Jueves 23 de abril
Esta viuda, aunque pobre, echó más que todos ellos (Luc. 21:3).
No todos podemos servir a Dios como evangelizadores de tiempo completo. Si la salud, la edad u otros problemas limitan el servicio que usted le puede ofrecer a Dios, no se desanime. Jehová valora mucho su fidelidad y lo que pueda darle de todo corazón (Luc. 21:2). Además, no debemos subestimar los efectos que puede tener en los demás nuestra participación en la predicación, por limitada que esta nos parezca. Imaginemos, por ejemplo, que hemos estado predicando un rato y no hemos encontrado a nadie que demuestre interés en nuestro mensaje. Pero es posible que horas o hasta días después las personas sigan hablando de nuestra visita, incluso las que no nos abrieron la puerta. Es cierto que no todos responderán al mensaje de las buenas nuevas, pero algunos sí lo harán (Mat. 13:19-23). Otras personas tal vez respondan más adelante, motivadas por algún cambio en su vida o en las condiciones mundiales. Sea como fuere, siempre que damos el máximo en la predicación, estamos haciendo la voluntad de Dios. Lo que es más, “somos colaboradores de Dios” (1 Cor. 3:9). w07 1/10 2:9
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