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Thursday, September 03, 2009

Matrimonio Feliz:


Cómo tener un matrimonio feliz
“Con sabiduría se edifica la casa, y con discernimiento resulta firmemente establecida.” (PRO. 24:3.)
NUESTRO sabio Padre celestial sabe lo que es bueno para nosotros. Por ejemplo, él sabía que para que su propósito se cumpliera “no [era] bueno que el hombre [continuara] solo” en el jardín de Edén. Un elemento clave de dicho propósito era que los matrimonios tuvieran hijos y llenaran la Tierra (Gén. 1:28; 2:18).
2 “Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él”, dijo Jehová. Entonces hizo que el primer hombre, Adán, cayera en un sueño profundo, y de su cuerpo perfecto tomó una costilla, a partir de la cual creó a una mujer perfecta, Eva. Cuando Jehová se la llevó al hombre, este dijo: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada”. Eva realmente complementaba a Adán, pues, pese a que ambos habían sido creados perfectos, a la imagen de Dios, cada uno tenía características y cualidades distintas del otro. Como hemos visto, fue Jehová quien instituyó el matrimonio. Y Adán y Eva no tuvieron ningún problema en aceptar esta institución divina mediante la cual recibirían apoyo el uno del otro (Gén. 1:27; 2:21-23).
3 Lamentablemente, en el mundo de hoy reina una actitud de rebeldía, la cual genera graves problemas. Por supuesto, esto no es culpa de Dios. Muchas personas rechazan con desdén el don del matrimonio, pues lo consideran anticuado, una fuente de frustración y desacuerdos. Y un gran número de quienes sí se casan terminan divorciándose. Hay muchos padres que no dan cariño a sus hijos. Otros los utilizan para chantajearse cuando se pelean. Los cónyuges no están dispuestos a ceder, ni siquiera para tener un poco de paz y armonía (2 Tim. 3:3). En vista de que vivimos en tiempos tan difíciles, ¿qué pueden hacer los matrimonios cristianos para seguir siendo felices? ¿Por qué son esenciales la flexibilidad y la sumisión a Dios para evitar rupturas? ¿Qué podemos aprender de quienes llevan muchos años felizmente casados?
Sometámonos a las normas de Jehová
4 Por inspiración, el apóstol cristiano Pablo mandó que las viudas que quisieran volver a casarse lo hicieran “solo en el Señor” (1 Cor. 7:39). Este no era un concepto nuevo para los cristianos que habían pertenecido al judaísmo. La Ley que Jehová dio a Israel estipulaba claramente que no debían “formar ninguna alianza matrimonial” con los habitantes de las naciones vecinas, que eran paganas. Jehová les advirtió del peligro que corrían si desobedecían esta norma divina: “Porque [el que no es israelita] apartará a tu hijo de seguirme, y ellos ciertamente servirán a otros dioses; y la cólera de Jehová realmente se encenderá contra ustedes, y él ciertamente te aniquilará de prisa” (Deu. 7:3, 4). ¿Qué espera Dios de sus siervos de tiempos modernos? Simple y llanamente, que se casen solo con quienes estén “en el Señor”, o sea, con cristianos dedicados y bautizados. Someterse a las normas de Dios en este aspecto es el proceder más sensato.
5 Dios considera sagrados los votos matrimoniales. Después de referirse al primer matrimonio, el Hijo de Dios, Jesús, dijo: “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mat. 19:6). El salmista nos recuerda la importancia de cumplir los votos: “Ofrece acción de gracias como tu sacrificio a Dios, y paga al Altísimo tus votos” (Sal. 50:14). A los recién casados seguramente les esperan muchas alegrías, pero no deben olvidar que los votos que intercambiaron el día de la boda son un asunto serio que conlleva gran responsabilidad (Deu. 23:21).
6 Pensemos en el caso de Jefté, quien fue juez en Israel durante el siglo XII antes de nuestra era. Jefté le hizo este voto a Jehová: “Si tú sin falta das a los hijos de Ammón en mi mano, entonces tiene que suceder que el que venga saliendo, que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro cuando yo vuelva en paz de los hijos de Ammón, tiene que llegar a ser entonces de Jehová, y tengo que ofrecer a ese como ofrenda quemada”. ¿Qué hizo Jefté al llegar a su casa en Mizpá y ver que quien salía a recibirlo era su única hija? ¿Buscó la forma de librarse de su compromiso? Todo lo contrario. Dijo: “He abierto mi boca a Jehová, y no puedo volverme atrás” (Jue. 11:30, 31, 35). Cumplió su promesa a pesar de que eso significaría quedarse sin descendientes que mantuvieran vivo su nombre. Es cierto que el voto de Jefté era distinto a los votos matrimoniales. No obstante, el hecho de que él lo cumpliera sirve de ejemplo a las parejas cristianas.
¿Qué se requiere para tener un matrimonio feliz?
7 Muchas parejas conservan recuerdos entrañables de su noviazgo. ¡Qué emocionante era ir conociéndose mejor cada día! Cuanto más tiempo pasaban juntos, más cariño se tenían. Sin embargo, la realidad es que, cuando una pareja finalmente se casa, tiene que hacer cambios. Y si el matrimonio ha sido arreglado por los padres, sin duda también hay que hacerlos. Un cristiano reconoce lo siguiente sobre los inicios de su matrimonio: “Lo que más trabajo nos costó al principio fue entender que ya no éramos solteros. Nos tomó tiempo poner a los amigos y a la familia en el lugar que les correspondía”. Otro esposo, que lleva treinta años casado, comprendió enseguida que tenía que ser razonable y “pensar en plural”. Hasta el día de hoy, antes de aceptar una invitación o de comprometerse para hacer algo, consulta con su esposa y toma en cuenta su sentir. En estas ocasiones conviene que los cónyuges estén dispuestos a ceder (Pro. 13:10).
8 A veces, el matrimonio une a dos personas de distintos orígenes y culturas. Es sobre todo en esos casos cuando debe haber comunicación franca. Recordemos que las formas de comunicarse varían. Así que, para comprender mejor a su cónyuge, fíjese en cómo les habla a sus propios familiares. A menudo, lo que revela el interior de una persona no es lo que dice, sino la manera en que lo hace. Y mucho se puede aprender también de lo que no se dice (Pro. 16:24; Col. 4:6). El discernimiento es esencial para la felicidad (léase Proverbios 24:3).
9 Un gran número de matrimonios han descubierto lo importante que es ser flexible al escoger los pasatiempos y actividades recreativas. Tal vez uno de los dos era muy aficionado a los deportes u otras diversiones cuando era soltero. ¿No convendría ahora hacer algún cambio? (1 Tim. 4:8.) Y lo mismo podría preguntarse del tiempo que se pasa con los familiares. Hay que recordar que los casados necesitan tiempo para realizar juntos actividades espirituales y de otro tipo (Mat. 6:33).
10 Cuando el hombre se casa, deja a su padre y a su madre, y lo mismo se puede decir de la mujer (léase Génesis 2:24). Aun así, el mandato divino de honrar a padre y a madre no deja de ser válido después que los hijos se casan. Por eso, lo más probable es que la pareja siga pasando tiempo con la familia de uno y de otro. Un cristiano que lleva veinticinco años casado observa: “A veces no es fácil compaginar los deseos y necesidades del cónyuge con los de los padres y hermanos de ambos. El texto de Génesis 2:24 me ha sido muy útil para decidir qué debo hacer. Sé que hay obligaciones que cumplir con los familiares y que se les debe lealtad, pero este versículo me ha enseñado que mi esposa está primero”. Por su parte, los padres cristianos que saben ceder reconocen que sus hijos casados han formado su propia familia y que en esta el principal responsable es el esposo.
11 Es fundamental que las familias cristianas estudien juntas regularmente, y el caso de muchas de ellas así lo demuestra. Ahora bien, puede que no sea fácil establecer un estudio de familia y llevarlo a cabo todas las semanas. Un esposo reconoce lo siguiente: “Si pudiéramos volver atrás y cambiar algo, fijaríamos un horario de estudio desde el principio de nuestro matrimonio y nos esforzaríamos por cumplirlo”. Y añade: “Es maravilloso ver la emoción que siente mi esposa cuando estudiamos juntos y encontramos alguna joya espiritual”.
12 Orar juntos también es importante (Rom. 12:12). Una relación estrecha con Jehová fortalece los lazos de los cónyuges que lo adoran juntos (Sant. 4:8). Un cristiano menciona: “Cuando se comete un error que molesta al otro, es bueno pedirle perdón de inmediato y mencionar el asunto cuando se ora en pareja, por leve que parezca el error. Esta es una manera de demostrar pesar sincero” (Efe. 6:18).
Estemos dispuestos a ceder en el matrimonio
13 Vivimos en un mundo obsesionado con el sexo en el que las prácticas degradantes son comunes. Las parejas cristianas deben evitar dichas prácticas en sus relaciones íntimas. Por otra parte, Pablo aconsejó: “Que el esposo dé a su esposa lo que le es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a su esposo. La esposa no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo; así mismo, también, el esposo no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposa”. Entonces el apóstol pasó a dar estas claras instrucciones: “No se priven de ello el uno al otro, a no ser de común acuerdo por un tiempo señalado, para que dediquen tiempo a la oración”. Pero añadió: “Vuelvan a juntarse, para que no siga tentándolos Satanás por su falta de regulación” (1 Cor. 7:3-5). Al mencionar la oración, Pablo dio a entender cuáles deben ser las prioridades del cristiano. Pero también dejó claro que los cristianos casados deben tener presentes las necesidades físicas y emocionales de su cónyuge.
14 Tanto el esposo como la esposa deben hablar con franqueza y entender que cuando no hay ternura en las relaciones íntimas suelen surgir problemas (léase Filipenses 2:3, 4; compárese con Mateo 7:12). Así ha sucedido en algunos hogares donde uno de los dos no sirve a Jehová. Aun si hay desacuerdos, el cónyuge cristiano puede mejorar la situación con su buena conducta, su trato bondadoso y su disposición a cooperar (léase 1 Pedro 3:1, 2). El amor a Jehová y al cónyuge, junto con una actitud flexible, ayudarán en gran manera al matrimonio en este aspecto.
15 Hay otros campos en los que el esposo considerado también trata a su esposa con respeto. Por ejemplo, toma en cuenta sus sentimientos, hasta en asuntos menores. Sin embargo, un cristiano que lleva casado cuarenta y siete años admite: “Esto es algo en lo que todavía puedo mejorar”. A las esposas cristianas se les anima a tenerle profundo respeto a su esposo (Efe. 5:33). Si una esposa habla mal de su marido o expone sus defectos en público, difícilmente podría decirse que lo está respetando. Proverbios 14:1 nos recuerda: “La mujer verdaderamente sabia ha edificado su casa, pero la tonta la demuele con sus propias manos”.
No cedamos ante el Diablo
16 “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado, ni dejen lugar para el Diablo.” (Efe. 4:26, 27.) Cuando este consejo se lleva a la práctica, ayuda a solucionar o incluso a evitar los conflictos matrimoniales. “No recuerdo una sola ocasión en que mi esposo y yo hayamos tenido un problema y no lo hayamos hablado, aunque nos haya tomado horas solucionarlo”, cuenta una hermana. Al principio de su matrimonio, ambos se determinaron a no dejar que terminara el día sin haber resuelto sus diferencias. “Decidimos que, sin importar de qué se tratara, nos perdonaríamos y lo olvidaríamos —prosigue la hermana—. Cada mañana hacíamos borrón y cuenta nueva.” De esta manera evitaron dejar “lugar para el Diablo”.
17 ¿Y si un cristiano cree que no tomó la mejor decisión al escoger a su cónyuge? Tal vez sienta que en su relación ya no existe el cariño que ve en otras parejas. Aun así, le será útil recordar el punto de vista de Dios sobre el vínculo matrimonial. Bajo inspiración, Pablo aconsejó a los cristianos: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Heb. 13:4). Y no debemos olvidar estas palabras: “Una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto” (Ecl. 4:12). Si el esposo y la esposa piensan primero en la santificación del nombre de Dios, permanecerán unidos a él y también entre sí. Los dos deben esforzarse por tener un matrimonio feliz, pues así honrarán a Jehová, el Fundador de esta institución (1 Ped. 3:11).
18 En definitiva, los matrimonios cristianos pueden ser felices. Es cierto que deben esforzarse por manifestar cualidades cristianas, como la disposición a ceder. Pero en las congregaciones de los testigos de Jehová de todo el mundo hay un sinnúmero de matrimonios que demuestran que sí es posible lograrlo.
¿Qué contestaría?
• ¿Por qué decimos que es posible tener un matrimonio feliz?
• ¿Qué ayudará a los matrimonios a ser felices?
• ¿Qué cualidades deben cultivar los casados?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Cómo demostró Dios su sabiduría en el caso del primer hombre?
2. ¿Qué institución creó Jehová para beneficio de la humanidad?
3. ¿Cómo ven muchas personas el don del matrimonio, y qué preguntas surgen?
4. a) ¿Qué instrucciones dio Pablo con respecto al matrimonio? b) ¿Qué proceder siguen los cristianos obedientes?
5. ¿Cómo consideran los votos matrimoniales tanto Jehová como los cristianos casados?
6. ¿Qué podemos aprender del ejemplo de Jefté?
7. ¿Qué cambios tienen que realizar los recién casados?
8, 9. a) ¿Por qué es tan importante la comunicación franca? b) ¿En qué aspectos se requiere ser flexible, y por qué?
10. ¿Cómo contribuye una actitud flexible a las buenas relaciones entre los padres y sus hijos casados?
11, 12. ¿Por qué es importante que las parejas estudien y oren juntas?
13. ¿Qué consejos dio Pablo sobre las relaciones íntimas en el matrimonio?
14. ¿Qué principios bíblicos rigen las relaciones íntimas en el matrimonio?
15. ¿Cómo contribuye el respeto a que el matrimonio sea feliz?
16. ¿Cómo pueden los casados llevar a la práctica el consejo de Efesios 4:26, 27?
17. ¿Qué ayudará a los cónyuges incluso si parecen incompatibles?
18. ¿De qué podemos estar seguros con respecto al matrimonio?
[Ilustración de la página 9]
Los casados hacen bien en consultarse antes de aceptar una invitación o de comprometerse para hacer algo
[Ilustración de la página 10]
Esfuércense por resolver los desacuerdos el mismo día y no “dejen lugar para el Diablo”.

1 comment:

Anonymous said...

"Ridiculez y fanatismo se mezclan con presuntas alabanzas de borregos."

Retomando sus propias palabras

¿quién es más fanático el que lee y critica con honestidad, o el que llena espacios justificando lo injustificable, y rellenando espacios con temas que deben ser olvidados y no publicados?