Translate a otros idiomas

Monday, August 24, 2009

SIGUEN ( Poema de Diana Margarita Cantón Martínez):

Intento dormir sobre el insomnio
del suceso imprevisto
de cuatro puntos ( u ochocientos)
Intento dormir sobre el lado izquierdo
( el más sufrido)
pateado por la impiedad
de un tiempo predivino
Intento dormir en mi cadera,
mi fémur, mi rótula,
mi tibia y mi peroné
Sobre mis músculos
y nervios y sangre
atropellados de desandar
cincuenta y seis junios
ciudades, barrios,
campos, aulas
y sitios para los comensales
Intento aplacar mi cervical
y mis nudillos
Intento someter mis reflejos
y controlar mis movimientos
Y digo " I love you"
pero la trampa, el hoyo,
el lazo, el fuego,.........;
el ODIO
Siguen.


(Escrito hace tres días. Los poemas de esta autora que aparecen anteriormente en este blog, cuando fueron escritos antes, generalmente dice la fecha de su creación, pues casi siempre se escribieron hace tiempo, a veces bastante tiempo antes de ser llevados al blog.)

Amar la ley de Dios:

97 ¡Cómo amo tu ley, sí!
Todo el día ella es mi interés intenso.
98 Tu mandamiento me hace más sabio que mis enemigos,
porque hasta tiempo indefinido es mío.
99 He llegado a tener más perspicacia que todos mis maestros,
porque tus recordatorios me son de interés intenso.
100 Me porto con más entendimiento que hombres de más edad,
porque he observado tus propias órdenes.
101 De toda senda mala he restringido mis pies,
con el propósito de guardar tu palabra.
102 De tus decisiones judiciales no me he desviado,
porque tú mismo me has instruido.
103 ¡Cuán suaves a mi paladar han sido tus dichos,
más que la miel a mi boca!
104 Debido a tus órdenes me porto con entendimiento.
Por eso he odiado toda senda falsa.
נ [Nun]
105 Tu palabra es una lámpara para mi pie,
y una luz para mi vereda.

( Tomado de Salmos 119:97)

El consuelo ( Tomado de Aprendamos del gran Maestro):

Capítulo 31
Dónde encontrar consuelo
¿TE SIENTES a veces triste y solo?... ¿Te preguntas si hay alguien que te quiera?... Algunos niños se sienten así, pero Dios promete: “Yo mismo no me olvidaré de ti” (Isaías 49:15). ¿No es maravilloso pensar en esa promesa?... Sí, Jehová Dios nos ama de verdad.
Un escritor bíblico dijo: ‘En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me recibiría’ (Salmo 27:10). Saber esto nos consuela mucho, ¿no es cierto?... Jehová nos dice: ‘No tengas miedo, porque estoy contigo. Verdaderamente te ayudaré’ (Isaías 41:10).
Sin embargo, Jehová a veces permite que Satanás cause dificultades a Sus siervos y que incluso los ponga a prueba. En una ocasión, el Diablo hizo sufrir tanto a Jesús, que este le oró a Jehová: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’ (Mateo 27:46). A pesar de que Jesús estaba sufriendo, sabía que Jehová lo amaba (Juan 10:17). Pero también sabía que Dios permite que Satanás ponga a prueba a Sus siervos y los haga sufrir. En otro capítulo veremos por qué razón lo permite.
Cuando uno es pequeño, en ciertas ocasiones es difícil no tener miedo. Por ejemplo: ¿te has perdido alguna vez?... ¿Te asustaste?... Muchos niños lo harían. Un día, el Gran Maestro contó una historia en la que el personaje se perdió. Pero no se trataba de un niño, sino de una oveja.
En cierto sentido, tú eres como una oveja. ¿Cómo es eso posible? Porque las ovejas no son muy grandes ni tampoco son muy fuertes, y necesitan que alguien las cuide y proteja, igual que tú. El hombre que se encarga de cuidar las ovejas es el pastor.
En su historia, Jesús habló de un pastor que tenía cien ovejas. Un día, una de ellas se perdió. Tal vez solo quería ver lo que había al otro lado de la colina, pero el resultado fue que al poco tiempo se había alejado de las demás. ¿Te imaginas cómo se sintió la ovejita cuando miró a su alrededor y vio que estaba completamente sola?...
¿Qué haría el pastor al darse cuenta de que faltaba una oveja? ¿Pensaría que, como era culpa de ella, no tenía que preocuparse? ¿O dejaría a las otras noventa y nueve en un lugar seguro y se iría a buscar a la perdida? ¿Merecía la pena pasar tanto trabajo por una sola oveja?... Si tú fueras la oveja perdida, ¿te gustaría que el pastor fuera a buscarte?...
El pastor quería mucho a todas sus ovejas, incluso a la que se había perdido, así que fue a buscarla. Imagínate lo contenta que se puso la oveja perdida cuando vio llegar al pastor. Jesús dijo que también el pastor se alegró mucho de haberla encontrado. Se alegró más por ella que por las noventa y nueve que no se habían perdido. Pues bien, ¿quién es como el pastor de la historia de Jesús? ¿Quién se preocupa por nosotros tanto como aquel pastor por su oveja?... Jesús dijo que su Padre celestial, Jehová, hace eso.
Jehová Dios es el Gran Pastor de su pueblo. Ama a todos sus siervos, hasta a los niños como tú. No quiere que ninguno de nosotros sufra daño o sea destruido. Sin duda, es maravilloso saber que Dios se preocupa tanto por nosotros (Mateo 18:12-14).
¿Crees realmente en Jehová Dios?... ¿Es él una persona real para ti?... Lo cierto es que no podemos ver a Jehová porque, como es un espíritu, tiene un cuerpo invisible para nosotros. Pero es una persona real y puede vernos. Sabe cuándo necesitamos ayuda. Además, al igual que hablamos con otras personas, por medio de la oración podemos hablar con Jehová. De hecho, él quiere que lo hagamos.
Por eso, si alguna vez te sientes triste o solo, ¿qué deberías hacer?... Habla con Jehová. Acércate a él, pues te consolará y ayudará. No olvides que Jehová te ama, hasta en los momentos en que te sientes muy solo. Vamos a abrir la Biblia. Allí, en el Salmo 23, desde el versículo 1 en adelante, se nos dice: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará. En prados herbosos me hace recostar; me conduce por descansaderos donde abunda el agua”.
Verás que el escritor añade en el versículo 4: “Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado son las cosas que me consuelan”. Así es como se sienten las personas si su Dios es Jehová. Encuentran consuelo en momentos difíciles. ¿Te sientes tú así?...
Jehová cuida de sus siervos igual que un pastor amoroso cuida de su rebaño. Les muestra el camino por donde deben andar, y ellos lo siguen con gusto. No tienen por qué tener miedo, aunque solo haya problemas a su alrededor. Un pastor utiliza su vara, o cayado, para proteger a las ovejas de los animales que podrían hacerles daño. La Biblia nos cuenta cómo el joven pastor David protegió a sus ovejas de un león y de un oso (1 Samuel 17:34-36). Y los siervos de Jehová saben que, de igual modo, Dios los protegerá a ellos. Pueden sentirse seguros porque Dios está con ellos.
Jehová ama de verdad a sus ovejas y las cuida con ternura. La Biblia dice: ‘Como un pastor guiará a su propio rebaño. Con sus brazos juntará a los corderitos’ (Isaías 40:11).
¿No te consuela saber que Jehová es así?... ¿Quieres ser una de sus ovejitas?... Las ovejas escuchan la voz de su pastor y se mantienen cerca de él. ¿Escuchas tú a Jehová?... ¿Te mantienes cerca de él?... Si lo haces, nunca tendrás por qué sentir miedo. Jehová estará contigo.
Jehová cuida amorosamente a sus siervos. Vamos a leer juntos cómo lo expresa la Biblia en Salmo 37:25; 55:22, y Lucas 12:29-31.
[Ilustración de la página 163]
¿Cómo crees que se siente esta ovejita perdida?
[Ilustración de la página 164]
¿Quién es como el pastor que rescató a su oveja?
[Ilustración de la página 165]
¿Es Jehová tan real para ti como tu papá u otra persona?
[Ilustración de la página 166]
Igual que un pastor que protege a su rebaño, ¿quién nos ayuda cuando tenemos problemas?

Oremos unos por otros:


6 La Biblia también nos exhorta a que oremos “unos por otros”, aunque no siempre veamos de inmediato una respuesta clara a nuestras oraciones (Sant. 5:16). Por ejemplo, Epafras, “un fiel ministro del Cristo”, oró insistentemente por sus hermanos en la fe. Pablo escribió lo siguiente desde Roma: “Epafras, que es de entre ustedes [colosenses], esclavo de Cristo Jesús, les envía sus saludos, y siempre está esforzándose a favor de ustedes en sus oraciones, para que al fin estén de pie completos y con firme convicción en toda la voluntad de Dios. Yo verdaderamente doy testimonio de él, que se empeña mucho a favor de ustedes y de los que están en Laodicea y de los que están en Hierápolis” (Col. 1:7; 4:12, 13).
7 Las ciudades de Hierápolis, Laodicea y Colosas se ubicaban en la misma región de Asia Menor. En Hierápolis, los cristianos vivían entre adoradores de la diosa Cibeles. En Laodicea, el problema era el materialismo. Y en Colosas, el peligro lo constituían las filosofías humanas (Col. 2:8). No es de extrañar, pues, que Epafras —quien era colosense— se preocupara por orar a favor de los hermanos de su ciudad. Él siempre oraba por ellos, aunque la Biblia no dice cómo se contestaron sus oraciones. También nosotros debemos orar constantemente por nuestros hermanos. Aunque no nos entrometemos en asuntos ajenos, es probable que sepamos de familiares o amigos que estén pasando por una prueba difícil (1 Ped. 4:15). Una buena manera de ayudarlos es pedir por ellos en nuestras oraciones. A Pablo le hicieron mucho bien las oraciones de sus hermanos, y las nuestras pueden tener el mismo efecto en los demás (2 Cor. 1:10, 11).
8 ¿Se nos conoce como personas que valoran la oración? Cuando Pablo se reunió con los ancianos de Éfeso, “se arrodilló con todos ellos y oró”. Luego “prorrumpió gran llanto entre todos ellos, y se echaron sobre el cuello de Pablo y lo besaron tiernamente, porque especialmente les causaba dolor la palabra que había hablado en el sentido de que no iban a contemplar más su rostro” (Hech. 20:36-38). Ignoramos los nombres de aquellos ancianos; lo que sí sabemos es que se trataba de hombres que valoraban la oración. Nosotros también debemos considerar un honor orar a Dios. Sigamos siendo leales, “alzando [nuestras] manos”, seguros de que nuestro Padre celestial nos contestará (1 Tim. 2:8).

Jehová contestará nuestras oraciones:


Lunes 24 de agosto
Dios [...] ha prestado atención a la voz de mi oración (Sal. 66:19).
Si tenemos siempre presente a Jehová, él contestará nuestras oraciones (Sal. 65:2). Una prueba de ello es el caso del siervo de mayor edad de Abrahán, quien seguramente era Eliezer. Este hombre viajó a Mesopotamia por orden de su amo en busca de una esposa para Isaac, una mujer que sirviera a Jehová. Acudió a Dios, le pidió ayuda y, al ver que Rebeca se ofrecía para dar de beber a sus camellos, supo reconocer la respuesta divina. Debido a que era un hombre de oración, encontró a la que llegaría a ser la amada esposa de Isaac (Gén. 24:12-14, 67). ¿No deberíamos tener esa misma confianza en que Jehová contestará nuestras oraciones? Por otra parte, las circunstancias tal vez nos obliguen a ser breves al orar. En una ocasión, el rey persa Artajerjes notó que su copero, Nehemías, estaba triste, y quiso saber por qué. Nehemías oró “al instante [...] al Dios de los cielos”. Su oración tuvo que ser corta y en silencio, pero Jehová la contestó, y Nehemías recibió el respaldo del rey para reconstruir las murallas de Jerusalén (Neh. 2:1-8). Como vemos, hasta las oraciones breves hechas en silencio dan resultados.