Miércoles 26 de junio
No olviden el hacer bien (Heb. 13:16).
Una forma obvia de hacer el bien es mediante “la declaración pública de nuestra esperanza”. ¿Aprovechamos cada oportunidad que se nos presenta para dar testimonio de nuestra fe? Pablo señaló que con esta actividad tan vital, los cristianos le ofrecemos a Dios “sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre” (Heb. 10:23; 13:15; Ose. 14:2). Podríamos decir mucho acerca de la cantidad y la calidad del tiempo que pasamos anunciando las buenas nuevas del Reino, y a menudo recibimos consejos sobre este particular en la Reunión de Servicio. Pero, básicamente, podemos concluir que la predicación —sea formal o informal— es un “sacrificio de alabanza” a Jehová, y, por tanto, debemos esforzarnos por que sea de la mejor calidad posible. Y aunque las circunstancias varían de una persona a otra, la cantidad de tiempo que dedicamos a esta obra suele ser un buen indicador de nuestro aprecio por las cosas espirituales. w12 15/1 4:9, 10