Te regalo mis letras,
mis minúsculas y desorbitadas letras
y una porción aceptable de mi espíritu,
mi minúsculo espíritu
sin copy right
y apenas cuatro
confusos ISBN
con los que la mofa
y o la estafa
se vengaron
de su indudable libertad
de ser loco o leal.
Qué más le dá.
De ser coyuntural o eterno.
Eso sí importa.
Es el gran dilema
de la Vida y del Arte.
Eso sí es Verdad.
El que no tiene tarjeta digital,
ni sellos de Editoras auténticas,
ni PayPal,
molesta demasiado.
Y ya saben por qué.
El que copia, pega
y cita de casi todos,
pero es él mismo.
No estará jamás de moda,
ni será popular,
ni se someterá
a procedimientos artificiales
y dudosos de Estética
para engordar
sus mamas o sus glutios.
Mis letras y mi espíritu:
ni mártires, ni héroes,
ni profetas, ni líderes,
ni adivinos, ni narcotraficantes,
ni sicarios, ni zetas,
ni caballeros templarios,
ni autodefensas, ni policías,
ni gobiernos, ni asesinos.
Mis minúsculas letras,
mi minúsculo espíritu,
son mujer sin precio;
se regalan.