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Wednesday, April 03, 2013

Del Libro de Jeremias, Capitulo 7 :


ACCIONES QUE PODRÍAN DESALENTAR
7 Jeremías no solo soportó amenazas de parte de la gente de su pueblo. En cierta ocasión, un sacerdote prominente de Jerusalén llamado Pasjur* lo oyó pronunciar una profecía divina. Acto seguido, “Pasjur golpeó a Jeremías el profeta y lo puso en el cepo” (Jer. 20:1, 2). Al parecer, no se trató de una bofetada nada más; algunos creen que Pasjur lo hizo flagelar con hasta 40 azotes (Deu. 25:3). Al tiempo que padecía dolor físico, la gente lo escarnecía, lo insultaba y hasta lo escupía. Pero las cosas no pararon ahí: Pasjur lo mandó poner en el cepo toda la noche. La palabra hebrea utilizada aquí parece indicar que el cuerpo del reo quedaba torcido y doblado. En efecto, Jeremías fue obligado cruelmente a pasar la noche aprisionado en aquel artefacto de madera.
8 ¿Cómo afectó a Jeremías el maltrato que recibió? Dijo a Dios: “Vine a ser objeto de risa todo el día” (Jer. 20:3-7). Hasta se le pasó por la cabeza dejar de hablar en el nombre divino, pero sabemos que fue incapaz. El mensaje que se le había encargado era “como un fuego ardiente, encerrado en [sus] huesos”, y tuvo que hablar en representación de Jehová (léase Jeremías 20:8, 9).
[Ilustración de las páginas 84 y 85]
9 Este pasaje puede sernos provechoso cuando afrontamos la burla humillante de conocidos —como familiares, vecinos, compañeros de trabajo o condiscípulos—, o cuando sufrimos maltrato físico a causa de la adoración verdadera. No nos sorprendamos si a veces nos desanimamos por esto. Jeremías, como humano imperfecto que era, no fue inmune a tal sentimiento. ¿Y acaso no somos nosotros tan humanos como él? Sin embargo, recordemos que con el apoyo divino, Jeremías recobró el gozo y la confianza. Su desánimo no fue permanente, ni tampoco tiene que serlo en nuestro caso (2 Cor. 4:16-18).
10 En ocasiones, el estado de ánimo de Jeremías cambió, incluso de manera apreciable. ¿Experimentamos nosotros también cambios de humor parecidos, alternando entre el optimismo y el abatimiento? Con respecto al primer estado, notemos las palabras de Jeremías 20:12, 13 (léase). Después del sufrimiento que le causó Pasjur, se regocijó de ser como uno de los pobres a quienes Dios libra “de la mano de los malhechores”. Cuando se nos libra de algún mal o nos suceden cosas buenas en la vida o en el servicio cristiano, nos sentimos alborozados, deseosos de cantar a Jehová. Este es un sentimiento muy agradable (Hech. 16:25, 26).
[Ilustración de la página 86]
11 Ahora bien, debido a la imperfección, nuestro estado de ánimo puede mudar, como le pasó a Jeremías. Tras exclamar: “¡Canten a Jehová!”, le entró la desesperación y a lo mejor hasta lloró (léase Jeremías 20:14-16). Tan profundo era su abatimiento que se preguntó por qué había nacido. En medio de su aflicción deseó que el hombre que dio la noticia de su nacimiento hubiera corrido la trágica suerte de Sodoma y Gomorra. Pero he aquí un elemento clave: ¿Se quedó sumido en la desesperación? ¿Se rindió y se entregó en brazos del desánimo? No; más bien, combatió el desaliento y se sobrepuso. Así lo confirma el relato que él presenta a continuación. El rey Sedequías envió al príncipe Pasjur para que le preguntara a Jeremías sobre el asedio de los babilonios a Jerusalén. Jeremías estuvo a la altura de las circunstancias: sin amilanarse, declaró el juicio de Jehová y reveló en qué terminaría el sitio (Jer. 21:1-7). Está claro que continuaba activo en su misión profética.
12 Algunos siervos de Dios experimentan cambios en su estado de ánimo. Dichos cambios pueden obedecer a causas físicas, como alteraciones hormonales o un desequilibrio químico. En tales casos, será un médico quien mejor pueda recomendar un tratamiento (Luc. 5:31). Pero, por lo general, la euforia o la tristeza que a veces nos embarga no es ni extremada ni anormal. La mayoría de los sentimientos negativos forman parte de la vida humana imperfecta y pueden deberse al cansancio, la pérdida de un ser querido, etc. Al atravesar una situación así, recordemos que aunque Jeremías experimentó cambios de humor, conservó el favor divino. Quizás sea necesario alterar la rutina para descansar más o darnos tiempo para reponernos de una pérdida dolorosa. De todos modos, es de vital importancia que no faltemos a las reuniones cristianas y que participemos con regularidad en las demás actividades teocráticas, dos factores esenciales para conservar el gozo y el equilibrio en el servicio a Dios (Mat. 5:3; Rom. 12:10-12).
13 La experiencia de Jeremías es muy consoladora para todos, sea que el desaliento nos invada de manera aislada o recurrente. Como vimos, el profeta anduvo a veces muy alicaído, mas no por eso se alejó del Dios a quien amaba y servía fielmente. Cuando sus rivales le pagaron el bien con el mal, acudió a Jehová y confió en él (Jer. 18:19, 20, 23). Resolvámonos a imitar a Jeremías (Lam. 3:55-57).
Si a veces nos sentimos decaídos o tristes, ¿cómo podemos aplicar lo que nos enseña el libro de Jeremías?
 
Tomado del Capitulo 7 Saturare al alma cansada, WWW.j.w.org/es