Adúltera José Martí
Adúltera
Primera versión
José Martí
Personajes
GROSSERMANN, (hombre alto), el marido
GUTTERMANN, (hombre bueno), el amigo
POSSERMANN, (hombre vil), el amante
FLEISCH, (fleisch: carne), la mujer
Época-Siglo XVII
Marido... 40 años - Amante... 25 años
Amigo... 30 años - Mujer... 25 años
Trajes, severos y lujosos
Acto 1º
Decoración cerrada, cuatro puertas laterales y una al foro, a la izquierda en primer término mesa, sillón y taburetes; alfombra.
ESCENA 1ª
GROSSERMANN (solo)
GROS. ¡Paz de un momento, grata felicidad de ser amado, bien venidas seáis a mí!-Es el hombre en la tierra dueño de sí mismo, y es-sin embargo-su mayor trabajo serlo, que el hombre es el mayor obstáculo del hombre.-Y desde que lo fui, desde que empeñé esta lucha que dura en esta tierra toda la vida y ¡quién sabe cuantas vidas en otras!-nunca creí en la paz, ni en el contento, ni en más felicidad que este íntimo regocijo que produce ver felices a los otros.
Sufrir para mí no era sufrir: era ensancharme, ser, crecer. Y desde que la amo, creo ya en la felicidad de una hora, porque a su lado me olvido de todas las miserias, y-en la tierra-la única felicidad posible es el olvido de la Tierra.
Cuerpo y alma son ciertamente encarnizados contrarios. No es amor estúpido de cuerpo lo que brota de mí para María:-es que el ser humano no está completo en el hombre: es que la mujer lo completa: es que esta indomable vida de mi espíritu necesitaba para no caer vencida-resignación y ternura, abnegación y luz porque-si la luz se perdiera, hallaríasela de nuevo encendida en el alma de una mujer. (Corriendo al encuentro de Guttermann, que entra por la puerta del fondo.) ¡Oh, amigo, en hora buena llegas!-Complacíame ahora de venturas mías: no estaban todas juntas si no te tenía cerca de mí.
ESCENA 2ª
GROSSERMANN y GUTTERMANN
GUT. Fuérame dado venir contento como tú.-
GROS. Ley parece que no nazca una alegría sin que nazca al mismo tiempo un pesar-mas ¿qué tienes? ¿Te han llegado malas nuevas de tu hermana?
GUT. (¡Mi hermana!) No, Grossermann, no: pero tiene afligida a la ciudad la desgracia de Frank.-
GROS. Pues ¿qué le ha pasado a Frank?
GUT. ¿Recuerdas tú que amaba con pasión a su mujer?
GROS. Y ¿lo ha engañado?
GUT. Engañado, amigo, a él-hombre noble y generoso-con el amor del joven Alfred, vano y necio.
GROS. Y ¿ha podido hallar esa malvada hombre superior a Frank?
GUT. Ciegas son del alma las mujeres que engañan a sus maridos: no podía ella ver alma tan alta como aquélla.-
GROS. Y ¿lo supo Frank?
GUT. Vive ya en otro mundo el que le robó el cariño de su mujer.-
GROS. ¿Lo ha matado?
GUT. Hallólos al volver a su casa en plática de amor.
GROS. ¿La mató a ella?
GUT. No:-¿qué hombre mata a una mujer? Pero no fueron más rápidos sus ojos en mirar que sus manos en herir. Lo vio, vio sus labios en las manos de su mujer, vio los labios de la mujer sobre su frente, y los del hombre no volvieron a abrirse más:-Allí quedaron fríos: ¡allí oprimió la cabeza del cadáver contra la mano que besaba, y la sacudió sin levantarla con furia que debió darle el infierno! ¡Horrible fue, en verdad, aquel beso tremendo de despedida!
GROS. (Ya preocupado.) No de otra manera deben quedar siempre ahogados los besos criminales.-Duéleme mucho, duéleme como mi mismo dolor esta desgracia de Frank.-No tienes tú mujer. No sabes tú con qué cariño tan receloso se la ama, qué avaro se llega a ser de todos sus momentos, cómo este afecto-que entró en nuestro corazón a la par que otros afectos,-crece y se desarrolla de manera que es al cabo más grande que todos, más grande que nuestro mismo corazón.-Mide tú esta inmensa felicidad:-figúrate qué horrible no debe ser el dolor de perderla.
GUT. A bien que nace con las amarguras el olvido: sólo en él podrá hallar un día consuelo Frank.-
GROS. (Volviéndose a Gut.)-Hállanlo en él sólo los necios o los pobres de espíritu.-¿Cómo piensas así tú? Cuando más el pesar duerme, pero no muere: ¡ay de las almas secas en que nunca despiertan los pesares!-El recuerdo vive, late, obra lenta y silenciosamente.-Y hay en la memoria de esta clase de tristezas cúmulo de terribles accidentes que no se olvidan jamás. Hay un hombre que nos ha manchado...
Y ¿cómo te extrañas tú de que yo sienta el pesar de los demás? Pues dime:-tú, que no consuelas a nadie, ¿tendrás derecho a que nadie te consuele en tu dolor?-A más, que si a mí me preguntaran qué es vivir, yo diría-el dolor, el dolor es la vida. (Pasea.)
Me has dado en qué pensar con la desgracia de mi amigo.-
GUT. A otros dará en cambio que reír.
GROS. (Deteniéndose enfrente de Gut.) ¡Reír!-Y ¿se puede reír de la desventura ajena, y de una desventura tan grande?
GUT. Lado flaco es ese de los humanos.-
GROS. (Irguiéndose.) ¡Lado estúpido!-¿No es eso tomar a broma el honor, que debe ser siempre una religión en nuestra alma? No, amigo, no; eso es de almas roídas y enfangadas.-
Y a fe tienes razón;-que hay quien se ríe de estas cosas.-Autorzuelos hay que llevan al teatro como asunto de gorja a un marido engañado; y óyelo en paz la regocijada concurrencia, y a mí me dan mis tentaciones de poner al autorcillo ramplón de modo que jamás riera de la ajena desgracia ¡crueldad mayor!
GUT. No es de extrañar en boca de autor esa buena voluntad hacia sus compañeros. ¡Calle, calle el envidioso!-
GROS. ¿Envidia yo?-Tú no lo dices de veras. Si el ingenio que tengo no me lo debo a mí mismo, y sé que soy noble y honrado ¿qué tengo yo que envidiar?-Envidia el necio, que cree que tiene algo suyo:-no yo-que sé que debo a merced desconocida esta palabra con que te hablo, y esta inteligencia con que la formo y la animo: (dejándole la mano que le ha tomado al comenzar.)-De estúpidos la envidia y la ambición.
GUT. (¡Alma altísima!)
GROS. Y ahora que dices autor,-tiempo ha que ando a vueltas con la manera de llevar al teatro la solución que cumple dar al marido en el adulterio de la esposa.
GUT. Y ¿hallaste ya la solución?
GROS. Lección terrible, pero no para aconsejada, me da con su suceso mi pobre amigo Frank.-Mato a veces a los adúlteros,-a veces los perdono; pero siempre me dejan confuso y cabizbajo: no doy con ello.-Cosas son estas que, antes de sufridas, no se adivinan; y luego de sufridas, ni aun debe tenerse valor para recordarlas: -¡ay! luego de sufridas se debe morir;-(como apuntando ideas en su frente:) ¡Qué horror, qué horror, amigo!-¡Si pensar en esto amarga tanto, un instante de sentirlo debe ser tormento inconcebible!
Pero, fuera de mí estas tristes ideas que no han de verse nunca realizadas.-¡Vaya con la cara que pones! Tal parece que he hablado para ti.-¿Es que de nuevo te enoja verme violento y exaltado?
GUT. Y es la verdad. Parece que no hay para ti un instante de placer ni de paz.-
GROS. Y no te engañas quizá.-Para un hombre digno de serlo, no hay en la vida espacio a la alegría ni al olvido.-Mas yo te prometo corregirme en lo posible.-
Comedia he de hacer en que pinte la cara que pone un amigo leal cuando su amigo se da a pensar en irremediables tristezas. Quédate a Dios;-espérame en mi habitación trabajo preparado. (Yéndose.)
GUT. Y, ¿el mío?
GROS. En la tuya te espera. (Volviendo atrás.) Pero ¿no me perdonas? (Echándole un brazo al cuello.)-
GUT. No a fe si no escribes la comedia.-
GROS. (Separándose de Gut.) Cierto que he de escribirla; no te vea yo luego incómodo con mis exaltaciones como ahora.-Queda, queda en paz. (Yéndose.) (Dulce alegría es tener tan leal amigo como éste.)
ESCENA 3ª
GUTTERMANN (solo y sentado)
GUT. Él piensa que son sólo las turbulencias de su espíritu las que me inquietan:-¡las del mío son las que me agitan ahora!-El que tiene una sola felicidad no sospecha nunca que otro pueda ser infeliz.-Harto sé que no es verdad que los pesares se olvidan, que tengo yo uno muy hondo, y es mi inseparable compañero: tanto me acompaña, que ya-hasta amo mi dolor.-
Yo quería a mi hermana con la vehemencia de todos los cariños. Ella, débil o frívola, ni ha entendido mi amor, ni lo ha respetado siquiera, y ha dado a un miserable su honra y su paz.-Ahora él la abandona: ahora vuelve ella a mí; ahora que ya no puedo tener para ella más que el amor del perdón, viene a pedirme aquel cariño en que ni siquiera pensó para olvidarlo, ¡por qué se razona para arrepentir y no se razona para obrar!
Róbales la seducción la voluntad; no ven las tristes que la seducción es una infamia que viene a ellas vestida de apetito y de lisonja. (Se queda sentado y pensativo.)
ESCENA 4ª
GUT., POS. y FLEISCH
(No de la calle; de adentro)
Gut. no se apercibe de la escena que pasa en la puerta del fondo.-Aparecen por ella Fl. seguida de Pos.-como si viniera a la escena. Al ver a Gut., Fl. se detiene y dice a Pos., con terror:-
FL. ¡Guttermann! ¡Huye, por Dios! Abierta está la puerta del jardín: no estés aquí un instante.
POS. Día es éste azaroso para mí; quehacer importuno me alejará tal vez de la ciudad: tal vez no podré verte mañana ¿cómo huir, Fleisch mía?-.
FL. ¡Oh; sí; alguien te verá!
POS. Aquella puerta me conoce.-Mas, ¿por qué no esperar allí?
FL. Bien, espera... mas oye: vase por esa habitación a parte no concurrida del jardín; baja es la tapia; ¡si algún peligro te amenaza, huye, por piedad!
POS. ¡Adiós, Fleisch mía! (Fl. se va por la puerta del fondo; Pos. cautelosamente por la segunda puerta de la izquierda.)
ESCENA 5ª
GUTTERMANN (solo)
GUT. Y yo diría a Grossermann mi pesar. Él no me consolaría porque de los dolores verdaderamente grandes no puede nadie consolarnos. Pero él me enseñaría a querer como antes a mi hermana, porque ahora... ya no puedo quererla como antes. No la estimo: por eso no la quiero.-Él me ayudaría a encontrar a ese hombre que le ha robado a ella la inocencia,-que es la felicidad,-y a mí el honor, que cuando todas las felicidades acaban, es una felicidad todavía.- (Levantándose.) ¡Pero, no, no, ni a Grossermann siquiera! Las manchas de honra son tales que hasta con pensar en ellas las aumentamos, cuanto más diciéndolas a otro.-¡Ay! Hasta el aire es enemigo de la honra perdida, que una vez dada al aire la mancha del honor, no hay poder ya que la redima ni la recoja-¡ay de mí!
ESCENA 6ª
GROSSERMANN y GUTTERMANN
GROS. (Que sale del cuarto apresurado a tiempo para oír el «¡ay de mí»)-¿Qué, sufres?
GUT. No, no, Grossermann; pensaba en ti.
GROS. (Receloso.) Parecióme que sufrías.
GUT. Pues de veras que sólo pensaba en ti.
GROS. ¿De veras?... mal haces,-mal.- ¿Sufres, y no lo dices a tu amigo? He aquí una deslealtad.-
GUT. No, no: tú sabes que no hay para mí alegría ni pesar que no sean tuyos.-
GROS. Me engañas esta vez.-¡Egoísta!-Engáñame, tú que puedes: harto castigo tienes con experimentar que hay un tormento mayor que sufrir, y es sufrir solo.
(llevando a Gut. al centro de la escena): ¿dónde hallas tú más alegría que en la confianza? ¿Dónde-después del amor de una mujer-hallas tú nada más hermoso que la amistad? Siente un alma honda pena que la martiriza y la devora; viértela en un pecho amigo;-con él abrázase,-en él llora, y parece como que el pecho queda por instantes vacío de dolor.-La amistad es la ternura del amor sin la volubilidad de la mujer.-No hay dolor más terrible que el que a todos callamos;-no hay más hirvientes lágrimas que las que al brotar de nuestros ojos van gimiendo hasta el suelo sin que una mano amiga las recoja para sí.-Ves tú en mí hermano cariñoso, y ¿callas, hoy que sufres?-mal haces, mal. Ven a mí.-Si un pesar te agobia, hazlo mío, y será más leve para ti.-Si una traición te inquieta, castígala y olvídala,-que hace daño acordarse de un traidor.-Si una amante te engaña, perdónala sin olvidarla,-que el recuerdo de un amor perdido educa el alma en la hermosa enseñanza del dolor. Si alguien te ofende-sin rencor, sin odio, sin ira, de tal manera vuelve por tu dignidad que nadie más te ofenda. Y si amoríos estériles te agitan, déjalos morir sin pena,-que pierde el hombre para la vida verdadera todo el tiempo que en ellos malgasta.-Pero ofensa o amor, traición o maldad, recuerdo o mal presente,-ven a mí,-conmigo pártelo,-divídelo conmigo:-que suelen abrumar las penas el cuerpo humano impotente, y es ley hermosa de almas que el amigo ayude al amigo y comparta con él su pesadumbre.-¿Qué tienes, Guttermann?
GUT. Vergüenza de mí,-placer de hallarte cada día mejor.-Perdóname, perdóname tú; ¡pero no quiera nunca tu desventura saber cómo turba el espíritu, cómo teme del aire, cómo no hay acabar para la mancha del honor!-
GROS. Pero ¿quién te hiere así? ¿quién te ofende?
GUT. Oféndeme la que yo había criado para mi cariño, la que yo quería más que a ti.-
GROS. ¿Mujer?
GUT. Tenía yo una hermana...
GROS. ¿Que tu hermana ha muerto?
GUT. Tenía yo una hermana... (en el mismo tono)-¿Vive la mujer extraviada? ¿Vive la criatura manchada? ¿Vive el deshonor?
GROS. ¡Un infame ha labrado tu desventura! ¡Un infame ha envilecido su pureza!
GUT. ¡La ha hecho torpe y vil!-Ahí tienes, ahí tienes tú cómo mi hermana ha muerto ya.-(Estas últimas frases agitado.)
GROS. (¡Otra mujer que hace sufrir a otro hombre honrado!-¡malvada mujer!) Descansa, amigo. ¿Cómo fue?
GUT. Era ella honesta criatura.-Niña aún cuando era yo hombre, niña sin madre, guiéla yo con besos de mis labios y flores de mi amor.-La vi nacer: la vi crecer; míos fueron su beso primero y su primera caricia, hícela a semejanza mía, y nada hay que regocije tanto como ver a un alma que nace con nuestros besos y a nuestro calor.-Y así fue niña, y la amé.-Y así fue mujer,-y busqué para su bienestar mayor trabajo,-y ocupaba laborioso todas las horas del día, y hubiera querido que el día tuviese más horas, porque me produjesen para ella más.-Y cuando yo buscaba en el trabajo riqueza para ella;-cuando hasta verla dichosa sacrificaba yo contento las vehemencias de mi alma; ¡otro hombre ocupaba en robármela las horas que en trabajar ocupaba yo; otro hombre saciaba en ella-no amor, que esto fuera noble,-infamias de su voluntad que me ha robado el honor!
GROS. (Amigo infeliz.)
GUT. (Con dolor creciente.) ¡Y aquella obra de toda mi vida, aquella flor de mis anhelos, se me fue en un día, se me fue en brazos de un villano y miserable amor!
GROS. Y ¿has callado tanto tiempo?
GUT. (En la misma entonación.) Y no hubo para mí descanso. Cuando volví de un día afanoso, cuando le llevaba como cada día un regalo que halagaba su deseo, cuando a ella iba en busca de mi única paz,-y hallé sin mi ángel mi hogar, sin sus brazos mis brazos, sin su voz mis oídos, sin aquel amor tan hondamente atesorado en mi corazón, ¡sentí que la cabeza se me abría, que el corazón se me rompía, que la razón se iba de mí!
GROS. ¿Mas no supiste adónde fueron?
GUT. Y pasó tiempo, y los busqué sin descanso, como un cuerpo huérfano de alma buscaría su alma por toda una eternidad.-Y en vano los busqué.
GROS. ¿Ni conocías al hombre?
GUT. ¡Ni lo conocía!- ¡Tan loca fue aquella mujer sin ventura, que no vio que amor que huye de los vigilantes ojos del hogar es criminal e impuro amor!
Días ha supe que ella venía;-y ella, que había desdeñado toda mi alma, me pidió el lugar miserable de la compasión,-díjome que la abandonó el malvado, díjome que aquí venía-(con viveza creciente). Y no sé desde entonces descansar; figúrome que cuantos miro, son:-cuerpo toman mis ansiosas miradas:-imagínase cada una de ellas verlo ante mí:-¡implacables rugen en mi alma ira y dolor!-
GROS. ¡Perdónala!
GUT. ¿Qué es perdón?
GROS. ¡Llámala!-
GUT. ¡No!
GROS. ¡Quiérela!
GUT. ¡No! (Todas estas frases dichas rápidamente.)
GROS. (Con lentitud a Gut., que lo oye como abrumado por sus palabras.) Pues, dime,-hombre débil y falible: si alguna vez tu alma cae, ¿cómo has de querer tú que nadie ampare tu alma? Si alguna vez la tentación te abrasa, y dóblase a la tentación tu condición humana miserable-¿qué es perdón? ¿qué es levantar? ¿qué es salvarte?-Eternamente recorrería tu maldecido espíritu los implacables espacios:-eternamente vagarías condenado sin luz.-
Quiérela.-Si no tuvo madre; si son las flores de la castidad legado el más hermoso que hacen las madres a las hijas;-si es para la mujer tan incitante el enamorado convite de los hombres;-si con no tenerla estuvo privada del pudor del ejemplo que acrecienta y realza el pudor natural; si son tan elocuentes los hombres para seducir, y las mujeres tan nobles para creer,-¿qué le pides a la debilidad de la mujer-contra la avaricia elocuente y maldita del que le robó la paz?-Resisten a la seducción las almas fuertes; edúcanse las almas con los repetidos sucesos en la fortaleza. Si nada había despertado aquella alma, si era virgen de dolores, si nunca luchó, ¿cómo has de pedirle tú fortaleza para luchar y resistir?-¡Impía crueldad!-Tú has caído. Yo he caído. Todo hombre en la Tierra ha caído una vez. No hay espíritu puro, no hay en este mundo todavía criatura inerrable.-Y si todos los hombres caen y se levantan ¿por qué esa ira odiosa del fuerte? ¿por qué no ha de levantarse la mujer que una vez cayó?-Si por maldad cayó del hombre, del hombre es el baldón y el vilipendio. Si por debilidad cayó, ¡culpa es del ser más alto que la dio flaca y manejable naturaleza!-
Cae el hombre, que es fuerte, y se redime.-Cae la mujer, que es débil, y el caído la insulta y la envilece:-¡redímase también!-
Y si no la amas, yo la amo.-Si no la llamas, yo la llamaré.-Y aquí vendrá, y no se apartará de mi lado, y a mi lado vivirá...
GUT. (Queriéndole interrumpir.) Deja, deja por Dios.
GROS. Y aquí hallará en mis brazos apoyo a su desgracia solícito...
GUT. Mira que me atormentas-
GROS. Aquí tendrá la paz y la ventura.
GUT. ¡Mira que me ahogo!-
GROS. Aquí hallará en mí y en mi mujer la compasión que tú le niegas...
GUT. (Tendiendo los brazos a Gros.) ¡Oh!-¡calla! ¡calla! ¡Si la amo como antes, si no se la niego ya!-
GROS. (Estrechándole contra su pecho y como satisfecho de haber logrado su deseo.) ¡Así! así, amigo mío.-Llora. Sufre. Sufre sin temor; pero ama y perdona.-¡Esto es Dios!
(Pausa breve)
GUT. ¡Amigo de mi alma!-
GROS. (Estrechando sus dos manos.) Hermano tuyo. Hermano que de hoy más hace suya tu pena. Aquí vendrá tu hermana. ¡Pobre y desventurada criatura!-Juntos buscaremos sin descanso a este hombre infame dos veces:-porque sedujo, infame:-porque abandonó a una mujer, más infame todavía... ¡Ah! a volverse las manchas de las mujeres sobre los hombres que las manchan, no habría frente de hombre que no estuviese turbada por la culpa.-Y hallaremos a ese hombre.
GUT. Ilumina mi espíritu abrumado.-
GROS. La calma lo iluminará mejor:-Ve y reposa, amigo mío (indicándole la puerta de la derecha.) No te diré yo que olvides tu pesar, no. Olvidar es de ruines. En él piensa, piensa en tu hermana, piensa en que entre tus hombros y los míos más fácil es la pesadumbre, y más veloces acudiremos al remedio.-Piensa sin cesar en esta ofensa, porque el hombre ofendido que duerme es más vil.
Hay una cosa más preciada que la vida: la vida honrada.
GUT. Muera la mía si no ha de serlo.
GROS. Nadie muera... Hasta que no haya al menos menester morir.
GUT. Y ¿si lo ha menester?
GROS. (Con energía.) Primero ¡se mata! Luego, se morirá probablemente.-Ve, ve y reposa. Aquí queda conmigo tu dolor. (Acompañándole hasta la habitación.)
ESCENA 7ª
GROSSERMANN (solo)
GROS. (Volviendo rápidamente al centro de la escena, y con vigor.) ¡Se mata! Porque cuando todas las creencias se mancillan, y todos los sacrificios se olvidan, y la mujer amada nos engaña, y persíguennos y atérrannos fantasmas de vilipendio y deshonor,-es poco la cabeza miserable para contener nuestro cerebro roto, es poco el pecho necio para comprimir el corazón despedazado:-no hay paz, no hay calma, no hay razón y sáltanse del hombre las complacencias del humano ser, y en él rugen precipitados y malditos,-¡rugen incallables, indomables rugen sus instintos bárbaros de fiera!-(contrastando con la viveza de este período:)-Y de estos extravíos de la razón, no el hombre:-responda el que nos la dio débil y extraviable.-
Mido yo el dolor de Guttermann por esta ira que me agita, por este afán de hallar al malvado, por esta compasión vehemente a esa triste criatura. Un hombre te manchó (señalando a la habitación de Gut.): descuida, amigo; yo lo hallaré.-
No se aparta de mí la memoria de Frank.-No entiendo yo cómo ha podido esa mujer engañarlo.-No concibo yo cómo este inmenso amor, esta alma esclava, esta ofrenda que hace el hombre de su vida no merezcan de una honrada mujer, si no amor, estimación siquiera y respeto.-¡Ah! ¡Si hubiera de ser que sufriera yo dolor tan bárbaro algún día!-¡no!-¡no!, locura indigna de esta noble Fleisch que me ama.
De imaginarme sólo que pudiera yo sufrir así, siento ya pena tan honda que me pone fuera de mí.-¿Muerte? ¡es poco! ¡Es mentira que la memoria acabe con la muerte, porque ese debe ser dolor tan grande que no puede caber en una vida!
Me ama mi mujer. Vigoriza mi alma, alienta mi energía, crece mi espíritu con esa vida que es mía, que se funde en mí, que en la mía vive, que es absoluta, plena, completamente para mí. Mía es su alma pura. Si alguna dicha es verdad, esta posesión de un alma es la única dicha verdadera.-
ESCENA 8ª
GROSSERMANN y FLEISCH
FL. (Sale por la primera puerta de la izquierda, en dirección a la segunda.-Al ver a su marido, dice:)-¡Ah! ¡Él aquí!... (y se vuelve hacia él, a tiempo que él se vuelve, la ve y se dirige a ella.)-
GROS. ¡Mi Fleisch!
FL. Buscándote venía: aún no te he visto hoy: ¿Te vas ya?-
GROS. ¿Sin verte, Fleisch de mi alma, hermosa vida mía, mi ser y mi luz?-No iré yo nunca a saludar el día sin verte: pareciérame oscuro si no fuera conmigo el brillo de tus ojos. ¿Me quieres?
FL. ¿Qué no ves tú cómo corre nuestra vida apacible y feliz, cómo para ti vivo, cómo se complacen en ti mis pensamientos?
GROS. Así, mi Fleisch, seas siempre para mí. Así te necesita-ternura que refresque mis soberbias,-mi espíritu combatido y agitado. Conmuévenmelo ahora la memoria de una desgracia inevitable, una historia fatal, y, más que ella, un dolor vivo y profundo de mi amigo mejor.-
FL. ¿De Guttermann?
GROS. De Guttermann, criatura generosa. No habrá en mí calma hasta que no haya hallado alivio a su pesar.
FL. Siempre robando a tu reposo las horas para pensar en los demás...
GROS. No me quieras cuando no los robe, cuando me olvide tanto de mí mismo que sólo piense en mí, cuando vea pasar a mi lado una desgracia sin darle amparo ni remedio.
FL. Disculparía yo tu noble afán, mas te arrebata luego a mí ese trabajo rudo e incesante...
GROS. Pues, dime ¿vive el que no trabaja? ¿Merece el que no trabaja amar, que es vivir?-Inmensa dicha es tu afecto que me hace olvidar de todas las miserias y me regocija:-para gozar dicha tan alta, el hombre debe haberla merecido con altos trabajos: para seguirla gozando, el hombre debe seguir mereciéndola constantemente. Olvídame, despréciame el día que deje sin empleo mi energía y mi vigor.-Si no, luz mía, el amor es estéril y fútil, e indigno de mi soberbia y de tu amor.
FL. (Que ha mirado disimulada, pero inquietamente a su izquierda mientras habla su marido;-con cariño exagerado:) Pero ¿te acuerdas de mí siempre?
GROS. ¿Que si me acuerdo de ti?-Bárbaro tormento es para el hombre la memoria: y, yo acaricio, bendigo, amo esta memoria fatal porque me sirve para acordarme de ti. (Con pasión:) ¿Me olvidarás?-Para mí, para mí solo tu alma entera, tu vida de antes, tu vida de ahora, el menor de tus pensamientos, todas tus vidas.-¿Verdad, luz mía, que todo es para mí?
FL. ¡Ambicioso!
GROS. ¡Ah! ¡no! (Sentándose en un sillón y un escaño que debe haber muy cerca del centro de la escena. Él la toma de las dos manos y la sienta, y se sienta él, sin interrumpir sus frases.) No me digas más, que me parece que tu voz me roba algo de tus miradas.-(Alzándole la frente e inclinándose hacia ella:)-¡Mírame, mírame así! (Irguiéndose y lentamente:) En ti estoy yo: yo-hombre, era la energía y la fortaleza:-tú-mujer-eras la ternura y la castidad.-Yo me uní a ti, y los dos juntos hicimos el ser.-Si no me amaras-mi energía sería salvaje y sería impotente tu ternura:-¡ámame!
Yo no viviría sin ti: tú sin mí no vivirías: vidas juntas-alma sola:-esto es amor:-¡ámame!
Yedra frondosa que da brillo y lozanía al tronco a que se enlaza: esto para mí eres tú.-Tronco erguido y robusto que ha encarnado en su savia la savia de la yedra: esto soy yo para ti.-Alma que vierte eternamente dulzura en otra alma que no se ha de extinguir,-fuego yo de tu ser,-fuego tú del ser mío,-ternura y fortaleza envueltas, proximidad de Dios:-¡ámame!-
(La inquietud de Fleisch, no exagerada pero sí perceptible, no habrá cesado-sobre todo al final de estas frases.)
FL. No pasa mi espíritu cerca del tuyo sin abrasarse en él, no entibian en ti los años el ardor.
GROS. (Echándose atrás en el escaño, como si se sintiera herido:)-¡Mis años!... (Más cerca de Fleisch y muy lentamente:) Y, cuando te hablo yo de mí ¿piensas tú en mis años?
FL. (Confusa pero con viveza.) ¡Ah! ¡No, no! Ellos me sirven para amarte más.
GROS. (Lentamente.) Te hallo inquieta. No estás tú para mí como estabas ayer. Me hablas poco; te turbas; torpe estás para hablarme: (Mirándola fijamente:) ¿qué tienes, mujer?
FL. (Afectando serenidad y cariño.) No, no es nada: no temas por mí: nada más que tu pensamiento me ocupa en este instante.
GROS. (Dejándola de la mano, levantándose del escaño y apartándose dos o tres pasos:) Seca... fría... ¿Será que turbe mi razón la memoria de Frank? ¿Será que esta mujer no me ama? (Desechando con ira la idea:) No, no: esto es indigno de mí: esto no puede suceder: ¡no puede ser verdad que sea yo más infeliz que nunca esta vez primera de mi vida que me he creído feliz! (Volviéndose rápidamente hacia Fleisch, que se ha levantado del sillón como yendo hacia él, y tomándole de huevo las manos:) ¿Me amas?
FL. ¿Cómo puedes dudarlo?
GROS. (En el mismo tono vehemente:) ¿Me amas mucho?
FL. Más cada día que te veo, más cada vez que pienso en ti.
GROS. ¿Me quieres como a nadie has querido, como a nadie puedes querer?
FL. Así te quiero, así.
GROS. Y, ¿puedes mentir?-Ámame siempre, porque yo te amo:-dame tu vida porque yo te doy la mía:-sé mía porque yo soy tuyo:-guarda mi honra, porque yo la he fiado de ti:-Ingrata, infame, loca: todo esto es la mujer que engaña a su marido.-No me mientas, no me engañes tú y, si no me amas...
FL. ¿Y lo dudas aún?
GROS. Si no me amas, no me lo digas nunca, no te lo digas a ti misma, porque de pensar sólo que no habías de amarme, ¡siento que mi corazón se anubla con las iras, que la tiniebla entra en mi alma!-Quiéreme como hasta aquí me quisiste: de tal manera quiéreme que no haya en ti pensamiento, ni en tu corazón latido, ni en tu memoria recuerdo que no sean para mi memoria y para mi amor.-Vida tuya es la mía.-Mía sea tu vida.-Adiós.-(Separándose de Fleisch.)
FL. No vas con él si dudas de mí.-
GROS. (Sin oírla.)-¡Fría, fría a la avaricia de mi alma!-Estallan en mí dudas que me espantan a mí mismo: ¡Ay de mí, si no me ama esta mujer!-(Sale por la primera puerta de la derecha.)-
ESCENA 9ª
FLEISCH (sola)
FL. Duda ya, sospecha de mí.-¿Qué ha podido haber que lo haya hecho sospechar? Nadie conoce aquí a Possermann: nadie lo sabe: nadie lo ha visto: secreta y rápidamente nos hemos siempre hablado:-¡Ay de mí si Grossermann descubre nuestro amor!-Y él está aquí: pueden venir (acercándose a la segunda puerta de la izquierda.) ¡Possermann!
ESCENA 10ª
FLEISCH y POSSERMANN
POS. (Saliendo.) ¡Fleisch mía!
FL. Calla, calla ahora: aún no ha salido Grossermann; acaba de hablarme, y no sé qué sombría sospecha lo ha alejado de mí.-¡Huye, huye de aquí!-
POS. ¿Huir después de haberte visto?-¿huir cuando te veo?
FL. Esta tarde... esta tarde, pero huye ahora, por Dios.-
POS. (Yendo ya hacia la puerta.) ¿Sin decirme que me amas?-
FL. ¡Oh! ¡sí: te amo, te amo! (Mirando a la habitación de Gut.)-¡Viene Guttermann! por allí... por allí... (Señalándole la primera puerta de la izquierda.-Possermann al salir le toma una mano y se la besa.-Un instante antes ha salido por la segunda puerta de la derecha Gut., diciendo:-)
ESCENA 11ª
GUTTERMANN y FLEISCH
GUT. Aliento, vivo desde que confié a mi amigo mi pesar. (Reparando en Possermann que junto a la puerta besa la mano de Fleisch y desaparece:)-¡Un hombre, un hombre que besa a Fleisch! (Yendo rápidamente hacia la puerta.)-
FL. (Que al volverse repara en él:) (¡Ah! ¡lo ha visto!) (Dando un paso más hacia Gut. que llega:) Dios os guarde, Guttermann.-
GUT. Cuida Dios siempre de las honradas criaturas.
FL. Me extraña vuestra rudeza
GUT. ¿Quién era ese hombre que hablaba con vos?
FL. ¡Un hombre!... no... no... no era nadie... (Con altivez:) aquí no había ningún hombre. ¡Mal andáis con el respeto, señor Guttermann!-
GUT. ¿Quién era ese hombre que besaba vuestra mano?
FL. Os digo que no era nadie.
GUT. Os digo que lo he visto: os digo que ha besado vuestra mano. (Movimiento de Fleisch: Gut. extendiendo la suya:) No la mováis, señora: muerta está ya para mi respeto y vuestro honor.-
FL. ¡Guttermann!
GUT. ¿Quién era aquel hombre?-
FL. Andáis importuno. Sombra ha sido de vuestra fantasía.-
GUT. (Exaltado.) ¡Mentís, señora!-
FL. ¡Oh! (Como asombrada.)
GUT. Escuchadme bien. Sombra pudo ser lo que yo vi; ¡pero en casa de la esposa honrada hasta la sombra de un hombre mancha e infama!-
FL. ¡Callad por Dios!-
GUT. Infama, señora.-
FL. (Con angustia y rapidez.) Sí, sí, es verdad: aquí estuvo: amóme en la infancia: yo os lo contaré todo: ¡pero callad por Dios!-(Sigue como suplicando para dar tiempo a la frase de Gros.)
ESCENA 12ª
GROS., GUT., y FLEISCH
GROS. (Saliendo por la puerta primera de la derecha.) No merecía su sencillez mi rigor: ¿por qué ha de entender ella mi alma?-
FL. (A Gut.:) ¡Oh!, ¡sí! ¡callad! ¡callad!-¡No digáis nunca nada a mi marido!
GROS. (Que la oye, y al hacer un movimiento de asombro:)-¡Qué! (Ellos lo oyen y quedan como confusos: él se adelanta, se coloca entre ellos y tomando a Fleisch de la mano:)-Mujer, ¿qué es lo que hay en ti que no sea mío?, ¿qué puede haber para una esposa que su marido no sepa? ¿qué ocultas de mí?
FL. (Débilmente y sin levantar la cabeza.) Nada... nada...
GROS. (Oprimiendo con ira su brazo.) ¿Qué ocultas de mí?... Callas... Callas... Y tú... (tomando el brazo de Gut. sin dejar el de Fleisch) tú lo sabes. Que callaras te decía. ¿Qué sabes tú? (Gut., ni aun levanta la cabeza: a Gut.) ¡Tú tampoco hablas!-(A Fleisch:) ¡tú callas todavía!-(Dejando a un tiempo bruscamente los brazos de Gut. y Fleisch.)-Duda terrible ha nacido ahora en mi corazón,-duda que me extravía,-duda que se avergüenza de ti:-(A Fleisch:)-¡Ay del amigo débil! ¡ay de la mujer villana que mancillen mi honor!-
CAE EL TELÓN
Adúltera José Martí .
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