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Thursday, May 30, 2013

Generacion Y:

Generación Y


Posted: 23 May 2013 02:23 AM PDT
Estocolmo Internet Forum
Estocolmo Internet Forum
Alguien sentado en la mesa de atrás habla en francés, mientras en las sillas del costado dos brasileños intercambian ideas. Dos pasos más allá unos activistas de Bielorrusia comparten con unos españoles que también han venido al Estocolmo Internet Forum. Un evento que desde el pasado 21 de mayo ha reunido en la capital sueca a personas interesadas por las herramientas digitales, las redes sociales y el ciberespacio. Una verdadera torre de Babel donde nos comunicamos en la lengua franca de la tecnología. La aldea global y virtual contenida por estos días en una antigua fábrica a la orilla del mar. Y en medio de ese ir y venir de análisis y anécdotas, seis cubanos dispuestos a contar también su labor como ciber activistas.
Esta es sin dudas la escala que más he disfrutado de mi largo viaje y no porque los otros lugares no hayan estado llenos de lindas impresiones y de muchos abrazos, sino porque aquí he encontrado a varios colegas de la Isla. Alguna de esa gente que en nuestro país echa mano de las nuevas tecnologías para narrar o intentar cambiar su realidad, hoy se ha dado cita aquí. La joven abogada Laritza Diversent, el director de Estado de SATS Antonio Rodiles, la aguda blogger Miriam Celaya, el informático Eliécer Ávila y por un día nos acompañó también el reportero independiente Roberto Guerra. Así que Estocolmo me ha parecido un tanto Cuba y no precisamente por el clima.
El Internet Forum nos ha permitido además sentirnos ciudadanos del mundo, compartir experiencias con quienes viven en situaciones diferentes pero –en esencia- sorprendentemente similares. Basta hablar un rato con algún otro invitado o escuchar una conferencia para darse cuenta que en cada palabra dicha está la eterna búsqueda humana del saber, la información… la libertad. Expresada en esta ocasión a través de los circuitos, las pantallas y los kilobytes. Esta cita nos ha dejado con la sensación de que somos universales y de que las tecnologías nos han convertido en personas capaces de trascender nuestra geografía y nuestro tiempo.
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Posted: 18 May 2013 01:38 AM PDT
Foto tomada de http://www.martinoticias.com/content/article/16994.html
Foto tomada de http://www.martinoticias.com/content/article/16994.html
Colocar ceros a la derecha parece ser el deporte preferido de quienes ponen precio a las casas que se venden hoy en Cuba. Mercado cautivo al fin, el comprador podrá encontrar muchas sorpresas en el amplio surtido de clasificados. Desde propietarios que piden por su vivienda sumas astronómicas que nada tienen que ver con la realidad de la demanda, hasta verdaderas gangas que dan pena ante tanta ingenuidad del negociante. Muchos apresurados por vender, algunos con el olfato listo para darse cuenta de que este es el momento de comprar una vivienda en la Isla. Es una apuesta de futuro, si sale mal pierden todo o casi todo, pero si resulta bien se posicionan –con anticipación- para el mañana. Los lentos se apuran y los rápidos corren a la velocidad de la luz. Son tiempos de darse prisa, el fin de una era puede estar cerca… aseguran los más listos.
Sorprende ver cómo sin apenas nociones inmobiliarias los cubanos se lanzan al comercio de los metros cuadrados. Narran sus espacio, la mayoría de las veces con una sobre abundancia de adjetivos que dan gracia o temor. Así que cuando se lee “apartamento de un cuarto en barrio céntrico de la Habana con habitación en piso intermedio” deberá entenderse “cuarto en solar de Centro Habana, con barbacoa de madera”. Si habla de jardín, mejor imaginarse un cantero con tierra y plantas a la entrada, y hasta residencias de cinco cuartos, después de una visita quedan reducidas a dos habitaciones particionadas con cartón tabla. La misma desconfianza con que se ven esas fotos en las redes sociales de gente apuesta y joven que busca pareja, debe aplicarse a los anuncios de viviendas aquí. Sin embargo, también se encuentran verdaderas perlas en medio de tanta exageración.
Ahora mismo los parámetros que determinan el costo final de una vivienda son al menos tres: ubicación, estado constructivo y pedigrí. El barrio influye mucho en el monto final del inmueble. En La Habana, las zonas más apetecidas son el Vedado, Miramar, Centro Habana, Víbora y Cerro por su carácter céntrico. Las menos buscadas Alamar, Coronela, Reparto Eléctrico, San Miguel del Padrón y La Lisa. La mala situación del transporte público influye bastante en que la gente prefiera casas que estén cerca de los puntos con mayor fuerza comercial y con abundantes espacios recreativos. Si hay un mercado agrícola en las inmediaciones, la suma a pedir crece; si el Malecón le queda próximo, también. Se rehúye de la periferia, aunque entre los “nuevos ricos” que han alcanzado un poco más de capital –ya sea por vía legal o ilegal- empieza la tendencia de buscar una finca en las afueras. Sin embargo, aún es demasiado temprano para hablar de una tendencia a alejarse hacia zonas más verdes y menos contaminadas. Por el momento, la premisa principal se reduce a mientras más céntrico mejor.
El estado constructivo, se erige como otro de los elementos que definen cuánto costará una vivienda. Si el techo es de viga y loza, los números se caen; mientras que las construcciones de las décadas 40 y 50 del siglo pasado gozan de muy buena reputación y atractivo. Las peor valoradas son las llamadas “obras de microbrigadas” con sus feos edificios de hormigón y sus pequeños apartamentos estilo Europa del Este. La cubierta si es ligera –tejas, zinc, madera, papel de techo- obliga al vendedor a obtener menos. El estado del baño y de la cocina es el otro punto que influye muy directamente en las posibilidades de comercializar el inmueble. La calidad de los pisos, si las ventanas están enrejadas y la puerta es nueva –de cristal y metal- se convierten en puntos a favor. En caso de que no haya vecinos arriba, entonces el propietario se puede sentar a pedir. También están muy valoradas las casas que tiene dos entradas, pensadas para una familia numerosa que busca dividirse e independizarse. Todo cuenta, todo vale.
Hasta aquí parece un mercado inmobiliario como cualquier otro en cualquier lugar del mundo. No obstante, hay una situación que define de manera muy peculiar el valor de las casas en venta. Se trata del pedigrí de las mismas. Con esto se hace referencia a si la vivienda ha pertenecido a una familia desde siempre o si fue confiscada en alguna de las oleadas de expropiaciones que vivió Cuba. Si el anterior dueño se fue cuando la Crisis de los Balseros en 1994 y el Estado entregó la propiedad a una nueva persona, el precio de la misma baja. También puede ocurrir que esto haya sucedido durante las salidas por el Puerto del Mariel en 1980, momento en que la propiedad fue otorgada a otros ante la emigración de quienes la habitaban hasta ese entonces. Pero donde los precios tocan fondo es en aquellos inmuebles confiscados entre 1959 y 1963 cuando las grandes partidas de exiliados. Pocos quieren meterse en el problema de adquirir un sitio que después podría estar en litigio. Aunque hay algunos que aprovechan esta situación para comprar a precio de remate verdaderas mansiones en los barrios más céntricos.
Para lograr comprobar tanto la ubicación, el estado constructivo, como el pasado legal de la casa, los potenciales compradores se auxilian de su propia experiencia, de un buen arquitecto y hasta de un abogado que hurgue en los detalles de la propiedad. Cada elemento pondrá o quitará una cifra, un cero, una centena al precio total que están dispuestos a pagar. En un mercado cautivo todo es posible y, sin embargo, es cómo si los conocimientos inmobiliarios sólo hubieran estado dormidos, aletargados y ahora regresaran con asombrosa fuerza.
Posted: 17 May 2013 02:55 AM PDT

Antena Parabólica ilegal
Foto tomada del blog http://www.penultimosdias.com
En el Día Mundial de las Telecomunicaciones
y de la Sociedad de la Información

Se ven iguales que todos los demás: pequeños, revoltosos, dispuestos al juego y a la burla, como cualquier niño. Pero algo los distingue, más allá del barrio donde viven o de la familia que tienen. Forman parte de una generación que se le escapa al adoctrinamiento de los medios oficiales, pues se ha refugiado en la programación televisiva ilegal. Son “los hijos de la antena”, los consumidores directos de la cartelera de esas parabólicas tan perseguidas como extendidas. Cuando la maestra les pregunta en el aula si vieron el noticiero del día anterior, son de los que miran hacia el techo o se inventan una respuesta. Pero cuando interactúan entre ellos, todos se saben el nombre del presentador de moda en La Florida o de la ganadora del último concurso de Nuestra Belleza Latina.
No hay estudios claros de cuántas personas en la Isla acceden a estos canales proscritos. Resulta difícil calcularlo porque es un tema del que se habla poco en público por temor a las confiscaciones y a las multas; pero también porque basta que una familia tenga una de esas antenas parabólicas para que pase la señal por cable a una decena, una veintena o medio centenar de casas de vecinos. Los más atrevidos hasta han instalado el tendido por debajo de las calles, después de fingir que hacían una reparación autorizada a causa de alguna tubería rota. El dueño principal del perseguido artefacto es quien decide la programación que después verán todos los abonados en sus respectivas pantallas. El precio mensual ronda los 10 dólares, aunque algunos pueden tener el servicio gratis, especialmente los delatores del barrio a los que se les compra de esa forma su silencio.
Sin embargo, más allá de estos detalles técnicos de cómo se comete tal ilegalidad, los más interesante es el fenómeno sociológico que está generando. Muchos cubanos de las jóvenes generaciones –especialmente en la capital- apenas si consumen la televisión nacional. Se han escapado de la dosis de ideología que ésta porta y la han sustituido por un surtido más frívolo pero menos politizado. Entre esa teleaudiencia hay muchos niños, para los que el efecto de las consignas y las campañas oficiales va en detrimento. Son los hijos de la antena, amamantados con lo ilícito y acostumbrados al otro lado de la información, o de la desinformación. Han crecido con el control remoto entre las manos y con dar un simple clic acceden cada día a lo prohibido.
P.D: “no tiene sentido prohibir” la circulación de noticias, pues ello es “casi una quimera imposible” porque la gente “las conocen”. “Hoy las noticias de todos lados, las que son buenas y las que son malas, las que están manipuladas y las que son verdades, las que están a medias, circulan por las redes, llegan a las personas, las gentes las conocen, y lo peor es el silencio”, indicó el funcionario ante una conferencia de educadores, según un reporte televisivo” aseguró hace pocos días Miguel Díaz-Canel, primer vice presidente de Cuba.
Otros textos en este blog relacionados con el mismo tema:
- Parabólicas
Posted: 30 Apr 2013 06:42 AM PDT
Capitolio de La Habana foto: Orlando Luis Pardo Lazo
Capitolio de La Habana
foto: Orlando Luis Pardo Lazo
El Capitolio de La Habana empieza a salir de su largo castigo. Como un niño penitente, ha esperado 54 años para que le regresen su condición de sede del parlamento cubano. Transitó por todo, fue museo de ciencias naturales con animales disecados -llenos de polillas- y en uno de sus pasillos se abrió el primer local público de Internet en la capital cubana. Mientras los turistas fotografiaban la enorme estatua de la República, miles de murciélagos colgaban de sus altísimos y decorados techos. Dormitaban de cabeza durante el día, pero de noche revoloteaban y dejaban sus heces pegadas en las paredes y las cornisas. Allí se fueron acumulando por décadas, entre la indiferencia de los empleados y las risillas de los adolescentes que señalaban a los residuos y decían “mira, mierda, mierda”. Ese es el edificio que conozco desde niña, caído en desgracia, pero imponente aún.
A los visitantes siempre les cautiva la historia del diamante que marca el punto cero de la Carretera Central, con su dosis de maldición y de codicia. También al observar este coloso neoclásico, esos mismos viajeros confirman – lo que sabemos pero nadie dice en voz alta- que “se parece muchísimo al Capitolio de Washington”. En esa similitud radica parte de los motivos para el ninguneo político que ha padecido nuestro edificio insigne. Demasiado evocador de aquel otro; evidente primo hermano de uno que pasó a significar la imagen del enemigo. Pero como por decreto no se erigen los símbolos arquitectónicos de ninguna ciudad, su cúpula siguió conformando el rostro habanero, junto al Malecón y al Morro que se levanta a la entrada de la bahía. Para quienes llegan desde provincia, la foto frente a la amplia escalinata de este gran palacio, resulta obligatoria. Su cúpula es además la más reflejada en pinturas, fotos, artesanías y cuanta baratija alguien quiere llevar de vuelta a su país para decir: estuve en La Habana. Mientras insistían en quitarle importancia, más protagónico se hacía. Mientras mayor era el estigma sobre él, su mezcla de hermosura y decadencia se volvía más subyugante. Entre otras razones porque en las décadas posteriores a su edificación –y hasta el día de hoy- ninguna otra construcción en la Isla ha logrado superarlo en esplendor.
Ahora, la Asamblea Nacional del Poder Popular comenzará a sesionar justo donde una vez se reunía aquel congreso de la República de Cuba, del que tan mal nos hablan los libros oficiales de historia. Me imagino a nuestros parlamentarios, sentados en los hemiciclos de asientos tapizados, rodeados de los ventanales de regio porte y bajo los techos finamente decorados. Los vislumbro además levantando todos las manos para aprobar las leyes por unanimidad o por inmensa mayoría. Callados, mansos, uniformes en cuanto a ideas políticas, deseosos de no contrariar al verdadero poder. Y no sé qué pensar, la verdad, si esta es la nueva humillación –el más elaborado castigo- que le depara al Capitolio de La Habana; o si por el contrario es su victoria, el acariciado triunfo por el que llevaba esperando más de medio siglo.
Posted: 27 Apr 2013 07:57 AM PDT

El jueves pasado he estado en La Habana, aunque sin moverme de Madrid. Gracias a la guitarra de Boris Larramendi me di un saltico por la Isla. Un breve –pero intenso- regreso, sólo a golpe de acordes y de buena música. En un local de la capital española nos encontramos un grupo de amigos, algunos graduados de la Facultad de Artes y Letras, pero también antiguos asistentes a cuanta peña musical existió en los años noventa en Cuba. Me sentí como en casa, pues justo en la sala de nuestro apartamento tuvimos una de aquellas tertulias que antenoche hemos recordado. Evocamos nuestra infusión de caña santa y ese poco de azúcar con el que recuperábamos las energías después de subir las bicicletas 14 pisos por la escaleras. Pero sobre todo hemos rememorado las buenas canciones que se escuchaban allí, el espacio de libertad que lográbamos crear al menos por unas horas.
Más allá de los estribillos y el arroz con frijoles, disfruté especialmente el reencuentro con estos compatriotas. Muchos de ellos tratan todavía de abrirse camino en una España azotada por la crisis económica y los cuestionamientos políticos. Algunos desempleados, otros ilegales, varios con hijos nacidos aquí que no conocen el país de sus padres; todos pendientes de lo que ocurre en Cuba. Boris cantó hasta quedarse ronco, las palmas de las manos se nos enrojecieron por acompañarlo con aplausos y -ya pasada la medianoche- el humor brotó, los chistes nos acompañaron.
En una pared un televisor mostraba imágenes grabadas en las calles habaneras. El malecón y la esquina de 23 y L, quedaban como fondo audiovisual que acompañaba nuestra “guaracha” improvisada alrededor de dos mesas. En un momento me percaté que aquella grabación que pasaba en la pantalla era de una cámara de seguridad policial. De manera que allí estaba aquel material de vigilancia filtrado y convertido en mero video de divertimento en un espacio recreativo. La banalización del ojo oficial; el control convertido en frívolo reporte de la cotidianidad. Pero ni siquiera eso nos distrajo de lo más importante que estaba ocurriendo en aquella sala: la confluencia. Estábamos encontrando el punto en común después de una larga travesía y de una prolongada separación. Éramos más libres que en cualquier tertulia habanera y no obstante seguíamos siendo el fruto de todas aquellas tertulias habaneras. Bendito pasado que nos ha esperado en este mañana.


Posted: 18 Apr 2013 09:29 AM PDT

El cielo de Lima "color panza de burro"
El cielo de Lima “color panza de burro”
A cada ciudad le adjudicamos un rostro, a cada lugar una personalidad. Camagüey se me antoja una señora sobria y de abolengo, Frankfurt lleva el pelo a lo punk y una corbata que apenas si le pega, Praga carga con unos ojos azules y la sonrisa irregular de aquel joven que se cruzó –sólo un segundo- en mi camino. Por su parte, Lima tiene una cara inenarrable pero cubierta de polvo. El polvo de Lima da vueltas y se posa alrededor de todo. Sobrevuela los acantilados que abruptamente se abren hacia un mar que a los caribeños nos resulta demasiado frío, demasiado agitado. Diminutas partículas de tierra y arena que se pegan al cuerpo, la comida, la vida. Polvo sobre las frutas de la selva, sobre el ceviche recién servido. Polvo metido en el “pisco sour” que deja al paladar con deseos de más y también con deseos de nunca más. Una capa dorada, irreal, que se unta en los parabrisas de los autos y en el vendedor de periódicos que desafía la luz roja del semáforo para vender su mercancía antes que anochezca. El polvo en el que todos terminaremos después del día final, pero que Lima nos lo adelanta en vida.
Una muchacha de piel cobriza me ha parecido Lima. Reservada, con algo de ese mutismo misterioso de los que vienen de la sierra. Tiene además manos que alivian. Pues en Lima recuperé la voz y no es una metáfora. Llegué rendida de más de cincuenta días de intenso viaje, afónica y con fiebre. Me fui, repuesta, arropada por mis amigos y con la energía recobrada tras ver una ciudad que ya no cabe en sí misma. Hundí los pies en el pacífico por primera vez, me trepé a los cerros de la villa El Salvador para ver a la gente ganándole terreno a la aridez del suelo y a la pobreza. También estuve en el centro histórico, con sus Iglesias, sus ofertas para turistas y sus procesiones religiosas. Porque Lima es un sinfín de ciudades, algunas de ellas superpuestas caprichosamente sobre las otras. Es como una joven a la que el cuerpo le ha crecido demasiado y ya no le sirven sus propias ropas. De ahí los atascos en el transporte y las tantas grúas levantando edificios por todos lados. Esta ciudad, tiene un rostro formado sobre la prisa, un ojo de aquí, una boca de allá, una frente sacada de cualquier otro lugar; es mestiza, chola, alemana, suiza, chilena y española… es mucha Lima.
Posted: 14 Apr 2013 11:13 AM PDT
venezuelahumo
Foto tomada de http://es.globalvoicesonline.org/
El avión había tocado tierra en Panamá y al otro lado de los cristales se veía un sol inclemente que caía sobre el pavimento. Recorrí los salones del aeropuerto, en busca de un baño y también de un lugar donde esperar hasta que partiera mi próximo vuelo. Algunos jóvenes que aguardaban en el salón principal me hicieron señas y comenzaron a gritar mi nombre. Eran venezolanos. Estaban allí, al igual que yo, en tránsito hacia otro destino. Así que conversamos en medio del gentío y de las maletas que iban y venían, mientras los altavoces anunciaban las salidas y los arribos. Me dijeron que leían mi blog y comprendían muy bien lo que estábamos viviendo en la Isla. En un momento les pedí tomarme una foto con ellos. Respondieron con caras largas y la súplica de que “por favor, no la subas a Facebook ni a Twitter porque nos metemos en problema en nuestro país”. Me quedé pasmada. De pronto los venezolanos me recordaron tremendamente a los cubanos: temerosos, hablando en un susurro, escondiendo todo aquello que pudiera comprometerlos frente al poder.
Aquel encuentro me dejó reflexionando sobre el tema del control ideológico, la vigilancia y la intromisión excesiva del estado en cada detalle de la vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de las similitudes que encontré en aquellos jóvenes y mis compatriotas, sentí que a ellos les quedaban algunos espacios que para nosotros ya se habían cerrado. Entre esas rendijas aún abiertas, están precisamente las elecciones. El hecho de que hoy domingo los venezolanos puedan asistir a las urnas y decidir con su voto –amén de todas las jugarretas oficialistas- el futuro inmediato de su nación, es algo que a los cubanos se nos arrebató hace mucho tiempo. Hábilmente el Partido Comunista de nuestro país cortó todos los caminos para que pudiéramos optar entre varias opciones políticas. Conocedor de que no podría competir en buena lid, Fidel Castro prefirió correr sólo en la pista y eligió como único relevo a alguien que, por demás, lleva su propio apellido. Comparando situaciones, a los venezolanos les queda la esperanza del todavía… a los cubanos, la desazón del jamás.
Por eso, conociendo la jaula desde adentro, me aventuro a recomendarles a los venezolanos que no terminen ellos mismos por cerrar la única puerta de salida con la que cuenta. Espero que aquellos jóvenes que encontré en el aeropuerto de Panamá estén ahora mismo ejerciendo su derecho al voto. Les deseo que después de esta jornada no vuelvan a temer a represalias por sacarse una foto con alguien, decir una idea, firmar una crítica. Les deseo, en fin, que alcancen lo que nosotros no logramos.