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Wednesday, March 20, 2013

Sobre el Libro de Lucas:

Libro bíblico número 42: Lucas
Escritor: Lucas
Dónde se escribió: Cesarea
Cuándo se completó: c. 56–58 E.C.
Tiempo que abarca: 3 a.E.C.–33 E.C.
EL Evangelio de Lucas fue escrito por un hombre que tenía una mente perspicaz y un corazón bondadoso, y esta excelente combinación de cualidades, con la guía del espíritu de Dios, ha resultado en un relato que es exacto y que también está lleno de afecto y sentimiento. En los versículos iniciales él dice: “Yo también, porque he investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud, resolví escribírtelas en orden lógico”. Su presentación detallada y meticulosa corrobora completamente esta afirmación. (Luc. 1:3.)
2 Aunque no se nombra a Lucas en ningún lugar del relato, las autoridades antiguas concuerdan en que él fue el escritor. Este Evangelio se atribuye a Lucas en el Fragmento Muratoriano (c. 170 E.C.), y lo reconocieron escritores del siglo II como Ireneo y Clemente de Alejandría. La prueba interna también señala firmemente a Lucas. En Colosenses 4:14 Pablo lo llama “Lucas el médico amado”, y su obra es producto de la erudición que uno esperaría de un hombre bien educado, como un médico. Su lenguaje bien escogido y su extenso vocabulario, mayor que el de los otros tres evangelistas combinados, permiten una manera muy cuidadosa y abarcadora de tratar su importante asunto. Algunos consideran que su relato del hijo pródigo es la mejor “novela corta” que se ha escrito.
3 Lucas usa más de 300 términos médicos, o palabras a las cuales da un significado médico, que no usan del mismo modo (si acaso los usan) los demás escritores de las Escrituras Griegas Cristianas*. Por ejemplo, Lucas no usa siempre el mismo término que los demás cuando habla de la lepra. Para ellos lepra es lepra, pero para el médico hay diferentes etapas de lepra, como cuando Lucas habla de “un varón lleno de lepra”. Lázaro, dice él, estaba “lleno de úlceras”. Ningún otro escritor de los Evangelios dice que la suegra de Pedro tenía “una fiebre alta” (5:12; 16:20; 4:38). Aunque los otros tres evangelistas nos dicen que Pedro le cortó la oreja al esclavo del sumo sacerdote, solamente Lucas menciona que Jesús lo sanó (22:51). Es de un médico decir que una mujer tenía “un espíritu de debilidad desde hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía levantarse de manera alguna”. Y ¿quién sino “Lucas el médico amado” habría registrado tan detalladamente los primeros auxilios que prestó a un hombre el samaritano que “le vendó sus heridas, y vertió en ellas aceite y vino” (13:11; 10:34)?
4 ¿Cuándo escribió Lucas su Evangelio? Hechos 1:1 indica que el escritor de Hechos (que también fue Lucas) ya había compuesto “el primer relato”, el Evangelio. Lo más probable es que Lucas completara Hechos alrededor de 61 E.C. mientras estaba en Roma con Pablo, quien esperaba que se atendiera su apelación a César. Esto indica que Lucas quizás escribió el relato del Evangelio en Cesarea alrededor de 56-58 E.C., después de haber regresado con Pablo de Filipos al final del tercer viaje misional de Pablo y mientras este esperaba dos años en prisión en Cesarea antes de ser llevado a Roma debido a su apelación. Puesto que Lucas estaba allí en Palestina, estaba bien situado para hacer una ‘investigación de todas las cosas desde el comienzo con exactitud’ acerca de la vida y el ministerio de Jesús. De modo que al parecer el relato de Lucas precedió al Evangelio de Marcos.
5 Por supuesto, Lucas no fue testigo ocular de todos los sucesos que registra en su Evangelio, pues no era uno de los 12 y quizás ni siquiera fue creyente sino hasta después de la muerte de Jesús. Sin embargo, estuvo en estrecha asociación con Pablo en el campo misional. (2 Tim. 4:11; File. 24.) Por eso, como pudiera esperarse, su escrito da indicios de la influencia de Pablo, como se puede ver al comparar los relatos de ambos sobre la Cena del Señor, en Lucas 22:19, 20 y 1 Corintios 11:23-25. Como fuente adicional de información, Lucas pudo haber consultado el Evangelio de Mateo. Al ‘investigar todas las cosas con exactitud’ él pudo haberse entrevistado personalmente con muchos testigos oculares de los sucesos de la vida de Jesús, como los discípulos sobrevivientes y, posiblemente, María la madre de Jesús. Podemos estar seguros de que no escatimó esfuerzos al reunir los detalles confiables.
6 Al examinar los cuatro relatos evangélicos queda claro que los escritores no se limitan a simplemente repetir las narraciones de los demás, ni escriben únicamente para suministrar varios testigos para este registro bíblico tan vital. El relato de Lucas es más individualista en su manera de tratar el asunto. En total, el 59% de su Evangelio no está en los demás. Lucas registra por lo menos seis milagros específicos y más del doble de esa cantidad de ilustraciones que no se mencionan en los otros relatos evangélicos, de modo que dedica un tercio de su Evangelio a la narración y dos tercios a la palabra hablada; su Evangelio es el más largo de los cuatro. Mateo escribió principalmente para los judíos, y Marcos para los lectores no judíos, en especial para los romanos. El Evangelio de Lucas se dirigió al “excelentísimo Teófilo” y mediante él a otros, tanto judíos como no judíos. (Luc. 1:3, 4.) Al dar a su relato un atractivo universal, traza la genealogía de Jesús hasta “Adán, hijo de Dios”, y no solamente hasta Abrahán, como lo hace Mateo al escribir especialmente para los judíos. Lucas toma nota especial de las palabras proféticas de Simeón de que Jesús sería el medio de “remover de las naciones el velo”, y habla de que “toda carne verá el medio de salvar de Dios” (3:38; 2:29-32; 3:6).
7 Por todo su escrito Lucas muestra que es un narrador sobresaliente, y sus relatos manifiestan buen orden y exactitud. Estas cualidades de exactitud y fidelidad en los escritos de Lucas son prueba convincente de su autenticidad. En cierta ocasión, un escritor jurídico dijo: “Mientras que en los romances, las leyendas y el testimonio falso se ejerce cuidado para situar en algún lugar distante y en algún tiempo indefinido lo que se relata, violando así las primeras reglas que aprendemos los abogados para una buena defensa, que ‘la declaración debe indicar el tiempo y el lugar’, las narraciones de la Biblia nos dan la fecha y el lugar de todo lo relatado con la máxima precisión”*. Como prueba citó Lucas 3:1, 2: “En el año decimoquinto del reinado de Tiberio César, cuando Poncio Pilato era gobernador de Judea, y Herodes era gobernante de distrito de Galilea, pero Filipo su hermano era gobernante de distrito del país de Iturea y de Traconítide, y Lisanias era gobernante de distrito de Abilene, en los días del sacerdote principal Anás, y de Caifás, la declaración de Dios vino a Juan el hijo de Zacarías en el desierto”. No hay nada indefinido aquí en cuanto a fecha ni lugar; Lucas menciona nada menos que a siete funcionarios públicos para que podamos establecer la fecha del comienzo del ministerio de Juan y el de Jesús.
8 Lucas también nos da dos indicaciones para determinar cuándo nació Jesús cuando dice, en Lucas 2:1, 2: “Ahora bien, en aquellos días salió un decreto de César Augusto de que se inscribiera toda la tierra habitada (esta primera inscripción se efectuó cuando Quirinio era el gobernador de Siria)”. Esto fue cuando José y María fueron a Belén para inscribirse, y Jesús nació mientras estaban allá*. No podemos menos que estar de acuerdo con el comentarista que dice: “Una de las pruebas más completas del sentido histórico de Lucas es que siempre se las arregla para lograr una exactitud perfecta”*. Debemos reconocer que lo que afirma Lucas sobre haber “investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud” es válido.
9 Lucas también señala el cumplimiento exacto de las profecías de las Escrituras Hebreas en Jesucristo. Cita el testimonio inspirado de Jesús en cuanto a esto (24:27, 44). Además, registra con exactitud las propias profecías de Jesús acerca de los sucesos futuros, muchas de las cuales ya se han cumplido asombrosamente con todos los detalles predichos. Por ejemplo, Jerusalén fue rodeada con un cerco de estacas puntiagudas y pereció en una horrenda destrucción ardiente en 70 E.C., como lo había predicho Jesús. (Luc. 19:43, 44; 21:20-24; Mat. 24:2.) El historiador seglar Flavio Josefo, que fue testigo ocular mientras servía con el ejército romano, testifica que la campiña fue despojada de árboles por una distancia de casi 16 kilómetros (10 millas) a la redonda para conseguir las estacas, que el muro tenía una longitud de 7,2 kilómetros (4,5 millas), que muchas mujeres y niños murieron de hambre, y que más de 1.000.000 de judíos perdieron la vida y 97.000 fueron llevados cautivos. Hasta este día el Arco de Tito en Roma representa la procesión victoriosa romana con los despojos de guerra del templo de Jerusalén*. Podemos estar seguros de que las demás profecías inspiradas que Lucas registró se cumplirán con la misma exactitud.
CONTENIDO DE LUCAS
10 Introducción de Lucas (1:1-4). Lucas registra que ha investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud y que ha resuelto escribirlas en orden lógico para que el ‘excelentísimo Teófilo conozca plenamente la certeza’ de estas cosas (1:3, 4).
11 Los primeros años de la vida de Jesús (1:5–2:52). Al anciano sacerdote Zacarías se le aparece un ángel con las nuevas gozosas de que tendrá un hijo a quien debe llamar Juan. Pero Zacarías no podrá hablar sino hasta que nazca el niño. Tal como se le prometió, su esposa, Elisabet, queda embarazada, aunque también era “de edad avanzada”. Unos seis meses después el ángel Gabriel se le aparece a María y le dice que ella concebirá por “poder del Altísimo” y tendrá un hijo a quien se ha de llamar Jesús. María visita a Elisabet y, después de un saludo gozoso, declara jubilosamente: “Mi alma engrandece a Jehová, y mi espíritu no puede menos que llenarse de gran gozo a causa de Dios mi Salvador”. Habla del santo nombre de Jehová y de su gran misericordia para con los que le temen. Al nacer Juan, se le desata la lengua a Zacarías para que declare también la misericordia de Dios y que Juan será un profeta que preparará el camino de Jehová (1:7, 35, 46, 47).
12 A su debido tiempo Jesús nace en Belén, y un ángel anuncia estas “buenas nuevas de un gran gozo” a pastores que cuidan sus rebaños de noche. Se efectúa la circuncisión según la Ley, y entonces, cuando los padres de Jesús van a “presentarlo a Jehová” en el templo, el anciano Simeón y la profetisa Ana hablan acerca del niño. De regreso en Nazaret, Jesús ‘continúa creciendo y haciéndose fuerte, lleno como estaba de sabiduría, y el favor de Dios continúa sobre él’ (2:10, 22, 40). A los 12 años de edad, en una visita de Nazaret a Jerusalén, Jesús asombra a los maestros con su entendimiento y sus respuestas.
13 Preparación para el ministerio (3:1–4:13). En el decimoquinto año del reinado de Tiberio César, la declaración de Dios le viene a Juan el hijo de Zacarías, y él va “predicando bautismo en símbolo de arrepentimiento para perdón de pecados”, para que toda carne pueda ‘ver el medio de salvar de Dios’ (3:3, 6). Cuando todo el pueblo se ha bautizado en el Jordán, Jesús también se bautiza, y mientras él ora el espíritu santo desciende sobre él, y su Padre expresa aprobación desde el cielo. Jesucristo tiene ahora unos 30 años de edad. (Lucas nos da su genealogía.) Después de su bautismo, el espíritu conduce a Jesús por el desierto durante 40 días. Allí el Diablo lo somete a tentación infructuosamente y luego se aleja “hasta otro tiempo conveniente” (4:13).
14 El principio del ministerio de Jesús, principalmente en Galilea (4:14–9:62). En la sinagoga de su pueblo de crianza, Nazaret, Jesús revela claramente su comisión al leer y luego aplicar a sí mismo la profecía de Isaías 61:1, 2: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despachar a los quebrantados con una liberación, para predicar el año acepto de Jehová” (4:18, 19). El agrado inicial de la gente que oye sus palabras se torna en ira al continuar él su discurso, y procuran eliminarlo. De modo que él baja a Capernaum, donde sana a muchas personas. Las muchedumbres lo siguen y tratan de detenerlo, pero él les dice: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (4:43). Se va a predicar en las sinagogas de Judea.
15 En Galilea, Jesús provee a Simón (también llamado Pedro), Santiago y Juan una redada milagrosa de pescados. Le dice a Simón: “De ahora en adelante estarás pescando vivos a hombres”. De modo que ellos lo abandonan todo y le siguen. Jesús sigue orando y enseñando, y ‘el poder de Jehová está allí para que él haga curaciones’ (5:10, 17). Invita a ser seguidor suyo a Leví (Mateo), despreciado recaudador de impuestos, quien honra a Jesús con un gran banquete, al cual concurre “una gran muchedumbre de recaudadores de impuestos” (5:29). El resultado de esto es el primero de una serie de encuentros con los fariseos que los deja enfurecidos y conspirando para causarle daño.
16 Después de toda una noche de oración a Dios, Jesús escoge a los 12 apóstoles de entre sus discípulos. Luego hace más obras de curación. Entonces da el sermón que está registrado en Lucas 6:20-49, que es más breve que el Sermón del Monte que se da en los capítulos 5 a 7 de Mateo y paralelo a este. Jesús hace el contraste: “Felices son ustedes, los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Mas ¡ay de ustedes los ricos, porque ya disfrutan de su consolación completa!” (6:20, 24). Aconseja a sus oyentes que amen a sus enemigos, que sean misericordiosos, que practiquen el dar, y que saquen lo bueno del buen tesoro del corazón.
17 De regreso en Capernaum, Jesús recibe de un oficial del ejército la solicitud de que sane a un esclavo enfermo. El oficial no se considera digno de tener a Jesús bajo su techo, así que le pide a Jesús que ‘diga la palabra’ desde donde está. Jesús hace esto y el esclavo se sana, y Jesús se siente impulsado a comentar: “Les digo: Ni siquiera en Israel he hallado fe tan grande” (7:7, 9). Por primera vez Jesús levanta a un muerto, el hijo único de una viuda de Naín, por quien Jesús “se enterneció” (7:13). Cuando las noticias acerca de Jesús se extienden por Judea, Juan el Bautizante manda desde la cárcel a preguntar: “¿Eres tú Aquel Que Viene?”. En respuesta Jesús dice a los mensajeros: “Vayan, informen a Juan lo que vieron y oyeron: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son levantados, a los pobres se anuncian las buenas nuevas. Y feliz es el que no haya tropezado a causa de mí” (7:19, 22, 23).
18 Acompañado por los 12, Jesús va “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios”. Da la ilustración del sembrador, y finaliza la consideración diciendo: “Por lo tanto, presten atención a cómo escuchan; porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que se imagina tener le será quitado” (8:1, 18). Jesús continúa efectuando obras maravillosas y milagros. También da a los 12 autoridad sobre los demonios y el poder de curar enfermedades, y los envía “a predicar el reino de Dios y a hacer curaciones”. Alimenta milagrosamente a 5.000 personas. Jesús es transfigurado en la montaña, y al día siguiente cura a un muchacho poseído de un demonio y a quien los discípulos no habían podido curar. Advierte a los que quieren seguirle: “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen donde posarse, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza”. El que quiera ser digno del Reino de Dios debe poner la mano en el arado y no mirar atrás (9:2, 58).
19 Ministerio posterior de Jesús en Judea (10:1–13:21). Jesús envía a otros 70 discípulos a “la mies”, y estos se llenan de gozo por el éxito de su ministerio. Mientras Jesús predica, un hombre que quiere justificarse le pregunta: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”. En respuesta, Jesús da la ilustración del samaritano dispuesto a ayudar a otros. Un sacerdote y un levita evitan a un hombre que ha sido arrojado al lado del camino y está medio muerto debido a los golpes de unos salteadores. Es un despreciado samaritano quien se detiene, le atiende tiernamente las heridas, lo sube a su propia bestia, lo lleva a un mesón y paga para que lo cuiden. Sí, es “el que actuó misericordiosamente para con él” quien se hizo prójimo del otro (10:2, 29, 37).
20 En casa de Marta, Jesús le da una leve reprensión por inquietarse demasiado por sus quehaceres domésticos, y alaba a María por escoger la mejor porción al sentarse y escuchar la palabra de él. Enseña a sus discípulos la oración que conocemos hoy como el padrenuestro, y también la importancia de persistir en la oración; dice: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán”. Después expulsa demonios y declara felices a “los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Durante una comida tiene un encuentro con los fariseos respecto a la Ley, y pronuncia ayes sobre ellos por quitar “la llave del conocimiento” (11:9, 28, 52).
21 Cuando Jesús está nuevamente con las muchedumbres, alguien le dice: “Di a mi hermano que divida conmigo la herencia”. Jesús va a la raíz de la dificultad al responder: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia, porque hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. Entonces da la ilustración del hombre rico que derribó sus graneros para construir otros mayores, solo para morir aquella misma noche y dejar sus riquezas a otros. Jesús declara el punto central concisamente: “Así pasa con el hombre que atesora para sí, pero no es rico para con Dios”. Después de instar a sus discípulos a buscar primero el Reino de Dios, Jesús les dice: “No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino”. El que él cure en sábado a una mujer que había estado enferma por 18 años lleva a otro encuentro con sus opositores, quienes quedan avergonzados (12:13, 15, 21, 32).
22 Ministerio posterior de Jesús, mayormente en Perea (13:22–19:27). Jesús usa vívidas ilustraciones verbales para dirigir a sus oyentes al Reino de Dios. Muestra que los que buscan prominencia y honra serán abatidos. Que el que dé un banquete invite a los pobres, que no pueden pagárselo; será feliz y se le “pagará en la resurrección de los justos”. Luego está la ilustración del hombre que da una gran cena. Uno tras otro los invitados se excusan: Uno ha comprado un campo, otro ha comprado unos bueyes y otro acaba de casarse con una esposa. Airado, el amo de casa manda traer “a los pobres y a los lisiados y a los ciegos y a los cojos”, y declara que ninguno de aquellos a quienes invitó primero “gustará” siquiera de su cena (14:14, 21, 24). Jesús da la ilustración de la oveja perdida a la cual se encuentra, y dice: “Les digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentimiento” (15:7). La ilustración de la mujer que barre la casa para recobrar una moneda de un dracma comunica un punto similar*.
23 Jesús cuenta entonces del hijo pródigo que pidió a su padre la parte de la propiedad que le correspondía y luego malgastó su herencia “viviendo una vida disoluta”. Al verse en graves apuros, el hijo recobró el juicio y volvió a su casa a pedir misericordia de su padre. Su padre, conmovido de compasión, “corrió y se le echó sobre el cuello y lo besó tiernamente”. Se proveyó al joven ropa excelente, se preparó un gran banquete, y “comenzaron a gozar”. Pero el hermano mayor protestó. Con bondad, el padre lo corrigió: “Hijo, tú siempre has estado conmigo, y todas las cosas que son mías son tuyas; pero simplemente teníamos que gozar y tener regocijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y llegó a vivir, y estaba perdido y fue hallado” (15:13, 20, 24, 31, 32).
24 Al oír la ilustración del mayordomo injusto, los fariseos, que aman el dinero, desprecian la enseñanza de Jesús, pero él les dice: “Ustedes son aquellos que se declaran a sí mismos justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que entre los hombres es encumbrado, cosa repugnante es a la vista de Dios” (16:15). Mediante la ilustración del hombre rico y Lázaro, Jesús muestra cuán grande es la sima que existe entre los favorecidos y los desaprobados por Dios. Jesús previene a los discípulos de que habrá motivos para tropiezo, pero “¡ay de aquel por medio de quien vienen!”. Habla de las dificultades que se presentarán en el tiempo “en que el Hijo del hombre ha de ser revelado”. Les dice: “Acuérdense de la esposa de Lot” (17:1, 30, 32). Mediante una ilustración les asegura que Dios ciertamente obrará a favor de los que “claman a él día y noche” (18:7). Entonces, usando otra ilustración, censura al que se cree muy justo y bueno: Un fariseo que ora en el templo da gracias a Dios porque no es como otros hombres. Un recaudador de impuestos, parado a cierta distancia y ni siquiera deseando alzar los ojos al cielo, ora: “Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador”. ¿Cómo juzga esto Jesús? Declara que el recaudador de impuestos es más justo que el fariseo, “porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado” (18:13, 14). Jesús, hospedado en Jericó por el recaudador de impuestos llamado Zaqueo, da la ilustración de las diez minas, en la que contrasta el resultado de usar fielmente los intereses encomendados con el de esconderlos.
25 Ministerio público final en Jerusalén y sus alrededores (19:28–23:25). Cuando Jesús entra en Jerusalén cabalgando en un pollino y la multitud de los discípulos lo aclama como “El que viene como Rey en el nombre de Jehová”, los fariseos le piden que reprenda a sus discípulos. Jesús responde: “Si estos permanecieran callados, las piedras clamarían” (19:38, 40). Da su memorable profecía de la destrucción de Jerusalén, y dice que la cercarán con estacas puntiagudas, la afligirán, y la arrojarán al suelo con sus hijos, y que ni una piedra será dejada sobre otra. En el templo, Jesús enseña a la gente, declara las buenas nuevas y contesta las preguntas sutiles de los sacerdotes principales, los escribas y los saduceos mediante ilustraciones y argumentos hábiles. Da una clara descripción de la gran señal del fin, y menciona nuevamente que ejércitos acampados rodearán a Jerusalén. Los hombres desmayarán de temor por las cosas que vendrán, pero al suceder estas cosas sus seguidores deben ‘levantarse erguidos y alzar la cabeza, porque su liberación se acerca’. Deben mantenerse despiertos para que logren escapar de lo que está destinado a suceder (21:28).
26 Es ahora el 14 de Nisán de 33 E.C. Jesús celebra la Pascua y luego presenta “el nuevo pacto” a sus apóstoles fieles, asociándolo con la cena simbólica que les ordena observar en memoria de él. También les dice: “Yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino” (22:20, 29). Aquella misma noche, mientras Jesús ora en el monte de los Olivos, ‘un ángel del cielo se le aparece y lo fortalece. Mas él, entrando en agonía, continúa orando más encarecidamente; y su sudor se hace como gotas de sangre que caen al suelo’. Hay tensión en el ambiente cuando Judas el traidor viene con una chusma para arrestar a Jesús. Los discípulos exclaman: “Señor, ¿herimos con la espada?”. Uno de ellos hasta le corta la oreja al esclavo del sumo sacerdote, pero Jesús reprende a sus discípulos y sana al herido (22:43, 44, 49).
27 A empujones la chusma lleva a Jesús a la casa del sumo sacerdote para someterlo a un interrogatorio, y por el frío de la noche Pedro se entremezcla con la muchedumbre que está alrededor del fuego. En tres ocasiones se acusa a Pedro de ser seguidor de Jesús, y tres veces lo niega. Entonces el gallo canta. El Señor se vuelve y mira a Pedro, y este, al recordar que Jesús había predicho aquella misma situación, sale afuera y llora amargamente. Jesús, después de ser llevado a la sala donde se reúne el Sanedrín, es conducido ante Pilato y acusado de subvertir a la nación, prohibir que se paguen impuestos y ‘decir que él mismo es Cristo, un rey’. Cuando Pilato se entera de que Jesús es galileo, lo envía a Herodes, quien por casualidad está entonces en Jerusalén. Herodes y sus guardias se burlan de Jesús y lo envían de regreso, y Jesús se ve enjuiciado ante una chusma frenética. Pilato ‘entrega a Jesús a la voluntad de ellos’ (23:2, 25).
28 Muerte, resurrección y ascensión de Jesús (23:26–24:53). Se fija a Jesús en un madero entre dos malhechores. Uno de ellos se mofa de él, pero el otro manifiesta fe y pide a Jesús que lo recuerde cuando esté en su Reino. Jesús promete: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso” (23:43). Entonces sobreviene una rara oscuridad, la cortina del santuario se rasga por en medio, y Jesús clama: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Con eso expira, y su cuerpo es bajado del madero y puesto en una tumba labrada en la roca. El primer día de la semana las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea van a la tumba, pero no pueden hallar su cuerpo. Tal como él mismo había predicho, ¡se ha levantado al tercer día! (23:46).
29 Al aparecerse sin darse a conocer a dos de sus discípulos en el camino a Emaús, Jesús habla de sus sufrimientos y les interpreta las Escrituras. De repente lo reconocen, pero él desaparece. Ahora ellos comentan: “¿No nos ardía el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos estaba abriendo por completo las Escrituras?”. Se apresuran a regresar a Jerusalén para contar su experiencia a los demás discípulos. Mientras todavía los discípulos hablan de estas cosas, Jesús se aparece en medio de ellos. De puro gozo y asombro no pueden creerlo. Entonces él ‘les abre la mente por completo para que capten’ de las Escrituras el significado de todo lo que ha sucedido. Lucas concluye su relato del Evangelio describiendo la ascensión de Jesús al cielo (24:32, 45).
POR QUÉ ES PROVECHOSO
30 Las buenas nuevas “según Lucas” edifican la confianza de uno en la Palabra de Dios y comunican a su fe la fortaleza que necesita para resistir los golpes de un mundo alejado de Dios. Lucas suministra muchos ejemplos de cumplimientos exactos de las Escrituras Hebreas. Se muestra que Jesús deriva su comisión en términos específicos del libro de Isaías, y parece que Lucas usa esto como tema por todo su libro. (Luc. 4:17-19; Isa. 61:1, 2.) Esa fue una de las ocasiones en que Jesús citó de los Profetas. También citó de la Ley, como cuando rechazó las tres tentaciones del Diablo, y de los Salmos, como cuando preguntó a sus adversarios: “¿Cómo sucede que dicen que el Cristo es hijo de David?”. El relato de Lucas contiene muchas otras citas de las Escrituras Hebreas. (Luc. 4:4, 8, 12; 20:41-44; Deu. 8:3; 6:13, 16; Sal. 110:1.)
31 Cuando Jesús entró en Jerusalén cabalgando en un pollino como se había predicho en Zacarías 9:9, las multitudes lo aclamaron gozosamente y aplicaron a él lo escrito en Salmo 118:26. (Luc. 19:35-38.) En cierto lugar bastan dos versículos de Lucas para abarcar seis puntos que se profetizaron en las Escrituras Hebreas acerca de la oprobiosa muerte de Jesús y su resurrección. (Luc. 18:32, 33; Sal. 22:7; Isa. 50:6; 53:5-7; Jon. 1:17.) Finalmente, después de su resurrección Jesús hace que los discípulos vean claramente la importancia de todas las Escrituras Hebreas. “En seguida les dijo: ‘Estas son mis palabras que les hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí tenían que cumplirse’. Entonces les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras.” (Luc. 24:44, 45.) Al igual que aquellos primeros discípulos de Jesucristo, nosotros también podemos recibir iluminación y adquirir una fe firme si prestamos atención a los cumplimientos de las Escrituras Hebreas, explicados con tanta exactitud por Lucas y los demás escritores de las Escrituras Griegas Cristianas.
32 Por todo su relato Lucas dirige continuamente a su lector al Reino de Dios. Desde el principio del libro, donde el ángel le promete a María que el niño que ella dará a luz “reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin”, hasta los capítulos finales, donde Jesús menciona que introducirá a los apóstoles en el pacto para el Reino, Lucas hace resaltar la esperanza del Reino (1:33; 22:28, 29). Muestra a Jesús llevando la delantera en predicar el Reino y enviando a los 12 apóstoles, y más tarde a los 70 discípulos, a hacer la misma obra (4:43; 9:1, 2; 10:1, 8, 9). El hecho de que se necesita una devoción indivisa para entrar en el Reino queda subrayado con estas palabras claras de Jesús: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, mas vete tú y declara por todas partes el reino de Dios”, y: “Nadie que ha puesto la mano en el arado y mira a las cosas que deja atrás es muy apto para el reino de Dios” (9:60, 62).
33 Lucas recalca el asunto de la oración. Su Evangelio es sobresaliente en esto. Cuenta que la multitud estaba orando mientras Zacarías estaba en el templo, que Juan el Bautizante nace como respuesta a oraciones por un hijo, y que Ana la profetisa oraba noche y día. Dice que Jesús estaba orando cuando se bautizó, que pasó toda la noche en oración antes de escoger a los 12, y que oró durante la transfiguración. Jesús da a sus discípulos el consejo de “orar siempre y no desistir”, y lo ilustra mediante una viuda persistente que siguió insistiendo en su petición a un juez hasta que este le hizo justicia. Solamente Lucas nos dice que los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar y que un ángel fortaleció a Jesús mientras este oraba en el monte de los Olivos; y solo él registra las palabras de la oración final de Jesús: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (1:10, 13; 2:37; 3:21; 6:12; 9:28, 29; 18:1-8; 11:1; 22:39-46; 23:46). Como en los días en que Lucas escribió su Evangelio, así hoy la oración es una provisión vital para fortalecer a todos los que hacen la voluntad divina.
34 Con mente muy observadora y una pluma que refleja afluencia y poder descriptivo, Lucas comunica afecto y vida vigorosa a la enseñanza de Jesús. El amor, la bondad, la misericordia y la compasión de Jesús para con los débiles, oprimidos y pisoteados se destacan en marcado contraste con la religión fría, formal, estrecha e hipócrita de los escribas y fariseos (4:18; 18:9). Jesús da estímulo y ayuda constantes a los pobres, los cautivos, los ciegos y los aplastados, y suministra así magníficos precedentes para los que procuran ‘seguir sus pasos con sumo cuidado y atención’. (1 Ped. 2:21.)
35 Tal como Jesús, el Hijo de Dios perfecto y obrador de milagros, manifestó interés amoroso en sus discípulos y en todos los hombres de corazón recto y sincero, nosotros también debemos esforzarnos por efectuar nuestro ministerio con amor, sí, “debido a la tierna compasión de nuestro Dios”. (Luc. 1:78.) Con este fin las buenas nuevas “según Lucas” son en verdad sumamente provechosas y útiles. Podemos estar verdaderamente agradecidos a Jehová por haber inspirado a Lucas, “el médico amado”, para que escribiera este relato exacto, edificante y estimulador, que señala a la salvación que viene mediante el Reino por Jesucristo, “el medio de salvar de Dios”. (Col. 4:4; Luc. 3:6.)
[Notas a pie de página]
The Medical Language of Luke, 1954, W. K. Hobart, páginas XI-XXVIII.
A Lawyer Examines the Bible, 1943, I. H. Linton, página 38.
Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, página 1233.
Modern Discovery and the Bible, 1955, A. Rendle Short, página 211.
Las guerras de los judíos, Libro sexto, capítulos XIII, XIV; Libro séptimo, capítulos XVII; versión publicada por Libros CLIE; véase también Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, páginas 751, 752.
Un dracma era una moneda griega de plata que pesaba unos 3,40 gramos (0,109 onza troy).
[Preguntas del estudio]
 1. ¿Qué clase de Evangelio escribió Lucas?
 2, 3. ¿Qué prueba externa e interna señala al médico Lucas como el escritor de este Evangelio?
 4. ¿Cuándo, probablemente, se escribió Lucas, y qué circunstancias apoyan este punto de vista?
 5. ¿En qué fuentes pudo haber ‘investigado con exactitud’ Lucas los sucesos de la vida de Jesús?
 6. ¿Cuánto del Evangelio de Lucas no está en los demás Evangelios, y para quiénes escribió Lucas? ¿Por qué contesta usted así?
 7. ¿Qué testimonio sólido hay de la autenticidad del Evangelio de Lucas?
 8. ¿Cómo indica Lucas “con exactitud” cuándo nació Jesús?
 9. ¿Qué profecía de Jesús registrada por Lucas tuvo un cumplimiento sobresaliente en 70 E.C.?
10. ¿Qué se propuso hacer Lucas?
11. ¿Qué sucesos gozosos se relatan en el primer capítulo 1 de Lucas?
12. ¿Qué se declara acerca del nacimiento y la niñez de Jesús?
13. ¿Qué predica Juan, y qué sucede en el bautismo de Jesús e inmediatamente después?
14. ¿Dónde revela claramente su comisión Jesús, cuál es, y cómo responden sus oyentes?
15. Describa cómo se llama a servir a Pedro, Santiago y Juan, así como a Mateo.
16. a) ¿Qué hace Jesús antes de escoger a los 12 apóstoles? b) ¿Qué puntos destaca Lucas al dar una versión paralela del Sermón del Monte?
17. a) ¿Qué milagros efectúa Jesús después? b) ¿Qué contesta Jesús a los mensajeros de Juan el Bautizante respecto a si Jesús es o no el Mesías?
18. ¿Con qué ilustraciones, obras y palabras de consejo sigue la predicación del Reino?
19. ¿Cómo ilustra Jesús el verdadero amor al prójimo?
20. a) ¿Qué punto llama Jesús a la atención de Marta y María? b) ¿Cómo recalca la oración?
21. ¿Qué advertencia da Jesús contra la codicia, y qué insta a hacer a sus discípulos?
22. ¿Mediante qué ilustraciones apropiadas instruye Jesús acerca del Reino?
23. ¿Qué se ilustra en el relato del hijo pródigo?
24. ¿Qué verdades recalca Jesús en la ilustración del hombre rico y Lázaro, así como en la del fariseo y el recaudador de impuestos?
25. ¿Cómo entra Jesús en la última fase de su ministerio, y qué advertencias proféticas da?
26. a) ¿Qué pactos presenta Jesús, y con qué los relaciona? b) ¿Cómo recibe fortaleza Jesús en medio de su prueba, y qué reprensión da cuando se le arresta?
27. a) ¿En qué falla Pedro? b) ¿De qué se acusa a Jesús, y en qué circunstancias se le juzga y condena?
28. a) ¿Qué promete Jesús al ladrón que muestra fe en él? b) ¿Qué información da Lucas respecto a la muerte, el entierro y la resurrección de Jesús?
29. ¿Con qué relato gozoso concluye el Evangelio de Lucas?
30, 31. a) ¿Cómo edifica Lucas confianza en que las Escrituras Hebreas son inspiradas de Dios? b) ¿Qué palabras de Jesús cita Lucas para apoyar esto?
32. ¿Cómo hace resaltar el Reino y la actitud que deberíamos tener hacia el Reino el relato de Lucas?
33. Dé ejemplos de que Lucas recalca la oración. ¿Qué lección podemos aprender de esto?
34. ¿Qué cualidades de Jesús destaca Lucas como magníficos precedentes para los cristianos?
35. ¿Por qué podemos realmente agradecer a Jehová que proveyera el Evangelio de Lucas?
 
Bloguista: Tomado del Libro Toda Escritura y de WWW.j.w.org/es