Poema de Adela Soto Alvarez. Enviado el 25 de Julio de 2011:
MI PADRE Y YO
Mi padre y yo estamos solos
En una urbe llena de detalles
Pero negados
A nuestra soledad imperecedera
Yo acunando penas entre poemas
Y testimonios.
El muriendo a plazos fijos
Sin haber conocido las Torres Egipcias
Las cataratas del Niágara.
Mi padre y yo tenemos los ojos fijos
En un recinto lleno de sobresaltos
Otro lleno de nieblas y congojas
Unas veces cubiertos de un polvillo gris
Otras anunciándonos
Las heridas de la guerra
La falta del corazón de los otros
El desamparo turbulento y terminal
De aquellos que se quebraron
Mi padre y yo, vivimos sobre lagunas familiares
Y recuerdos de montes y ríos
Palmas reales, miserias
Persecución y disparates
En una Villa casi real llamada Rembolt
Al mismo centro de la ciudad de las posibilidades
Bajo los tiroteos de repente, olor intenso a hierba
Y sirenas policiales.
Mi padre y yo,
Olvidados por la gente,
Con una madre lejana y polvorienta
Sembrada en una fosa
Sin flores ni epitafios
Mi hijo dejando sus reflejos
En una celda maloliente y fría
Mi hija en el escenario familiar
Tapando ante mí, sus agujeros
Mis nietos
Unos perdidos en la distancia
Otros metidos en su adolescencia
De celulares, textos, e Internet
Mi padre y yo olemos a rosas viejas
A desamparo y cautiverio almacenado
Sumidos en una abadía
Donde las lágrimas salen y caen en el mismo lugar
Porque no somos compañía para nadie.
Mi padre y yo estamos solos
El esperando la partida
Yo, en los rescoldos del fogón
Dejando la poca juventud entre las horas
Los dos a pecho descubierto
MI PADRE Y YO
Mi padre y yo estamos solos
En una urbe llena de detalles
Pero negados
A nuestra soledad imperecedera
Yo acunando penas entre poemas
Y testimonios.
El muriendo a plazos fijos
Sin haber conocido las Torres Egipcias
Las cataratas del Niágara.
Mucho menos las playas de Miami Beach
Tan cercanas y tan distantes
Mi padre y yo tenemos los ojos fijos
En un recinto lleno de sobresaltos
Porque soñar bajo este status
Es complicado.
A un costado el maletín de ilusiones y fracasos
Otro lleno de nieblas y congojas
Unas veces cubiertos de un polvillo gris
Otras anunciándonos
Las heridas de la guerra
La falta del corazón de los otros
El desamparo turbulento y terminal
De aquellos que se quebraron
Mi padre y yo, vivimos sobre lagunas familiares
Y recuerdos de montes y ríos
Palmas reales, miserias
Persecución y disparates
En una Villa casi real llamada Rembolt
Al mismo centro de la ciudad de las posibilidades
Bajo los tiroteos de repente, olor intenso a hierba
Y sirenas policiales.
Mi padre y yo,
Olvidados por la gente,
Con una madre lejana y polvorienta
Sembrada en una fosa
Sin flores ni epitafios
Mi hijo dejando sus reflejos
En una celda maloliente y fría
Mi hija en el escenario familiar
Tapando ante mí, sus agujeros
Mis nietos
Unos perdidos en la distancia
Otros metidos en su adolescencia
De celulares, textos, e Internet
Mi padre y yo olemos a rosas viejas
A desamparo y cautiverio almacenado
Sumidos en una abadía
Donde las lágrimas salen y caen en el mismo lugar
Porque no somos compañía para nadie.
Mi padre y yo estamos solos
El esperando la partida
Yo, en los rescoldos del fogón
Dejando la poca juventud entre las horas
Los dos a pecho descubierto
¿Qué más podemos pedirle a esta vida?