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Wednesday, December 22, 2010

Miami:

Estar en Miami es regresar a un sueño, un antiguo sueño en el arabesco tierno del ayer, un viejo sueño que fue pesadilla en muchas casas, sentido de una vida, meta final para llenar de oxígeno toda el alma. Por llegar aquí algunos perdieron los nervios acerados y fueron pasto de la hambrienta escualidez y de los opresores, que jamás perdonan las huidas hacia la libertad. Esta ciudad se convirtió en un suceso, una obsesión atormentada, una referencia para hablar de los cubanos que un día decidieron un futuro generosamente cotidiano.
Los demás destinos eran revisados minuciosamente, aunque esta ciudad se sumaba a la perplejidad del sueño, entre paréntesis, laberinto de ida y vuelta hacia la muerte, pues vivir en Cuba era contar con ella, cuando eramos todos una casa enferma, una familia dividida, un deseo continuo por obtener cualquier cosa en libertad. Llegar allí era vivir ese sueño otra vez, bajo el auspicio del tiempo que pasó. Es venir de un sueño a otro, sin querer interrumpirlo ni con un leve bostezo, es abrir la noche de extramuros de muchos en el mar, encontrando la luna en sus tinieblas. Oscilar entre reseñas en donde todo comenzó y la realidad no se marchita, cercana siempre a las raíces.
Estar en Miami es pintar una sonrisa en un boceto serio, con su boca reducida por las circunstancias, asustada por los ecos de la patria y sus condenas, intensidad de sucesos acorde con una ciudad maldita.  Esto es la imagen. Odiada por decreto, arrancada de la verdad, para que nunca fuera  imaginada. Había sido el espacio corroborando los pronósticos, a devolver las ganas a millones de latinos.
Mi otra Habana es una novia vieja, una plaza sin disturbios, un corazón en exceso renovado, que su amanecer rejuvenece, engalanado de femenina sombra. Yo pude ser un miamense ( hoy lo se) plantando un lindo árbol, mientras los pitirres llegan del terruño con sus ojos turbios o los sinsontes se dejan su garganta en el claustro de una ceiba milenaria. Lo se ahora que transfundí sus calles, sus mercados que rezuman aspaviento de compras y extensión de la familia. De repente la infancia es una fruta que cae sobre mí, usurpando ese paso inequívoco de los años: Aroma de farmacia, acondicionado aire de mi niñez, perfume de avón, especies de ultramar, productos tan cubanos y los negocios de antaño. El pan, me traslada a un universo perdido, donde nada existe, salvo el lápiz del bodeguero que escuchaba todo, antes de escribir su sentencia en la ridícula cuadrícula. Funerarias, casas de trucos, galerías, restaurantes con la impronta de mis tiempos púberes, eclipsados por la fuerza del mal. Aquí no hay ni una sola elevación, ni rampas en las calles, sí montañas de ilusiones, que reflejan un cielo limpio y aguas cabalgando con el peso prematuro del sol. El viento tumba casas, la lluvia parece eterna y su ruido se transforma en silencio ganado, en vapor de los senderos pantanosos, y este, en el fílmico sonido de sirenas persecutorias. Nunca se funde la tristeza, el cielo gira, escribiendo sus mensajes y el deprimido ríe nuevamente, porque aquí el dolor nunca es definitivo y el sueño nunca se detiene. La claridad no es un círculo monótono. Hay grandes oscuros donde posarse a contemplar el sky line , las palmas no dejan de mover sus aspas para que me sienta en Cuba. Pero para eso han construido un palacio de sus jugos, donde el aire de livianos olores, invade todos los sentidos y se cuela en la memoria. Las vendedoras se mueven nerviosas, el gusto se anima, es un baile típico, el recuerdo flota sobre el hielo, vuelve a salir, con el súbito batiente de la fría garganta.
Miami son algunos barrios de La Habana después de una intensa cirugía. Estar aquí es sumergirme en lo que pudo ser, con aquella efervescencia que ha paseado en nuestros sueños, como en los ojos del amor.
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Marita Ragozza de Mandrini Comentario de Marita Ragozza de Mandrini Hace 4 horas
Me ha llamado la atención cómo un cubano se siente  en Miami. Tengo amigos en la misma situación. Este texto me permitió comprender mejor. Felicitaciones y saludos.
Rafael Negret Comentario de Rafael Negret Hace 14 horas
Un bello y profundo canto a la libertad por un lado y a la añoranza y la nostalgia por el otro. Considero que has hecho una inteligente simbiosis de cómo conciliar tantos sentimientos atravesados. Felicitaciones Pedro Manuel. Un fraternal abrazo para tí que encarnas esa nación tan digna de los cubanos. Rafael
Karelia Dávila Comentario de Karelia Dávila Hace 14 horas
Excelente relato Pedro Manuel, debe ser muy duro asimilar esa experiencia y convivir con sentimientos de nostalgia. Lo he sentido,cuando he estado mucho tiempo fuera de mi país. Un abrazo tierno, Karelia
Diana Margarita Ruiz Comentario de Diana Margarita Ruiz Hace 15 horas
Eliminar comentario Te entiendo muy bien porque viví en Cuba 52 años y pasé por Miami, dormí una noche allí, en 2005, me reencontré con mi hermana y mi sobrino que no vi más durante 25 años, allí había vivido 18 años mi padre, allí nacieron 2 de mis sobrinos. Regresé 15 días u 11 en 2006 y me quedé con ganas. Volví 3 meses en 2008 y finalmente sigo en Boise, Idaho, después de escribir El Aviador, Diálogo con el Investigador....Mis Miaminas..Qué alegría encontrarte en esta red: diana de Cuba. Un abrazo y que Dios te cuide, proteja y ayude y bendiga...
arturo vicente aponte núñez Comentario de arturo vicente aponte núñez Hace 16 horas
Entiendo el laberinto de tus sueños, la añoranza que golpea tus sentidos, la nostalgia que colma los recuerdos y los ayes que encierran nuestras sombras. Comprendo los látidos de tu alma que, a pesar del recuerdo perturbador, guarda en la melancolía, los días presurosos, el calor de nuestras gentes y el villorrio encabritado. Comprendo, la Libertad puesta como rumbo, como meta, como triunfal arribo. Y es que la Libertad no tiene ideología, no encuentra raza, ni credo pasajero. La libertad es única y es grande, es lo que le da sentido a la vida, es lo que nos hace humanos y solidarios. La libertad es la proeza de vivir sin barrotes ni fronteras, sin idiotas que digiten nuestras sombras y sin autómatas que circunden nuestros autos. La libertad es la vida misma y por eso te comprendo y, he leído en tu nostalgia, la verdad negada; el discurso que hoy golpea y remece latitudes, y quealgunos izquierdozos congelados en su propia inercia dogmática, no entenderán nunca. Te comprendo en el derrotero de tu propia narrativa. Conozco Cuba, he vivido en la Habana por más de 06 meses y nunca podré olvidar a ese pueblo alegre y generoso que, a pesar de sus carencias, me extiendo su mano y me hizo comprender el sentido de la vida y de la Libertad. Ha sido muy placentero leerte.
JORGE SERNOQUI Comentario de JORGE SERNOQUI Hace 19 horas
El amor por la tierra de uno es imposible de comentar, creo lo simboliza una palabra, nostalgia.  Donde el dolor y el desarraigo y hasta casi la pérdida de identidad, porque estar en otro lado no es lo mismo, quedan contenidos en ella. Como dice Mario buena catarsis pedro.     Un abrazo.  Jorge
Vilma Lilia Osella Comentario de Vilma Lilia Osella Hace 19 horas
El desarraigo duele mucho. Escribir cualquier episodio doloroso suele funcionar como catarsis en algunos casos. La Habana y su malecón son preciosos, a pesar de todo. Y te comprendo... Bendiciones-
Adela Corporaal Comentario de Adela Corporaal Hace 23 horas
Pedro, mi querido amigo... La nostalgia y el desarraigo, lo que pudo ser y no fue, y no sabemos cuándo podría ser... No imagino vivir lejos de mi tierra, y me resultaron dolorosas tus palabars llenas de nostalgia. Excelente escrito. Que te llegue mi abrazo, hermano. Adela
Mario Islasáinz Comentario de Mario Islasáinz hace 1 día
La nostalgia al habla Pedro, buena catarsis, Mario.