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Thursday, January 31, 2013

Los emigrantes. Sus sueños y sus realidades.

Tomado de la revista Despertad de 2013 de WWW. j.w.org/es

GEORGE estaba desesperado. Ni siquiera


pod

´ı

a alimentar a su familia.

Las enfermedades y el hambre azotaban

a su comunidad. Sin embargo, a unos

cientos de kil

´

ometros al sur se encontraba

un pa

´

ıs m

´

as pr

´

ospero. “Me ir

´

e all

´

a —pens

´o

George—, conseguir

´e

un empleo y luego

har

´e

que mi familia vaya tambi

´

en para

reunirse conmigo.”

Tambi

´e

n Patricia, de Nigeria, so

˜

naba con

un nuevo comienzo en el extranjero. No ten

´

ıa trabajo ni perspectivas de progresar,

de modo que decidi

´

o irse a Argelia y de all ´

ı

a Espa

˜n

a, sin imaginarse lo terrible que ser

´

ıa el viaje a trav

´

es del desierto del Sahara.

“Estaba embarazada —comenta ella—, y

quer

´

ıa darle a mi hijo una vida mejor.”

Rachel quer

´

ıa ir a Espa

˜

na para mejorar

su situaci

´

on. Hab

´

ıa perdido su empleo en

Filipinas y sus parientes le hab ´

ıan dicho

que en otros pa

´

ıses las empleadas dom

´

esticas

eran muy solicitadas. As

´

ı que pidi

´

o dinero

prestado, compr

´o

el pasaje y se despidi

´o

de su esposo y su hija con esta promesa:

“No estaremos separados por mucho tiempo”.

Se calcula que en las

´

ultimas d

´e

cadas

han emigrado m

´

as de 200 millones de personas

como George, Patricia y Rachel. Aunque

algunas han huido debido a la guerra,

los desastres naturales o la persecuci

´

on, la

mayor

´

ıa ha emigrado por razones econ

´

omicas.

¿Qu

´e

dificultades encuentran en el

pa

´

ıs al que llegan? ¿Logran la vida que

anhelaban? ¿C

´

omo les va a los hijos cuando

sus padres se marchan en busca de

mayores ingresos? Lea las respuestas que

se dan a continuaci

´

on.

TEMA DE PORTADA
Los inmigrantes

sus sue

˜ nos y

sus realidades

EN BUSCA DE UNA VIDA MEJOR

La primera gran dificultad del emigrante

es, a menudo, el viaje mismo. George viaj

´

o cientos de kil

´

ometros con poca comida.

“El recorrido fue una pesadilla”, recuerda.

Muchos inmigrantes ni siquiera llegan

a su destino.

El objetivo de Patricia era llegar a Espa-

˜

na. Atraves

´

o el desierto del Sahara api-

˜n

ada con otras 25 personas en un cami

´o

n abierto. “El viaje de Nigeria a Argelia

nos tom

´o

una semana —cuenta—. En el

trayecto vimos muchos cad

´ averes y

gente

vagando por el desierto a punto de morir.

Parece que algunos camioneros despiadados

van abandonando pasajeros a lo

largo del camino.”

A diferencia de George y Patricia, Rachel

viaj

´

o en avi

´

on a Espa

˜

na, donde ten

´

ıa

un empleo esper

´

andola. Pero nunca se

imagin

´

o cu

´

anto extra

˜

nar

´ ıa a

su hijita de

dos a

˜

nos. “Cada vez que ve

´ ıa a

una madre

cuidando de su peque

˜

no —recuerda—,

se me encog

´

ıa el coraz

´

on.”

George luch

´o

por adaptarse a su nuevo

pa

´

ıs. Pasaron meses antes de que

pudiera enviar dinero a casa. “Muchas

noches llor

´e

de soledad y frustraci

´

on”,

confiesa.

Tras varios meses en Argelia, Patricia

lleg

´o

a la frontera con Marruecos. Ella

dice: “All

´ı

di a luz a mi nena. Ten

´

ıa que

esconderme de los traficantes que secuestraban

a las inmigrantes y las obligaban

a prostituirse. Al final consegu

´

ı suficiente

dinero para iniciar el peligroso

viaje pormar a Espa

˜

na. El bote estaba

en p

´

esimo estado y no estaba preparado

para llevar a tanta gente. ¡Hasta tuvimos

que usar los zapatos para sacar el

agua que entraba! Al llegar a la costa,

no me quedaban fuerzas para caminar

hasta la orilla”.

Los riesgos del viaje no son los

´

unicos

problemas a los que se enfrenta quien

est

´

a planeando irse a otro pa ´

ıs. Est

´

an

las barreras del idioma y la cultura, as

´ı

como los gastos y las complicaciones legales

que surgen para obtener la residencia

o la ciudadan

´

ıa. Si no se obtienen, es

casi imposible conseguir un buen empleo,

vivienda, educaci

´

on o servicios de salud

adecuados. Tampoco es f

´

acil tramitar la licencia

de conducir ni abrir una cuenta

bancaria. Y por si fuera poco, los inmigrantes

indocumentados son explotados

como mano de obra barata.

Otro factor que considerar es el dinero.

En realidad, ¿cu

´ anta seguridad ofrece?

La Biblia da este sabio consejo: “No te

esfuerces por hacerte rico; deja de preocuparte

por eso. Si te fijas bien, ver

´

as

que no hay riquezas; de pronto se van

volando, como

´

aguilas, como si les hubieran

salido alas” (Proverbios 23:4, 5,

Dios habla hoy). Hay que recordar que

LLEGADA Y PROCESO DE ADAPTACI

´

ON

UN EMIGRANTE

DE TIEMPOS ANTIGUOS

“La migraci

´o

n es la acci

´

on m

´

as antigua

de combate a la pobreza”, escribi

´

o el economista

John Kenneth Galbraith. Eso fue lo que hizo

el patriarca Jacob, el fundador de la naci

´

on de

Israel. Debido al hambre que azotaba Cana

´

an,

Jacob y su gran familia de casi setenta miembros

se mudaron a Egipto, donde permanecieron

por much

´

ısimo tiempo (G

´

enesis 42:1-5; 45:9-11;

46:26, 27). De hecho, Jacob muri

´

o all ´

ı y sus descendientes

se quedaron en aquel pa

´

ıs por unos

doscientos a

˜

nos antes de volver a Cana

´

an.

¡Despertad! Febrero de 2013 7

las cosas m

´

as importantes no se pueden

comprar: el amor, la tranquilidad y la unidad

familiar. ¡Qu

´e

triste es cuando una

pareja, en su deseo de conseguir m

´

as dinero,

pone en segundo plano el amor que

los une o el “cari

˜

no natural” que sienten

por sus hijos! (2 Timoteo 3:1-3.)

Los seres humanos tambi

´

en tenemos

una necesidad espiritual (Mateo 5:3). Por

tanto, los buenos padres hacen todo lo

que est

´

a en su mano por cumplir la responsabilidad

que Dios les ha dado de ense

˜

nar a sus hijos acerca de

´

el, su prop

´

osito

y sus normas (Efesios 6:4).

“OJAL

´A

HUBIERAN TOMADO OTRA DECISI

´

ON”

“Yo ten

´

ıa nueve a

˜

nos cuando mam

´

a se

fue a Espa

˜n

a —dice Airen, quien viv

´

ıa en Filipinas

con sus dos hermanas menores—. Nos

prometi

´

o que comer ´

ıamos mejor, ir

´

ıamos a

una mejor escuela y vivir

´

ıamos en una casa

mejor. Todav

´ ıa recuerdo el d

´ ıa que se march

´

o.

Me abraz

´o

y me dijo que cuidara de mis hermanitas,

Rhea y Shullamite. Llor

´

e pormucho

tiempo.

”Cuatro a

˜

nos despu

´

es, pap

´

a se march

´

o para

encontrarse con ella. Mientras estuvo con nosotras,

yo lo segu

´

ıa a todas partes. Cuando fuimos

a despedirlo, las tres estuvimos abrazadas

a

´

el hasta que subi

´

o al autob

´

us. De nuevo, llor

´e desconsoladamente por mucho tiempo.”

Shullamite, la menor de las tres, recuerda:

“Con nueve a

˜n

os, Airen lleg

´

o a sermimadre,

por decirlo as

´

ı. Yo le contaba mis problemas.

Ella me ense

˜n

´ oa lavar la ropa, a

hacer la

cama y otras cosas. Cuando nuestros padres

nos llamaban, algunas veces trataba de decirles

lo que sent

´

ıa, pero no me sab

´

ıa explicar

bien. No creo que siempre me hayan

entendido.

”La gente me preguntaba si extra

˜

naba a mis

padres. ‘¡Claro!’, respond

´

ıa yo. Aunque sinceramente

no recordaba a mi madre. Ten

´

ıa cuatro

a

˜

nos cuando se march

´

o yme hab ´

ıa acostumbrado

a estar sin ella.”

“Ten

´

ıa 16 a

˜

nos —dice Airen— cuando mis

hermanas y yo finalmente nos reunimos con

nuestros padres. ¡Qu

´e

emocionada estaba!

Pero una vez all

´

ı descubr ´

ı que para nosotras

eran casi unos extra

˜

nos.”

Rhea a

˜n

ade: “Yo me guardaba los problemas.

Era t

´

ımida y me costaba mostrar cari-

˜n

o. En Filipinas viv

´ ıamos con nuestros t

´

ıos, que

ten

´

ıan tres hijas. Aunque cuidaban de nosotras,

no era lomismo que tener verdaderos padres”.

Airen concluye diciendo: “Cuando

´

eramos

una familia pobre no sufrimos, pues nunca pasamos

hambre. Pero mis hermanas y yo s

´

ı sufrimos

cuando nuestros padres se marcharon.

Aunque llevamos juntos casi cinco a

˜

nos, la

huella que dej

´o

en nosotras la larga separaci

´

on no se ha borrado. Sabemos que nuestros

padres nos aman, pero ojal

´

a hubieran

tomado otra decisi

´

on”.

Las historias de los inmigrantes pueden

variar, pero la mayor

´

ıa tienen algo en com

´u

n, como se ve en los ejemplos de

George, Rachel y Patricia. La familia sufre

cuando se deja atr

´

as al c

´

onyuge o a los

hijos, y pueden pasar a

˜

nos hasta que todos

vuelvan a reunirse. En el caso de

George pasaron m

´

as de cuatro a

˜

nos.

Rachel finalmente volvi

´

o a Filipinas

para buscar a su hijita despu ´

es de haber

estado separada de ella por casi cinco

a

˜n

os. Patricia, por su parte, lleg

´

o a Espa

˜

na con su beb

´e

en brazos. “Ella es todo

lo que tengo —dice—, as

´ı

que trato de cuidarla

lo mejor posible.”

Muchos inmigrantes no vuelven a su

pa

´ ıs a

pesar de la soledad, los problemas

econ

´

omicos y la larga separaci

´

on de sus

seres queridos. ¿Por qu

´

e? Porque han

invertido tanto que, cuando las cosas salen

mal, no tienen el valor de cortar por

lo sano, regresar a casa y sufrir posibles

humillaciones.

Allan, de Filipinas, tuvo el valor de

regresar. Aunque hab

´

ıa encontrado un

buen empleo en Espa

˜

na, al a

˜

no y medio

ya estaba de vuelta en casa.

´

El explica:

“Extra

˜n

aba demasiado a mi esposa y a

mi nena. As

´

ı que decid ´

ı que no trabajar

´

ıa nunca m

´ as en el extranjero si no pod

´

ıa llev

´ armelas conmigo; y

con el tiempo,

eso fue lo que hice. La familia es much

´

ısimo

m

´

as importante que el dinero”.

Patricia descubri

´

o otra cosa que es

m

´

as importante que el dinero. Cuando

lleg

´

o a Espa

˜

na, llevaba con ella un Nuevo

Testamento. “Era mi amuleto —recuerda—.

M

´

as tarde conoc

´

ı a una testigo de

Jehov

´

a. Nunca hab

´

ıa querido hablar con

los Testigos, as

´

ı que empec ´

e a hacerle

muchas preguntas con la intenci

´

on de

demostrarle que estaba equivocada. Para

mi sorpresa, defendi

´o

sus creencias y respondi

´o

a mis preguntas con la Biblia.”

Patricia comprendi

´o

que la felicidad

verdadera y la esperanza de un futuro

mejor no dependen del lugar donde uno

viva ni del dinero que uno tenga, sino de

conocer a Dios y su prop

´

osito para la

humanidad (Juan 17:3). Entre otras cosas,

aprendi

´o

que Dios tiene nombre:

Jehov

´a

(Salmo 83:18). Tambi

´

en aprendi

´o

en la Biblia que

´

el pronto eliminar

´

a la pobreza

mediante su Reino, un gobierno en

manos de Jesucristo (Daniel 7:13, 14).

Jes

´

us “librar

´

a al pobre que clama por ayuda,

tambi

´e

n al afligido y a cualquiera que

no tiene ayudador. De la opresi

´

on y de

la violencia les redimir

´a

el alma”, nos asegura

Salmo 72:12, 14.

¿Por qu

´e

no dedica tiempo a examinar

la Biblia? Este libro de sabidur

´

ıa divina

le ayudar

´

a a darle el primer lugar a lo que

es m

´

as importante, a tomar buenas decisiones

y a afrontar las dificultades con

´

animo y esperanza (Proverbios 2:6-9,

20, 21). ˛

UNA FAMILIA UNIDA ES M

´

AS IMPORTANTE QUE EL DINERO

¡Despertad! Febrero de 2013