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Thursday, July 28, 2011

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Los jóvenes preguntan...

¿Necesito un teléfono celular?

 
“Si no llevo un teléfono celular, me siento muy insegura y me irrito.”—Sandra.*
EN NUMEROSOS países se utiliza cada vez más el teléfono celular, o móvil. Este aparato resulta, desde luego, práctico. Permite que tus amigos y tus padres se comuniquen contigo, y tú con ellos, a cualquier hora y en cualquier lugar. Con algunos modelos se pueden intercambiar mensajes de texto cortos, que “es el sistema más reciente con el que los jóvenes satisfacen su ansia de comunicación”, según el diario londinense The Times. Hay teléfonos celulares que incluso te conectan al ciberespacio y te dan acceso a sitios de Internet y al correo electrónico.
Tal vez ya tengas celular o estés pensando en conseguir uno. En cualquier caso, conviene que examines los pros y los contras que presenta su uso. Aunque es cierto que los teléfonos móviles tienen sus ventajas, piensa también en la otra cara de la moneda. Si conoces bien sus posibles desventajas, en caso de que te decidas a comprarte uno, lo usarás con más prudencia.

“Calcula los gastos”

Jesús enunció el sabio principio de que deben ‘calcularse los gastos’ antes de acometer una empresa importante (Lucas 14:28). ¿Puede aplicarse ese principio a la adquisición de un celular? Sin duda. Quizás obtengas el aparato en sí a muy bajo costo o incluso gratis. Pero, como descubrió una joven de 17 años llamada Henna, “su uso puede resultar muy caro”. También es posible que se te presione constantemente para que aceptes servicios adicionales y compres modelos más costosos. Marcelo dice: “Tengo un trabajo de tiempo parcial que me permite ahorrar dinero para comprarme un modelo nuevo todos los años”. Muchos jóvenes hacen lo mismo.#
Aunque tus padres accedan a pagarte la factura, es importante que entiendas lo que eso supone para ellos. Un ministro cristiano viajante de Japón indica: “Algunas madres realizan algún trabajito extra para poder pagar la factura del celular de sus hijos, quienes, a veces, ni siquiera lo necesitan”. Seguro que tú no deseas imponer tal carga a tus padres.

“Hace perder el tiempo”

Muchas personas utilizan el teléfono con moderación al principio, pero enseguida este empieza a consumirles más tiempo del que esperaban, y dejan a un lado otras actividades más importantes. Marta y su familia antes tenían largas sobremesas. “Ahora —dice ella—, en cuanto acabamos de cenar, cada uno regresa a su habitación, con el [celular] en la mano.”
“Un tercio de los jóvenes de 16 a 20 años prefieren los mensajes de texto a cualquier otro medio de comunicación escrita”, señala The Guardian, de Londres. Aunque el envío de mensajes de texto te resulte más barato que la conversación oral, su escritura te consume más tiempo. Tamara admite: “Cuando alguien me envía el mensaje ‘buenas noches’, le respondo ‘buenas noches’. Entonces seguimos enviándonos mensajes durante una hora, pero no son más que boberías”.
Muchos usuarios de teléfonos móviles se sorprenderían si anotaran todo el tiempo que pasan hablando por teléfono en un mes. Una chica de 19 años llamada Teija reconoce: “A muchas personas, el celular les hace perder el tiempo, más bien que ahorrárselo”. Aunque tus circunstancias justifiquen que poseas un celular, es importante que estés pendiente del tiempo que te consume su uso.
Una muchacha de nombre Marja dice: “En las asambleas cristianas, muchos jóvenes no paran de mandar mensajes triviales. Es muy común”. Se ha observado que algunos jóvenes hacen lo mismo mientras participan en el ministerio del campo. La Biblia aconseja a los cristianos que compren tiempo para las actividades espirituales (Efesios 5:16). Es lamentable que se utilice dicho tiempo precioso para hablar por teléfono.

Comunicación secreta

Marie menciona otro riesgo: “Como las llamadas llegan directamente a la persona, no a la casa, existe el peligro de que los padres no sepan con quién hablan sus hijos o ni siquiera si están usando el teléfono o no”. Algunos jóvenes se valen del celular para comunicarse en secreto con alguien del sexo opuesto. Hay quienes han bajado la guardia y han traspasado normas que por lo general observarían al conversar con otras personas. ¿En qué sentido?
“Cuando [los jóvenes] se intercambian mensajes de texto, nadie puede controlar lo que hacen”, dice el periódico londinense The Daily Telegraph. El hecho de no ver u oír a la otra persona puede tener un efecto adverso en ti. “Algunos piensan que los mensajes de texto son una forma más impersonal de comunicarse —señala Andrés—, y escriben cosas en ellos que no se atreverían a decirlas en la cara.”
Cuando Keiko, joven cristiana de 17 años, consiguió un celular, dio su número a muchos amigos suyos. Enseguida comenzó a intercambiar mensajes diariamente con un muchacho de su congregación. Ella dice: “Al principio solo conversábamos de cosas cotidianas, pero después empezamos a contarnos nuestros problemas. Nos creamos nuestro propio mundo con los celulares”.
Felizmente, Keiko recibió ayuda de sus padres y de los ancianos cristianos antes de que las cosas fueran demasiado lejos. Ahora reconoce: “Aunque antes de darme el celular mis padres insistieron en que era peligroso intercambiar mensajes con muchachos, yo le enviaba mensajes a él todos los días. No le estaba dando el mejor uso al celular”.%
La Biblia nos exhorta a “ten[er] una buena conciencia” (1 Pedro 3:16). Eso implica que al usar el celular te asegures de que, como aconseja Koichi, “no tengas nada de qué avergonzarte”, aun cuando otra persona lea tus mensajes u oiga lo que dices. Recuerda siempre que para nuestro Padre celestial no hay secretos. La Biblia explica: “No hay creación que no esté manifiesta a la vista de [Dios], sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). ¿Qué sentido tiene, entonces, intentar mantener una relación secreta?

Algunos jóvenes mantienen relaciones
secretas por medio del celular

Imponte límites

Si estás pensando en obtener un teléfono móvil, ¿por qué no evalúas primero tu situación con detenimiento para ver si de verdad lo necesitas? Habla del asunto con tus padres. Hay quienes opinan como Jenna, quien dice: “Muchos jóvenes no están preparados para asumir la responsabilidad de tener un celular”.
Aunque decidas adquirir uno, es importante que controles su uso. ¿Cómo? Imponte límites razonables. Por ejemplo, determina la cantidad de funciones que emplearás y el tiempo y dinero que invertirás. Puesto que la mayoría de las compañías telefónicas envían una factura desglosada, quizá convendría que la analizases con tus padres de vez en cuando. A algunas personas les resulta práctico recurrir al sistema de prepago a fin de limitar su uso.
También es recomendable que te fijes en cuándo y cómo contestas las llamadas y los mensajes. Establécete reglas razonables. Shinji explica: “Abro mi buzón electrónico nada más una vez al día y por lo general solo contesto los mensajes importantes. Así que los amigos han dejado de enviarme mensajes triviales. De todas formas, si se trata de una emergencia, me llamarán”. De mayor importancia aún es que escojas bien a aquellos con quienes te comunicas. No des tu número de teléfono a cualquiera. Aplica el mismo criterio que sigues en lo concerniente a las compañías (1 Corintios 15:33).
La Biblia dice: “Para todo hay un tiempo señalado, [...] tiempo de callar y tiempo de hablar” (Eclesiastés 3:17). Evidentemente, hay momentos en que también el teléfono móvil debe “callar”. Las reuniones y el ministerio cristianos son el “tiempo señalado” para adorar a Dios, no para usar el teléfono. Muchos administradores de restaurantes y de salas de espectáculos piden que no se utilice el celular, y por respeto accedemos a su solicitud. Sin lugar a dudas, el Soberano del universo merece, como mínimo, el mismo respeto.
Muchas personas apagan el teléfono o lo ponen en una modalidad silenciosa cuando están realizando una actividad importante y no esperan una llamada urgente. Algunos hasta lo dejan fuera de su alcance. Después de todo, ¿no es cierto que la mayoría de los mensajes pueden atenderse más tarde?
Si decides tener un celular, proponte que seas tú quien lo controle a él, y no él a ti. Deberás tener muy claras tus prioridades. La Biblia nos da la siguiente exhortación: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5). Si optas por adquirir un celular, resuélvete a demostrar lo razonable que eres en la manera de utilizarlo.

* Se han cambiado algunos nombres.
# En el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué hay de malo en ganar dinero?”, de ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1997, se analiza la cuestión de trabajar después de clase.
% El intercambio asiduo de mensajes y las conversaciones frecuentes con alguien del otro sexo por teléfono pudieran equivaler a salir juntos. Consulta el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué hay de malo en que hablemos?”, de ¡Despertad! del 22 de agosto de 1992.
 
 
Publicado en ¡Despertad!  del 22 de octubre de 2002
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