¡DESPERTAD! JULIO DE 2013
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¿Solucionan algo las protestas?
Los testigos de Jehová, editores de esta revista, son neutrales en cuestiones de política (Juan 17:16; 18:36). Aunque los siguientes artículos hablan de casos específicos de revueltas sociales, no favorece ninguna nación ni causa política.
EL 17 de diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi llegó al límite. Mohamed, vendedor de fruta tunecino de 26 años, estaba frustrado por no poder conseguir un mejor empleo. Además estaba harto de que los policías corruptos le exigieran dinero. Esa mañana, unos inspectores le confiscaron unas cajas de peras, plátanos y manzanas. Cuando intentaron quitarle la báscula, se resistió, y una policía le dio una bofetada.
Humillado y furioso, Mohamed fue a quejarse a una oficina de gobierno cercana, pero nadie lo escuchó. Justo afuera del edificio gritó: “¿Cómo esperan que me gane la vida?”. Se roció líquido inflamable y se prendió fuego. Murió casi tres semanas después.
El acto desesperado de Mohamed Bouazizi causó un profundo impacto dentro y fuera de su país. Muchos ven su muerte como el detonante de la revolución que derribó al régimen de Túnez y los levantamientos que surgieron en otros países árabes. El Parlamento Europeo les otorgó a Bouazizi y otras cuatro personas el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, y el diario The Times de Londres lo nombró la persona del año en 2011.
Como se ve en este caso, las protestas pueden tener mucha fuerza. Pero ¿qué hay detrás de la reciente ola de protestas que ha barrido el mundo? ¿Existe alguna alternativa?
¿Por qué han aumentado las protestas?
Estos son algunos detonantes de las protestas:
- Insatisfacción con el sistema. Cuando las personas sienten que el gobierno y la economía están a su favor, tienen pocas razones para protestar; si hay problemas, tratan de resolverlos dentro del marco legal. En cambio, cuando sienten que el sistema es corrupto y favorece a unos cuantos, es más fácil que piensen en rebelarse.
- Un suceso crítico. A veces, un suceso particular hace que la gente pase de la resignación a la acción. Por ejemplo, la muerte de Mohamed Bouazizi desató protestas masivas en Túnez. Y en la India, la huelga de hambre del activista Anna Hazare en protesta por la corrupción resultó en manifestaciones de apoyo en 450 ciudades y pueblos.
- Tal como señaló la Biblia en la antigüedad, vivimos en un mundo en el que “un hombre domina a otro [...] para hacerle daño” (Eclesiastés 8:9, Biblia de Jerusalén, 1998). La corrupción y las injusticias están a la orden del día, y las personas están más conscientes que nunca del fracaso del sistema económico y político. Gracias a los teléfonos inteligentes, los canales de noticias e Internet, los sucesos que ocurren en los lugares más aislados generan reacciones internacionales.
¿Qué han conseguido las protestas?
Los defensores de los disturbios sociales afirman que las protestas han logrado lo siguiente:
- Traer alivio a los pobres. En respuesta a las revueltas de inquilinos que tuvieron lugar durante la Gran Depresión en Chicago (Illinois, Estados Unidos), los funcionarios de la ciudad suspendieron los desalojos y les consiguieron empleo a algunos de los manifestantes. Otras protestas en la ciudad de Nueva York lograron que 77.000 familias desalojadas regresaran a sus hogares.
- Remediar las injusticias. El boicot de autobuses que ocurrió entre 1955 y 1956 en Montgomery (Alabama, Estados Unidos) resultó con el tiempo en que se aboliera la ley de segregación en el transporte público.
- Detener obras de construcción. En diciembre de 2011, decenas de miles de personas protestaron contra la construcción de una central eléctrica de carbón cerca de Hong Kong debido a los riesgos de contaminación; el proyecto fue cancelado.
Claro, quienes protestan no siempre obtienen lo que quieren. Por ejemplo, algunos gobiernos deciden reprimirlos en vez de ceder a sus demandas. Hace poco, el presidente de una nación de Oriente Medio prometió golpear “con mano de hierro” al movimiento de protesta de su país. Miles han muerto en el levantamiento.
Incluso cuando los manifestantes consiguen su objetivo, suelen surgir nuevos problemas. Un hombre que colaboró en el derrocamiento de un gobierno en África comentó lo siguiente a la revista Time sobre el nuevo régimen: “El sueño se convirtió de inmediato en pesadilla”.
¿Hay alguna alternativa mejor?
Muchas personas famosas opinan que es una obligación moral protestar contra los sistemas opresivos. Por ejemplo, el difunto expresidente checo Václav Havel, que pasó años en prisión por luchar en pro de los derechos humanos, escribió en 1985: “Si hay algo que [el disidente] puede ofrecer, es su vida, y la ofrece tan solo porque no tiene otra forma de declarar públicamente la verdad que defiende”.
Las palabras de Havel prefiguraron los actos desesperados de Mohamed Bouazizi y otros mártires. Recientemente, en un país asiático, decenas de personas se prendieron fuego para protestar contra la represión religiosa y política. Hablando de los sentimientos que alimentan tales actos extremos, un hombre declaró a la revista Newsweek: “No tenemos armas; no queremos lastimar a otras personas. ¿Qué más nos queda?”.
La Biblia ofrece una solución para las injusticias, la corrupción y la opresión. Habla de un gobierno que Dios ha formado en el cielo y que sustituirá a los fracasados sistemas políticos y económicos que provocan las protestas. Una profecía sobre el Dirigente de este gobierno asegura: “Él librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. De la opresión y de la violencia les redimirá el alma” (Salmo 72:12, 14).
Los testigos de Jehová creen que el Reino de Dios es la única esperanza que la humanidad tiene de alcanzar la paz (Mateo 6:9, 10). Por eso no participan en protestas. ¿Le parece poco realista pensar que Dios eliminará las causas de las protestas mediante su gobierno? Podría parecerlo, pero muchas personas han llegado a confiar en que lo hará. ¿Por qué no lo investiga usted mismo?