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Sunday, March 15, 2009

La Fe devuelve la Salud:

40 Al volver Jesús, la muchedumbre lo recibió amablemente, porque todos estaban esperándolo. 41 Pero, ¡mira!, vino un varón, por nombre Jairo, y este varón era un presidente de la sinagoga. Y cayó a los pies de Jesús y se puso a suplicarle que entrara en su casa, 42 porque tenía una hija unigénita, como de doce años, y esta se estaba muriendo.
Mientras [Jesús] iba, las muchedumbres lo apretaban. 43 Y una mujer, que padecía flujo de sangre hacía doce años, y que no había podido conseguir que nadie la curara, 44 se acercó por detrás y le tocó el fleco de la prenda de vestir exterior, y al instante el flujo de su sangre cesó. 45 De modo que Jesús dijo: "¿Quién es el que me ha tocado?". Cuando todos lo negaban, Pedro dijo: "Instructor, las muchedumbres te cercan y te oprimen estrechamente". 46 Sin embargo, Jesús dijo: "Alguien me ha tocado, porque percibí que ha salido poder de mí". 47 Viendo que no había pasado inadvertida, la mujer vino temblando y cayó delante de él y reveló ante todo el pueblo por qué razón lo había tocado, y cómo había sido sanada al instante. 48 Pero él le dijo: "Hija, tu fe te ha devuelto la salud; vete en paz".
49 Mientras él todavía estaba hablando, vino cierto representante del presidente de la sinagoga, y dijo: "Ha muerto tu hija; no molestes ya al maestro". 50 Al oír esto, Jesús le contestó: "No temas, solo muestra fe, y ella será salva". 51 Cuando llegó a la casa, no dejó que nadie entrara con él sino Pedro y Juan y Santiago y el padre y la madre de la muchacha. 52 Pero toda la gente estaba llorando y golpeándose en desconsuelo por ella. De modo que él dijo: "Dejen de llorar, porque no murió, sino que duerme". 53 Ante esto, empezaron a reírse de él desdeñosamente, porque sabían que ella había muerto. 54 Mas él la tomó de la mano y llamó, diciendo: "Muchacha, ¡levántate!". 55 Y el espíritu de ella volvió, y ella se levantó al instante, y él ordenó que se le diera algo de comer. 56 Pues bien, sus padres quedaron fuera de sí; pero él les dio instrucciones de que no dijeran a nadie lo que había acontecido.

Nota: Tomado de Lucas 8:40-56.

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