Sigues capitán de mi nave,
a mi costado izquierdo,
al filo de la calle,
con tus antiguedades
y estatura de héroe,
o violador, o aviador.
Jamás se sabe.
Sigo con zapatos colegiales,
la minifalda, el mono-short,
la tiza, el pelo suelto,
ahogándome en tu mar
de muerte y de locura,
y de abandono, y pérdida
y renuncia.
Sigo en los sitios de antes
Habanadicta empedernida,
contigo en cada estreno
de película, o de circo,
o de teatro;
no se sabe..
En cada tiroteo
en Los Parados.
En cada trago imaginado
en la Bodeguita del Medio
o del Hotel Oasis.
En cada bache del pasado.
Sigo perdida en la mentira
de creerme feliz y realizada
en la punta de tu estrella,
en tu tiro en el pie,
en tu bala fabricada
para izarte.
Sigo dormida en tus pañuelos
y en tus lunas de Kasalta.
Sigo danzando
en tus brazos y en tu humo
que me manchan.
Sigo amándote en lo absurdo
de lo definitivamente
ido-presente.
Porque estás
en lo definitivamente muerto.
Y sin posible sobrevida,
ni siquiera para juicio.
Porque estás definitivamente
borrado de la memoria cósmica
( mas allá de mis papeles
y mis contradicciones),
que no pueden salvarte,
hombre....