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Tuesday, July 09, 2013

Vigilancia y delitos en Cuba:

Generación Y


Posted: 17 Jun 2013 10:45 AM PDT
hombre_de_espaldas
Su propio vecino lo vigila. Nadie se lo ha confirmado, no lo ha leído en ningún informe y tampoco tiene amigos policías que le hayan advertido. Simplemente no es tonto. Siempre que abre la reja hacia su casa, una cabeza cana se asoma por la puerta de al lado. De cada cinco veces que entra o sale de su vivienda, al menos tres se topa al anciano que vive pared con pared, fingiendo que le echa agua a las plantas del pasillo. Las macetas están rebosantes de humedad, pero el improvisado guardián sigue agregándoles más y más. También hace preguntas, muchas preguntas, sobre los temas más impensados: ¿eh… y eso que llevas en la jaba donde lo compraste? ¿Hace rato que no te visita tu suegra, verdad? Así que él tiene su propio delator particular, una célula de inteligencia -de apenas un miembro- enfocada en su existencia.
El día de los padres el vecino informante se la pasó sólo. Ninguno de sus hijos vino a verlo para celebrar con él. La verdad es que nunca nadie lo visita, como no sea, desde hace un tiempo, dos hombres pelados a lo militar. Porque el anciano tiene fama de ser alguien a quien ni su propia familia soporta. Está “más solo que la campanada de la una”, dicen de él los otros residentes del achacoso edificio. En mitad de la tarde el vigilado tocó a la puerta de su vigilante para regalarle un trozo de cake. “Para que lo pruebes, me lo trajeron mis hijas”… le dijo saboreando la victoria de sentirse satisfecho y acompañado. Un breve brillo de culpa pasó por los ojos del fisgón. Quizás la conciencia, quizás. En la noche ya estaba de vuelta a su tarea de comprobar quién salía y entraba de la casa colindante.
En una fórmula no escrita pero muy frecuente, la mayoría de las personas involucradas en la delación de otros cubanos exhibe también una gran frustración en su vida personal. No es que cada desdichado vaya a convertirse en un informante de la Seguridad del Estado, pero el fracaso es un caldo de cultivo que aprovechan los reclutadores de informantes. Con esos individuos conforman una tropa de choque dispuesta a destruir al otro. En los barrios, los más extremistas tienden a ser los que tiene una vida familiar y afectiva más desastrosa. No es una regla… queda claro… ¡pero como se repite!
A su vecino, jubilado, resentido y solitario le han dado la tarea de vigilarlo. Le han otorgado un poder sobre su vida, una ascendencia que éste disfruta y saborea cada día. El poder de arruinar sonrisas, de redactar informes que algún día lleven a la cárcel a ese insoportable padre y marido feliz que vive al otro lado de la pared.
Posted: 15 Jun 2013 05:03 PM PDT
jmcturk
El canadiense James McTurk acusado de abuso infantil en Cuba
Foto: THESTAR.COM
Hace apenas tres semanas varios activistas cubanos visitamos Estocolmo, para participar en el Internet Freedom Forum. Los mejores momentos de nuestra estancia allí no sólo fueron durante las sesiones en el evento tecnológico, sino también a lo largo del programa de actividades paralelas. Resultó sumamente interesante la visita a la organización no gubernamental ECPAT que se enfoca en el combate contra la pornografía, la prostitución y el tráfico infantil. Como suele ocurrir, la explicación de su labor nos llevó a reflexionar sobre la incidencia de hechos tan condenables también en la realidad cubana. Lo primero que nos saltó a la vista fue la ausencia de una entidad u ONG que se dedique específicamente a ese tema dentro de la Isla. Al menos hasta donde los ciudadanos sepamos, aunque no es de dudar que ante el Examen Periódico Universal en la ONU, algún grupo oficial se haya autotitulado defensor de las víctimas de depredadores sexuales.
Si el muro del malecón habanero hablara… nos contaría de todos esos jóvenes entre 16 y 18 años que ofrecen su cuerpo a los turistas por unos cuantos dólares. Aunque los hay aún más niños en el comercio de la carne, justo en esa franja de edad la desprotección jurídica es total, pues la legalidad imperante en Cuba los considera adultos. De esa manera quedan al margen de cualquier estadística y del consiguiente programa de prevención y amparo que ofrecen organismos internacionales como la UNICEF. Los casos de adolescentes forzadas sexualmente por padrastros, tíos, hermanos mayores o familiares cercanos, abundan en los pueblos cubanos. Una muchacha de doce, trece o catorce años embarazada por un adulto, se percibe como algo común especialmente en las zonas rurales del país. Ni hablar de las relaciones carnales entre profesores y alumnas de secundaria y preuniversitario, que han pasado a formar parte de la normalidad de nuestra existencia.
Recientemente el canadiense Jaime McTurk fue condenado en Toronto por varios delitos sexuales contra niños en Cuba, incluyendo algunos de tres años. La historia no se ha publicado en los medios nacionales, aunque el depredador estuvo 31 veces en nuestro país entre 2009 y 2012. No resulta creíble que unas autoridades migratorias tan diestras en detectar si un cubano puede entrar o no a su propio país y unos oficiales de aduana entrenados para encontrar una laptop o un teléfono móvil en el equipaje, no se hayan dado cuenta de que algo estaba mal con ese señor. Triste también que siendo este uno de los males que aqueja a nuestra sociedad, ni siquiera se permita a los padres alarmados conformar un grupo de denuncia ciudadana contra pedófilos y además brindar apoyo solidario a las víctimas de estos criminales. En medio de tantos temas sociales que está tocando la incipiente sociedad civil de esta Isla, como la dualidad monetaria, los bajos salarios, la necesidad de reformas políticas y partidistas, urge que abordemos también un problema tan sensible. ¡Con nuestros hijos no! habría que decirle a todos esos abusadores foráneos y nacionales.
Posted: 14 Jun 2013 05:35 AM PDT
etecsa_droyd
Se han graduado de la Universidad de Ciencias informáticas o de alguna otra ingeniería, pero se ganan la vida de forma independiente. Son los nuevos creadores de aplicaciones para Android que proliferan en Cuba. De sus teclados ha salido una popular “app” con la base de datos filtrada desde la compañía telefónica y titulada –muy acertadamente- ETECSA-Droyd. Basta instalarla en el móvil y se podrá saber desde el nombre, la dirección y hasta la fecha de nacimiento de la persona que llama. Nadie se escapa del escrutinio. A la mano queda la información de un ministro, de un funcionario defenestrado y de los hijos del propio General Presidente. Maravillas de la clandestinidad, en un país donde lo prohibido se mezcla cada vez más con lo deseado y con lo posible.
Entre estos jóvenes nativos digitales, los mejores programadores tienen contratos ya con empresas en otros países. Trabajan desde su casa de La Habana, Camagüey o cualquier otra provincia, pero el producto final va a parar a Tokio o a París. Esos son los más exitosos. La gran mayoría para llegar al tan soñado empleo a distancia, primero deberá recorrer una larga etapa de instalar funcionalidades -al menudeo- en teléfonos de usuarios nacionales. Si tiene suerte, un día puede aparecérsele un turista para que le reparen el iPhone o el Samsung Galaxy. Es la oportunidad para lucir el talento tecnológico y arrancarle al visitante extranjero un acuerdo de colaboración o una invitación para ir a trabajar a otro país.
Sin embargo, el camino de estos genios también puede tener serios tropiezos. Los tribunales cubanos han procesado en los últimos meses a varias personas involucradas en el negocio de los móviles y del software para Smartphone. A Julio, uno de los detenidos, lo atraparon con un cargamento de HTC y de geo localizadores para autos, además de un taller para crear nuevas versiones de aplicaciones, entre ellas la ilegal ETECSA-Droyd. Ahora está esperando juicio y una buen aparte de lo ganado con su talento informático tendrá que gastarlo en un abogado. Los delitos digitales ya no son sólo cosas de los guiones de filmes extranjeros. Hackear, dejar colgado un sitio web, probar herramientas que roban contraseñas wifi, se han convertido en el divertimento de algunos jóvenes con talento para los códigos y los lenguajes de programación. Las nuevas tecnologías se suman al mercado ilegal, esa zona de nuestras vidas tan rudimentaria –casi medieval- pero también tan sofisticada e innovadora.