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Wednesday, January 09, 2013

Libro de Mateos. Su utilidad hoy.

Tomado de Toda Escritura en WWW.j.w.org/es

Libro bíblico número 40: Mateo




Escritor: Mateo



Dónde se escribió: Palestina



Cuándo se completó: c. 41 E.C.



Tiempo que abarca: 2 a.E.C.–33 E.C.



DESDE la rebelión en Edén Jehová ha puesto ante la humanidad la promesa consoladora de que mediante la Descendencia o Simiente de su “mujer” él suministrará liberación a todos los que aman la justicia. Jehová se propuso producir de la nación de Israel esa Descendencia o Mesías. A través de los siglos, Dios inspiró a escritores hebreos para que pusieran por escrito veintenas de profecías que mostraban que la Descendencia sería Gobernante en el Reino de Dios y obraría a favor de la santificación del nombre de Jehová y lo limpiaría para siempre del oprobio que se ha amontonado sobre él. Mediante aquellos profetas se suministraron muchos detalles respecto al que sería el vindicador de Jehová y que traería liberación del temor, la opresión, el pecado y la muerte. Al tiempo de completarse las Escrituras Hebreas se había establecido firmemente entre los judíos la esperanza de que vendría el Mesías.



2 Mientras tanto, el escenario mundial había estado cambiando. Dios había ejercido influencia en las naciones en preparación para el aparecimiento del Mesías, y las circunstancias eran ideales para esparcir las nuevas de aquel suceso por todas partes. La quinta potencia mundial, Grecia, había provisto un idioma común, un medio de comunicación universal entre las naciones. Roma, la sexta potencia mundial, había fusionado a sus naciones súbditas en un imperio mundial y había hecho carreteras para que toda parte del imperio fuera accesible. Muchos judíos habían sido esparcidos por todo el imperio, de modo que otros se habían enterado de la esperanza judía de un Mesías que había de venir. Y ahora, más de 4.000 años después de aquella promesa edénica, ¡el Mesías se había presentado! ¡Había venido la Descendencia prometida que por tanto tiempo se había esperado! Los sucesos más importantes de la historia humana hasta aquel tiempo se fueron desarrollando a medida que el Mesías efectuó fielmente la voluntad de su Padre aquí en la Tierra.



3 De nuevo fue hora de que se escribiera bajo inspiración para registrar aquellos sucesos trascendentales. El espíritu de Jehová inspiró a cuatro hombres fieles para que escribieran relatos independientes, y así se proveyó un testimonio cuádruple de que Jesús era el Mesías, la Descendencia prometida y Rey, y se dieron detalles de la vida, el ministerio, la muerte y la resurrección de él. Estos relatos se llaman Evangelios, y la palabra “evangelio” significa “buenas nuevas” o “buenas noticias”. Aunque los cuatro relatos son paralelos y con frecuencia mencionan los mismos incidentes, de ningún modo son sencillamente copias unos de otros. A los tres primeros Evangelios se les suele llamar sinópticos, lo que indica un punto de vista similar, pues tienen un enfoque similar al relatar la vida de Jesús en la Tierra. Pero cada uno de los cuatro escritores —Mateo, Marcos, Lucas y Juan— narra su propio relato del Cristo. Cada uno tiene su propio tema y objetivo particular, refleja su propia personalidad y tiene presentes a sus lectores más cercanos. Mientras más escudriñamos sus escritos, más nos percatamos de los rasgos distintivos de cada uno de ellos y de que estos cuatro libros bíblicos inspirados son relatos independientes, complementarios y armoniosos de la vida de Jesucristo.



4 Mateo fue el primero que escribió las buenas nuevas acerca del Cristo. Es probable que su nombre sea una forma abreviada del hebreo “Matitías”, que significa “Regalo (Dádiva) de Jehová”. Fue uno de los 12 apóstoles escogidos por Jesús. Mateo tuvo una relación estrecha e íntima con el Maestro a medida que este viajaba por la tierra de Palestina predicando y enseñando acerca del Reino de Dios. Antes de hacerse discípulo de Jesús, Mateo era recaudador de impuestos, una ocupación totalmente aborrecible para los judíos, porque les recordaba de continuo que no eran libres, sino que estaban bajo el dominio de la Roma imperial. Mateo, también llamado Leví, era hijo de Alfeo. Cuando Jesús lo invitó a seguirle, Mateo respondió de buena gana. (Mat. 9:9; Mar. 2:14; Luc. 5:27-32.)



5 Aunque el Evangelio que se atribuye a Mateo no menciona que él sea el escritor, el testimonio arrollador de los historiadores eclesiásticos primitivos lo señala como tal. Es probable que ningún libro antiguo tenga su escritor más clara y unánimemente establecido que el libro de Mateo. Desde el tiempo de Papías de Hierápolis (a principios del siglo II E.C.) en adelante, entre los antiguos ha habido muchos testigos del hecho de que Mateo escribió este Evangelio y de que este es parte auténtica de la Palabra de Dios. La Cyclopedia de McClintock y Strong declara: “Justino Mártir, el autor de la carta a Diogneto (véase Justin Martyr, de Otto, tomo II), Hegesipo, Ireneo, Taciano, Atenágoras, Teófilo, Clemente, Tertuliano y Orígenes citan pasajes de Mateo. Consideramos probado el hecho de que el libro que poseemos no ha sido objeto de ningún cambio repentino, no solo por la materia que contiene, sino también por la manera como se cita del libro, por la confianza con que se hace referencia a él como a una autoridad establecida y por la ausencia de toda señal de duda”*. El hecho de que Mateo era apóstol y que, como tal, tenía el espíritu de Dios nos asegura que lo que escribió sería un registro fiel.



6 Mateo escribió su relato en Palestina. No se sabe cuál fue, exactamente, el año, pero las notas que aparecen al final de algunos manuscritos (todos posteriores al siglo X E.C.) dicen que fue escrito en el año 41 E.C. Hay pruebas de que Mateo escribió su Evangelio originalmente en el hebreo común de aquella época y después lo tradujo al griego. En la obra De viris inlustribus (Acerca de hombres ilustres), capítulo III, Jerónimo dice: “Mateo, quien es también Leví, y quien de publicano llegó a ser apóstol, compuso en primer lugar un Evangelio de Cristo en Judea en el lenguaje y caracteres hebreos para beneficio de los de la circuncisión que habían creído”*. Jerónimo añade que el texto hebreo de este Evangelio se conservaba en sus días (siglos IV y V E.C.) en la biblioteca que Pánfilo había formado en Cesarea.



7 A principios del siglo III, Orígenes, al considerar los Evangelios, dijo, según lo cita Eusebio, que el “primero se escribió [...] según Mateo, [...] quien lo compuso en el idioma hebreo y lo publicó para los del judaísmo que se hicieron creyentes”*. El hecho de que Mateo se escribió principalmente para los judíos se indica por su genealogía, que muestra la descendencia legal de Jesús desde Abrahán, y por sus muchas referencias a las Escrituras Hebreas, las cuales señalaban al Mesías venidero. Es razonable creer que Mateo usó el nombre divino Jehová en la forma del Tetragrámaton cuando citó de porciones de las Escrituras Hebreas donde aparece el nombre. Por eso en la Traducción del Nuevo Mundo el libro de Mateo contiene el nombre Jehová 18 veces, como sucede en la versión hebrea de Mateo producida originalmente por F. Delitzsch en el siglo XIX. Mateo habría tenido la misma actitud que tuvo Jesús para con el nombre divino, y no se habría retraído de usarlo debido a una superstición judía imperante de no usar ese nombre. (Mat. 6:9; Juan 17:6, 26.)



8 Porque Mateo había sido recaudador de impuestos, era natural que fuera explícito en asuntos de dinero, cifras y valores. (Mat. 17:27; 26:15; 27:3.) Mateo, despreciado recaudador de impuestos, apreció profundamente el que Dios fuera misericordioso con él y le permitiera llegar a ser ministro de las buenas nuevas y asociado íntimo de Jesús. Por lo tanto, hallamos que Mateo es el único evangelista que alude a la insistencia de Jesús en que además del sacrificio se requiere misericordia (9:9-13; 12:7; 18:21-35). La bondad inmerecida de Jehová estimuló mucho a Mateo, y es apropiado que él escriba algunas de las palabras más alentadoras que pronunció Jesús: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera” (11:28-30). ¡Cuán refrescantes fueron esas tiernas palabras para aquel ex recaudador de impuestos, a quien, indudablemente, habían insultado sus coterráneos!



9 Mateo recalcó particularmente que el tema de la enseñanza de Jesús era “el reino de los cielos” (4:17). Para él Jesús era el Rey-Predicador. Usó el término “reino” con tanta frecuencia (más de 50 veces) que su Evangelio pudiera llamarse el Evangelio del Reino. Mateo estaba más interesado en la presentación lógica de los discursos públicos y sermones de Jesús que en observar una secuencia cronológica exacta. El que Mateo destacara el tema del Reino en los primeros 18 capítulos lo llevó a apartarse de un orden cronológico. No obstante, los últimos diez capítulos (19 a 28) siguen en general una secuencia cronológica a la vez que destacan el Reino.



10 El 42% del relato del Evangelio de Mateo no se halla en ninguno de los otros tres Evangelios*. Entre esa información hay por lo menos diez parábolas o ilustraciones: la mala hierba en el campo (13:24-30), el tesoro escondido (13:44), la perla de gran valor (13:45, 46), la red barredera (13:47-50), el esclavo despiadado (18:23-35), los obreros y el denario (20:1-16), el padre y dos hijos (21:28-32), las bodas del hijo del rey (22:1-14), las diez vírgenes (25:1-13) y los talentos (25:14-30). En conjunto, el relato del libro abarca desde el nacimiento de Jesús en 2 a.E.C. hasta la reunión que él tuvo con sus discípulos precisamente antes de Su ascensión en 33 E.C.



CONTENIDO DE MATEO



11 Presentación de Jesús y de las nuevas del “reino de los cielos” (1:1–4:25). Lógicamente, Mateo empieza con la genealogía de Jesús para probar Su derecho legal como heredero de Abrahán y David. Así capta la atención del lector judío. Luego leemos el relato de la concepción milagrosa de Jesús, su nacimiento en Belén, la visita de los astrólogos, la matanza —dirigida por el encolerizado Herodes— de todos los varoncitos de Belén menores de dos años, la huida de José y María a Egipto con el niño y el regreso posterior de ellos a Nazaret. Mateo se asegura de llamar atención a los cumplimientos de las profecías para establecer que Jesús es el Mesías predicho. (Mat. 1:23—Isa. 7:14; Mat. 2:1-6—Miq. 5:2; Mat. 2:13-18—Ose. 11:1 y Jer. 31:15; Mat. 2:23—Isa. 11:1, nota.)



12 El relato de Mateo entonces pasa por alto los sucesos de casi 30 años. Juan el Bautizante predica en el desierto de Judea: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mat. 3:2.) Bautiza en el río Jordán a los judíos arrepentidos y advierte a los fariseos y saduceos de la ira venidera. Jesús viene de Galilea y se bautiza. Inmediatamente el espíritu de Dios desciende sobre él, y una voz desde los cielos dice: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (3:17). Entonces el espíritu conduce a Jesús al desierto, donde, después de ayunar por 40 días, es tentado por Satanás el Diablo. Jesús resiste a Satanás tres veces con citas de la Palabra de Dios, y por fin dice: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’” (4:10).



13 “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” El ungido Jesús ahora proclama esas palabras electrizantes en Galilea. Llama a cuatro pescadores para que dejen sus redes, lo sigan y se hagan “pescadores de hombres”, y viaja con ellos por “toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino y curando toda suerte de dolencia y toda suerte de mal entre el pueblo” (4:17, 19, 23).



14 El Sermón del Monte (5:1–7:29). Cuando las muchedumbres empiezan a seguirlo, Jesús sube a la montaña, se sienta y se pone a enseñar a sus discípulos. Inicia su emocionante discurso con nueve ‘felicidades’: Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, los que se lamentan, los de genio apacible, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de corazón puro, los pacíficos, los perseguidos por causa de la justicia y aquellos a quienes se vitupera y de quienes se habla mentirosamente. “Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos.” Llama a sus discípulos “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”, y explica la justicia —muy diferente del formalismo de los escribas y fariseos— que se requiere para entrar en el Reino de los cielos. “Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto” (5:12-14, 48).



15 Jesús advierte que no se hagan dádivas ni oraciones hipócritas. Enseña a sus discípulos a orar por la santificación del nombre del Padre, por la venida de Su Reino y por el sustento diario. A través del sermón Jesús destaca el Reino. Advierte a sus seguidores que no se preocupen ni trabajen solo por riquezas materiales, pues el Padre sabe lo que en verdad necesitan. “Sigan, pues —dice él—, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas” (6:33).



16 El Maestro aconseja sobre las relaciones con otros y dice: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. Los que hacen la voluntad de su Padre serán los pocos que hallen el camino a la vida. Por sus frutos se conocerá a los obradores del desafuero, y se les rechazará. Jesús asemeja al que obedece sus dichos al “varón discreto que edificó su casa sobre la masa rocosa”. ¿Qué efecto produce ese discurso en las muchedumbres que lo escuchan? Están “atónitas por su modo de enseñar”, pues enseña “como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas” (7:12, 24-29).



17 Se ensancha la predicación del Reino (8:1–11:30). Jesús ejecuta muchos milagros: sana a leprosos, paralíticos y endemoniados. Hasta muestra que tiene autoridad sobre el viento y las olas al calmar una tormenta, y resucita a una joven. ¡Cómo se compadece Jesús de las muchedumbres al ver cuán desolladas y desparramadas están, “como ovejas sin pastor”! Como dice a sus discípulos: “La mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su siega” (9:36-38).



18 Jesús escoge y comisiona a los 12 apóstoles. Les da instrucciones específicas en cuanto a cómo efectuar su obra y recalca la doctrina central de la enseñanza de ellos: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’”. Les da la siguiente exhortación sabia y amorosa: “Recibieron gratis; den gratis”. “Demuestren ser cautelosos como serpientes, y, sin embargo, inocentes como palomas”. Serán odiados y perseguidos, hasta por parientes cercanos, pero Jesús les recuerda: “El que halle su alma la perderá, y el que pierda su alma por causa de mí la hallará” (10:7, 8, 16, 39). ¡Allá van, a enseñar y predicar en las ciudades que se les han asignado! Jesús dice que Juan el Bautizante es el mensajero enviado delante de él, el prometido “Elías”, pero “esta generación” no acepta ni a Juan ni a él, el Hijo del hombre (11:14, 16). Por eso, ¡ay de esta generación y las ciudades que no se han arrepentido al ver sus obras poderosas! Pero los que se hacen discípulos de él hallarán refrigerio para sus almas.



19 Los fariseos refutados y denunciados (12:1-50). Los fariseos tratan de criticar a Jesús sobre la cuestión del sábado, pero él refuta sus acusaciones y condena con severidad su hipocresía. Les dice: “Prole de víboras, ¿cómo pueden hablar cosas buenas cuando son inicuos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (12:34). No se les dará ninguna señal sino la de Jonás el profeta: el Hijo del hombre estará en el corazón de la tierra tres días y noches.



20 Siete ilustraciones del Reino (13:1-58). ¿Por qué habla Jesús mediante ilustraciones? Él explica a sus discípulos: “A ustedes se concede entender los secretos sagrados del reino de los cielos, mas a aquellos no se les concede”. Jesús pronuncia felices a sus discípulos porque ven y oyen. ¡Qué refrescante instrucción les suministra ahora! Después de explicar la ilustración del sembrador, Jesús da las ilustraciones de la mala hierba en el campo, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro escondido, la perla de gran valor y la red barredera... todas las cuales representan algo relacionado con el “reino de los cielos”. Con todo, la gente tropieza a causa de él, y Jesús les dice: “El profeta no carece de honra sino en su propio territorio y en su propia casa” (13:11, 57).



21 “El Cristo” extiende su ministerio y hace otros milagros (14:1–17:27). A Jesús le afecta profundamente el informe de la decapitación de Juan el Bautizante por orden del cobarde y débil Herodes Antipas. Jesús alimenta milagrosamente a una muchedumbre de más de 5.000 personas; camina sobre el mar; refuta otras críticas de los fariseos, quienes, dice él, ‘traspasan el mandamiento de Dios a causa de su tradición’; sana a endemoniados, a personas “cojas, mancas, ciegas, mudas, y muchas en otras condiciones”; y de nuevo alimenta a más de 4.000 personas con siete panes y unos cuantos pescaditos (15:3, 30). En respuesta a una pregunta de Jesús, Pedro lo identifica, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Jesús encomia a Pedro y declara: “Sobre esta masa rocosa edificaré mi congregación” (16:16, 18). Jesús ahora empieza a hablar de su muerte venidera y de su resurrección al tercer día. Pero también promete que algunos de sus discípulos “de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino” (16:28). Seis días después, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a una montaña elevada para que lo vean transfigurado en gloria. En una visión ellos contemplan a Moisés y Elías conversando con Jesús, y oyen una voz desde el cielo decir: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle”. Después de descender de la montaña, Jesús les dice que el prometido “Elías” ya ha venido, y perciben que habla de Juan el Bautizante (17:5, 12).



22 Jesús aconseja a sus discípulos (18:1-35). Mientras están en Capernaum Jesús habla a los discípulos acerca de la humildad, el gran gozo de recobrar una oveja extraviada y cómo resolver las ofensas entre hermanos. Pedro pregunta: ‘¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano?’, y Jesús contesta: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces”. Para recalcar esto Jesús da la ilustración del esclavo cuyo amo le perdonó una deuda de 60.000.000 de denarios. Aquel esclavo después hizo encarcelar a un coesclavo que le debía a él sólo 100 denarios, y como resultado el esclavo despiadado también fue entregado a los carceleros*. Jesús hace la siguiente observación: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano” (18:21, 22, 35).



23 Los días finales del ministerio de Jesús (19:1–22:46). Siguen a buen paso los sucesos, y sube la tensión mientras aumenta la cólera de los escribas y fariseos, a quienes irrita el ministerio de Jesús. Vienen para hacerle tropezar sobre un asunto relacionado con el divorcio, pero fracasan; Jesús señala que la única base bíblica para el divorcio es la fornicación. Un joven rico aborda a Jesús y le pregunta cuál es el camino a la vida eterna, pero se aleja contristado cuando se entera de que tiene que vender todas sus posesiones y ser seguidor de Jesús. Después de dar la ilustración de los obreros y el denario, Jesús habla de nuevo sobre su muerte y resurrección, y dice: “El Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos” (20:28).



24 Jesús entra ahora en su última semana de vida como humano. Hace su entrada triunfal en Jerusalén como ‘Rey, montado sobre un pollino’ (21:4, 5). Limpia el templo de cambistas y otros usureros, y el odio de sus enemigos aumenta cuando les dice: “Los recaudadores de impuestos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios” (21:31). Sus ilustraciones directas sobre la viña y la fiesta de bodas dan en el blanco. Con destreza contesta la pregunta de los fariseos en cuanto a los impuestos al decirles que paguen de vuelta a “César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios” (22:21). También los saduceos le plantean una pregunta para entramparlo, pero Jesús la contesta y defiende la esperanza de la resurrección. Los fariseos vienen de nuevo a él con una pregunta sobre la Ley, y Jesús les dice que el mayor mandamiento es amar a Jehová completamente, y el segundo es amar al prójimo como a uno mismo. Jesús entonces les pregunta: ‘¿Cómo puede el Cristo ser tanto el hijo de David como su Señor?’. Nadie puede contestar, y desde entonces nadie se atreve a interrogarle (22:45, 46).



25 ‘Ay de ustedes, hipócritas’ (23:1–24:2). Al dirigirse a las muchedumbres en el templo, Jesús denuncia de nuevo con severidad a los escribas y fariseos. Estos no solo se han descalificado de entrar en el Reino, sino que ejercen toda su astucia para impedir que otros entren en él. Como sepulcros blanqueados, parecen hermosos por fuera, pero por dentro están llenos de corrupción y putrefacción. Jesús concluye con este juicio contra Jerusalén: “Su casa se les deja abandonada a ustedes” (23:38). Al salir del templo, Jesús profetiza que este será destruido.



26 Jesús da ‘la señal de su presencia’ (24:3–25:46). Mientras están en el monte de los Olivos, sus discípulos le preguntan acerca de ‘la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas’. En respuesta Jesús señala a un tiempo futuro en que habrá guerras, ‘nación contra nación y reino contra reino’, escaseces de alimento, terremotos, aumento del desafuero, la predicación de “estas buenas nuevas del reino” por toda la Tierra, el nombramiento del “esclavo fiel y discreto [...] sobre todos sus bienes”, y muchos otros rasgos de la señal compuesta que ha de indicar ‘la llegada del Hijo del hombre en su gloria para sentarse sobre su glorioso trono’ (24:3, 7, 14, 45-47; 25:31). Jesús concluye esta importante profecía con las ilustraciones de las diez vírgenes y de los talentos, las cuales extienden recompensas gozosas a los que se mantienen alerta y fieles; y la ilustración de las ovejas y las cabras, que muestra a las personas a quienes se asemeja a cabras partiendo “al cortamiento eterno, pero los justos a la vida eterna” (25:46).



27 Sucesos del día final de Jesús (26:1–27:66). Después de celebrar la Pascua, Jesús instituye algo nuevo con sus apóstoles fieles al invitarlos a participar de pan ázimo y vino como símbolos de su cuerpo y su sangre. Luego van a Getsemaní, donde Jesús ora. Allí llega Judas con una muchedumbre armada y traiciona a Jesús con un beso hipócrita. La muchedumbre lleva a Jesús al sumo sacerdote, y los sacerdotes principales y todo el Sanedrín buscan a personas que den testimonio falso contra él. Como Jesús ha profetizado, Pedro lo niega cuando se le somete a prueba. Judas siente remordimiento y arroja el dinero de su traición en el templo y va y se ahorca. Por la mañana llevan a Jesús al gobernador romano Pilato, quien, debido a la presión que ejerce sobre él la chusma (incitada por los sacerdotes) que clama: “Venga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”, lo entrega para que sea fijado en un madero. Los soldados del gobernador se burlan de que Jesús sea rey y luego lo llevan a Gólgota, donde lo fijan en un madero entre dos salteadores, con un letrero por encima de la cabeza que dice: “Este es Jesús el rey de los judíos” (27:25, 37). Tras horas de tortura, Jesús por fin muere, aproximadamente a las tres de la tarde, y entonces lo ponen en una nueva tumba conmemorativa que pertenece a José de Arimatea. ¡Ha sido el día más trascendental de toda la historia!



28 Resurrección e instrucciones finales de Jesús (28:1-20). Mateo ahora culmina su relato con la mejor de todas las noticias: Jesús, que había muerto, ha sido resucitado... ¡vive de nuevo! Temprano el primer día de la semana, María Magdalena y “la otra María” van a la tumba y oyen al ángel anunciar este hecho gozoso (28:1). Jesús mismo se les aparece para confirmarlo. Los enemigos hasta tratan de luchar contra el hecho de que Jesús ha sido resucitado, y sobornan a los soldados que habían estado vigilando la tumba para que digan: “Sus discípulos vinieron de noche y lo hurtaron mientras nosotros dormíamos”. Posteriormente, en Galilea, Jesús se reúne de nuevo con sus discípulos. ¿Qué instrucción de despedida les da? Esta: “Vayan [...] hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”. ¿Tendrían guía en esta obra de predicar? La última expresión de Jesús que registra Mateo da esta seguridad: “¡Miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (28:13, 19, 20).



POR QUÉ ES PROVECHOSO



29 El libro de Mateo —el primero de los cuatro Evangelios— en verdad forma un excelente puente de las Escrituras Hebreas a las Escrituras Griegas Cristianas. Identifica inequívocamente al Mesías y Rey del prometido Reino de Dios, da a conocer los requisitos para llegar a ser seguidor de él y presenta la obra que estos seguidores tienen que efectuar en la Tierra. Primero Juan el Bautizante, después Jesús y finalmente sus discípulos predicaron: “El reino de los cielos se ha acercado”. Además, el mandato de Jesús se extiende hasta la conclusión del sistema de cosas: “Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Ciertamente fue, y todavía es, un privilegio grandioso y maravilloso el participar en esta obra del Reino, incluso el ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones’, siguiendo el dechado del Maestro. (Mat. 3:2; 4:17; 10:7; 24:14; 28:19.)



30 El Evangelio de Mateo es realmente “buenas nuevas”. Su mensaje inspirado fue “buenas nuevas” para los que le prestaron atención en el primer siglo de la era común, y Jehová Dios ha hecho que se conserve como “buenas nuevas” hasta la actualidad. Hasta los no cristianos se han sentido impelidos a reconocer el poder de este Evangelio, como, por ejemplo, el líder hindú Mohandas (Mahatma) Gandhi, quien, según se informa, dijo a lord Irwin, ex virrey de la India: “Cuando el país suyo y el país mío obren a una según las enseñanzas que Cristo estableció en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros países, sino los del mundo entero”*. En otra ocasión Gandhi dijo: “Sin falta beba hondo de las fuentes que se le proporcionan en el Sermón del Monte [...] Pues la enseñanza del Sermón se suministró para cada uno de nosotros”*.



31 Sin embargo, el mundo entero, incluso la parte de él que afirma ser cristiana, sigue teniendo problemas. Hay solo una pequeña minoría de cristianos verdaderos que atesora, estudia y aplica el Sermón del Monte y los demás consejos sanos de las buenas nuevas según Mateo, y así obtiene beneficios inestimables. Es provechoso estudiar vez tras vez las excelentes exhortaciones de Jesús respecto a: cómo hallar verdadera felicidad; la moralidad y el matrimonio; el poder del amor; las oraciones que son aceptables; los valores espirituales frente a los materiales; el buscar primero el Reino; el mostrar respeto por las cosas sagradas; y el ser vigilantes y obedientes. En el capítulo 10 de Mateo hallamos las instrucciones de servicio de Jesús para los que emprenden la obra de predicar las buenas nuevas del “reino de los cielos”. Las muchas parábolas de Jesús contienen lecciones vitales para todos los que ‘tienen oídos para oír’. Además, las profecías de Jesús, como su predicción detallada de ‘la señal de su presencia’, fortalecen muchísimo nuestra esperanza y confianza en cuanto a lo que encierra el futuro (5:1–7:29; 10:5-42; 13:1-58; 18:1–20:16; 21:28–22:40; 24:3–25:46).



32 El Evangelio de Mateo abunda en profecías cumplidas. Muchas de sus citas de las inspiradas Escrituras Hebreas tienen el propósito de señalar a estos cumplimientos. Dan prueba indisputable de que Jesús es el Mesías, pues habría sido absolutamente imposible arreglar de antemano todos aquellos detalles. Por ejemplo, compare Mateo 13:14, 15 con Isaías 6:9, 10; Mateo 21:42 con Salmo 118:22, 23; y Mateo 26:31, 56 con Zacarías 13:7. Esos cumplimientos también nos dan garantía firme de que todas las predicciones proféticas de Jesús mismo, según las registró Mateo, se cumplirían a su debido tiempo a medida que se realizaran los gloriosos propósitos de Jehová con relación al “reino de los cielos”.



33 ¡Cuán exacto fue Dios al predecir la vida del Rey del Reino, hasta la minuciosidad! ¡Cuán exacto fue el inspirado Mateo al poner por escrito fielmente el cumplimiento de aquellas profecías! A medida que los que aman la justicia reflexionan sobre todos los cumplimientos proféticos y las promesas registradas en el libro de Mateo, ciertamente pueden alborozarse por conocer y esperar “el reino de los cielos” como el instrumento de Jehová para santificar Su nombre. Este Reino mediante Jesucristo traerá a los de genio apacible que tienen hambre espiritual incalculables bendiciones de vida y felicidad “en la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso”. (Mat. 19:28.) Todo esto se halla entre las animadoras buenas nuevas “según Mateo”.



[Notas a pie de página]



Reimpresión de 1981, tomo V, página 895.



Traducción (a través del inglés) del texto latino en una edición preparada por E. C. Richardson y publicada en la serie “Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur”, Leipzig, 1896, tomo 14, páginas 8, 9.



The Ecclesiastical History, VI, XXV, 3-6.



Introduction to the Study of the Gospels, 1896, B. F. Westcott, página 201.



En los días de Jesús un denario equivalía al salario de un día; así que 100 denarios equivalían aproximadamente a la tercera parte del salario de un año. Sesenta millones de denarios equivalían a un salario que tomaría miles de vidas acumular. (Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, páginas 658, 659.)



Treasury of the Christian Faith, 1949, edición preparada por S. I. Stuber y T. C. Clark, página 43.



Mahatma Gandhi’s Ideas, 1930, por C. F. Andrews, página 96.



[Preguntas del estudio]



1. a) ¿Qué promesa ha puesto Jehová ante la humanidad desde Edén en adelante? b) ¿Cómo se estableció firmemente entre los judíos la esperanza de que vendría el Mesías?



2. Al tiempo del aparecimiento del Mesías, ¿por qué eran ideales las circunstancias para que las buenas nuevas se esparcieran?



3. a) ¿Qué provisión hizo Jehová para que se pusieran por escrito los detalles de la vida de Jesús? b) ¿Qué hay de distintivo en cada uno de los Evangelios, y por qué son necesarios los cuatro?



4. ¿Qué se sabe acerca del escritor del primer Evangelio?



5. ¿Cómo se establece que Mateo es el escritor del primer Evangelio?



6, 7. a) ¿Cuándo y en qué idioma se escribió originalmente el Evangelio de Mateo? b) ¿Qué indica que fue escrito principalmente para los judíos? c) ¿Cuántas veces aparece el nombre Jehová en este Evangelio en la Traducción del Nuevo Mundo, y por qué?



8. ¿Cómo refleja el contenido del Evangelio de Mateo que él había sido recaudador de impuestos?



9. ¿Qué tema y qué estilo de presentación caracterizan a Mateo?



10. ¿Cuánto del relato se halla solamente en Mateo, y qué período abarca ese Evangelio?



11. a) ¿Cómo comienza lógicamente el Evangelio, y qué sucesos de la historia temprana de Jesús relata? b) ¿Cuáles son algunos de los cumplimientos proféticos que nos indica Mateo?



12. ¿Qué sucede cuando Jesús se bautiza, e inmediatamente después de eso?



13. ¿Qué campaña electrizante se inicia ahora en Galilea?



14. ¿De qué felicidades habla Jesús en su Sermón del Monte, y qué dice sobre la justicia?



15. ¿Qué dice Jesús sobre la oración y el Reino?



16. a) ¿Qué aconseja Jesús sobre las relaciones con otros, y qué dice en cuanto a los que obedecen la voluntad de Dios, y los que no lo hacen? b) ¿Qué efecto produce su sermón?



17. ¿Cómo muestra Jesús su autoridad como Mesías, y qué interés amoroso expresa?



18. a) ¿Qué instrucción y exhortación da Jesús a sus apóstoles? b) ¿Por qué se gana un ay “esta generación”?



19. Cuando los fariseos cuestionan la conducta de Jesús en el sábado, ¿cómo los denuncia él?



20. a) ¿Por qué habla mediante ilustraciones Jesús? b) ¿Qué ilustraciones del Reino da ahora?



21. a) ¿Qué milagros efectúa Jesús, y qué muestran estos que él es? b) ¿Qué visión se da respecto a la venida del Hijo del hombre en su Reino?



22. ¿Qué aconseja Jesús sobre el perdonar a otros?



23. ¿Qué explica Jesús sobre el divorcio y el camino a la vida?



24. Al entrar Jesús en su última semana de vida como humano, ¿qué encuentros tiene con opositores religiosos, y cómo contesta sus preguntas?



25. ¿Cómo denuncia severamente Jesús a los escribas y fariseos?



26. ¿Qué señal profética suministra Jesús de su presencia con la gloria de Rey?



27. ¿Qué sucesos distinguen el día final de Jesús en la Tierra?



28. ¿Con qué noticia —la mejor de todas— llega Mateo a la culminación de su relato, y qué comisión menciona al final?



29. a) ¿Cómo forma Mateo un puente de las Escrituras Hebreas a las Escrituras Griegas? b) ¿Qué privilegio que tuvo Jesús se ofrece todavía a los cristianos hoy?



30. ¿Qué porción particular de Mateo ha sido reconocida por su valor práctico?



31. ¿Quiénes han mostrado verdadero aprecio por el consejo que se da en Mateo, y por qué es provechoso estudiar este Evangelio vez tras vez?



32. a) Ilustre cómo la profecía cumplida prueba que Jesús es el Mesías. b) ¿Qué garantía firme nos dan hoy esos cumplimientos?



33. ¿Con qué conocimiento y esperanza pueden alborozarse ahora los que aman la justicia?