podría entrampar a algunos cristianos el deseo de poseer cosas?
10. ¿Qué autoexamen deben hacerse los cristianos?
11. ¿Qué advertencia sobre las telenovelas se dio en La Atalaya?
12. ¿Qué indica que todavía es pertinente la advertencia sobre las series de televisión?
13, 14. ¿Qué dijeron algunos lectores sobre cómo les habían beneficiado las advertencias sobre la televisión?
15. ¿Cómo entrampa Satanás a algunos cristianos?
16. ¿Qué logra sutilmente Satanás si permitimos que las diferencias personales nos separen?
17. ¿Qué nos ayudará a resolver las diferencias personales que puedan surgir?
18. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de Jehová a resolver las diferencias personales?
19, 20. ¿Cómo debemos ver “el lugar secreto” y la “sombra” de Jehová en estos tiempos peligrosos?
[Ilustración de la página 27]
Algunos han caído en la trampa de “temblar ante los hombres”
[Ilustración de la página 28]
¿Le gusta el entretenimiento que Jehová odia?
[Ilustración de la página 29]
¿Qué podemos hacer si tenemos diferencias personales con un hermano cristiano?

2 Corintios 2:11:


11 para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios.

Salmo 94:20:


20 ¿Acaso el trono que causa adversidades estará aliado contigo
mientras está forjando penoso afán mediante decreto?.

Ataques de Satanás:


Viernes 28 de agosto
Sobre el león joven y la cobra pisarás; hollarás al leoncillo crinado y a la culebra grande (Sal. 91:13).
El salmista compara a Satanás con un león joven y con una cobra, lo cual nos ayuda a entender mejor cómo actúa. Al igual que un león, Satanás a veces ataca frontalmente valiéndose de la persecución o de leyes que perjudican a los siervos de Jehová (Sal. 94:20). Aunque estos ataques directos quizás hagan que algunos cristianos abandonen el pueblo de Jehová, a menudo tienen el efecto contrario: los siervos de Dios se unen todavía más. Pero ¿qué hay de los ataques más sutiles, como los de una cobra? El Diablo emplea su inteligencia sobrehumana para lanzar mortales ataques a traición, como hace una serpiente venenosa desde su escondrijo. Así ha envenenado la mente de algunos siervos de Jehová hasta el punto de lograr que hagan su voluntad y no la de Dios. Claro, esto ha tenido lamentables resultados. Afortunadamente, nosotros no estamos en ignorancia de los designios de Satanás (2 Cor. 2:11). w07 1/10 3:3, 4