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Friday, December 28, 2012

Muchos hipocritas fingen ante la realidad cubana.

Tomado de Cafe Fuerte.

Noticias culturales Musica Raudel Collazo: Muchos hipócritas fingen ante la realidad cubana Raudel Collazo: Muchos hipócritas fingen ante la realidad cubana


DetallesPublicado el Miércoles, 26 Diciembre 2012 13:39 Por Café Fuerte . inShare.0Powered by Agenzia Web

El rapero cubano Raudel Collazo, conocido como Escuadrón Patriota.

Por Héctor Antón*



Sí, la valentía es una locura. Pero llena de grandeza.

Reinaldo Arenas



Raudel Collazo es uno de los raperos que se hizo solista gracias -o a pesar- del fin de un impulso grupal. Un destino similar al de sus colegas Soandry (Hermanos de Causa) o Etián Brebaje Man (Explosión Suprema).



A mediados de la década del 2000 y lejos de la capital, Raudel sintió el llamado de los nuevos protagonistas del hip-hop cubano: ruptura con la precursora old school que no compensaba la desobediencia de una arrestada poesía urbana. Una oleada de actitudes cuestionadoras del entramado social inundó el vacío dejado por los Festivales de Rap en Alamar. La escena se concentró en las pistas habaneras bajo una estrecha vigilancia de los funcionarios culturales, quienes demonizaban a los raperos emergentes como rebeldes sin causa. Dicha paranoia convirtió al nómada Escuadrón Patriota en uno de los MC más censurados de la promoción salvada en memorias flash. Sin embargo, Raudel acopió fuerza, conciencia y paciencia para insistir en su tarea de Sísifo antes que elegir el camino de la disidencia interna o el exilio.



A principios del 2011, sentí la inquietud de escuchar los discos de Escuadrón Patriota ante la dificultad de conocer su trabajo en vivo. Después, una “movida estratégica” en nuestra política cultural facilitó que Raudel pudiera cantar “sin nuevas trabas”. La ocasión de observarlo encima de un escenario confortable llegó durante la Oncena Bienal de La Habana (2012), cuando formó parte del Concierto Créeme, organizado por el artista Michel Mirabal en el cine Acapulco. Allí pude intuir una personalidad en la que se fusionan el coloquialismo visceral de sus rimas y la flexibilidad de su postura cívica. Allí Raudel bendijo a la “dama de los sueños” (Esperanza) en dueto simbólico con El Aldeano ausente.



Cabeza dura con aureola mística



Desde aquella noche, me propuse entrevistar a este cabeza dura con sello de independencia, renuente a practicar un romanticismo de manigua a fuerza de machete.



Una aureola de misticismo rastafari con olor a yerba buena rodeaba al poeta maldito que, finalmente, era absuelto por la Institución-Arte. Todo comenzó con un viaje rumbo a Güines -actual Provincia de Mayabeque, situada a 30 kilómetros al sur de La Habana- para entrar en el universo de un Escuadrón aislado pero nunca solo.



Al filo de un mediodía candente, toqué en la puerta de una vivienda con aura de “estática milagrosa” ubicada en el Barrio Residencial, nombre que devenía la paradoja inicial de este Vía Crucis por los sombríos pasajes del arte y la vida. Entre las cuatro paredes de un cálido refugio musicalizado por un reggae desconocido para mí, se inició esta conversación, oscilando entre las afinidades electivas y el ansia de que tan nebuloso presente alcance transparencia en un futuro inmediato. La música pronto dejó de ser un telón de fondo relajante cuando empezaron a sonar temas inspirados en una máxima: “El arte es colocar un espejo ante la realidad”.



Muchos raperos confiesan que el hip-hop los salvó de acabar en la marginalidad terminal. ¿Tú podrías reconocer algo semejante?



Definitivamente sí. Toda mi adolescencia y parte de mi juventud transcurrieron en un ambiente ordinario, como todos los de mi generación con una aliada puntual: la pobreza. El hip-hop más que salvarme me conectó con lo que le ha dado sentido a mi vida espiritualmente, mi análisis-crítica, mi rebeldía, mi posición anti-sistémica y un compromiso profundo con mi gente, los que vivieron como yo, los que nunca han tenido nada o casi nada a pesar de las promesas de este sistema, y los que todavía desde su ignorancia esperan por no sé qué, o han perdido la fe.



Rap contestatario



¿Por qué te inclinaste por el rap contestatario? ¿Estabas consciente que implicaba una temeridad sin recompensas en medio de un contexto hegemónico?



Desde el principio cuando me involucré directamente en este movimiento estaba claro que quería hacer algo verdaderamente serio, estudié a los raperos que habían pasado y los que están ahora y noté que faltaba un discurso comprometido que narrara la realidad de muchísimos cubanos con toda su crudeza y honestidad. Incluso la de los mismos portadores del mensaje rapero, que a veces con sutilezas líricas o muy tímidamente, hablaban cosas de la realidad que vivíamos. Solo el fenómeno Aldeanos en su momento hizo lo justo. Yo sentía que había que condenar, que el hip-hop era una magnífica herramienta para hacer valer un criterio y había que aprovecharla. Las mentiras gubernamentales, la separación forzada o no, el silencio, el miedo social, la injusticia, brutalidad policíaca, corrupción, falta de oportunidades, el racismo. También las cosas que podíamos reconocer como positivas en nuestra realidad era necesario cantarlas.



Era lo que yo sentía desde el principio que podía impactar en la sensibilidad de la gente para bien o para mal. Por eso me decidí por el rap contestatario. No me interesaba lo que podría o no ganar con esto en materia económica, lo asumí como una responsabilidad conmigo mismo y de alguna manera con mi generación en constante declive. Tampoco pensé en el miedo, aunque también lo he sentido. Han pasado muchas cosas pero continúo fiel a mi proyecto.



Un artista que eligió irse bien lejos para entregarse a la tiranía del mercado sin alzar la voz me advirtió una vez: “Tú eres demasiado romántico y eso, a la larga, te puede llevar al fracaso". ¿No crees ilusorio el acto de rescatar la utopía de provocar un cambio social mediante el “símbolo indomable” de la canción protesta?



Yo me siento definitivamente un idealista espiritual. Tengo fe en el poder de la transformación espiritual desde dentro, para que después impacte en el resto. Muchas veces me he cuestionado qué lograremos con esto, si vale o no la pena. Creo que el poder de la palabra es efectivo. Cuando pienso en los hombres que han logrado hacer realidad sus utopías, me siento fuerte e inspirado. La historia y los nombres que lo han logrado están ahí. Yo en el orden personal no tengo esas pretensiones; solo cumplo con los mandamientos de mi espíritu que me impulsa, y mi mente que me mueve. Y ¡sí! soy un contestatario, un crítico mordaz de mi realidad, la que me ha tocado vivir en mi país que tiene tanto de oscuridad como un poco de luz. Aunque los que controlan intenten reflejar solo lo último. Veo y siento la injusticia y no puedo callarme ante eso. No quiero que esto de la injusticia suene retórico, pero la realidad está ahí y lo que viven en los barrios miles de hermanos es abusivo y lamentable. Muchos hermanos dentro y fuera de la isla cuando me hablan y me dicen cosas como: “Raudel, hermano gracias por tu mensaje, me siento mejor persona, me has cambiado mi vida desde que te escucho, lloramos con muchas de tus canciones, etc”, y esto lo digo con toda humildad, cuando cosas como estas suceden me parece que todo tiene sentido y que con palabras, solo con eso, porque soy un pacifista a ultranza, algo se está logrando aunque sea en el corazón de la gente. En definitiva, yo vengo de la misma realidad y experiencia a la que le canto; quizás por eso mi mensaje es fuerte pero logra sensibilizar. Es la palabra materializando una idea la que puede provocar sensaciones, yo siempre he sentido que si nos hubieran dado la oportunidad, me refiero al Estado-sistema, de cantarles sin censura a las masas, sobre todo de jóvenes en todo el país, siento que algo hubiese sucedido, pero la estrategia fue prohibirnos a mí y a varios de los raperos de vanguardia que sostienen un discurso contestatario.



Lo peor es el silencio



El cineasta ruso Andréi Tarkovski, que murió en el exilio, sostenía que el artista jamás es libre. ¿Compartes esta opinión de quien también aseguró: “El arte nace fuera de un mundo mal proyectado”?



Esta pregunta me pone en una situación de clara ambivalencia porque si bien siento esa libertad de pensar y actuar con bastante autonomía de cuestionar y criticar lo que no entiendo abiertamente o mediante mis canciones, con todas las complicaciones que esto trae como consecuencias sobre todo si se trata de este sistema, por otra parte me siento atado de alguna manera a lo que proyecto en mis mensajes. Trato de vivir consecuente con lo que expreso, y por qué no, también con el temor de decepcionar a mucha gente que confía en mí. Eso me genera presión y creo que se me evapora un poco la idea de la libertad. Siento que esto, lo que hago, me libera y a la vez me esclaviza.



¿Asumes la rebelión espiritual como un ejercicio cotidiano para insubordinarte frente a esa “cultura del pánico” que crece como la mala yerba en las sociedades de control?



Sí, creo que mi revolución interior espiritual me pone en una situación muy clara de fortaleza, definición, tranquilidad, comprensión, autoestima elevada, y aunque también en ocasiones siento temores, mi revolución espiritual me aclara el camino y me recuerda de que no debo tener miedo; que peor es el silencio, bajar la cabeza y obedecer, ceder ante la inercia, la hipocresía, la doble moral. Entonces me renuevo, escapo de los mecanismos de control momentáneamente y continúo luchando. El conocimiento y la información te fortalecen, te liberan, te ayudan; en cambio la ignorancia te reduce, te embrutece, te hace blanco de la manipulación violenta y también de la más sutil. Eso lo he visto con frecuencia acá en Cuba y las sociedades de control saben, porque no es nada nuevo, que la ignorancia, esa falta de conocimiento y discernimiento de las masas, les favorece en ese control totalitario. Yo me rebelo contra todo eso.



Un estudioso de las ciencias sociales sentenció con estupor: “El peor despotismo es la cruel tiranía de las ideas”. ¿Tienes algo que agregar al respecto?



Quizás sí, puede que comparta en parte este criterio. Antes explicaba que mi mensaje, mis ideas que plasmo a través del discurso rapero, me libera pero también me esclaviza. Trato de ser lo bastante flexible en cuanto a lo que piensan otros, aunque de pronto defiendo mis ideas con tal vehemencia que me parece la única verdad posible y, de cierta manera, me puedo convertir en víctima de mi propio mensaje, de lo mismo que critico y condeno.



Intelectuales desconectados de la realidad



"Mis sentimientos no permiten disfraz alguno. Yo soy un bárbaro. Mi corazón alberga cosas que me impiden ser educado”, así se manifestaba Jean-Jacques Rousseau, quien admitió también ser “grosero, desagradable y descortés por principios”. ¿Será que numerosos raperos se reconocen en estas confesiones?



Bueno, lo primero es que dudo que la mayoría de mis hermanos del movimiento conozcan la obra de Rousseau, yo mismo no la conozco, pero por otro lado no cuestiono el trabajo creativo de los raperos. Yo defiendo la libertad de cada cual de hacer su trabajo como crea que está bien y, por supuesto, que asuma las consecuencias que se derivan de esto. Aunque mis letras no asumen ese lenguaje, sé que en ocasiones se tienen que llamar las cosas por su nombre, y que a veces se abusa de esto; pero no soy yo el indicado para cuestionar eso. El mundo entero es un caos; Cuba es un caos. No se les puede pedir a todos que lo describan con una poesía refinada. Si alguien vive en un entorno hostil, ¿cómo esperas que te lo describa? Muchas personas con una moral determinada se escandalizan cuando escuchan este lenguaje; se concentran demasiado en eso, creo yo, y se pierden las cosas verdaderamente interesantes que intentan decirse. No estoy justificando nada, repito, es complicado el enfoque de este tema, no sé.



¿Consideras que el rap es un género musical estigmatizado por la elitista, cobarde y racista “alta cultura” que prefiere ignorar el compromiso social y vaciarse el cerebro con banalidades rítmicas?



Sí, creo que es así. Por ejemplo, los intelectuales tienen una importante responsabilidad en el desarrollo cultural y sociopolítico de un país por su autoridad, la indiscutible influencia de su criterio en la sociedad y en la opinión pública y fundamentalmente su reflexión crítica de la realidad. Aquí en Cuba, o están absolutamente parcializados con el sistema-gobierno, o están completamente desconectados de la realidad viviendo de sus privilegios y comodidad, o están tranquilos en sus feudos y esa es la gran mayoría de los intelectuales por supuesto reconocidos por el establishment. Claro que estigmatizan y cuestionan el trabajo del rap y los raperos. Estos últimos son los peores: intelectuales hipócritas que fingen desconocer y justificar una degradante situación social, política y económica mediante arengas con un perfil izquierdista superficial y cínico para legitimar sus posiciones, sin ningún compromiso, desconectados del pueblo y de su realidad. Los raperos, como portavoces de la inconformidad popular, nos atrevemos a criticar la realidad de lo que vivimos diariamente y con un lenguaje que no lo puedes encontrar en los medios de comunicación controlados por el Estado. Cuba está tan llena de gente linda, pero a la vez tan llena de problemas, que bien merece la pena centrarlos en un debate nacional; pero no, la mayoría del pueblo hace silencio, los intelectuales y esos integrantes de la “alta cultura” hacen silencio, solo tocan algunos puntos de una manera muy sutil y para nada atrevida en sitios personales o blogs muy de moda ahora. Imagino que si cruzan el límite lo pierden todo y eso es un riesgo demasiado grande para atreverse y por supuesto nos dan por locos, por muchachos negligentes que no sabemos lo que decimos. Nos dan palmaditas en el hombro como diciendo: Muchachos tranquilos, y continúan en su mundo. Muy pocos y de una manera muy sutil se conectan con nosotros; eso sin contar los problemas que enfrentamos con las estructuras de poder por nuestras maneras de expresarnos.



¿Aceptas o rechazas la opción de vivir en la censura como única alternativa de sortear las trampas del poder?



No pienso que vivir en la censura sea algo glorioso ni genere buenas vibraciones, todo lo contrario. No puedo aceptar que se limite y se trate de boicotear lo que pienso porque sencillamente va en contra del orden establecido, y menos en un país que se jacta de ser uno de los más libres y tolerantes. Desafortunadamente la censura oficial, que ha cambiado solo en situaciones extraordinarias, ha sido definitoria en mi legitimización. La censura no debe ser la única opción para sortear las trampas del poder; se podrían utilizar otras estrategias de resistencia dentro del sistema. No pienso que yo, por ejemplo, sería de los que se prostituya ante prebendas ni estímulos que tengan una intención solapada ni manipuladora con mi trabajo. Desde mi posición soy fiel a mi mensaje y si cambio de criterio, que sea por mi propia conciencia y análisis, no por presiones de la oficialidad; y no quiero parecer ingenuo con esto. Cuando llegue el momento veré cuál será mi actitud; estoy dispuesto a resistir de la forma que sea y no pienso que el sistema me absorba tan fácilmente como ha hecho con tanta gente.



El rap es guerra



¿Cuál ha sido el resultado del choque entre la Agencia Cubana de Rap y La Calle? ¿De qué manera “El Rap es guerra” significa un tatuaje para ti?



Si bien en el momento de su creación la Agencia Cubana de Rap fue la esperanza redentora de muchos de nosotros, la vida después nos demostró que no. ¿El resultado? la Agencia no representaba verdaderamente los intereses de los raperos en su totalidad y menos de los que estaban en las calles con un discurso frontal y contestatario. Y eso no quiere decir que la Agencia no acogió a buenos artistas del género, pero evitó el contacto con los que tienen un discurso más crítico y fuerte, los ignoró, se alineó con el sistema y nos rechazó abiertamente en un tiempo. Tuvimos que pasar o mantenernos, como decimos nosotros, en la clandestinidad o en el underground y ahí tuvimos nuestro premio: las calles. Y no solo los que seguían el rap nos apoyaban, vivían y se identificaban en nuestros mensajes; familias, estudiantes, obreros, universitarios, todos legitimaban nuestro discurso, hasta los que no estaban de acuerdo con algunas de nuestras críticas. Todos coincidían que nosotros éramos necesarios en esta sociedad de silencio y miedo. Nos los agradecían y esa era la calle, y no era que desconocieran completamente a la Agencia Cubana de Rap pero, por ejemplo, no les importaba si pertenecíamos o no a algo, una institución, agencia o lo que fuera. Ellos eran nuestros y nosotros de ellos; así funcionaba. El “rap es guerra” es más que un tatuaje; es una metáfora que hace alusión, sobre todo, a la resistencia urbana más que a una guerra en sí; definitivamente lo que hacemos lleva mucho más amor que guerra.



¿Hasta qué punto es certera la observación de que existe un antes y un después de la llamada “nueva escuela” en el hip-hop cubano?



Creo que la generación de raperos nuestra marcó un ciclo importante para nuestro tiempo, la juventud actual, los cubanos en la diáspora, en fin, todos, comenzando por el fenómeno de Los Aldeanos y todos los cantantes de rap contestatario, incluyéndome. Esta nueva escuela de raperos, muchos de ellos con su actuar irreverente y con esa lírica explícita, condenatoria y crítica intentamos, no sé si con éxito o no, decirle a los cubanos que podíamos hablar libremente, cuestionar nuestra realidad, influir en ella que es nuestro derecho, denunciar los problemas de nuestra sociedad, decir lo que no nos gusta sin temor. Hemos pagado un alto precio, pero aquí estamos. Nadie se había atrevido a desafiar tan abiertamente al sistema; cantamos con pasión e intensidad, reflejando la vida de millones de cubanos, la nuestra, el deseo de una transformación social, económica, política para la sociedad cubana que tanto ha luchado y se lo merece.



¿Llegará el día en que podamos asistir a un concierto (sin una reunión previa con los cantautores) de “La partidera” en el Teatro Karl Marx y disfrutarlo como si fuera un recital de Buena Fe o X Alfonso? Tal parece que La Madriguera (con los homeless de la Calle Jesús Peregrino “dándole la bienvenida al público”) será el eterno hueco del rap donde también se perciben silencios, cautelas y exclusiones...



Pienso que en algún momento esa cortina de hierro que persiste en el caso de los raperos contestatarios, ese choque constante entre los aparatos de poder y nosotros donde aparentemente salen siempre ellos como ganadores, eso en algún momento va a terminar. Poco a poco tenemos más oportunidades, escasas todavía, pero suficientes para dejar nuestro mensaje al descubierto. Tenemos que luchar más fuerte para tumbar ese muro. De hecho, estamos avanzando y vendrán sorpresas pronto, pero estamos tranquilos que algún día no muy lejano, Dios mediante, pudiéramos disfrutar de nuestros conciertos como si de otros artistas importantes se tratara. Con la misma intensidad, compromiso y responsabilidad crítica que nos distingue. Por lo menos en mi caso así será, no tengo dudas, estoy listo y como dijo alguien: “La batalla es dura pero la victoria es nuestra”.



Coda rapera



¿Quién conseguiría vislumbrar el porvenir del hip-hop cubano alternativo por naturaleza, casi invisible en el circuito legitimador de la música cubana? Ya Raudel Collazo pertenece al Catálogo de la Agencia Cubana de Rap. Ya salió un póster de Los Aldeanos (visualmente malogrado) en la tímida Revista Movimiento. Ya se rectifican errores del pasado en los mismos espacios editoriales donde la arbitrariedad permaneció engavetada. Más la tropa anti-reguetonera (“/enemigos del perreo, del meneo”, como rimaba el paisano fugitivo Randeé Akozta) añora el retorno de la batalla de gallos. Quienes se alimentan de rap underground desean llenarse de La Aldea, Escuadrón, Silvito El Libre, Maykel Xtremo o La Alianza en un recinto sonoro y sin la presencia de sicarios con celulares (injertados a las orejas) correteando “dentro del juego” sin armas para neutralizar el morbo de lo prohibido. Solo una política cultural tolerante y segura de sus conquistas hará posible aburrirnos y detestar a los herejes construidos por una nomenclatura temerosa y vacilante de sus convicciones. Lo demás, es el grito silente de soñadores imprescindibles.



*Periodista cubano. Reside en La Habana.