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Thursday, August 13, 2009

El Reino de Dios:

-Es un gobierno aunque no lo visualicemos (como la ley de gravedad que también es invisible y sinembargo ejerce una influencia determinante en nuestra vida). Aunque no veamos al Creador de esta fuerza, es obvio que posee gran poder( La Biblia le llama "Rey de la eternidad").
Tampoco en un país grande, muchos ciudadanos pueden visitar la capital ni ver personalmente al primer mandatario en persona. Saben de ello a través de los servicios informativos.
La Biblia, que se publica en más de dos mil doscientos idiomas, nos habla del Reino de Dios; nos indica quién ha sido investido de autoridad y qué está haciendo dicho gobierno hoy día.
La revista "La Atalaya", publicación periódica que se edita en más idiomas que cualquier otra, señala en la portada su misión con el subtítulo" Anunciando el Reino de Jehová" (Adquiérala gratuitamente también en cualquier territorio del mundo).
-El Reino de Dios promete algunos frutos que muchos desean de los gobiernos humanos:
.Seguridad económica.
.Paz.
.Eliminación del delito.
.Trato imparcial a todos los grupos étnicos.
.Buenos servicios médicos y educativos....
Esos y otros deseos legítimos de la humanidad se satisfarán gracias al Reino de Dios ( Salmo 145:16).
-La cabeza del Reino de Dios es Jesucristo. Los milagros que él realizó son un anticipo de lo que hará como Rey celestial.Sus excelentes cualidades que demostró puede verlas en Mat. 8:2,3;11:28-30). El entregó su vida por nosotros y luego Dios lo resucitó a la vida inmortal en los cielos, la sede de su trono( Hech.2:29-35).
-El Reino de Dios ya está gobernando desde el cielo.( Ver rasgos de la señal en los capítulos 24 de Mateo, 13 de Marcos y 21 de Lucas. Por qué daría pie la entronización de Cristo en el cielo a que existieran tales condiciones?. Ver Revelación 12:7-10,12).
-Actualmente como muestra palpable de la actuación del Reino de Dios hay un programa internacional de educación bíblica que se está llevando a cabo( Vea Mat. 24:14 e Isa. 54:13).
-La enseñanza de los testigos de Jehová siempre se basa en las Escrituras y es gratuita, al igual que las escuelas, reuniones y asambleas.Además del ministerio de casa en casa, ofrecemos instrucción bíblica gratuita a domicilio individualizada a las personas y familias de más de doscientos treinta países.Hay algún gobierno humano capaz de llevar a cabo un programa tan extenso en el mundo entero?.Asista al Salón del Reino y a las Asambleas para que constate por sí mismo el efecto de esta instrucción en la vida de la gente.( Ver Isa. 2:2-4;32:1,17;Juan 13:35).
-El Reino repercute en su vida, todos los seres humanos pueden escoger la vida como súbditos del Reino de Dios aprendiendo los requisitos divinos y obedeciéndolos ahora ( Deut.30:19,20; Rev.22:17).

Deuteronomio 23:12,13:

11 Y tiene que suceder que al caer de la tarde él debe lavarse con agua, y al ponerse el sol podrá entrar en medio del campamento. 12 Y debes tener disponible un lugar privado fuera del campamento, y tendrás que salir allá. 13 Y debes tener disponible una estaca junto con tus útiles, y tiene que suceder que cuando te agaches fuera, entonces tienes que cavar un hoyo con ella y volverte y cubrir tu excremento.

Pureza física:

Incluye la higiene corporal y el aspecto físico, independientemente de la cultura y condiciones de vida del lugar donde vivamos. Exige mantener limpio el cuerpo, las posesiones y el entorno para conservar y mejorar la salud.
Para lograrlo debemos:
-bañarnos con regularidad con agua y jabón.
-lavarnos las manos antes de comer o manipular alimentos y después de usar el inodoro o cambiar pañales( al menos un minuto, incluyendo las uñas, las palmas de las manos, entre los dedos...).Así evitaremos la propagación de virus y otros microbios, las diarreas y otras enfermedades.
-Enterrar las heces fecales si no tenemos buenos servicios de saneamiento, como ocurrió en el antiguo Israel( Deuteronomio 23:12-13).
-lavar con frecuencia la ropa.
-tener limpio y presentable el hogar, el automóvil u otras posesiones.
-mantener un programa de limpieza y mantenimiento de todo ésto y del salón del Reino o casa de adoración a Jehová, así como de los locales de Asambleas con el trabajo voluntario de los hermanos congregados.Limpiar, componer, reparar es un privilegio y no una carga pesada para los cristianos.

Pureza o Limpieza:

-Física.
-Mental.
-Moral.
-Espiritual.

Invitación:

Si es de su interés el libro Aprendamos del Gran Maestro y o el de Relatos Bíblicos para la Educación de los Niños y con bellas ilustraciones; así como otras de las publicaciones excelentes de la Watch Tower, acérquese a cualquier testigo de Jehová que conozca en su territorio o al Salón del Reino o lugar de Reunión y Adoración y pídalo y lo obtendrá gratuitamente al igual que la Biblia, pese al alto costo de su producción. Si desea y puede, se le permiten donaciones voluntarias para continuar esta obra educativa de alcance mundial.

Por qué fue Jesús un Gran Maestro? ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 1
Por qué fue Jesús un Gran Maestro
HACE más de dos mil años, nació un niño muy especial que al crecer se convirtió en el hombre más grande de todos los tiempos. En aquella época no había aviones ni automóviles; tampoco existían las computadoras, la televisión ni Internet.
Al niño lo llamaron Jesús, y llegó a ser el hombre más sabio que haya vivido en la Tierra. También fue el mejor maestro, pues explicaba las cosas difíciles de modo que fuera fácil entenderlas.
Jesús enseñaba a las personas en todo lugar: a la orilla del mar y en las barcas, en las casas y cuando andaba por los caminos. Como entonces no se conocían los automóviles ni los trenes ni los autobuses, Jesús viajaba a pie de un lugar a otro enseñando a la gente.
Podemos aprender muchas cosas de otras personas, pero las cosas más importantes las aprendemos de Jesús, el Gran Maestro. Cuando leemos sus palabras en la Biblia, es como si él nos hablara directamente.
¿Por qué era Jesús tan buen maestro? Una de las razones es que él también tuvo alguien que le enseñara. Además, Jesús sabía que era muy importante escuchar. Pero ¿a quién escuchaba? ¿Quién le enseñó?... Fue su Padre, y el Padre de Jesús es Dios.
Antes de venir a la Tierra, Jesús vivía en el cielo con Dios. Por eso fue tan diferente a los demás hombres, porque fue el único que vivió en el cielo antes de nacer en la Tierra. En el cielo, Jesús había sido un buen hijo que escuchaba a su Padre. Por lo tanto, pudo enseñar a los seres humanos lo que había aprendido de Dios. Si tú escuchas a tus padres, estarás imitando el ejemplo de Jesús.
Jesús era un gran maestro por otra razón: porque amaba a las personas y quería ayudarlas a aprender de Dios. Jesús amaba no solo a los adultos, sino también a los niños. Estos disfrutaban de estar con él porque hablaba con ellos y los escuchaba.
Cierto día, algunos padres llevaron sus hijos a Jesús. Pero los amigos del Gran Maestro pensaron que él estaba demasiado ocupado para hablar con niños, y les dijeron que se marcharan. ¿Qué hizo Jesús?... Ordenó a sus amigos: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos”. En realidad, Jesús quería que los niños se acercaran a él. Aunque era un hombre muy sabio e importante, dedicó tiempo a enseñarles (Marcos 10:13, 14).
¿Sabes por qué enseñaba Jesús a los niños y los escuchaba? Entre otras cosas, porque quería hacerlos felices, y por eso les hablaba de Dios, su Padre celestial. ¿Cómo puedes tú hacer felices a otras personas?... Contándoles lo que has aprendido sobre Dios.
Una vez, Jesús utilizó a un niño para enseñarles una importante lección a Sus amigos. Puso al niñito en medio de sus discípulos, o seguidores, y les indicó que aunque eran adultos, debían cambiar de actitud y llegar a ser como aquel niño.
¿Qué quiso decir Jesús con esto? ¿Sabes cómo podría un adulto, o incluso un jovencito, ser como un niño?... Bueno, un niño no sabe tanto como una persona mayor y quiere aprender. Así pues, lo que Jesús quiso decir fue que sus discípulos debían ser humildes, como los niños. Lo cierto es que todos podemos aprender mucho de otras personas. También deberíamos comprender que las enseñanzas de Jesús son más importantes que nuestras propias ideas (Mateo 18:1-5).
Otra razón por la que Jesús era tan buen maestro es que hacía que las cosas resultaran interesantes para los demás, pues las explicaba de manera sencilla y clara. Hablaba de los pájaros, las flores y de otras cosas conocidas para ayudar a la gente a saber más de Dios.
En cierta ocasión, mientras Jesús estaba en la ladera de una montaña, vinieron muchas personas a verlo. Como puedes observar en la ilustración, Jesús se sentó y pronunció un discurso, o sermón. Aquel discurso se conoce como el Sermón del Monte. Dijo: ‘Fíjense en los pájaros del cielo. No plantan semillas. Tampoco guardan alimento en graneros. Pero el Dios del cielo los alimenta. ¿No valen ustedes más que ellos?’.
Además añadió: ‘Aprendan una lección de los lirios del campo. Crecen sin esfuerzo, y fíjense en lo lindos que son. Ni siquiera el rey Salomón tuvo ropas tan hermosas. Entonces, si Dios cuida de las flores del campo, ¿no cuidará también de ustedes?’ (Mateo 6:25-33).
¿Comprendes la lección que Jesús estaba enseñando?... Él no quería que viviéramos preocupados por lo que vamos a comer o lo que vamos a ponernos. Dios sabe que necesitamos estas cosas. Jesús no quiso decir que no debemos trabajar para conseguir el alimento y la ropa, sino que debemos poner a Dios en primer lugar. Si lo hacemos, Dios se encargará de que tengamos lo necesario. ¿Crees que será así?...
Cuando Jesús terminó su discurso, ¿qué pensaron los que estaban allí?... La Biblia dice que se quedaron asombrados por su forma de enseñar. Les encantaba escucharlo, y sus consejos ayudaban a la gente a hacer lo bueno (Mateo 7:28).
Por lo tanto, es muy importante que aprendamos de Jesús. ¿Sabes cómo?... Bueno, sus palabras están escritas en un libro. ¿Qué libro es ese?... La Santa Biblia. Podemos escuchar a Jesús si prestamos atención a lo que leemos en la Biblia. De hecho, hay una emocionante historia bíblica que explica cómo Dios mismo pidió que escucháramos a Jesús. Ocurrió así.
Un día, Jesús subió a una montaña con tres de sus amigos: Pedro, Santiago y Juan. En otros capítulos aprenderemos más sobre estos hombres, ya que los tres eran amigos íntimos de Jesús. Pero como puedes ver en la lámina, en aquella ocasión especial la cara de Jesús comenzó a brillar muchísimo, y sus ropas se hicieron tan brillantes como la luz.
Entonces, Jesús y sus amigos oyeron una voz desde el cielo que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle” (Mateo 17:1-5). ¿Sabes de quién era aquella voz?... Era la voz de Dios. Sí, era Dios quien decía que debían escuchar a su Hijo.
¿Qué haremos nosotros? ¿Obedeceremos a Dios y escucharemos a su Hijo, el Gran Maestro?... Eso es lo que todos debemos hacer. ¿Recuerdas cómo hacerlo?...
Sí, una forma de escuchar al Hijo de Dios es leer los relatos bíblicos sobre su vida. El Gran Maestro tiene muchas cosas maravillosas que contarnos, y estas se encuentran en la Biblia. Disfrutarás aprendiéndolas, y también te sentirás feliz si se las cuentas a tus amigos.
Encontraremos más información sobre los beneficios de escuchar a Jesús si abrimos la Biblia y leemos Juan 3:16; 8:28-30, y Hechos 4:12.
[Ilustración de la página 11]
¿Por qué les gustaba a los niños estar con Jesús?
[Ilustración de la página 12]
¿Qué lección pueden aprender de un niño tanto los jovencitos como los adultos?
[Ilustración de la página 13]
¿Qué lección estaba enseñando Jesús cuando habló de los pájaros y las flores?
[Ilustración de la página 14]
“Este es mi Hijo, [...] escúchenle”

Carta de un Dios amoroso ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 2
Carta de un Dios amoroso
DIME, ¿cuál es tu libro favorito?... Algunos niños prefieren los que hablan de animales; a otros les gustan los que tienen muchas láminas. Leer estos libros puede ser divertido, ¿no es verdad?
Sin embargo, los mejores libros son los que nos enseñan la verdad sobre Dios. Entre ellos hay uno que es el más valioso de todos. ¿Sabes a qué libro me refiero?... A la Biblia.
¿Por qué es tan importante la Biblia?... Porque vino de Dios. Nos habla de él y de las cosas buenas que hará por nosotros. Además, nos enseña lo que debemos hacer para agradarle. Es como una carta que nos manda Dios.
Es cierto que Dios pudo haber escrito toda la Biblia en el cielo y dársela después al hombre, pero no lo hizo así. Aunque las ideas eran de Dios, él utilizó a sus siervos en la Tierra para que escribieran la mayor parte de la Biblia.
¿Cómo lo hizo?... Lo entenderás mejor si piensas en esto: las voces que oímos en la radio son de gente que está lejos. En la televisión hasta podemos ver y escuchar a personas de otros países.
Los hombres han logrado incluso llegar a la Luna en naves espaciales, y también enviar mensajes a la Tierra desde allí. ¿Lo sabías?... Si los seres humanos son capaces de hacerlo, ¿no podrá Dios enviar mensajes desde el cielo?... Claro que sí, y lo hizo mucho antes de que existieran la radio o la televisión.
Hubo un hombre llamado Moisés que realmente oyó hablar a Dios. Aunque no pudo verlo, sí escuchó Su voz. De hecho, aquel día Dios hizo que temblara toda una montaña, en medio de truenos y relámpagos. Había millones de personas presentes. Ellos sabían que Dios había hablado, pero estaban muy asustados. Por eso le pidieron a Moisés: ‘Que no nos hable Dios, por temor de que vayamos a morir’. Después, Moisés dejó escrito en la Biblia lo que Dios le dijo (Éxodo 20:18-21).
Moisés escribió los primeros cinco libros de la Biblia, pero él no fue el único escritor. Dios utilizó a unos cuarenta hombres para que la escribieran. Aquellos hombres vivieron hace muchísimo tiempo, y pasaron muchos años, en realidad casi mil seiscientos, hasta que la completaron. Algunos de los escritores ni siquiera se conocieron. Sin embargo, todos sus escritos armonizan perfectamente. ¡Qué increíble!
Algunos de los hombres a quienes Dios utilizó para escribir la Biblia fueron muy conocidos. Por ejemplo, aunque Moisés había sido pastor, se convirtió en el líder de la nación de Israel. Salomón, además de rey, fue el hombre más rico y sabio del mundo. Pero hubo otros que no fueron tan destacados. Uno de ellos fue Amós, que se dedicaba a cultivar higos.
También hubo un médico. ¿Sabes su nombre?... Lucas. Otro escritor se llamaba Mateo y había sido recaudador de impuestos. Hubo incluso un especialista en la ley religiosa judía. Él fue quien escribió más libros de la Biblia. ¿Sabes cómo se llamaba?... Pablo. También escribieron partes de ella Pedro y Juan, que eran pescadores antes de hacerse discípulos de Jesús.
Muchos de los escritores bíblicos anunciaron cosas que Dios iba a hacer en el futuro. ¿Cómo supieron que sucederían antes de que ocurriesen?... Dios se las reveló, les dijo lo que ocurriría.
En la época en que Jesús, el Gran Maestro, vivió en la Tierra, ya se había escrito gran parte de la Biblia. Recuerda que el Gran Maestro había estado en el cielo y sabía lo que Dios había hecho. ¿Creía él que la Biblia venía de Dios?... Sí, lo creía.
Cuando Jesús hablaba con las personas sobre las obras de Dios, leía de la Biblia, y a veces repetía pasajes de memoria. También nos reveló más información acerca de Dios. Jesús indicó: “Las mismas cosas que oí de parte de él las hablo en el mundo” (Juan 8:26). Jesús había oído decir muchas cosas a Dios porque había vivido con Él. ¿Dónde podemos encontrar las palabras de Jesús?... En la Biblia. Están allí para que las leamos.
Como es natural, los hombres que Dios utilizó para escribir la Biblia emplearon su propio idioma. Por eso, la mayor parte de ella se escribió en hebreo, una parte en arameo y gran parte en griego. Ya que hoy día la mayoría de la gente no conoce esos idiomas, la Biblia se ha traducido a muchos otros. Partes de ella pueden leerse en más de dos mil doscientos sesenta idiomas. Son tantos porque la Biblia es la carta de Dios para todo el mundo. Así que, sin importar a cuántos idiomas se haya traducido, el mensaje proviene de Dios.
Lo que la Biblia dice es importante para nosotros. Aunque se escribió hace mucho tiempo, habla de hechos que ocurren en la actualidad, y también de lo que Dios hará en el futuro. Tal información es emocionante y nos da una esperanza maravillosa.
La Biblia también explica cómo desea Dios que vivamos. Nos enseña lo que es bueno y lo que es malo, algo que tanto tú como yo tenemos que saber. Nos habla de personas que hicieron cosas malas y cómo les fue, para que no caigamos en los mismos errores. También nos habla de personas que obraron bien y de los buenos resultados. Todo ello se escribió para nuestro provecho.
Sin embargo, para beneficiarnos al máximo de la Biblia, debemos saber la respuesta a esta pregunta: ¿quién nos dio la Biblia? ¿Tú qué dirías?... Sí, toda la Biblia viene de Dios. Entonces, ¿cómo podemos demostrar que somos sabios de verdad?... Escuchando a Dios y haciendo lo que nos manda.
Por lo tanto, tenemos que dedicar tiempo a leer la Biblia juntos. Cuando recibimos una carta de alguien a quien queremos mucho, la leemos una y otra vez. Para nosotros es muy valiosa. Deberíamos sentir lo mismo por la Biblia, pues es una carta de la persona que más nos quiere, el Dios amoroso.
Sería bueno que dedicáramos unos minutos más a leer estos textos, pues demuestran que la Biblia es realmente la Palabra de Dios y que se escribió para nuestro beneficio: Romanos 15:4; 2 Timoteo 3:16, 17, y 2 Pedro 1:20, 21.
[Ilustraciones de la página 17]
¿Cómo sabemos que Dios puede hablarnos desde lejos?
[Ilustraciones de la página 19]
¿Cómo se llamaban estos escritores bíblicos?
[Ilustración de la página 20]
¿Qué cosas puedes aprender leyendo la Biblia?

El Creador de todas las cosas ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 3
El Creador de todas las cosas
YO SÉ algo que es maravilloso. ¿Quieres oírlo?... Mírate la mano. Dobla los dedos. Ahora agarra algo. Tu mano puede hacer muchas cosas, y hacerlas bien. ¿Sabes quién hizo las manos?...
Sí, fue el mismo que hizo la boca, la nariz y los ojos. Fue Dios, el padre del Gran Maestro. ¿Te alegras de que Dios nos diera ojos?... Gracias a ellos podemos ver muchas cosas: las flores, la hierba verde y el cielo azul. También nos sirven para observar a los pajaritos cuando comen, como en la ilustración. ¿No te parece una maravilla que podamos ver tantas cosas?...
Pero ¿quién las hizo? ¿Algún hombre? No. Los hombres pueden construir una casa, pero no pueden hacer hierba que crezca, ni tampoco un pajarito, una flor u otro ser vivo. ¿Lo sabías?...
Dios es el Creador de todo: él hizo los cielos y la Tierra, así como también a los seres humanos. Jesús, el Gran Maestro, enseñó que Dios creó al primer hombre y la primera mujer (Mateo 19:4-6).
¿Cómo sabía Jesús esto? ¿Vio a Dios crearlos?... Sí. Jesús estuvo presente cuando Dios hizo al hombre y la mujer, pues él mismo fue la primera persona que Dios creó. Jesús era un ángel que vivía en el cielo con su Padre.
La Biblia cita estas palabras de Dios: “Hagamos al hombre” (Génesis 1:26). ¿Sabes con quién estaba hablando Dios?... Hablaba con su Hijo, que más tarde vendría a la Tierra y sería Jesús.
¿No es emocionante? Piénsalo. Cuando escuchamos a Jesús, estamos aprendiendo de la persona que estaba con Dios cuando Dios creó la Tierra y todo lo demás. Jesús aprendió mucho de trabajar con su Padre en el cielo. ¡No es de extrañar que sea el Gran Maestro!
¿Piensas que Dios se sentía triste por estar solo antes de crear a su Hijo?... No. Entonces, ¿por qué creó a otros seres?... Porque es un Dios de amor. Él quería que otros vivieran y disfrutaran de la vida. Debemos agradecerle a Dios que nos diera la vida.
Todas las creaciones de Dios demuestran su amor. Por ejemplo, el Sol nos da luz y nos mantiene calientes. Si no existiera, todo estaría frío y no habría vida en la Tierra. ¿No te alegras de que Dios creara el Sol?...
Dios también hizo la lluvia. A veces no te gusta que llueva porque entonces no puedes salir a jugar. Pero la lluvia facilita el crecimiento de las flores. Por eso, cuando vemos flores hermosas, ¿a quién debemos darle las gracias?... A Dios. ¿Y cuando comemos frutas y verduras sabrosas?... Debemos darle las gracias a Dios porque el Sol y la lluvia hacen crecer las plantas.
Imagina que alguien te pregunta: “¿Creó Dios también al hombre y los animales?”. ¿Qué dirías?... Es correcto contestar: “Si, Dios hizo al hombre y los animales”. Pero ¿qué pasa si la persona no lo cree, y asegura que el hombre vino de los animales? Bueno, eso no es lo que la Biblia enseña. Esta dice que Dios creó a todos los seres vivos (Génesis 1:26-31).
¿Qué le dirías a alguien que no cree en Dios?... Podrías señalar una casa y preguntarle: “¿Quién construyó esa casa?”. Todo el mundo sabe que la tuvo que construir alguien. Por supuesto que no se construyó sola (Hebreos 3:4).
Entonces podrías llevarlo a un jardín, mostrarle una flor y preguntar: “¿Quién hizo esta flor?”. No fue ningún hombre. Pero al igual que la casa no se construyó sola, esta flor tampoco se hizo a sí misma. Fue Dios quien la hizo.
Podrías pedir a la persona que se detenga a escuchar el canto de un pájaro, y preguntarle: “¿Quién hizo los pájaros y les enseñó a cantar?”. Fue Dios quien hizo los cielos, la Tierra y todos los seres vivos. Él es quien da la vida.
Quizás alguien te diga que solo cree en lo que ve, que si no ve algo, no cree que exista. De hecho, hay personas que no creen en Dios porque no pueden verlo.
Es cierto que no podemos ver a Dios. La Biblia dice: ‘Nadie puede ver a Dios’. Ningún hombre, mujer o niño puede verlo. Por eso, nadie debe intentar hacer un cuadro o una imagen de Él. Dios mismo prohíbe hacerlo, de modo que a él no le agradaría que tuviéramos imágenes de ese tipo en nuestra casa (Éxodo 20:4, 5; 33:20; Juan 1:18).
Si no podemos ver a Dios, ¿cómo sabemos que en realidad existe? Piensa en esto: ¿puedes ver el viento?... No, nadie puede verlo. Pero sí puedes ver las cosas que hace; por ejemplo, cómo mueve las hojas cuando sopla a través de las ramas de un árbol. Por ese motivo sabes que el viento existe.
También puedes ver las cosas que Dios ha hecho. Cuando observas una flor o un pájaro, estás viendo algo creado por Dios. Eso te hace creer que Dios sí existe.
Quizás alguien te pregunte: “¿Quién hizo el Sol y la Tierra?”. La Biblia explica: “Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Sí, fue Dios quien hizo todas estas cosas maravillosas. ¿Qué opinas?...
¿No es maravilloso estar vivo? Podemos escuchar el bello canto de los pájaros, ver las flores y las demás creaciones de Dios, y también comer los alimentos que nos ha provisto.
Deberíamos darle las gracias a Dios por todo ello y, en especial, por habernos dado la vida. Si nos sentimos realmente agradecidos, haremos una cosa. ¿Sabes cuál?... Escuchar a Dios y hacer lo que nos manda en la Biblia. De esa forma podemos demostrar que amamos al Creador de todas las cosas.
Deberíamos mostrar gratitud a Dios por todo lo que ha hecho. ¿De qué forma? Leamos lo que está escrito en Salmo 139:14; Juan 4:23, 24; 1 Juan 5:21, y Revelación (Apocalipsis) 4:11.
[Ilustración de la página 21]
¿Quién creó a todos los seres vivos?
[Ilustraciones de las páginas 22 y 23]
Alguien construyó esta casa. ¿Quién hizo, entonces, las flores, los árboles y los animales?
[Ilustración de la página 25]
¿Cómo sabes que existe el viento?

El nombre de Dios es Jehová ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 4
Dios tiene nombre
CUANDO te presentan a alguien, ¿qué es lo primero que te dicen de esa persona?... Cómo se llama, por supuesto. Todos tenemos nombre. Al primer hombre, Dios lo llamó Adán, y el nombre de su esposa fue Eva.
Sin embargo, no solo las personas tienen nombre. Piensa en cosas que también lo tienen. Cuando alguien te regala una muñeca o un animalito, ¿no es verdad que le pones nombre?... Claro, porque tener nombre es muy importante.
Fíjate en la gran cantidad de estrellas que vemos en el cielo de noche. ¿Crees que tienen nombre?... Sí, Dios se lo puso a cada una. La Biblia nos dice que él “está contando el número de las estrellas; a todas las llama por sus nombres” (Salmo 147:4).
¿Quién dirías tú que es la persona más importante del universo?... Sí, es Dios. ¿Y crees que tiene nombre?... Jesús dijo que sí. En cierta ocasión, Jesús oró a Dios diciendo: ‘Yo les he dado a conocer tu nombre a mis seguidores’ (Juan 17:26). ¿Sabes cómo se llama Dios?... Él mismo lo reveló: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre”. De modo que el nombre de Dios es JEHOVÁ (Isaías 42:8).
¿Cómo te sientes cuando otros recuerdan tu nombre?... Te alegras, ¿no es cierto?... Jehová también quiere que la gente sepa Su nombre, y por eso deberíamos usarlo al hablar de él. El Gran Maestro utilizaba el nombre de Dios, Jehová, cuando enseñaba a la gente. En una ocasión dijo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón” (Marcos 12:30).
Jesús sabía que el nombre de Dios, Jehová, es muy importante y que Dios desea que todo el mundo lo conozca. Por eso, enseñó a sus seguidores a utilizar ese nombre e, incluso, a hablar de él en las oraciones.
Hace mucho tiempo, Dios le mostró a un israelita llamado Moisés la importancia de Su nombre. Los israelitas vivían en un país llamado Egipto, donde eran esclavos y recibían un trato muy cruel. Cuando Moisés se hizo adulto, intentó ayudar a otro israelita. Pero Faraón, el rey de Egipto, se enojó por ello y quiso matarlo. Así que Moisés huyó de Egipto.
Moisés se fue a otro país, a la tierra de Madián. Allí se casó, tuvo hijos y trabajó como pastor. Un día, mientras cuidaba sus ovejas cerca de una montaña, vio algo sorprendente: una zarza que ardía, pero no se quemaba. Entonces se acercó para verla mejor.
¿Sabes lo que ocurrió?... Moisés escuchó una voz que lo llamaba de en medio de aquella zarza ardiente: “¡Moisés!, ¡Moisés!”. ¿De quién era aquella voz?... ¡Era la voz de Dios! Él le encargó una labor muy importante diciéndole: ‘Ven y déjame enviarte a Faraón, el rey de Egipto, y saca de allí a mi pueblo, los hijos de Israel’. Dios prometió ayudar a Moisés en su misión.
Pero Moisés contestó: ‘Si ahora voy a los hijos de Israel que están en Egipto y les digo que Dios me ha enviado, ¿qué haré si me preguntan cuál es su nombre? ¿Qué les diré?’. Dios le mandó que respondiera a los israelitas: ‘Jehová me ha enviado a ustedes. Jehová es mi nombre para siempre’ (Éxodo 3:1-15). Esas palabras mostraban que Dios nunca cambiaría de nombre. Seguiría llamándose Jehová, y deseaba que se le conociera por ese nombre para siempre.
Cuando Moisés volvió a Egipto, los egipcios creían que Jehová era solo un dios sin importancia de los israelitas. No se imaginaban que fuera el Dios de toda la Tierra. Por eso, Jehová le dijo al rey de Egipto: ‘Voy a hacer que mi nombre se conozca por toda la tierra’ (Éxodo 9:16). Y lo hizo. ¿Sabes cómo?...
Bueno, hizo que Moisés sacara al pueblo de Israel de la tierra de Egipto. Cuando los israelitas llegaron al mar Rojo, Jehová abrió un camino seco a través de sus aguas. Así pudieron cruzar sanos y salvos a la otra orilla. Pero cuando Faraón y todo su ejército entraron en el lecho seco del mar, las aguas que habían estado retenidas a cada lado cayeron sobre ellos, y todos murieron.
En poco tiempo, gente de toda la Tierra ya se había enterado de lo que Jehová había hecho en el mar Rojo. ¿Cómo lo sabemos?... Bueno, unos cuarenta años después, los israelitas llegaron a Canaán. Esa era la tierra que Jehová había prometido darles. Allí, una joven llamada Rahab les dijo a dos hombres israelitas: “Hemos oído cómo Jehová secó las aguas del mar Rojo de delante de ustedes cuando salieron de Egipto” (Josué 2:10).
Hoy día, muchas personas son como aquellos egipcios. No creen que Jehová sea el Dios de toda la Tierra. Por eso, Jehová quiere que su pueblo hable de él a otras personas. Jesús lo hizo. Cuando se acercaba el fin de su vida en la Tierra, le dijo a Jehová en oración: “Yo les he dado a conocer tu nombre” (Juan 17:26).
¿Quieres ser como Jesús? Entonces diles a otros que el nombre de Dios es Jehová. Quizás descubras que mucha gente no lo sabe. Podrías mostrarles en la Biblia el Salmo 83:18. Vamos a buscarlo juntos. Allí dice: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”.
¿Qué aprendemos de estas palabras?... Que Jehová es el nombre más importante que existe, pues es el nombre del Dios todopoderoso, el Padre de Jesús y el Creador de todas las cosas. Y recuerda, Jesús dijo que deberíamos amar a Jehová Dios con todo nuestro corazón. ¿Lo amas tú?...
¿Cómo podemos demostrar que lo amamos?... Una forma de hacerlo es conocer a Jehová y ser su amigo. Otra es enseñar su nombre a las demás personas. Podemos mostrárselo en la Biblia misma. También podemos hablarles de las maravillas que Dios ha hecho. Jehová se sentirá muy feliz por ello, pues quiere que la gente lo conozca. ¿Verdad que podemos hacerlo?...
No todo el mundo va a prestar atención cuando hablemos de Jehová. Cuando Jesús, el Gran Maestro, habló de Él, hubo muchas personas que ni siquiera escucharon. Pero Jesús no dejó de hablar de Jehová.
Por eso, seamos como Jesús. Sigamos hablando de Jehová. Si lo hacemos, Jehová Dios se complacerá en nosotros porque mostramos amor por su nombre.
Vamos a leer juntos algunos textos bíblicos que muestran que el nombre de Dios es muy importante: Isaías 12:4, 5; Mateo 6:9; Juan 17:6, y Romanos 10:13.
[Ilustración de la página 27]
¿Sabías que todas las estrellas tienen nombre?
[Ilustración de la página 28]
¿Qué mensaje importante recibió Moisés al lado de la zarza ardiente?
[Ilustración de la página 29]
¿Cómo dio a conocer Dios su nombre en el mar Rojo?
[Ilustraciones de la página 30]
Jesús dio a conocer el nombre de Dios. ¿Puedes encontrar el nombre de Dios en la Biblia?

Jescristo el hijo de Dios ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 5
“Este es mi Hijo”
CUANDO los niños se portan bien, alegran a las personas que los cuidan. Si un niño o una niña hace algo bueno, su padre dice a los demás con orgullo: “Este es mi hijo” o “Esta es mi hija”.
Jesús siempre hace lo que agrada a su Padre, y por eso su Padre se siente orgulloso de él. ¿Recuerdas qué hizo el Padre de Jesús en cierta ocasión en que este se hallaba con tres de sus discípulos?... Dios habló desde el cielo y dijo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 17:5).
A Jesús le encanta hacer las cosas que complacen a su Padre. ¿Sabes por qué? Porque lo ama de verdad. Las cosas que uno hace solamente por obligación parecen difíciles. Pero las que hace con gusto resultan más fáciles.
Aun antes de venir a la Tierra, Jesús estuvo dispuesto a hacer todo lo que su Padre, Jehová Dios, le pidiera. Y lo hizo porque lo amaba. ¿Sabes lo que significa estar dispuesto a hacer algo?... Significa querer hacerlo de verdad. Aunque Jesús ocupaba una posición maravillosa en el cielo, su Padre tenía una misión especial para él. Jesús tenía que dejar el cielo y nacer en la Tierra. Estuvo dispuesto a hacerlo porque era la voluntad de Jehová, lo que Jehová quería.
Para que Jesús naciera en la Tierra, se necesitaba una madre. ¿Sabes quién fue?... Su nombre era María. Jehová envió desde el cielo al ángel Gabriel para anunciarle que iba a tener un hijo varón y que el bebé se llamaría Jesús. ¿Y quién sería el padre?... El ángel dijo que sería Jehová Dios. Por eso a Jesús se le llamaría Hijo de Dios.
¿Qué crees que dijo María?... ¿Acaso dijo: “No quiero ser la madre de Jesús”? No, ella estuvo dispuesta a hacer la voluntad de Dios. Pero ¿cómo sería posible que el Hijo de Dios naciera en la Tierra si vivía en el cielo? ¿Por qué fue diferente el nacimiento de Jesús al de cualquier otro niño? ¿Lo sabes?...
Pues bien, Dios creó a nuestros primeros padres, Adán y Eva, con la capacidad de unirse de una forma maravillosa y, así, dar vida a un bebé que iría creciendo en el vientre de la madre. La gente dice que eso es un milagro, y de seguro tú estás de acuerdo.
Sin embargo, Dios hizo un milagro más maravilloso aún. Tomó la vida de su Hijo que estaba en el cielo y la puso en el vientre de María. Dios nunca había hecho algo parecido, y nunca lo ha vuelto a hacer. Por este milagro, Jesús se desarrolló en el vientre de María como cualquier otro bebé. Después, María se casó con José.
Cuando llegó el momento de que Jesús naciera, María y José se hallaban de visita en la ciudad de Belén. Allí había tanta gente que no encontraron alojamiento y tuvieron que quedarse en un establo. María dio a luz y, como puedes ver en la lámina, puso a Jesús en un pesebre. Un pesebre es un lugar donde se les echa la comida a las vacas y otros animales.
La noche en que Jesús nació sucedieron cosas emocionantes. Un ángel se apareció a unos pastores cerca de Belén y les dijo que Jesús era alguien muy importante. El ángel anunció: ‘¡Miren! Les estoy dando buenas noticias que les harán felices. Hoy nació el que salvará al pueblo’ (Lucas 2:10, 11).
El ángel dijo a los pastores que encontrarían a Jesús en Belén, acostado en un pesebre. De pronto, otros ángeles del cielo empezaron a alabar a Dios junto con el primer ángel, cantando: ‘Gloria a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad’ (Lucas 2:12-14).
Cuando los ángeles desaparecieron, los pastores fueron a Belén y encontraron a Jesús. Allí contaron a José y María la buena noticia que habían escuchado. ¿Te puedes imaginar lo feliz que se sintió María por haber estado dispuesta a ser la madre de Jesús?
Después, José y María llevaron a Jesús a la ciudad de Nazaret, y allí se crió. Cuando se convirtió en adulto, comenzó su gran labor de enseñanza. Esta era parte de la misión que Jehová Dios quería que realizara en la Tierra. Jesús estuvo dispuesto a hacerlo porque amaba muchísimo a su Padre celestial.
Antes de que Jesús iniciara su labor de Gran Maestro, fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Entonces ocurrió algo asombroso. Cuando Jesús salió del agua, Jehová habló desde el cielo y dijo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 3:17). ¿Verdad que te sientes bien cuando tus padres te dicen que te aman?... Podemos estar seguros de que Jesús también se sintió así.
Jesús siempre hizo lo correcto. No trató de aparentar lo que no era ni tampoco dijo que fuese Dios. El ángel Gabriel le dijo a María que Jesús sería llamado Hijo de Dios. El propio Jesús reconoció que era el Hijo de Dios. Y él nunca le dijo a la gente que sabía más que su Padre, sino que afirmó: “El Padre es mayor que yo” (Juan 14:28).
Incluso cuando vivía en el cielo, Jesús hacía lo que su Padre le encargaba. Él amaba a su Padre y, por eso, lo escuchaba. Así que cuando vino a la Tierra, Jesús hizo lo que su Padre celestial le había mandado. No dedicó su tiempo a otras cosas. No nos sorprende que Jehová esté muy contento con su Hijo.
Nosotros también queremos complacer a Jehová, ¿verdad?... Entonces, tenemos que demostrar que realmente escuchamos a Dios, como hizo Jesús. Dios nos habla mediante la Biblia. No estaría bien fingir que lo escuchamos, pero luego creer y hacer cosas que van en contra de la Biblia, ¿no es cierto?... Y recuerda, si de veras amamos a Jehová, nos sentiremos felices de agradarle.
Ahora vamos a leer otros textos bíblicos que muestran lo que necesitamos saber y creer sobre Jesús: Mateo 7:21-23; Juan 4:25, 26, y 1 Timoteo 2:5, 6.
[Ilustración de la página 33]
¿Qué le dijo el ángel Gabriel a María?
[Ilustración de la página 34]
¿Por qué acostaron a Jesús en un pesebre?
[Ilustración de la página 35]
¿Qué buenas noticias anunció uno de estos ángeles a los pastores?

Servir a los demás ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 6
El Gran Maestro sirvió a los demás
¿TE GUSTA cuando alguien hace algo bueno por ti?... Pues bien, no eres el único; en realidad, a todos nos gusta. El Gran Maestro lo sabía, y siempre estaba haciendo cosas por otras personas. Él dijo: ‘No vine para que me sirvan, sino para servir’ (Mateo 20:28).
Por eso, si queremos ser como el Gran Maestro, ¿qué debemos hacer?... Debemos servir a otros, hacer cosas buenas por ellos. Es cierto que muchas personas no actúan así. En realidad, la mayoría siempre quiere que los demás les sirvan. En cierta ocasión hasta los seguidores de Jesús se comportaron de esta manera. Todos querían ser el más importante.
Un día, Jesús iba con sus discípulos a la ciudad de Capernaum, cerca del mar de Galilea. Al llegar, entraron en una casa. Entonces, Jesús les preguntó: “¿Qué discutían en el camino?”. Ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién era el más importante (Marcos 9:33, 34).
Jesús sabía que no estaba bien que alguno de sus discípulos se creyera más importante que los demás. Por eso, como leímos en el primer capítulo de este libro, puso a un niño en medio de ellos y les dijo que debían ser humildes como él. Pero no entendieron. Así que, poco antes de morir, Jesús les enseñó una lección que nunca olvidarían. ¿Qué hizo?...
Pues bien, mientras comían juntos, Jesús se levantó de la mesa y se ató una toalla a la cintura. Después echó agua en una palangana. Sin duda, sus discípulos se preguntaban qué iba a hacer. Mientras observaban, Jesús se agachó y se puso a lavarles los pies a cada uno y a secárselos con la toalla. ¡Imagínate! Si hubieras estado allí, ¿cómo te habrías sentido?...
A los discípulos no les pareció bien que el Gran Maestro les lavara los pies, y se sintieron avergonzados. De hecho, Pedro no quería que Jesús hiciera aquella tarea tan humilde por él. Pero para Jesús era importante, y así se lo explicó a Pedro.
Aunque hoy en día no es costumbre que nos lavemos los pies unos a otros, en tiempos de Jesús sí lo era. ¿Sabes por qué?... Bueno, en el país donde vivían Jesús y sus seguidores, la gente usaba sandalias. Cuando andaban por los caminos llenos de polvo, se les ensuciaban los pies. Por lo tanto, lavar los pies de la persona que visitaba una casa era un acto de bondad.
Sin embargo, en aquella ocasión, ninguno de los discípulos se ofreció a realizar esta tarea. Por eso, Jesús mismo lo hizo. Así enseñó a sus seguidores una importante lección que necesitaban aprender. Nosotros también debemos aprenderla.
¿Sabes qué lección era?... Cuando Jesús volvió a sentarse a la mesa, explicó: “¿Saben lo que les he hecho? Ustedes me llaman: ‘Maestro’, y, ‘Señor’, y hablan correctamente, porque lo soy. Por eso, si yo, aunque soy Señor y Maestro, les he lavado los pies a ustedes, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros” (Juan 13:2-14).
El Gran Maestro les mostró que quería que fueran serviciales. No quería que pensaran solo en sí mismos ni que se creyeran tan importantes que los demás siempre deberían servirles. Quería que estuvieran dispuestos a servir a otros.
¿Verdad que fue una buena lección?... Y tú, ¿serás como el Gran Maestro y servirás a los demás?... Todos podemos hacer cosas por otros. Eso los hará felices. Pero lo más importante es que hará felices a Jesús y su Padre.
Servir a los demás no es difícil. Si te fijas, verás que puedes hacer muchas cosas por otros. Piensa en esto: ¿hay algo en lo que puedas ayudar a tu mamá? Sabes que ella hace muchas cosas por ti y por el resto de la familia. ¿Puedes ayudarla?... ¿Por qué no le preguntas?
Quizás puedas poner la mesa o quitar los platos sucios cuando tu familia haya terminado de comer. Algunos niños sacan la basura todos los días. Si haces estas cosas, estarás sirviendo a otros, igual que hizo Jesús.
¿Tienes hermanos pequeños a los que puedas servir? Recuerda, Jesús, el Gran Maestro, sirvió incluso a sus discípulos. Si ayudas a tus hermanos pequeños, estarás imitando a Jesús. ¿Qué puedes hacer por ellos?... Podrías ayudarles a guardar sus juguetes cuando terminan de jugar, o a vestirse o a hacer la cama. ¿Se te ocurre algo más?... Ellos te querrán por esto, tal como los discípulos amaban a Jesús por las cosas buenas que hacía por ellos.
Además, puedes ser amable en la escuela con tus compañeros de clase o tus maestros. Si se le caen los libros a alguien, sería muy amable de tu parte que le ayudaras a recogerlos. También lo sería ofrecerte a limpiar la pizarra o ayudar de alguna otra manera a tus maestros. Incluso podrías sujetarle la puerta a alguien para que pase.
A veces, la gente no nos agradecerá que la ayudemos. ¿Crees que por eso deberíamos dejar de hacer lo bueno?... No. Muchas personas no le agradecieron a Jesús sus bondades, pero eso no lo desanimó.
Por lo tanto, nunca dejemos de servir a otras personas. Recordemos al Gran Maestro, Jesús, e intentemos seguir siempre su ejemplo.
Hay otros textos bíblicos que hablan de ayudar a los demás, como Proverbios 3:27, 28; Romanos 15:1, 2, y Gálatas 6:2.
[Ilustración de la página 37]
¿Qué estaban discutiendo los discípulos de Jesús?
[Ilustración de la página 39]
¿Qué lección enseñó Jesús a sus discípulos?
[Ilustraciones de las páginas 40 y 41]
¿Qué puedes hacer para ayudar a los demás?

La obediencia protege ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 7
La obediencia nos protege
¿TE GUSTARÍA hacer todo lo que quisieras y que nadie te dijera nunca lo que tienes que hacer? A ver, dime la verdad...
Sin embargo, ¿qué es lo mejor para ti? ¿Es en realidad hacer lo que quieras? ¿O te salen mejor las cosas cuando obedeces a tus padres?... Dios dice que se debe obedecer a los padres, de modo que tiene que haber una buena razón para ello. Veamos cuál puede ser.
¿Cuántos años tienes?... ¿Sabes cuántos años tienen tus padres o tus abuelos?... Ellos han vivido mucho más tiempo que tú. Y cuanto más vive una persona, más oportunidades tiene de aprender. Todos los años oye, ve y hace más cosas. Por eso, los niños pueden aprender de los mayores.
¿Conoces a alguien menor que tú?... ¿Sabes tú más que él?... ¿Por qué?... Porque has vivido más tiempo y has tenido más oportunidades de aprender.
¿Quién ha vivido más tiempo que tú, o yo, o cualquier otra persona?... Jehová Dios. Él sabe más que todos nosotros. Cuando nos manda hacer algo, podemos estar seguros de que es lo correcto, aunque nos cueste trabajo hacerlo. ¿Sabías que hasta al Gran Maestro le fue difícil obedecer en una ocasión?...
Aquella vez, Dios mandó a Jesús que hiciera algo muy difícil. Como vemos en la lámina, Jesús le pidió a Dios en oración: “Si deseas, remueve de mí esta copa”. Con estas palabras, Jesús demostró que hacer la voluntad de Dios no siempre era fácil. Pero ¿sabes qué dijo Jesús al final de su oración?...
Jesús dijo: “Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:41, 42). Él deseaba que se hiciera la voluntad de Dios, no la suya. Así que hizo lo que Dios quería y no lo que a él le parecía mejor.
¿Qué aprendemos de esto?... Aprendemos que siempre es apropiado hacer lo que Dios dice, aunque no sea fácil. Pero también aprendemos algo más. ¿Sabes qué es?... Pues que Dios y Jesús no son la misma persona, como dicen algunos. Jehová Dios es mayor y sabe más que su Hijo, Jesús.
Cuando obedecemos a Dios, demostramos que lo amamos. La Biblia dice: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3). Así que todos tenemos que obedecer a Dios. Tú deseas obedecerle, ¿no es verdad?...
Vamos a ver en la Biblia lo que Dios les dice a los niños que hagan. Leamos Efesios, capítulo 6, versículos 1, 2 y 3. Allí dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’; que es el primer mandato con promesa: ‘Para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra’”.
Como ves, es el propio Jehová Dios quien te dice que seas obediente a tus padres. ¿Qué significa “honrarlos”? Significa que debes mostrarles respeto. Y Dios promete que si obedeces a tus padres, te irá bien.
Voy a contarte la historia de unas personas que se salvaron por ser obedientes. Vivieron hace mucho tiempo en la gran ciudad de Jerusalén. La mayoría de sus habitantes no escuchaban a Dios. Por ello, Jesús les advirtió que Dios iba a hacer que la ciudad fuera destruida. También les explicó cómo podían escapar los que amaban lo correcto. Les dijo: ‘Cuando vean a los ejércitos rodear Jerusalén, sabrán que pronto será destruida. Entonces es el momento de salir de Jerusalén y huir a las montañas’ (Lucas 21:20-22).
Pues bien, tal como Jesús dijo, los ejércitos de Roma llegaron para rodear y atacar Jerusalén. Más tarde, por alguna razón, los soldados se marcharon. La mayoría de las personas creyeron que el peligro había pasado y se quedaron en la ciudad. Pero ¿qué había dicho Jesús que debían hacer?... ¿Qué habrías hecho tú si hubieras vivido en Jerusalén?... Los que realmente creyeron a Jesús dejaron sus casas y huyeron a las montañas, lejos de Jerusalén.
Pasó un año entero, y no le ocurrió nada a Jerusalén. El segundo y tercer año tampoco ocurrió nada. Algunos quizás pensaban que los que habían huido de la ciudad eran tontos. Pero al cuarto año, los ejércitos romanos volvieron y rodearon Jerusalén de nuevo. Entonces fue demasiado tarde para escapar. Esta vez, los ejércitos destruyeron la ciudad. La mayoría de sus habitantes murieron, y los que sobrevivieron fueron llevados prisioneros.
Pero ¿qué les ocurrió a los que obedecieron a Jesús?... Estaban a salvo, lejos de Jerusalén, y por eso no sufrieron daño. La obediencia los protegió.
¿Te protegerá a ti también la obediencia?... Quizás tus padres te hayan prohibido jugar en la calle. ¿Por qué motivo?... Porque podría atropellarte un automóvil. Pero a lo mejor un día piensas: “Ahora no hay autos. No me pasará nada. Otros niños juegan en la calle, y nunca he visto que les pase nada”.
Eso fue lo que pensó la mayoría de la gente de Jerusalén. Cuando los ejércitos romanos se fueron, parecía un lugar seguro. Al ver que algunos se quedaban en la ciudad, los demás hicieron lo mismo. Se les había advertido, pero no prestaron atención, y a causa de esto perdieron la vida.
Veamos otro ejemplo. ¿Has jugado alguna vez con fósforos?... Quizás sea divertido ver el fuego cuando enciendes uno. Pero jugar con fósforos puede ser peligroso. Podría quemarse la casa, y tú podrías morir.
Recuerda, no basta con obedecer algunas veces. Lo que realmente te protegerá es obedecer siempre. Y ¿quién es el que dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres”?... Es Dios. Y no olvides que él lo dice porque te ama.
Ahora vamos a leer unos textos bíblicos que muestran lo importante que es la obediencia: Proverbios 23:22; Eclesiastés 12:13; Isaías 48:17, 18, y Colosenses 3:20.
[Ilustración de la página 42]
¿Por qué deberías obedecer a los mayores?
[Ilustración de la página 43]
¿Qué podemos aprender de la oración de Jesús?
[Ilustración de la página 45]
¿Cómo se salvaron las personas que obedecieron el mandato de Jesús?
[Ilustraciones de la página 46]
¿Por qué deberías obedecer aunque no veas ningún peligro?

Personas superiores ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 8
Hay personas superiores a nosotros
SEGURO que estás de acuerdo conmigo en que hay personas que son superiores a nosotros, es decir, más importantes y más fuertes. ¿Como quiénes?... Jehová Dios es una de ellas. ¿Y su Hijo, el Gran Maestro? ¿Es superior a nosotros?... Claro que sí.
Jesús vivió con Dios en el cielo. Era un hijo espiritual, o ángel. ¿Creó Dios otros ángeles, o hijos espirituales?... Sí, muchos millones. Los ángeles también son superiores y más poderosos que nosotros (Salmo 104:4; Daniel 7:10).
¿Recuerdas el nombre del ángel que habló con María?... Se llamaba Gabriel. Este le dijo a María que su bebé sería el Hijo de Dios. Jehová puso la vida de su Hijo espiritual en el vientre de María para que pudiera nacer en la Tierra (Lucas 1:26, 27).
¿Crees en ese milagro? ¿Crees que Jesús vivió con Dios en el cielo?... Jesús dijo que sí. ¿Cómo lo supo? Cuando era niño, María seguramente le contó las palabras de Gabriel. Además, es probable que José le dijera que su verdadero padre era Dios.
Cuando Jesús se bautizó, Dios incluso habló desde el cielo y dijo: “Este es mi Hijo” (Mateo 3:17). Y la noche antes de morir, Jesús le oró a Dios diciendo: “Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuera” (Juan 17:5). Sí, Jesús pidió volver a vivir con Dios en el cielo. ¿Cómo sería esto posible?... Solo si Jehová Dios lo convertía de nuevo en una persona espiritual invisible, en un ángel.
Ahora deseo preguntarte algo importante. ¿Son buenos todos los ángeles? ¿Qué crees?... Hubo un tiempo en que todos eran buenos. Jehová fue quien los creó, y todo lo que él hace es bueno. Pero, un día, uno de ellos se hizo malo. ¿Cómo pudo suceder algo así?
Para saber la respuesta, debemos volver al tiempo en que Dios creó al primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva. Algunas personas dicen que su historia es solo una leyenda, un cuento, pero el Gran Maestro sabía que era cierta.
Cuando Dios creó a Adán y Eva, los puso en un hermoso parque, o paraíso, situado en un lugar llamado Edén. Podían haber tenido muchos hijos, convertirse en una gran familia y vivir en el Paraíso para siempre. Pero tenían que aprender una lección importante de la que ya hemos hablado antes. Veamos si podemos recordarla.
Jehová les dijo a Adán y Eva que podían comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos de uno. Si comían de ese árbol, Dios les dijo que ciertamente morirían (Génesis 2:17). ¿Cuál era, pues, la lección que Adán y Eva tenían que aprender?...
La lección de la obediencia. En realidad, la vida depende de obedecer a Jehová Dios. No era suficiente con que Adán y Eva simplemente dijeran que obedecerían. Tenían que demostrarlo con hechos. Si obedecían a Dios, estarían mostrando que lo amaban y deseaban que él los gobernara. Entonces podrían haber vivido para siempre en el Paraíso. Pero si comían de aquel árbol, ¿qué demostrarían?...
Demostrarían que no estaban realmente agradecidos a Dios por lo que él les había dado. ¿Habrías obedecido a Jehová si hubieras estado allí?... Al principio, Adán y Eva lo hicieron. Pero después, alguien superior a ellos engañó a Eva y consiguió que desobedeciera a Jehová. ¿Quién fue?...
La Biblia dice que una serpiente le habló a Eva. ¿Cómo es posible, si las serpientes no pueden hablar?... Un ángel hizo que pareciera que la serpiente estaba hablando. Pero en realidad era él quien hablaba. Ese ángel había empezado a pensar cosas malas. Quería que Adán y Eva lo adoraran, que hicieran lo que él les mandara. Quería ocupar el lugar de Dios.
Así que aquel ángel malvado puso malos pensamientos en la mente de Eva. Usando a la serpiente, le aseguró: ‘Dios no les dijo la verdad. No morirán si comen del árbol. Se harán sabios como Dios’. ¿Habrías creído tú lo que decía aquella voz?...
Eva empezó a desear algo que Dios no le había dado. Comió del fruto prohibido, y después le dio de él a Adán. Él no creyó las palabras de la serpiente, pero su deseo de estar con Eva fue mayor que su amor a Dios. Por eso también comió del árbol (Génesis 3:1-6; 1 Timoteo 2:14).
¿Cuál fue el resultado?... Adán y Eva se hicieron imperfectos, envejecieron y murieron. Y como ellos eran imperfectos, todos sus hijos también lo fueron, y con el tiempo envejecieron y murieron. Dios no había mentido. La vida depende de que le obedezcamos (Romanos 5:12). La Biblia nos dice que el ángel que engañó a Eva se llama Satanás el Diablo, y que a los ángeles que se hicieron malos se les llama demonios (Santiago 2:19; Revelación [Apocalipsis] 12:9).
¿Entiendes entonces por qué el ángel bueno se hizo malo?... Fue porque comenzó a pensar cosas malas. Quiso ser el número uno. Como sabía que Dios les había dicho a Adán y Eva que tuvieran hijos, quería que todos ellos lo adoraran a él. El Diablo quiere que todos desobedezcamos a Jehová. Por eso intenta poner malos pensamientos en nuestra mente (Santiago 1:13-15).
El Diablo afirma que nadie ama de verdad a Jehová. Dice que ni tú ni yo amamos a Dios, y que en realidad no queremos hacer lo que Él manda. Asegura que solo obedecemos a Jehová cuando las cosas salen como nosotros queremos. ¿Tiene razón el Diablo? ¿Somos así?
El Gran Maestro dijo que el Diablo es un mentiroso. Jesús demostró que realmente amaba a Jehová obedeciéndole. Y no lo hizo solamente cuando era fácil, sino en todo momento, incluso cuando otras personas se lo pusieron difícil. Demostró que era leal a Jehová hasta su misma muerte. Por ese motivo, Dios hizo que volviera a vivir, y que esta vez fuera para siempre.
Así que, ¿quién dirías tú que es nuestro mayor enemigo?... Sí, es Satanás el Diablo. ¿Podemos verlo?... ¡Desde luego que no! Pero sabemos que existe y que es superior y más poderoso que nosotros. Sin embargo, ¿quién es superior al Diablo?... Jehová Dios. Por eso estamos seguros de que Dios puede protegernos.
Leamos sobre la Persona a la que debemos adorar: Deuteronomio 30:19, 20; Josué 24:14, 15; Proverbios 27:11, y Mateo 4:10.
[Ilustración de la página 47]
¿Qué es posible que María y José le contaran a Jesús?
[Ilustración de las páginas 48 y 49]
¿Qué debían hacer Adán y Eva a fin de vivir para siempre en el Paraíso?
[Ilustración de la página 50]
¿Quién hizo que la serpiente le hablara a Eva?
[Ilustraciones de la página 50]
¿Qué les ocurrió a Adán y Eva después de que desobedecieron a Dios?

Las Tentaciones ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 9
Tenemos que resistir las tentaciones
¿ALGUNA vez te han pedido que hagas algo malo?... ¿Te han desafiado a que lo hagas? ¿O te han dicho que sería divertido y que en realidad no es nada malo?... La persona que hace eso está tentándote.
¿Cómo deberíamos reaccionar cuando se nos tienta? ¿Deberíamos hacer lo malo?... Eso no le agradaría a Jehová Dios. Sin embargo, ¿sabes a quién sí le alegraría?... A Satanás el Diablo.
Satanás es el enemigo de Dios, y también es el nuestro. No podemos verlo porque es un espíritu, pero él sí puede vernos. En una ocasión, el Diablo tentó a Jesús, el Gran Maestro. Veamos qué hizo Jesús, y así sabremos cómo actuar ante una tentación.
Jesús siempre quiso hacer la voluntad de Dios, y lo demostró claramente cuando se bautizó en el río Jordán. Fue poco después de su bautismo cuando Satanás lo tentó. La Biblia dice que “los cielos se abrieron” para Jesús (Mateo 3:16). Probablemente, aquello significó que Jesús comenzó a recordar su vida anterior en el cielo con Dios.
Después de su bautismo, Jesús se fue al desierto para pensar en las cosas que había comenzado a recordar. Pasaron cuarenta días y cuarenta noches. Durante todo ese tiempo, Jesús estuvo sin comer, así que tenía mucha hambre. Fue entonces cuando Satanás lo tentó.
El Diablo le dijo: “Si eres hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en panes”. ¡Con qué ganas se habría comido Jesús un trozo de pan! Pero ¿podía él convertir aquellas piedras en pan?... Claro que sí, pues él era el Hijo de Dios y tenía poderes especiales.
¿Habrías convertido tú una piedra en pan si el Diablo te lo hubiera pedido?... Jesús tenía hambre. ¿No tendría razón para hacerlo al menos una vez?... Jesús sabía que no estaba bien utilizar de aquella manera los poderes que Jehová le había dado. Debía usarlos para acercar a las personas a su Padre, no para beneficiarse él mismo.
Así que, en vez de hacerle caso a Satanás, Jesús le citó lo que está escrito en la Biblia: ‘El hombre no debe vivir solo de pan, sino de todas las palabras que salen de la boca de Jehová’. Jesús sabía que agradar a Jehová era mucho más importante que tener algo que comer.
Pero el Diablo volvió a intentarlo. Esta vez llevó a Jesús a Jerusalén y lo colocó en una parte alta del templo. Allí le dijo: ‘Si eres hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito que Dios enviará a sus ángeles para que no te lastimes’.
¿Por qué dijo eso Satanás?... Quería tentar a Jesús para que hiciera algo peligroso. Pero Jesús tampoco le hizo caso esta vez, sino que le respondió: “Está escrito: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu Dios’”. Jesús sabía que no estaba bien poner a prueba a Jehová arriesgando la vida.
Sin embargo, Satanás no se dio por vencido. Llevó a Jesús a una montaña muy alta y le mostró todos los reinos, o gobiernos, del mundo y su gloria. Entonces le dijo: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”.
Piensa en la oferta del Diablo. ¿Eran en realidad de Satanás todos aquellos reinos, o gobiernos humanos?... Bueno, Jesús no dijo que no le pertenecían a Satanás. Si el Diablo hubiera mentido, Jesús se lo habría dicho. Así es, Satanás es el gobernante de todas las naciones del mundo. La Biblia incluso lo llama “el gobernante de este mundo” (Juan 12:31).
¿Qué harías si el Diablo prometiera darte algo a cambio de que lo adoraras?... Jesús sabía que estaba mal adorar al Diablo, sin importar lo que este pudiera darle. Por eso le dijo: ‘¡Vete, Satanás! Porque la Biblia dice que debes adorar a Jehová tu Dios y que solo debes servirle a él’ (Mateo 4:1-10; Lucas 4:1-13).
Nosotros también nos enfrentamos a tentaciones. ¿Sabes cuáles son algunas?... Por ejemplo, puede que tu madre haga un bizcocho o algún otro postre delicioso y te diga que no debes probarlo hasta la hora de comer. Pero tú tienes mucha hambre y te sientes tentado a probarlo. ¿Obedecerás a tu mamá?... Satanás quiere que desobedezcas.
Recuerda a Jesús: él también estaba hambriento, pero sabía que agradar a Dios era más importante que comer. Tú demostrarás que eres como Jesús si obedeces a tu madre.
Puede que otros niños te pidan que tomes unas pastillas que, según ellos, te harán sentir muy contento. Pero esas pastillas quizás sean drogas que pueden enfermarte o hasta matarte. O tal vez alguien te ofrezca un cigarrillo, que también contiene sustancias dañinas, y te diga: “¡A que no te atreves a fumarlo!”. ¿Qué harás?...
Recuerda a Jesús. Satanás intentó hacer que Jesús pusiera en peligro su vida cuando le pidió que saltara del templo. Pero Jesús no lo hizo. ¿Qué harías tú si alguien te desafía a que hagas algo peligroso?... Jesús no escuchó a Satanás. Tú tampoco deberías escuchar a nadie que trate de convencerte para que hagas cosas malas.
Tal vez algún día te pidan que adores una imagen, algo que la Biblia prohíbe (Éxodo 20:4, 5). Puede que ocurra durante una ceremonia en la escuela, y te digan que no podrás volver a la escuela si te niegas a adorarla. ¿Qué harás?...
Es fácil hacer lo bueno cuando todo el mundo lo hace, pero resulta muy difícil cuando otros quieren convencernos para que hagamos lo malo. Tal vez digan que lo que están haciendo no es tan malo. Sin embargo, lo más importante es: ¿qué opina Dios? Él sabe más que nosotros.
Por eso, sin importar lo que opinen los demás, nunca debemos hacer cosas que Dios diga que son malas. De esa forma, siempre haremos feliz a Dios y nunca agradaremos al Diablo.
Se puede encontrar más información sobre cómo resistir la tentación de hacer lo malo en Salmo 1:1, 2; Proverbios 1:10, 11; Mateo 26:41, y 2 Timoteo 2:22.
[Ilustración de la página 52]
¿Qué es probable que empezara a recordar Jesús cuando se bautizó?
[Ilustración de la página 53]
¿Cómo utilizó el Diablo piedras para tentar a Jesús?
[Ilustración de la página 55]
¿Por qué pudo Satanás ofrecer a Jesús todos estos reinos?
[Ilustraciones de la página 55]
¿Qué harás si eres tentado?
[Ilustración de la página 56]
¿Por qué está mal utilizar imágenes para adorar a Dios?

Jesús es más poderoso...( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 10
Jesús es más poderoso que los demonios
¿RECUERDAS por qué uno de los ángeles de Dios se convirtió en Satanás el Diablo?... Era egoísta y deseaba que lo adoraran a él; por eso se volvió contra Dios. ¿Halló Satanás seguidores entre los demás ángeles?... Sí. La Biblia los llama ‘ángeles de Satanás’, o demonios (Revelación [Apocalipsis] 12:9).
¿Creen estos ángeles malos en Dios?... Las Escrituras dicen que ‘los demonios creen que Dios existe’ (Santiago 2:19). Pero en la actualidad tienen miedo, pues saben que él los castigará por las maldades que han cometido. ¿Cuáles son?...
La Biblia explica que aquellos ángeles abandonaron el lugar que debían ocupar en el cielo y bajaron a la Tierra para vivir como los humanos. Lo hicieron porque deseaban tener relaciones sexuales con las bellas mujeres de la Tierra (Génesis 6:1, 2; Judas 6). ¿Qué sabes sobre las relaciones sexuales?...
Un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales cuando se unen de una manera muy especial. Esta unión puede dar vida a un bebé que se irá desarrollando en el vientre de la madre. Dios desea que solo las personas que están casadas se unan de esa manera. Así, cuando nace un bebé, tanto el esposo como la esposa pueden cuidarlo. Sin embargo, a los ángeles no les está permitido tener ese tipo de relaciones.
Después de que los ángeles se hicieron cuerpos humanos y tuvieron relaciones sexuales con las mujeres, les nacieron hijos que crecieron hasta hacerse gigantes. Estos eran muy crueles y lastimaban a la gente. Por eso Dios envió un diluvio —una gran inundación— para destruir a los gigantes y a toda la gente mala. Pero hizo que Noé construyera un arca, o un enorme barco, para salvar a las pocas personas que hacían lo bueno. El Gran Maestro dijo que es importante recordar lo que ocurrió en el Diluvio (Génesis 6:3, 4, 13, 14; Lucas 17:26, 27).
¿Sabes qué hicieron los ángeles malos cuando vino el Diluvio?... Dejaron de usar los cuerpos humanos que se habían hecho y volvieron al cielo. Pero ya no podían ser ángeles de Dios, por eso se convirtieron en ángeles de Satanás, en demonios. ¿Y qué les pasó a sus hijos, los gigantes?... Murieron en el Diluvio, junto con todos los que no obedecieron a Dios.
Después del Diluvio, Dios nunca más permitió que los demonios se hicieran cuerpos humanos. Sin embargo, aunque no podemos verlos, los demonios siguen tratando de conseguir que la gente haga lo malo. Hoy causan más problemas que nunca porque se les ha arrojado a la Tierra.
¿Sabes por qué no podemos ver a los demonios?... Porque son espíritus. Sin embargo, podemos estar seguros de que existen. La Biblia dice que Satanás está ‘engañando a personas de toda la tierra’ con ayuda de sus demonios (Revelación 12:9, 12).
¿Pueden el Diablo y sus demonios engañarnos también a nosotros?... Sí, lo harán si no tenemos cuidado. Pero no hay por qué temer. El Gran Maestro dijo: ‘El Diablo no tiene dominio sobre mí’. Si nos mantenemos cerca de Dios, él nos protegerá del Diablo y sus demonios (Juan 14:30).
Es importante saber cuáles son las cosas malas que los demonios intentarán que hagamos. Así que piensa: ¿qué cosas malas hicieron los demonios cuando vinieron a la Tierra?... Antes del Diluvio, tuvieron relaciones sexuales con mujeres, algo que les estaba prohibido. Hoy en día, los demonios se alegran cuando las personas no obedecen las leyes de Dios sobre las relaciones sexuales. A ver si recuerdas: ¿quiénes son los únicos que pueden tener relaciones de este tipo?... Tienes razón, solo los casados.
En nuestros días hay muchachos y muchachas que tienen relaciones sexuales, y eso es malo. La Biblia habla del “órgano genital” masculino, que se llama pene (Levítico 15:1-3). Los genitales femeninos reciben el nombre de vulva. Jehová creó estas partes del cuerpo con una función especial de la que solo deberían gozar las personas casadas. Los demonios se alegran cuando la gente hace cosas que Jehová prohíbe, por ejemplo, cuando un niño y una niña juegan con los genitales del otro. ¿Verdad que no queremos agradar a los demonios?...
Hay otra cosa que a los demonios les gusta, pero que Jehová odia. ¿Sabes qué es?... La violencia (Salmo 11:5). La gente violenta se comporta de forma cruel y lastima a los demás. Recuerda, eso era lo que hacían aquellos gigantes, que eran hijos de los demonios.
Los demonios también disfrutan asustando a la gente. A veces fingen ser personas que han muerto, e incluso imitan sus voces. Así engañan a muchos para que crean que los muertos siguen con vida y pueden hablar con los vivos. De ahí que tantas personas crean que existen los fantasmas.
Por lo tanto, debemos estar alerta para que Satanás y sus demonios no nos engañen. La Biblia nos advierte: ‘Satanás intenta hacerse pasar por un ángel bueno, y sus siervos hacen lo mismo’ (2 Corintios 11:14, 15). Pero en realidad, los demonios son malos. Veamos qué métodos pueden usar para que seamos como ellos.
¿Dónde aprende tanto la gente sobre la violencia, las relaciones sexuales que Dios prohíbe y los espíritus y fantasmas?... ¿Verdad que es en los programas de televisión, los videojuegos, Internet y los libros de historietas? ¿Nos acercan estas cosas más a Dios, o por el contrario, al Diablo y sus demonios? ¿Qué opinas?...
¿Quiénes desean que escuchemos y veamos cosas malas?... Satanás y sus demonios. Por eso, ¿qué debemos hacer?... Tenemos que leer, escuchar y ver cosas que sean de provecho y nos ayuden a servir a Jehová. ¿Se te ocurren algunas?...
Si hacemos lo bueno, no hay razón para temer a los demonios, pues Jesús es más poderoso que ellos. En una ocasión, los demonios le preguntaron asustados: “¿Viniste a destruirnos?” (Marcos 1:24). ¿Verdad que nos alegraremos cuando Jesús los destruya?... Mientras tanto, podemos estar seguros de que Jesús nos protegerá de ellos si nos mantenemos cerca de él y de su Padre celestial.
Veamos lo que debemos hacer para protegernos de Satanás y sus demonios en 1 Pedro 5:8, 9 y Santiago 4:7, 8.
[Ilustración de la página 57]
¿Qué cosa mala hicieron estos ángeles?
[Ilustración de la página 58]
¿Por qué hay más problemas que nunca en la Tierra?
[Ilustraciones de la página 60]
¿Qué puede ocurrir si vemos programas violentos?
[Ilustración de la página 61]
¿Qué deberíamos hacer para protegernos de Satanás y sus demonios?

Los ángeles ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro) :

Capítulo 11
Los ángeles de Dios nos ayudan
ALGUNAS personas dicen que solo creen en lo que ven, pero eso no tiene sentido. Hay muchas cosas que nunca hemos visto y, sin embargo, existen. ¿Cuáles son algunas?...
¿Podemos sentir el aire que respiramos?... Levanta la mano y sopla sobre ella. ¿Sientes algo?... Sí, el aire, pero ¿verdad que no podemos verlo?...
En capítulos anteriores hablamos de seres espirituales que son invisibles. Aprendimos que algunos son buenos y otros malos. ¿Podrías nombrar algunos de los buenos?... Sí, están Jehová Dios, Jesús y los ángeles buenos. ¿Acaso hay ángeles malos también?... La Biblia dice que sí. ¿Qué aprendiste sobre ellos?...
Sabemos que tanto los ángeles buenos como los malos son más fuertes que nosotros. El Gran Maestro conocía muchas cosas sobre los ángeles porque antes de nacer en la Tierra había sido uno de ellos. Había vivido con millones de ángeles en el cielo. ¿Tienen todos los ángeles nombre?...
Aprendimos que Dios les dio nombre a las estrellas. Así que de seguro los ángeles también tienen nombre. Además, sabemos que se comunican entre ellos, porque la Biblia menciona el ‘idioma de los ángeles’ (1 Corintios 13:1). ¿De qué crees que hablan? ¿Hablarán de nosotros, los que vivimos en la Tierra?...
Vimos que los ángeles de Satanás desean que desobedezcamos a Jehová. Por eso, es posible que hablen sobre cómo lograrlo. Quieren que seamos como ellos para que Jehová no esté contento con nosotros. ¿Y los ángeles fieles? ¿Crees que también hablan de nosotros?... Sí, porque quieren ayudarnos. Te contaré cómo algunos ayudaron a personas que amaban y servían a Jehová.
Por ejemplo, había un hombre llamado Daniel que vivía en Babilonia. Pocas personas allí amaban a Jehová. Incluso hicieron una ley que castigaba a cualquiera que orara a Dios. Pero Daniel no dejó de orar. ¿Sabes qué le hicieron?...
Unos hombres malos hicieron que se arrojara a Daniel a un foso de leones. Daniel estaba solo ante aquellas fieras hambrientas. ¿Qué le sucedió?... Él nos cuenta: “Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones”. ¡No le causaron ningún daño! Los ángeles pueden hacer cosas maravillosas por los siervos de Jehová (Daniel 6:18-22).
En cierta ocasión se encarceló a Pedro, que, como recordarás, era amigo del Gran Maestro, Jesucristo. Algunos se habían enfadado cuando Pedro dijo que Jesús era el Hijo de Dios. Por eso lo metieron en la cárcel y pusieron soldados a vigilarlo para que no se escapara. ¿Podría ayudarle alguien?...
Pedro estaba durmiendo en medio de dos soldados y tenía las manos encadenadas. Pero la Biblia dice: ‘¡Mira! Vino el ángel de Jehová, y una luz brilló en la celda de la prisión. El ángel tocó a Pedro en el costado para despertarlo y le dijo: “¡Deprisa, levántate!”’.
En ese momento, a Pedro se le soltaron las cadenas de las manos, y el ángel le ordenó: ‘Vístete, ponte las sandalias y sígueme’. Los soldados no pudieron detenerlos porque era un ángel quien ayudaba a Pedro. Entonces llegaron ante una puerta de hierro y ocurrió algo extraño: la puerta se abrió sola. El ángel había liberado a Pedro para que siguiera predicando (Hechos 12:3-11).
¿Pueden los ángeles de Dios ayudarnos también a nosotros?... Por supuesto. ¿Significa eso que nunca permitirán que suframos daño?... No. Si actuamos de forma arriesgada, los ángeles no impedirán que nos lastimemos. Sin embargo, habrá veces en que suframos aunque no hayamos hecho nada arriesgado. Dios no ha ordenado a los ángeles que nos protejan todo el tiempo. Pero sí les ha dado una misión especial.
La Biblia habla de un ángel que está diciendo a la gente en todas partes que adore a Dios (Revelación [Apocalipsis] 14:6, 7). ¿Cómo lo hace? ¿Acaso grita desde el cielo para que todo el mundo lo oiga?... No. Son los seguidores de Jesús en la Tierra quienes se encargan de hablar a otras personas de Dios, y los ángeles los guían en su predicación. Los ángeles se aseguran de que las personas que realmente desean conocer a Dios tengan la oportunidad de escuchar. Nosotros podemos participar en esta obra, y los ángeles nos ayudarán.
Pero ¿qué haremos si personas que no aman a Dios nos causan problemas? ¿Y si nos encarcelan? ¿Nos liberarán los ángeles?... Podrían, pero no siempre lo hacen.
En una ocasión, Pablo, uno de los seguidores de Jesús, viajaba como prisionero en un barco durante una terrible tormenta. Pero los ángeles no lo libraron enseguida, porque había otras personas que necesitaban oír sobre Dios. Un ángel le dijo: “No temas, Pablo. Tienes que estar de pie ante César”. Pablo fue llevado ante el emperador de Roma para que le predicara. Los ángeles siempre supieron dónde estaba Pablo y le ayudaron. También nos ayudarán a nosotros si servimos a Dios lealmente (Hechos 27:23-25).
A los ángeles les queda otra misión importantísima que cumplir, y lo harán pronto. Se acerca el momento en que Dios destruirá a los malvados, a todos los que no lo adoran. Quienes dicen que no creen en los ángeles porque no pueden verlos descubrirán lo equivocados que están (2 Tesalonicenses 1:6-8).
¿Qué significará eso para nosotros?... Si nos ponemos del lado de los ángeles de Dios, nos ayudarán. Pero ¿estamos de su lado?... Lo estaremos si servimos a Jehová. Y si le servimos, animaremos a otras personas a servirle también.
Aprenderemos más sobre cómo influyen los ángeles en la vida de la gente leyendo Salmo 34:7; Mateo 4:11; 18:10; Lucas 22:43, y Hechos 8:26-31.
[Ilustración de la página 63]
¿Qué hizo Dios para salvar a Daniel?
[Ilustración de la página 64]
¿Cómo ayudó el ángel a Pedro a salir de la cárcel?
[Ilustración de la página 66]
¿Qué le está diciendo el ángel a Pablo?

La oración ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 12
Jesús nos enseña a orar
¿HABLAS tú con Jehová Dios?... Él quiere que lo hagas. Cuando le hablas a Dios, estás orando. Jesús hablaba a menudo con su Padre celestial, y a veces prefería hacerlo a solas. La Biblia cuenta que en una ocasión “subió solo a la montaña a orar. Aunque se hizo tarde, estaba allí solo” (Mateo 14:23).
¿Dónde puedes orar a Jehová a solas?... Tal vez en tu habitación antes de acostarte. Jesús dijo: “Cuando ores, entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre” (Mateo 6:6). ¿Oras cada noche antes de dormir?... Deberías hacerlo.
Jesús oraba también cuando estaba con otras personas. Cuando murió su amigo Lázaro, oró con otros en el lugar donde lo habían enterrado (Juan 11:41, 42). Además, Jesús oraba cuando se reunía con sus discípulos. ¿Vas a reuniones donde se ora?... Por lo general, en estas ocasiones un adulto pronuncia la oración. Deberías escuchar con atención sus palabras, pues está hablando con Dios a favor tuyo. Entonces podrás decir “amén” al final de la oración. ¿Sabes por qué decimos “amén”?... Para mostrar que nos gustó la oración, que estamos de acuerdo con ella y que deseamos que sea también nuestra oración.
Además, Jesús oraba antes de las comidas, dando gracias a Jehová por el alimento. Y tú, ¿oras siempre antes de comer?... Es bueno que demos gracias a Jehová antes de empezar a comer. Hay veces en que otra persona hace la oración. Pero si estás comiendo solo o con alguien que no le da las gracias a Jehová, ¿qué debes hacer?... Entonces tienes que hacer tu propia oración.
¿Hay que orar siempre en voz alta? ¿O escucha Jehová las oraciones que se hacen en silencio?... Veamos lo que le ocurrió a Nehemías. Él era un adorador de Jehová que trabajaba en el palacio del rey persa Artajerjes. Un día, Nehemías se puso muy triste al enterarse de que estaban en ruinas las murallas de Jerusalén, la capital de su país.
Cuando el rey le preguntó a Nehemías por qué estaba triste, lo primero que hizo Nehemías fue orar en silencio. Después le explicó al rey por qué se sentía así y le pidió permiso para ir a Jerusalén y reconstruir las murallas. ¿Qué ocurrió?...
Dios contestó la oración de Nehemías. El rey le permitió ir y, además, le dio mucha madera para construir las murallas. Como vemos, Dios puede contestar nuestras oraciones aunque las hagamos en silencio (Nehemías 1:2, 3; 2:4-8).
¿Hay que inclinar la cabeza para orar? ¿O arrodillarse? ¿Tú qué crees?... A veces, Jesús se arrodilló para orar, y otras veces se quedó de pie. En ocasiones levantó la cabeza hacia el cielo, por ejemplo, cuando oró por Lázaro.
¿Qué demuestra esto?... Pues que la postura del cuerpo no es lo más importante. Algunas veces tal vez sea bueno inclinar la cabeza y cerrar los ojos. Otras veces quizás quieras arrodillarte, como hizo Jesús. Pero recuerda: podemos orar a Dios a cualquier hora del día o de la noche, y él nos escuchará. Lo principal es que creamos que Jehová está escuchando. ¿Lo crees tú?...
¿Qué deberíamos decir en nuestras oraciones?... A ver: cuando oras, ¿de qué le hablas a Dios?... Jehová nos da muchísimas cosas buenas. ¿No es cierto que deberíamos darle las gracias por ellas?... Aunque es bueno agradecer el alimento, ¿le has dado alguna vez las gracias por el cielo azul, las plantas, los árboles y las hermosas flores?... Él también los creó.
Los discípulos de Jesús le pidieron en una ocasión que les enseñara a orar. El Gran Maestro les enseñó cuáles eran las cosas más importantes por las que debían orar. ¿Las sabes tú?... Si abres tu Biblia en Mateo, capítulo 6, versículos 9 al 13, encontrarás lo que se conoce como la oración del padrenuestro. Vamos a leerla juntos.
Como hemos leído, Jesús dijo que pidiéramos en nuestras oraciones que el nombre de Dios fuera santificado, es decir, tratado como algo santo. ¿Cómo se llama Dios?... Sí, Jehová, y deberíamos amar su nombre.
En segundo lugar, Jesús nos enseñó a pedir que viniera el Reino de Dios. Ese Reino es importante porque traerá paz a la Tierra y la convertirá en un paraíso.
En tercer lugar, el Gran Maestro dijo que oremos para que se haga la voluntad de Dios en la Tierra tal como se hace en el cielo. Si pedimos esto, también deberíamos hacer lo que él desea que hagamos, o sea, su voluntad.
A continuación, Jesús nos enseñó a pedir el alimento que necesitamos para cada día. Además, dijo que deberíamos arrepentirnos y pedirle perdón a Dios por los errores que cometemos. Sin embargo, si queremos que él nos perdone, debemos perdonar a quienes nos hayan hecho algo malo. ¿Te resulta fácil perdonar?...
Por último, Jesús nos enseñó a pedir a Jehová Dios que nos proteja del inicuo, Satanás el Diablo. Podemos mencionar en las oraciones todas estas cosas buenas.
Debemos creer que Jehová escucha nuestras oraciones. Pero además de pedir ayuda, deberíamos darle gracias. Él se alegra cuando en nuestras oraciones decimos lo que en realidad sentimos y pedimos cosas apropiadas. Y, sin duda, él nos dará lo que pidamos. ¿Lo crees así?...
Encontramos buenos consejos sobre la oración en Romanos 12:12; 1 Pedro 3:12, y 1 Juan 5:14.
[Ilustraciones de la página 67]
Jesús oró cuando estaba solo y cuando estaba con otras personas
[Ilustración de la página 68]
¿Por qué deberíamos escuchar con atención las oraciones que se hacen en las reuniones?
[Ilustraciones de la página 69]
¿Cuándo puedes orar en silencio como hizo Nehemías?
[Ilustración de la página 70]
¿De qué puedes hablarle a Dios en tu oración?

Discípulos de Jesús:

-Judas Iscariote.
-Judas ( También llamado Tadeo).
-Simón.
-Santiago ( Hijo de Alfeo).
-Tomás.
-Mateo.
-Natanael.
-Felipe.
-Juan.
-Santiago ( Hermano de Juan).
-Andrés.
-Pedro.

Los seguidores de Jesús: ( Tomado de Aprendamos del Gran Maestro):

Capítulo 13
Los discípulos de Jesús
¿QUIÉN es el siervo de Dios más fiel que haya existido?... Has dicho bien: Jesucristo. ¿Crees que podemos imitarlo?... Bueno, la Biblia dice que él nos puso el ejemplo para que lo sigamos. Y él nos invita a ser sus discípulos, o seguidores.
¿Sabes qué significa ser discípulo de Jesús?... Significa varias cosas. La primera, aprender de él. Pero eso no es todo. También debemos creer de verdad lo que nos enseña y obedecer sus mandatos.
Hay muchos que afirman que creen en Jesús. ¿Piensas que todos ellos son realmente discípulos suyos?... La mayoría no lo son. Quizás vayan a la iglesia, pero nunca han sacado tiempo para aprender las enseñanzas del Gran Maestro. En realidad, solo son discípulos de Jesús quienes imitan su ejemplo.
Hablemos de algunos que se hicieron discípulos de Jesús cuando él vivió en la Tierra. Uno de los primeros fue Felipe. Este se apresuró a buscar a su amigo Natanael (también llamado Bartolomé), quien estaba sentado debajo de un árbol, como se ve en la lámina. Cuando Natanael se acercó a Jesús, este le dijo: ‘Aquí viene un verdadero israelita, un hombre sincero’. Sorprendido, Natanael le preguntó: “¿Cómo es que me conoces?”.
Jesús le contestó: “Antes que Felipe te llamara, mientras estabas debajo de la higuera, te vi”. Natanael se asombró de que Jesús supiera exactamente dónde estaba él, así que dijo: “Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49).
Otros se hicieron discípulos un día antes que Felipe y Natanael. Fueron Andrés y su hermano Pedro, así como Juan y, quizás, su hermano Santiago (Juan 1:35-51). Sin embargo, algún tiempo después, los cuatro volvieron a su oficio de pescadores. Un día, mientras Jesús caminaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Pedro y Andrés echando una red de pescar al mar. Jesús los llamó: ‘Síganme’.
Un poco más adelante, Jesús vio a Santiago y a Juan. Estaban en una barca con su padre reparando las redes de pescar. Jesús también los invitó a seguirlo. ¿Qué habrías hecho tú si Jesús te hubiera llamado? ¿Te habrías ido enseguida con él?... Aquellos hombres sabían quién era Jesús. Sabían que Dios lo había enviado. Por eso, inmediatamente dejaron su trabajo de pescadores y lo siguieron (Mateo 4:18-22).
Después que aquellos hombres llegaron a ser discípulos de Jesús, ¿hicieron siempre lo que estaba bien?... No. Tal vez recuerdes que incluso discutieron entre sí sobre quién era el más importante de todos. Pero escucharon a Jesús y estuvieron dispuestos a cambiar. Si nosotros también estamos dispuestos a cambiar, podemos ser discípulos de él.
Jesús invitó a todo tipo de personas para que fueran sus discípulos. En una ocasión, un joven gobernante rico fue a verlo y le preguntó qué debía hacer para conseguir la vida eterna. Cuando el joven afirmó que había obedecido los mandamientos de Dios desde niño, Jesús le dijo: “Ven, sé mi seguidor”. ¿Sabes qué ocurrió?...
Al enterarse de que ser discípulo de Jesucristo tenía que ser más importante que poseer riquezas, el joven se puso muy triste. No se hizo discípulo de Jesús porque amaba más su dinero que a Dios (Lucas 18:18-25).
Jesús había predicado durante casi un año y medio cuando escogió a doce de sus discípulos para que fueran sus apóstoles. Los apóstoles eran hombres a los que se les encargó un trabajo especial. ¿Sabes cuáles son sus nombres?... Vamos a ver si podemos aprenderlos. Fíjate en los dibujos y trata de leer los nombres. Luego intenta repetirlos de memoria.
Con el tiempo, uno de los doce apóstoles, llamado Judas Iscariote, se volvió malo, y otro discípulo ocupó su lugar. ¿Sabes quién fue?... Matías. Tiempo después, Pablo y Bernabé también llegaron a ser apóstoles, pero no formaron parte de los doce (Hechos 1:23-26; 14:14).
Como aprendimos en el primer capítulo de este libro, Jesús se interesaba en los niños. ¿Por qué?... Porque sabía que también podían llegar a ser discípulos suyos. Lo cierto es que a menudo los niños dicen las cosas de tal forma que hasta los adultos los escuchan y quieren aprender más acerca del Gran Maestro.
Muchas mujeres se hicieron también discípulas de Jesús. Algunas, como María Magdalena, Juana y Susana, lo acompañaban cuando iba a predicar a otras ciudades. Es posible que también le ayudaran preparando comida y lavándole la ropa (Lucas 8:1-3).
¿Quieres ser discípulo de Jesús?... Recuerda: no nos convertimos en discípulos de Jesús solo con decir que creemos en él. Debemos comportarnos como discípulos suyos en cualquier lugar donde estemos, no solo en las reuniones cristianas. ¿Se te ocurre algún lugar donde sea importante comportarse así?...
Sí, en casa. Otro lugar sería la escuela. Lo que nunca debemos olvidar es que para ser un verdadero discípulo de Jesús tenemos que comportarnos como él en todo momento, sin importar dónde estemos.
Ahora leamos juntos lo que dice la Biblia sobre los discípulos de Jesús en Mateo 28:19, 20; Lucas 6:13-16; Juan 8:31, 32, y 1 Pedro 2:21.
[Ilustración de la página 72]
¿Quién es este hombre, y cómo llegó a ser discípulo de Jesús?
[Ilustración de la página 73]
¿A quiénes está llamando Jesús para que sean sus discípulos?
[Ilustraciones de la página 75]
Pedro
Andrés
Santiago (hermano de Juan)
Juan
Felipe
Natanael
Mateo
Tomás
Santiago (hijo de Alfeo)
Simón
Judas (también llamado Tadeo)
Judas Iscariote
[Ilustraciones de la página 76]
¿Quiénes eran estas mujeres que ayudaron a Jesús cuando iba predicando?
[Ilustración de la página 76]
¿Dónde debemos comportarnos como discípulos de Jesús?

Las Fiestas ( Tomado del Libro para Niños Aprendamos del Gran Maestro) :

Capítulo 29
¿Le agradan a Dios todas las fiestas?
¿TE GUSTA ir a fiestas?... Pueden ser muy divertidas. ¿Crees que al Gran Maestro le parece bien que vayamos a fiestas?... Él fue con algunos de sus discípulos a una fiesta en la que se celebraba una boda. Además, Jehová es el “Dios feliz”, y se alegra de que nos divirtamos en las fiestas que a él le agradan (1 Timoteo 1:11; Juan 2:1-11).
En la página 29 de este libro se nos cuenta que Jehová dividió las aguas del mar Rojo para que los israelitas pudieran cruzarlo. ¿Lo recuerdas?... Después, el pueblo cantó y bailó, y dio gracias a Jehová. Fue como una fiesta. La gente estaba muy contenta, y podemos estar seguros de que Dios también lo estaba (Éxodo 15:1, 20, 21).
Casi cuarenta años después, los israelitas fueron a otra gran fiesta. En esa ocasión, quienes los invitaron no adoraban a Jehová. En realidad, adoraban a otros dioses y tenían relaciones sexuales con personas con las que no estaban casados. ¿Crees que estaba bien ir a una fiesta como esa?... A Jehová no le pareció bien, y castigó a los israelitas (Números 25:1-9; 1 Corintios 10:8).
La Biblia también habla de dos fiestas de cumpleaños. ¿Se festejó en alguna de ellas el cumpleaños del Gran Maestro?... No. Las dos fiestas se celebraron en honor de hombres que no servían a Jehová. Una fue la fiesta de cumpleaños del rey Herodes Antipas, que gobernaba el distrito de Galilea cuando Jesús vivía allí.
El rey Herodes hizo muchas cosas malas. Incluso le quitó la esposa a su propio hermano. El nombre de ella era Herodías. El siervo de Dios llamado Juan el Bautista le dijo a Herodes que estaba mal lo que hacía. A Herodes no le gustó que se lo dijera, así que encarceló a Juan (Lucas 3:19, 20).
Mientras Juan estaba en la cárcel, llegó el día del cumpleaños de Herodes. Este dio una gran fiesta, con muchos invitados importantes. Todos comían, bebían y se divertían. Entonces entró la hija de Herodías y bailó para ellos. A todos les gustó tanto el baile que el rey Herodes quiso hacerle un regalo especial a la joven. Le dijo: “Cualquier cosa que me pidas, te la daré, hasta la mitad de mi reino”.
¿Qué debía pedir? ¿Dinero? ¿Ropa bonita? ¿Un palacio para ella sola? La muchacha no sabía qué decir, así que fue a donde estaba su madre, Herodías, y le preguntó : “¿Qué debo pedir?”.
Como Herodías odiaba con todas sus fuerzas a Juan el Bautista, le dijo a su hija que pidiera la cabeza de Juan. La muchacha volvió ante el rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey Herodes sabía que Juan era un buen hombre y no quería matarlo. Pero Herodes había hecho una promesa y le preocupaba lo que pensarían sus invitados si no la cumplía. Por eso envió a un soldado a la prisión para que le cortara la cabeza a Juan. El soldado volvió enseguida con la cabeza en una bandeja y se la dio a la muchacha. Entonces ella se la llevó a su madre (Marcos 6:17-29).
La otra fiesta de cumpleaños de la que habla la Biblia tampoco fue buena. Se celebró en honor de un rey de Egipto. Durante aquella fiesta, el rey también ordenó que le cortaran la cabeza a una persona. Además, después mandó que colgaran el cuerpo para que se lo comieran las aves (Génesis 40:19-22). ¿Crees que Dios aprobó esas dos fiestas?... ¿Te hubiera gustado estar en ellas?...
Sabemos que todo lo que está escrito en la Biblia tiene un propósito. Pues bien, en ella solo se habla de dos fiestas de cumpleaños. Y en las dos se hicieron cosas malas como parte de la celebración. Entonces, ¿qué piensas tú que Dios nos está diciendo sobre las fiestas de cumpleaños? ¿Quiere él que las celebremos?...
Es cierto que en nuestros días no se le corta la cabeza a nadie en las fiestas de cumpleaños. Pero los primeros que tuvieron la idea de celebrarlas fueron personas que no adoraban al Dios verdadero. Sobre las fiestas de cumpleaños mencionadas en la Biblia, una enciclopedia dice: “Son solo los pecadores [...] quienes hacen grandes festividades el día en que nacieron” (The Catholic Encyclopedia). ¿Queremos ser como ellos?...
¿Qué puede decirse del Gran Maestro? ¿Festejaba él su cumpleaños?... No, la Biblia no dice que lo hiciera. Tampoco sus primeros discípulos lo celebraban. ¿Sabes por qué la gente decidió después festejar el cumpleaños de Jesús el día 25 de diciembre?...
Se eligió esa fecha porque, como explica otra enciclopedia, “los habitantes de Roma ya observaban ese día la fiesta de Saturno, en la que se celebraba el cumpleaños del Sol” (The World Book Encyclopedia). Es decir, para el cumpleaños de Jesús se escogió una fecha en la que los paganos ya celebraban una fiesta.
¿Sabes por qué no es posible que Jesús naciera en diciembre?... Porque la Biblia dice que cuando él nació, había pastores que pasaban la noche en los campos (Lucas 2:8-12). Y no podrían haberlo hecho durante el mes de diciembre, que en aquella región es frío y lluvioso.
Muchas personas saben que el día de Navidad no es el cumpleaños de Jesús. Saben incluso que en ese día los paganos tenían una celebración que no le agrada a Dios. Pero, de todas maneras, muchos celebran la Navidad. Están más interesados en divertirse en la fiesta que en averiguar lo que Dios piensa de ella realmente. Pero nosotros queremos agradar a Jehová, ¿no es cierto?...
Por eso, cuando celebremos fiestas, debemos asegurarnos de que a Jehová le agraden. Podemos celebrarlas en cualquier momento del año. No tenemos por qué esperar a un día determinado. Podemos comer algo especial y divertirnos jugando. ¿Te gustaría hacerlo?... Quizás puedas hablar con tus padres y planear una fiesta con su ayuda. ¿Verdad que sería bueno?... Pero antes de hacer los planes, debes estar seguro de que será un tipo de fiesta que Dios apruebe.
También se muestra lo importante que es hacer siempre lo que Dios aprueba en Proverbios 12:2; Juan 8:29; Romanos 12:2, y 1 Juan 3:22.
[Ilustración de la página 152]
¿Por qué le gustó a Dios esta fiesta?
[Ilustración de la página 153]
¿Qué ocurrió en la fiesta de cumpleaños de Herodes?
[Ilustración de la página 154]
¿Por qué no es posible que Jesús naciera el 25 de diciembre?
[Ilustración de la página 156]
¿Cómo podemos estar seguros de que nuestras fiestas agradan a Dios?

El Reino de Dios:

Jueves 13 de agosto
Reinará sobre la casa de Jacob para siempre (Luc. 1:33).
Hacia el año 2 antes de nuestra era, en Nazaret, una ciudad galilea del norte de Palestina, una joven virgen llamada María recibe la visita del ángel Gabriel. “¡Mira! —le dice él—, concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre.” (Luc. 1:31, 32.) Por fin se había acercado el momento de que se revelara el “secreto sagrado”. Estaba a punto de aparecer la parte principal de la “descendencia” prometida (Mar. 4:11; Gén. 3:15; Gál. 4:4; 1 Tim. 3:16). Es cierto que Satanás le magullaría el talón, pero la “descendencia” le magullaría la cabeza a Satanás y así acabaría de una vez por todas con él y sus secuaces. Tal “descendencia” también demostraría que, mediante el Reino de Dios, se reparará todo el daño que el Diablo ha causado y se vindicará la soberanía de Jehová (Heb. 2:14; 1 Juan 3:8).