Translate a otros idiomas

Monday, November 12, 2012

Algunos de los textos de Yoani.

Algunos de los textos de Yoani.

Tomados del blog Generación Y.

¿De quién es el cerebro?








Foto tomada de http://globedia.com/blue-brain-project-cerebro-computarizado









Mientras el Gran Culpable

se alberga tras la sabia protección de la frente.



“Defensa del miocardio inocente“



Rubén Martínez Villena



Mi familia reclama para sí este amasijo de neuronas, reforzado con los cuidados que me prodigó cuando niña. La maestra que me enseñó a leer exige su crédito por aquellas conexiones que ayudaron a unir pensamiento y lenguaje. Cada uno de mis amigos también podría demandar su parte, su trozo de un lóbulo o de otro, por las satisfacciones y los disgustos que han inscrito sobre sus frágiles circunvoluciones. Hasta el niño que cruzó frente a mis ojos, sólo un segundo, tendría derecho a una porción de mi corteza cerebral, pues a su paso grabó un diminuto recuerdo en mi memoria.







Todos los libros que he leído, los helados que he tomado, los besos dados con frialdad o con pasión, los filmes que he visto, el café mañanero y la gritería de los vecinos… a ellos les pertenece una porción de esta masa gris que llevo tras la frente. Al gato que ronronea y clava las uñas, al policía que vigila y suena el silbato, a la funcionaria que se ajusta el uniforme militar y dice “no”, al profesor mediocre que escribe “geografia“ sin acento y al conferencista brillante cuyas palabras parecen abrir puertas, desplegar ventanas. A ellos debería entregarles –una a una- mis células corticales, ya que en ellas lograron hacer marcas indelebles. Mis axones tendría que distribuirlos entre millones de personas, vivas o muertas, a las que conocí o simplemente escuché en una nota musical o a través de sus versos.







Ahora bien, según el decreto ley 302 que regula también los viajes de profesionales al extranjero, mi propio cerebro –como le ocurre al resto de los graduados universitarios- no me pertenece. Los pliegues y los surcos de este órgano son propiedad –según la nueva legalidad- de un sistema educativo que se ufana de su gratuidad para después cobrarnos con la propiedad sobre nuestro intelecto. Las autoridades que regulan la posibilidad salir de esta Isla, creen que un ciudadano calificado es un simple conglomerado de materia encefálica “formada” por el Estado. Pero reclamar los derechos de uso de una mente humana es como querer ponerle puertas al mar… grilletes a cada neurona.







Noviembre 9th, 2012
2033 comentarios
Imprimir

No más octubres con crisis







Imagen tomada de: http://www.radiomiami.us





Mi madre era sólo una niña de cinco años viviendo en una cuartería de Centro Habana y yo apenas un óvulo de los tantos que dormitaban en su vientre. En medio del ajetreo cotidiano y de los primeros síntomas del desabastecimiento que ya se notaba en la sociedad cubana, mi abuela no se percató de cuán cerca estábamos del holocausto en aquel octubre de 1962. La familia percibía la crispación, el triunfalismo y el nerviosismo colectivo de que algo delicado ocurría, pero jamás llegó a imaginar la gravedad de la situación. Quienes vivieron ese mes tan cruel, lo mismo se comportaban ajenos que cómplices; desinformados que dispuestos al sacrificio; entusiastas que adocenados.



La llamada Crisis de los Misiles, conocida hacia el interior de Cuba como Crisis de Octubre, tocó de diversas maneras a varias generaciones de cubanos. Si unos recuerdan el terror del momento, a otros les quedó la constante crispación de la trinchera, la máscara antigás, el susto de la alarma que podía sonar en medio de la noche, la Isla hundiéndose en el mar como metáfora de discursos y de temas musicales. Nada volvió a la normalidad después de aquel octubre. Quienes no lo vivimos en carne propia aún así heredamos su desazón, la fragilidad de estar parados justo en el borde que puede terminar en el abismo.



Quizás lo que más nos llame la atención en estos tiempos es la enorme capacidad de decisión que tuvieron algunos individuos sobre asuntos de tanta trascendencia. Si en un momento de debilidad los soviéticos hubieran cedido a la tentación de dejar el botón rojo cerca del dedo de Fidel Castro, como él hubiera deseado, probablemente nadie pudiera estar leyendo este texto. Es más, este texto ni siquiera existiría. Por suerte, hacer despegar y colocar en el blanco un cohete con carga nuclear es una operación mucho más compleja de lo que nos han hecho creer algunas películas catastrofistas. Sobre todo en 1962, cuando los controles electrónicos necesitaban distribuirse en enormes y laberínticos armarios metálicos acomodados en cabinas herméticas.



Las consignas que se gritaron en las plazas cubanas por aquellos días serían mal vistas por el sentido común que trata de prevalecer en estos comienzos del siglo XXI. Sonarían demasiado irracionales, absurdamente desmedidas… en contra de la vida. Porque cuando las madres europeas acostaban a sus hijos con el temor de que no hubiera un amanecer, en el malecón habanero había comparsas repitiendo el estribillo “Si vienen quedan” y mientras en todo el mundo se calculaba con pesimista exactitud lo que se iba a perder y lo que quedaría en pie, en esta Isla se repetía hasta el cansancio que estábamos dispuestos a desaparecer “antes que consentir en ser esclavos de nadie”. Cuando la URSS decidió retirar los cohetes, la gente irresponsablemente tarareó en las calles: “Nikita, mariquita, lo que se da no se quita”.



Hace apenas unos días, el propio Fidel Castro retomó algo de esa altanería pueril cuando afirmó en un texto que “nunca pediremos excusa a nadie por lo que hicimos”. Sus palabras intentaron rodear de gloria la actitud intransigente del gobierno cubano durante aquellos días que sacudieron al mundo. Ahora, nos queda al menos como alivio el que este anciano testarudo de 86 años está cada vez más lejos del botón rojo que desataría el desastre. Cada día se queda más imposibilitado de influir en el derrotero mundial. La crisis de los misiles no volverá a repetirse en esta Isla, por muchos octubres que nos queden por delante.







Noviembre 6th, 2012
2118 comentarios
Imprimir

Siete propuestas después del paso de Sandy





Foto vía UNPACU





La madrugada del jueves nunca será olvidada por miles de personas en el Oriente cubano. El viento, los techos volando, las fuertes lluvias y los árboles que caían sobre calles y casas, les quedarán como recuerdos permanente del huracán Sandy. Tampoco lograrán sacarse de la cabeza la primera noche, después del desastre, en que desde la maltrecha cama o desde el desvencijado sofá comprobaron que nada separaba sus rostros de la noche estrellada.



Hay quienes lo perdieron todo, que no era mucho. Gente a la que el vendaval le llevó las modestas propiedades acumuladas durante su vida. Un drama humano se extiende sobre esa zona ya afectada de antemano por las carencias materiales, la emigración constante hacia occidente y los brotes de enfermedades como el dengue y el cólera. Para los damnificados llueve sobre mojado, literal y metafóricamente. La naturaleza recrudece el colapso económico y los problemas sociales de esa región del país. Así que son tiempos de redoblar la solidaridad, de remangarse la camisa y ayudar a levantar nuevamente una vivienda, de dividir el pedazo de pan y volcarse en contribuir con esos cubanos lastimados que Sandy dejó a su paso.



Creo que todos sabemos lo que podemos dar y hacer, pero aún así me atrevo a aventurar unas propuestas dirigidas a las autoridades cubanas. Las decisiones que éstas tomen en los próximos días serán determinantes para acortar y paliar la tragedia. Espero que sepan echar a un lado las diferencias ideológicas y abran sus oídos a quienes desde la ciudadanía queremos contribuir con la recuperación de nuestro país. La solidaridad no debe ser un monopolio institucional, nunca lo ha sido y de esa convicción van surgiendo propuestas para hacerla más efectiva, como las siguientes:



- Eliminar los aranceles aduanales para la entrada al país de alimentos, medicinas, electrodomésticos y materiales de construcción.



- Propiciar que la ciudadanía se organice para compilar, trasladar y entregar ropas, medicinas y demás recursos necesarios hacia las zonas afectadas.



- Estimular y autorizar la recopilación de fondos y recursos por parte de los emigrados cubanos para traer a la Isla, tanto de forma personal como grupal o institucional.



- Solicitar la evaluación y colaboración de organismos internacionales que provean de ayudas, créditos y asesoría para sortear este desastre.



- Flexibilizar en las provincias más dañadas todos los trámites para lograr licencias constructivas y también para la entrega de tierras en usufructo.



- Decretar una moratoria en el cobro de impuestos para los cuentapropistas de las regiones donde Sandy destruyó parte importante de la infraestructura económica y agrícola.



- Renunciar al monopolio institucional sobre la distribución de la solidaridad, favoreciendo y respetando la existencia de canales ciudadanos para distribuir la ayuda.