Miércoles 14 de agosto
Sé animoso y fuerte, y actúa. No tengas miedo ni te aterrorices, porque Jehová Dios, mi Dios, está contigo (1 Cró. 28:20).
El rey David le dijo estas palabras a su hijo Salomón en el siglo XI a.e.c. Salomón siguió el consejo y construyó el magnífico templo de Jehová en Jerusalén. En el siglo X a.e.c., las valientes palabras de una niña israelita resultaron ser una bendición para un hombre que padecía lepra. Esta jovencita había sido secuestrada por una banda armada y ahora era sirvienta de la casa de Naamán, comandante del ejército sirio, que era leproso. Conociendo los milagros que Jehová había realizado mediante Eliseo, le dijo a la esposa de Naamán que si este iba a Israel, el profeta de Dios lo curaría. Naamán hizo caso, fue sanado milagrosamente y llegó a ser siervo de Jehová (2 Rey. 5:1-3, 10-17). Si eres joven y amas a Dios igual que aquella niña, puedes estar seguro de que él te ayudará a predicar sin temor a tus maestros, a tus compañeros de clase y a otros. w12 15/2 2:10, 11
Martes 13 de agosto
El obedecer es mejor que un sacrificio (1 Sam. 15:22).
La Biblia indica que Jehová aprobaba las ofrendas prescritas por la Ley únicamente si se hacían con el espíritu y la actitud que él pedía. De hecho, en las Escrituras hallamos ejemplos de sacrificios que Dios rechazó. Veamos el caso del rey Saúl. El profeta Samuel le señaló que había llegado el momento de ejecutar la sentencia divina contra los amalequitas: tenía que exterminarlos tanto a ellos como a sus rebaños. Sin embargo, una vez que los derrotó, Saúl permitió que sus soldados conservaran con vida a Agag, el rey de Amaleq. Y lo mismo hizo con los mejores animales del rebaño, argumentando que podía sacrificárselos a Jehová (1 Sam. 15:2, 3, 21). Pero ¿cómo se sintió Dios? Le indignó tanto la desobediencia de Saúl que lo destituyó de su cargo (1 Sam. 15:22, 23). De este pasaje extraemos la siguiente lección: si no obedecemos a Jehová, él no aceptará nuestros sacrificios. w12 15/1 3:13, 14
12 de ag. Lectura de la Biblia: Romanos 5 a 8
Núm. 1: Romanos 6:21–7:12
Núm. 2: ¿Por qué son llevados al cielo para estar con Cristo algunos cristianos? (rs pág. 50 párrs. 7-10)
Núm. 3: ¿Por qué poner la seguridad material antes que la espiritualidad conduce al desastre? (Mat. 6:33; 1 Tim. 6:10)
12-18 DE AGOSTO DE 2013
Lunes 12 de agosto
El hombre que estaba en paz conmigo, en quien yo confiaba, que estaba comiendo mi pan, ha engrandecido contra mí su talón (Sal. 41:9).
Con esas palabras se predijo que el Mesías sufriría la traición de un amigo. Comer pan con una persona era considerado una muestra de amistad (Gén. 31:54). Por tanto, la profecía de David habla de un mal amigo, un traidor de la peor clase. Jesús mismo indicó cómo se cumpliría esa predicción cuando les dijo a sus apóstoles que iba a ser traicionado: “No hablo de todos ustedes; yo conozco a los que he escogido. Mas es para que se cumpla la Escritura: ‘El que comía de mi pan ha alzado contra mí su talón’” (Juan 13:18). Judas Iscariote traicionó a Cristo por el precio de un esclavo: 30 monedas de plata. Pero no llegó a utilizar aquel dinero manchado de sangre, sino que lo arrojó en el templo y luego se suicidó (Mat. 26:14-16; 27:3-10). w11 15/8 2:5, 6
Domingo 11 de agosto
Habrá falsos maestros entre ustedes (2 Ped. 2:1).
Jehová, a través de Pablo y Pedro, nos advierte de los falsos maestros (Hech. 20:29, 30; 2 Ped. 2:1-3). Veamos quiénes son y de dónde salen. Pablo dijo a los superintendentes de Éfeso: “De entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas”, o retorcidas. Así que pueden salir de dentro de la congregación. En este caso, reciben el nombre de apóstatas. ¿Qué es lo que pretenden? No se conforman con abandonar la organización que quizás amaron en su día. Pablo deja claro qué intención tienen: “arrastrar a los discípulos tras de sí”. Así es, los apóstatas quieren llevarse a los que ya son discípulos de Cristo. No salen a hacer discípulos de los no creyentes, sino que buscan sus presas en la congregación. Como “lobos voraces”, quieren devorar a los cristianos que hayan bajado la guardia, acabando con su fe y sacándolos del camino de la verdad (Mat. 7:15; 2 Tim. 2:18). w11 15/7 2:3, 4