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Wednesday, March 20, 2013

Obedece, por favor....

Capítulo 6
“Obedece, por favor, la voz de Jehová”
OBEDECER no está de moda. Muchas personas ni siquiera se plantean si está bien o mal actuar de cierto modo, sino que hacen lo que les apetece o lo que les conviene. Esta actitud se ve en los conductores que cometen infracciones, los inversores que violan las leyes financieras y los altos funcionarios que burlan las leyes que incluso ellos mismos han contribuido a implantar. En los días de Jeremías también era común lanzarse al “proceder popular”, a sabiendas de que era incorrecto y perjudicial (Jer. 8:6).
2 Nosotros sabemos que quienes desean obtener el favor del Todopoderoso no pueden sencillamente seguir el “proceder popular”. Es digno de mención que Jeremías presentase un contraste entre los que no habían “obedecido la voz de Jehová” y los que procuraban hacerlo (Jer. 3:25; 7:28; 26:13; 38:20; 43:4, 7). Cada uno de nosotros tiene que analizar de qué lado está. ¿Por qué? Porque las embestidas de Satanás contra la integridad de los siervos de Dios se han vuelto especialmente virulentas. Podemos asemejar al Diablo a una serpiente que espera silenciosa a su presa y súbitamente lanza su mortífero ataque. Nuestra determinación de obedecer la voz de Jehová nos impulsará a alejarnos del alcance de sus letales colmillos. Ahora, ¿cómo reforzar esta determinación? Los escritos de Jeremías nos ayudarán.
AQUEL A QUIEN DEBEMOS OBEDIENCIA
3 ¿Por qué merece Jehová nuestra total obediencia? Jeremías aporta una razón llamándolo “el Hacedor de la tierra por su poder, Aquel que firmemente estableció la tierra productiva por su sabiduría” (Jer. 10:12). En efecto, Jehová es el Soberano del universo, y debemos temerle por encima de todos los demás gobernantes. Él posee el derecho absoluto a esperar que cumplamos con sus sabios mandamientos, que al fin y al cabo son para nuestro beneficio (Jer. 10:6, 7).
[Ilustración de la página 69]
Beber del “agua viva” de Jehová nos impulsa a obedecer
4 Jehová no es únicamente el Gobernante Universal, sino el Sustentador de la vida, nuestra vida. A los contemporáneos de Jeremías no les quedó ninguna duda al respecto. Mientras que Egipto dependía muchísimo de las aguas del Nilo, la Tierra Prometida dependía en gran manera del agua de las lluvias estacionales, que sus habitantes almacenaban en cisternas subterráneas (Deu. 11:13-17). Solo Jehová era capaz de hacer llover y empapar el suelo para que produjera. Por otro lado, él también podía retener las tan ansiadas lluvias. De ahí que en los días de Jeremías, los desobedientes judíos sufrieran una serie de sequías devastadoras que dejaron resecos sus campos, viñas, pozos y cisternas (Jer. 3:3; 5:24; 12:4; 14:1-4, 22; 23:10).
5 Aunque los judíos estimaban mucho el agua literal, rechazaron el “agua viva” que Jehová les ofrecía en abundancia. Lo demostraron desobedeciendo deliberadamente la Ley divina y aliándose con otras naciones. Llegaron a ser como alguien que durante una sequía guarda la poca agua que tiene en una cisterna rota, así que sufrieron las consecuencias (léanse Jeremías 2:13 y 17:13). Nosotros no tenemos por qué actuar como ellos y acarrearnos la ruina. Jehová continúa regalándonos abundancia de “agua viva”, es decir, la guía de su Palabra inspirada; pero solo nos beneficiaremos de ella si la estudiamos y procuramos seguirla.
6 A medida que iba acercándose el día en que Dios le ajustaría las cuentas a Judá, la obediencia era cada vez más vital. Si algún judío quería ganarse el favor y la protección de Jehová, tenía que arrepentirse y obedecerle. El rey Sedequías, que no se había mostrado firme a la hora de hacer lo recto, se encaró con esta decisión. Cuando sus subalternos le dijeron que querían matar a Jeremías, no tuvo las agallas para oponerse. Como vimos en el capítulo anterior, el profeta sobrevivió al intento de asesinato gracias a Ébed-mélec. Luego exhortó a Sedequías: “Obedece, por favor, la voz de Jehová” (léase Jeremías 38:4-6, 20). Estaba claro: por su propio bien, el rey tenía que decidirse. ¿Obedecería a Dios?
¿Por qué fue apropiado que Jeremías repetidamente exhortara a los judíos a que obedecieran a Dios?
ES URGENTE OBEDECER A JEHOVÁ
7 Hoy es tan importante la obediencia a Jehová como lo fue en la antigüedad. Preguntémonos: “¿Estoy decidido a obedecerle? Si me topara en Internet con una página pornográfica, ¿me quedaría mirando, o rechazaría la tentación y la cerraría inmediatamente? Y si un no creyente en el trabajo o la escuela quisiera salir conmigo, ¿tendría la entereza para rechazarlo? ¿Me atraen, o me repelen los sitios de Internet y los libros de contenido apóstata?”. Tanto en estas como en otras situaciones, siempre hay que recordar lo que dice Jeremías 38:20.
8 Jehová se valió de Jeremías para exhortar reiteradamente a su pueblo con palabras como estas: “Vuélvanse, por favor, cada uno de su camino malo, y hagan buenos sus caminos y sus tratos” (Jer. 7:3; 18:11; 25:5; léase Jeremías 35:15). De modo similar, los ancianos cristianos se esfuerzan por ayudar a sus hermanos en peligro espiritual. Si en algún momento nos aconsejan que evitemos cierto proceder erróneo o imprudente, no hagamos oídos sordos. Su objetivo es el mismo que el de Jeremías.
[Ilustración de la página 70]
Cuando los ancianos traten de ayudarnos, no hagamos oídos sordos
9 Los ancianos quizás repasen algún principio bíblico que ya nos hayan mencionado. Repetir un consejo nunca es fácil, pero se hace más difícil aún si la persona que lo precisa manifiesta una actitud como la de muchos de los judíos que oyeron a Jeremías. Veamos los reiterados esfuerzos de los ancianos por ayudarnos como expresiones del amor de Jehová. Hay que reconocer también que Jeremías no habría tenido la necesidad de repetir las advertencias si hubiera habido una buena respuesta. Así es, para que no nos repitan los consejos, debemos aplicarlos enseguida.
EL PERDÓN DE JEHOVÁ: GENEROSO, MAS NO AUTOMÁTICO
10 En este mundo no podemos obedecer a Jehová a la perfección, por mucho que tratemos; de ahí que tengamos que agradecerle su disposición a perdonar nuestros errores. Con todo, su perdón no es automático. ¿Por qué no? Porque el pecado le repugna (Isa. 59:2). En consecuencia, Jehová se asegura de que nos merezcamos su perdón.
11 Ya hemos visto que muchos contemporáneos de Jeremías solían desobedecer a Dios y así abusaban de su paciencia y misericordia. En la actualidad, ¿podríamos adoptar el mismo hábito? Sí, si hacemos caso omiso de los recordatorios divinos y comenzamos a practicar el pecado. En algunos casos, esto ha sucedido abiertamente, como cuando una persona entra en un matrimonio adúltero. Pero incluso si nadie se diera cuenta del pecado, el que desobedece a Jehová se encamina al fracaso. Alguien que llevara una doble vida podría pensar que no lo van a descubrir; sin embargo, la realidad es que Dios examina lo que hay en nuestra mente y corazón y puede ver lo que sucede a puerta cerrada (léase Jeremías 32:19). ¿Qué debe hacer uno si, en efecto, ha desobedecido a Dios?
12 Muchos judíos desdeñaron la ayuda que Jehová les brindó una y otra vez mediante Jeremías. De igual modo, es posible que una persona que ha cometido algún pecado grave no se arrepienta y rechace la ayuda de los ancianos. En tal caso, ellos deben seguir las pautas bíblicas pertinentes y expulsar al pecador para proteger a la congregación (1 Cor. 5:11-13; véase el recuadro “Vivir sin ley”, de la página 73). ¿Significa esto que se trata de un caso perdido, que el transgresor nunca podrá recuperar el favor de Jehová? No. Los israelitas habían sido rebeldes por mucho tiempo, y aun así, Dios les dijo: “Vuélvanse, hijos renegados. Yo sanaré su condición de renegados” (Jer. 3:22).* Jehová insta a los pecadores a que regresen a él; es más, les indica el camino.
¿Por qué es sensato buscar el perdón de Dios cuando pecamos?
OBEDEZCAN A JEHOVÁ VOLVIÉNDOSE A ÉL
13 Para volverse a Dios, como indicó Jeremías, la persona ha de pensar: “¿Qué he hecho?”. Luego, a la luz de los principios bíblicos, debe responderse con sinceridad. Los judíos impenitentes del tiempo de Jeremías ni siquiera se plantearon esa reflexión. Rehusaron admitir el alcance de sus pecados, de modo que Jehová no los perdonó; no pudo perdonarlos (léase Jeremías 8:6). En cambio, el pecador arrepentido reconoce que al desobedecer a Jehová, ha manchado el nombre de Dios y el de la congregación cristiana. Además, lo apesadumbra profundamente el dolor que haya podido ocasionar a gente inocente. Debe saber que su solicitud de perdón solo es válida ante Jehová cuando admite todo el daño causado por sus malos actos. Pero volverse a Dios implica algo más.
14 La persona verdaderamente arrepentida escudriña sus motivos, deseos y costumbres (léase Lamentaciones 3:40, 41). Examina los aspectos de su vida donde hay fisuras, tales como su relación con el sexo opuesto, el consumo de bebidas, el tabaco, el uso que le da a Internet o sus tratos comerciales. Así como una mujer friega hasta los rincones más ocultos de su cocina para mantenerla higiénicamente limpia, la persona arrepentida ha de esforzarse por purificar sus pensamientos y sus actos privados. Para ‘volverse a Jehová’, debe cumplir con sus exigencias y ajustarse a sus normas. Algunos judíos del tiempo de Jeremías se volvieron a Jehová “falsamente”; es decir, fingieron sentir remordimiento pero nunca cambiaron su actitud o forma de vivir (Jer. 3:10). A diferencia de ellos, el que sinceramente solicita perdón no trata de engañar ni a Jehová ni a la congregación. En vez de solo querer lavar su reputación o volver a juntarse con sus parientes y hermanos de fe, desea dejar en el pasado los males cometidos y granjearse el perdón y el favor de Dios.
15 La oración forma parte esencial del arrepentimiento. En la antigüedad era común que la gente levantara las manos hacia el cielo al orar. Hoy, parafraseando a Jeremías, cuando una persona arrepentida ora, ‘levanta su corazón junto con las palmas de las manos a Dios’ (Lam. 3:41, 42). El pesar que siente la impulsa a obrar en consecuencia con sus súplicas, pues son sinceras y nacen del corazón.
[Ilustración de la página 75]
“¿Por qué no hice caso?”
16 Es indudable que la persona que reconoce sus errores ha de tragarse el orgullo. Ahora bien, lo más importante es que Jehová desea que los pecadores regresen a él. Cuando ve un corazón contrito, su propio corazón reacciona. Sus entrañas ‘se alborotan’, o se conmueven, porque está dispuesto a perdonar a todos los que se arrepienten, tal como hizo con los israelitas que regresaron del exilio (Jer. 31:20). ¡Qué tranquilizador es saber que Dios quiere darles paz y esperanza a quienes le obedecen! (Jer. 29:11-14.) Tienen la posibilidad de volver a ocupar un lugar entre los siervos devotos de Dios.
LA OBEDIENCIA NOS PROTEGE
17 La mejor protección es la obediencia devota a Jehová, algo que se percibe en el ejemplo de los recabitas del tiempo de Jeremías. Más de dos siglos antes, Jehonadab, su antepasado quenita, que había apoyado fielmente a Jehú, les había impuesto ciertos mandatos, entre ellos el de no beber vino. Jehonadab llevaba mucho tiempo muerto, pero aun así, los recabitas seguían obedeciéndole. A modo de prueba, Jeremías los llevó a un comedor del templo, les puso vino y los instó a beber. Ellos le respondieron: “No beberemos vino” (Jer. 35:1-10).
[Ilustración de la página 77]
18 Si para los recabitas era importante obedecer a su antepasado muerto, con mayor diligencia aún debemos los verdaderos siervos del Dios vivo obedecer sus mandamientos. La fidelidad de los recabitas impresionó a Jehová, pues era diametralmente opuesta a la rebeldía de los judíos. Por ello, él les prometió que los protegería de la inminente destrucción. Si aplicamos esta lección hoy día, ¿no es lógico que a quienes obedecen sin reservas a Jehová también se les asegure protección durante la gran tribulación? (Léase Jeremías 35:19.)
¿Por qué es un aspecto importante de la obediencia arrepentirse de un pecado grave? ¿Cómo puede la obediencia evitar que uno tenga que arrepentirse?
QUIENES OBEDECEN A JEHOVÁ NO ESTÁN SOLOS
19 El cuidado protector de Dios no debe verse como cosa del pasado. En la actualidad, Jehová también escuda de los peligros espirituales a quienes le obedecen. Tal como las altas murallas protegían las ciudades de los ataques enemigos, la ley de Dios resguarda a quienes la estudian y la aplican consecuentemente en su vida. ¿Permaneceremos dentro del recinto amurallado de sus normas morales? Podemos estar seguros de que nos irá bien si lo hacemos (Jer. 7:23). Hay muchas experiencias que lo demuestran (véase el recuadro “La obediencia a Jehová nos protege”).
20 Ya sea que estén en nuestra familia, en el lugar de trabajo, en la escuela o entre las autoridades del país, los enemigos nos dificultan el servicio a Dios. Sin embargo, podemos estar seguros de que si obedecemos estrictamente a Jehová, él nos apoyará incluso en las circunstancias más penosas. No olvidemos que Dios prometió sostener a Jeremías a pesar de la feroz oposición, y lo hizo (léase Jeremías 1:17-19). Una de las veces en que más claro se manifestó el apoyo divino fue en los días del rey Jehoiaquim.
21 Jehoiaquim se opuso a los portavoces de Dios con una furia pocas veces igualada en Israel. Por ejemplo, persiguió al profeta Uriya, contemporáneo de Jeremías, incluso más allá de sus fronteras, lo trajo de vuelta y lo asesinó (Jer. 26:20-23). En el cuarto año del rey, Jehová mandó a Jeremías que escribiera todas las palabras que le había hablado hasta entonces y las leyera en el templo en voz alta. Jehoiaquim consiguió el rollo de Jeremías y ordenó a un oficial de la corte que se lo leyese. A medida que avanzaba la lectura, el rey rasgaba el documento en trozos, que iba echando al fuego a pesar de que algunos príncipes le rogaban que no lo hiciera. Luego mandó detener a Jeremías y a Baruc. ¿Cuál fue el desenlace? “Jehová los mantuvo ocultos” y no permitió que Jehoiaquim lastimara a estos dos hombres fieles (Jer. 36:1-6; léase Jeremías 36:21-26).
22 Si Jehová lo ve oportuno, también puede proteger a sus siervos actuales del peligro, aunque las más de las veces les da el valor y la sabiduría para obedecerle y seguir predicando las buenas nuevas. Este es el caso de una mujer sola, madre de cuatro hijos, a quien llamaremos Gulistan. Por un tiempo fue la única Testigo de una amplia zona de Asia central, donde las autoridades se oponen a la obra del Reino. La congregación más cercana está a 400 kilómetros (250 millas), por lo que Gulistan apenas disfruta de la compañía de cristianos maduros. Pese a la oposición y otros problemas, predica de casa en casa y halla muchas personas interesadas. Según un informe reciente, dirige cursos bíblicos con casi veinte personas y atiende a este grupo cada vez mayor de ovejas de Jehová.
23 Tal como Dios ayudó a Jeremías y ha ayudado a Testigos como Gulistan, también está dispuesto a ayudarnos a nosotros si somos siervos obedientes. Resolvámonos, por tanto, a obedecerle como Gobernante antes que a los hombres. Veremos que ni la oposición ni otros obstáculos nos impedirán alabar públicamente al único Dios verdadero en nuestro territorio (Jer. 15:20, 21).
24 La verdadera felicidad en la vida es inalcanzable si nos independizamos de nuestro Creador (Jer. 10:23). Tras estudiar lo que Jeremías escribió sobre la obediencia, ¿vemos aspectos en los que podríamos dejar que Jehová dirigiera más plenamente nuestros pasos? Los preceptos de Jehová constituyen la única guía que nos lleva a la felicidad. Por eso, él nos insta: “Obedezcan mi voz [...] a fin de que les vaya bien” (Jer. 7:23).
¿Cómo podemos utilizar en nuestra relación con Dios las lecciones sobre la obediencia extraídas del libro de Jeremías?
[Nota]
Jehová se dirigió en esta ocasión a Israel, el reino del norte, compuesto de diez tribus, cuyos habitantes ya habían pasado unos cien años en el exilio para cuando Jeremías transmitió este mensaje. Con sus palabras dejó claro que, hasta aquel día, la nación no se había arrepentido (2 Rey. 17:16-18, 24, 34, 35). Sin embargo, sus integrantes podían recuperar el favor de Dios e incluso regresar del exilio.
[Preguntas del estudio]
 1, 2. ¿Qué actitud tienen quienes siguen el “proceder popular”, y por qué debemos ser diferentes?
 3. ¿Por qué merece Jehová nuestra obediencia?
 4, 5. a) ¿Qué verdad aprendieron los judíos en tiempos de sequía? b) ¿Cómo desperdiciaron los habitantes de Judá el “agua viva” de Jehová? c) ¿Cómo podemos beber del “agua viva” que nos regala Dios?
 6. a) ¿Cuál fue la actitud de Sedequías en cuanto a obedecer a Jehová? b) ¿Por qué fue insensato el rey?
 7. ¿En qué situaciones podría someterse a prueba nuestra obediencia?
 8, 9. a) ¿Por qué es prudente escuchar a los ancianos cuando tratan de ayudarnos? b) ¿Cómo debemos ver los reiterados consejos de los ancianos?
10. ¿Por qué no perdona Jehová los pecados automáticamente?
11. ¿Por qué es imposible mantener en secreto los pecados?
12. ¿Qué deben hacer a veces los ancianos para proteger al rebaño?
13. ¿Qué debe reconocer la persona que desea volver a Jehová?
14. ¿Cómo puede alguien ‘volverse a Jehová’? (Inclúyase el recuadro “¿Qué es el arrepentimiento?”.)
15. ¿Qué tipo de oraciones eleva a Dios una persona arrepentida?
16. ¿Por qué es lógico volverse a Dios?
17, 18. a) ¿Quiénes eran los recabitas? b) Según se ve en la página 77, ¿por qué son conocidos?
19. ¿Qué protección nos da Dios si le obedecemos?
20, 21. a) ¿De qué podemos estar seguros mientras sirvamos a Jehová? b) ¿Cómo reaccionó el rey Jehoiaquim al mensaje de Dios mediante Jeremías?
22, 23. ¿Qué pone de manifiesto sobre el apoyo divino la experiencia de una Testigo de Asia central?
24. ¿Qué beneficios nos reporta la obediencia ahora?
[Ilustración de la página 69]
Beber del “agua viva” de Jehová nos impulsa a obedecer
[Ilustración de la página 70]
Cuando los ancianos traten de ayudarnos, no hagamos oídos sordos
[Recuadro de la página 73]
VIVIR SIN LEY
  ¿Cómo era la vida después de la destrucción de Jerusalén? Jeremías nos pinta un breve cuadro en Lamentaciones 2:9. Las murallas —y posiblemente las puertas— están derruidas, por lo que la ciudad carece de protección. Pero, peor aún, “no hay ley”. ¿Se refiere Jeremías a que los supervivientes son una banda de desaforados? No. Todo apunta, más bien, a la pérdida de la seguridad y tranquilidad espiritual de que los judíos gozaban cuando los sacerdotes y profetas fieles los instruían en la Ley de Dios. Los falsos profetas que ahora captan su atención no les ofrecen una ‘visión’, o dirección real de parte de Jehová; sus “visiones” son inútiles (Lam. 2:14).
  La persona que ha sido expulsada de la congregación quizás se encuentre en una situación parecida. Ya no disfruta de la afectuosa amistad de sus hermanos ni del cuidado atento de los ancianos. Se halla alejada de la vivificante enseñanza espiritual. Probablemente siente un gran vacío en el mundo, donde “no hay ley” de Jehová. Ahora bien, puede recuperar su buena relación con él y volver a disfrutar de abundantes bendiciones (2 Cor. 2:6-10). Pero, sin duda, todos concordaremos en que lo mejor es obedecer a Jehová y nunca llegar a vivir sin ley.
[Recuadro de la página 74]
¿QUÉ ES EL ARREPENTIMIENTO?
  Las palabras bíblicas en hebreo y griego vinculadas al arrepentimiento tienen que ver con la actitud de la persona y con el cambio de mentalidad que se produce tocante a una conducta del pasado o algo que se pretendía hacer. También aluden a sus sentimientos, entre ellos el pesar y el consuelo que siente (2 Sam. 13:39; Job 42:6). La Biblia deja claro que el verdadero arrepentimiento implica acciones movidas por sentimientos fuertes y sinceros. Esta es la clase de contrición que espera Jehová de todos los que claman por el perdón de pecados (Jer. 31:18, 19).
[Ilustración de la página 75]
“¿Por qué no hice caso?”
[Ilustración de la página 77]
[Recuadro de la página 78]
LA OBEDIENCIA A JEHOVÁ NOS PROTEGE
  Un joven Testigo español se ha beneficiado muchísimo de obedecer a Jehová. Nos cuenta: “En clase, una chica me propuso que saliéramos juntos. Era muy bonita, pero en mi interior sabía que salir con alguien que no ama a Jehová era peligroso.
  ”Más o menos por las mismas fechas, mis compañeros me presionaron para que asistiera a una fiesta de fin de curso. Cuando les di las razones bíblicas por las que no acudiría, me insultaron y ridiculizaron. Me sentí totalmente rechazado. Le conté lo que me sucedió a un anciano de la congregación, y él me preguntó: ‘¿Puede alguien que no respeta tus decisiones y valores morales ser un auténtico amigo?’. Aquellas palabras me fortalecieron y me ayudaron a soportar la presión.
  ”¡Me alegro tanto de no haber cedido! En aquella fiesta violaron a una chica. Y esa misma noche, tres de mis compañeros quedaron muy malheridos en un accidente de tráfico porque el que conducía estaba borracho. Si hubiese ido a la fiesta, quizás habría estado con ellos en el coche. Le doy gracias a Jehová por darme las fuerzas para obedecerle a pesar de la presión.”