Translate a otros idiomas

Wednesday, March 27, 2013

Dios nos habla mediante Jeremias:

Capítulo 7
“Saturaré al alma cansada”
EL NUEVO mundo.” Al oír esas palabras, ¿acuden a nuestra mente imágenes de las bendiciones materiales predichas en la Biblia? Un cuerpo perfecto, alimento nutritivo en abundancia, animales mansos, vivienda segura... Hasta podemos citar pasajes que respaldan tales expectativas. Sin embargo, no olvidemos esta otra bendición: la salud espiritual y emocional. Sin ella, todos los demás deleites pronto se esfumarían.
2 Cuando Dios predijo mediante Jeremías el retorno de los judíos cautivos en Babilonia, destacó lo que sentiría su pueblo: “Te engalanarás con tus panderetas y realmente saldrás en la danza de los que están riéndose” (léanse Jeremías 30:18, 19 y 31:4, 12-14). Y añadió estas motivadoras palabras: “Saturaré al alma cansada, y ciertamente llenaré a toda alma que languidece”. La Nueva Biblia de los Hispanos vierte así la promesa divina: “Porque Yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada” (Jer. 31:25).
3 ¡Qué magnífica esperanza! Jehová dijo que saturaría, o satisfaría plenamente, a quien estuviera cansado y sin fuerzas. Y él cumple lo que promete. Los escritos de Jeremías nos dan la confianza de que nosotros también veremos saciadas nuestras necesidades. Es más, nos muestran cómo cobrar ánimo y ver las cosas con optimismo aun ahora. También nos enseñan formas prácticas de animar a otros, ayudándoles a satisfacer sus almas cansadas.
4 Aquella promesa fue una fuente de ánimo para Jeremías, y puede serlo igualmente para nosotros. ¿En qué sentido? Recordemos que en el capítulo 1 de esta obra comentamos que Jeremías, tal como Elías, era un “hombre de sentimientos semejantes a los nuestros” (Sant. 5:17). Siendo esto así, veamos algunas razones por las que a veces el profeta pudo desalentarse o hasta deprimirse un poco. Al mismo tiempo, pensemos en cómo nos hubiéramos sentido nosotros y por qué ciertas situaciones podrían deprimirnos (Rom. 15:4).
5 El desánimo de Jeremías pudo provenir en parte de Anatot, ciudad levita que lo vio nacer, situada a unos cuantos kilómetros al noreste de Jerusalén. Allí tendría conocidos y hasta parientes. Mas como dijo Jesús, un profeta no tiene honra en su propia tierra, y ese fue el caso de Jeremías (Juan 4:44). Sus paisanos no solo fueron indiferentes e irrespetuosos con él, pues Dios dijo que ‘los hombres de Anatot anduvieron buscando su alma’. De hecho, dijeron amenazantes: “No debes profetizar en el nombre de Jehová, para que no mueras a mano de nosotros”. ¡Los mismos que debían estar de su lado —sus paisanos y, posiblemente, sus parientes— tramaban contra su vida! (Jer. 1:1; 11:21.)
[Ilustración de la página 83]
6 Si nos hallamos bajo la presión de vecinos, condiscípulos, compañeros de trabajo o hasta familiares, nos animará saber qué hizo Jehová a favor de Jeremías. “Voy a dirigir mi atención a” los hombres de Anatot, sentenció (léase Jeremías 11:22, 23). Sin duda, saber que Dios tomaría cartas en el asunto contribuyó a que el profeta superara el desánimo que pudiera haberlo invadido. La “atención” de Dios significaría que vendría una “calamidad sobre los hombres de Anatot”, y así fue. Nosotros podemos sentirnos tranquilos sabiendo que Jehová presta atención a todas las cosas y actúa al debido tiempo (Sal. 11:4; 66:7). Si persistimos en nuestra adhesión a las enseñanzas de la Biblia y en hacer lo que es correcto, ayudaremos incluso a algunos de nuestros enemigos a que se salven de la calamidad que de otro modo les sobrevendría (1 Tim. 4:16).
¿Cómo indica el libro de Jeremías que Dios se interesa por los sentimientos de su pueblo, y qué efecto tuvo este hecho en el profeta?
 
Tomado de WWW.j.w.org/es