Quien difiera de las ideas políticas del Régimen totalitario cubano, por muy artista que sea y mucho talento lo acompañe, será inmediatamente marginado del sector de la cultura nacional.
Si además abre un blog crítico contra el régimen de los hermanos Castro, entonces queda al pairo, en la soledad más profunda de su celda. Nada ni nadie sabrás que existe.
Una vez que asuma el rol político como lucha necesaria, y el activismo le obligue a tomar las calles reclamando sus ideales, en defensa de las injusticias y arbitrariedades contra otros opositores, entonces ha llegado al final del laberinto, y no vislumbra marcha atrás, porque sus principios no se lo permiten.
Cuando sienta los disparos de fusiles y busque los rostros de quienes accionaron el gatillo, encontrará -para su sorpresa- a esos colegas que le acompañaron en el aprendizaje y la dedicación al oficio. Escuchará sus “te lo advertí”. Un abismo -que agradecerá a Dios, por brindarle luz y guiarlo en la “supuesta desgracia” que acoge como un premio- lo separará de ellos.
Terriblemente, esos artistas no querrá mencionarlo, al menos en público, pues aún viven en la era estalinista en la que fueron educados y repudiados. Para demostrar lo contrario, se presentarán los días cinco de cada mes, a las cinco de la tarde, para homenajear a cinco espías que se mancharon con sangre, cuando los cazas cubanos derribaron a una humilde avioneta que pretendía lanzar octavillas exigiendo libertad para Cuba.
Esos espías no pertenecen a la UNEAC ni son artistas, aunque el ocio de la soledad en la celda lo inviertan en un intento de hacer arte. Los intelectuales del gremio los aplaudirán, sin otra intención que la de demostrar su compromiso, para hacerse "merecedores" de algún viaje al extranjero, porque la calidad de su arte es incapaz de brindárselo ni sufragárselo.
Cambian su vergüenza por jabones que les limpian la piel y les ensucian el alma.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión asentamiento de Lawton. Abril de 2014
