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Wednesday, January 22, 2014

Novela de Ficción de Diana Margarita Cantón Martínez ( Ruiz ):



Parte 2: Pedro José del Sol.

Capítulo 47: La luz del Sol y la Boda:


" En noviembre de 1973 andaba solitaria, pero muy concentrada, en el cine de Artemisa, mirando una película rusa de zares, cuando Pedro José del Sol se apareció  en las penumbras, para iluminarme , cuando  menos lo esperaba. Parece que se enamoró de mi por la silueta, el olor, la voz....; váyase a ver.

 Cuando me habló fue que reparé en su presencia varonil, armada con pistola, almidonada , verde olivo , y en el olor a botas rusas. Andaba vestido de campaña.
 Me hizo darle una lección de Historia Universal con la que pareció entusiasmado. Así pudo entender mejor el filme.

No sabía que después se convertiría en El Polifacético. Si, porque el militar sabía de Infantería, Vanguardia, Retaguardia, Topografía, Geografía, Astronomía, Astrología, Grados Militares, Combates, Guerras, Táctica, Estrategia, Inteligencia, Contrainteligencia, Agricultura, .... y de toda materia incursionada por los humanos.
De la vega de tabaco de su padre en la Carretera a San Juan y Martínez, donde araba no sal, ni arena, sino tierra productiva, con los bueyes Comandante y General,  había transitado Pedro al Preuniversitario, que más tarde se llamó Hermanos Saíz, por el mártir de la Revolución, y había saltado luego a recoger café en las montañas de la parte oriental de la Isla, para estar a la altura de su Generación, y de ahí a la Escuela de Cadetes Antonio Maceo, en Ceiba del Agua; y después, ni se sabe como, con apenas 22 años, a Guinea, a España, donde le mataron a su mejor amigo, y ni sé a cuantos países africanos más, donde cumplió infinitas y casi perpetuas misiones del Alto Mando.

 Le encantaba la Economía, pero solo le ofrecían Licenciatura en Historia, y él subvaloraba esa Ciencia?, apenas la veía como tal, por su presunta facilidad. Y qué decir de la Pedagogia?. Para él eso era algo como para mediocres. Pero eso no me lo reveló tan pronto; lo descubrí con el tiempo.

Al salir no me impresionó grandemente, a pesar de que tenía la fisonomía aparente de Juan de los Cielos, por su porte de palma real, alto y delgado. Pero poco a poco fui descubriendo algunos atributos que me fueron atrapando, como su piel tan velluda y blanca, su pelo tan negro y brillante, su conversación interesante y simpática, su sociabilidad y familiaridad.

Esa primera noche me acompañó gentilmente hasta mi apartamento de soltera, sin intentar tocarme tan siquiera una mano.Quizás porque le inspiré mucho respeto, tal vez para impresionarme.  Se despidió amable y gentil y dijo partir para Remanganagua, sitio misterioso que nunca conocí, al que también llamaría luego Remangalapuerca, quizás para expresar una noción de lejanía relativa y de penuria y sacrificio o para transmitir su sello criollo y guajiro, del que se sentía orgulloso.
No era Pedro ningún cinéfilo; se dormía en el cine y frente al televisor, cuando lo tuvimos. Siempre tenía sueño y cansancio viejo el pobre!. Pero que ironía conocernos en un cine!.
En un mes y medio fue a verme  apenas dos o tres veces, y la última se me apareció con malangas, yucas con mojo, gardinga de puerco en salsa, chicharrones y carne asada en hoyo con carbón, después de un adobo de 24 horas en sal, naranja agria, ajo y orégano. Qué sabrosura culinaria criolla, cuando en mi escuela solo comía no ya "chicharo and revolty every day", sino arroz blanco, judías y troncho de pescado en lata, casi todos los días.
 Emulábamos en flaquencia Pedro José y yo, que no sobrepasaba las 97 libras.El andaba por la talla 28. Y a mi, mi madre me cosía a mi medida, porque nada de la tienda me servía, o era muy caro, o casi no había nada, excepto alguna tela e hilo.
Pero andaba feliz, pese a todo, con mi radio portátil, de pilas, oyendo Nocturno y toda Programación Musical para jóvenes y para los que se sentían tales. Me lo había ganado por el Sindicato, cuando " lo veía tan lejano como aquel lucero que en el crepúsculo vago...". Le había dicho a un viejo y mulato montero del barrio que daría cualquier cosa por uno. Fue delante de una anciana vecina, y me dijo:-Cualquier cosa, Normita?.-Y tuve que pararlo en seco!.
Llegó Pedro con una camisa blanca de mangas largas y un pantalón gris bien modesto aquella noche con su manjar. No tenía velas ni flores en mi mesa de tabla de palma, pero las cuatro sillas y los dos sillones de aluminio y cables azules y mi cama personal bastaron para que le revelara de punta a cabo toda mi breve vida .
Mas dijo no preocuparle nada y estar dispuesto a competir con mis fantasmas y a hacerme verdaderamente feliz.De hecho fue lo primero que me preguntó:- Has sido feliz ya?-, y no si había tenido sexo antes?.
Poco a poco fui descubriendo los fantasmas  de él: su prima hermana  Marta, un Amor Imposible por sangre y respeto, que nos acompañó pronto a la playa del Norte de Bauta o Caimito, llena de piedras y de flores de adelfas moradas: El Salado?.Y el fantasma de la Oficial Misleivis, que jamás lo correspondió en sus sentimientos, hasta que en una misión se empataron después, cuando la veló y atacó en sus días más frágiles; se puso de acuerdo con el almacenero acerca del día que recogería las almohadillas sanitarias y calculó fríamente su ataque. Poco a poco descubriría dos hijos de Pedro  en Artemisa y Quiebra Hacha, una carta que se esfumó y por la que jamás pregunté, una boda cambiada por otra, un secreto, un misterio, mil mentiras,....muchas cosas dramáticas.
Pero también Pedro, no lo puedo negar, fue abriendo su corazón, nunca dijo que sería fiel, como entiende la mayoría de la gente que debe ser la lealtad, y hasta lo justificaba muy bien. El médico lo aconsejó como antídoto a sus traumas guerreros, eróticos y filiales.Al menos eso me dijo.
De todos modos sufrió crisis silenciosas o reveladas sutilmente de celos. Con el tiempo llegó a confesarme que me vigilaba, pero que había sido inútil sorprenderme infraganti. Era demasiado sincera y transparente. En realidad seguía buscando a Juan en los tumultos y en los lugares probable, pero ya saben que por gusto. Cuántas veces lo confundí con otros!.

Pedro se me le parecía en estatura, voz, psicología. Pero eran bien diferentes.
Me obligó Pedro con presiones psicológicas a destruir mi única foto tipo carnet y en blanco y negro de Juan, su única carta, su único poema, y mis infinitos poemas y monólogos interiores. En lo adelante solo le podría escribir a él, lo que me sumió en una crisis casi permanente de inspiración literaria.
Leyó Pedro mi único Ensayo político e histórico, y lo consideró lleno de "problemas ideológicos" que podrían llevarnos a ambos a la ruina de ser descubiertos, por lo que a las lenguas de fuego, fue a parar también. Y devolví entonces la máquina de escribir que me prestaron para hacerme intelectual de verdad. Mi Biblia misteriosamente desapareció de mi Biblioteca, como otros clásicos peligrosos.
El Amor con Pedro siempre tuvo como preludio o colofón al llanto. Era parte del embrujo y del clímax.
 Así fue este Gran Amor. Diferente al primero, pero grande también. Este si me llevó al Matrimonio y al Divorcio legales, cuando agotó todas sus posibilidades, y después de diagnosticar tardíamente "una incompatibilidad de caracteres" el abogado. De este Amor vinieron mis primeros tres hijos: Danilo, Giovanni y Misleivis.
Pero antes fue el 24 de diciembre y hubo un guanajo relleno de congrís en mi casa, una petición de mano informal, casi forzada, no por mi, ni por Pedro, sidra, mucha sidra, cervezas y bailes en el cabaret Pachín, en la Carretera Central y una gran indigestión de Pedro. Paramos en el Hospital Provincial. Desde entonces sospechó, no que comió más de la cuenta, sino que mi madre lo amarró para mi.Y más por pensarlo de verdad que por otra cosa, todo se fastidió al final.
Al día siguiente mi padrastro lo llamó a contar para que no me hiciera lo de Juan, Pedro se enfadó muchísimo y se fue. Yo me molesté sobremanera, y fui tras él. Llegué sin saber el camino bien, antes que él, y al no verlo, regresé en botella a la ciudad. Pero vi , desde la moto en que iba, a Pedro con su única camisa, la blanca, colgado de la repleta guagua que iba para Río Feo. Pedro también me descubrió volando sobre la moto, en sentido contrario. Y casi nos tiramos los dos juntos en el Cuatro de la Carretera a San Juan, nos abrazamos, y decidimos ser más libres e independientes que nunca, y nos fuimos a casar solos a Bauta.
 Pero como tenía veinte, y no veintiún años, tuvo que ir mi padre a firmar para la boda".

 

 

 

 

Capítulo 48:  "Las mentiras de la verdad".



" En el primer encuentro con Pedro José del Sol, luego de un arduo día de trabajo, el agua no llegó a la habitación. A varios les ocurrió  hasta en su luna de miel. Eso quizás mató las pasiones de ambas partes, pero lo consolé hablándole de mis lecturas precoces de Cien temas sexuales, de Freud, el psicoanálisis , unos libros de sexología de autores alemanes que recién habían llegado a mis manos con mis amigos los biólogos, que ganaron muchas guerras pírricas.Todo mezclado con alusiones a obras y autores literarios, como Así se templó el acero, Un hombre de verdad, La defensa de Stalingrado, Ostrovski, Boris Polevoi... El lo achacó todo a sus traumas guerreros recientes y a sus problemas familiares, como ya les dije. Pero no le di mucha importancia al asunto erótico-sexual, y en pocos días su jefe le tuvo que decir:

-Del Sol, "eso" no se acaba; si ambos quieren, durará para toda la vida.

Y es que de verdad no queríamos parar aquel deleite.

La boda fue rápido, en enero. Mi padre tuvo que venir de provincia a firmar porque faltaba casi un año para mi mayoría de edad, ya saben.

Pronto transformamos mi modesto estudio en una suite de lujo?. Empezó a ser un hogar de verdad, con cortinas, mantel de mesa para la que era de tabla de palmas, plancha, cámara fotográfica, sobrecama, cafetera, tazas de porcelana, fogón ( porque comíamos antes en la Escuela y o en la Unidad Militar, y yo no sabía hacer ni un huevo frito. De hecho la primera tortilla de huevos la hice con las papas crudas y se me quemó y todo), copas, vasos, cama de maderas preciosas y estilo singular, que sustituyó la personal con colchón de paja; mantuvimos el escaparate y los sillones metálicos y de cables azules porque el espacio era limitado, como el dinero. Y quisimos ir al Hotel Habana Libre y a Varadero, en vez de a Soroa o el Valle de Viñales. Gracias a su papá pudimos lograrlo con sus ahorros y la venta al Gobierno de su veguita de tabaco. Después nos compró el primer refrigerador, aunque se lo pagamos poco a poco.

Pedro me regaló el anillo de compromiso, a sugerencia de la eficiente tendera, que me insistió en que le pidiera que me lo comprara porque eso era lo normal cuando una se iba a casar y no "una marca feudal de propiedad"-como se decía. A Pedro le dio risa y aceptó comprarlo, aunque sin solitario y sin ceremonias formales previas y sin sorpresa alguna. No hubo despedidas de solteros ni nada de eso.Y a última hora aparecieron dos Testigos porque era imprescindible.

Casarse era el modo de poder adquirir algunas cosas básicas, esenciales y a un módico precio entonces. Muchos se casaron solo para eso y para obtener una o dos cajas de cervezas, un cake...

Hasta puerco asado hubo en nuestra boda.
Enseguida descubrió mi neceser, mis papeles, mi primer y comprometedor Ensayo histórico, mis poemas, y lo peor: la única carta, el único poema y la única foto en blanco y negro, tipo carnet de Juan de Los Cielos, que me hizo destruir con su perpetua, invasiva y agresiva guerra psicológica.

Pero todo parecía ir muy bien en esta relación hasta mayo, en que apareció otra carta, otra boda, un secreto, un misterio nuevo.

Pedro se apareció con una carta de una mujer en la mano y me la leyó él mismo muy conmocionado. Le decía que se casaría ella también en breve, y que nunca podría ver a la hija de él que esperaba. Se casaría con su mejor amigo, otro militar. Pronto me di cuenta de que precipitó la boda para evitar otra, entre otras cosas porque "era una mulatica".

Desde entonces pude constatar que su amor por mi no era tan puro, aunque siempre lo negaría hasta el final.Se lo diría a todos, que fui yo la culpable.

A los pocos días, caminando por Artemisa, lo vi muy nervioso a mi lado. Pasaba una caravana de carros pitando. Era la gran boda anunciada. Todo lo vi a distancia, por supuesto.

A los pocos meses en Guanajay me confesó otro secreto: tenía un hijo grande en Quiebra Hacha, que iba a ver a veces a escondidas a casa de su tía, porque ni la madre ni los abuelos del niño le permitían verlo, aunque trató de reconocerlo, después de negarse a casarse con la muchacha ya embarazada. Así supe que Pedro "era un gran hombre" en todos los campos de la vida?.

Pero después, como a los seis años, lo comprendí mucho mejor. Y eso sí me dolió más que las mujeres e hijos fantasmas de Pedro y su iluminación".

 

 

Capítulo 49: El heroismo cotidiano:


"A la boda vinieron parientes de ambos de Artemisa y Pinar del Río. Aparecieron dos peluqueras, una profesional y otra improvisada, a la que atribuyeron malos motivos los chismosos? de la familia de Pedro José del Sol. Según alguien había un amorío entre su papá y la Señora. Luego descubriría con él mismo que su pequeña hija rubia y de ojos verdes era la que lo deseaba, y al cabo de los muchos años, cuando ya ni venía al caso, con mi propio hijo Danilo supe que se entendieron en la cama casi hasta el día de su heroica Muerte.
 En realidad mi suegro, todo parece indicar, que recibía favores de la mama de ella desde que  el Señor enviudó, y se limitaban a ayudarlo en el cuidado de los huérfanos y a lavarles la ropa, generalmente a cambio solo de su Amistad. Se llevaban muchos años y nunca hubo indicios de que sucediera algo entre ellos, aunque la Señora era famosa por sus infidelidades conyugales, su patriotismo y fidelidad al Gobierno, ella y toda su familia.
 Aquel día fue penoso para mí el trato que le dieron, después de un gesto para mi bonito hacia Pedro y hacia mi. Parecía quererlos sinceramente, fue siempre así, en lo que pude percibir. A los muchachos también me los quisieron mucho.

Su hija sí se escondía cuando me veía, se iba a una laguna corriendo, apenas tenía siete u ocho años. Las fotos de la boda la enfurecieron. Según Pedro le confesaba sus sentimientos abiertamente, pero respetaba mucho su edad y particularmente su familia; eran muy amigos y habían estado juntos en grandes peligros.

La peluquera profesional estaba casada con el primo de mi esposo, que fue quien nos llevó a la Luna de Miel en su máquina o auto.Se nos enganchó una prima loquísima que coqueteó todo el tiempo antes, durante y después de la boda, con el mecánico que nos acompañó a nuestro destino, por si acaso necesitábamos ayuda por alguna rotura. Al llegar se arrepintió de todo y se negó a dormir con el hombre, lo que trajo gran inconveniente para el chofer y su esposa y para el mecánico, que habían hecho planes de quedarse en el hotel también.

Mi compañero se portó muy bien, muy dulce, cariñoso y fogoso los primeros años del matrimonio. Las fotos fueron bien originales, incluían hasta enterramientos en la fina arena de Varadero. Fumaba mucho Pedro, pero apenas tomaba, pese a tener contactos con la fábrica de Habana Club y de Guayabita del Pinar. Ibamos a muchos restaurantes y ocasionalmente a la Casa Central de las Fuerzas Militares, privilegio autorizado por el Ministro porque "se lo merecían". Era bastante altruista y honrado, aunque menos estricto que yo. Cuando tenía necesidades," resolvía" porque ya todos lo hacían.

Era bien original y hasta trastornado. Una noche que viajábamos de Pinar a La Habana, se le ocurrió bajar del ómnibus en Consolación, simplemente para hacer el Amor en el piso de una casa en construcción, sobre una capa verde olivo, de cuadros  negros, carmelitas y blancos. Amores locos, para impresionar los sentidos, sin planificación.
 Otra vez quiso también, sin necesidad, ir a un Albergue INIT o de la Industria Turística, en Centro Habana, solo quizás para recordar nuestro pasado con gente distinta y divertirse rompiendo la rutina. Ya embarazada, conversaba con los embriones, mediante su miembro, como si fuera el Papá.

Inventaba posiciones, "como la del henequén" , cerca de Las Cuevas de Bellamar, en Matanzas. Le llamó así porque nos amamos en pleno campo ese día, de un modo determinado. Reía de lo lindo con lo que me contaba sobre cómo se enamoraban los gatos?. De hecho le empecé a apodar así.

De camino a la escuela, una noche de guardia, me profundizó en asuntos de topografía militar. Me explicó con detalle sobre cada estrella y constelación y cómo localizarlas en el cielo. Su jaket verde olivo era muy coqueto. Se había vaceado completo un pomo de perfume. Repugnaba aquel olor tan exagerado a Moscú rojo, por eso todavía no sé orientarme mucho . Y fue una de las cosas que más asco me dieron durante los embarazos: los perfumes.

Me atendía ya en el Hospital Militar de Marianao y en el Naval de La Habana del Este, aunque quedaban bien lejos de Remanganagua. Entre 1974 y 1976 nacieron mis primeros hijos. Tuvimos que hacer  cunas de literas porque el espacio no nos alcanzaba para los niños. El Estudio parecía un gallinero, más que un hogar. Tuve que escribirle al Jefe porque Pedro no pedía nada para nosotros, y ya las Unidades de Combate no paraban, de maniobra en maniobra, para cumplir con el Internacionalismo Proletario. Había que "saber tirar y tirar bien" y que "ser como el Che".

Cuando nos despedimos en 1976 mi suegro, los muchachos y yo de Pedro, no encontramos en La Habana ni un Hotel de mala muerte que nos quisiera dar alojamiento. No importaba que Pedro pudiera morir en combate, lejos de sus seres queridos por una causa tan noble. Mi insulto fue apoteósico contra los empleados que se limitaron a decirme que "Cuba entera estaba en pie de Guerra. No son ustedes los únicos".

No obstante, seguí llenando planillas de Compromisos, año por año, para irme yo también a ser como " Tania La Guerrillera". Pero nunca me llamaron a misión. Solo me tocó "el heroismo cotidiano" de estudiar, trabajar, enseñar, ser paladín de la Propaganda, hacer guardias, trabajos voluntarios...., criar hijos y aguantar como una mula todo lo que vendría después en mi vida de mujer y madre".



 


Capítulo 50:   Delia se fue a la guerra ( Angola):

"Mi amiga Delia se fue para la guerra de Angola recién casada. Su esposo era militar y universitario y ella trabajadora civil de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Se fueron muy felices, creyéndose muy importantes por haber sido escogidos para la tarea internacionalista. Estaban llenos de fervor patriótico, dispuestos a sacrificar hasta la vida en otros parajes del mundo. Sus ideales aún estaban intocables por su juventud e inocencia y porque la historia real aún no se había revelado a ellos. Los habían entrenado con varias dosis de mentiras y grandes porciones de ideologías impuestas que los comprometían con un futuro de rosas. Volaron henchidos de orgullo por el cumplimiento del deber. Querían " ser como el Che" y como Tania La Guerrillera.
Delia soñaba con viajes fabulosos, reyes magos, hadas madrinas, milagros increíbles, Las mil y una noches, "las minas del Rey Salomón y el Africa ardiente" y con los versos de amor de José Angel Buesa.
Al bajar del avión los esperaban los de la misión armados hasta los dientes, los subieron a un carro blindado que se deslizó desde el Aeropuerto. Se sentía "Juana de Arcos", "Diosa del Olimpo", "Dueña de todos los poderes", "Heroína de todas las batallas".
Les explicaron los deberes militares, las funciones laborales y los advirtieron sobre los habitantes del lugar, con los cuales estaba prohibido relacionarse, lo cual enseguida se le antojó contraproducente con la hermandad y solidaridad en la que se les había educado. Aquellos hombres tenían el arique al tobillo, aquellas mujeres andaban con los hijos a cuestas y los senos a la cintura, y los odiaban profundamente. Solo eran Delia y sus compañeros carne de cañón, llegaban para encumbrar protagonismos e intereses personales y políticos. Pensaban que era gratis su servicio y pronto sabrían que el Gobierno cubano y quizás el ruso cobraban por él. Corrían los años 1976 a 1978.Estaría mi amiga solo un año y nueve meses; y verán por qué no llegó a completar los dos años?.
La atmósfera olía a gasolina, muertos, mutilados de guerra, heridos, disparos, explosiones, aviones y cohetes. Y los proyectiles parecían sacarle esquirlas a la tierra. Caían a diestra y siniestra los hombres destruídos por las bombas. El que se rajara sería acusado de traidor y eso era peor que morir porque un regreso no glorioso implicaba una represión eterna, un castigo de por vida, serías escoria, un guiñapo, la peste misma o la lepra sin la compasión de Jesús. Y con ésto la muerte ideológica del arrepentido y toda su familia. Hubo quien se ametralló el vientre para regresar, pero fue descubierto por la red de Inteligencia. No pudo soportar los rigores de la guerra.


Al principio pensaron en un atentado contra él y dejó que lo engalanaran como héroe, le rindieran tributos ante la estatua del apóstol de la independencia contra España José Martí Pérez. Salía por la prensa nacional diariamente, su foto en la primera plana y su voz en todos los medios de difusión masiva y el pecho lleno de medallas y condecoraciones, hasta que se descubrió la verdad por los cornetazos de los que presenciaron la autoagresión. Todo acabó en disidencia, tras las rejas de una penitenciaría y en el exilio en La Florida.


Mi pobre amiga terminó casi violada totalmente por el Jefe de la Misión, un alto Oficial psiquiátrico, que se encaprichó en poseerla desde que la vio bajar por la escalerilla y la separó de su pareja de inmediato, enviándolo a él al Sur, bien lejos, e interrumpiendo la correspondencia entre ellos y con todos. En intento suicida y en Psiquiatría paró Delia por la prepotencia, autoritarismo y abuso del maldito compañero. Qué remoto vio el humanismo comunista de los libros!.


Mi amiga se sintió culpable del probable asesinato del mejor amigo de su esposo que llegó a descubrir lo que hacía el Jefe y la protegía como podía, frustrando repetidas veces la consumación total del acto violatorio, que comenzó con una atroz tortura psicológica y un daño emocional irreversible a la bella, inteligente y talentosa mujer.


Vigilaba el sinverguenza las veces que iba al baño, sus menstruaciones y cada paso que daba, llegando a controlar y penetrar sus relaciones humanas más mediatas e inmediatas.

Allí descubrió Delia a los supuestos ateos que abrazaban el fusil y llevaban el crucifijo y la esfinge de la santa sumergida en lo más profundo de sus bolsillos, ocultándose hasta de su propia sombra para rezar todas las noches el Ave María que les calmara el miedo.

Con apenas veintitrés años Delia fue amenazada por la bestia con una pistola, empujada, maltratada física y verbalmente, sintió en sus sienes cómo le rastrillaron el arma y la amenazaron de muerte si no cedía al apetito carnal ajeno. El brutal hombre sería capaz de hacer un montaje y acusarla de pretender hacerle un atentado. Y a quién le creerían los de arriba?.

El insolente pretendía obtener todo lo que se le antojara con la cantidad de estrellas en su hombro, pero a ella no le interesaba ni una, ni varias constelaciones. Sentía asco y no otra cosa por él.

Muchas veces pensó en dispararse los ocho tiros de la pistola ella misma. Nunca creyó que aquella sería su realidad y la de muchas mujeres que como ella fueron ilusionadas, creyendo encontrarían caballerosidad y hermandad y decencia y no tanta vileza. Comprendió el verdadero significado del " Ordeno y Mando" tan lejos de su país. Finalmente lo comprobaría también en su tierra natal cuando se hizo disidente.

Apreció la cantidad de negocios ilícitos que hacían, el tráfico de personas y artículos electrodomésticos, los abusos, las delaciones, el liberalismo moral de algunas mujeres que llegaron a decirle que "una raya más en el tigre no importaba para nada". El testimonio de Delia se ajustaba exactamente a lo que me contarían después de 1980 algunos excombatientes internacionalistas que conocí y que me dijeron que ni las artistas que iban de visita se escaparon de estos asedios brutales.

El calor era insoportable, se deshidrataba Delia bajo aquella ropa de campaña. Las botas anudadas hasta el ultimo ojete, el pantalón por dentro de estas, la camisa por dentro del pantalón abotonada hasta el cuello, solo recibía ventilación por el rostro y las manos. Todo esto sentía cuando el amigo de su esposo y de ella le comunicó el Plan de Rescate que acabó con su vida misteriosamente.

Otra vez el Poder con aliento etílico atacó a mi amiga, esta vez apretó su cabeza contra la almohada con una mano y levantó su ropón de dormir con la otra porque él era el amo de todas las llaves de aquella cárcel que prolongaba la del Imperio de la Simulación. Ella lo mordió fuertemente en el rostro, pero no se detenía, le daba besos llenos de saliva y le gritaba palabras obscenas y lujuriosas.

Desamparada mi amiga Delia cayó en un estado de semiconciencia a causa del estrés. Ya a punto de penetrarla el forzudo con su pene flácido y baboso, la voz del amigo lo volvió a sacar del intento. Por eso tenía que acabar con él Goliat, quitarlo del medio. Empezó a sospechar que fuera su amante el amigo y que por eso no quería estar ella con él. Tuvo que esconderse debajo de la cama cuando Delia alcanzó al rescatista una tableta para el dolor de cabeza.
Intentaron los dos amigos grabar y filmar escenas, buscar pruebas, pero fue inútil todo, con sus limitados recursos en ese tiempo.
Finalmente la compañera de cuarto de Delia puso al corriente de lo que pretendían hacer al Jefe, y a los tres días fue la extraña muerte del joven Salvador ( David frustrado)-según se dijo "producto a la explosión de de una mina al regresar del Sur con la correspondencia". Nunca nadie supo exactamente por qué murió?. Cómo saberlo?. Así quedó Delia más sola y sin tener en quién confiar ya.
Hasta del Doctor de la Misión sufrió un trato cruel, entre otras cosas porque no podía decirle todo lo que había ocurrido, ni a él. Le suministraron entonces un ansiolítico en vena y la rebajaron de servicio durante un mes. Se dio cuenta de qué era en realidad una Misión Internacionalista, cuánta promiscuidad y prostitución encierra, cuánta represión y discriminación, si no te dejas someter. Cómo para librarte tienes que exponer tus más preciados valores.
Así conoció Delia, mi amiga, la falta de dignidad, escrúpulos..., la bajeza moral. Comprendió cómo hubo mujeres que para sobrevivir sin afectarse psicológicamente tenían que entregar sus cuerpos a hombres prostituídos de igual forma, o negocear alimentos por ropa para sus familiares, negocear tabaco y ron bajo el refrán "sálvese quién pueda". Las parejas escribían a sus esposas y o esposos, llenos de tristeza y nostalgia, y después para calmar el gorrión se hacían el amor desparpajadamente.
Así la venda comenzó a caer prematuramente de sus ojos, aún inocentes y sorprendidos ante tantas miserias humanas. La venda mía caería mucho después porque no tuve esa experiencia tan traumática y demoledora.
Gracias a otro alto militar  y jefe anterior del esposo de Delia, se resolvió su traslado al Norte, de donde nunca tuvo que ser enviado al Sur, pero jamás se enteraron de la verdad. Llegó el joven esposo internacionalista con la piel ennegrecida, la ropa raída de tanto arrastrarse por la tierra, la razón un poco perdida también y los ojos saturados por las bayonetas y las bombas.
Mi amiga perdió el sueño, el apetito, bajó de peso, el pelo se le caía porque a él tampoco podía contar lo sucedido. No podía ni mirarle a los ojos. Muchos se burlaban de ella y hacían comentarios hirientes que él no comprendía.
El Jefe ya estaba más calmado, pues alguien lo complació de algún modo, la propia compañera de cuarto de Delia que la había delatado para acomodarse.
Delia Ortega se sentía ultrajada, pues el canalla la había visto desnuda, había tocado sus intimidades sin ella autorizarlo. No podía buscarle la muerte o la cárcel a su amado. Este tormento la llevó a la psicosis, a la depresión, a la disociación, a la neurosis y finalmente al manicomio y al divorcio en Cuba y al Exilio en Miami en el 2003, arrastrándome de algún modo a mí también.
Pero todavía, ni mi amiga Delia, ni yo, sabíamos que Tania La Guerrillera fue golpeada por sus propios compañeros porque la culpaban del desastre al que se acercaban, al ser ametrallados en el Río Grande los del Grupo de Joaquin?. No sabíamos que habían encontrado pruebas en su carro cuando se alejó de la ciudad para pelear "de verdad", que estaba  con cancer de útero? , con un feto de tres meses y que por los hilillos de sangre eran rastreados por sus enemigos en Bolivia en los años 60. Apenas habíamos sospechado siempre por ambos Diarios que una historia de amor oculto? hubo entre Ernesto Guevara y ella alguna vez".


 

Capítulo 51: Aventuras del soldado conocido.( Etiopía):

5 de febrero de 1978:

Ha regresado mi hermano Obdulio de La Habana, pues se negó a irse para la guerra en Etiopía. A él no le interesan las consecuencias, pues nunca ha trabajado con el Gobierno, como mi padre.

Los del Comité Militar se aparecieron con un telegrama hoy para mí. Me despedí  de mis dos mujeres: la noviecita de pelo largo, lacio y negro, ojos grandes color café y una dulzura y ternura extraordinarias y la mujer que me impuso el destino por haberla embarazado en el Pre Universitario. Con ella tengo un hijo de tres años que tendré que dejar por detrás, no tengo alternativa. Me botarían del trabajo de chofer de un dirigente provincial.

 

6 de febrero:

 

A las 8 de la mañana llegué al Comité Militar. Nos llevaron en camiones hasta Loma Blanca, Unidad Militar Secreta en Rancho Boyeros, cerca del Aeropuerto, en  La Habana. Almorzamos arroz, sardina, pan, dulce de arroz con leche ( mi preferido). Nos dieron trajes y zapatos, pues nos iremos vestidos como turistas.También nos entregaron ropa interior, medias, camisas, shores. Preparamos los maletines. Nos impartieron instrucciones de guerra. Descansamos esta noche en la Unidad.

 

7 de febrero:

 

Almorzamos temprano pollo, arroz, frijoles, papas. A las tres de la tarde salimos en ocho guaguas para el Teatro Carlos Marx soldados y oficiales. A las cuatro llegó Fidel, cerraron el teatro, habló y dijo claramente  que el que quisiera irse para su casa, podría hacerlo, que la guerra sería dura. Pero Quién lo haría y allí delante de todos?. Quedaría como un cobarde, un traidor y un apátrida. Viramos a la Unidad sobre las seis. Nos bañamos y comimos. Jugamos Barajas. Unos tristes y otros alegres por el cumplimiento del deber internacionalista. Nos acostamos entre las doce y la una de la madrugada hablando del future acontecer..

 

8 de febrero:

 

Nos dieron nuevas instrucciones militares teóricas y explicaron las reglas a cumplir, como no fumar en el avión, ir vestidos de trajes, no hacer bulla. Salimos para el Aeropuerto a las nueve de la noche. Nos montaron en un ILM-62, avión ruso de pasaje. Sobre las diez alzó el vuelo rumbo a Guinea Bissau.

 

9 de febrero:

 

Llegamos a Guinea a las 8 de la mañana. Nos bajamos para que el avión reabasteciera de combustible. No pudimos movernos del área restringida hasta que terminara. Como a las diez y treinta subimos otra vez y salimos rumbo a Luanda, capital de Angola. Llegamos a las tres a Quinta Rosa Linda. Fuimos a una cafetería a tomar café, comprar cigarros y comer algunas chucherías. Paseamos por la playa hasta la tarde que nos dieron una caja de comida en un restaurante, que tenía arroz congrís, pollo, yuca. Después fuimos para el Aeropuerto a esperar un avión etiope de fabricación .... Boin 700. Salimos para Etiopía con las luces apagadas a las diez de la noche todavía como turistas. Nos dieron pedazos de Kake, repetimos como tres veces, estaba riquísimo!. Llegamos a Adis Ababa a las cinco de la madrugada. Nos esperaba una flotilla de camiones marca IFA de Alemania Democrática. Fuimos al Campamento Alba, a diez kilómetros al Sur del Aeropuerto. Llegamos como a las cinco y treinta de la mañana. Desayunamos leche Milk Power de Dinamarca y pan duro. Nos cambiamos de ropas, guardamos los trajes en los maletines y nos dieron ropa militar de camuflaje. Almorzamos arroz mojado con mucha peste y sardina. Algunos no se pudieron comer el arroz. A la una fuimos al almacén de armas y municiones. Cada soldado se equip con lo que podía llevar en su mochila, más un colchón de campaña, una cantimplora para agua, un casco de hierro para proteger la cabeza, listos para el combate. Esta noche descansamos temprano, como a las siete, por el cansancio del viaje. Hace cuarenta y siete meses que no llueve, el polvo da a la rodilla, casi no se podía caminar alrededor del campamento. Muchos fumaban cigarros Habana 68. Dan una caja diaria.


10 de febrero:

Desayunamos la misma leche y el pan ruso negro, duro y Viejo. Partimos a combatir a la una de la tarde. Empezamos a las tres en la Loma de Aramí. A las siete dijeron que habían caído diez mil soldados somalíes y unos cuantos cubanos, algunos pinareños. Uno era de La Habana, Carlos Almenares Reyes. A las diez todavía salían algunos pocos disparos de la Loma. Empezaron a las cinco aviones cubanos a bombardear, eran MIG 21, de fabricación rusa. Después tiró la Artillería con cañones, y los cohetes BM 21 hicieron su efecto. Cada camión llevaba 40 cohetes cada uno Tierra Tierra. Los soldados disparábamos con fusiles AKM en la Infantería y con ametralladoras PKM. Le di una colcha a un somalí que venía herido y con mucho frío. A las nueve montamos en los BTR y fuimos rumbo al Campamento Yiyiga. A las once nos emboscaron en el Paso de Magda a cincuenta kilómetros de la Loma de Aramí. Tiraron con ametralladoras estando en la cola de la comida. Se esparramó todo el mundo desde el primer tiro. Un cocinero llamado Sanz se metió dentro del caldero de los chícharos que por suerte estaban tibios. Comimos chícharos, arroz, ligados con tierra. Dormimos poco, de pie, en un pozo Tirador de pie fabricado por cada uno. Autorizaron a un tanque de guerra a disparar al enemigo. Perecieron los atacantes, apenas tres somalíes.

11 de febrero:

A las siete de la mañana, después del desayuno, salimos en marcha. Alrededor de las ocho pasamos por un campamento donde la Artillería cubana había abatido a todos los enemigos, estaban tirados en la tierra, unos al lado de los otros. Seguimos avanzando y pasamos en los BTR, en camiones, con Artillería y todo y cruzamos un río ancho y bajito. A las cinco de la tarde llegamos a un campo de eucaliptos y un barranco donde habían muchos cadáveres, casi secos. Dormimos dentro de este campo. Pincharon con varas las cabezas de los cadáveres para que cayeran al hoyo. Esa imagen me impresionó.

12 de febrero:

Continuamos avanzando y a unos veinte kilómetros pasamos por el Desierto de Ogadén, donde había hecho erupción un volcán. La tierra estaba muy quemada. Acampamos a diez kilómetros de ahí. Unos soldados vieron un caballo, lo mataron y nos lo comimos con sal y puré de tomate. Habían como cien soldados en la Compañía de Infantería. Estaremos  como tres días acampados. Dormimos en colchones personales puestos sobre la tierra. Son de naylon, con un zipers, para encerrarse dentro. Hicimos tumbos de piedras para dormir protegidos de los animales. Hay leones, tigres, hienas....
Continuaremos la marcha hacia el Campamento Yiyiga, haciendo escalas.

5 de marzo:

Llegamos a Yiyiga. Dijeron que la guerra ha terminado porque los somalíes se retiraron a su país. El pueblo está iluminado de los proyectiles que los etiopes y cubanos han lanzado al aire para festejar la Victoria contra los invasores. Estos etiopes son bravos!.

6 de marzo:

Salimos a acampar. Nos mandaron a hacer una zanja de Defensa para proteger el campamento abandonado.

26 de marzo:

Llevamos veinte días en Yiyiga.

16 de abril:

Es el Día del Miliciano.
Ha muerto el soldado habanero Osvaldo Padilla Sosa, de unos veinte años, cuando al soldado Polanco, limpiando su fusil, a las dos de la tarde, se le escapó un disparo. Habían cuatro jugando dominó, y a él le atravesó un tiro las dos rodillas. Salieron con él para Jarar y murió desangrado por el camino. Cuando el Político, el Teniente Eusebio, regresó, dio la mala noticia. Nos pusimos muy tristes todos porque era bueno, tranquilo, joven, un gran compañero.
A Polanco dicen que lo mandaron preso para Cuba y que tal vez le digan a los padres de Osvaldo que murió en combate.


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Han pasado veintidos meses bien duros en este Campamento, con requisias todos los sábados, con registros profundos de las pertenencias de cada soldado. No se puede tener ni una fosforera porque te la quitan y te levantan un Acta para el Expediente. Sin embargo los Oficiales pueden tener de todo, van a Cuba cargados con maletas para sus familiares. Hay dos comedores , uno para ellos y otro para nosotros.El azúcar está muy escasa. Parece que la cogen para negocios con los etiopes, para llevarles cosas a sus familiares cuando van de pase. Todos lo comentan.
Diariamente se matan cuatro bueyes para la Décima Brigada de Tanques, para dos o tres mil personas. Los niños etiopes van al matadero a comerse las vísceras crudas del hambre que tienen. Lo que comen estos infelices es Anyera, parecido a un trozo de tela de mosquitero muy picante, parece mondongo de puerco.Qué horror!.
Descansando en el Campamento de noche empezaron a disparar los somalos desde una loma que estaba como a cinco kilómetros y mandaron a los exploradores para localizarlos. Mandaron los Obuses 125 milímetros a dispararles y perecieron esa noche cuatro o cinco de ellos. Se acabaron los disparos nocturnos. Todos los días dan ocho horas de Preparación Combativa, clases teóricas y políticas, y prácticas militares de tiro cada quince días.

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Se organizó un Equipo de Pelota. Eso es lo mío!.Fuimos a jugar a Adis Ababa en camión. Estuvimos veinte días fuera del Campamento, quedamos en primer lugar a nivel de Brigada. Yo era el pitcher. Frank Gener, camarógrafo de Radio Guamá en Pinar del Río, era el Sior Stor, muy buen pelotero él, que muchas veces lo vi en la ciudad natal después y hablamos de todas estas cosas y de todas las faltas de respeto que cometían los Oficiales, que se burlaban de los soldados y eran prepotentes. De todo eso se enteró el Comandante, pero no hizo nada. Por eso dejamos de creer en él; no hizo justicia.
El Coronel Manuel Pérez Hernández, con su amante, vivían dentro del Campamento, en una casa, donde no les faltaba nada, y tenía hasta criado, con refrigerador, televisor, grabadora, bebidas alcohólicas, cervezas..., y los soldados no pudimos tomar nunca ni agua fría ni nada dulce.Por eso y porque llevábamos un año y seis meses sin mujer, cuando terminábamos los Juegos de Pelota, nos llevaron para la Embajada de Viet Nam, que estaba desocupada, a unos cinco kilómetros de Adis Ababa, estando tres días allí, y por las tardes nos íbamos a allá en busca de sexo.
Pagábamos dos BIR, moneda etiope, por cada encuentro. Eran mujeres jóvenes, bajitas, gorditas, de ojos verdes, muy agradables y complacientes. Ibamos a sus casas. Regresábamos de noche a dormir. No había mucho control con los soldados peloteros allí y nos aprovechamos. Tuvimos que vender nuestras colchas que nos habían dado para el viaje  a 10 Bir  y algunas latas de sardina a dos Bir para poder acostarnos con las preciosas etiopes porque solo había una cubana, y era del Jefe, que la compró para él.
A los tres días fuimos para el Aeropuerto Militar y nos montaron en un avión de carga y llegamos a Diridaya, donde nos esperaba un camión de la Décima Brigada de Tanques y nos fuimos de regreso al Campamento de Yiyiga. El viaje duró siete horas. Nos recibieron con aplausos y ovaciones por haber Ganado el Campeonato de los Militares. El Jefe de Brigada mandó a que se nos hiciera una comida especial de recibimiento que agradecimos mucho. Nos dieron puerco frito, arroz congrís, yuca, plátano frito, dos cervezas para cada uno, dulce y queso. Jamás habíamos comido eso, ni antes, ni después allá. En el Museo de la Décima Brigada de Tanques pusieron una pelota de Baseball con el nombre de todos los peloteros que ganamos, incluyendo el mío en primer lugar. Así pasamos aquellos dos años.

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30 de diciembre de 1979:

Partimos para Cuba un grupo. Solo nos dieron 50 Bir a cada soldado cuando terminamos, que no nos alcanzó ni para comprar un pantalón pitusa. Algunos soldados pudieron esconder relojes que enterraron en jabones porque hacían negocios ilícitos con el petróleo, latas de  sardina...que robaban. Sabíamos que no estaríamos dispuestos jamás a volver a cumplir misión en ninguna parte del mundo. Y menos mal que regresamos vivos y sin mutilaciones físicas.
Llegamos al Puerto de Asap. Dormimos a la orilla del mar.

31 de diciembre:

Montamos en el barco Sota Rustavely ruso, mil quinientos soldados. Hicimos travesía de Etiopía pasando por El Canal de Suez, que divide Egipto e Israel, hasta Islas Canarias. Un funcionario cubano tuvo que bajarse para pagar por el paso por El Canal. En Islas Canarias el barco se detuvo a echar combustible, mientras descansábamos en los camarotes. Nos dieron una manzana a cada uno, que se la guardé a mi hijo. Al salir por El Mar Rojo hacia Cuba, nos sorprendió una tormenta. Creímos  que el barco se hundiría. Estuvimos cuatro o cinco horas vomitando algunos y todos muy asustados hasta que llegó la calma.
En el barco habían dos piscinas grandísimas, una Orquesta Sinfónica, Teatro, Cine y unas comidas y desayunos exquisitos para turistas. Los sirvientes eran muy atentos y complacientes. La comida era rusa, pero excelente. Estuvimos en total veintitres días sobre el mar.

23 de enero de 1980:

Llegamos a La Habana. Nos llevaron a la Fortaleza de La Cabaña a comer lomo ahumado, congrís, yuca y una cerveza. Nos  dieron ciento cincuenta pesos cubanos a cada combatiente. Veníamos llenos de medallas (con las que nos condecoró el líder Menguisto Haile Marian, un gran corrupto también, y que después tiré a un latón de basura).
Regresamos a Pinar del Río en una guagua Hino ( japonesa) treinta soldados. Compramos una botella de ron Ronda cada uno en Artemisa. Ibamos por la Carretera Central hablando, unos con el alma partida por pérdidas de familiares en nuestra ausencia heroica? y otros tristes porque la esposa los había traicionado en una espera tan larga. Ahí estaba yo, a pesar de todo. Pero no es lo mismo ser tarreado,  que ser tarrudo, no es lo mismo ser hombre que ser mujer, porque las mujeres se embarazan.
Hacían dos meses que mi madre había fallecido de cáncer y seis meses que decían que mi esposa me había traicionado, aunque no estaba embarazada. Ella ni me esperó en la casa. Sabía de lo que sería capaz si la hallaba allí.No me consta tampoco que lo haya hecho. Pero mi propia familia lo decía.

24 de enero:

Llegué a mi casa a las tres de la mañana. Me abrió la puerta sorprendido mi padre con mi hijo cargado, con sus cuatro añitos. Nos dimos fuertes abrazos y corrieron nuestras lágrimas por las pérdidas, especialmente de mi madre, que dejé supuestamente de buena salud, por hacer caso a la política, los políticos y al miedo.

30 de enero:

Fui a ver a mi noviecita que no sabía nada de mi regreso.

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Después en una reunion del trabajo me iban a dar un refrigerador por ser combatiente internacionalista, y se lo dieron a un camionero en la base, igual que yo,  que lo que hacía era robar pollos. Cuando me vio me saludó con mucho cariño y me dijo que allí el Sindicato daba los refrigeradores a los que más robaban. Le dije: Yo no me lo merezco entonces.
Pero acabé robando yo también a ver si me daban algo.

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Llegó el Período Especial, y en el Combinado Avícola Nacional , y en todo el país en general, ya no había qué robar. Un Señor me dijo: No hay nada ya que robar. Por eso me robo yo mismo de un bolsillo del pantalón para el otro.

 


Capítulo 52: La cinta en el pelo.


"En 1976 Pinar del Río fue sede de la celebración del 26 de Julio, y nos visitó Agostino Neto y todo de Luanda.Y estaba Juan de los Cielos, como casi todos, muy feliz y eufórico. Yo también!.( La gusanería? mía vino después del 94, 96, 98, y sobre todo después del 2000, y se consolidó plenamente con la Primavera Negra del 2003, cuando encarcelaron a los disidentes y fusilaron a los tres jóvenes negros que intentaron llevarse medios de fuga del país.)
En la Facultad Obrera Campesina, donde trabajaba, me presionaban, Juan también, con la asistencia a los trabajos supuestamente voluntarios, teniendo tres hijos pequeños, muchas veces enfermos, en la vega y sin transporte para el médico y el trabajo, con ataques de asma y alergias casi permanentes por el guano viejo y húmedo de mi casa de madera, que ni luz tenía, y con Pedro José ya  en la Guerra de Angola por varios años. Las veces que tuve que inyectarme en vena por las crisis e ingresar los niños en el Hospital Pediátrico.
No tenía ni Círculo Infantil aún ni nadie que me ayudara en la crianza de mi prole. Por todos esos atenuantes permitieron que fuera al Tabaco ( del que no sabía nada, por andar siempre en la capital estudiando y trabajando) por mi propia cuenta, cerca de mi casa, en la Granja El Vizcaino y que llevara un Hago Constar que firmaban, acuñaban y entregaba en la escuela.
 Así evité problemas con la Administración, el Sindicato y la Juventud Comunista, que no era muy activa allí, no sé por qué?.Los tres factores eran de hecho la misma cosa. Nadie era contrapartida de nadie.Pero fueron bastante condescendientes conmigo, no lo puedo negar.
Con los hijos en la Casa de Tabaco, ensartaba cuatro o cinco cujes cuando más, pues era corta y experiencia no tenía, " o era floja"?. Unos amigos me cuidaban de noche los muchachos para ir a dar las clases y unos alumnos me daban botella porque las guaguas eran residentes ausentes casi permanentes. Qué trabajos pasaba!.Y qué soledad tan infinita!.
Con cincuenta o sesenta pesos del sueldo modesto que tenía, lograba la ayuda de aquellos nobles vecinos. A veces hasta nos hacían comer con ellos. Se portaron como familia.
Además de trabajar, estudiaba la Carrera, y entablé muy buena  amistad con Melisa, que en ocasiones me permititió quedarme en su casa, en la ciudad, para estudiar para los exámenes juntas. Una vez habíamos coincidido casualmente allí Pedro José y yo con Melisa, su esposo y Juan de los Cielos. Y es que Del Sol entabló amistad con este matrimonio, y a la vez eran amigos de Juan.Tomamos juntos unas cervezas y nos comimos unas ranas fritas de saladito. Enseguida Juan se marchó. Así se conocieron ellos.Y que yo sepa no se volvieron a ver nunca más.
Pero mi divorcio no vino por Juan, pues  como ya saben, no volvimos a ser ni amigos, fue en 1980, cuando Pedro José regresó de Africa. Se demoró meses para firmarlo, pues tampoco quería casarse con la Oficial Misleivis, aunque sí llegaron a tener hijos. Llegó a culparme y a decirle a Melisa que me amaba mucho, pero que yo "me puse una cinta en el pelo y salí a buscar un Nuevo amor".
Pedro José hasta llevaba a mis hijos a casa de Misleivis y por ellos se descubrió todo su DESAMOR   y porque los veían juntos en todas partes. Y porque llegaba con marcas visibles a casa y empezó a exigirme calzoncillos almidonados y planchados y cosas extraordinarias para mí.
Pedro buscó excusas y fue el primero en teorizar sobre el divorcio, aunque yo le tome la palabra y me le adelanté. Dijo:
-Normita, nuestra relación es insostenible. Supe que en la reunion de la Federación ( de Mujeres Cubanas) hablaste sobre la igualdad de derechos de las mujeres y los hombres, e imagínate en qué lugar tú me has puesto?. Esto se acabó!.
En realidad la Oficial había estado con él varios años, era más joven y muy bonita. Ellos se aseguraban mutuamente, se hacían cosas espectaculares, que solo ellos sabían, y yo no me iba a convertir en una "Juana de Los Caprichos". No estaba para dobles vidas y me había entrenado muy bien para saber perder aquello de lo que no somos Dueños: EL AMOR. El es un regalo que llega y se va pronto y de algún modo nos queda para siempre. Al menos esa era mi experiencia de veintisiete años de vida".

 




 
 
"Pero no vayan a pensar que el desmontaje de este Segundo Gran Amor fue cosa fácil. No, acabó casi a los siete años de comenzar, totalmente frío, aunque sin odio. Del Sol creyó ilusamente que podría volver cuando quisiera.
 Ni amigos fuimos más realmente tampoco, aunque para los asuntos de los hijos, siempre le avisé y conté con su apoyo relativo. La última vez "se le puso la carne de gallina" con lo que le conté de Danilo y enseguida se movilizó ante tan grave problema. Le dio el pecho, no lo puedo negar.Pero cuando murió estaban bien disgustados.
Si hoy nuestros hijos son lo que son y están donde están y como están, la responsabilidad es nuestra también y no solo del Gobierno, ni de Satanás, ni de los demonios, ni de los amigos que se echaron. Es de nuestra generación, de nuestras circunstancias y de nosotros mismos y nuestras manchas. Estuvo condicionado lo que fuimos, pero también fuimos una generación loca, "torcida", "aviesa", violada.
Cuando supe de la infidelidad de Del Sol, el mundo se me vino encima, me llené de celos y rencor. Los papelazos fueron grandes. Misleivis y yo nos embarazamos a la par, ella por poco se suicida dándose fuego en una palangana con alcohol y yo tomándome una botella de salfumán de limpiar el baño. Estuve a punto de escribirle al Jefe quejándome, pero hubiera sido inútil, no me habrían hecho caso. Yo era mujer.
 Pude retenerlo, pero no , era más grande mi orgullo que mi amor, mi verguenza que mi pena. Lo intenté y competía con ella marcándolo también.Supe de un belorio de un pariente de mi esposo y allá fui para agarrarlo con la amante y hablar con los dos, después de ir días antes al remoto Occidente en un taxi a buscar a la mujer y traer a otra que se llamaba igual para pasearla por el barrio porque todavía no sabía que era linda y bien joven la verdadera agente secreta. Ridiculeces que hacemos los amantes!.Quería ridiculizarlos y me ridiculicé yo misma y gasté mi dinero.
 Una noche de carnavales nos emborrachamos, bailamos, y cuando todo iba mejor, la cosa paró en violencia doméstica ya en la casa, y hasta los niños arriba quizás se percataron, y su primo bajó a ver lo que ocurría y trajo alcohol para que me lo pusiera.Yo lo ofendí en su hombría moral, pero la interpretó biológica, y me cayó a piñazos por la cabeza y la nuca, y me pasé días con dolores hasta en la garganta. No pudimos estar más en la cama. Y mi madre me convenció para que interrumpiera el nuevo embarazo, "pues llena de más hijos a dónde iba a parar?".
Solo tomaba leche y empecé a fumar y me puse más flaca que en la adolescencia del sufrimiento y el dolor.Me bajó demasiado la autoestima.
 Así intenté después ahogar esos sentimientos exhibiendo el botín de guerra que me regaló otro combatiente de la Guerra de Angola, al que el Partido Comunista obligó a divorciarse de su mujer y separarse por tanto de sus hijos porque le corrieron la infidelidad conyugal de ella en su larga ausencia. El me confesó que habían hecho los dos lo mismo, pero que " la casada era ella".Nos conocimos en el cine Payret y allí le prometí traerle un disco de la Pequeña Compañía inglesa que se puso de moda entonces.A Del Sol le conté todo y hasta me perdonó por amor, por los hijos o porque estábamos ya "en paz". Pero me acusaba a toda hora, me sacaba el traje blanco, la cofia y todos "los favores"? recibidos.
A nuestros hijos mutuos no le tocó casi nada de su botín de guerra propio; los pullovers, los relojes, las grabadoras..., casi todo lo que trajo, incluídos sus pañuelos de seda, fueron a ser heredados por Misleivis y todos sus hijos presentes y futuros.
Entonces sí decidí de verdad rehacer? mi vida."







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