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¡DESPERTAD! ABRIL DE 2014
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ENTREVISTA | FRÉDÉRIC DUMOULIN
“Estoy convencido de que existe un Creador”
Frédéric Dumoulin ha trabajado por más de diez años en el campo de la investigación farmacéutica en la Universidad de Gante (Bélgica). Hubo un tiempo en el que fue ateo, pero se ha convencido de que hay un Dios que creó la vida y ahora es testigo de Jehová. ¡Despertad! habló con Frédéric sobre su trabajo y sus creencias.
¿De niño tenía religión?
Así es. Mi madre era católica, pero cuando leí sobre las Cruzadas y la Inquisición me sentí asqueado y no quise saber nada de religión. También leí sobre otras religiones no cristianas y me parecieron iguales. Veía tanta corrupción en las religiones que a los 14 años llegué a la conclusión de que Dios no podía existir. En cuanto me enseñaron la evolución en la escuela, me convencí de que la vida había surgido por procesos naturales.
¿Qué lo atrajo a la ciencia?
Cuando tenía siete años me regalaron un microscopio. Era mi juguete favorito. Lo usaba entre otras cosas para examinar insectos, como las mariposas; era fascinante.
¿Y cuándo empezó a interesarse en el origen de la vida?
A los 22 años conocí a una científica que era testigo de Jehová y creía en la existencia de un Creador; me pareció muy extraño. Pensé que podía demostrar sin problemas lo absurdo de sus ideas, pero para mi sorpresa, ella tenía una respuesta lógica para cada una de mis preguntas. Así que quise averiguar por qué hay gente que cree en Dios.
Unos meses después conocí a otro Testigo que sabía mucho sobre temas médicos. Cuando me ofreció explicarme sus creencias, acepté. Además quería ayudarlo a salir del error.
¿Y lo logró?
No, no pude. Comencé a investigar diversas teorías sobre el origen de la vida y me sorprendió descubrir lo que piensan algunos científicos muy respetados: que hasta la célula más simple es tan compleja que no pudo haber aparecido en la Tierra. Algunos piensan que tiene que haber venido del espacio. En realidad hay muchos desacuerdos sobre cómo comenzó la vida.
¿Hay algún aspecto en el que sí haya acuerdos?
Curiosamente, muchos científicos concuerdan en que, de algún modo, la vida surgió de la materia inerte mediante procesos naturales, así que empecé a preguntarme: “Si no saben de qué manera pudo aparecer la vida sin la ayuda de un Creador, ¿cómo es posible que estén tan seguros de que apareció tal como ellos dicen?”. Fue entonces cuando decidí leer lo que muestra la Biblia sobre el origen de la vida.
¿A qué conclusiones llegó sobre la Biblia?
Cuanto más aprendía de ella, más me convencía de que dice la verdad. Por ejemplo, no hace mucho, la comunidad científica descubrió pruebas de que el universo tuvo principio. Sin embargo, la Biblia lo dijo hace 3.500 años. Justo al inicio leemos: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. * Además, me di cuenta de que siempre que la Biblia toca un tema científico lo hace con exactitud.
Me di cuenta de que siempre que la Biblia toca un tema científico lo hace con exactitud
Con tantos conocimientos sobre ciencia, ¿no se le hizo difícil creer en Dios?
No. Llevaba tres años estudiando ciencias en la universidad cuando me convencí de la existencia de Dios. Y hasta la fecha, mientras más estudio el diseño de los seres vivos, más se reafirma mi convicción de que hay un Creador.
¿Puede darnos un ejemplo?
Con gusto. Yo estudio los efectos de los medicamentos y las toxinas en los seres vivos. Hay un sistema que me sorprende muchísimo, el que protege al cerebro de bacterias y sustancias peligrosas. Se trata de una barrera que impide el contacto entre la sangre y las células cerebrales.
¿Y por qué es tan sorprendente?
Hace más de cien años, los investigadores descubrieron que si inyectaban una sustancia en la sangre, dicha sustancia penetraba todos los órganos del cuerpo... menos el cerebro y la médula espinal. Este hecho es extraordinario por una razón: la sangre viaja a las células cerebrales mediante una inmensa red de vasos capilares para limpiarlas, alimentarlas y oxigenarlas, pero cuando llega a su destino, la barrera le impide entrar en contacto con ellas. ¿Cómo puede entonces cumplir con su función? Por muchos años, eso fue un misterio.
¿Cómo funciona esa barrera?
Los vasos capilares del cuerpo no son como tubos de plástico que mantienen separado lo que hay dentro de lo que hay fuera. Sus paredes están formadas por células, las cuales permiten el paso de sustancias y microbios entre ellas y a través de ellas. Sin embargo, los vasos del cerebro son distintos, pues las células que conforman sus paredes están fuertemente interconectadas. Dichas células y las estrechas conexiones que hay entre ellas son extraordinarias. Contienen un vasto y complejo sistema de mecanismos que permiten y regulan el intercambio de oxígeno, dióxido de carbono, glucosa y otros compuestos entre la sangre y el cerebro, pero impiden el paso de otros compuestos, como las proteínas y las propias células de la sangre. La barrera entre la sangre y el cerebro funciona a nivel molecular y forma un obstáculo físico, químico y eléctrico. Para mí, ese sistema simplemente no pudo haber evolucionado.