Por: Adela Soto Álvarez
El tiempo pasa, pero el cerebro humano recuerda y recuerda, a pesar de ya no estar en la tierra que nos vio nacer, y sin poder evitarlo saca a la luz nuevamente sucesos que marcaron su vida en momentos difíciles y este es uno de ellos, precisamente el día que vio la luz en la provincia de Pinar del Río, Cuba, el libro titulado “Los disidentes”.
Recuerdo que fue un lunes finalizando el mes de julio del 2003, cuando el tan promocionado libro, fue lanzado en el local de la biblioteca Ramón González Coro, muy cerca de la Emisora Radio Guamá en la capital de la provincia vuelta bajera.Según imaginé por los acontecimientos el lanzamiento fue supersónico, pues cuando Diana Margarita Cantón fue en su busca ya no quedaban.
Yo tuve suerte en adquirir uno de los ejemplares en venta, gracias a un opositor que me lo regaló posteriormente, pues cuando llegué al puesto de venta solamente quedaba en el lugar, el vendedor de la biblioteca comiéndose las uñas en un acto de nerviosismo y aburrimiento, escoltado por varios gendarmes de la policía política que vestidos de civil lo acechaban desde la esquina, al tanto del desenvolvimiento de la venta, estados de opinión y personas asiduas en su busca.
Encima del estante de madera solamente quedaba un ejemplar, el del vendedor que bajo el sugerente titulo, exhibía un subtitulo con letras amarillas resaltando la portada carmelita: “Agentes de la Seguridad del Estado Cubano revelan la historia real”.
Se lo pedí prestado y al hojearlo puede ver como en sus primeras páginas estaba muy bien explicado el ingenio de Rosa Miriam Elizarde y Luis Báez —periodistas oficialistas cubanos— que como autores, ponían de manifiesto, las peripecias que tuvieron que hacer y las horas de entrevistas, para recopilar material suficiente para 223 páginas, incluyendo “las pruebas”: vales de envío de diferentes organizaciones en el exilio, fotos y documentos personales de los acusados como “mercenarios y espías al servicio de los Estados Unidos”.
Indudablemente eran relatos increíbles los que envolvían la “tan fabulosa historia”, la que cualquier lector juraría que los 12 “intachables agentes” eran los dueños de la verdad. Por supuesto, los buenos ellos y los malos la oposición, los periodistas y los cubanos del exilio.El libro “Los Disidentes” comenzó primero a circular dentro de los intelectuales pinareños, ansiosos por saber qué revelaban los agentes secretos, quiénes eran los mercenarios y los contrarrevolucionarios, entre otras ofensas del prejuiciado terruño.
No habían pasado 2 horas de haberme apartado del puesto de venta, cuando me tropecé —por casualidad—, con una antigua colega de Radio Guamá, que al acercármele para saludarla me suplicó temblando que continuara el camino, que si la veían hablando conmigo caería en evidencias.Me quedé asombrada sin poder comprender su miedo hasta que ya alejándose muy de prisa me dijo que no me le acercara a nadie de la radio porque: -“Estaba acusada de contrarrevolucionaria en ese libro y se les había prohibido relacionarse conmigo”.-
Mi antigua colega dobló la esquina como alma que se la lleva el diablo. Mientras yo continué mi camino compadeciéndome del prejuicio de los hombres, y de la incapacidad de algunos cubanos, aunque lo que más me dolían eran los intelectuales, tan confundidos a pesar del anonimato que los corroe, pero clavados al mísero salario y a la doble moral.
Ese mismo día me tropecé con Yuly, un supuesto amigo, guionista de la misma emisora .Me le acerqué sin ser vista y le tapé los ojos en un acto de amistad. Realmente quería darle la sorpresa, pues hacía varios meses que no lo veía.
Al descubrir que era yo, se soltó de mis manos y sin mucho rodeo me aconsejó en un susurro misterioso, que no me le acercara a ningún intelectual porque los comprometía políticamente.-
“Tú eres disidente- me dijo tembloroso- y nosotros, después de lo que publicó la Editorial Política, no podemos ni saludarte, pues perdemos el puesto de trabajo”- y dándome la espalda se alejó a toda prisa.-Ojalá un día no les pese tanta ceguera y miedo,- me dije compadeciéndome de su terror a la censura.
A los varios días conversé de lo acontecido con Diana Margarita Cantón una periodista independiente y escritora, y después de contarme algunas anécdotas ocurridas a ella también, me dijo:-
“El libro es una prueba muy contundente, lo hacen a propósito para desvirtuar la imagen de la prensa independiente y la oposición.
“Era lo que nos faltaba para silenciarnos completamente en la sociedad cubana”.-Y así fue como en Pinar del Río, los pocos que nos conocían y seguía tratándonos a pesar de nuestra ideología, al leer “Los Disidentes”, nos comenzó a huir como el resto y pensando éramos “la peste”.Los escritores coterráneos aumentaron su desprecio total, al igual que los funcionarios de la Cultura y los talleres Literarios.
No solamente nos limitaban como opositoras, también como escritoras, expulsándonos de cuanta palestra literaria existía en el país, y nuestra obra ya en ese entonces impublicable, pasó a ser un atentado contra el régimen.Pero nadie se atrevió a indagar realmente quiénes son los opositores, el por qué hacen oposición, el por qué existe la prensa independiente, y que luchar a favor de los derechos del hombre es un acto de orgullo no de ofensa y mucho menos de repudio.
1 comment:
Ya, esa es tu opinión,
Pinar del Rio
Post a Comment