Translate a otros idiomas

Thursday, April 10, 2014

Del Libro Acerquémonos a Jehová:

CAPÍTULO 5
El poder creador: “el Hacedor del cielo y de la tierra”
¿SE HA acercado alguna vez a una lumbre en una noche fría? Quizás extendió las manos a la distancia precisa para disfrutar del calor de las llamas. Si se aproximó demasiado, la temperatura le resultó insoportable, pero si se quedó muy lejos, el frío aire nocturno lo dejó helado.
2 Existe un “fuego” que nos calienta de día: el Sol, situado a 150 millones de kilómetros de nosotros.* ¡Qué potente tiene que ser para que nos llegue su calor desde tan lejos! No obstante, la Tierra gira en torno a este colosal horno termonuclear a la distancia adecuada. Si se aproximara más, se evaporarían las aguas, y si se alejara, se congelarían. Tanto un extremo como el otro borrarían la vida del planeta. En efecto, la luz solar resulta esencial para los seres vivos y es limpia, eficiente y muy agradable (Eclesiastés 11:7).
3 Sin embargo, aunque su vida depende de él, la mayoría de las personas dan por sentado el Sol y por ello pierden de vista las lecciones que nos enseña. La Biblia dice lo siguiente de Jehová: “Preparaste la lumbrera, [...] el sol” (Salmo 74:16). En efecto, este astro honra a Jehová, “el Hacedor del cielo y de la tierra” (Salmo 19:1; 146:6). Pero no es más que uno de los incontables cuerpos celestes que nos revelan el inmenso poder creador de Dios. Examinemos algunos con más detalle y luego dirijamos nuestra atención a la Tierra y la vida que alberga.
“Levanten los ojos a lo alto y vean”
4 Como es sabido, el Sol es una estrella. Parece mayor que las que vemos de noche porque, comparado con ellas, está cerca de nosotros. ¿Cuánta potencia tiene? En su núcleo registra temperaturas de unos 15.000.000 °C. Si sacáramos de allí un fragmento del tamaño de la cabeza de un alfiler y lo trajéramos a la Tierra, tendríamos que alejarnos de él 140 kilómetros para no recibir daños. En efecto, el Sol emite cada segundo una energía equivalente a la explosión de centenares de millones de bombas atómicas.
5 Este cuerpo estelar es enorme: un millón trescientas mil veces mayor que la Tierra. ¿Es una estrella excepcionalmente grande? No; de hecho, los astrónomos la denominan enana amarilla. Cuando el apóstol Pablo escribió que “estrella difiere de estrella en gloria”, no tenía forma de saber lo acertadas que eran aquellas palabras divinamente inspiradas (1 Corintios 15:41). Por citar un caso: existe una tan colosal que si la colocáramos donde se encuentra el Sol, la Tierra quedaría en su interior. Si hiciéramos lo mismo con otro de tales gigantes, abarcaría Saturno, planeta que está tan lejos del nuestro, que una nave espacial tardó cuatro años en llegar allí a pesar de desplazarse cuarenta veces más rápido que una bala disparada desde una pistola potente.
6 Pero más impresionante que el tamaño de las estrellas es su cantidad. La Biblia indica que son casi innumerables, tan difíciles de contar como “la arena del mar” (Jeremías 33:22). Esta afirmación implica que existen muchas más de las que vemos a simple vista. A fin de cuentas, si un escritor bíblico, como Jeremías, hubiese tratado de contarlas de noche, no habría pasado de unos tres millares, pues esas son las que alcanza a ver el ojo humano en el cielo despejado. Dicha cifra sería comparable al número de granos de un puñado de arena. Pero lo cierto es que hay una cantidad abrumadora, como la arena del mar.* ¿Quién sería capaz de calcularla?
Incontables estrellas y galaxias
‘A todas ellas las llama por nombre’
7 Isaías 40:26 da la respuesta: “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre”. Y Salmo 147:4 dice: “Está contando el número de las estrellas”. ¿Cuántas son? No es fácil contestar esta pregunta. Según ciertos astrónomos, solo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay más de cien mil millones.* Pero existen muchas más galaxias, que con frecuencia contienen cantidades aún mayores. ¿Cuántas galaxias hay? Los cálculos de los astrónomos oscilan entre cincuenta mil millones y ciento veinticinco mil millones. Así pues, el hombre ni siquiera puede determinar su cifra exacta, y mucho menos cuántos miles de millones de estrellas albergan. Jehová, en cambio, sí lo sabe y, lo que es más, da nombre a cada una de ellas.
8 Nuestro temor reverencial crece aún más al reflexionar sobre las dimensiones de las galaxias. Por ejemplo, se calcula que la Vía Láctea mide en sentido transversal 100.000 años luz, lo que quiere decir que un haz de luz (que viaja vertiginosamente, a 300.000 kilómetros por segundo) tardaría cien mil años en atravesarla de punta a punta. Y hay galaxias muchísimo mayores. Las Escrituras señalan que Jehová ‘extiende’ los vastos cielos como si fueran simple tela (Salmo 104:2). Él también regula los movimientos de tales creaciones: desde la más ínfima partícula de polvo interestelar a la más grandiosa galaxia, todo se mueve conforme a leyes físicas formuladas y aplicadas por Dios (Job 38:31-33). De ahí que los científicos hayan comparado sus precisos movimientos a la compleja coreografía de un ballet. Pensemos ahora en su Hacedor. ¿No sentimos una gran admiración por el Dios que posee tan inmenso poder creador?
“El Hacedor de la tierra por su poder”
9 El poder creador de Jehová resulta manifiesto en nuestro hogar, la Tierra, que fue colocada con sumo cuidado en el vasto universo. Algunos científicos creen que muchas galaxias serían inhóspitas para un planeta con vida como el nuestro. Es patente que buena parte de la Vía Láctea no está preparada para albergar seres vivos. El centro registra altos niveles de radiación y se halla abarrotado de estrellas, que muchas veces casi chocan al entrecruzarse. Por otro lado, los bordes carecen de muchos elementos esenciales para la vida. El sistema solar ocupa una ubicación ideal, a salvo de estas circunstancias extremas.
10 La Tierra cuenta con un protector lejano, pero descomunal: Júpiter. Este planeta es más de mil veces mayor que el nuestro y ejerce una potentísima fuerza gravitatoria. ¿Con qué resultado? Absorbe o desvía los objetos que surcan el espacio a alta velocidad. Los científicos creen que, de no ser por él, recibiríamos una lluvia de gigantescos proyectiles cuya intensidad sería diez mil veces mayor que la actual. Más cerca de nuestro hogar contamos con un satélite fuera de lo común: la Luna. Además de ser un hermoso “punto de luz”, mantiene constante la inclinación de nuestro planeta, la cual explica la existencia de estaciones estables y predecibles, así como muy propicias para la vida.
11 Todos los detalles del diseño de la Tierra dan testimonio del poder creador de Jehová. Así, cuenta con un escudo protector: la atmósfera. El Sol emite tanto rayos beneficiosos como de carácter letal. Pues bien, cuando estos últimos inciden en las regiones superiores de la atmósfera, el oxígeno se convierte en ozono y se forma una capa que absorbe la mayoría de esta radiación. En efecto, el planeta está resguardado por una cubierta.
12 Este no es más que un aspecto de la atmósfera, compleja mezcla de gases que resulta idónea para las criaturas que viven en la corteza terrestre o cerca de ella. Otra maravilla atmosférica es el ciclo del agua. Cada año, el sol evapora de nuestros mares y océanos más de 400.000 kilómetros cúbicos de agua, que se eleva formando nubes, las cuales circulan por todo el planeta gracias a los vientos. El agua, que ya se encuentra filtrada y depurada, cae como lluvia, nieve y hielo, y de este modo reabastece los depósitos del preciado líquido. Es tal como dice Eclesiastés 1:7: “Todos los torrentes invernales salen al mar; no obstante, el mar mismo no está lleno. Al lugar para donde salen los torrentes invernales, allí regresan para poder salir”. Solo Jehová pudo haber puesto en marcha semejante ciclo.
13 Dondequiera que hay vida vemos muestras innegables del poder creador de Jehová: desde las enormes secuoyas de más de treinta pisos de alto hasta las plantas microscópicas que llenan el mar y nos brindan gran parte del oxígeno que respiramos. Incluso el terreno rebosa de vida: lombrices, hongos y microbios, cuya compleja cooperación facilita el crecimiento de las plantas. Con todo acierto dice la Biblia que el suelo tiene poder (Génesis 4:12).
14 Sin duda, Jehová es “El Hacedor de la tierra por su poder” (Jeremías 10:12). Este atributo resulta evidente aun en sus creaciones más diminutas. Para hacernos una idea: si pusiéramos lado a lado un millón de átomos, no alcanzarían el grosor de un cabello. Y aunque ampliáramos un átomo al tamaño de un edificio de catorce pisos, el núcleo sería tan pequeño como un grano de sal situado en el séptimo piso. Sin embargo, en este ínfimo núcleo radica la imponente energía que desatan las explosiones atómicas.
“Toda cosa que respira”
15 La abundancia de vida animal constituye otra prueba elocuente del poder creador de Jehová. El Salmo 148 enumera muchas cosas que lo alaban, entre las que el versículo 10 incluye “animales salvajes y animales domésticos todos”. A fin de mostrar la razón por la que el ser humano debe temerle, en cierta ocasión Dios le habló a Job de criaturas tales como el león, la cebra, el toro salvaje, Behemot (el hipopótamo) y Leviatán (al parecer, el cocodrilo). ¿Cuál era la lección? Si el hombre siente temor ante estas criaturas fuertes, temibles e indomables, ¿cómo debería sentirse ante el Hacedor de tales obras? (Job, capítulos 38-41.)
16 Salmo 148:10 también habla de “pájaros alados”. Pensemos tan solo en cuántas variedades existen. Jehová le mencionó a Job el avestruz, que “se ríe del caballo y de su jinete”. En efecto, aunque no vuela, esta ave de dos metros y medio de altura corre a una velocidad de hasta 65 kilómetros por hora y llega a abarcar cuatro metros y medio en una sola zancada (Job 39:13, 18). El albatros, por su parte, pasa la mayor parte del tiempo sobrevolando el océano, gracias a sus alas de tres metros de envergadura. Este extraordinario planeador se desplaza durante horas por el aire sin dar un solo aleteo. Muy diferente es el colibrí abeja, el pájaro más pequeño del planeta, que con tan solo cinco centímetros de longitud llega a batir las alas ochenta veces por segundo. Además, los colibríes en general no solo relucen como pequeñas gemas aladas, sino que son capaces de quedarse suspendidos en el aire, como un helicóptero, e incluso volar hacia atrás.
17 Salmo 148:7 dice que hasta los “monstruos marinos” alaban a Jehová. Pensemos en el que mucha gente considera el animal más grande que haya vivido en el planeta: la ballena azul. Este “monstruo” de las profundidades llega a superar los 30 metros de longitud y alcanza a pesar tanto como treinta elefantes adultos juntos. De hecho, la lengua tiene el peso de uno de estos paquidermos. El corazón, del tamaño de un automóvil pequeño, mantiene un ritmo de solo nueve latidos por minuto, frente a los 1.200 del corazón del colibrí. Uno de los vasos sanguíneos de este cetáceo es tan grande que un niño podría gatear por su interior. En nuestro caso, el corazón seguramente nos impulsa a hacernos eco de la exhortación que cierra el libro de los Salmos: “Toda cosa que respira... alabe a Jah” (Salmo 150:6).
Lecciones que aprendemos del poder creador de Jehová
18 ¿Qué nos enseña el uso que da Jehová a su poder creador? La diversidad que manifiesta la naturaleza nos llena de asombro. Un salmista exclamó: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! [...] La tierra está llena de tus producciones” (Salmo 104:24). ¡Qué gran verdad! La biología ha catalogado más de un millón de especies que pueblan el mundo, aunque hay opiniones de que pudieran ser diez millones, treinta millones o incluso más. A diferencia del hombre, cuya capacidad artística e imaginativa sufre bloqueos temporales, Jehová posee una creatividad —la facultad de inventar y crear cosas nuevas muy diversas— claramente inagotable.
19 Al examinar qué uso le da Jehová a su poder creador, aprendemos una lección sobre su soberanía. La designación “Creador” lo distingue de cuanto existe en el universo, todo lo cual es “creación” suya. Ni siquiera el Hijo unigénito de Jehová, quien actuó como “obrero maestro” durante la creación, recibe nunca en las Escrituras el título de Creador o Cocreador (Proverbios 8:30; Mateo 19:4). Más bien, es “el primogénito de toda la creación” (Colosenses 1:15). La posición que ocupa Jehová como Creador le otorga el derecho intrínseco a ejercer en exclusiva su poder soberano en todo el universo (Romanos 1:20; Revelación [Apocalipsis] 4:11).
20 ¿Ha dejado Jehová de ejercer su poder creador? Pues bien, la Biblia señala que cuando terminó sus labores del sexto día de la creación, “procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho” (Génesis 2:2). El apóstol Pablo indicó que el séptimo “día” se extiende a lo largo de milenios, pues aún se hallaba en curso en sus tiempos (Hebreos 4:3-6). Pero ¿implica el verbo “descansar” que Jehová dejara por completo de realizar labor alguna? No, pues él no deja nunca de trabajar (Salmo 92:4; Juan 5:17). Por tanto, el citado descanso debe referirse al cese de las labores de creación material que tenían lugar en la Tierra. Sin embargo, ha continuado sin interrupción la obra divina de cumplir Sus propósitos, lo que incluye inspirar las Santas Escrituras e incluso producir “una nueva creación”, como veremos en el capítulo 19 (2 Corintios 5:17).
21 Cuando termine su día de descanso, Jehová tendrá razón para señalar que todo lo que ha realizado en la Tierra es “muy bueno”, tal como hizo al final de los seis días creativos (Génesis 1:31). Queda por ver el uso que decida dar después a su infinito poder creador, que en cualquier caso estamos seguros de que nos seguirá fascinando. La creación continuará enseñándonos lecciones sobre Jehová por toda la eternidad (Eclesiastés 3:11). Y cuanto más aprendamos acerca de nuestro Gran Creador, tanto mayor será el temor reverencial que le tendremos y tanto más cerca nos sentiremos de él.
[Notas]
Para asimilar mejor tan astronómica distancia, pensemos en que, a una velocidad de 160 kilómetros por hora y sin detenerse las veinticuatro horas del día, un automóvil tardaría en recorrerla más de cien años.
Hay quienes creen que en tiempos bíblicos existían telescopios rudimentarios, pues, según ellos, ¿de qué otro modo habrían sabido que el número de estrellas nos resulta incalculable? Tales teorías infundadas no tienen para nada en cuenta a Jehová, el Autor de la Biblia (2 Timoteo 3:16).
Pensemos en cuánto tiempo tardaría una persona en contar solo 100.000 millones de estrellas: a un ritmo de una por segundo, las veinticuatro horas del día, le tomaría tres mil ciento setenta y un años.
Preguntas para meditar
Salmo 8:3-9 ¿Qué lección de humildad nos da la creación?
Salmo 19:1-6 ¿A qué nos debe incitar el poder creador de Jehová, y por qué razón?
Mateo 6:25-34 ¿Cómo nos ayuda a combatir la ansiedad y a fijar las prioridades meditar en el poder creador de Jehová?
Hechos 17:22-31 ¿Cómo nos enseña el uso que da Dios al poder creador que la idolatría está mal y que él está cerca de nosotros?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. ¿Cómo demuestra el Sol el poder creador de Jehová?
 3. ¿De qué importante verdad da testimonio el Sol?
 4, 5. ¿Qué potencia tiene el Sol, cuál es su tamaño y cómo es en comparación con otras estrellas?
 6. ¿Cómo indica la Biblia que el número de estrellas resulta extraordinario para el ser humano?
 7. a) Indique el número aproximado de estrellas que contiene la Vía Láctea y si es comparativamente elevado. b) ¿Por qué es significativo que a los astrónomos les resulte difícil contar las galaxias, y qué nos enseña este hecho sobre el poder creador de Jehová?
 8. a) ¿Cómo ilustraría las dimensiones de la Vía Láctea? b) ¿Cómo regula Jehová los movimientos de los cuerpos celestes?
 9, 10. ¿Cómo evidencia el poder de Jehová la ubicación de la Tierra, Júpiter, la Luna y el sistema solar?
11. ¿Cómo está preparada la atmósfera como escudo protector?
12. ¿Cómo ilustra el ciclo del agua el poder creador de Jehová?
13. ¿Qué muestras del poder del Creador vemos en la vegetación y el terreno?
14. ¿Qué energía se halla latente aun en el minúsculo átomo?
15. ¿Qué lección enseñó Jehová a Job al hablar de varios animales salvajes?
16. ¿Qué le impresiona más de algunas creaciones aladas de Jehová?
17. ¿Qué tamaño alcanza la ballena azul, y a qué conclusión lógica deberíamos llegar al examinar la creación animal de Jehová?
18, 19. ¿Cuánta diversidad existe entre los seres que ha creado Jehová en nuestro planeta, y qué nos enseña la creación sobre Su soberanía?
20. ¿En qué sentido ha descansado Jehová desde que terminó su creación terrestre?
21. ¿Cómo influirá eternamente el poder creador de Jehová en los seres humanos fieles?
[Ilustración de la página 48]
Jehová ‘preparó la lumbrera, el sol’
[Ilustración de la página 49]
‘A todas ellas las llama por nombre’