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Saturday, November 01, 2014

Novela "La Violación". ( Ficción). Parte 4: Yo, Berta:

-Pues sí, Señora Berta, leeré con mucha atención su blog personal. Qué bueno que lo está haciendo!. Así socializa sus experiencias y se libera de tensiones. Es un buen ejercicio para usted y otros. Y siga al pie de la letra todas las instrucciones que le di.
-Así lo hare, Doctor Nadium. Y muchas gracias.
-Por nada. Adios.
-Adios.


Yo, Berta, nací en las afueras de una ciudad de provincia, en 1958, en una calle santa, rosa y polvorienta. Una piedra blanca en el camino fue mi primer sillón. Vine al mundo con una tez morena, un pelo suave, fino, pero tan crespo, que más que chorongos, se me hacían solos frijolitos en la cabeza. Todos tenían que admirar mi belleza criolla y mi carisma.
Siempre soñé con ser princesa, reina. Añoraba un palacio de diamantes, tener pajes, criados, damas de compañía y bufones. Desde niña lo quise. Mas tuve un destino trágico: en mi adolescencia mis padres se divorciaron. Por ahí o un poco antes creo que empezó todo. Mami se volvió a casar. Eramos varios hermanos y teníamos una miseria espantosa!.
Apenas hice la Escuela Secundaria y me busqué muy malos amigos. A los quince años ya estaba presa con un grupo de hippies. Allí en la prisión convivimos con gente de toda calaña. Recuerdo especialmente a Rosa, le habían echado treinta años por matar a su propio hijo al nacer, clavándole las uñas. Habían unas broncas terribles y algunas lesbianas y un matrimonio de Testigos de Jehová que ni podían predicar, excepto con el buen ejemplo.Muchas se emborrachaban en las celdas con benadrilina. Obligaban a las más débiles a que lavaran su ropa interior hasta cuando estaban menstruando. Para sobrevivir en aquel medio tuve que hacerme más perversa de lo que en realidad era.
A los cinco meses de estar en la cárcel nos absolvieron a todos en el juicio, pues no era cierto que hubiéramos robado con fuerza a aquel viejo que se enamoró de Elenita. Pero ya estábamos todos marcados para siempre.
Acostumbrábamos a salir en grupo de parrandas nocturnas. Dormíamos de día. Es verdad que le derrochamos el dinero a Rafael, pero él tenía bastante y lo hacía por Elenita. Hasta los machos lo chuleaban, pero se lo buscaba. Eramos unos chiquillos locos y vivíamos de bacanal en bacanal, de orgía en orgía. Nos encantaban los cabarets de Rumayor,
 y sobre todo El Pachín, ese que ahora le dicen El criollo. Bebíamos, fumábamos y bailábamos desenfrenadamente para olvidar nuestros problemas y ansiedades.
Elenita nunca se acostó con Rafael, lo entretenía y nos mantenía. Y el muy mezquino en venganza nos pasó la cuenta a todos. Nos acusó. Suerte que la familia de Tato se movió con lo del dinero para el abogado , y por eso y por las influencias de su familia fue que pudimos salir, sino nos podrimos en el Cinco de la Carretera a Luis Lazo. Después Elenita tuvo otras Odiseas y acabó pegándose candela a finales de los 70.
Jamás nos llevaron a Reformatorios Juveniles, Centros Especializados, ni nada de eso, a pesar de las gestiones de mi hermana de La Habana con el Jefe de la Policía Regional.
Cuando salí tuve que mudarme con Armando para la Cuartería de frente a Coppelia. La gente cree que me acostaba con él, pero no, solo le daba algún filito; siempre me acuesto con los que me gustan!. Allí la mayoría se dejaban manosear por los viejos a cambio del cuarto y del plato de comida. Varios estaban hasta tuberculosos.Mi hermana denunció y hasta dijo que era prostitución, con la intención de ayudarnos. Pero la propia Policía afirmó que " no podían marcar el dinero " para probarlo. Y por poco la trancan a ella por hablar de que ese fenómeno existía. No obstante, para tapar su boca y la de algunos vecinos que se quejaban, mudaron la Cuartería de nuestros ángeles de la guarda para el Reparto Velez. Les dieron unos cuartos nuevos y vivíamos más apartados, no en el centro del pueblo. Cerca nos pasaba el río de La Cabaña.Y hasta era más encantador!.
 Tuvimos nuevas broncas, escándalos públicos y yo hasta una condena por tenencia de drogas. Esa fue una trampa de la Policía con una chivata.La hierba no era mía, sino de ella. Y yo cargué con el muerto!. Todo por no echarla pa'lante. La Lucrecia estaba infiltrada entre nosotros y siempre salía ilesa. Resolvía casa con los funcionarios, todo le salía bien!. Y andaba en lo mismo que nosotros!.
En una escena de celos, mi pareja por poco me mata en la Terminal de Omnibus. Si la navaja me hubiera penetrado medio centímetro más, mi madre y todos mis queridos, me habrían dejado de ver. Mas en el juicio defendí a Roberto a sugerencia de mi suegra. Después hasta tuve tres hijos con él y tomé mucho tiempo en dejar atrás esa página tan lastimera de mi historia.Para colmo, hoy Roberto es un héroe para mis hijos!.Y yo tal vez la mala de la novela!.