Rafael Azcuy González: ¡COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS VENANCIO!. ¡QUÉ TE PARECE!.
Así decía la letra de una guaracha del dúo Los Compadres en Cuba y ya es hora realmente de que cambien en algo los tiempos para el sufrido pueblo cubano. Al menos ya no tenemos enemigo. Ahora ya no es el imperialista si no nuestro propio pueblo, como ha sido siempre desde hace casi 60 años: los valientes y abnegados disidentes, las espartanas Damas de Blanco, los jóvenes que se atreven a dar sus opiniones públicamente en las calles o escriben en los medios sociales o enfrentan los abusos policiales: ese es su verdadero enemigo, al que los Castro llevan enfrentando a fuego y sangre desde los ya lejanos días del triunfo en 1959, enemigo con el que no quiso entrevistarse el Presidente de la democrática Francia, cuando hace poco estuvo en La Habana.
Para esta lucha colosal y sin cuartel crearon su poderoso Ministerio del Interior (MININT), con sus tropas especiales, anti-motines, seguridad del estado (G-2), guarda fronteras y abrieron cientos de nuevas cárceles por todo el país. También formaron unas desproporcionadas fuerzas armadas (FAR), una de las mayores, mejor armadas y entrenadas del mundo. Su misión principal encubierta sería aplastar cualquier sublevación popular con sus miles de tanques, de aviones y artillería, posibilidad que manejaron los Castro cuando la masiva ocupación de la Embajada del Perú en los años 80 y cuando el levantamiento espontáneo del 5 de agosto de 1994 en La Habana.
No deja de alegrarnos a los cubanos de a pie el cese de esta guerra fría, a los que hemos sufrido tantos años de carencias y de falta de libertades, que se vaya logrando este paulatino acercamiento entre ambos pueblos y gobiernos, a pesar de que algunos en Miami no vean con buenos ojos estos pasos. Ellos desde hace muchos años desconocen lo que es vivir con un panecillo de 80 gramos para todo el día sin poderse quejar ni exigir, so pena de parar en sus jefaturas de policía.
El enemigo imperialista y su bloqueo fueron los culpables del fracaso rotundo del socialismo y que no se hubiese podido crear al añorado “hombre nuevo”, según culparon siempre los apologistas del régimen y los propios Castro. La lucha de clases, inspiradora del sistema, alentó el odio contra los propios cubanos, la separación de las familias y estableció el ostracismo y el olvido para los que buscando un futuro mejor tuvieron que emigrar de su propio país, hecho que nunca se había dado en Cuba, a pesar de otras dictaduras.
Los colegios religiosos fueron intervenidos por el régimen, expulsados gran parte de los curas a España, perseguidos los creyentes de las diferentes denominaciones que fueron a parar a cárceles, paredones de fusilamiento o a las tenebrosas UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), donde también llevaron a los homosexuales, a los no integrados al proceso revolucionario y a los llamados vagos o lumpen.
Por los años 80 se pretendió mejorar las relaciones con la llamada por Castro “comunidad cubana en el exterior”, término eufemístico para olvidar la “gusanera revuelta y brutal”, los traidores o contrarevolucionarios. Los cubanos de Miami –según Castro- harían una revolución en el propio Miami, luego de visitar Cuba y admirar sus conquistas revolucionarias. Lo que sucedió fue todo lo contrario: la explosión migratoria del Mariel que hizo temblar las bases del régimen y lo puso en ridículo ante el mundo. Entonces volvieron a emprenderla con los homosexuales, los vagos, los desafectos, los religiosos y con los delincuentes, para tratar de dar otra imagen y comenzaron a llamarles escoria, pero por su magnitud tuvo un efecto contraproducente, pues el país solo formaba escorias sociales. Más de 125 mil cubanos salieron por el Mariel: Estábamos llenos de escorias y de lacras sociales. ¿Dónde estaba entonces el hombre nuevo revolucionario? Fue un estremecedor referéndum que los Castro soslayaron, pues no se trataba de socialismo ni de capitalismo ni de San Juan de los Palustres: se trataba del poder, único interés de los Castro.
Cuando fuimos amigos del hermano pueblo soviético las banderas de la extinta URSS inundaron nuestras calles, así como las fotos de Kruchev y luego de Breznev: eran los años de la “indestructible amistad cubano-soviética”, del agradecimiento con que siempre culminaba sus discursos el Comandante en Jefe, a la solidaridad desinteresada de la Unión Soviética y del campo socialista. Ya no queda una sola bandera ni una foto de aquellos dirigentes soviéticos ni en los museos. Se olvido pronto el agradecimiento…
Las fotos y murales de Hugo Chávez y la bandera venezolana pasaron a enseñorearse del escenario cubano. A las fotos de Raúl y Fidel levantando los brazos a Breznev en el aeropuerto José Martí, ahora le sucedieron las del Héroe del Moncada, la Sierra y Girón, abrazando al Hijo del libertador americano, el verdadero continuador de los sueños de Bolívar.
Intuyo que no estamos muy lejos de cambiar estas últimas imágenes, ya fuera de contexto, por las del presidente Obama y un Raúl que le levanta el brazo en señal de victoria: ¡Ver para creer! No, no es ciencia ficción, ya la bandera norteamericana flamea hasta en los bici-taxis. Si vivieran aquellos músicos magníficos, Los Compadres con que entonación cantarían:
¡Cómo cambian los tiempos Venancio! ¿Qué te parece?... Y es bueno que cambien si va a ser para bien. Los cubanos también tenemos derecho a ser libres algún día, más temprano que tarde. Obama y Castro han destapado la Caja de Pandora cubana, pero esta vez estamos seguros que no será como la leyenda griega, no se esparcirán más desgracias sobre Cuba, si no la merecida bendición de la libertad…
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano con lenguaje ¨a lo cubano¨
En Cuba lo que hay desde hace 56 años es miedo y mucho miedo (un miedo bien fundado) y no falta de información ni capacidad para entender lo evidente. Ahora buena parte de la población¨protesta contra la cadena pero no con el mono¨ que la mueve a su antojo o según sus necesidades. Algo muy viejo que tiene, por ejemplos: la ¨lucha contra el burocratismo¨, plasmada en la película La muerte de un burócrata o el castigo a los dirigentes de bajo o mediano nivel que se aprovechan de su puesto de trabajo o que hacen mal su trabajo y que tiene su antecedente en la medida del Che Guevara de enviarlos a sembrar eucaliptus a Guanahacabibes. Todo menos meterse con la cúpula gobernante. Para la inmensa mayoría del pueblo cubano es mejor, hacerse el tonto o el bruto que se cree los cuentos, que ir a parar a la cárcel o que se le caiga el negocio o la ¨resolvedera¨ porque la tiranía ¨se puso para ellos¨ y no pueden moverse ¨extraó¨ para ir ¨escapando¨.. El pueblo cubano mayoritariamente prefiere vivir de la limosna de las remesas del exterior y de las migajas que les puedan tirar en un futuro los empresarios norteamericanos y la tiranía, que levantar la cabeza y pedir sus derechos y libertades conculcadas por la dictadura totalitaria de los Castro y cómplices.
Los cubanos de la isla conocen y saben muy bien que las relaciones entre los EE.UU. y la tiranía en todos estos años no tienen nada que ver respecto al déficit o carencia en los mercados de viandas como la yuca, la malanga, la papa, el maiz, etc. ni de cebolla, ajos, ajies, arroz, frijoles, hortalizas,etc. así como de frutas cubanas, leche de vaca, quesos criollos, etc.. Los cubanos sabemos que es el sitema impuesto en Cuba desde hace 56 años la causa de la carencia de alimentos en Cuba; sistema que prioriza el control social y político por encima de la productividad y la economía al no liberar a las fuerzas productivas de la sociedad cubana de la isla. Los cubanos saben que el pollo que se comen y que muchos productos que vende el Estado, a precios exhorbitantes, en las tiendas por divisas proceden de EE.UU.. El pueblo cubano de la Isla sabe que si no tiene más productos de EE.UU. en sus bodegas y tiendas de comida (productos que antes se cultivaban y producían en Cuba) es porque Cuba no produce para tener dinero contante y sonante para comprárselos a los EE.UU..
Los cubanos también saben que entre Venezuela y los EE.UU. hay relaciones diplomáticas, y que Venezuela no tiene ningún Embargo norteamericano y que, sin embargo, cada vez que Hugo Chávez, antes, y hoy Nicolás Maduro o Diosdado Cabello culpan a los norteamericanos de los graves problemas económicos y sociales de Venezuela, un país rico en recursos naturales, y dicen que los EE.UU. tienen contra ellos una guerra económica. Los cubanos en su inmensa mayoría simulan que creen las mentiras de la tiranía porque es una manera de que no caigan sobre ellos la descomunal fuerza represiva de la dictadura y tener la esperanza de algún día salir de esa situación ya sea logrando un pequeño privilegio como es, por ejemplo, hacer ilegalidades sin que el régimen ¨se pongan pa´tí¨ o que le den una jaba o bolsa de estímulo en el trabajo a fin de mes con productos de aseo o algo similar o quizás salir del país.
La mayoría del pueblo cubano sabe desde hace mucho tiempo que la guerra caliente y fría contra él la ha llevado la dictadura que se impusó el 1 de enero de 1959 en Cuba.
Desde hace muchos años la mayoría del pueblo cubano de la Isla no se han creido el cuento del enemigo imperialista que quiere agredir y llevar el mal a Cuba. Esas marchas del pueblo combatiente antimperialista y los aplausos a los discursos norteamericanos de los mandantes de Cuba son comparables, desde hace décadas, similares a los carnavales cubanos cuando se permitía usar caretas. De no haber sido así no hubieran sido las medidas compulsivas en las escuelas, los centros de trabajos, en los Comités de Defensa de la Revolución de cada cuadra, en las cooperativas campesinas, etc. para que las personas asistan, marchen y, agiten banderitas y aplaudan. Mis argumentos en que he basado esa opinión son:
Recuerdo cuando en la década de los años 90s del pasado siglo XX las autoridades Castristas exigieron que las cartas para el sorteo de visas para emigrar a los EE.UU. (el bómbo) se echaran obligatoriamente en los buzones de Correos de Cuba y no en las valijas que empleados de la Oficina de Intereses de EE.UU. en Cuba situaban en la puerta de la oficina de Intereses. La gran cantidad de personas que querían irse de Cuba pero que querían mantener su fachada de revolucionarios ante la tiranía y la certeza de que la Seguridad del Estado tendría control de esas cartas eran las causas por las que los remitentes de las cartas preferían depositar las cartas en las valijas de la Oficina de Intereses. En la última ocasión, la manifestación de personas que deseaban dejar sus cartas en las valijas de la Oficina de Intereses de los EE.UU. en Cuba llegaba hasta la calle Línea. Ese informal plesbicito de cómo se valoraban y valoran los EE.UU. como un país amigo de los cubanos terminó cuando la tiranía determinó que no admitiría un nuevo envio de cartas para esos sorteos, los cuales debían hacerse anualmente según los acuerdos migratorios entre EE.UU. y la tiranía de los años 1994 y 1995. Plesbicitos también fueron el Éxodo de El Mariel en 1980 (128 000 personas) pese a los actos de repudios, con golpeaduras y otras agresiones, que se le hacían a las personas que había solicitado irse de Cuba; plesbicito expontáneo fue también el Maleconazo el 5 de agosto de 1994. Nadie tuvo que hacer una convocatoria para esos tres ¨plesbicitos¨ informales de cómo se valoraba el ¨enemigo¨imperialista.
Aprovecho esta ocasión para dar mi opinión sobre una falacia que se acepta en la televisión de Miami: Mi opinión es que NO fueron los ¨viajes de la comunidad¨ los que motivaron el éxodo de El Mariel. Mis argumentos son:
- La decisión de la tiranía de situar de postas militares armadas con calibre de guerra en las entradas de todas las embajadas desde muy temprano en los años 60 del pasado siglo.
- El hecho que la tiranía calificó, por varias décadas, como delitos contra la seguridad del Estado las salidas ilegales del país y las sancionaba con condenas de prisión a aquellos capturados; sanciones que eran muy elevadas en años para aquellos que en una salida clandestina llevaran armas de fuego.
- La cantidad de pasajeros que salieron por el puerto de Camarioca en 1965 fueron limitados grandemente por la Ley del Servicio Militar Obligatorio ya que los varones entre 16 y 27 años no podían salir del país y eso frenó a innumerables familias cubanas a salir de Cuba. De haber permitido la tiranía viajar a los varones entre esas edades con su familia el éxodo hubiera sido mucho más de 3 000 personas. Hubiera sido un Mariel. La tiranía dijo que era para que los jóvenes cubanos no fueran a morir en Vietnam; tal parece que prefería que murieran en Angola, Etiopía y en tantos otros países.
- Los más de 200 000 cubanos que salieron entre 1965 en los primeros años de los años 70 en los llamados ¨Vuelos de la Libertad¨ pese a los rudos trabajos a los que se enviaban a aquellas personas que deseaban salir del país ( En el aniversario de los CDR de 1962 Fidel Castro había dicho que ¨el camino para Miami pasa por la agricultura¨) y la incierta fecha de salida en manos de la tiranía.
Estos hechos, y otros más, hablan de que no fueron los ¨viajes de la comunidad¨ los que les abrieron los ojos a los cubanos de cómo eran los EE.UU. Lo que sucedió es que en ese momento la tiranía abrió un poco más la válvula de presión.
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¡COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS VENANCIO!. ¡QUÉ TE PARECE!.
Por: Rafael Azcuy González.
Junio 9 de 2015
Junio 9 de 2015
Así decía la letra de una guaracha del dúo Los Compadres en Cuba y ya es hora realmente de que cambien en algo los tiempos para el sufrido pueblo cubano. Al menos ya no tenemos enemigo. Ahora ya no es el imperialista si no nuestro propio pueblo, como ha sido siempre desde hace casi 60 años: los valientes y abnegados disidentes, las espartanas Damas de Blanco, los jóvenes que se atreven a dar sus opiniones públicamente en las calles o escriben en los medios sociales o enfrentan los abusos policiales: ese es su verdadero enemigo, al que los Castro llevan enfrentando a fuego y sangre desde los ya lejanos días del triunfo en 1959, enemigo con el que no quiso entrevistarse el Presidente de la democrática Francia, cuando hace poco estuvo en La Habana.
Para esta lucha colosal y sin cuartel crearon su poderoso Ministerio del Interior (MININT), con sus tropas especiales, anti-motines, seguridad del estado (G-2), guarda fronteras y abrieron cientos de nuevas cárceles por todo el país. También formaron unas desproporcionadas fuerzas armadas (FAR), una de las mayores, mejor armadas y entrenadas del mundo. Su misión principal encubierta sería aplastar cualquier sublevación popular con sus miles de tanques, de aviones y artillería, posibilidad que manejaron los Castro cuando la masiva ocupación de la Embajada del Perú en los años 80 y cuando el levantamiento espontáneo del 5 de agosto de 1994 en La Habana.
No deja de alegrarnos a los cubanos de a pie el cese de esta guerra fría, a los que hemos sufrido tantos años de carencias y de falta de libertades, que se vaya logrando este paulatino acercamiento entre ambos pueblos y gobiernos, a pesar de que algunos en Miami no vean con buenos ojos estos pasos. Ellos desde hace muchos años desconocen lo que es vivir con un panecillo de 80 gramos para todo el día sin poderse quejar ni exigir, so pena de parar en sus jefaturas de policía.
El enemigo imperialista y su bloqueo fueron los culpables del fracaso rotundo del socialismo y que no se hubiese podido crear al añorado “hombre nuevo”, según culparon siempre los apologistas del régimen y los propios Castro. La lucha de clases, inspiradora del sistema, alentó el odio contra los propios cubanos, la separación de las familias y estableció el ostracismo y el olvido para los que buscando un futuro mejor tuvieron que emigrar de su propio país, hecho que nunca se había dado en Cuba, a pesar de otras dictaduras.
Los colegios religiosos fueron intervenidos por el régimen, expulsados gran parte de los curas a España, perseguidos los creyentes de las diferentes denominaciones que fueron a parar a cárceles, paredones de fusilamiento o a las tenebrosas UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), donde también llevaron a los homosexuales, a los no integrados al proceso revolucionario y a los llamados vagos o lumpen.
Por los años 80 se pretendió mejorar las relaciones con la llamada por Castro “comunidad cubana en el exterior”, término eufemístico para olvidar la “gusanera revuelta y brutal”, los traidores o contrarevolucionarios. Los cubanos de Miami –según Castro- harían una revolución en el propio Miami, luego de visitar Cuba y admirar sus conquistas revolucionarias. Lo que sucedió fue todo lo contrario: la explosión migratoria del Mariel que hizo temblar las bases del régimen y lo puso en ridículo ante el mundo. Entonces volvieron a emprenderla con los homosexuales, los vagos, los desafectos, los religiosos y con los delincuentes, para tratar de dar otra imagen y comenzaron a llamarles escoria, pero por su magnitud tuvo un efecto contraproducente, pues el país solo formaba escorias sociales. Más de 125 mil cubanos salieron por el Mariel: Estábamos llenos de escorias y de lacras sociales. ¿Dónde estaba entonces el hombre nuevo revolucionario? Fue un estremecedor referéndum que los Castro soslayaron, pues no se trataba de socialismo ni de capitalismo ni de San Juan de los Palustres: se trataba del poder, único interés de los Castro.
Cuando fuimos amigos del hermano pueblo soviético las banderas de la extinta URSS inundaron nuestras calles, así como las fotos de Kruchev y luego de Breznev: eran los años de la “indestructible amistad cubano-soviética”, del agradecimiento con que siempre culminaba sus discursos el Comandante en Jefe, a la solidaridad desinteresada de la Unión Soviética y del campo socialista. Ya no queda una sola bandera ni una foto de aquellos dirigentes soviéticos ni en los museos. Se olvido pronto el agradecimiento…
Las fotos y murales de Hugo Chávez y la bandera venezolana pasaron a enseñorearse del escenario cubano. A las fotos de Raúl y Fidel levantando los brazos a Breznev en el aeropuerto José Martí, ahora le sucedieron las del Héroe del Moncada, la Sierra y Girón, abrazando al Hijo del libertador americano, el verdadero continuador de los sueños de Bolívar.
Intuyo que no estamos muy lejos de cambiar estas últimas imágenes, ya fuera de contexto, por las del presidente Obama y un Raúl que le levanta el brazo en señal de victoria: ¡Ver para creer! No, no es ciencia ficción, ya la bandera norteamericana flamea hasta en los bici-taxis. Si vivieran aquellos músicos magníficos, Los Compadres con que entonación cantarían:
¡Cómo cambian los tiempos Venancio! ¿Qué te parece?... Y es bueno que cambien si va a ser para bien. Los cubanos también tenemos derecho a ser libres algún día, más temprano que tarde. Obama y Castro han destapado la Caja de Pandora cubana, pero esta vez estamos seguros que no será como la leyenda griega, no se esparcirán más desgracias sobre Cuba, si no la merecida bendición de la libertad…