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Sunday, September 06, 2009

El cielo:


Cielo
Definición: La morada de Jehová Dios y de criaturas espirituales fieles; una región invisible al ojo humano. La Biblia también usa el término “cielo(s)” en varios otros sentidos; por ejemplo: para representar a Dios mismo, su organización de criaturas espirituales fieles, una posición de favor divino, el universo físico aparte de la Tierra, la expansión que rodea al planeta Tierra, los gobiernos humanos bajo la dominación de Satanás, y el nuevo gobierno celestial justo para el cual Jehová ha investido de poder a Jesucristo y sus coherederos.
¿Existíamos todos nosotros en la región espiritual antes que naciéramos como humanos?
Juan 8:23: “[Jesucristo les dijo:] ‘Ustedes son de las regiones de abajo; yo soy de las regiones de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.’” (Jesús había venido de la región espiritual. Pero, como indicó Jesús, los demás hombres no habían venido de allí.)
Rom. 9:10-12: “Cuando Rebeca concibió gemelos [...] cuando todavía no habían nacido ni practicado cosa buena ni vil, para que el propósito de Dios tocante a la selección continuara dependiendo, no de obras, sino de Aquel que llama, se le dijo a ella: ‘El mayor será esclavo del menor.’” (Por supuesto, si los gemelos Jacob y Esaú hubieran vivido anteriormente en una región espiritual, con toda seguridad se habrían hecho un registro de actos basado en su conducta allí, ¿verdad? Pero no fue sino hasta después de nacer como humanos cuando se hicieron tal registro.)
¿Van al cielo todas las personas buenas?
Hech. 2:34: “David [a quien la Biblia se refiere como un ‘hombre agradable al corazón de Jehová’] no ascendió a los cielos.”
Mat. 11:11: “En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos mayor es que él.” (De modo que Juan no fue al cielo cuando murió.)
Sal. 37:9, 11, 29: “Los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra. Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.”
Si Adán no hubiera pecado, ¿habría ido al cielo con el tiempo?
Gén. 1:26: “Pasó Dios a decir: ‘Hagamos un hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra.’” (Así que el propósito de Dios para Adán fue que se encargara de cuidar de la Tierra y de la vida animal sobre ella. No se dice nada de que él iría al cielo.)
Gén. 2:16, 17: “También le impuso Jehová Dios este mandato al hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.’” (No era el propósito original de Jehová que el hombre muriera algún día. El mandato de Dios citado aquí muestra que él advirtió que no se siguiera el proceder que llevaría a la muerte. La muerte habría de ser el castigo por la desobediencia, no una puerta a una vida mejor en el cielo. La obediencia sería recompensada con vida continua, vida eterna, en el Paraíso que Dios había dado al hombre. Véase también Isaías 45:18.)
¿Tiene que ir uno al cielo para tener un futuro verdaderamente feliz?
Sal. 37:11: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”
Rev. 21:1-4: “Vi un nuevo cielo y una nueva tierra [...] Oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’”
Miq. 4:3, 4: “No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra. Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.”
¿Abrió Jesús el camino al cielo para los que habían muerto antes que él muriera?
¿Qué significa 1 Pedro 3:19, 20? “En esta condición [en espíritu, después de su resurrección] también siguió [Jesús] su camino y predicó a los espíritus en prisión, que en un tiempo habían sido desobedientes cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé, mientras se construía el arca, en la cual unas pocas personas, es decir, ocho almas [“almas”, VV, BC; “personas”, VV (1977), NBE y BJ], fueron llevadas a salvo a través del agua.” (¿Eran esos “espíritus en prisión” las almas de los humanos que no habían querido prestar atención a la predicación de Noé antes del Diluvio?, ¿y tenían ahora ellos la oportunidad de ir al cielo? Una comparación de 2 Pedro 2:4 y Judas 6 con Génesis 6:2-4 muestra que estos espíritus eran los hijos angelicales de Dios que se habían materializado y casado con mujeres en el día de Noé. En 1 Pedro 3:19, 20 la palabra griega para “espíritus” es pneu′ma·sin, mientras que la palabra que se traduce “almas” es psy·khai′. Los “espíritus” no eran almas incorpóreas o sin cuerpo, sino ángeles desobedientes; las “almas” a las que se hace referencia aquí eran personas vivas, humanos, Noé y su casa. Por consiguiente, lo que se predicó a los “espíritus en prisión” debe haber sido un mensaje de juicio.)
¿Qué significa 1 Pedro 4:6? “De hecho, con este propósito las buenas nuevas fueron declaradas también a los muertos, para que fueran juzgados en cuanto a la carne desde el punto de vista de los hombres pero vivieran en cuanto al espíritu desde el punto de vista de Dios.” (¿Eran estos “muertos” la gente que había muerto antes de la muerte de Cristo? Como ya se ha mostrado, los muertos no son “los espíritus en prisión”. Esos espíritus eran los ángeles desobedientes. Y la predicación no podría haber beneficiado físicamente a los humanos muertos porque, como dice Eclesiastés 9:5, ellos “no están conscientes de nada en absoluto”, y Salmo 146:4 agrega que al tiempo de la muerte ‘de veras perecen los pensamientos’ de la persona. Más bien, Efesios 2:1-7, 17 se refiere a personas que están muertas en sentido espiritual y que llegan a vivir en ese mismo sentido a causa de haber aceptado las buenas nuevas.)
¿Se muestra en el “Nuevo Testamento” que la vida celestial sea la esperanza para todo cristiano?
Juan 14:2, 3: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De otra manera, se lo hubiera dicho a ustedes, porque voy a preparar un lugar para ustedes. También, si prosigo mi camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes.” (Jesús muestra aquí que sus apóstoles fieles, a quienes estaba hablando, con el tiempo estarían en la “casa” de su Padre, en el cielo, con Jesús. Pero aquí él no dice cuántos más irían también al cielo.)
Juan 1:12, 13: “A cuantos sí lo recibieron [a Jesús], a ellos les dio autoridad de venir a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre; y ellos nacieron, no de sangre, ni de voluntad carnal, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Nótese que el contexto, en el versículo 11, se refiere a “los suyos”, a los del pueblo de Jesús, los judíos. Todos los que sí lo recibieron cuando él vino a ellos en el primer siglo llegaron a ser hijos de Dios, con la perspectiva de vida celestial. Los verbos en el texto se hallan en pretérito o tiempo pasado, de modo que este pasaje no se refiere a todos los que han llegado a ser cristianos desde entonces.)
Rom. 8:14, 16, 17: “Todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, mas coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente.” (Cuando se escribió esto, era cierto que todos los que eran conducidos por el espíritu de Dios eran hijos de Dios que tenían la esperanza de ser glorificados con Cristo. Pero no siempre ha sido así. Lucas 1:15 dice que a Juan el Bautizante se le llenaría de espíritu santo, pero Mateo 11:11 aclara que él no participará de la gloria del Reino celestial. Del mismo modo, también, después del recogimiento de los herederos del Reino celestial habría otras personas que servirían a Dios como seguidores de su Hijo y sin embargo no participarían de la gloria celestial.)
¿Qué referencias específicas se hallan en el “Nuevo Testamento” con relación a una provisión de recompensar con vida eterna en la Tierra a cristianos?
Mat. 5:5: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra.”
Mat. 6:9, 10: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (¿Cuál es la voluntad de Dios con relación a la Tierra? ¿Qué indican Génesis 1:28 e Isaías 45:18?)
Mat. 25:31-33, 40, 46: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. Y todas las naciones serán juntadas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda. [...] El rey les dirá [a las ovejas]: ‘En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.’ Y [las cabras] partirán al cortamiento eterno, pero los justos [las ovejas] a la vida eterna.” (Nótese que estas “ovejas” no son lo mismo que los hermanos del rey, quienes son “participantes del llamamiento celestial” [Heb. 2:10–3:1]. Pero estas personas mansas como ovejas estarían vivas durante el tiempo en que Cristo estuviera en su trono y durante el tiempo en que algunos de los “hermanos” de él todavía estuvieran experimentando dificultades en la Tierra.)
Juan 10:16: “Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor.” (¿Quiénes son estas “otras ovejas”? Son seguidores del Pastor Excelente, Jesucristo, pero no están en el redil del “nuevo pacto”, con esperanza de vida celestial. Sin embargo, sí llegan a estar en estrecha asociación con los que están en ese redil.)
2 Ped. 3:13: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” (También Revelación 21:1-4.)
Rev. 7:9, 10: “Después de estas cosas [después que el apóstol Juan vio el número total de los “sellados” que habían sido “comprados de la tierra” para estar con Cristo en el monte Sión celestial; véase Revelación 7:3, 4; 14:1-3] vi, y, ¡miren! una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había palmas en sus manos. Y siguen clamando con voz fuerte, diciendo: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.’”
¿A cuántos les ofrece la Biblia la esperanza de vida celestial?
Luc. 12:32: “No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.”
Rev. 14:1-3: “Vi, y, ¡miren! el Cordero [Jesucristo] de pie sobre el monte Sión [en el cielo; véase Hebreos 12:22-24], y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escrito en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre. [...] Y están cantando como si fuera una canción nueva [...] y nadie pudo aprender esa canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, que han sido comprados de la tierra.”
¿Está el grupo de los 144.000 compuesto solo de judíos naturales?
Rev. 7:4-8: “Oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel: [...] Judá [...] Rubén [...] Gad [...] Aser [...] Neftalí [...] Manasés [...] Simeón [...] Leví [...] Isacar [...] Zabulón [...] José [...] Benjamín.” (Estas no pueden ser tribus del Israel natural, porque nunca hubo una tribu de José, no se incluye a las tribus de Efraín y Dan en esta lista, y a los levitas se les había separado para servicio con relación al templo, pero no se les contaba como una de las 12 tribus. Véase Números 1:4-16.)
Rom. 2:28, 29: “No es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne. Mas es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito.”
Gál. 3:26-29: “Todos ustedes, de hecho, son hijos de Dios por medio de su fe en Cristo Jesús. [...] No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni macho ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús. Además, si pertenecen a Cristo, realmente son descendencia de Abrahán, herederos con respecto a una promesa.”
¿Es el número 144.000 sencillamente una cifra simbólica?
El hecho de que, después de mencionar el número específico de 144.000, Revelación 7:9 hace referencia a una “grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar”, señala la respuesta a esa pregunta. Si la cifra 144.000 no fuera literal, carecería de significado como contraste con la “grande muchedumbre”. El que consideremos que la cifra es literal concuerda con la declaración de Jesús en Mateo 22:14 con relación al Reino de los cielos: “Hay muchos invitados, pero pocos escogidos”.
¿Van al cielo también los de la “grande muchedumbre” a que se hace referencia en Revelación 7:9, 10?
De ellos Revelación no dice —como lo hace en el caso de los 144.000— que hayan sido “comprados de la tierra” para estar con Cristo en el monte Sión celestial. (Rev. 14:1-3.)
Esta descripción que se da de ellos: “de pie delante del trono y delante del Cordero”, no indica necesariamente una ubicación, sino un estado de aprobación. (Compárese con Revelación 6:17; Lucas 21:36.) La expresión “delante del trono” (griego: e·no′pi·on tou thro′nou; literalmente: “a la vista del trono”) no exige que estén en el cielo. Su posición es sencillamente “a la vista” de Dios, quien nos dice que desde el cielo él contempla a los hijos de los hombres. (Sal. 11:4; compárese con Mateo 25:31-33; Lucas 1:74, 75; Hechos 10:33.)
La “grande muchedumbre en el cielo” a que se hace referencia en Revelación 19:1, 6 no es la misma “grande muchedumbre” de Revelación 7:9. De estos que están en el cielo la descripción no dice que salen “de todas las naciones” ni que están atribuyendo su salvación al Cordero; son ángeles. En la Biblia, la expresión “grande muchedumbre” se usa en diferentes contextos. (Mar. 5:24; 6:34; 12:37.)
¿Qué harán en el cielo los que vayan allí?
Rev. 20:6: “Serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.” (También Daniel 7:27.)
1 Cor. 6:2: “¿[...] no saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?”
Rev. 5:10: “Hiciste que fuesen un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de gobernar como reyes sobre [“en”, BD, NBE; “sobre”, TA, NC (1972), BJ, VP, VM] la tierra.” (La misma palabra griega y la misma estructura gramatical se halla en Revelación 11:6. Allí TA, NC (1972), BJ, y otras, vierten la construcción “sobre”.)
¿Quién selecciona a los que van al cielo?
2 Tes. 2:13, 14: “Estamos obligados a siempre dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por Jehová, porque Dios los eligió a ustedes desde el principio para salvación al santificarlos con espíritu y por su fe en la verdad. A este mismo destino los llamó él mediante las buenas nuevas que nosotros declaramos, con el propósito de adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo.”
Rom. 9:6, 16: “No todos los que provienen de Israel son realmente ‘Israel’. [...] No depende del que desea ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia.”

Sabiduría y Apacibilidad:


“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes?”
“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su conducta excelente sus obras con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría.” (SANT. 3:13.)
SI SE le pidiera que mencionara a alguien muy sabio, ¿quién le vendría a la mente? ¿Su padre? ¿Su madre? ¿Una persona de edad avanzada? ¿Un profesor universitario? En el concepto que uno tenga de la sabiduría pueden influir factores como la crianza y las circunstancias. Sin embargo, lo que más nos importa a los siervos de Jehová es lo que él piensa al respecto.
2 No todo aquel a quien el mundo considera sabio lo es realmente a los ojos de Dios. Por ejemplo, Job habló con unos hombres que creían tener esa cualidad y llegó a la siguiente conclusión: “[Yo] no hallo a ningún sabio entre ustedes” (Job 17:10). El apóstol Pablo, por su parte, escribió sobre algunos hombres que rechazaban el conocimiento de Dios: “Aunque afirmaban que eran sabios, se hicieron necios” (Rom. 1:22). Y el propio Jehová dijo mediante el profeta Isaías: “¡Ay de los que son sabios a sus propios ojos [...]!” (Isa. 5:21).
3 Como vemos, es necesario averiguar lo que se requiere para ser verdaderamente sabios y, como resultado, recibir el favor divino. Proverbios 9:10 señala: “El temor de Jehová es el comienzo de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es lo que el entendimiento es”. La persona sabia debe tener un temor sano de Dios y respetar sus leyes. Y esto implica más que simplemente reconocer que Dios existe y que ha establecido normas. El discípulo Santiago nos hace reflexionar en este asunto (léase Santiago 3:13). Fijémonos en la expresión: “Que muestre por su conducta excelente sus obras”. Así es, la verdadera sabiduría debe reflejarse en todo lo que hacemos y decimos.
4 Para ser sabios de verdad, hemos de tener buen juicio y utilizar el conocimiento y la facultad del entendimiento de la mejor manera. ¿Cómo demostramos con nuestras obras que poseemos tal sabiduría? Santiago enumera una serie de características que manifiestan quienes son sabios. ¿Cómo nos ayuda lo que él dijo a tener buenas relaciones con nuestros hermanos y con otras personas?
Nuestra conducta revela si somos sabios de verdad
5 Como hemos visto, Santiago relaciona la sabiduría con la conducta excelente. Como el temor de Jehová es el principio de la sabiduría, la persona sabia se esfuerza por comportarse de acuerdo con las normas y principios divinos. Ninguno de nosotros ha nacido siendo sabio, pero podemos llegar a serlo si estudiamos la Biblia con constancia y meditamos en ella. El estudio y la meditación nos ayudan a seguir la exhortación de Efesios 5:1: “Háganse imitadores de Dios”. Y cuanto mejor imitamos a Jehová, más sabiamente nos comportamos, porque sus caminos son muy superiores a los nuestros (Isa. 55:8, 9). Además, cuando lo imitamos, quienes no forman parte de la congregación ven que somos diferentes.
6 Santiago indica que una de las formas de imitar a Jehová es manifestando “una apacibilidad que pertenece a la sabiduría”. La persona apacible es mansa, aunque eso no impide que sea firme cuando la situación lo requiere. Jehová, pese a su poder ilimitado, es apacible, y por eso no nos da miedo acercarnos a él. El Hijo de Dios imitó a la perfección esta cualidad de su Padre, así que pudo decir: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas” (Mat. 11:28, 29; Fili. 2:5-8).
7 La Biblia nos habla de otras personas que se destacaron por su carácter apacible o manso, por ejemplo, Moisés. Pese a la gran responsabilidad que tenía, se dice que él “era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo” (Núm. 11:29; 12:3). Y recordemos que Jehová le dio fuerzas para que llevara a cabo su voluntad. A Jehová le complace utilizar a personas apacibles para cumplir su propósito.
8 Es obvio, pues, que a los seres humanos imperfectos sí nos es posible manifestar la “apacibilidad que pertenece a la sabiduría”. Pero ¿cómo podemos demostrarla a mayor grado? La apacibilidad forma parte del fruto del espíritu santo de Jehová (Gál. 5:22, 23). Por lo tanto, pidámosle a Jehová que nos dé su espíritu y esforcémonos por manifestar su fruto. Podemos tener la seguridad de que él nos ayudará a ser más apacibles. El salmista nos da una razón poderosa para manifestar esta cualidad cuando garantiza que Dios “enseñará a los mansos Su camino” (Sal. 25:9).
9 No obstante, tal vez nos cueste mucho trabajo mejorar en este aspecto. Quizás la crianza que recibimos nos dificulte comportarnos de manera apacible. Puede incluso que la gente que nos rodea nos incite a hacer todo lo contrario diciéndonos que el fuego se combate con fuego. Pero ¿es esta una actitud sabia? Si de repente algo empezara a arder en su casa, ¿con qué trataría de apagar el fuego: con algún tipo de combustible, o con agua? Con el combustible solo lograría avivar el fuego, mientras que con el agua seguramente conseguiría extinguirlo. Por eso la Biblia dice: “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera” (Pro. 15:1, 18). Así pues, la próxima vez que un hermano o cualquier otra persona nos irrite, reaccionemos con apacibilidad, y así demostraremos que somos verdaderamente sabios (2 Tim. 2:24).
10 Como ya se ha mencionado, la gente que está influenciada por el espíritu del mundo es todo menos amable, mansa y pacífica. Por eso el cristiano encuentra tantas personas rudas y arrogantes alrededor suyo. Consciente de este hecho, Santiago dio advertencias a los hermanos para que no se dejaran corromper por dicho espíritu. ¿Qué más aprendemos de sus palabras?
Características de quienes no son sabios
11 Santiago habló con mucha franqueza sobre las características que son totalmente opuestas a la sabiduría verdadera (léase Santiago 3:14). Los “celos” y el “espíritu de contradicción” (“espíritu de discordia”, Torres Amat) son actitudes carnales, no espirituales. Veamos un ejemplo de lo que ocurre cuando dominan esas actitudes. En Jerusalén se encuentra la Iglesia del Santo Sepulcro, construida sobre una extensión de terreno que comprende los lugares donde supuestamente se ejecutó y enterró a Jesús. Pues bien, hay seis grupos llamados cristianos que se reparten el control de dicha iglesia, y la relación entre ellos ha estado siempre marcada por las disputas. En el año 2006, la revista Time mencionó que un tiempo atrás se había producido un incidente en el que los monjes estuvieron “peleándose durante horas [...] y llegaron a golpearse mutuamente con enormes candelabros”. Tanto desconfían los unos de los otros que han encomendado la llave de la iglesia a un musulmán.
12 En la verdadera congregación cristiana jamás deberían producirse tales manifestaciones extremas del espíritu de discordia. Sin embargo, a veces la imperfección hace que algunos hermanos defiendan tercamente sus opiniones personales, lo que puede provocar algunas disputas. El apóstol Pablo observó que en la congregación corintia del siglo primero existía ese problema, de modo que escribió a los hermanos: “Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no son ustedes carnales, y no están andando como andan los hombres?” (1 Cor. 3:3). Esa lamentable situación persistió por algún tiempo en aquella congregación. Los cristianos de la actualidad debemos estar siempre en guardia para que tal espíritu no se infiltre en nuestras congregaciones.
13 Ese espíritu de discordia pudiera ir introduciéndose en la congregación con cosas que parezcan de poca importancia. Por ejemplo, cuando se construye un Salón del Reino, a veces surgen diferencias de opinión sobre la forma de hacer las cosas. Quizás un hermano se moleste porque no se acepta su sugerencia y se ponga a discutir o a criticar abiertamente las decisiones que se han tomado. Puede que incluso se niegue a seguir colaborando en la construcción. Quien actúa de ese modo olvida que para que un trabajo de la congregación salga bien, lo más importante no es utilizar un método en particular, sino que haya paz entre los hermanos. Jehová bendice el espíritu apacible, y no el de discordia (1 Tim. 6:4, 5).
14 Pensemos en otro ejemplo. En una congregación hay un hermano que es anciano desde hace bastantes años, pero los demás ancianos ven claramente que ya no reúne los requisitos bíblicos. Cuando los visita el superintendente de circuito, este observa que el hermano recibió consejos en el pasado pero no ha mejorado, de modo que también recomienda que sea dado de baja como anciano. ¿Cómo reaccionará el hermano? ¿Aceptará la decisión unánime y los consejos bíblicos de los demás ancianos con un espíritu humilde y apacible? ¿Se esforzará por reunir de nuevo los requisitos para ser superintendente? ¿O, por el contrario, se resentirá por haber perdido el privilegio y sentirá celos de los otros ancianos? ¿Por qué habría de insistir en que reúne los requisitos si todos los demás ancianos han llegado a la conclusión de que no es así? Sin duda sería mucho más sabio de su parte actuar con humildad y aceptar la decisión y los consejos de los ancianos.
15 Estas no son las únicas situaciones en las que podrían manifestarse los celos y el espíritu de discordia, de modo que siempre hay que esforzarse por evitar esas características (léase Santiago 3:15, 16). El discípulo Santiago las llamó ‘terrenales’ porque son carnales y no reflejan ninguna espiritualidad. También las calificó de ‘animales’, pues son el resultado de tendencias carnales y se parecen a las características de las criaturas irracionales. Y por último dijo que eran ‘demoníacas’ porque reflejan las actitudes de los espíritus malignos. Está claro que el cristiano jamás debe manifestar tales características.
16 Todos los miembros de la congregación deberíamos analizar nuestra propia conducta y esforzarnos por eliminar esas actitudes negativas. Y en particular deben hacerlo los superintendentes, como maestros de la congregación que son. Sin embargo, hay que reconocer que no es nada fácil eliminarlas; nuestra imperfección y la influencia del mundo nos lo dificultan. Es como si estuviéramos tratando de subir una cuesta cubierta de lodo y resbaladiza. Sin algo a lo que agarrarnos, seguramente nos caeríamos. Pues bien, los siervos de Dios nos sujetamos, por decirlo así, a los consejos de la Biblia y contamos además con la ayuda de la hermandad mundial; por eso podemos seguir adelante (Sal. 73:23, 24).
Cualidades que los sabios procuran demostrar
17 Léase Santiago 3:17. Hablemos ahora de algunas de las cualidades que son resultado de “la sabiduría de arriba”. Una de ellas es la castidad. La castidad es una virtud que implica pureza, tanto en las acciones como en los motivos. Por lo tanto, se espera que los cristianos rechacemos todo lo malo de inmediato, que esa sea nuestra reacción automática. Cuando el médico nos golpea con un martillito el tendón que tenemos justo bajo la rodilla, la pierna se extiende al instante de forma automática. Es un acto reflejo; no nos ponemos a pensar si vamos a realizarlo o no. De igual modo, cuando se presentan tentaciones, el cristiano que tiene el corazón puro y la conciencia educada por la Biblia rechaza automáticamente lo malo (Rom. 12:9). En las Escrituras encontramos ejemplos de personas que reaccionaron de tal modo, como José —el hijo de Jacob— y Jesús (Gén. 39:7-9; Mat. 4:8-10).
18 “La sabiduría de arriba” también nos mueve a ser personas pacíficas, es decir, a evitar las actitudes agresivas y las acciones que perturban la paz. Santiago añade al respecto: “En cuanto al fruto de la justicia, su semilla se siembra en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz” (Sant. 3:18). Fijémonos en la expresión “los que están haciendo la paz”. ¿Somos conocidos en la congregación como personas que promueven la paz o, más bien, que la perturban? ¿Discutimos con frecuencia y ofendemos a los demás? ¿Nos molestamos por cualquier cosa? ¿Insistimos en que se nos acepte como somos, o nos esforzamos humildemente por eliminar rasgos de nuestra personalidad que molestan, y con razón, a otras personas? ¿Tenemos fama de que hacemos lo posible por promover la paz y de que enseguida perdonamos y olvidamos los errores ajenos? Si nos hacemos un autoexamen sincero, tal vez descubramos que debemos mejorar en esta manifestación de “la sabiduría de arriba”.
19 Santiago dijo que “la sabiduría de arriba” también se refleja en un carácter razonable. ¿Se nos conoce por nuestra disposición a ceder cuando no hay principios bíblicos en juego y por no insistir en que se hagan las cosas a nuestra manera? ¿Se nos considera personas agradables y accesibles? Todo eso es una indicación de que hemos aprendido a ser razonables.
20 Si todos nos esforzamos por demostrar a mayor grado las cualidades que Santiago mencionó, reinará la armonía en la congregación (Sal. 133:1-3). En efecto, cuando somos apacibles, pacíficos y razonables, mejoran las relaciones entre nosotros. Además, demostramos que tenemos “la sabiduría de arriba”. Pero hay otro factor que nos ayuda a cultivar tales cualidades: ver a los demás como los ve Jehová. En el siguiente artículo se tratará ese tema.
[Nota]
El contexto indica que Santiago estaba pensando principalmente en los ancianos o “maestros” de la congregación (Sant. 3:1). Y aunque es cierto que ellos en particular deben esforzarse por manifestar sabiduría, todos los cristianos podemos aprender de las palabras de Santiago.
¿Qué contestaría?
• ¿Qué nos hace verdaderamente sabios?
• ¿Cómo podemos demostrar “la sabiduría de arriba” a mayor grado?
• ¿Qué características manifiestan quienes no tienen “la sabiduría de arriba”?
• ¿Qué cualidades está usted resuelto a seguir cultivando?
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Qué puede decirse de muchas personas a las que se considera sabias?
3, 4. ¿Qué necesitamos para ser sabios de verdad?
5. ¿Cómo se comporta la persona verdaderamente sabia?
6. ¿Por qué es la apacibilidad una prueba de que imitamos a Dios, y cómo es la persona apacible?
7. ¿Por qué es Moisés un buen ejemplo de apacibilidad?
8. ¿Cómo podemos los humanos imperfectos manifestar la “apacibilidad que pertenece a la sabiduría”?
9, 10. ¿Por qué nos cuesta trabajo ser apacibles?
11. ¿Qué características son opuestas a la sabiduría verdadera?
12. ¿Qué puede ocurrir cuando no se manifiesta verdadera sabiduría?
13, 14. Mencione algunas situaciones en las que podría demostrarse un espíritu carnal.
15. ¿Por qué cree usted que debemos tomar muy en serio las palabras inspiradas de Santiago 3:15, 16?
16. ¿Qué deberíamos hacer todos, y cómo podemos lograrlo?
17. ¿Cómo reaccionan los sabios ante las tentaciones?
18. ¿Cómo demostramos a) que somos pacíficos? b) que promovemos la paz?
19. ¿Qué tenemos que hacer para que se nos considere personas razonables?
20. ¿Cuál es el resultado de manifestar las cualidades que analizamos en este artículo?
[Ilustración de la página 23]
¿Cómo pudiera infiltrarse el espíritu de discordia entre los hermanos?
[Ilustración de la página 24]
¿Rechazamos lo malo de forma automática?.

La presencia de Cristo:


¿Qué significa para usted la presencia de Cristo?
“[¿]Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (MAT. 24:3.)
HACE casi dos mil años, cuatro apóstoles de Jesús que conversaban a solas con su Maestro en el monte de los Olivos le hicieron esta pregunta: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mat. 24:3). La pregunta contiene dos expresiones muy interesantes: “tu presencia” y “la conclusión del sistema de cosas”. ¿Qué significa cada una de ellas?
2 Empecemos por la segunda de tales expresiones, a saber, “la conclusión del sistema de cosas”. La palabra “conclusión” es la traducción del vocablo griego syntéleia. En la Traducción del Nuevo Mundo, esta palabra se vierte “conclusión” en todos los casos, mientras que hay otro término griego relacionado, télos, que se traduce “fin”. Para comprender la diferencia de significado entre estas dos palabras, piense en un discurso pronunciado en el Salón del Reino. La conclusión es la última parte del discurso, en la que el orador dedica algo de tiempo a recordar a los presentes lo que les ha explicado y les muestra cómo ponerlo en práctica. El fin del discurso tiene lugar cuando el orador se baja de la plataforma. De modo parecido, la expresión “la conclusión del sistema de cosas” se refiere en la Biblia al período de tiempo que precede al fin del sistema de cosas y que, además, lo incluye.
3 ¿Y qué puede decirse en cuanto a la “presencia” sobre la que los apóstoles preguntaron? Esta palabra es la traducción del vocablo griego parousía. La parousía, o presencia, de Cristo comenzó cuando Jesús fue coronado Rey en los cielos, en 1914, y se extiende hasta abarcar la “gran tribulación”, durante la cual vendrá para destruir a los malvados (Mat. 24:21). En el transcurso de esta presencia de Jesús tienen lugar muchas cosas, como “los últimos días” de este mundo malvado y la recolección de los escogidos y su resurrección en los cielos (2 Tim. 3:1; 1 Cor. 15:23; 1 Tes. 4:15-17; 2 Tes. 2:1). Puede decirse que el período de “la conclusión [syntéleia] del sistema de cosas” corresponde, o corre paralelo, al período denominado la presencia (parousía) de Cristo.
Un espacio de tiempo prolongado
4 El hecho de que la palabra parousía se refiera a un espacio de tiempo prolongado armoniza con lo que Jesús dijo sobre su presencia (léase Mateo 24:37-39). Observe que Jesús no comparó su presencia al tiempo relativamente breve que duró el Diluvio de Noé. Más bien, la comparó al período mucho más largo que culminó con el Diluvio. Durante este período, Noé construyó el arca y predicó a la gente hasta el momento en que por fin llegó el Diluvio. Aquellos sucesos tuvieron lugar a lo largo de muchas décadas. Del mismo modo, la presencia de Cristo abarca tanto los sucesos que anteceden a la gran tribulación como la gran tribulación misma (2 Tes. 1:6-9).
5 Otras profecías bíblicas muestran claramente que la presencia de Cristo se refiere a un espacio de tiempo prolongado, y no simplemente al momento en que vendrá a destruir a la gente mala. En el libro de Revelación se representa a Jesús montado en un caballo blanco y recibiendo una corona (léase Revelación 6:1-8). Tras su coronación como Rey, ocurrida en 1914, se dice de él que sale “venciendo y para completar su victoria”. A continuación, el relato muestra que le siguen varios jinetes en caballos de distintos colores. Proféticamente, tales jinetes representan la guerra, la escasez de alimentos y las epidemias que han ocurrido a lo largo del espacio de tiempo denominado “los últimos días”. De hecho, estamos viendo el cumplimiento de esta profecía ahora, en nuestro propio tiempo.
6 El capítulo 12 de Revelación da más detalles respecto a la instauración del Reino de Dios en los cielos. Por ejemplo, nos habla de una batalla que se pelea en la región invisible. Miguel —quien es Jesucristo en su puesto celestial— y sus ángeles combaten contra el Diablo y sus demonios. Como resultado, Satanás y sus fuerzas demoníacas son arrojados a la Tierra. El relato nos dice que, en ese momento, el Diablo siente gran cólera, “sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo” (léase Revelación 12:7-12). Está claro, pues, que tras la instauración del Reino de Cristo en los cielos habría un período marcado por calamidades cada vez mayores para la Tierra y sus habitantes.
7 El Salmo segundo también se refiere proféticamente a la coronación de Jesús en el monte Sión celestial (léase Salmo 2:5-9; 110:1, 2). Sin embargo, este salmo también indica que hay un período en que a los gobernantes de la Tierra y a sus súbditos se les concede la oportunidad de someterse a Cristo. Se les insta a que “ejerzan perspicacia” y a que se dejen “corregir”. Durante ese tiempo, “felices son todos los que se refugian en [Jehová]” sirviéndole a él y a su Rey nombrado. Y, como vemos, se les brinda esa oportunidad durante la presencia de Jesús como Rey (Sal. 2:10-12).
¿Quiénes reconocerían la señal?
8 En cierta ocasión en que los fariseos le preguntaron cuándo vendría el Reino, Jesús contestó que no vendría de modo que fuera “llamativamente observable” para ellos (Luc. 17:20, 21). Así es: los incrédulos no entenderían. ¿Cómo iban a entender, si ni siquiera reconocieron a Jesús como su futuro Rey? Entonces, ¿quiénes reconocerían la señal de la presencia de Cristo y, además, comprenderían su significado?
9 Jesús pasó a decir que sus discípulos verían la señal tan claramente como si vieran un “relámpago [...] [que] resplandece desde una parte debajo del cielo hasta otra parte debajo del cielo” (léase Lucas 17:24-29). Es interesante observar que Mateo 24:23-27 establece una relación directa entre esta misma comparación y la señal de la presencia de Cristo.
La generación que vería la señal
10 Hace algunos años, esta revista explicó que la expresión “esta generación” de Mateo 24:34 se refería, en lo que respecta al siglo primero, a “la generación contemporánea de judíos incrédulos”. Esta explicación parecía razonable debido a que el término generación tenía una connotación negativa en todos los demás pasajes en que Jesús lo utilizó. De hecho, en la mayoría de los casos, Jesús tachó a la generación de “inicua” o la calificó con otros términos negativos (Mat. 12:39; 17:17; Mar. 8:38). Por eso se creyó que, en el cumplimiento moderno, Jesús se estaba refiriendo a la “generación” inicua de incrédulos que verían tanto los aspectos que caracterizarían “la conclusión [syntéleia] del sistema de cosas” como el fin (télos) de dicho sistema.
11 Es verdad que Jesús empleó la palabra generación con un sentido negativo cuando se dirigía a las personas malvadas de su día o cuando hablaba de ellas. Pero ¿se refirió necesariamente a tales personas cuando pronunció las palabras que leemos en Mateo 24:34? Recuerde que los cuatro apóstoles conversaron con él “privadamente” (Mat. 24:3). Puesto que Jesús no empleó términos negativos cuando les habló de “esta generación”, seguramente los apóstoles entendieron que ellos y los demás discípulos formaban parte de la “generación” que no pasaría “hasta que suced[ieran] todas estas cosas”.
12 ¿Cómo llegamos a esa conclusión? Examinando detenidamente el contexto. Según Mateo 24:32, 33, Jesús dijo: “Aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas” (compárese con Marcos 13:28-30; Lucas 21:30-32). Entonces, en Mateo 24:34, leemos: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.
13 Según Mateo 24:33, Jesús dijo que sus discípulos, que pronto iban a ser ungidos con espíritu santo, serían quienes podrían llegar a ciertas conclusiones cuando vieran ocurrir “todas estas cosas”. De modo que Jesús debió de haberse referido a sus discípulos cuando declaró: “De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.
14 A diferencia de los incrédulos, los discípulos de Jesús no solo verían la señal, sino que también comprenderían su importancia. ‘Aprenderían’ al contemplar los distintos aspectos de esa señal y, por tanto, ‘sabrían’ su verdadero significado. No tendrían ninguna duda de que “él está cerca, a las puertas”. Es verdad que tanto los judíos incrédulos como los fieles cristianos ungidos del siglo primero vieron un cumplimiento limitado de las palabras de Jesús. No obstante, solo sus discípulos ungidos ‘aprendieron’ de aquellos sucesos, es decir, comprendieron su verdadero significado.
15 En nuestros días, las personas que no comprenden los asuntos espirituales consideran que la señal de la presencia de Jesús no se ha visto de una manera “llamativamente observable”. Les parece que todo continúa igual que siempre (2 Ped. 3:4). Por otro lado, los fieles hermanos ungidos de Cristo, la clase Juan de nuestros días, han reconocido la señal como si de un relámpago se tratara y han comprendido lo que realmente significa. Como grupo, estos ungidos componen en tiempos modernos la “generación” de contemporáneos que no pasará “hasta que sucedan todas estas cosas”. Esto parece indicar que algunos hermanos ungidos de Cristo aún estarán vivos en la Tierra cuando comience la predicha gran tribulación.
“Manténganse alerta”
16 Sin embargo, no basta con reconocer la señal. Jesús pasó a decir: “Lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta” (Mar. 13:37). El que así lo hagamos es de primordial importancia para todos nosotros hoy, seamos de los ungidos o de la gran muchedumbre. Ya han pasado más de nueve décadas desde 1914, año en que Jesús fue coronado en los cielos. Y por difícil que resulte, debemos estar listos y mantenernos alerta. Algo que nos ayuda a lograrlo es comprender que, aunque no lo veamos, Cristo ya está presente ejerciendo su autoridad de Rey. Esto también nos mantiene en expectativa, sabiendo que pronto, ‘a la hora que menos pensemos’, vendrá para destruir a sus enemigos (Luc. 12:40).
17 Entender el significado de la presencia de Cristo debe intensificar nuestro sentido de urgencia. Sabemos que Jesús ya está presente y que ha estado reinando invisiblemente en los cielos desde 1914. Pronto vendrá para destruir a los malvados y efectuar cambios trascendentales en todo el planeta. Por lo tanto, debemos estar más decididos que nunca a participar de lleno en la obra que Jesús profetizó cuando dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin [télos]” (Mat. 24:14).
[Notas]
Puede comprobarse el significado de parousía contrastando la “presencia” y la “ausencia” del apóstol Pablo tanto en 2 Corintios 10:10, 11 como en Filipenses 2:12. Para un examen más detallado, véase la obra Perspicacia para comprender las Escrituras, vol. 2, págs. 710-713.
Véase La Atalaya del 1 de noviembre de 1995, págs. 11-15, 19, 30, 31.
El período en que vive “esta generación” parece corresponder al período en que se cumple la primera visión del libro de Revelación (Rev. 1:10–3:22). Este aspecto del día del Señor se extiende desde 1914 hasta que el último de los ungidos fieles muera y sea resucitado (véase el libro Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!, pág. 24, párr. 4).
¿Qué respondería?
• ¿Qué pruebas hay de que la presencia de Jesús es un espacio de tiempo prolongado?
• ¿Quiénes reconocen la señal de la presencia de Jesús y comprenden lo que significa?
• En nuestros días, ¿quiénes componen la “generación” de la que habla Mateo 24:34?
• ¿Por qué no podemos calcular la duración exacta de “esta generación”?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Qué interesante pregunta le hicieron a Jesús sus apóstoles?
2. ¿Qué implica la palabra “conclusión”?
3. ¿Qué cosas tienen lugar durante la presencia de Jesús?
4. ¿Qué paralelo existe entre la presencia de Jesús y los sucesos de los días de Noé?
5. ¿Cómo muestra el capítulo 6 de Revelación que la presencia de Jesús es un espacio de tiempo prolongado?
6. ¿Qué nos ayuda a comprender el capítulo 12 de Revelación respecto a la presencia de Cristo?
7. ¿De qué habla el Salmo segundo, y a qué oportunidad hace referencia?
8, 9. ¿Quiénes reconocerían la señal de la presencia de Cristo y comprenderían su significado?
10, 11. a) ¿Qué explicación se dio hace algunos años sobre la “generación” mencionada en Mateo 24:34? b) ¿Qué debieron de entender los discípulos de Jesús respecto a quiénes formaban parte de aquella “generación”?
12. ¿Cómo nos permite el contexto identificar a quiénes se refería Jesús cuando empleó el término generación?
13, 14. ¿Por qué podemos decir que Jesús debió de haberse referido a sus discípulos cuando habló de la “generación”?
15. a) En tiempos modernos, ¿quiénes componen la “generación” de la que habló Jesús? b) ¿Por qué no podemos calcular la duración exacta de “esta generación”? (Véase el recuadro de la pág. 25.)
16. ¿Qué debemos hacer todos los discípulos de Cristo?
17. ¿Cómo debe influir en nosotros comprender el significado de la presencia de Cristo, y a qué debemos estar decididos?
[Recuadro de la página 25]
¿Podemos calcular cuánto dura “esta generación”?
La palabra generación suele referirse a las personas de distintas edades cuyas vidas coinciden en cierto momento o se van traslapando a lo largo de cierto período. Por ejemplo, Éxodo 1:6 nos dice: “Con el tiempo murió José, y también todos sus hermanos y toda aquella generación”. José y sus hermanos eran de distintas edades, pero vivieron experiencias comunes durante un mismo período. Entre los miembros de “aquella generación” se contaban varios hermanos de José que nacieron antes que él, algunos de los cuales incluso continuaron viviendo tras la muerte de José (Gén. 50:24). “Aquella generación” también incluía a otras personas que, como Benjamín, nacieron después que José y quizá siguieron viviendo después que él murió.
De modo que cuando el término generación se refiere a las personas que viven en un período particular, no puede calcularse la duración exacta de este. Lo único que puede decirse es que tal período tiene un fin y que su duración no es excesivamente larga. Por lo tanto, al emplear la expresión “esta generación”, como se registra en Mateo 24:34, Jesús no dio a sus discípulos una fórmula para calcular cuándo acabarían “los últimos días”. De hecho, justo después les recalcó que no sabrían “aquel día y hora” (2 Tim. 3:1; Mat. 24:36).
[Ilustración de las páginas 22 y 23]
Tras ser coronado Rey en 1914, Jesús “salió venciendo”
[Ilustración de la página 24]
“De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.

Guiados a fuentes de aguas de vida:


Considerados dignos de ser guiados a fuentes de aguas de vida
“El Cordero [...] los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida.” (REV. 7:17.)
LA Palabra de Dios identifica a los cristianos ungidos que atienden los intereses de Cristo en la Tierra como “el esclavo fiel y discreto”. Cuando Jesús, el Amo, inspeccionó a este “esclavo” en 1918, vio que estaba cumpliendo fielmente su deber de suministrar el “alimento al tiempo apropiado”, de modo que con mucho gusto lo nombró “sobre todos sus bienes” (léase Mateo 24:45-47). Por eso los ungidos sirven a sus hermanos cristianos en la Tierra antes de recibir su herencia celestial.
2 Un amo tiene el derecho de emplear sus bienes, o pertenencias, como mejor le parezca. En el caso de Jesucristo, el Rey entronizado por Jehová, esos bienes abarcan todos los intereses del Reino en la Tierra. Entre ellos se encuentra la “gran muchedumbre” que el apóstol Juan observó en una visión y que describió de la siguiente manera: “¡Miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos” (Rev. 7:9).
3 La gran muchedumbre, que está incluida entre las “otras ovejas” de las que habló Jesús, tiene la esperanza de vivir para siempre en un paraíso terrestre (Juan 10:16). Sus miembros confían, además, en que Jesús “los guiará a fuentes de aguas de vida” y en que Dios les “limpiará toda lágrima de los ojos”. Por esta razón, “han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Rev. 7:14, 17). Debido a que ejercen fe en el sacrificio de Jesús, a los ojos de Dios es como si llevaran ropas blancas. Al igual que en el caso de Abrahán, Dios los declara justos como sus amigos.
4 En vista de que han sido declarados justos, los miembros de esta creciente gran muchedumbre de otras ovejas confían en que podrán sobrevivir a la destrucción de este mundo en la gran tribulación (Sant. 2:23-26). Pueden acercarse a Jehová y tienen la maravillosa posibilidad de sobrevivir como grupo al Armagedón (Sant. 4:8; Rev. 7:15). Ahora bien, no forman un grupo aparte, independiente. Al contrario, sirven de buena gana a Dios bajo la dirección de su Rey celestial y de los hermanos del Rey que quedan en la Tierra.
5 Los cristianos ungidos se enfrentan de continuo a la enconada oposición del mundo de Satanás. Pero cuentan con la ayuda de sus compañeros de las otras ovejas. Aunque los ungidos que quedan en la Tierra son pocos, la gran muchedumbre recibe todos los años a cientos de miles de personas. A los ungidos les resulta imposible supervisar personalmente cada una de las cien mil congregaciones que existen por todo el mundo. De modo que la gran muchedumbre los apoya aportando hombres capacitados, a quienes se nombra superintendentes de las congregaciones. Ellos ayudan a velar por el bienestar de los millones de cristianos que han sido encomendados al cuidado del “esclavo fiel y discreto”.
6 El fiel apoyo de las otras ovejas a los ungidos fue predicho por el profeta Isaías, quien escribió: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Los trabajadores no retribuidos de Egipto y los mercaderes de Etiopía y los sabeos, hombres de alta talla, se pasarán ellos mismos aun a ti, y tuyos llegarán a ser. Detrás de ti andarán’” (Isa. 45:14). Los cristianos que tienen la esperanza terrenal andan, por decirlo así, detrás de la clase del esclavo y su Cuerpo Gobernante, siguiendo su guía. Como “trabajadores no retribuidos”, las otras ovejas emplean de buena gana sus energías y recursos para apoyar la labor mundial de predicación que Cristo encargó a sus seguidores ungidos en la Tierra (Hech. 1:8; Rev. 12:17).
7 A la vez que apoya a sus hermanos ungidos, la gran muchedumbre está recibiendo preparación para conformar el núcleo de la sociedad humana que vivirá en la Tierra después del Armagedón. Dicho núcleo, o fundamento, tiene que ser sólido, estable, y sus miembros no solo deben ser capaces de llevar a cabo las órdenes del Amo, sino que deben hacerlo de buena gana. A todos se nos está dando la oportunidad de probar lo útiles que podemos llegar a ser en las manos del Rey, Jesucristo. Si ejercemos fe y actuamos lealmente ahora, demostraremos que en el nuevo mundo también seguiremos las instrucciones que recibamos de él.
La gran muchedumbre demuestra su fe
8 Los compañeros de los cristianos ungidos demuestran su fe de diversas maneras. En primer lugar, los ayudan a proclamar las buenas nuevas del Reino de Dios (Mat. 24:14; 28:19, 20). En segundo lugar, se someten con agrado a la dirección del Cuerpo Gobernante (Heb. 13:17; léase Zacarías 8:23).
9 En tercer lugar, viven de acuerdo con los justos principios de Dios, con lo que también demuestran su apoyo a sus hermanos ungidos. Se esfuerzan por manifestar “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad [y] autodominio” (Gál. 5:22, 23). Es cierto que en nuestros días estas cualidades son poco comunes, a diferencia de lo que sucede con “las obras de la carne”. Aun así, los miembros de la gran muchedumbre están resueltos a abstenerse de “fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo, enemistades, contiendas, celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas, y cosas semejantes a estas” (Gál. 5:19-21).
10 Puesto que somos imperfectos, no es nada fácil cultivar el fruto del espíritu, evitar las obras de la carne y resistir la presión del mundo de Satanás. Aun así, no nos damos por vencidos; no vamos a permitir que ni nuestras debilidades y tropiezos ni las limitaciones físicas nos desanimen tanto que nuestra fe se debilite y nuestro amor por Jehová se enfríe. Estamos seguros de que Jehová cumplirá su promesa de proteger a la gran muchedumbre cuando sobrevenga la gran tribulación.
11 De todas maneras nos mantenemos en guardia, pues sabemos que el verdadero enemigo es el Diablo y que él no se rinde con facilidad (léase 1 Pedro 5:8). Por ejemplo, se ha valido de apóstatas y de otros medios para tratar de hacernos creer que las enseñanzas del esclavo son falsas. Pero ese método no le ha dado muchos resultados. También ha recurrido a la persecución, y, aunque en ocasiones sí ha logrado poner trabas a la obra, lo que generalmente sucede es que la persecución termina fortaleciendo la fe de los hermanos. Por eso, Satanás está utilizando cada vez más otra táctica: el desánimo. Y aparentemente cree que así tendrá más probabilidades de debilitar nuestra fe. Los cristianos del siglo primero ya sabían lo peligroso que es el desánimo. Se les había exhortado a considerar “con sumo cuidado y atención” el ejemplo de Cristo, quien había “aguantado tal habla contraria de pecadores en contra de sus propios intereses”. ¿Y por qué debían hacerlo? “Para que no [fueran] a cansarse y a desfallecer en sus almas.” (Heb. 12:3.)
12 ¿Ha sentido usted alguna vez el deseo de rendirse? ¿Le embargan de vez en cuando los sentimientos de fracaso? Si así es, no deje que Satanás se aproveche de esa circunstancia para entorpecer su servicio a Jehová. Estudie la Biblia con esmero, ore fervientemente, asista a todas las reuniones y busque la compañía de sus hermanos cristianos. Todo esto lo fortalecerá e impedirá que ‘desfallezca en su alma’. Jehová ha prometido que ayudará a sus siervos a recobrar el poder, y sus promesas nunca fallan (léase Isaías 40:30, 31). Manténgase ocupado en el servicio del Reino; evite las distracciones que roban tiempo; concéntrese en ayudar a los demás. Así obtendrá las fuerzas que necesita para aguantar a pesar del desánimo (Gál. 6:1, 2).
Salen de la gran tribulación y entran en un nuevo mundo
13 Después del Armagedón resucitarán multitudes de injustos, y a todos ellos habrá que darles a conocer los caminos de Jehová (Hech. 24:15). No solo habrá que explicarles qué es el sacrificio redentor de Jesús; también habrá que enseñarles a ejercer fe en ese sacrificio, pues únicamente así podrán beneficiarse de él. Deberán abandonar cualquier creencia falsa que hayan tenido, así como su anterior estilo de vida. Además, será necesario que se vistan de la nueva personalidad que distingue a los verdaderos cristianos (Efe. 4:22-24; Col. 3:9, 10). Los sobrevivientes del Armagedón tendrán mucho trabajo por delante. Será un verdadero placer desempeñar ese trabajo para Jehová sin las presiones y distracciones de este mundo malvado.
14 Los siervos fieles de Dios que murieron antes de que Jesús llevara a cabo su ministerio en la Tierra también tendrán mucho que aprender cuando resuciten. Descubrirán la identidad del Mesías prometido que tanto esperaban pero no alcanzaron a conocer. En su vida anterior, ellos ya habían demostrado que deseaban que Jehová les enseñara. ¿Se imagina qué alegría y qué privilegio será explicarle a Daniel cómo se cumplieron las profecías que él mismo escribió, pero que no pudo entender? (Dan. 12:8, 9.)
15 Por supuesto, aunque los justos que resuciten tendrán mucho que aprender de nosotros, también nosotros podremos aprender de ellos. De seguro nos contestarán las muchas preguntas que tengamos sobre los relatos que solo se mencionan brevemente en la Biblia. ¡Piense en lo emocionante que será escuchar a Juan el Bautista en persona hablar de su primo Jesús! Sin duda, todo lo que aprendamos de esos testigos fieles nos permitirá comprender aún mejor la Palabra de Dios. Los siervos de Jehová que murieron en el pasado —así como los miembros de la gran muchedumbre que mueran durante el tiempo del fin— alcanzarán “una resurrección mejor”. Todos ellos comenzaron su servicio a Jehová en un mundo controlado por Satanás. ¡Qué dichosos se sentirán de continuar sirviéndole en el nuevo mundo de Dios, donde las condiciones serán mucho mejores! (Heb. 11:35; 1 Juan 5:19.)
16 En algún momento del Día del Juicio se abrirán rollos que, junto con la Biblia, servirán de base para juzgar a todos los que vivan en la Tierra. De este modo se determinará si son dignos de recibir la vida eterna (léase Revelación 20:12, 13). Durante el Día del Juicio, todos los habitantes de la Tierra tendrán suficiente tiempo para demostrar de qué lado están en la cuestión de la soberanía universal. Cada uno tendrá que decidir si apoyará al Reino de Dios y permitirá que el Cordero lo guíe a “fuentes de aguas de vida” o si, por el contrario, se opondrá al Reino y se negará a someterse a él (Rev. 7:17; Isa. 65:20). Para el fin de ese día, toda persona habrá tenido la oportunidad de tomar su propia decisión, libre de la influencia del pecado heredado y de un mundo perverso. Nadie podrá decir que el juicio final de Jehová haya sido injusto. Solo los malvados serán destruidos para siempre (Rev. 20:14, 15).
17 Los cristianos ungidos de nuestros días han sido considerados dignos de recibir un reino, por lo que esperan con anhelo reinar sobre la Tierra durante el Día del Juicio. ¡Qué gran honor será para ellos! Y es esta esperanza lo que los impulsa a responder a la exhortación que sus hermanos del siglo primero recibieron de Pedro: “Hagan lo sumo por hacer seguros para sí su llamamiento y selección; porque si siguen haciendo estas cosas no fracasarán nunca. De hecho, así se les suministrará ricamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 1:10, 11).
18 Los miembros de la gran muchedumbre se alegran mucho de que sus hermanos ungidos tengan esa esperanza y están decididos a darles todo su apoyo. Como amigos de Dios, desean hacer lo máximo posible en su servicio hoy día. Y durante el Día del Juicio, en el que Jesús los guiará a fuentes de aguas de vida, apoyarán con entusiasmo y de todo corazón las disposiciones de Jehová. ¡Qué felices se sentirán cuando finalmente se les considere dignos de servir a Jehová en la Tierra por toda la eternidad! (Rom. 8:20, 21; Rev. 21:1-7.)
¿Recuerda usted?
• ¿Qué incluyen los bienes de Jesús?
• ¿Cómo apoya la gran muchedumbre a sus hermanos ungidos?
• ¿De qué privilegios disfruta la gran muchedumbre y qué esperanza abriga?
• ¿Qué siente usted al pensar en el Día del Juicio?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Cómo identifica la Palabra de Dios a los cristianos ungidos, y qué responsabilidad les asignó Jesús?
2. ¿Qué abarcan los bienes de Jesucristo?
3, 4. ¿Qué magníficos privilegios tienen los miembros de la gran muchedumbre?
5. ¿Cómo apoya la gran muchedumbre a los hermanos ungidos de Cristo?
6. ¿Cómo se predijo el apoyo que recibirían los cristianos ungidos de sus compañeros de las otras ovejas?
7. ¿Para qué se está preparando a la gran muchedumbre?
8, 9. ¿Cómo demuestran su fe los miembros de la gran muchedumbre?
10. ¿Qué firme resolución han tomado los miembros de la gran muchedumbre?
11. ¿Qué tácticas ha empleado Satanás a fin de debilitar la fe de los cristianos?
12. ¿Qué consejos bíblicos ayudan a recobrar las fuerzas a quienes se sienten desanimados?
13. ¿Qué tarea aguarda a quienes sobrevivan al Armagedón?
14, 15. ¿Qué podrán aprender de nosotros los justos que resuciten, y qué podremos aprender nosotros de ellos?
16. De acuerdo con las profecías bíblicas, ¿qué ocurrirá durante el Día del Juicio?
17, 18. ¿Por qué esperan con ilusión los cristianos ungidos y la gran muchedumbre el Día del Juicio?
[Ilustración de la página 25]
La gran muchedumbre ha lavado sus ropas largas y las ha emblanquecido en la sangre del Cordero
[Ilustración de la página 27]
¿Qué le gustaría preguntarles a los justos cuando resuciten?