Libro bíblico número 45: Romanos
Escritor: Pablo
Dónde se escribió: Corinto
Cuándo se completó: c. 56 E.C.
EN HECHOS vimos que Pablo, quien fue violento perseguidor de los judíos que abrazaban el cristianismo, se convirtió en celoso apóstol de Cristo a las naciones no judías. Con Romanos empezamos los 14 libros de la Biblia que por inspiración de espíritu santo escribió este ex fariseo, ahora un fiel siervo de Dios. Para cuando Pablo escribió Romanos, ya había completado dos largas giras de predicación y estaba bien adentrado en la tercera. Había escrito otras cinco cartas inspiradas: Primera y Segunda a los Tesalonicenses, Gálatas, y Primera y Segunda a los Corintios. Sin embargo, parece apropiado que en nuestras Biblias modernas Romanos anteceda a las demás, puesto que considera con todo detalle la nueva igualdad entre los judíos y los no judíos, las dos clases a las que predicó Pablo. Esta carta explica un punto de viraje en los tratos de Dios con su pueblo y muestra que las inspiradas Escrituras Hebreas habían predicho desde mucho tiempo antes que las buenas nuevas también se predicarían a los no judíos.
2 Pablo, mediante Tercio como secretario, enlaza rápidamente argumentos y un sorprendente número de citas de las Escrituras Hebreas en uno de los libros de exposición más contundente de las Escrituras Griegas Cristianas. Con notable belleza de expresión considera las dificultades que surgieron por el hecho de que en las congregaciones cristianas del primer siglo hubiera tanto judíos como griegos. ¿Tenían prioridad sobre los gentiles los judíos, por ser descendientes de Abrahán? Porque estaban libres de la Ley de Moisés, ¿tenían los cristianos maduros derecho a ejercer tal libertad de modo que causaran tropiezo a los hermanos judíos algo débiles que todavía se apegaban a las costumbres antiguas? En esta carta Pablo dejó firmemente establecido que los judíos y los no judíos son iguales ante Dios y que a los hombres no se les declara justos mediante la Ley de Moisés, sino mediante la fe en Jesucristo y por la bondad inmerecida de Dios. Al mismo tiempo, Dios requiere que los cristianos muestren la debida sujeción a las varias autoridades bajo las cuales se hallan.
3 ¿Cómo empezó la congregación romana? Había habido una comunidad judía de buen tamaño en Roma por lo menos desde que Pompeyo capturó Jerusalén en el año 63 a.E.C. En Hechos 2:10 se declara específicamente que algunos de aquellos judíos estaban en Jerusalén en el Pentecostés de 33 E.C., y allí oyeron predicadas las buenas nuevas. Aquellos viajeros que se convirtieron permanecieron por un tiempo en Jerusalén para aprender de los apóstoles, y sin duda después aquellos judíos que habían venido de Roma regresaron a aquel lugar, algunos probablemente cuando estalló la persecución en Jerusalén. (Hech. 2:41-47; 8:1, 4.) Además, la gente de aquel tiempo solía viajar mucho, y eso puede explicar el que Pablo conociera íntimamente a muchísimos miembros de la congregación romana, algunos de los cuales quizás habían oído las buenas nuevas en Grecia o Asia como resultado de la predicación de Pablo.
4 Los primeros datos confiables acerca de esta congregación se hallan en la carta de Pablo. Por esta queda patente que la congregación se componía de cristianos judíos y no judíos, y que el celo de ellos era digno de encomio. Pablo les dice: “Por todo el mundo se habla de la fe de ustedes”, y: “La obediencia de ustedes ha llegado a noticia de todos”. (Rom. 1:8; 16:19.) Suetonio, quien escribió en el siglo II, informa que durante el gobierno de Claudio (41-54 E.C.) los judíos fueron desterrados de Roma. Con todo, después regresaron, como lo indica la presencia de Áquila y Priscila en Roma. Estos eran judíos a quienes Pablo había conocido en Corinto y que habían salido de Roma al tiempo del decreto de Claudio, pero que ya habían regresado a ella cuando Pablo escribió a la congregación romana. (Hech. 18:2; Rom. 16:3.)
5 La autenticidad de la carta tiene base firme. Como lo dice su introducción, la carta es de “Pablo, esclavo de Jesucristo y llamado a ser apóstol, [...] a todos los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos”. (Rom. 1:1, 7.) El testimonio exterior a favor de su autenticidad está entre los más antiguos que se hallan para las Escrituras Griegas Cristianas. Pedro usa tantas expresiones similares en su primera carta, que probablemente escribió de seis a ocho años después, que muchos eruditos creen que tenía que haber visto ya una copia de Romanos. Está claro que se consideraba a Romanos parte de los escritos de Pablo, y así citaron de ella Clemente de Roma, Policarpo de Esmirna e Ignacio de Antioquía, quienes vivieron a fines del siglo I y a principios del siglo II E.C.
6 Junto con otras ocho cartas de Pablo, el libro de Romanos se encuentra en un códice llamado Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46). Sobre este códice primitivo, sir Frederic Kenyon escribió: “Aquí, pues, tenemos un manuscrito casi completo de las epístolas paulinas, aparentemente escrito para principios del tercer siglo”*. Los papiros bíblicos griegos Chester Beatty son más antiguos que los muy conocidos manuscritos Sinaítico y Vaticano núm. 1209, ambos del siglo IV E.C. Estos también contienen el libro de Romanos.
7 ¿Cuándo y desde dónde se escribió Romanos? Los comentaristas de la Biblia concuerdan en que esta carta se escribió desde Grecia, muy probablemente desde Corinto, cuando Pablo estuvo de visita en aquella ciudad por unos meses hacia fines de su tercer viaje misional. La prueba interna señala a Corinto. Pablo escribió la carta desde la casa de Gayo, que era miembro de la congregación de aquella ciudad, y recomienda a Febe, de la congregación cercana de Cencreas, el puerto marítimo de Corinto. Parece que fue Febe quien llevó la carta de Pablo a Roma. (Rom. 16:1, 23; 1 Cor. 1:14.) En Romanos 15:23 Pablo escribió: “Ya no tengo territorio sin tocar en estas regiones”, y en el versículo siguiente Ro 15:24 indica que se propone extender su obra misional hacia el oeste, a España. Bien podía escribir así hacia fines de su tercer viaje, a principios del año 56 E.C.
CONTENIDO DE ROMANOS
8 La imparcialidad de Dios hacia judío y gentil (1:1–2:29). ¿Qué dice Pablo bajo inspiración a los romanos? En sus palabras iniciales se identifica como apóstol escogido por Cristo para enseñar ‘obediencia por fe’ entre las naciones. Expresa su deseo ferviente de visitar a los santos de Roma, para disfrutar de “un intercambio de estímulo” con ellos, y para declarar entre ellos las buenas nuevas que son “el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe”. Como se había escrito mucho tiempo antes, el justo vivirá “por medio de la fe” (1:5, 12, 16, 17). Pablo muestra que tanto judíos como griegos merecen la ira de Dios. La impiedad del hombre es inexcusable porque “las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante” (1:20). Sin embargo, las naciones siguen el tonto derrotero de hacer dioses de cosas creadas. No obstante, los judíos no deberían juzgar a las naciones severamente, pues ellos también son culpables de pecados. Ambas clases serán juzgadas según sus hechos, pues Dios no es parcial. La circuncisión carnal no es el factor decisivo; “es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón” (2:29).
9 A todos se les declara justos por fe (3:1–4:25). “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío?” Es grande, pues a los judíos se les encomendaron las sagradas declaraciones formales de Dios. Con todo, “tanto los judíos como los griegos están todos bajo pecado”, y ninguno es “justo” a la vista de Dios. Se hacen siete citas de las Escrituras Hebreas para demostrar esto. (Rom. 3:1, 9-18; Sal. 14:1-3; 5:9; 140:3; 10:7; Pro. 1:16; Isa. 59:7, 8; Sal. 36:1.) Lo que hace la Ley es manifestar que el hombre es pecaminoso, de modo que “por obras de ley ninguna carne será declarada justa”. Sin embargo, por la bondad inmerecida de Dios y la liberación por rescate, tanto a judíos como a griegos se les declara justos “por fe aparte de obras de ley”. (Rom. 3:20, 28.) Pablo apoya este argumento mencionando el ejemplo de Abrahán, a quien se contó como justo, no por obras ni por la circuncisión, sino por su fe ejemplar. De modo que Abrahán no solamente llegó a ser el padre de los judíos, sino también de “todos los que tienen fe” (4:11).
10 Ya no son esclavos del pecado, sino de la justicia mediante Cristo (5:1–6:23). Por medio de un solo hombre, Adán, el pecado entró en el mundo, y el pecado trajo la muerte, “y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (5:12). La muerte reinó desde Adán hasta Moisés. Cuando se dio la Ley mediante Moisés, el pecado abundó, y la muerte siguió reinando. Pero la bondad inmerecida de Dios ahora abunda todavía más, y mediante la obediencia de Cristo se declara justos a muchos para vida eterna. No obstante, esto no es ningún permiso para vivir en el pecado. Los que se bautizan en Cristo deben estar muertos respecto al pecado. Fijan su vieja personalidad en el madero, y viven con referencia a Dios. El pecado ya no los gobierna, pues llegan a ser esclavos de la justicia, con la santidad en mira. “El salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (6:23).
11 Muertos a la Ley, vivos por espíritu en unión con Cristo (7:1–8:39). Pablo usa el ejemplo de una esposa, la cual está atada a su esposo mientras él vive pero queda libre para casarse con otro si él muere, para mostrar cómo se hizo que los judíos cristianos murieran a la Ley mediante el sacrificio de Cristo y pudieran llegar a ser de Cristo y producir fruto para Dios. La santa Ley hizo más patente el pecado, y el pecado trajo la muerte. El pecado, que mora en nuestros cuerpos carnales, guerrea contra nuestras buenas intenciones. Como dice Pablo: “Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico”. Así, “el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí” (7:19, 20).
12 ¿Qué puede salvar al hombre de esta triste condición? ¡Dios puede vivificar mediante su espíritu a los que pertenecen a Cristo! Se les adopta como hijos, se les declara justos, llegan a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo, y se les glorifica. A ellos Pablo dice: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién nos separará del amor del Cristo?”. ¡Nadie! Declara triunfalmente: “Estamos saliendo completamente victoriosos mediante el que nos amó. Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (8:31, 35, 37-39).
13 “Israel” salvado por fe y por la misericordia de Dios (9:1–10:21). Pablo expresa “gran desconsuelo” por sus semejantes israelitas, pero reconoce que no todo el Israel carnal es verdaderamente “Israel”, puesto que Dios tiene autoridad para escoger como hijos a quienes desee. Como lo demuestran los tratos de Dios con Faraón y la ilustración del alfarero, “no depende del que desea ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia” (9:2, 6, 16). Él llama hijos “no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones”, como Oseas predijo mucho antes. (Oseas 2:23.) Israel fracasó porque procuró obtener el favor de Dios, “no por fe, sino como por obras”, y porque tropezó con Cristo, la “masa rocosa de ofensa”. (Rom. 9:24, 32, 33.) Tenían “celo por Dios”, mas no “conforme a conocimiento exacto”. Cristo es el fin de la Ley para los que ejercen fe para justicia, y para alcanzar la salvación uno tiene que declarar públicamente “que Jesús es Señor” y ejercer fe en “que Dios lo levantó de entre los muertos” (10:2, 9). Se envía a los predicadores para que gente de todas las naciones pueda oír, tener fe, e invocar el nombre de Jehová para salvarse.
14 La ilustración del olivo (11:1-36). Por bondad inmerecida se ha escogido a un resto del Israel natural, pero “hay salvación para gente de las naciones” porque la mayoría de los israelitas tropezaron (11:11). Mediante la ilustración de un olivo, Pablo muestra cómo, por la falta de fe del Israel carnal, se injertó a no judíos. Sin embargo, los no judíos no deben regocijarse porque Israel haya sido rechazado, pues si Dios no perdonó a las ramas naturales infieles, tampoco perdonará a las ramas de acebuche injertadas de entre las naciones.
15 Rehacer la mente; las autoridades superiores (12:1–13:14). Presenten sus cuerpos como sacrificios vivos a Dios, aconseja Pablo. Cesen de “amoldarse a este sistema de cosas”; más bien, “transfórmense rehaciendo su mente”. No sean arrogantes. El cuerpo de Cristo, como un cuerpo humano, tiene muchos miembros, que realizan distintas funciones, pero trabajan en unidad. No devuelvan mal por mal a nadie. Dejen la venganza a Jehová. Venzan “el mal con el bien” (12:2, 21).
16 Estén en sujeción a las autoridades superiores; es el arreglo de Dios. Sigan haciendo el bien y no deban a nadie ni una sola cosa, excepto amarse unos a otros. La salvación se acerca, de modo que “[quítense] las obras que pertenecen a la oscuridad” y “[vístanse] las armas de la luz” (13:12). Anden con buen comportamiento, no según los deseos de la carne.
17 Reciban a todos imparcialmente, sin juzgar (14:1–15:33). Toleren a los que, porque su fe es débil, se abstienen de ciertos alimentos u observan días festivos. Tampoco juzguen ni hagan tropezar a su hermano por su propio comer y beber, pues Dios los juzga a todos. Sigan en pos de la paz y las cosas edificantes, y soporten las debilidades de otros.
18 El apóstol escribe: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción”, y da otras cuatro citas de las Escrituras Hebreas como prueba final de que los profetas inspirados habían predicho desde hace mucho tiempo que las promesas de Dios se extenderían a las naciones no judías. (Rom. 15:4, 9-12; Sal. 18:49; Deu. 32:43; Sal. 117:1; Isa. 11:1, 10.) “Por lo tanto —aconseja Pablo—, recíbanse con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira.” (Rom. 15:7.) Pablo expresa aprecio por la bondad inmerecida que Dios le ha extendido de ser siervo público a las naciones, “[ocupándose] en la obra santa de las buenas nuevas de Dios”. Siempre está procurando abrir nuevos territorios en vez de estar “edificando sobre fundamento ajeno”. Y aún no ha terminado, pues planea, después de llevar unas contribuciones a Jerusalén, hacer un viaje de predicación todavía más extenso hasta la distante España y, en camino allá, llevar “una medida plena de la bendición de Cristo” a sus hermanos espirituales de Roma (15:16, 20, 29).
19 Saludos de conclusión (16:1-27). Pablo envía saludos personales, por nombre, a 26 miembros de la congregación y a otros, y los exhorta a evitar a las personas que causan divisiones y a “[ser] sabios en cuanto a lo que es bueno, pero inocentes en cuanto a lo que es malo”. Todo es para la gloria de Dios “mediante Jesucristo para siempre. Amén” (16:19, 27).
POR QUÉ ES PROVECHOSO
20 El libro de Romanos presenta una base lógica para creer en Dios cuando declara que “las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad”. Pero más que esto, pasa a ensalzar su justicia y dar a conocer su gran misericordia y bondad inmerecida. Esto se nos hace ver mediante la excelente ilustración del olivo, en el cual se injertan ramas silvestres cuando se desgajan ramas naturales. Al contemplar la severidad y la bondad de Dios, Pablo exclama: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!” (1:20; 11:33).
21 Es con relación a esto que el libro de Romanos explica cómo sigue desenvolviéndose el secreto sagrado de Dios. En la congregación cristiana ya no hay distinción entre judío y gentil, sino que personas de toda nación pueden participar de la bondad inmerecida de Jehová mediante Jesucristo. “Con Dios no hay parcialidad.” “Es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito.” “No hay distinción entre judío y griego, puesto que hay el mismo Señor sobre todos, que es rico para con todos los que lo invocan.” En el caso de todos estos es la fe, y no las obras, lo que se les cuenta como justicia (2:11, 29; 10:12; 3:28).
22 El consejo práctico de esta carta a los cristianos de Roma también es provechoso para los cristianos de hoy día, que se enfrentan con problemas similares en un mundo alejado de Dios. Se exhorta a los cristianos a ‘ser pacíficos con todos los hombres’, incluso los de fuera de la congregación. Toda alma debe estar “en sujeción a las autoridades superiores”, pues estas constituyen un arreglo de Dios y no son objeto de temor para los que obedecen la ley, sino para los que realizan obras malas. Los cristianos deben sujetarse en obediencia a las leyes no solamente por temor al castigo, sino debido a la conciencia cristiana; por eso pagan sus impuestos, dan lo que les es debido, cumplen con sus obligaciones, no deben a nadie cosa alguna “salvo el amarse unos a otros”. El amor cumple la Ley (12:17-21; 13:1-10).
23 Pablo recalca el asunto de testificar en público. Aunque con el corazón uno ejerce fe para justicia, es con la boca como uno hace declaración pública para salvación. “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” Pero para que esto suceda es necesario que los predicadores vayan y ‘declaren buenas nuevas de cosas buenas’. ¡Felices somos si estamos entre los predicadores cuyo sonido ha salido “hasta las extremidades de la tierra habitada” (10:13, 15, 18)! Y en preparación para esta obra de predicar, tratemos de familiarizarnos con las Escrituras inspiradas hasta el grado que lo estuvo Pablo, pues en tan solo este pasaje (10:11-21) hace cita tras cita de las Escrituras Hebreas. (Isa. 28:16; Joel 2:32; Isa. 52:7; 53:1; Sal. 19:4; Deu. 32:21; Isa. 65:1, 2.) Bien podía decir él: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. (Rom. 15:4.)
24 Se da consejo maravillosamente práctico sobre las relaciones dentro de la congregación cristiana. Prescindiendo del antecedente nacional, racial o social de cada uno, todos tienen que rehacer la mente para rendir a Dios servicio sagrado según Su ‘buena y acepta y perfecta voluntad’ (11:17-22; 12:1, 2). ¡Qué práctico razonamiento viene de todo el consejo de Pablo en Romanos 12:3-16! Ahí ciertamente hay consejo excelente para edificar celo, humildad y tierno afecto entre todos los que componen la congregación cristiana. En los capítulos finales Pablo da fuerte advertencia en cuanto a vigilar y evitar a los que causan divisiones, pero también habla del gozo y el refrigerio mutuos que proceden de las asociaciones limpias en la congregación (16:17-19; 15:7, 32).
25 Como cristianos, tenemos que seguir prestando atención a las relaciones entre unos y otros. “Porque el reino de Dios no significa comer y beber, sino que significa justicia y paz y gozo con espíritu santo” (14:17). De esta justicia, paz y gozo disfrutan especialmente los “coherederos con Cristo”, que serán “glorificados juntamente” con él en el Reino celestial. Observe, también, que Romanos señala a un paso adicional en el cumplimiento de la promesa del Reino dada en Edén al decir: “El Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve”. (Rom. 8:17; 16:20; Gén. 3:15.) Porque creemos en estas grandes verdades, sigamos llenándonos de todo gozo y paz, y abundemos en la esperanza. Resolvámonos a salir victoriosos con la Descendencia relacionada con el Reino, pues estamos convencidos de que nada en el cielo arriba ni en la Tierra abajo “ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Rom. 8:39; 15:13.)
[Nota a pie de página]
Our Bible and the Ancient Manuscripts, 1958, página 188.
[Preguntas del estudio]
1. ¿Qué considera Pablo en su carta a los romanos?
2. a) ¿Qué problemas considera Pablo en Romanos? b) ¿Qué deja firmemente establecido esta carta?
3. ¿Cómo empezó la congregación de Roma, y qué explicación puede haber para que Pablo conociera a muchísimos allí?
4. a) ¿Qué información da Romanos acerca de la congregación de aquella ciudad? b) ¿Qué indica el que Áquila y Priscila estén en Roma?
5. ¿Qué hechos establecen la autenticidad de Romanos?
6. ¿Cómo testifica de la canonicidad de Romanos un papiro antiguo?
7. ¿Qué prueba hay respecto al lugar y la fecha de la escritura de Romanos?
8. a) ¿Qué dice Pablo sobre su misión? b) ¿Cómo muestra él que tanto judíos como griegos merecen la ira de Dios?
9. a) ¿En qué son superiores los judíos, y, sin embargo, qué citas de las Escrituras hace Pablo para mostrar que todos están bajo pecado? b) Entonces, ¿cómo se declara justo a un hombre, y qué ejemplo apoya este argumento?
10. a) ¿Cómo llegó a reinar la muerte? b) ¿Qué resultado ha tenido la obediencia de Cristo, pero qué advertencia se da respecto al pecado?
11. a) ¿Cómo ilustra Pablo que los judíos cristianos han sido librados de la Ley? b) ¿Qué hizo patente la Ley, y, por lo tanto, qué cosas están en guerra en el cristiano?
12. ¿Cómo llegan a ser coherederos con Cristo algunos, y en qué salen completamente victoriosos estos?
13. a) Según la profecía, ¿a quiénes se incluye en el verdadero Israel de Dios, y con qué principio divino está de acuerdo esto? b) ¿Por qué fracasó el Israel carnal, pero qué se necesita para la salvación?
14. ¿Qué ilustra Pablo mediante el olivo?
15. ¿Qué está implicado en presentar sacrificios vivos a Dios?
16. ¿Cómo deben andar los cristianos ante las autoridades y otros?
17. ¿Qué se aconseja en cuanto a juzgar y edificar a los débiles?
18. a) ¿Qué otras citas hace Pablo para mostrar que Dios acepta a los que no son judíos? b) ¿Cómo aprovecha Pablo mismo la bondad inmerecida de Dios?
19. ¿Con qué saludos y exhortaciones concluye la carta?
20. a) ¿Qué razón lógica da Romanos para creer en Dios? b) ¿Cómo se ilustran la justicia y la misericordia de Dios, y qué exclama Pablo cuando considera esto?
21. ¿Cómo muestra Romanos que sigue desenvolviéndose el secreto sagrado de Dios?
22. ¿Qué consejo práctico da Romanos acerca de las relaciones con los de fuera de la congregación?
23. ¿Cómo recalca Pablo la importancia de la declaración pública, y qué ejemplo da respecto a cómo prepararnos para el ministerio?
24. ¿Qué consejo da Pablo con miras a edificar celo y relaciones felices dentro de la congregación?
25. a) ¿Qué punto de vista correcto y entendimiento adicional da Romanos acerca del Reino de Dios? b) ¿De qué maneras debería beneficiarnos el estudio de Romanos?