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Wednesday, January 30, 2013

Mateo 16-21.



16 Aquí se le acercaron los fariseos y saduceos y, para tentarlo, le pidieron que les mostrara alguna señal del cielo. 2 En respuesta, él les dijo: “[[Al anochecer ustedes acostumbran decir: ‘Habrá buen tiempo, porque el cielo está rojo encendido’; 3 y a la mañana: ‘Hoy habrá tiempo invernal y lluvioso, porque el cielo está rojo encendido, pero de aspecto sombrío’. Saben interpretar la apariencia del cielo, pero las señales de los tiempos no las pueden interpretar.]] 4 Una generación inicua y adúltera sigue buscando una señal, pero no se le dará señal alguna sino la señal de Jonás”. Con eso se fue, dejándolos atrás.


5 Entonces los discípulos cruzaron al otro lado, pero se les olvidó llevar consigo panes. 6 Jesús les dijo: “Mantengan los ojos abiertos y guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos”. 7 Así que ellos se pusieron a razonar entre sí, diciendo: “No trajimos panes”. 8 Sabiéndolo, Jesús dijo: “¿Por qué razonan así entre ustedes, porque no tienen panes, hombres de poca fe? 9 ¿Aún no perciben de qué se trata, o no se acuerdan de los cinco panes en el caso de los cinco mil, y de cuántas cestas recogieron? 10 ¿O de los siete panes en el caso de los cuatro mil, y de cuántas cestas para provisiones recogieron? 11 ¿Cómo no disciernen que no les hablé acerca de panes? Mas guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos”. 12 Entonces comprendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.

13 Ahora bien, cuando hubo llegado a las partes de Cesarea de Filipo, Jesús se puso a preguntar a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. 14 Ellos dijeron: “Algunos dicen Juan el Bautista; otros, Elías; otros más, Jeremías o uno de los profetas”. 15 Él les dijo: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?”. 16 En contestación, Simón Pedro dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. 17 En respuesta, Jesús le dijo: “Feliz eres, Simón hijo de Jonás, porque carne y sangre no te [lo] reveló, sino mi Padre que está en los cielos. 18 También, yo te digo a ti: Tú eres Pedro, y sobre esta masa rocosa edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la subyugarán. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cualquier cosa que ates sobre la tierra será la cosa atada en los cielos, y cualquier cosa que desates sobre la tierra será la cosa desatada en los cielos”. 20 Entonces ordenó rigurosamente a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.

21 Desde ese tiempo en adelante Jesucristo comenzó a mostrar a sus discípulos que él tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos y de los sacerdotes principales y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día ser levantado. 22 Con eso, Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este [destino]”. 23 Pero él, dándole la espalda, dijo a Pedro: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres”.

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo. 25 Porque el que quiera salvar su alma, la perderá; pero el que pierda su alma por causa de mí, la hallará. 26 Porque ¿de qué provecho le será al hombre si gana todo el mundo, pero lo paga con perder su alma?, o ¿qué dará el hombre en cambio por su alma? 27 Porque el Hijo del hombre está destinado a venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su comportamiento. 28 En verdad les digo que hay algunos de los que están en pie aquí que de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino”.

17 Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro y a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó a una montaña encumbrada donde estuvieron solos. 2 Y fue transfigurado delante de ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus prendas de vestir exteriores se hicieron esplendorosas como la luz. 3 Y, ¡mire!, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban con él. 4 Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: “Señor, es excelente que estemos aquí. Si quieres, erigiré aquí tres tiendas: una para ti y una para Moisés y una para Elías”. 5 Mientras él todavía hablaba, ¡mire!, una nube brillante los cubrió con su sombra, y, ¡mire!, una voz procedente de la nube, que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle”. 6 Al oír esto, los discípulos cayeron sobre sus rostros y tuvieron mucho miedo. 7 Entonces Jesús se acercó y, tocándolos, dijo: “Levántense y no teman”. 8 Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie sino solo a Jesús mismo. 9 Y al ir descendiendo de la montaña, Jesús les mandó, y dijo: “No digan a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre sea levantado de entre los muertos”.

10 Sin embargo, los discípulos le hicieron la pregunta: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero?”. 11 En respuesta él dijo: “Elías, en realidad, viene, y restaurará todas las cosas. 12 Sin embargo, les digo que Elías ya ha venido, y ellos no lo reconocieron, antes bien, hicieron con él las cosas que quisieron. De esta manera también el Hijo del hombre está destinado a sufrir a manos de ellos”. 13 Entonces los discípulos percibieron que les hablaba de Juan el Bautista.

14 Y cuando fueron hacia la muchedumbre, se le acercó un hombre que se arrodilló ante él y dijo: 15 “Señor, ten misericordia de mi hijo, porque es epiléptico y está mal, pues muchas veces cae en el fuego y muchas veces en el agua; 16 y lo traje a tus discípulos, pero ellos no pudieron curarlo”. 17 En respuesta, Jesús dijo: “Oh generación falta de fe y aviesa, ¿hasta cuándo tengo que continuar con ustedes? ¿Hasta cuándo tengo que soportarlos? Tráiganmelo acá”. 18 Entonces Jesús lo reprendió, y el demonio salió de él; y el muchacho quedó curado desde aquella hora. 19 Por consiguiente, los discípulos se acercaron privadamente a Jesús, y dijeron: “¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros?”. 20 Él les dijo: “Por su poca fe. Porque en verdad les digo: Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, dirán a esta montaña: ‘Transfiérete de aquí allá’, y se transferirá, y nada les será imposible”. 21 ——

22 Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre está destinado a ser traicionado en manos de los hombres, 23 y lo matarán, y al tercer día será levantado”. Por consiguiente, se contristaron en gran manera.

24 Después que llegaron a Capernaum, se acercaron a Pedro los hombres que cobran [el impuesto de] los dos dracmas y dijeron: “¿No paga el maestro de ustedes [el impuesto de] los dos dracmas?”. 25 Él dijo: “Sí”. Sin embargo, cuando entró en la casa, Jesús se le anticipó, diciendo: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?”. 26 Cuando él dijo: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Entonces, realmente, los hijos están libres de impuestos. 27 Pero para que no los hagamos tropezar, ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que suba y, al abrirle la boca, hallarás una moneda de estater. Toma esa y dásela a ellos por mí y por ti”.

18 En aquella hora se acercaron los discípulos a Jesús y dijeron: “¿Quién, realmente, es mayor en el reino de los cielos?”. 2 De modo que, llamando a sí a un niñito, lo puso en medio de ellos 3 y dijo: “Verdaderamente les digo: A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos. 4 Por eso, cualquiera que se humille como este niñito, es el mayor en el reino de los cielos; 5 y cualquiera que reciba a un niñito como este sobre la base de mi nombre, a mí [también] me recibe. 6 Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.

7 ”¡Ay del mundo, debido a los tropiezos! Pues, forzosamente tienen que venir los tropiezos, pero ¡ay del hombre por medio de quien viene el tropiezo! 8 Por eso, si tu mano o tu pie te está haciendo tropezar, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida manco o cojo, que con dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 También, si tu ojo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida con un solo ojo, que con dos ojos ser echado al Gehena de fuego. 10 Miren que no desprecien a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en el cielo siempre contemplan el rostro de mi Padre que está en el cielo. 11 ——

12 ”¿Qué les parece? Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada? 13 Y si sucede que la halla, de seguro les digo, se regocija más por ella que por las noventa y nueve que no se han descarriado. 14 Así mismo, no es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca.

15 ”Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. 16 Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto. 17 Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.

18 ”En verdad les digo: Cualesquiera cosas que aten sobre la tierra serán cosas atadas en el cielo, y cualesquiera cosas que desaten sobre la tierra serán cosas desatadas en el cielo. 19 Otra vez les digo en verdad: Si dos de ustedes sobre la tierra convienen acerca de cualquier cosa de importancia que soliciten, se les efectuará debido a mi Padre en el cielo. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

21 Entonces se acercó Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuántas veces ha de pecar contra mí mi hermano y he de perdonarle yo? ¿Hasta siete veces?”. 22 Jesús le dijo: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces.

23 ”Por eso el reino de los cielos ha llegado a ser semejante a un hombre, un rey, que quiso ajustar cuentas con sus esclavos. 24 Cuando comenzó a ajustarlas, le fue traído un hombre que le debía diez mil talentos [=60.000.000 de denarios]. 25 Pero como no tenía con qué pagar[lo], su amo ordenó que fueran vendidos él y su esposa y sus hijos y todas las cosas que tenía, y que se hiciera el pago. 26 Por lo tanto, el esclavo cayó y se puso a rendirle homenaje, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. 27 Enternecido por esto, el amo de aquel esclavo lo dejó ir libre y canceló su deuda. 28 Pero aquel esclavo salió y encontró a uno de sus coesclavos que le debía cien denarios; y, agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: ‘Paga todo lo que debes’. 29 Con eso, su coesclavo cayó y se puso a suplicarle, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré’. 30 Sin embargo, él no quiso, sino que se fue e hizo que lo echaran en prisión hasta que pagara lo que se debía. 31 Por lo tanto, al ver sus coesclavos las cosas que habían sucedido, se contristaron mucho, y fueron y aclararon a su amo todo lo que había sucedido. 32 Entonces su amo mandó llamarlo y le dijo: ‘Esclavo inicuo, yo te cancelé toda aquella deuda, cuando me suplicaste. 33 ¿No deberías tú, en cambio, haberle tenido misericordia a tu coesclavo, como yo también te tuve misericordia a ti?’. 34 Con eso, su amo, provocado a ira, lo entregó a los carceleros, hasta que pagara todo lo que se debía. 35 Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano”.

19 Ahora bien, cuando Jesús hubo acabado estas palabras, partió de Galilea y llegó a los términos de Judea al otro lado del Jordán. 2 Además, le siguieron grandes muchedumbres, y los curó allí.

3 Y se le acercaron unos fariseos, resueltos a tentarlo, y dijeron: “¿Es lícito para un hombre divorciarse de su esposa por toda suerte de motivo?”. 4 En respuesta, él dijo: “¿No leyeron que el que los creó desde [el] principio los hizo macho y hembra 5 y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’? 6 De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”. 7 Ellos le dijeron: “Entonces, ¿por qué prescribió Moisés dar un certificado de despedida y divorciarse de ella?”. 8 Él les dijo: “Moisés, en vista de la dureza del corazón de ustedes, les hizo la concesión de que se divorciaran de sus esposas, pero tal no ha sido el caso desde [el] principio. 9 Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra, comete adulterio”.

10 Le dijeron los discípulos: “Si tal es la situación del hombre con su esposa, no conviene casarse”. 11 Él les dijo: “No todos hacen lugar para el dicho, sino únicamente los que tienen el don. 12 Porque hay eunucos que nacieron así de la matriz de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho eunucos por causa del reino de los cielos. Quien pueda hacer lugar para ello, haga lugar para ello”.

13 Entonces le fueron traídos unos niñitos, para que pusiera las manos sobre ellos y dijera oración; mas los discípulos los corrigieron. 14 Sin embargo, Jesús dijo: “Dejen a los niñitos en paz, y cesen de impedir que vengan a mí, porque el reino de los cielos pertenece a los que son así”. 15 Y puso las manos sobre ellos, y se fue de allí.

16 Luego, ¡mire!, cierto individuo se le acercó y dijo: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?”. 17 Él le dijo: “¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo que es bueno? Uno solo hay que es bueno. Sin embargo, si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos continuamente”. 18 Él le dijo: “¿Cuáles?”. Jesús dijo: “Pues: No debes asesinar, No debes cometer adulterio, No debes hurtar, No debes dar falso testimonio, 19 Honra a [tu] padre y a [tu] madre, y, Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. 20 Le dijo el joven: “Todos estos los he guardado; ¿qué me falta aún?”. 21 Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven, sé mi seguidor”. 22 Al oír el joven este dicho, se fue contristado, porque tenía muchas posesiones. 23 Mas Jesús dijo a sus discípulos: “En verdad les digo que será cosa difícil el que un rico entre en el reino de los cielos. 24 Otra vez les digo: Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”.

25 Cuando los discípulos oyeron aquello, expresaron sorpresa muy grande, y dijeron: “¿Quién, realmente, puede ser salvo?”. 26 Mirándolos al rostro, Jesús les dijo: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todas las cosas son posibles”.

27 Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá muchas veces más, y heredará la vida eterna.

30 ”Pero muchos que son primeros serán últimos; y los últimos, primeros.

20 ”Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, un amo de casa, que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. 2 Cuando hubo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Saliendo también cerca de la hora tercera, vio a otros que estaban de pie desocupados en la plaza del mercado; 4 y a aquellos dijo: ‘Ustedes también, vayan a la viña, y les daré lo que sea justo’. 5 De modo que ellos se fueron. Él volvió a salir cerca de la hora sexta, y de la nona, e hizo lo mismo. 6 Finalmente, salió cerca de la hora undécima y halló a otros de pie, y les dijo: ‘¿Por qué han estado de pie aquí desocupados todo el día?’. 7 Le dijeron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Les dijo: ‘Ustedes también vayan a la viña’.

8 ”Cuando empezó a anochecer, el amo de la viña dijo a su encargado: ‘Llama a los obreros y págales su salario, procediendo desde los últimos hasta los primeros’. 9 Cuando vinieron los hombres de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. 10 Por eso, cuando vinieron los primeros, concluyeron que ellos recibirían más; pero ellos también recibieron pago a razón de un denario. 11 Al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el amo de casa 12 y dijeron: ‘¡Estos últimos trabajaron una sola hora; no obstante, los hiciste iguales a nosotros que soportamos el peso del día y el calor ardiente!’. 13 Mas él, respondiendo a uno de ellos, dijo: ‘Amigo, no te hago ningún mal. Conviniste conmigo por un denario, ¿no es verdad? 14 Toma lo tuyo y vete. Quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con mis propias cosas? ¿O es inicuo tu ojo porque yo soy bueno?’. 16 De esta manera los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.

17 Estando ya para subir a Jerusalén, Jesús llevó aparte privadamente a los doce discípulos y les dijo en el camino: 18 “¡Miren! Subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sacerdotes principales y a los escribas, y lo condenarán a muerte, 19 y lo entregarán a [hombres de] las naciones para que se burlen de él y lo azoten y lo fijen en un madero, y al tercer día será levantado”.

20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, rindiéndole homenaje y pidiéndole algo. 21 Él le dijo: “¿Qué quieres?”. Ella le dijo: “Di la palabra para que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y uno a tu izquierda, en tu reino”. 22 Jesús dijo en contestación: “Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy a punto de beber?”. Ellos le dijeron: “Podemos”. 23 Les dijo: “De cierto beberán mi copa, pero esto de sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa mía darlo, sino que pertenece a aquellos para quienes ha sido preparado por mi Padre”.

24 Cuando los otros diez oyeron de esto, se indignaron con los dos hermanos. 25 Pero Jesús, llamándolos a sí, dijo: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los grandes ejercen autoridad sobre ellas. 26 No es así entre ustedes; antes bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes, 27 y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser esclavo de ustedes. 28 Así como el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”.

29 Ahora bien, al salir ellos de Jericó, una gran muchedumbre lo siguió. 30 Y, ¡mire!, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús iba pasando, clamaron y dijeron: “¡Señor, ten misericordia de nosotros, Hijo de David!”. 31 Pero la muchedumbre les dijo con rigor que se callaran; sin embargo, ellos gritaron con más fuerza, diciendo: “¡Señor, ten misericordia de nosotros, Hijo de David!”. 32 De modo que Jesús se detuvo, los llamó, y dijo: “¿Qué quieren que les haga?”. 33 Le dijeron: “Señor, que se abran nuestros ojos”. 34 Enternecido, Jesús les tocó los ojos, y ellos inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron.

21 Pues bien, cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagué en el monte de los Olivos, entonces Jesús envió a dos discípulos, 2 diciéndoles: “Pónganse en camino a la aldea que está a su vista, y en seguida hallarán un asna atada, y un pollino con ella; desátenlos y tráiganmelos. 3 Y si alguien les dice algo, tienen que decir: ‘El Señor los necesita’. Con eso él los enviará inmediatamente”.

4 Esto verdaderamente se efectuó para que se cumpliera lo que se había hablado mediante el profeta, que dijo: 5 “Digan a la hija de Sión: ‘¡Mira! Tu Rey viene a ti, de genio apacible, y montado sobre un asno, sí, sobre un pollino, prole de una bestia de carga’”.

6 De modo que los discípulos se pusieron en camino e hicieron exactamente como les había ordenado Jesús. 7 Y trajeron el asna y su pollino, y pusieron sobre estos las prendas de vestir exteriores de ellos, y él se sentó sobre estas. 8 La mayor parte de la muchedumbre tendió sus prendas de vestir exteriores en el camino, mientras otros se pusieron a cortar ramas de los árboles y a tenderlas por el camino. 9 En cuanto a las muchedumbres, los que iban delante de él y los que seguían, clamaban: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová! ¡Sálvalo, rogamos, en las alturas!”.

10 Entonces, cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se puso en conmoción, y decían: “¿Quién es este?”. 11 Las muchedumbres seguían diciendo: “¡Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea!”.

12 Y Jesús entró en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas. 13 Y les dijo: “Está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración’, pero ustedes la hacen cueva de salteadores”. 14 También, se acercaron a él ciegos y cojos en el templo, y los curó.

15 Cuando los sacerdotes principales y los escribas vieron las cosas maravillosas que hizo, y a los muchachos que estaban clamando en el templo y diciendo: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David!”, se indignaron, 16 y le dijeron: “¿Oyes lo que estos están diciendo?”. Jesús les dijo: “Sí. ¿Nunca leyeron esto: ‘De la boca de los pequeñuelos y de los lactantes has proporcionado alabanza’?”. 17 Y dejándolos atrás, salió fuera de la ciudad a Betania, y allí pasó la noche.

18 Cuando volvía a la ciudad muy de mañana, le dio hambre. 19 Y alcanzó a ver una higuera junto al camino, y fue a ella, pero no halló nada en ella sino hojas solamente, y le dijo: “Nunca más venga fruto de ti para siempre”. Y la higuera se marchitó al instante. 20 Pero cuando los discípulos vieron esto, quedaron admirados, y dijeron: “¿Cómo sucedió que se marchitara al instante la higuera?”. 21 En respuesta, Jesús les dijo: “En verdad les digo: Si solo tienen fe y no dudan, no solo harán lo que yo hice a la higuera, sino que también si dijeran a esta montaña: ‘Sé alzada y arrojada al mar’, sucederá. 22 Y todas las cosas que pidan en oración, teniendo fe, las recibirán”.

23 Entonces, después que entró en el templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras estaba enseñando, y dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”. 24 En respuesta, Jesús les dijo: “Yo, también, les preguntaré una cosa. Si me la dicen, yo también les diré con qué autoridad hago estas cosas: 25 El bautismo por Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?”. Pero ellos empezaron a razonar entre sí, diciendo: “Si decimos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creyeron?’. 26 Sin embargo, si decimos: ‘De los hombres’, tenemos la muchedumbre a quien temer, porque todos tienen a Juan por profeta”. 27 De modo que, en respuesta a Jesús, dijeron: “No sabemos”. Él, a su vez, les dijo: “Tampoco les digo yo con qué autoridad hago estas cosas.

28 ”¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Dirigiéndose al primero, dijo: ‘Hijo, ve, trabaja hoy en la viña’. 29 En respuesta, este dijo: ‘Iré, señor’, pero no fue. 30 Acercándose al segundo, dijo lo mismo. En respuesta, este dijo: ‘No quiero’. Después le pesó, y fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de [su] padre?”. Ellos dijeron: “El segundo”. Jesús les dijo: “En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios. 32 Porque Juan vino a ustedes en camino de justicia, pero ustedes no le creyeron. No obstante, los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron, y a ustedes, aunque vieron [esto], no les pesó después, de modo que le creyeran.

33 ”Oigan otra ilustración: Había un hombre, un amo de casa, que plantó una viña y la rodeó de una cerca y cavó en ella un lagar y erigió una torre, y la arrendó a cultivadores, y viajó al extranjero. 34 Cuando llegó la época de los frutos, despachó sus esclavos a los cultivadores para conseguir sus frutos. 35 Sin embargo, los cultivadores tomaron a sus esclavos, y a uno lo golpearon severamente, a otro lo mataron, a otro lo apedrearon. 36 De nuevo despachó otros esclavos, más que los primeros, pero a estos les hicieron lo mismo. 37 Por último despachó su hijo a ellos, diciendo: ‘Respetarán a mi hijo’. 38 Al ver al hijo, los cultivadores dijeron entre sí: ‘Este es el heredero; ¡vengan, matémoslo y consigamos su herencia!’. 39 De modo que lo tomaron y lo echaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Por lo tanto, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué les hará a aquellos cultivadores?”. 41 Le dijeron: “Por ser malos, traerá sobre ellos una destrucción mala, y arrendará su viña a otros cultivadores, que le darán los frutos a su tiempo”.

42 Jesús les dijo: “¿Nunca han leído en las Escrituras: ‘La piedra que los edificadores rechazaron es la que ha llegado a ser la principal piedra angular. De parte de Jehová ha venido a ser esto, y es maravilloso a nuestros ojos’? 43 Por eso les digo: El reino de Dios les será quitado a ustedes y será dado a una nación que produzca sus frutos. 44 También, el que caiga sobre esta piedra será hecho añicos. En cuanto a cualquiera sobre quien ella caiga, lo pulverizará”.

45 Pues bien, cuando los sacerdotes principales y los fariseos hubieron oído sus ilustraciones, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. 46 Pero, aunque procuraban prenderlo, temían a las muchedumbres, porque estas lo tenían por profeta.