Tomado del Blog Diario Errante.
November 26, 2012Raul Rivero: Los que quieren oír otro concierto.
publicado el 11.26.2012 en www.elnuevoherald.com
De acuerdo 100% con Raul Rivero. La campana por desacreditar a la oposicion es monstruosa, asi como de grande es el panico a la verdad de parte de los defensores y los duenos del regimen politico cubano.
RAÚL RIVERO
Es muy difícil apreciar el talante de aspirantes a héroes con sueños de grandeza en la proyección de la vida diaria de los ex presos políticos, las Damas de Blanco, los activistas de derechos humanos, los periodistas independientes y los blogueros y artistas rebeldes o irreverentes que trabajan en la oposición dentro de Cuba.
Ese papel de salvadores del pueblo, de representantes únicos de los olvidados, los trabajadores y los pobres, es patrimonio del sistema propagandístico del comunismo y es la credencial que se reparten, a la par con los privilegios, los cuadros del partido y los funcionarios de todos los niveles del gobierno.
Para los opositores, perseguidos y confinados en las periferias, lo único que está garantizado es el acoso de la policía y un elemento que produce tanta o más tensión que las acciones represivas personales. Se trata de la inestabilidad y el sobresalto permanente de la familia que incluye muchas veces a personas que por su edad –los ancianos y los niños– están ajenos o desconocen la verdadera dimensión de la gravedad de la atmósfera en la que respiran.
Quienes están de frente al régimen en aquella geografía saben que, en esa sociedad controlada por pícaros que enseñan los manuales de marxismo y esconden los dólares, ellos son las últimas cartas de una baraja marcada con la que se juega hace más de medio siglo.
Esos grupos de ciudadanos tienen que soportar los ataques, los insultos, las descalificaciones y las mentiras cotidianas que el poder le dicta a los escribientes oficiales. Con la materia que indica el ventrílocuo se rellenan los panfletos que circulan en el país y otros que se colocan en Internet para darle pasto a cómplices, viudos del comunismo, frustrados y oportunistas dedicados también con aplicación a denigrar y disminuir la tarea de la oposición pacífica.
Las personas que luchan por cambios reales, libertad y progreso en su país han pagado con años de cárceles, golpizas, arrestos, amenazas y presiones, los espacios conquistados para expresarse, dar a conocer sus ideas y fijar una posición clara ante el totalitarismo que, como dijo hace unos días el saxofonista Paquito D’Rivera, ha cambiado el director de la orquesta pero no la pieza que toca.
No, no hay ínfulas de salvadores infalibles entre los opositores. Son cubanos de la calle y del campo que no se manifiestan como santurrones populares y unánimes. Tienen muchas veces opiniones diferentes, no piensan en bloque y han asumido que allí sobran los héroes fabricados por los embusteros.
El mensaje que llega, desde todas las tribulaciones del día a día, es de modestia y resistencia, diversidad y controversias propias de hombres y mujeres que están vivos y trabajan por la libertad en medio de una dictadura.
November 26, 2012Raul Rivero: Los que quieren oír otro concierto.
publicado el 11.26.2012 en www.elnuevoherald.com
De acuerdo 100% con Raul Rivero. La campana por desacreditar a la oposicion es monstruosa, asi como de grande es el panico a la verdad de parte de los defensores y los duenos del regimen politico cubano.
RAÚL RIVERO
Es muy difícil apreciar el talante de aspirantes a héroes con sueños de grandeza en la proyección de la vida diaria de los ex presos políticos, las Damas de Blanco, los activistas de derechos humanos, los periodistas independientes y los blogueros y artistas rebeldes o irreverentes que trabajan en la oposición dentro de Cuba.
Ese papel de salvadores del pueblo, de representantes únicos de los olvidados, los trabajadores y los pobres, es patrimonio del sistema propagandístico del comunismo y es la credencial que se reparten, a la par con los privilegios, los cuadros del partido y los funcionarios de todos los niveles del gobierno.
Para los opositores, perseguidos y confinados en las periferias, lo único que está garantizado es el acoso de la policía y un elemento que produce tanta o más tensión que las acciones represivas personales. Se trata de la inestabilidad y el sobresalto permanente de la familia que incluye muchas veces a personas que por su edad –los ancianos y los niños– están ajenos o desconocen la verdadera dimensión de la gravedad de la atmósfera en la que respiran.
Quienes están de frente al régimen en aquella geografía saben que, en esa sociedad controlada por pícaros que enseñan los manuales de marxismo y esconden los dólares, ellos son las últimas cartas de una baraja marcada con la que se juega hace más de medio siglo.
Esos grupos de ciudadanos tienen que soportar los ataques, los insultos, las descalificaciones y las mentiras cotidianas que el poder le dicta a los escribientes oficiales. Con la materia que indica el ventrílocuo se rellenan los panfletos que circulan en el país y otros que se colocan en Internet para darle pasto a cómplices, viudos del comunismo, frustrados y oportunistas dedicados también con aplicación a denigrar y disminuir la tarea de la oposición pacífica.
Las personas que luchan por cambios reales, libertad y progreso en su país han pagado con años de cárceles, golpizas, arrestos, amenazas y presiones, los espacios conquistados para expresarse, dar a conocer sus ideas y fijar una posición clara ante el totalitarismo que, como dijo hace unos días el saxofonista Paquito D’Rivera, ha cambiado el director de la orquesta pero no la pieza que toca.
No, no hay ínfulas de salvadores infalibles entre los opositores. Son cubanos de la calle y del campo que no se manifiestan como santurrones populares y unánimes. Tienen muchas veces opiniones diferentes, no piensan en bloque y han asumido que allí sobran los héroes fabricados por los embusteros.
El mensaje que llega, desde todas las tribulaciones del día a día, es de modestia y resistencia, diversidad y controversias propias de hombres y mujeres que están vivos y trabajan por la libertad en medio de una dictadura.