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Wednesday, April 17, 2013

Hijos de Dios:

¿Son hijos de Dios todos los seres humanos?
El ser hijos de Dios no es algo a lo cual nosotros los humanos tengamos derecho por nacimiento. Pero todos somos prole de Adán, quien, cuando fue creado en la perfección, fue “hijo de Dios”. (Luc. 3:38.)
Hech. 10:34, 35: “Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.”
Juan 3:16: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Para que cualquiera de nosotros llegue a tener la clase de relación con Dios que Adán perdió tiene que ejercer fe genuina en el Hijo de Dios. Ese privilegio está disponible a personas de toda raza.)
1 Juan 3:10: “Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no obra justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano.” (Por eso Dios no considera hijos de él a todos los seres humanos. Desde el punto de vista espiritual, los que practican deliberadamente las cosas que Dios condena tienen al Diablo como padre suyo. Véase Juan 8:44. En cambio, los cristianos verdaderos reflejan cualidades que manifiestan devoción piadosa. De entre estos, Dios ha seleccionado a una cantidad limitada para que rijan como reyes con Cristo en el cielo. A estos Dios los llama sus “hijos”. Para más detalles, véase la sección de este manual titulada “Nacer otra vez”.)
Rom. 8:19-21: “La expectativa ansiosa de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios [...] la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” (La humanidad experimentará liberación cuando los “hijos de Dios” —después de haber recibido vida celestial— queden ‘revelados’ tomando medidas positivas a favor de la humanidad bajo la dirección de Cristo. Después que los fieles de la Tierra [a quienes se llama “la creación” en este texto bíblico] hayan alcanzado la perfección humana y hayan demostrado lealtad inquebrantable a Jehová como Soberano Universal, entonces también disfrutarán de la excelente relación de hijos de Dios. Personas de todas las razas tendrán parte en esto.)
¿Estarán algún día verdaderamente unidas como hermanos y hermanas personas de toda raza?
A los que habían de ser sus verdaderos discípulos, Jesús dijo: “Todos ustedes son hermanos” (Mat. 23:8). Posteriormente agregó: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos”. (Juan 13:35.)
A pesar de las imperfecciones humanas, ese sentido de unidad fue realidad entre los cristianos primitivos. El apóstol Pablo escribió: “No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni macho ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús”. (Gál. 3:28.)
La hermandad cristiana sin la mancha de distinciones raciales es una realidad entre los testigos de Jehová del siglo XX. El escritor William Whalen dijo en la publicación U.S. Catholic: “Creo que una de las características más atractivas de [la organización de los testigos de Jehová] ha sido su norma tradicional de igualdad racial”. Después de efectuar un extenso estudio de los testigos de Jehová africanos, el sociólogo Bryan Wilson, de la Universidad de Oxford, declaró: “Los testigos tal vez tengan más éxito que todo otro grupo en lo que tiene que ver con la rapidez con que eliminan la discriminación tribual entre sus nuevos adherentes”. En un reportaje sobre una reunión internacional a la que asistieron Testigos provenientes de 123 países, The New York Times Magazine dijo: “Los Testigos dejaron impresionados a los neoyorquinos, no solo por su cantidad, sino también por su diversidad (entre ellos hay personas de toda condición social), porque no manifiestan consciencia de sus diferencias raciales (muchos Testigos son negros), y por su comportamiento apacible y ordenado”.
Dentro de poco el Reino de Dios destruirá al presente sistema de cosas impío, y con él a todos los que no aman genuinamente ni a Jehová Dios ni a su semejante (Dan. 2:44; Luc. 10:25-28). La Palabra de Dios promete que los sobrevivientes serán personas “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” (Rev. 7:9). Todas estas personas, unidas por la adoración del Dios verdadero, por su fe en Jesucristo y por su amor de unas para con otras, ciertamente formarán una familia humana unida.