Mayo
Sábado 30 de mayo
La ley de su Dios está en su corazón; sus pasos no vacilarán (Sal. 37:31).
El crecimiento espiritual del cristiano debe ser un proceso continuo, y lo mismo debería ocurrir con el desarrollo de su capacidad de escuchar y responder a los dictados de su conciencia. Pongamos una situación hipotética. Hasta hace poco, Marcos participaba en prácticas relacionadas con cosas prohibidas en la Biblia. Ahora que se ha bautizado, su conciencia ya no le permite hacerlo. Lo que es más, evita de forma escrupulosa hasta cosas remotamente similares a las que Dios prohíbe. Pero, al mismo tiempo, le cuesta trabajo entender que haya quienes rechacen cosas que él encuentra perfectamente aceptables, por ejemplo, ciertos programas de televisión. Con el tiempo, Marcos profundiza sus conocimientos y estrecha su relación con Dios (Col. 1:9, 10). Como resultado, su voz interior recibe una buena formación. Por esta razón, aunque antes se negaba a realizar algunas cosas “remotamente similares a las que Dios prohíbe”, ahora comprende que no todas eran contrarias a la voluntad divina. Además, decide evitar los programas que antes había considerado aceptables. En efecto, su conciencia se ha refinado.
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