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Saturday, October 27, 2012

Vieja opinión sobre el regreso de Eloy a Cuba

OPINIONES
Agosto 22, 2003

El regreso de Eloy
Julio San Francisco
Me entrevisté con Eloy Gutiérrez Menoyo en el hotel Neptuno de La Habana, en mi condición de subdirector de Habana Press, a finales de 1995. En aquel encuentro pretendía saber yo qué fundamento tenía el ex comandante para otorgarle a la conferencia sobre emigración, a la cual él asistía, toda la credibilidad que públicamente le concedía.
La vida de Gutiérrez Menoyo me había resultado lo suficientemente rica como para considerarlo un hombre respetable, pero su conducta como opositor me resultaba lo suficientemente ambigua como para considerarlo un hombre polémico, polémico hasta más pruebas.
Combate con Fidel Castro en el Ejército Rebelde, disiente de la llamada revolución cubana, milita en Alfa 66, regresa a Cuba con intenciones subversivas, es apresado, le piden pena de muerte, le echan 50 años, cumple 22, es liberado, marcha al exilio, funda Cambio Cubano, proclama la política del diálogo con el interlocutor que no dialoga, se reúne con el tirano cubano, le otorga credibilidad a un evento sobre emigración al que no podían asistir otros opositores cubanos de dentro ni de fuera de Cuba. Demasiados entuertos.
¿Es que el diálogo, el dialogueo y los dialogueros no nos caen bien a los cubanos? ¿Es que rechazamos el diálogo por oscuras y profundas torceduras de nuestra conciencia humana de cubanos oscuros y torcidos? No. Sencillamente me parece una falta de dignidad ir a susurrar al oído de quien no quiere oírme y desprecia mi voz.
Le pregunté a Gutiérrez Menoyo cómo era posible que, después de cumplir más de 20 años de cárcel, pudiera tener esa actitud de tolerancia hacia Castro y su castrismo. Me respondió que no quería dejarle una lección de odio a sus hijos.
Yo no tengo hijos, le respondí, pero no quiero dejarle una lección de odio a mis vecinos y, sin embargo, nunca asumiría esa actitud que, ante el interlocutor que nos ocupa, siempre me situaría en un lugar de obediencia doméstica. Tal vez, pienso ahora, no sea lo mismo dejar lecciones a hijos que a vecinos.
En otro momento le pregunté también cómo era posible que él le otorgara esa credibilidad, que le negaba la oposición cubana, a la conferencia sobre emigración, cuando a esa conferencia no podían asistir ni Oswaldo Payá Sardiñas, ni Gustavo Arcos ni Elizardo Sánchez Santacruz, de la oposición interna, ni Huber Matos, ni Carlos Alberto Montaner, ni Jorge Mas Canosa, de la oposición externa.
Cuando Gutiérrez Menoyo oyó el nombre de Jorge Mas Canosa dio un salto en el sofá y exclamó: "¡Donde esté Jorge Mas Canosa yo no estoy!" Le respondí preguntando: "¿En la Cuba del mañana usted no se presentará a elecciones porque Jorge Mas Canosa ha dicho que se presentará?" Ante la pérdida de locuacidad de Gutiérrez Menoyo y mi ánimo absolutamente contrariado, le dije que se me había acabado el tiempo, adelantándome quizás a una frase similar suya. Y nos despedimos.
No creo que Eloy Gutiérrez Menoyo nunca haya obligado a Castro a hacerle concesiones, primero a su entrevista y viajes a Cuba, y ahora, a la aceptación de la reinstalación del viejo amigo/enemigo en La Habana.
Es probable que la actitud de Eloy Gutiérrez Menoyo sea honesta y leal a la causa de la libertad y la democracia de nuestra patria, pero sin duda, dadas las circunstancias de nuestra lucha, las cualidades de nuestro oponente Fidel Trasto y la idiosincrasia de nuestro pueblo, esa actitud resulta cuanto menos ingenua o manipulable y, por tanto, perjudicial a nuestros más sagrados intereses.
De momento no tenemos por qué dudar que el centro de la opinión pública gravitará sobre el regreso de Eloy Gutiérrez Menoyo y se trasladará, por algún tiempo, de Oswaldo Payá Sardinas y su Proyecto Varela que, dicho sea de paso, en mi opinión originaron no sólo la contramodificación de la Constitución cubana, sino también toda la represión actual. Haría falta, por cierto, alguien que neutralizara la candidatura del líder de Liberación al Premio Nobel de la Paz.
De entrar en Cuba sin los antecedentes de negociaciones suyas con Castro, el regreso de Eloy me hubiera parecido valiente.
Como soy un hombre bien intencionado, tengo ante este hecho una actitud de total reserva hasta que el ex rebelde me demuestre que apoya realmente al Proyecto Varela, por ejemplo, y exija la libertad de los últimos condenados. No hacerlo nunca podría atribuirse a estrategias y tácticas personales pues hay principios que no pueden aparcarse en la vereda.
¿Por qué exigimos pruebas de lealtad de alguien que proclamándose en nuestro propio camino tal vez corra riesgos reales? Porque Eloy Gutiérrez Menoyo en el mejor de los casos habría cometido pecados también reales, y la política -no ya el patriotismo- tampoco perdona los pecados capitales. Pero no sabe esto Eloy Gutiérrez Menoyo, así como la opinión que tiene de él la mayoría de la oposición cubana de dentro y de fuera.
En caso de que lo sepa -no saberlo sería otro pecado para un político- ¿en nombre de qué efectividad y propósitos se mantiene asido al pecado que puede ser suicida? Uno no hace algo durante tanto tiempo con la conciencia de que va a ser repudiado por su propia gente.
No todo el mundo opina con reserva, como está ocurriendo, sobre la decisión de Eloy Gutierrez Menoyo porque nos sintamos enemigos de él. Si esto está siendo así -y está siendo- Gutiérrez Menoyo tendrá que preguntarse muy seriamente qué está ocurriendo. Tiene un gran reto ante sí: dar un mentís con hechos y palabras, o no dar nada y en ese caso otro tanto no estaría equivocado.
Yo puedo asegurarle a Eloy Gutierrez Menoyo que siempre he sido -y lo sigo siendo- un opositor independiente, pero si quisiera dejar de serlo y aliarme a quien me parezca, yo tendría ese derecho. El único derecho que no tiene un opositor cubano es el de hipotecar sus principios ante el tirano que nos oprime. El único enemigo al que hay que enfilar nuestra espada es ese tirano. Las críticas de Gutierrez Menoyo a la oposición cubana, tanto interna como externa, podría habérselas ahorrado. Mucho apoyo y solidaridad ha necesitado esa oposición para, además, atacársele en nombre de una independencia que habrá que demostrar muy bien.
Se puede ser amigo y aliado de los Estados Unidos en nuestra lucha. Podría ser hasta una virtud. Lo que sí no se puede ser es enemigo atemperado del tirano que esclaviza nuestra patria. Ser aliado de los Estados Unidos no es ningún pecado. Ojalá todos los cubanos tuviéramos bien claro lo importante y decisivo que será para la Cuba del futuro nuestra relación con los Estados Unidos. Ojalá todos fuéramos capaces de expresar sin sentimientos de culpa nuestro profundo respeto y nuestra ferviente admiración por ese gran país, del que tanto tiene el mundo que aprender. Nuestra relación con los Estados Unidos está sellada en estos más de 40 años de apoyo suyo a nuestra lucha. Ningún paradigma de opositor ni ningún Menoyo puede decirle al pueblo de Cuba cómo debemos entretejer nuestra amistad con los Estados Unidos. El Jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana ha actuado de la mejor buena fe y la represión que ha ocurrido a los opositores no es achacable a él, sino a Castro.
Es, obviamente, un mal antecedente para cualquier exiliado poder ir a pasar vacaciones a Cuba. En qué casa vivirá y qué necesidades pasará pasan a ser ya puras banalidades.
Cofundador - subdirector de Habana Press (desterrado)
juliosanfco@yahoo.es


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