Translate a otros idiomas

Friday, January 18, 2013

Los sueños, sueños son.

Tomado del Blog de Zoe Valdés.

16 enero, 2013 Vista Preliminar de Impresión




Los sueños, sueños son, Luis Cino





Todos soñamos alguna vez. Algunos lo hacen siempre. Yo sólo lo hago a veces. Los cubanos no podemos darnos muy a menudo el lujo de soñar. Pero no por ello dejamos de hacerlo.



Ahora que entró en vigor el dichoso decreto-ley 302, a millares de mis compatriotas les ha dado por soñar con viajar. Como si tuvieran dinero. Como si de veras a todos les fueran a conceder el pasaporte para viajar. Como si el régimen no hiciera trucos. Como si todos los países fueran a cambiar sus leyes migratorias en función de la desesperación de los cubanos. Como si el mundo no fuese cada vez más egoísta y duro. Como si se pudiese dejar la patria como mismo los majases largan la piel…



No puedo menos que sentir pena, mucha pena, por mis compatriotas que solo piensan en largarse a cualquier parte del mundo, en vez de quedarse en su patria para arreglarla…



También he soñado con viajar. He soñado el concierto de los Rolling Stones que no presencié. El Mardi Grass de New Orleans al que no asistí. El aguacero que no me empapó en Woodstock. Las flores que no pude dejar en la tumba parisina de Jim Morrison. Las noches que me perdí en el San Francisco hippie donde la gente llevaba flores en el pelo. La visita que no hice a la casa de Neruda en Isla Negra. Las vacaciones que no pasé en una islita del Pacífico o en la casa de Angie y Miguel en una montaña de Valencia. La émula de la garota de Ipanema con la que no pude sambar en los carnavales de Río de Janeiro. Las fotos que no me pude tirar en el Taj Mahal, en Graceland o frente a la casa de William Faulkner…



A mi mente no le han podido poner rejas y candado. No estoy seguro si estuve o no en esos lugares. Creo que sí. Me complace cada pasito de jicotea que se animen a dar los mandarines artríticos, pero no me importa demasiado si el MININT da permiso para viajar en una cartulina blanca o en forma de pasaporte.



Prefiero soñarme aquí, en mi país, en un futuro que necesariamente tiene que ser mejor. Un domingo al volante de un Mustang rojo, que compraré con el fruto de mi trabajo. Sin que me vigilen. Rumbo a la playa. No Malibú o Copacabana, sino Santa María del Mar o Boca Ciega. Con mis hijos, mi mujer y mis perros. Por toda la Vía Blanca, cantando las canciones de la Tamla Motown de cuando éramos adolescentes.



Sueño no con irme, sino con el regreso de mis amigos dispersos por el mundo, con mi familia como solía ser antes que la dividieran el exilio, la política y el miedo…



Mis sueños pueden tener bruscos despertares. A veces, llaman a mi puerta oficiales de la Seguridad del Estado. Me miran como si fuera un criminal peligroso, no sé si por las cosas que sueño…



Siempre trato de reanudar el sueño donde lo dejé. Sin exilios, ni policías, ni dictadura. En ocasiones, lo logro.

luicino2012@gmail.com